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La salud de la nación

Se realizó la Marcha Federal de Salud por el centro de Buenos Aires hasta Plaza de Mayo. El diagnóstico y los testimonios de un desguace anunciado que está destrozando al sistema de salud pública, matando gente, y poniendo cada vez más vidas en peligro.
Por Lucas Pedulla
Fotos: Tadeo Bourbon / lavaca.org
La enumeración es brutal:
- Al menos 60 pacientes con cáncer fallecieron en la disuelta DADSE (Dirección Nacional de Asistencia Directa por Situaciones Especiales) por falta de entrega de medicamentos oncológicos.
- Derogación de las Coordinaciones Nacionales de tuberculosis, lepra, hepatitis y HIV dispuestas en el decreto 1138/2024, “pilares fundamentales de articulación de políticas públicas nacionales que aseguran estrategias de diagnóstico, prevención y tratamiento”.
- Despidos masivos en el Ministerio de la Salud, y los hospitales Posadas, Bonaparte y Sommer, entre otros.
- Cierre y desfinanciamiento de programas esenciales y áreas estratégicas como: Dirección Nacional de Géneros y Diversidad, Dirección Nacional de Recursos Físicos, Dirección de municipios y comunidades saludables, Dirección de Investigación en Salud, Dirección de interoperabilidad, Estándares y Desarrollo; Dirección Nacional de Integración del Sistema de Salud; Coordinación de Equipamiento Médico y de Arquitectura Sanitaria; Coordinación de Salud Familiar; Coordinación de Vigilancia Epidemiológica por Laboratorios; Programa Nacional de Cuidados Paliativos del Instituto Nacional del Cáncer.
- Recorte de insumos médicos y medicamentos.
- Profundización de la descentralización del sistema de salud.
- Deterioro del Plan Nacional de Vacunación.

Fotos: Tadeo Bourbon para lavaca.
- “A la desaparición de los programas de violencia de género y cuidado de mujeres se suma la eliminación del programa de prevención del embarazo adolescente. Junto con ello, no sólo una disminución de la partida global para salud pública, sino también la destinada a la financiación de los grandes hospitales nacionales como el Garrahan y el Posadas, que pierden frente a la inflación en términos reales entre un 20 y un 40 por ciento del presupuesto”.
- Recortes de programas de garantía de acceso a 55 medicamentos para jubiladas y jubilados, que se suma a la suba del 188% del valor de los medicamentos en general.
- La liberación de los precios de las prepagas que permitió aumentos de cuotas de casi un 120%, “lo que hizo migrar a más de 200 mil usuarios a la salud pública”.
- En CABA, el distrito más rico, se sigue marginando a las enfermeras de la ley de Profesionales de la Salud.
- Salarios “miserables” de las y los residentes “parte fundamental del equipo de salud y del sostén del sistema público”.
- Recortes del 50% al presupuesto del Programa Nacional de Respuesta Integral al VIH, Hepatitis, ITS, y Tuberculosis. Como parte de los 1400 despidos en Salud, el ministro Lugones echó al 40% de la Dirección de Respuesta de esas enfermedades. Además denunciaron una “alarmante” falta de reactivos para medir la carga viral en tratamientos para personas con VIH y que tampoco se realizaron compras de preservativos en un contexto de aumento de diagnósticos de VIH y sífilis.
Todo eso significa vidas en peligro.

Carteles que lo expresan todo. Fotos: Tadeo Bourbon para lavaca.
Tal la descripción, desde arriba de un camión, realizada por quienes coordinaron la Marcha Federal de Salud convocada en Buenos Aires por más de 130 organizaciones, entre juntas internas, hospitales nacionales, provinciales y locales, residencias, redes de usuarios, entre otras, que reunió a miles de personas este jueves desde el Ministerio de Salud, sobre 9 de Julio, hasta la Plaza de Mayo.
El cáncer y las urgencias
Andrea es trabajadora administrativa del sector Tomografía del Hospital Posadas y la echaron en octubre. Sigue en funciones gracias a una medida cautelar de la justicia que ordenó reincorporarla mientras dure el juicio laboral. Está marchando: “Porque desde el año pasado tuvimos 120 despidos, pero sabemos que hubo más y que posiblemente lleguen a 300. Además están vaciando al Hospital: los médicos se empiezan a ir porque acá cobran 110 mil pesos una guardia y afuera les ofrecen dos o tres veces más. En Oncología la jefa se jubila, quedan dos y decían que, de hacer 6.000 quimios al año, este no las van a poder garantizar. Si llegás con cáncer, te derivan a otro hospital. En Tomografía estamos demorando tres meses en entregar los estudios, salvo que diga ‘urgente’, que tardan dos”.

