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La última rebeldía

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«Ante este intento del Gobierno Nacional de borrar la historia de los santacruceños y de los patagónicos, hemos tomado la decisión de restituir el monumento a Osvaldo Bayer y la Patagonia Rebelde. Porque somos rebeldes por naturaleza» planteó el intendente de Río Gallegos Pablo Grasso. El gobierno anula la obra pública pero ordenó a Vialidad Nacional destruir el homenaje al periodista, historiador y escritor Osvaldo Bayer ubicado en la entrada a Río Gallegos, sobre la Ruta Nacional 3. Con una retroexcavadora atacaron la imagen de Bayer empezando por su cabeza, en lo que es un símbolo de la mentalidad intoxicada y a la vez tóxica del actual oficialismo. El monumento era un homenaje al autor de Los vengadores de la Patagonia trágica, investigación sobre los fusilamientos ocurridos en la zona hace poco más de 100 años, cuando los trabajadores rurales que reclamaban por sus condiciones laborales fueron perseguidos, torturados, fusilados o deportados. La noticia difundida por el intendente Grasso, fundada en la rebeldía, es tal vez un guiño de Osvaldo -un libertario en el sentido genuino de la palabra- a este presente.

Osvaldo murió el 24 de diciembre de 2018. Tenía 91 años. Fue un amigo, un intelectual, un compañero: un despliegue de cerebro y corazón. Un hombre lleno de humor, generosidad y esa cosa tan rara llamada compromiso llevada sin ostentaciones, como un ejercicio cotidiano. De las muchas charlas e intercambios que tuvimos con él desde lavaca, elegimos esta nota, tapa de MU en 2010, una recorrida increíble por su vida, una vida que merece como pocas una frase: para la libertad. Y obviamente otra: para la rebeldía.


Por Sergio Ciancaglini.

La última rebeldía

El recorrido por una vida que eligió vivir dando batalla. La huelga de un solo hombre. La pelea con Gendarmería en la Patagonia. La detención en una cárcel de mujeres. Los debates en el diario Clarín. La amistad con Osvaldo Soriano. El exilio, el regreso y la vida cotidiana en la casa que bautizó El Tugurio, donde enciende sus motores cada día a las 5 de la mañana para subirse a ese ring y enfrentar, una vez más, al escepticismo: para Bayer, no hay causas perdidas.

Escena 1. 2010. Film imaginario sobre un hombre al que le dicen loco.

A los 83 años, con el antecedente de haber encabezado el Sindicato de Prensa y haber organizado el primer paro en la historia de la redacción del diario Clarín en los años 60, Osvaldo Bayer se presenta a elecciones en el gremio de prensa porteño, sabiendo que va a perder. Le dicen que está loco: para qué ir a degüello electoral en lugar de apoltronarse en el oficio de prócer vivo. “Ganamos rotundamente en Página 12, y también en Clarín y La Nación. Queríamos dejar el testimonio de que estamos vivos, no nos dejamos burlar. No puede haber un gremio con la misma gente 24 años en el poder. Hay que decirlo, y actuar en consecuencia. Yo creo que el intelectual debe tener plena libertad para escribir lo que quiera. Pero no quedarse en la torre de marfil”.
Como era previsible, su lista perdió.
Relata el hecho en su casa, a la que Osvaldo Soriano bautizó El Tugurio. Las paredes parecen hechas de libros. Hay fotos de sus diez nietos, varias de Marlene Dietrich, una bomba anarquista, un muñequito hincha de Rosario Central inspirado por Roberto Fontanarrosa. Este señor es partidario del socialismo libertario y del pollo al horno con papas (con muy buena prensa entre amigos y gourmets ocasionales). De su derrota gremial sólo quedaría un enigma pendiente, casi existencial: ¿Perdió?

Escena 2. 1950. Barco por el Paraná.

El aprendiz de timonel del buque de carga Madrid hace el recorrido ida y vuelta desde Buenos Aires hasta Paraguay por el Paraná. Tiene 22 años, y el timón en dos turnos. “Yo le recomiendo ese viaje a los enamorados. La luna que besaba el barco, las estrellas, el brillo en el agua, la selva”. Le habían avisado que el capitán Almirón estaba un poco trastornado: a medianoche, empezaba a ver fantasmas.
–Ahí vienen desde la costa, se meten en el agua. ¿Los ve? ¡Ahí están! Van a subir al barco, ya van a subir…
El joven no veía a los espectros, y mantenía firme el timón. “Medio me asustaba. Nunca creí en los espíritus, pero pensaba: ‘Este tipo nos va a llevar al carajo’”.

