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La última rebeldía

«Ante este intento del Gobierno Nacional de borrar la historia de los santacruceños y de los patagónicos, hemos tomado la decisión de restituir el monumento a Osvaldo Bayer y la Patagonia Rebelde. Porque somos rebeldes por naturaleza» planteó el intendente de Río Gallegos Pablo Grasso. El gobierno anula la obra pública pero ordenó a Vialidad Nacional destruir el homenaje al periodista, historiador y escritor Osvaldo Bayer ubicado en la entrada a Río Gallegos, sobre la Ruta Nacional 3. Con una retroexcavadora atacaron la imagen de Bayer empezando por su cabeza, en lo que es un símbolo de la mentalidad intoxicada y a la vez tóxica del actual oficialismo. El monumento era un homenaje al autor de Los vengadores de la Patagonia trágica, investigación sobre los fusilamientos ocurridos en la zona hace poco más de 100 años, cuando los trabajadores rurales que reclamaban por sus condiciones laborales fueron perseguidos, torturados, fusilados o deportados. La noticia difundida por el intendente Grasso, fundada en la rebeldía, es tal vez un guiño de Osvaldo -un libertario en el sentido genuino de la palabra- a este presente.
Osvaldo murió el 24 de diciembre de 2018. Tenía 91 años. Fue un amigo, un intelectual, un compañero: un despliegue de cerebro y corazón. Un hombre lleno de humor, generosidad y esa cosa tan rara llamada compromiso llevada sin ostentaciones, como un ejercicio cotidiano. De las muchas charlas e intercambios que tuvimos con él desde lavaca, elegimos esta nota, tapa de MU en 2010, una recorrida increíble por su vida, una vida que merece como pocas una frase: para la libertad. Y obviamente otra: para la rebeldía.
Por Sergio Ciancaglini.