Curiosidad argentina: El Estado, a través de la Policía de la Ciudad, más preocupado por el tránsito porteño que por la Salud Pública y la vida. Fotos: Tadeo Bourbon para lavaca.
Cannabis vs. lo narco
Valeria Salech es fundadora y referente de Mamá Cultiva, una organización que logró la ley de Cannabis Medicinal que legaliza el acceso a través de autocultivo, cultivo solidario y comunitario, y habilita la venta de aceites en farmacias y el impulso a la producción pública. Está marchando: “Porque están desguazando la salud, y una de las herramientas que desfinancian es el REPROCANN (Registro del Programa de Cannabis, que regula el acceso de personas autorizadas al cultivo controlado con fines medicinales y/o terapéuticos) que cada vez tiene menos gente trabajando y más gente esperando renovaciones o autorizaciones. Son miles de personas pidiendo acceso a la salud, porque el cannabis también es salud. Empujan a la gente a la clandestinidad: parece que el Estado prefiere que le compremos al narco en vez de que seamos cultivadoras registradas”.

Fotos: Tadeo Bourbon para lavaca.
El trauma del cierre
Joaquín tiene 27 años y es psicólogo residente en el Hospital Bonaparte, única institución nacional especializada en salud mental en el AMBA, que ya tuvo un intento de cierre el año pasado y que en enero sufrió el despido de 200 trabajadores y trabajadoras. Está marchando: “Porque el acceso a la salud mental, con los despidos, está muy deteriorado. Tenemos pacientes que no tienen cubiertos todos los turnos que tenían. Tenemos infancias que se quedaron sin equipos enteros. Todo esto en el marco de una demanda que combina la falta de laburo de pacientes con un cuadro de base traumática. En esa complejidad, donde los pacientes cuentan con menos herramientas, al hospital lo quieren cerrar”.
Una chica de 93 años
Andrea, Valeria y Joaquín son tan sólo tres testimonios de los miles que marcharon.
A la columna se sumó una joven militante de 93 años que una hora atrás había terminado de dar la ronda que todos los jueves, a las 15.30, hace alrededor de la Pirámide de Mayo, hace casi 48 años. Elia Espen, de Madres Línea Fundadora, que sigue buscando a su hijo Hugo Miedan desaparecido el 18 de febrero de 1977, levantó el puño diciendo: “Fuerza”. La marcha la saludó: “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”.

Elia Espen, Madre de Plaza de Mayo Línea fundadora, ex trabajadora de salud en el Garrahan, uno de los hospitales víctimas de la política autopercibida «libertaria». Fotos: Tadeo Bourbon para lavaca.
Así, y al canto de “atención, atención, estamos defendiendo la salud de la Nación”, la columna llegó a Plaza de Mayo siempre marchando pacíficamente por un carril, primero de Avenida Belgrano y luego por Diagonal Sur, custodiada por la Policía de la Ciudad.
En la Plaza, la primera oradora fue Elia, ex trabajadora de salud en el Hospital Garrahan: “Les deseo con toda mi alma y los recuerdos de los viejos tiempos que no haya hambre, que haya trabajo, que haya salud para todos”. La respuesta, nuevamente, fue un abrazo y un reconocimiento a coro: “30 mil compañeros detenidos desaparecidos, presentes”.
Luego las organizaciones leyeron el documento con el que se inicia esta crónica, que describe el desguace que la gestión de Javier Milei, con Mario Lugones como ministro de Salud, está llevando a cabo desde diciembre de 2023.

Fotos: Tadeo Bourbon para lavaca.
El llamado
El cierre fue un llamado:
“Llamamos a toda la comunidad a sumarse a esta pelea en defensa a un derecho fundamental: la salud pública, gratuita y de calidad para todas las personas.
Sumate y que nuestra voz se haga escuchar en cada rincón del país.
Por una vida que merezca ser vivida para todas, todos y todes.
La salud es un derecho, no un privilegio.
En salud no sobra nadie. Reincorporación ya de todxs lxs despedidxs!
¡Es momento de defenderla!
Unidad en las calles.
Abajo el ajuste de Milei y sus cómplices.
Salud unida jamás será vencida”.
El final fue un estribillo cada vez más común en un país cada día más convulsionado: “Unidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode”.