Escena 3. 1951. Huelga de un solo hombre.

Bayer participa en una asamblea de gremio marítimo en Buenos Aires, que resuelve hacer un paro por salarios y condiciones de trabajo. Primer gobierno peronista. “A las 12 de la noche del día del paro empezaba mi turno”. Era el único a bordo que acataba la medida. Se acercó a Almirón:
–Capitán, le quiero avisar que empiezo el paro decidido por el gremio.
Almirón lo miró como a un espíritu:
–¿Cómo? ¡Aquí no se hace paro! ¡Aquí somos todos peronistas!
–Pero no lo hago por no ser peronista, sino porque lo decidió el gremio.
Bayer reflexiona: “Esa cosa de la disciplina alemana, ¿no?”.
Los monos gritaban, las estrellas besaban el barco, y el capitán, que a esa hora empezaba a detectar a los fantasmas del Paraná, le dijo al timonel huelguista:
–Usted está completamente loco.

Escena 4. Piscina en los años 40.

Entre estos episodios pasaron 60 años, y otras cosas. Osvaldo Ildefonso Bayer nació el 18 de febrero de 1927 en Santa Fe, luego su familia se mudó a Tucumán, luego a Buenos Aires. Padre socialista descendiente de alemanes. Osvaldo creció conociendo a socialistas y anarquistas. Un trabajo ocasional: bañero del Club Correo y Telecomunicaciones. Cada día llegaba el secretario privado del presidente del club con sombrero de paja –un panamá–, se acercaba a la pileta y preguntaba lo mismo:
–¿Y, pibe? ¿Cómo están las minas hoy?
–Bien –contestaba Bayer levemente irritado. El tipo se iba.
“Yo era chico, medio fino, no me gustaba que me hablara así. Era Raúl Lastiri, yerno de José López Rega y presidente de la Nación durante unos meses. Él firmó la prohibición de mi libro sobre Severino Di Giovanni. Me enteré por el diario y pensé: ‘Si te prohíbe Yrigoyen, o Perón, bueno, valió la pena. Pero que te prohíba Lastiri es una desgracia’”.
El país era peronista. “Pero yo conocía a los españoles socialistas y anarquistas que llegaban escapando de Francisco Franco. Perón le mandaba barcos con trigo a ese miserable. Y viajó Eva Perón. Franco le hizo un homenaje con los Sindicatos Verticales, mirá qué nombre. Y ella dijo: ‘Así como los obreros argentinos obedecen a Perón, ustedes tienen que obedecer siempre al generalísimo’. Imaginate: ¿cómo me podía caer eso?”.
Bayer estudió un año de medicina, algo de periodismo. Luego combinó filosofía con el trabajo de timonel, acaso dos estilos de navegación. ¿Es cierto que para un marinero hay un amor en cada puerto?

Escena 5. Por el Paraná, antes de la huelga solitaria.

El vapor Madrid llegaba los puertos donde no había exactamente amores, pero sí prostitutas, ofreciendo lo suyo. El joven Osvaldo iba hasta el burdel, entraba a la habitación. “Pero te digo la verdad, nunca hice uso. Iba para que no dijeran: ´¿Y éste de qué la va?´ A mí me daba una enorme pena, chicas de 16, 17 años, y cuanto más al norte, más jovencitas. Les preguntaba si tenían familia. Casi ninguna tenía padre. Sólo madre, muchas veces del oficio. Les pagaba, y me iba”. Se sentía conociendo el mundo, los ambientes, cosas sobre las cuales escribir algún día.
Después de la huelga lo fletaron a Buenos Aires. Pensó estudiar filosofía. “La facultad estaba en manos de la derecha católica, si no respondías al ¡viva Perón! te cagaban a patadas. Me fui a Alemania a estudiar en Hamburgo. Pero elegí Historia. Tenía familiares allá, y mi novia ya se había ido”. Con Marlies (se pronuncia Marlish) tuvieron cuatro hijos. Pero Bayer confiesa otro gran amor.