El recorrido por una vida que eligió vivir dando batalla. La huelga de un solo hombre. La pelea con Gendarmería en la Patagonia. La detención en una cárcel de mujeres. Los debates en el diario Clarín. La amistad con Osvaldo Soriano. El exilio, el regreso y la vida cotidiana en la casa que bautizó El Tugurio, donde enciende sus motores cada día a las 5 de la mañana para subirse a ese ring y enfrentar, una vez más, al escepticismo: para Bayer, no hay causas perdidas.
Escena 1. 2010. Film imaginario sobre un hombre al que le dicen loco.
A los 83 años, con el antecedente de haber encabezado el Sindicato de Prensa y haber organizado el primer paro en la historia de la redacción del diario Clarín en los años 60, Osvaldo Bayer se presenta a elecciones en el gremio de prensa porteño, sabiendo que va a perder. Le dicen que está loco: para qué ir a degüello electoral en lugar de apoltronarse en el oficio de prócer vivo. “Ganamos rotundamente en Página 12, y también en Clarín y La Nación. Queríamos dejar el testimonio de que estamos vivos, no nos dejamos burlar. No puede haber un gremio con la misma gente 24 años en el poder. Hay que decirlo, y actuar en consecuencia. Yo creo que el intelectual debe tener plena libertad para escribir lo que quiera. Pero no quedarse en la torre de marfil”.
Como era previsible, su lista perdió.
Relata el hecho en su casa, a la que Osvaldo Soriano bautizó El Tugurio. Las paredes parecen hechas de libros. Hay fotos de sus diez nietos, varias de Marlene Dietrich, una bomba anarquista, un muñequito hincha de Rosario Central inspirado por Roberto Fontanarrosa. Este señor es partidario del socialismo libertario y del pollo al horno con papas (con muy buena prensa entre amigos y gourmets ocasionales). De su derrota gremial sólo quedaría un enigma pendiente, casi existencial: ¿Perdió?
Escena 2. 1950. Barco por el Paraná.
El aprendiz de timonel del buque de carga Madrid hace el recorrido ida y vuelta desde Buenos Aires hasta Paraguay por el Paraná. Tiene 22 años, y el timón en dos turnos. “Yo le recomiendo ese viaje a los enamorados. La luna que besaba el barco, las estrellas, el brillo en el agua, la selva”. Le habían avisado que el capitán Almirón estaba un poco trastornado: a medianoche, empezaba a ver fantasmas.
–Ahí vienen desde la costa, se meten en el agua. ¿Los ve? ¡Ahí están! Van a subir al barco, ya van a subir…
El joven no veía a los espectros, y mantenía firme el timón. “Medio me asustaba. Nunca creí en los espíritus, pero pensaba: ‘Este tipo nos va a llevar al carajo’”.
Escena 3. 1951. Huelga de un solo hombre.
Bayer participa en una asamblea de gremio marítimo en Buenos Aires, que resuelve hacer un paro por salarios y condiciones de trabajo. Primer gobierno peronista. “A las 12 de la noche del día del paro empezaba mi turno”. Era el único a bordo que acataba la medida. Se acercó a Almirón:
–Capitán, le quiero avisar que empiezo el paro decidido por el gremio.
Almirón lo miró como a un espíritu:
–¿Cómo? ¡Aquí no se hace paro! ¡Aquí somos todos peronistas!
–Pero no lo hago por no ser peronista, sino porque lo decidió el gremio.
Bayer reflexiona: “Esa cosa de la disciplina alemana, ¿no?”.
Los monos gritaban, las estrellas besaban el barco, y el capitán, que a esa hora empezaba a detectar a los fantasmas del Paraná, le dijo al timonel huelguista:
–Usted está completamente loco.
Escena 4. Piscina en los años 40.
Entre estos episodios pasaron 60 años, y otras cosas. Osvaldo Ildefonso Bayer nació el 18 de febrero de 1927 en Santa Fe, luego su familia se mudó a Tucumán, luego a Buenos Aires. Padre socialista descendiente de alemanes. Osvaldo creció conociendo a socialistas y anarquistas. Un trabajo ocasional: bañero del Club Correo y Telecomunicaciones. Cada día llegaba el secretario privado del presidente del club con sombrero de paja –un panamá–, se acercaba a la pileta y preguntaba lo mismo:
–¿Y, pibe? ¿Cómo están las minas hoy?
–Bien –contestaba Bayer levemente irritado. El tipo se iba.
“Yo era chico, medio fino, no me gustaba que me hablara así. Era Raúl Lastiri, yerno de José López Rega y presidente de la Nación durante unos meses. Él firmó la prohibición de mi libro sobre Severino Di Giovanni. Me enteré por el diario y pensé: ‘Si te prohíbe Yrigoyen, o Perón, bueno, valió la pena. Pero que te prohíba Lastiri es una desgracia’”.
El país era peronista. “Pero yo conocía a los españoles socialistas y anarquistas que llegaban escapando de Francisco Franco. Perón le mandaba barcos con trigo a ese miserable. Y viajó Eva Perón. Franco le hizo un homenaje con los Sindicatos Verticales, mirá qué nombre. Y ella dijo: ‘Así como los obreros argentinos obedecen a Perón, ustedes tienen que obedecer siempre al generalísimo’. Imaginate: ¿cómo me podía caer eso?”.
Bayer estudió un año de medicina, algo de periodismo. Luego combinó filosofía con el trabajo de timonel, acaso dos estilos de navegación. ¿Es cierto que para un marinero hay un amor en cada puerto?
Escena 5. Por el Paraná, antes de la huelga solitaria.
El vapor Madrid llegaba los puertos donde no había exactamente amores, pero sí prostitutas, ofreciendo lo suyo. El joven Osvaldo iba hasta el burdel, entraba a la habitación. “Pero te digo la verdad, nunca hice uso. Iba para que no dijeran: ´¿Y éste de qué la va?´ A mí me daba una enorme pena, chicas de 16, 17 años, y cuanto más al norte, más jovencitas. Les preguntaba si tenían familia. Casi ninguna tenía padre. Sólo madre, muchas veces del oficio. Les pagaba, y me iba”. Se sentía conociendo el mundo, los ambientes, cosas sobre las cuales escribir algún día.
Después de la huelga lo fletaron a Buenos Aires. Pensó estudiar filosofía. “La facultad estaba en manos de la derecha católica, si no respondías al ¡viva Perón! te cagaban a patadas. Me fui a Alemania a estudiar en Hamburgo. Pero elegí Historia. Tenía familiares allá, y mi novia ya se había ido”. Con Marlies (se pronuncia Marlish) tuvieron cuatro hijos. Pero Bayer confiesa otro gran amor.
Escena 6. Cada noche.
El hombre se mete en la cama, y mira la foto de Marlene Dietrich. A veces imagina que ella se acerca para darle un beso en la frente. Dulce sueño. “Cada vez que voy a Berlín, llevo flores a su tumba. Marlies se ríe, ¿qué va a hacer?”. Bayer no conoció a Dietrich salvo en la pantalla y en las fotos: “Es un amor a su imagen. Tendría la edad de mi madre” dice, en exclusiva para freudianos. Ha escrito: “La rea, la turra, la buena, la linda, la hermosa, la diosa, la Diosa”, y recuerda algo que ella cantaba en berlinés arrabalero: “Hombres que se me acercan como polillas a la luz. Si se queman, ¡que se jodan!”. Marlene además era antinazi, y era la ruptura. “Fueron sus amantes Eric Marie Remarche, Hemingway, Jean Gabin, Maurice Chevalier, Douglas Fairbanks. Y también mujeres. Una fue Greta Garbo. ¡Qué dúo!”.
Escena 7. Años 90
Un hombre pasa por la puerta donde hay un cartel que dice El Tugurio.
–¿Qué hay aquí?
–Imagínese: un tugurio –dice Bayer.
–¿Hay mujeres? –consulta el tipo entusiasmado.
–No. Hay libros.
En un armario con puertas y en el dormitorio, Bayer tiene su biblioteca anarquista. Hay plantas: “Las acaricio, eso les hace bien”. Ofrece vinito, whiskyto o agua. Vamos con el agua. En Alemania militó en la juventud del socialismo, que tenía influencias del anarquismo. “La idea de un socialismo en libertad, totalmente diferente a lo que era la Unión Soviética, una dictadura atroz con sus crímenes y sus campos de concentración”. Desde Buenos Aires, un amigo del hermano lo puso en contacto con un joven periodista argentino, Rogelio Pajarito García Lupo, que dirigía la revista Continente. “El pibe estaba en todas –dice Bayer– me hizo escribir de política internacional, también para una revista de música clásica, y para una de cine que dirigía Nicolás Pipo Mancera. García Lupo es el responsable de que yo sea periodista”. Filosofía, música, política, cine, historia, todo podía hilvanarse en ese oficio incierto.
Bayer regresa a Argentina, y empieza a trabajar en Noticias Gráficas. “Al tiempo me llaman del diario Esquel” y parten Osvaldo y los suyos hacia la Patagonia. Se pelea con el dueño del periódico por esa mezcla socialista y libertaria potenciada con la reivindicación de los pueblos indígenas y las libertades políticas… Demasiado. Osvaldo creó su propio periódico, La Chispa, denunciando persecuciones, robos y estafas a los mapuche.
Escena 8. Esquel. 1959.
La Gendarmería ordena a Bayer que abandone la zona.
–¿Por qué?
–Porque está destruyendo a la ciudad con la información –contesta el uniformado.
Bayer envía una carta a García Lupo, que tenía un programa en Radio Belgrano: “Y él dijo: ´tenemos un héroe en la Patagonia, que está siendo perseguido y censurado´. Hizo una audición de la gran flauta. Volví a Buenos Aires, y un periodista me lleva a Clarín. El secretario de redacción era Luis Clur, que después estuvo en muchos noticieros. ‘Si quiere, empieza esta misma tarde’, me dijo. El sueño del pibe: me echaron, y al día siguiente estaba en Clarín, que no era como ahora”.
Empezó en Policiales: “A mí siempre me gustaron los de abajo, me parecía que era un modo de conocer más de la vida y la calle”. Por su fama tras el episodio de Esquel, le propusieron intervenir en las elecciones del Sindicato de Prensa. “Yo no quería porque estaba trabajando mucho. Me dijeron: ‘Te ponemos de secretario adjunto, que es como el de vicepresidente, no tenés nada que hacer’. Pero resulta que el secretario general tuvo que pasar a la Federación, y quedé a cargo. Fue linda la experiencia, aunque estaban todos peleados. Propuse una alianza con los peronistas, pero los comunistas lo tomaron a mal y me quitaron el apoyo”.
Escena 9. 1963. Rauch.
Bayer se adentraba en la Historia. Lo invitan a dar una conferencia en Rauch, Buenos Aires. Buen público, escuchando esta otra versión del pasado. “El coronel alemán Federico Rauch fue contratado por Rivadavia para exterminar a los ranqueles. Era 1826. Redactó varios partes militares. En uno decía: ‘Para ahorrar balas, hemos degollado a 27 ranqueles’. Otro: “Los ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la propiedad’. Claro, para ellos era todo comunitario. Los acusó hasta de anarquistas”.
Bayer se refirió a un indio joven, de pelo tan largo que de lejos parecía un arbolito, apodo que le quedó para siempre a Nicasio Maciel. Arbolito observó que Rauch iba al frente de sus tropas. En Las Vizcacheras le cortó la cabeza a Rauch, tras derribarlo del caballo con sus boleadoras. Bayer propuso que a la ciudad de Rauch le cambiaran el nombre por el de Arbolito. “Se rajaron todos. Quedé yo solo, y dos viejitos sentados que sonreían y hacían el gesto de aplaudir, pero sin ruido, para que no se notara. Vuelvo a Buenos Aires y me meten preso por orden del ministro del Interior”. El ministro del régimen de José María Guido era el general Enrique Rauch, biznieto del coronel descabezado por Arbolito. “Me saqué la lotería al revés”.
Escena 10. 1963. Cárcel de mujeres.
Bayer es hospedado una noche en el Departamento de Policía, tirado en el suelo. A las 5 de la mañana golpean los barrotes:
–¡Bayer! Levántese, lo vamos a trasladar… –el policía se queda mirando el papel– a la cárcel de mujeres.
Los otros presos despertaron tal vez con envidia, o con sospechas sobre su virilidad.
–¿Y por qué a la cárcel de mujeres –preguntó el susodicho.
–Porque no merece estar en una cárcel de hombres –remató el policía.
“Era un modo de menoscabarme. La cárcel estaba en la calle Riobamba. Parecía una jaula de leones. Las ventanas tenían barrotes sin vidrio. ¡Un frío! Fueron 63 días. Todas prostitutas y ladronas. Lo único que te puedo decir…–susurra Bayer sonriendo de costado –es que no puedo contar detalles, pero no la pasé nada mal”.
Mientras estuvo preso intervinieron el Sindicato de Prensa: “Metían en cana a medio mundo”. Bayer volvió a la redacción de Clarín. No lo habían echado, pero no le reconocieron el sueldo de esos meses: “No me daban trabajo, me pasaba el día sin hacer nada”.
Escena 11. 1963. Diálogo con Roberto Noble.
Los miércoles Roberto Noble, fundador de Clarín, bajaba a la redacción. “Se informaba antes sobre algún periodista, se acercaba al escritorio, y le decía: ‘Fulano de tal, cómo le va, cómo andan sus hijos’. La gente le tomaba simpatía”. Un miércoles Noble se acerca al escritorio del periodista que había estado preso, venía de encabezar un sindicato intervenido, y a quien no le daban trabajo.
–Usted es… ¡Osvaldo Bayer!. ¿Sabe qué estuve pensando?
–Soné. Acá me rajan –pensó Osvaldo, esperando a pie firme el fusilamiento verbal.
–Pensé que lo voy a ascender a jefe. Usted va a ir a la mesa de redacción.
A Bayer se le abrieron de asombro los ojos y la mandíbula.
–Pero doctor, mire que yo soy de izquierda –contestó, a título informativo.
–Por eso mismo. Últimamente me dicen que en la mesa de redacción son todos de derecha. Entonces yo lo pongo a usted. Y cuando me repitan eso voy a contestar: “¡No! Lo tenemos a Osvaldo Bayer que es de izquierda”.
Osvaldo se ríe en el patio techado de El Tugurio. Marlene también ríe en blanco y negro. “Noble quería imitar a Natalio Botana”, el fundador del diario Crítica. Bayer relata entonces una serie de historias sobre Noble, Ernestina & Otros y Otras, que se contaban en los pasillos del diario, y que solicita expresamente no reproducir, cosa que cumplo mordiéndome la lengua y los dedos.
Bayer fue ascendido y no como un adorno: fue jefe de dos secciones vitales, unificadas merced al estado psicótico del país, o simplemente al Estado psicótico: Política y Fuerzas Armadas.
Escena 12. 1964. La anti metamorfosis del señor B.
Teorema biogenético: al acercarse a situaciones de poder, la fricción molecular hace que ciertos seres vivos sufran una mutación que los clona con insectos y porcinos. En el caso de Bayer, además de impregnar de buen periodismo al diario, padeció una inusual anti metamorfosis al ser ascendido a jefe: organizó el primer paro en la redacción de Clarín. Dice que no estaba loco. “Hubo unos despidos, entonces convoqué a una asamblea. Paramos tres horas, toda la redacción, y al final se pudo arreglar la situación”.
Bayer no tiene parentesco con el laboratorio multinacional: “¿Te imaginás? Estaríamos tomando una copita en la Costa Azul. Pero siempre uso la frase. Si es Bayer, es bueno”.