Respuesta a los calificativos del gobierno hacia los pacientes. Fotos: Tadeo Bourbon para lavaca.

Fotos: Tadeo Bourbon para lavaca.

Fotos: Tadeo Bourbon para lavaca.

Fotos: Tadeo Bourbon para lavaca.
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La moto regalada

Crónica sobre la violencia del miércoles de una de las suscriptoras de la revista MU, participante en nuestros diplomados, madre y muchas otras cosas, que estuvo en la marcha de jubilados y jubiladas viviendo en primera persona los enfrentamientos provocados por las fuerzas de seguridad. Su relato del miedo, las imágenes que le provocaron terror. Los gestos de solidaridad y convivencia entre los manifestantes. Y un detalle del relato que explica cómo la propia policía creó situaciones para justificar la continuidad de la cacería y la represión, en las calles con el alma rota.
Por Ludmila Goldsztejn para lavaca.org
Me tiembla la mano cuando quiero escribir lo que temo.
Terror.
La mirada llorosa asomando del trapo que cubría esa cara de ese cuerpo que escapaba…
Ahora tiemblo porque puedo moverme.
Mientras, tomo un rico mate y trato de sacar esto que me aterra cuando en vano quiero pensar en otra cosa o cuando cierro los ojos buscando evadirme.
No hay cómo.
Entonces vuelven esos ojos envueltos en lágrimas y en esa sirena/bocina que salían de las motos policías con tanta fuerza que aturde y los disparos.
Solo veo los ojos y su mano extendida que llegué a rozar pero no pude tocar el miedo me paralizó lo persiguen a él y no pudo escapar.
Llegando a Alsina por Bernardo de Irigoyen se subieron cuatro o cinco motos a la vereda y lo encerraron y nunca apagaron ese ruido y se bajaron de la moto y lo sacudieron hasta que lo aplastaron contra el piso, lo agarraron como si fuera una cosa y lo aplastaron y ni rebotó lo aplastaron contra el piso y no se movió más…
Unas manos me rodearon firmes y escuché: andate de acá, un cartonero con chaleco me trataba de sacar de la escena y ahí me di cuenta de mí y de mi quietud, estaba petrificada tapándome los oídos y viendo ese cuerpo que no se movía, quise gritar, pero no tenía voz y casi me dolió moverme unos pasos atrás de un árbol, me vi moverme sin voluntad, presa de un terror que no conocía.
Andate me seguía diciendo un señor de ojos muy negros y grandes y preocupados,
vení me dice otro señor mucho mayor que venía con otro con un bastón por el medio de Nueve de Julio. Nos vamos, vení, y yo que se me vencían las rodillas, yo joven ellos re viejos. No, no te quedes, ¿querés agua? No pares, no te detengas, nos tenemos que ir, me decía, unos pasos después, me dijo: vamos por el medio.
Lo aplastaron repetía yo. Están cazando me dijo, nos tenemos que ir.
Cruzamos Belgrano por el medio entre piedras y persecuciones y gente corriendo esquivando bondis que avanzaban lento por sus carriles, los policías tiraban a las piernas para que no corran y se abalanzaron sobre quienes creían que tiraban piedras o sobre quienes las tiraban que no eran pocos, cuando agarraban a alguien y lo arrastraban por el asfalto llovían piedras, esto fueron ¿dos cuadras, tres minutos? y el señor me convenció de tomar agua y decirle mi nombre, él se llama Julio y con su señora tienen un centro cultural en Ranelagh, me invitó a que vaya cualquier fin de semana me dio un abrazo y me deseó mucha suerte cuando doblé por Independencia a tomarme el subte sin poder parar de llorar.
Pero antes ¿qué pasó? antes cuando ya nos habían barrido como mierda del Congreso, cuando nos habían gaseado sin asco como a una plaga fumigada, cuando el Congreso ardía aquí y allá y una columna de humo negro se visualizaba desde Nueve de Julio, cuando nos sentamos a descansar y llorar en la fuente a mirarnos las caras y preguntarnos cómo estábamos y ayudarnos y pasarnos agua y limón y óleo para los ojos, cuando casi pudimos descansar tres minutos vino el hidrante y las motos y siguieron los gases y la gente furiosa, frustrada con más o menos miedo siguió para Plaza de Mayo, se iba para uno u otro lado por las avenidas y ahí pasan dos motoyutas y uno se baja y se suba a la otra moto y se van y dejan ahí la moto regalada, en segundos la dieron vuelta y la rompieron como pudieron ahogados de odio o de lo que sea, ¿Por qué? no sé, la furia no es amiga de la sensatez ¿no? y así otra vez, gas y persecución y cacería. Esto se repitió con similitudes y diferencias a lo largo de las calles tristes y avenidas heridas de una ciudad rota, rota dentro de su alma pero, aunque rota, resistiendo.
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La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