Escena 6. Cada noche.

El hombre se mete en la cama, y mira la foto de Marlene Dietrich. A veces imagina que ella se acerca para darle un beso en la frente. Dulce sueño. “Cada vez que voy a Berlín, llevo flores a su tumba. Marlies se ríe, ¿qué va a hacer?”. Bayer no conoció a Dietrich salvo en la pantalla y en las fotos: “Es un amor a su imagen. Tendría la edad de mi madre” dice, en exclusiva para freudianos. Ha escrito: “La rea, la turra, la buena, la linda, la hermosa, la diosa, la Diosa”, y recuerda algo que ella cantaba en berlinés arrabalero: “Hombres que se me acercan como polillas a la luz. Si se queman, ¡que se jodan!”. Marlene además era antinazi, y era la ruptura. “Fueron sus amantes Eric Marie Remarche, Hemingway, Jean Gabin, Maurice Chevalier, Douglas Fairbanks. Y también mujeres. Una fue Greta Garbo. ¡Qué dúo!”.

Escena 7. Años 90

Un hombre pasa por la puerta donde hay un cartel que dice El Tugurio.
–¿Qué hay aquí?
–Imagínese: un tugurio –dice Bayer.
–¿Hay mujeres? –consulta el tipo entusiasmado.
–No. Hay libros.
En un armario con puertas y en el dormitorio, Bayer tiene su biblioteca anarquista. Hay plantas: “Las acaricio, eso les hace bien”. Ofrece vinito, whiskyto o agua. Vamos con el agua. En Alemania militó en la juventud del socialismo, que tenía influencias del anarquismo. “La idea de un socialismo en libertad, totalmente diferente a lo que era la Unión Soviética, una dictadura atroz con sus crímenes y sus campos de concentración”. Desde Buenos Aires, un amigo del hermano lo puso en contacto con un joven periodista argentino, Rogelio Pajarito García Lupo, que dirigía la revista Continente. “El pibe estaba en todas –dice Bayer– me hizo escribir de política internacional, también para una revista de música clásica, y para una de cine que dirigía Nicolás Pipo Mancera. García Lupo es el responsable de que yo sea periodista”. Filosofía, música, política, cine, historia, todo podía hilvanarse en ese oficio incierto.
Bayer regresa a Argentina, y empieza a trabajar en Noticias Gráficas. “Al tiempo me llaman del diario Esquel” y parten Osvaldo y los suyos hacia la Patagonia. Se pelea con el dueño del periódico por esa mezcla socialista y libertaria potenciada con la reivindicación de los pueblos indígenas y las libertades políticas… Demasiado. Osvaldo creó su propio periódico, La Chispa, denunciando persecuciones, robos y estafas a los mapuche.

Escena 8. Esquel. 1959.

La Gendarmería ordena a Bayer que abandone la zona.
–¿Por qué?
–Porque está destruyendo a la ciudad con la información –contesta el uniformado.
Bayer envía una carta a García Lupo, que tenía un programa en Radio Belgrano: “Y él dijo: ´tenemos un héroe en la Patagonia, que está siendo perseguido y censurado´. Hizo una audición de la gran flauta. Volví a Buenos Aires, y un periodista me lleva a Clarín. El secretario de redacción era Luis Clur, que después estuvo en muchos noticieros. ‘Si quiere, empieza esta misma tarde’, me dijo. El sueño del pibe: me echaron, y al día siguiente estaba en Clarín, que no era como ahora”.
Empezó en Policiales: “A mí siempre me gustaron los de abajo, me parecía que era un modo de conocer más de la vida y la calle”. Por su fama tras el episodio de Esquel, le propusieron intervenir en las elecciones del Sindicato de Prensa. “Yo no quería porque estaba trabajando mucho. Me dijeron: ‘Te ponemos de secretario adjunto, que es como el de vicepresidente, no tenés nada que hacer’. Pero resulta que el secretario general tuvo que pasar a la Federación, y quedé a cargo. Fue linda la experiencia, aunque estaban todos peleados. Propuse una alianza con los peronistas, pero los comunistas lo tomaron a mal y me quitaron el apoyo”.