Escena 13. Años 60. Calle Florida
Camina Osvaldo con su compañero de redacción Enrique Bugatti. Se cruzan con Jorge Luis Borges, que tanteaba con su bastón las tinieblas que nadie veía.
–Qué gusto Borges, lo admiro desde siempre –dijo Bugatti. Cuando Borges supo que eran periodistas, comentó: “Qué profesión melancólica”.
–Bueno, lo dejamos. Le recuerdo que me llamo Bugatti, como los autos italianos.
–Y yo me llamo Bayer, como la aspirina –agregó Osvaldo, para no ser menos.
–Y yo me llamo Borges, como la estación del tren que va para San Isidro.
Bayer lo cuenta divertido, pero agrega. “Fue un genio, no fue un sabio. Su colaboración y elogios a Pinochet son imperdonables”. No hubo tiempo de hablar de las broncas bayeranas con Ernesto Sabato.
Apuntes cubanos y canallas
Escena 14. 1960. Cuba, Walsh, un minón y el Che.
En El Tugurio hay un artefacto pequeño, dorado, metálico, redondo, del que salen varas, como si fueran los rayos de un sol, o los detonadores de una bomba. Es una bomba. “Me la regalaron unos anarquistas. Es de los años 20. Vos sabés, esos regalos se reciben sin hacer preguntas”. Para Bayer el regalo tiene el valor de quienes lo entregaron, no el de la violencia. “Yo soy un pacifista. Por la violencia no convencés a nadie”. La charla deriva en su viaje a Cuba como integrante del gremio de prensa. “Éramos cinco en la delegación. Nos avisan que el Che Guevara nos espera un día a las 22.30 en su despacho del Banco de la Industria. Antes lo voy a visitar a Rodolfo Walsh. Ya éramos amigos, por García Lupo. Estaban en la agencia Prensa Latina con Jorge Masetti. Rodolfo era abierto con los amigos, conversador. Lo teníamos como el mejor de todos, y a la vez un tipo humilde. Cuando publicó Operación Masacre fue una emoción. Ahí estábamos, charlando, cuando llega su pareja de ese momento, un minón te diría”.
–Soy Pirí Lugones, la hija del torturador –recuerda Osvaldo que se presentó la joven Susana Lugones, en referencia al comisario pionero en el uso de la picana eléctrica de la Patria, hijo a su vez del poeta Leopoldo ídem, autor de La hora de la espada, entre otros crímenes publicados. Walsh anunció que prepararía la cena.
–Es que tengo una reunión con el Che –aclaró Bayer.
–Entonces yo voy con vos –dijo Pirí.
–No se puede. Es sólo para la delegación.
–No te hagás el burguesito conmigo. Yo voy igual.
Bayer miraba a Walsh, y Walsh miraba al techo. A la hora señalada, Pirí lo agarra del brazo y dice: “Vamos”. Salen rumbo al hotel Habana Libre. En el camino se produce un tiroteo. “Gusanos francotiradores contra los verde oliva”. Se tiran al piso. Cuando cesan las balas corren hacia el hotel. Llegan tarde.
–Es que venimos de una balacera –dice Bayer, con Pirí pegada a su brazo.
–Otro vehículo los llevará –responde el cubano.
Bayer con sus compañeros estuvieron reunidos más de dos horas con Ernesto Guevara, con una colada llamada Pirí. Al regresar un cubano grandote lo lleva a un sótano.
–Usted llevó a la reunión a alguien no autorizado.
–Pero ustedes la dejaron pasar. No es mi responsabilidad.
–¿Y la autocustodia revolucionaria? –preguntó el grandote. “Empezó a hacerme preguntas jodidas. Le dije que si tenían dudas de mí, me iba. Me expulsaron. Lo quería matar a Rodolfo, porque tendría que haber parado a la Pirí”. (Sucesos Argentinos: Pirí Lugones se incorporó a Montoneros, fue secuestrada en 1978 por militares como los que su abuelo exaltaba. Pasó por los inventos de ese padre al que detestaba. Su burla: “Mi padre torturaba mejor”. Los Lugones se habían suicidado. Pirí no. Tenía marcada otra forma de fatalidad).
Bayer tardó 36 años en recomponer la relación con Cuba. ¿Y el Che?: “Era la imagen de un romántico con un sentido heroico de la vida, pero en serio. Un revolucionario sin lenguaje de barricada, sino culto Muy atractivo al hablar. Cuando salimos había dos compañeras que decían que se habían enamorado del Che, y lloraban”.
Escena 15. Alemania, años 80, con la hermana de Guevara.
–Vengo a verte si no me preguntás nada de mi hermano, me tienen podrida –dijo Celia Guevara cuando Bayer le abrió la puerta de su casa. Pasaron una tarde conversando sobre Cuba, Europa, y el mundo. Acompañó a Celia a tomar el subte, y antes de despedirse no pudo contenerse.
–Cumplí, pero ahora dejame hacerte una sola pregunta sobre tu hermano.
–Está bien. Decime.
–¿De qué cuadro era?
-De Rosario Central.
–Maravilloso, auf wiedersehen, que te vaya muy bien –se despidió Osvaldo, en estado de éxtasis al confirmar algo crucial: “El más grande de todos era ‘canalla’. Los de Newell’s son unos atorrantes, decían que el Che era leproso. Desde esa vez siempre aclaro: me lo confirmó la hermana”.
Muere Noble en 1969, la señora Ernestina pone a cargo del diario a un íntimo, Oscar Camilión. Rogelio Frigerio, coloca a su hijo Octavio en Política. “Por esos años entra este señor ¿Baglietto, Magnetto?”, dice Bayer mirando la enredadera. La patria desarrollista. Lo más publicable sobre Camilión: “Es la peor persona que conocí en mi vida. Y lo demostró. Fue ministro de la dictadura y de Menem”. Le digo que eso es un concepto político más que personal.
Escena 16. 1970. Subterráneo.
A la salida del diario, en el subte de Constitución, Bayer ve unos chicos que se refugian allí, buscando calorcito. Llegan empleados de subterráneos, que les pegan con fervor a los chicos.
–Basta, soy periodista –quiso frenarlos exhibiendo su credencial.
–Qué se mete –lo echó uno de los empleados.
–Voy a denunciarlo, mañana sale publicado –dijo Bayer, leyendo el apellido en el uniforme: Pedutto.
Osvaldo escribió la contratapa sobre los chicos y el golpeador Pedutto. “Me llamó Camilión, diciendo que comprometía al diario, que no tenía derecho. Le dije: ‘Se trata de niños’. Me contestó: ‘Y a mí qué me importa’. Yo no lo podía ni ver. Al final me dieron una embajada”. La “embajada” quitaba a Bayer de la zona caliente de actualidad: fue al suplemento cultural, al que rebautizó Cultura y Nación.
Escena 17. 1973. Fin de una historia
Bayer descubre que le cambiaron notas en el suplemento. Va a ver a Octavio Frigerio.
–¿Por qué cambian sin avisarme? Me dicen, y yo lo hago.
–Es que tenemos otros criterios –respondió Frigerio Jr.
“Era una época en que los desarrollistas incorporaron gente de Montoneros con la idea de hacer un puente con Perón. Por eso habían entrado periodistas como Horacio Verbitsky y Luis Guagnini”. Luis fue luego desaparecido. Verbitsky ha aclarado que en ese momento integraba las Fuerzas Armadas Peronistas. Bayer le propuso a Frigerio: “Para no molestar en la redacción, me convierto en un cronista viajero. Me dan un auto, y nos vamos con un fotógrafo a recorrer los pueblos que ni figuran en el mapa, contando la vida, el trabajo y los sueños de sus habitantes”. Saldo: “Hice 27 notas. No publicaron ni una”.
–Ustedes quieren que me vaya –dijo Bayer a Frigerio.
–Lo estábamos esperando. Arreglá con Aranda.
Aranda era y sigue siendo el ejecutor administrativo de Magnetto, y Bayer sintió que lo estafaban hasta en la indemnización, que se demoró tanto que terminaría licuada por el Rodrigazo. En 1974 ya no estaba en Clarín.
Bayer terminó su investigación histórica sobre la matanzas de anarquistas durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen, Los vengadores de la Patagonia trágica, y trabajó luego en el guión cinematográfico de La Patagonia rebelde, dirigida por Héctor Olivera con producción de Fernando Ayala y un elenco que incluía a Héctor Alterio, Federico Luppi, José Pepe Soriano, Luis Brandoni, entre otros. El guión había sido aprobado por Octavio Gettino (que había dirigido con Fernando Pino Solanas La hora de los hornos, documental sobre la resistencia peronista). Buena parte de la película se rodó en Santa Cruz, con apoyo del gobernador Jorge Cepernic. “Un día me llamó para decirme que termináramos rápido, porque había muy mal clima”. Era enero de 1974. Perón presidente. La Juventud Peronista iba siendo corrida del mapa. “La película se terminó rápido, pero no teníamos el permiso del gobierno. Se la presentamos a Emilio Abras, secretario de Prensa. Nos dijo: ‘Los sábados, en Olivos, el general me pide películas. Prefiere las de cowboys. Pero ésta seguro que le va a gustar”.
Pasaron algunos sábados, sin noticias. Un día Abras les contó que Perón había visto la película, pero dijo que algo estaba mal, que el verdadero fusilador no era Varela sino Elbio Anaya: “El tío del que tenemos en el Ejército”, agregó Perón aquel sábado, en referencia al entonces jefe del arma, general Leandro Anaya. “Pero el Anaya que decía Perón era el segundo de Varela” aclara Bayer. Perón se había ido a dormir sin decir qué hacer con la película. Los realizadores iban perdiendo toda esperanza.
Escena 18. 1974. Teléfono.
Olivera recibía llamados de competidores y enemigos varios, simulando ser productores o periodistas.
–¿Y qué vas a hacer ahora con la película? ¿La vas a dar en muchos cines, o te la vas a meter en el culo? –lo provocaban.
–Andá a la puta que te parió –contestaba invariablemente Olivera.
Un día lo llaman de parte del señor Abras:
–Les quiero avisar que el general dice que pasen la película en todos los cines de la República.
–¡Andá a la puta que te parió! –gritó Olivera oliendo otra burla. Ayala tuvo una intuición. Llamó, y lo atendió una secretaria.
–El señor Abras está muy enojado. El señor Olivera lo insultó, después de todo lo que él ha hecho por la película.
Ayala hizo algunos pases de magia para reconstruir el teléfono roto, explicando que su socio estaba desquiciado. Abras los reunió. Perón había leído en La Nación un discurso del general Anaya anunciando algo así como que “las Fuerzas Armadas responden a sus mandos naturales”. Perón se puso furioso.
–¿Y a quién carajo van a responder? –gritó Perón arrojando al piso dicho periódico contrainformativo– ¿Qué es esto, un mensaje? Le voy a enseñar quién manda. Abras: ¿Como era la película del tío de Anaya? ¿La Patagonia rebelde? Bueno, que la den en todos los cines de país.
Se estrenó en junio. “Un éxito descomunal” informa Bayer. La mandaron al Festival de Berlín y ganó el Oso de Plata, días después de la muerte de Perón. “Pero queda Isabel con López Rega, se desata la Triple A, empiezan los crímenes y nos amenazan a todos los que hicimos la película”. El premio berlinés fue un escudo que duró poco. En octubre de 1974 prohíben la película. Los actores escapan frente a las amenazas. “Mi mujer se fue con los chicos. Vivía en Martínez. Le pedí a un vecino que nos tuviera el perro: ‘No me pidas eso, saben que es tu perro, se lo van a decir a la policía. Me comprometés’. Así es este país”.
Bayer se refugió en una quinta de Quilmes, propiedad de un anarquista español de apellido Martínez. “Hermoso el lugar, lleno de pájaros. Pero yo no podía informarme sobre lo que estaba pasando”.
–Aquí no entra ningún producto de la burguesía. Para entretenerte, están mis discos de zarzuela. –le decía Don Martínez
Escena 20. Junio de 1976. Junto al Obelisco.
Dictadura en el poder. Bayer camina por la avenida Corrientes, y se encuentra con Rodolfo Walsh, que estaba en la clandestinidad montonera desde hacía casi dos años. “Me hace un gesto con la cabeza, y nos ponemos a mirar la vidriera de El Trust Joyero Relojero”. Veían los relojes, y la calle reflejada en los vidrios.
–¿Qué hacés acá? Tenés que irte, Osvaldo.
–Mirá quién habla. El que está en peligro sos vos.
–A mitad de cuadra hay un café.
Se sentaron de espaldas a la puerta. Bayer dijo:
–No comprendo algo. Somos del año 27, vivimos el primer peronismo y era derecha pura. ¿Cómo te hiciste peronista?
–No te equivoques, soy marxista. Pero ¿dónde está el pueblo? –replicó Walsh.
–El pueblo es peronista, pero no es revolucionario.
–Ya vamos a ver.
Se dieron un abrazo.
Bayer escapó con apoyo de la embajada alemana. En el exilio vivió denunciando a la dictadura y se afilió al Partido Verde alemán. “Después me fui. Ellos sólo quieren cuidar la naturaleza, pero si no cambiamos el sistema capitalista no vamos a conseguir nada”.
En Paris conoció a Osvaldo Soriano.
–Te felicito. Triste, solitario y final es una maravilla –saludó Bayer efusivo.
–Sí, pero soy poco hombre –contestó Soriano.
Unos años antes Bayer había leído una nota de Soriano con la versión policial sobre Severino Di Giovanni. No se conocían. Lo llamó por teléfono. Soriano se defendió:
–¿Qué quiere que haga? Me dan la nota de un día para el otro. Y eso era lo único que había en el archivo.
–¿Sabés lo que te pasa? Que sos poco hombre –lo sacudió Bayer.
Cortaron al mismo tiempo: “Pese a aquella pelea, terminamos amigos para toda la vida”. De vuelta en Argentina Soriano iba a El Tugurio los jueves, con Roberto Tito Cossa, David Viñas y León Rozichner. “Soriano los provocaba. Un día contó: ‘Pasé por la iglesia y no pude resistir la tentación de entrar y arrodillarme’. León se enojó: ‘Ustedes los católicos son todos degenerados, se arrodillan ante la cruz que es un instrumento de tortura’. Viñas terció diciendo que Rozichner no entendía nada. Soriano nos guiñaba un ojo a Tito y a mi como diciendo: lo logré de nuevo. Siempre los hacía engranar”.
Escena sin numerar. 2010.
Bayer escribió un libro sobre fútbol, el guión más reciente de Awka Liwen, sobre la depredación contra los pueblos originarios, se maravilla con Schumann y Schubert, recibe estudiantes y periodistas, acepta invitaciones a escuelas, bibliotecas barriales. Agenda infinita, vida intensa: “A los viejos que no hacen nada no los entiendo. Con todo lo que hay que hacer, vivir, conocer”. Busca la agenda y anota su próxima participación en la presentación de un libro, que además tiene que leer. “Me levanto a las 5. Leo los diarios y contesto mails. Después escribo artículos, y ando con mis memorias. Me hago el almuerzo, una siestita. A la tarde hay conferencias, entrevistas. Antes aguantaba hasta la 1 de la mañana. Pero a los 83 años, ¿qué querés? Me canso antes”.
De pasada acaricia las hojas de la enredadera del patio. Se sienta en la silla plegable como las de los directores de cine. Marlene mira hacia arriba. Bayer no está loco. Su locura en todo caso es una mezcla de entusiasmo, intensidad y coherencia. Por eso dice:
–Bueno, ¿y ahora nos tomamos un vinito?
Actualidad
Un día que hizo historia