Jubilados e hinchadas generaron una movilización en Congreso que recibió como respuesta un feroz operativo represivo. Al cierre de esta nota el fotógrafo Pablo Griillo (35 años) peleaba por su vida tras ser herido por un ataque policial; había al menos 108 personas detenidas, pero no una lista ni confirmación oficial y en las esquinas de Buenos Aires sonaban las cacerolas mientras vecinas y vecinas marchaban espontáneamente hacia Plaza de Mayo.
La convocatoria de las y los jubilados, con el respaldo de las hinchadas de todo el fútbol argentino, entre otros sectores, tenía hora y lugar: 5 de la tarde en la puerta del Congreso de la Nación. Desde las 14 ya había gente, y a las 16, una masividad suficiente para que las distintas Fuerzas de Seguridad cumplieran la orden de reprimir a mansalva y sin excusa. El objetivo era impedir la concentración de manifestantes para evitar la foto más temida por el gobierno: la de una multitud unida y con camisetas de todos los colores.

Beatriz Blanco, 87 años, golpeada por la policía, cayó golpeando la nuca contra el asfalto. La segunda agresión: ningún efectivo se acercó a ayudarla mientras ella estaba desmayada en el piso. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
Los efectivos de la Policía Federal, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval y la Policía Aeroportuaria no estuvieron hoy en Bahía Blanca ayudando a la comunidad devastada por la inundación, ni vigilando las valijas que ingresan al país con sospechosa carga, sino dedicadas a tirar balas de goma y gases a diestra y siniestra, a activar hidrantes y -con infiltrados- destruir sus propios patrulleros, hasta transformar la calle en un infierno. En tanto, dentro del Congreso Nacional el oficialismo –conformado por la alianza LLA/PRO que permitió a Javier Milei ser Presidente- protagonizó una pelea a las trompadas cuando se disponía a votar las autoridades de la Comisión de Juicio Político. Martín Menem aprovecho el caos para levantar la sesión.
En tanto, durante el resto de la tarde, se detuvo al menos a unas 108 personas –a la hora de cierre de esta nota no hay listado ni cifra oficial de las y los detenidos-, culpándolas de los hechos que las propias fuerzas de seguridad provocaron para justificar lo injustificable: la brutal represión que dejó decenas de heridos. El caso más dramático: el fotógrafo Pablo Grillo. El impacto de una descarga de gas le produjo una herida en la frente, con derrame cerebral y dejó su vida al borde del abismo.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
En el mismo momento en que Grillo estaba siendo intervenido de urgencia en el hospital Ramos Mejía, la ministra Patricia Bullrich, responsable del operativo, pronunciaba su nombre en la pantalla del canal La Nación+, presentándolo como un militante kirchnerista detenido. Los periodistas que la escuchaban no corrigieron la (des) información. El conductor, Luis Majul, prefirió expresar su “vergüenza”, pero por el desorden.
Los jubilados y las hinchadas –que los medios oficialistas trataron de presentar como barras bravas- seguían en las calles del Congreso, pese a todo. “Este gobierno hizo lo que pocas cosas logran: unirnos”, dirá un hincha de Huracán al posar para una foto -inédita en la Historia argentina- abrazado a otro con la camiseta de San Lorenzo, y al lado de la de Morón, a otra de Almirante Brown, a otra de Boca, y de River, y de Tigre, y de Ferro, y de Los Andes, y etcétera, etcétera, etcétera.