Escena 9. 1963. Rauch.

Bayer se adentraba en la Historia. Lo invitan a dar una conferencia en Rauch, Buenos Aires. Buen público, escuchando esta otra versión del pasado. “El coronel alemán Federico Rauch fue contratado por Rivadavia para exterminar a los ranqueles. Era 1826. Redactó varios partes militares. En uno decía: ‘Para ahorrar balas, hemos degollado a 27 ranqueles’. Otro: “Los ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la propiedad’. Claro, para ellos era todo comunitario. Los acusó hasta de anarquistas”.
Bayer se refirió a un indio joven, de pelo tan largo que de lejos parecía un arbolito, apodo que le quedó para siempre a Nicasio Maciel. Arbolito observó que Rauch iba al frente de sus tropas. En Las Vizcacheras le cortó la cabeza a Rauch, tras derribarlo del caballo con sus boleadoras. Bayer propuso que a la ciudad de Rauch le cambiaran el nombre por el de Arbolito. “Se rajaron todos. Quedé yo solo, y dos viejitos sentados que sonreían y hacían el gesto de aplaudir, pero sin ruido, para que no se notara. Vuelvo a Buenos Aires y me meten preso por orden del ministro del Interior”. El ministro del régimen de José María Guido era el general Enrique Rauch, biznieto del coronel descabezado por Arbolito. “Me saqué la lotería al revés”.

Escena 10. 1963. Cárcel de mujeres.

Bayer es hospedado una noche en el Departamento de Policía, tirado en el suelo. A las 5 de la mañana golpean los barrotes:
–¡Bayer! Levántese, lo vamos a trasladar… –el policía se queda mirando el papel– a la cárcel de mujeres.
Los otros presos despertaron tal vez con envidia, o con sospechas sobre su virilidad.
–¿Y por qué a la cárcel de mujeres –preguntó el susodicho.
–Porque no merece estar en una cárcel de hombres –remató el policía.
“Era un modo de menoscabarme. La cárcel estaba en la calle Riobamba. Parecía una jaula de leones. Las ventanas tenían barrotes sin vidrio. ¡Un frío! Fueron 63 días. Todas prostitutas y ladronas. Lo único que te puedo decir…–susurra Bayer sonriendo de costado –es que no puedo contar detalles, pero no la pasé nada mal”.
Mientras estuvo preso intervinieron el Sindicato de Prensa: “Metían en cana a medio mundo”. Bayer volvió a la redacción de Clarín. No lo habían echado, pero no le reconocieron el sueldo de esos meses: “No me daban trabajo, me pasaba el día sin hacer nada”.

Escena 11. 1963. Diálogo con Roberto Noble.

Los miércoles Roberto Noble, fundador de Clarín, bajaba a la redacción. “Se informaba antes sobre algún periodista, se acercaba al escritorio, y le decía: ‘Fulano de tal, cómo le va, cómo andan sus hijos’. La gente le tomaba simpatía”. Un miércoles Noble se acerca al escritorio del periodista que había estado preso, venía de encabezar un sindicato intervenido, y a quien no le daban trabajo.
–Usted es… ¡Osvaldo Bayer!. ¿Sabe qué estuve pensando?
–Soné. Acá me rajan –pensó Osvaldo, esperando a pie firme el fusilamiento verbal.
–Pensé que lo voy a ascender a jefe. Usted va a ir a la mesa de redacción.
A Bayer se le abrieron de asombro los ojos y la mandíbula.
–Pero doctor, mire que yo soy de izquierda –contestó, a título informativo.
–Por eso mismo. Últimamente me dicen que en la mesa de redacción son todos de derecha. Entonces yo lo pongo a usted. Y cuando me repitan eso voy a contestar: “¡No! Lo tenemos a Osvaldo Bayer que es de izquierda”.
Osvaldo se ríe en el patio techado de El Tugurio. Marlene también ríe en blanco y negro. “Noble quería imitar a Natalio Botana”, el fundador del diario Crítica. Bayer relata entonces una serie de historias sobre Noble, Ernestina & Otros y Otras, que se contaban en los pasillos del diario, y que solicita expresamente no reproducir, cosa que cumplo mordiéndome la lengua y los dedos.
Bayer fue ascendido y no como un adorno: fue jefe de dos secciones vitales, unificadas merced al estado psicótico del país, o simplemente al Estado psicótico: Política y Fuerzas Armadas.