¿Cómo se combinan lágrimas, risas, emoción, desahogo, abrazos, música, compañerismo, alegría, confraternidad, creatividad, justicia, en tiempos oscuros? La plaza de los Dos Congresos fue el escenario de un evento histórico, un símbolo de capacidad. Allí se bailó, se jugó y se cantó durante toda la tarde, hasta que llegó el momento en el que el Senado hizo lo que tenía que hacer: volteó por 63 a 7 el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Como el veto ya había sido rechazado en Diputados, la Ley pasa a estar vigente. El gobierno ha amenazado con llevarla a la justicia, lo cual provocará (como es habitual) mayor conflictividad. Detalles, retratos y asombros de lo que se propuso que a partir de ahora cada 4 de septiembre se celebre como Día del Orgullo Disca.
Por Sergio Ciancaglini
Fotos Juan Valeiro / lavaca.org
Cuando llegó la noticia desde los parlantes estalló todo. Fue un grito y un llanto de alegría. Bailaban chicos y chicas con síndrome de Down, saltaban en una pata personas a las que literalmente les falta una pierna, quienes estaban en sillas de ruedas sacudían los brazos y los hombros y seguían el ritmo con sus sillas, un ciego levantaba su bastón con una sonrisa antológica, los andadores se sacudían haciendo percusión, llegaron jubilados que se sumergieron en ese volcán de afecto que no siempre encuentran los miércoles, la gente se abrazaba como solo ocurre cuando se gana un Mundial, los profesionales de la salud, choferes, acompañantes periodistas, miraban azorados a esos chicos y chicas y adultos que estiraban los brazos al cielo, las madres y padres y abuelos y hermanas gritaban de placer, de dignidad recuperada, y una nena de las que insulta el gobierno y usa como insulto, se acercó a un viejo periodista que lloraba como hace mucho no le pasaba, le tomó la mano y le dijo “hola”.