Pablo Grillo estaba sacando fotos cuando fue víctima de un proyectil de gas policial. Una vida en riesgo, por la violencia institucional contra un comunicador. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
Dos horas después de las declaraciones de Bullrich, mientras Grillo seguía peleando por su vida en el quirófano, su papá, Fabián, sintetizaba así a lavaca, la realidad que la prensa oficial deformaba: “Somos una familia de militantes y lo decimos con orgullo porque la militancia no es mala. Y lo digo porque me enteré lo que está declarando esa bazofia de la ministra. Mi hijo es un militante, pero también es fotógrafo y hoy estaba ahí trabajando. Y ahora por culpa de una ministra y un presidente que mandan a matar, la vida de mi hijo está corriendo peligro. Su situación es muy grave, muy grave”, dice entre lágrimas.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
La otra imagen inédita es la que registra el video en el momento en el que un policía derriba a la jubilada Beatriz Blanco, de 87 años, con un golpe artero, que produce un estremecedor estruendo: es la cabeza con canas golpeando en la vereda, mientras el policía se esconde detrás de otros uniformados.
Hay más: cuando la protesta se trasladó a Plaza de Mayo las fuerzas de seguridad reavivó su show represivo, que esta vez incluyó el registro en video de cómo plantaban un arma en el pasto y, algo quizá peor: chorros saliendo de la Casa Rosada, aunque eran de agua.
La cacería siguió por el Obelisco e incluyó la fugaz detención del Padre Paco Oliveira –ataviado con una camiseta de Boca y referente de Curas en Opción por los pobres- quien fue rápidamente liberado al ser reconocido por un comisario: “Soltalo que es cura”, dijo. Eligieron entonces encarcelar al monaguillo que lo acompañaba.

Carlos, el jubilado que impulsó la llegada de hinchas de Chacarita y luego del resto de los equipos. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

River y Boca, esta vez unidos (y unidas). Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
A las diez de la noche, en Diagonal Norte una veintena de personas esposadas y tiradas en el piso esperaba que su destino se definiera de acuerdo al resultado de una disputa abierta entre el intendente Macri, Jorge –a cargo de la Policía de la Ciudad- y Bullrich, Patricia, con las fuerza federales a sus órdenes. En tanto, en varias esquinas porteñas comenzaba a escucharse la característica música del descontento: la de las cacerolas vacías. Y su clásica consecuencia: la marcha espontánea de vecinas y vecinos hacia Plaza de Mayo.
Al momento de escribir esta nota hay mucha información todavía por definirse y al menos una vida en juego, pero tal como lo define Carlos, el jubilado que logró convocar a las hinchadas, lo único certero es que esta historia continuará.

El Estado desparramando personas en el piso, para que no se manifiesten. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.


Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
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Diez cuadras de feminismo

Por Claudia Acuña.
¿Cuánto mide diez cuadras de feminismo? La respuesta no es matemática, sino política y la política hoy es batalla y es incógnita. La calle revela algunos de sus misterios. Nos dicta, por ejemplo, lo que no hay:
No hay policías, ni protocolo.
No hay escenario ni documento.
Hay sí muchas personas organizadas y con convicciones que transmiten en carteles, en banderas y hasta en los cuerpos. Yasmín es una síntesis. Tiene 17 años, es de Lomas de Zamora. Su cara está cubierta con un pañuelo violeta que proclama Ni una menos, en la pierna derecha con marcador rojo se escribió Yo sí te creo; en la izquierda Yo tenía 5 años; en la muñeca, el pañuelo verde que defiende el aborto legal y sobre el corazón, un cartel que grita Fuera Milei. Fue abusada por su padrastro, dirá sobre lo que informan sus piernas. “Está haciendo mierda el país”, dirá sobre lo que exige su corazón.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Hay también pancarta oficial de la CGT. Y algunas voces que explican lo que implica haber logrado sacarla de su letargo.
Micaela Polak, secretaria de género del sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) lo sintetiza así: “El Bloque Sindical Transfeminista tiene un protagonismo en la organización de estas marchas y dentro de la CGT. En noviembre, por ejemplo, hicimos un encuentro con más de mil mujeres sindicalistas. El 8M recuerda a las obreras muertas en un incendio y en estos momentos ese crimen cometido contra quienes defendían sus derechos se resignifica con este crimen que están cometiendo contra nuestros derechos laborales, contra las y los jubilados, contra las paritarias, con la precarización. Y que la CGT recoja esto hoy y esté presente de manera contundente es un mensaje esperanzador para enfrentar a Milei. El fascismo nos ha elegido como enemigas principales en todo el mundo y en nuestro país, en particular. Es lógico, entonces, que seamos nosotras quienes estemos protagonizando los movimientos que son necesarios para enfrentarlo”.