Ritmo de la tarde.
Después se armó un gran pogo de toda esa gente ofendida, humillada, atacada, discriminada, amenazada, basureada, hundida, que de golpe se sintió resurgir y armó una especie de fiesta con música popular caribeña y risotadas: “Alta coimera, Karina es alta coimera”. (El hit llegó desde Catamarca, creado por la cantante y música tucumana María Paula Godoy en base a la música que el cubano Joseíto Fernández compuso hace casi un siglo a partir de unos versos de otro cubano, José Martí). Otro éxito fue «Devolvé la coima», reversionando a Bersuit. La última vez que el Congreso logró rechazar un veto presidencial fue en 2003, cuando estos extraños territorios eran presididos por Eduardo Duhalde.
Todo eso ocurrió hacia el final de una tarde helada signada por una calidez que un joven en silla de ruedas, Jony, editorializó así: “Los discas le torcimos el brazo a Milei”. Es difícil saber cómo continuará la historia en estos tiempos un tanto estrambóticos, pero se confirmó que si hay zonas sociales de resignación, hay otras con una capacidad (no discapacidad) de resistencia que no se sabe hasta dónde puede llegar.

Postal de una tarde de resistencia, diversión y triunfo.
La botella y la vida
Un grupo de niños con síndrome de Down jugaban sentados en el asfalto con una botella de plástico. El juego consistía en tratar de hacerla caer parada. Eso ocurría muy poco, como pasa a veces con la vida, pero cuando lo lograban estallaban toda clase de aplausos y risas. Y a medida que el juego avanzaba, lo lograban cada vez más.
En otro lado armaron un concurso de chistes. El primero: “¿Por qué una vaca compra una radio?” Nadie atinaba a contestar. Solución del enigma: “Para escuchar muuuuuuusica”. Hubo también concursos de baile, en el que intervenían chicos y chicas discas, como usan decir cada vez más, acompañantes, e incluso un hombre sin piernas, en silla de ruedas.

Niñez jugando mientras parlamentarios decidían sobre su futuro.
Mientras se esperaba la votación, la plaza hablaba. En una silla de ruedas estaba Francisco, 13 años, junto a un cartón manuscrito: “No veten mi futuro”.
Su mamá Estefanía explicó a lavaca: “Francisco tiene un síndrome congénito, requiere terapias de apoyo desde siempre, pero el sector de discapacidad está en crisis, no se actualiza el nomenclador. Entonces los centros las escuelas especiales los transportes y los prestadores ya no puedan sostenerse, ya no puedan seguir de pie ya muchos cerraron las puertas. Nos dice el gobierno: ‘si tenés unhijo con discapacidad jodete, no es problema del Estado’. Están pisoteando los derechos. Es súper angustiante. Yo entiendo que estamos en un sistema capitalista que se mueve por la plata, pero él tiene derecho a una vida digna. No pedimos asistencialismo sino ayuda, y que no dejen tirados a chicos como él. El centro al que va Fran es muy importante para él, y también para nosotros, porque te ayuda a sostenerte ante la enfermedad y los cuidados que hay que darle”.

Francisco y su mamá Estefanía. El proyecto de una vida plena.
La pesadilla descripta por Estefanía tiene otro concepto: “Al quitar pensiones vienen a destruir las vidas de las personas, todo lo que armamos las familias, eso están robando, nuestros vínculos nuestros afectos, nos están quitando a nuestros hijos”.
¿Y qué buscan? “El derecho a una vida plena”.
Efecto pandemia
Paula anda junto a un cartel que dice “Dale alegría, alegría, a mi corazón, es lo único que le pido al Senado hoy”. “Soy profesional de la salud, acompañante terapéutica y esposa de Cristian, que es una persona con discapacidad, así que me toca el tema por todos lados”. Están juntos hace 32 años, pero a Cristian, que está en su silla de ruedas, la discapacidad le llegó con la pandemia como consecuencia de un ACV. “El tiene internación domiciliaria, y ya van cinco médicos que renuncian por fala de pago. Lo veo todos los días en mis propios trabajos, por los recortes. Pero bueno, hoy esperamos que voten. El gobierno va a querer judicializarlo. Así que hay que juntar fuerza de esto que logramos hoy, para seguir peleándola. Siempre”. Andrea además de sus tres trabajos hace feria los fines de semana para venderle cosas a las 12 millones de personas que salieron de la pobreza.

Paula con el cartel, su marido Cristian en la silla de ruedas. Ella es profesional de la salud. Cristian sufrió un ACV en la pandemia.
Superhéroes
Andrea y Rober son choferes de una pequeña empresa llamada El transporte de los superhéroes. Andrea: “Es una experiencia única. No se condice con la normalidad de los que mucha gente cree que es normal. Pero ellos son normales, ¿se entiende? Solo que son diferentes. Acá tenés una relación, porque tenés incluso un idioma diferente. Hay chicos que no hablan. Te entendés con una mirada, con un gesto, una sonrisa. En uno de nuestros vehículos hay muchísimos idiomas, y es muy fuerte”. Rober: “Es un mundo invisible. A nosotros nos da una fuerza muy grande. Pero si sacan el apoyo, dejás a cantidad de chicos a la deriva, sin tratamiento, sin posibilidades. Y las familias no tienen paz. O hay casos como el de Jony, un chiquito que quedó huérfano y lo vamos a buscar al orfanato. La idea al sacar el apoyo, es que un chico como él quede totalmente desamparado, sin tratamiento. La empresa banca igual seguir yéndolo a buscar para que lo atiendan, pero eso ¿hasta cuándo te da?”

Abrazos al conocerse el resultado.
Adrián es el dueño de la empresa y está conmovido con lo que pasa. “Para mí son superhéroes. Tienen que enfrentar y superar cantidad de cuestiones. Tienen convulsiones, comen por traqueotomía, miles de cosas, y cada vez que vas a buscarlos te dan una sonrisa, te devuelven paz. No tienen maldad. Entonces acá, en este tema, te encontrás con la corrupción, y no se puede entender. Entonces acá la única coherencia que tiene el gobierno es causar daño. Me pone muy triste. Pero no se puede gobernar contra los débiles”.
El actual presidente plantea que los héroes son los que contaminan, evaden impuestos y fugan capitales. Adrián me mira extrañado y levemente asqueado: “No, no se puede creer. Los verdaderos héroes son estos chicos, no los que roban a estos chicos”.
Se van Ignacio y Valentina con sus choferes. Son adolescentes. Ella en silla de ruedas, él caminando con dificultad desacompasada. Al pasar sonríen. Mueven las manos para saludar, pero las manos no hacen el movimiento que uno espera (“lo normal” me diría Andrea). Sin embargo todo el gesto es una expresión de puro afecto, de verdaderos superhéroes.

Ailén no es un fantasma
Andrea está con su hija Ailén, que tiene 11 años y está en silla de ruedas. “Soy de Santiago del Estero, a mi nena la operaron del corazón a los 8 meses, hizo un paro, y el paro le provocó esto. Pude venir a Buenos Aires hace cuatro años. Ahora nos quieren cerrar todo el tratamiento y que nos volvamos. Eso es matar a Ailén. Mi nena no es un fantasma. Con su discapacidad y todo, es una nena. Y peleadora, salió delante de muchas operaciones. Si ella peleó, la mamá también, para que tenga la mayor calidad de vida”.