Una de las más flamantes organizaciones de derechos humanos: Nietes. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Las docentes de la agrupación El Desborde, que integra el gremio de UTE, advierten: “Es para prestarle atención a lo que está pasando dentro de la CGT en estos momentos. Hay muchas compañeras que están haciendo fuerza ahí adentro y quién te dice que en breve no logren imponer una secretaria general”. Su mensaje para hoy lo llevan escrito en las remeras y lo repiten ante el grabador: “Arriba el feminismo que va a vencer”. Completan: “Es una etapa difícil, adversa, porque volvemos a ser la variable de ajuste, pero es en la calle, es con organización y es para adelante como se superan estas épocas, como lo hicimos siempre. “

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Maqui, de la Comisión de Mujeres del Sindicato del Neumático, suma: “Estamos en las calles no simplemente marchando, sino luchando por todos los reclamos que tenemos ante un gobierno que quiere llevarse por delante todos nuestros derechos. Sobre todo en esta fecha que siempre fue importante para las trabajadoras y hoy más que nunca, cuando quieren hacer desaparecer hasta la figura de femicidio y cuando, como madres y trabajadoras, estamos soportando todo el peso del ajuste. Es un momento para estar juntas y buscar una salida. Es un día para repetir: exigimos que no nos maten y respeten nuestros derechos.”
Magdalena, integrante de la junta interna ATE Capital en el Conicet. “Estamos soportando el embate desde un montón de frentes, muy preocupadas por la situación en general, no solo en el Conicet sino en todo el sector público que está sufriendo un recorte brutal en programas que afectan a toda la población, no solo a nosotras”.
Pregunta difícil: ¿por qué no salen a la calle todas las personas despedidas del Estado?
Lo que percibo es que es un sector súper precarizado, que está haciendo malabares para sobrevivir, y también que es todo un desafío organizar eso. Creo que construir esta resistencia es difícil porque lo que está amenazada es la subsistencia.
¿Qué tiene para decirle el feminismo a esos despedidos?
Que más que nunca hay que evitar que el miedo te paralice, que hay que salir a la calle, hay que encontrarse, escuchar y conversar para crear la respuesta entre todas. Se van construyendo las respuestas en el caminar. El movimiento feminista lo hizo siempre con sensibilidad. El feminismo tiene una tradición larguísima que nos enseña a abrazar las crisis y a no eludir las dificultades, sino a enfrentarlas. A poner el cuerpo y el corazón en los momentos más críticos.
La última difícil: ¿quién conduce a este movimiento?
Su historia.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Hay también militantes de partidos políticos –otro milagro que produjo esta marcha– y adolescentes –muchísimas– que a su paso cantan:
“Los varones quienes parar/que paren/ que paren/ que paren de matarnos”.
Hay, adelante, una bandera que proclama “Asamblea Antifascista y Antirracista”, la noticia de esta, la más nueva y la más vieja de las batallas. Entre quienes la sostienen –trabajadoras sexuales, travas, lesbianas, personas no binarias y otras identidades que hoy están al frente y siempre fueron las últimas de la fila– está Jazmín. Al lento paso de la marcha resume su historia: comenzó su transición trans en 2022, a prostituirse a los 17, a estudiar la licenciatura en Economía cuando se sancionó la Ley de Identidad, a tener un trabajo con derechos, cuando se logró la ley de cupo. “Mi vida es un resumen de cómo impacta en la vida de las personas tener estas leyes. Y también cómo el feminismo nos dio las herramientas para lograrlo. Luchamos por una sociedad fraternal y sorora y eso significa hoy estar en las calles contra el fascismo. No estamos por nosotras: el feminismo siempre es abrazo”.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Hay, además, intervenciones artísticas que exponen a otra de las protagonistas que impulsa esta protesta: la tierra. Es lo que llevan en las manos las mujeres vestidas de blanco, con las bocas tapadas con cintas que advierten “peligro” y es también lo que exponen las mapuche que enarbolan la ancestral bandera de su criminalizada nación.

Gustavo Melmann, reclamando justicia por el crimen dsu hija Natalia. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Hay más, por supuesto, porque la Avenida de Mayo y sus laterales desbordan de mensajes que son de actualidad y de urgencia, pero que también anuncian horizontes y esperanzas. Mateo y Ana representan exactamente eso. Están parados frente a la Catedral, son primos, tienen 8 y 7 años y eligieron compartir hoy estas noticias escritas con colores en una cartulina:
“Soy nene, no quiero ser macho”.
“Quiero ser la artista, no la musa”.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
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