Andrea y Ailén.
Andrea llora. Nadie que la escuche puede evitar contagiarse de esa angustia. Cambiamos de tema, o no, y me cuenta que sale cuando puede con su hermana y con la propia Ailén, a vender empanadas, empanadillas (rellenas de dulce de batata) y rosquete, que es una masa dulce que afuera lleva merengue. Nada alcanza, obviamente, para una nena que debe comer con una bomba porque tiene un botón gástrico, y esa bomba para alimentarla implica un alquiler que Andrea ni quiere saber por lo inalcanzable y porque se calcula en dólares. Andrea no es como Caputo y el JP Morgan, no tiene registro de lo barato que está el dólar.
“La nena pesaba 11 kilos, hoy 22 kilos. Antes, era una nena que vivía cautiva de una puerta para adentro y no salía, hoy con todos los tratamientos y los médicos la pudieron sacar adelante. Que pueda salir, hacer una vida social. Yo no voy a permitir que le quiten eso a mi hija”.
¿Dónde está la fuerza?
Yanina es la mamá de Dante, que tiene síndrome de Down. ¿El hecho de estar en la plaza es también un gesto de poder, de sanación, teniendo en cuenta esa emoción y esa alegría que se nota en el ambiente? Dice Yanina: “Hay mucha mala sangre, mucha maldad y cosa inhumana en todo lo que está pasando. Entonces estar aquí juntos es una fortaleza. Se meten con los jubilados, con los chicos del Garrahan, con nuestras familias y nuestros hijos. Yo me quedé sin palabras: brutos, salvajes, animales… ¡no! Los animales no tienen maldad. No hacen las cosa que hace esta gente disfrutando causar dolor y problemas”.

Yanina y Dante.
Yanina toma ambos brazos del cronista y dice: «Te juro que no entiendo por qué hacen esto. Si la vida es una sola, ¿entendés? ¿Por qué este maltrato, si lo que queremos todos es vivir tranquilos? ¿Y a estos chicos? -dice señalando a Dante, que nos mira de reojo-. No lo entiendo».
Dice Yanina algo que debería trascender muchos tímpanos: “Lo que no podés hacer es resignarte, encerrarte, quedarte en tu casa. Porque te morís. Aquí entendimos que ninguno de nosotros está solo. Así que estar aquí es abrirnos una posibilidad en esta única vida que tenemos. Para mí hay que estar juntos, y sobre todo ser muy creativos”.
Llaman para avisar que está por producirse la votación en el Senado. Yanina cierra los ojos y los puños con fuerza. Cada persona de las que estamos allí llenamos la plaza de rezos, cábalas, supersticiones, manos aferradas, ilusiones, adrenalina al infinito y más allá.
Los chicos y las chicas miran y comparten la ansiedad de sus mayores, todos esperan. Se cantó el himno con mucho énfasis en lo de jurar con gloria morir, aunque en esta plaza de lo que todos hablaron fue de vida con dignidad. Luego hubo un silencio.
Y cuando llegó la noticia desde los parlantes estalló todo.

Actualidad
Marcha de jubilados: el arte de la rebeldía

La creatividad de jubiladas y jubilados en Congreso fue un signo de ingenio que generó un clima de alegría en toda la zona, mientras la policía esta vez cumplía rol de adorno y no de provocación. Antes del patético cierre de campaña libertaria en Moreno, otra marcha de quienes siempre la vieron, y las imágenes y planteos en los carteles que explican mucho sobre lo que está ocurriendo en el país
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi
Fotos: Juan Valeiro / lavaca.org

Taxista elocuente y anti prejuicio: «No soy facho, solo espero que este gobierno se vaya».
El acto de cierre de campaña del presidente Javier Milei que con todo el aparato convocó apenas a unas 1.000 personas en el barrio Trujui de Moreno. Su entrevista a un medio francés en el que dijo que la oposición intenta matarlo. El riesgo país en los 900 puntos. La intervención del Tesoro para frenar la disparada de un dólar que no conoce de bandas. El intento de censura previa a los audios con información sobre coimas, dictado por un juez con denuncias de acoso sexual, entre otras. Los acontecimientos se atropellan en una Argentina que transita los días previos a la elección de medio término en la provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado del país, el próximo domingo, en un escenario tan intenso como imprevisible.
Todo esto parece no molestarlo mucho a Carlos, 68 años, taxista, que conducía por Rivadavia y tuvo que doblar obligado sobre Rodríguez Peña por la marcha de jubilados y jubiladas de todos los miércoles. Carlos no puede moverse, como tantos autos cuyos conductores transportan caras largas, pero este hincha de Boca tiene otra estrategia.

Queremos preguntar.
“¡Andate a cagar, Milei!”, grita por la ventana, y con su mano izquierda muestra tres dedos: “¡El 3 por ciento a Karina, pá! ¡A Karina el 3!”. Carlos parece tirar por esta ventana, también, un prejuicio sobre su gremio: “No soy facho, solo espero que este gobierno se vaya”, dice y redobla su apuesta al mostrar una foto con Cristina Fernández de Kirchner, la expresidenta que cumple una condena de seis años en su domicilio: “Los chorros son ellos”.
La democracia y los locos
A su alrededor la marcha comienza, con una mirada reverdecida por los escándalos gubernamentales de las últimas semanas que parecen encender la creatividad del sector más ajustado por el gobierno.

Homenaje al brócoli.
Al hit de la semana pasada –”Alta coimera, Karina es alta coimera”, con melodía de Guantanamera– este miércoles le suman la melodía de Comadre Compadre, de Los Fatales: “El 3 por ciento, la coima, la coima, la coima de tu hermana”.
Y gran renovación de carteles. Algunos ejemplos:
- “La corrupción avanza. Tu voto tiene poder”.
- “Voto contra las coimas”.
- “Voto contra la represión”.
- “Voto por la democracia verdadera”.
- “Cada vez que votes como el culo, nos vamos a encontrar en la calle. El nono de Boedo”.
- “Somos más votos que vetos”.
- “¿Espertpento huyó con la moto de su amigo narco?”. El subrayado es del propio cartel.
- “No al ataque a la libre expresión, a la destrucción del país, a la represión, al autoritarismo, a la corrupción, a la mentira, al odio, etc, etc. Sí a que se vayan”.
- “Karina coimera”.
- “Milei sos trucho”.

Fiscalización electoral suizo argentina.
Brócoli a la CGT
Frente al Congreso, una serie de cinco carteles de cartón sobre las vallas: “Por más que corran, el pueblo prepara el vuelto. Nos estamos muriendo pero sin remedios. Nuestro muro de hierro, saqueo, hambre, represión. Gobierno de locos, borrachos y chorros destruyendo todo. Defienden la libertad de ellos. La nuestra es morir en la calle”.
Frente a ese muro de hierro, otra vez el humor. Sobre el asfalto, en el centro de un círculo perfectamente dibujado, como un árbol que sigue en pie en un campo arrasado, se erige una brassica oleracea var. italica, mejor conocida como brócoli, vegetal altamente nutritivo y convertido esta semana en una pieza de lucha, cuando las hortalizas volaron en Lomas de Zamora haciendo que el diputado José Luis Espert tuviera que huir en moto, entre otras cosas. Debajo de ese círculo, una leyenda le rinde el mejor homenaje:
- “El brócoli hizo más que la CGT”.
Arriba, una olla destapada tiene escrito “3%”, y debajo hay un cassette que dice: “Audios. Ruta del dinero Karina”.
Durante la marcha, los jubilados también recordaron a Jonathan, el hincha de Chacarita que perdió un ojo por el disparo de un prefecto, y al fotógrafo Pablo Grillo, que sigue en terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía.

Un posible anticipo: este jueves se prevé acto en Congreso en apoyo del posible rechazo del Senado al veto de Milei contra la emergencia en discapacidad.
Este miércoles el juzgado de María Servini incorporó el informe de la reconstrucción balística que la Policía de la Ciudad realizó el 11 agosto: “La conclusión más importante es que se descartó por completo que el disparo de Guerrero (Héctor, cabo de Gendarmería) hacia Pablo haya sido en 45 grados hacia arriba o entre los 30 y 45 grados hacia abajo, como obliga el manual de las pistolas lanza gases aportados por Gendarmería a la causa”. La querella explica por qué es importante: “La prueba demostró que si el gendarme hubiese disparado en cualquiera de esas dos formas, el cartucho de gas lacrimógeno jamás hubiera alcanzado a Pablo del modo en que lo hizo”.
El juzgado le tomará declaración indagatoria a Guerrero el 17 de septiembre. La duda de siempre: ¿habrá justicia?

A mano y sobre cartones puestos sobre las vallas de acero con las que quieren contener a los jubilados.
Gandhi, Mandela y el problema de los buenos
Norberto Palla tiene 79 años y es de Saavedra. Habla por un megáfono, sin parar. Le habla a este gobierno y también a la oposición. Le habla a sus pares jubilados y a los jóvenes. Y a lavaca: “Es vergonzoso este gobierno, pero también es vergonzosa la oposición, a la que tampoco le importa la gente. Milei vino a mejorar al gobierno pasado, del que también estábamos cansados, contó con el 56% de la esperanza de la gente pero lo que está haciendo es una barbaridad, buscando el equilibrio fiscal eliminando a los individuos”.

De algún lado saca la ironía Norberto, combustible para afrontar el día a día: “Milei en vez de una motosierra tiene que empezar a mostrar una motoniveladora, que es lo que necesitamos para nivelar los niveles de inequidad que está profundizando. En el Congreso ganan 25 veces más que un jubilado. Estoy espantado y muy dolido”.
Deja la ironía para otro momento y hace toda una definición filosófica política del momento: “No estamos mal por los malos, sino por los buenos que no se involucran. Martin Luther King, Gandhi y Mandela hablaban del silencio de los buenos. Pero acá, entre los indiferentes, los cobardes y los mezquinos, quedan muy pocos buenos”.

Aprovechando el semáforo en rojo, unas informaciones sobre la actualidad.
Un fuego que no se apaga
Una señora marcha entre la multitud con su hijo al lado. Lleva en sus manos un pedazo de cartón chiquito, con letras negras, también chiquitas. Lo que dice llama la atención: “Tierra del Fuego”. A Marta Aguilera le dicen “Kika” y es de Río Grande, ciudad de la provincia argentina más austral. Viajó para celebrar a su nieta, que se acaba de recibir de coreógrafa en la Universidad Nacional de las Artes (UNA).
Es jubilada docente y ahora hace artesanías, para sumar monedas a este presente que describe así: “Es una necesidad, un deseo que se vaya este gobierno para poder vivir de nuevo. No veo alegría en la gente, hemos pasado momentos de hambre, pero se luchaba con otra energía; con todos los años que tengo, que son muchos (se resiste a decir cuántos) jamás viví esto”.

Para el mes de septiembre, las jubilaciones reciben el módico aumento del 1.90%, al regirse por el índice de inflación. “Menos del 3% de las coimas que recibe Karina Milei”, dice, riendo para no llorar. Con ese incremento, la jubilación mínima será de 390.277,17. “Nada, nada, no alcanza para nada –mueve la cabeza–. Un jubilado debe vivir bien, descansar bien. Y no es culpa nuestra, sino de este hombre que encima está vendiendo el país. En Tierra del Fuego no dejan de cerrarse fábricas mientras se llevan nuestros bienes naturales”.

Una nueva marcha termina. Las y los jubilados siguen cobrando una migaja, a la que se le suma un bono de 70 mil pesos congelado desde hace un año. Pero algo cambió en las marchas desde la semana pasada. Esa alegría que no venía percibiendo Kika, este miércoles parece no ser tan así. Se ve en los semblantes, en las sonrisas, y en una movilización que empieza y termina cantando una guajira cubana con letra coimeramente argentina, hasta el miércoles que viene.

Actualidad
Las denuncias al juez que censura

Informe agosto 2025 del Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez.
El juez Alejandro Patricio Maraniello –responsable de censurar los audios con información sobre presuntas coimas que involucran al gobierno nacional– es uno de los 649 funcionarios que registramos en nuestro padrón de denuncias por violencia de género que involucran a miembros de los poderes Judicial, Ejecutivo y Legislativo, y de las Fuerzas de Seguridad. La denuncia contra el juez del fuero Civil y Comercial Federal fue presentada por la Asociación de Empleados y Funcionarios del Poder Judicial, involucra nueve casos, cinco por acoso sexual, y originó que en ese juzgado se impusiera una consigna policial durante el horario laboral para “garantizar la integridad de las y los empleados”. Hace apenas una semana el Consejo de la Magistratura lo notificó del expediente abierto por la Comisión de Disciplina y lo intimó a presentar su descargo en el plazo de 20 días. Además tiene en proceso una causa penal por acoso sexual que quedó en manos de la jueza María Servini y el fiscal Carlos Stornelli.
En total son 120 los funcionarios judiciales registrados en nuestro padrón, ocupando el segundo lugar, precedido por el Poder Ejecutivo, con 161 casos.
Otras cifras alarmantes: durante este 2025 ya sufrimos 178 femicidios que dejaron un saldo de 82 infancias huérfanas. Una de las provincias más afectadas fue Mendoza con 5 femicidios en lo que va del año.
Este agosto fue notable el incremento de intentos de femicidios: uno cada dos días. También se han incrementado las denuncias:
- La Oficina de Violencia Doméstica (OVD) dependiente de la Corte Suprema de la Nación informó que en apenas 18 días se atendieron en CABA 627 personas, casi 45 por día.
- En Chubut suman 3.534 desde que se inició este año
- En Entre Ríos, 9.421.
- En Neuquén se triplicaron: 800 en el primer semestre.
- En Mar del Plata el promedio se elevó a 22 denuncias diarias.
En tanto este año en todo el país ya se organizaron 139 marchas para exigir justicia.
En la web de nuestro observatorio podés acceder a toda la información de cada caso, incluida la fuente, de nuestros doce padrones que se actualizan diariamente.
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