Escena 12. 1964. La anti metamorfosis del señor B.

Teorema biogenético: al acercarse a situaciones de poder, la fricción molecular hace que ciertos seres vivos sufran una mutación que los clona con insectos y porcinos. En el caso de Bayer, además de impregnar de buen periodismo al diario, padeció una inusual anti metamorfosis al ser ascendido a jefe: organizó el primer paro en la redacción de Clarín. Dice que no estaba loco. “Hubo unos despidos, entonces convoqué a una asamblea. Paramos tres horas, toda la redacción, y al final se pudo arreglar la situación”.
Bayer no tiene parentesco con el laboratorio multinacional: “¿Te imaginás? Estaríamos tomando una copita en la Costa Azul. Pero siempre uso la frase. Si es Bayer, es bueno”.

Escena 13. Años 60. Calle Florida

Camina Osvaldo con su compañero de redacción Enrique Bugatti. Se cruzan con Jorge Luis Borges, que tanteaba con su bastón las tinieblas que nadie veía.
–Qué gusto Borges, lo admiro desde siempre –dijo Bugatti. Cuando Borges supo que eran periodistas, comentó: “Qué profesión melancólica”.
–Bueno, lo dejamos. Le recuerdo que me llamo Bugatti, como los autos italianos.
–Y yo me llamo Bayer, como la aspirina –agregó Osvaldo, para no ser menos.
–Y yo me llamo Borges, como la estación del tren que va para San Isidro.
Bayer lo cuenta divertido, pero agrega. “Fue un genio, no fue un sabio. Su colaboración y elogios a Pinochet son imperdonables”. No hubo tiempo de hablar de las broncas bayeranas con Ernesto Sabato.

Apuntes cubanos y canallas

Escena 14. 1960. Cuba, Walsh, un minón y el Che.

En El Tugurio hay un artefacto pequeño, dorado, metálico, redondo, del que salen varas, como si fueran los rayos de un sol, o los detonadores de una bomba. Es una bomba. “Me la regalaron unos anarquistas. Es de los años 20. Vos sabés, esos regalos se reciben sin hacer preguntas”. Para Bayer el regalo tiene el valor de quienes lo entregaron, no el de la violencia. “Yo soy un pacifista. Por la violencia no convencés a nadie”. La charla deriva en su viaje a Cuba como integrante del gremio de prensa. “Éramos cinco en la delegación. Nos avisan que el Che Guevara nos espera un día a las 22.30 en su despacho del Banco de la Industria. Antes lo voy a visitar a Rodolfo Walsh. Ya éramos amigos, por García Lupo. Estaban en la agencia Prensa Latina con Jorge Masetti. Rodolfo era abierto con los amigos, conversador. Lo teníamos como el mejor de todos, y a la vez un tipo humilde. Cuando publicó Operación Masacre fue una emoción. Ahí estábamos, charlando, cuando llega su pareja de ese momento, un minón te diría”.
–Soy Pirí Lugones, la hija del torturador –recuerda Osvaldo que se presentó la joven Susana Lugones, en referencia al comisario pionero en el uso de la picana eléctrica de la Patria, hijo a su vez del poeta Leopoldo ídem, autor de La hora de la espada, entre otros crímenes publicados. Walsh anunció que prepararía la cena.
–Es que tengo una reunión con el Che –aclaró Bayer.
–Entonces yo voy con vos –dijo Pirí.
–No se puede. Es sólo para la delegación.
–No te hagás el burguesito conmigo. Yo voy igual.
Bayer miraba a Walsh, y Walsh miraba al techo. A la hora señalada, Pirí lo agarra del brazo y dice: “Vamos”. Salen rumbo al hotel Habana Libre. En el camino se produce un tiroteo. “Gusanos francotiradores contra los verde oliva”. Se tiran al piso. Cuando cesan las balas corren hacia el hotel. Llegan tarde.
–Es que venimos de una balacera –dice Bayer, con Pirí pegada a su brazo.
–Otro vehículo los llevará –responde el cubano.
Bayer con sus compañeros estuvieron reunidos más de dos horas con Ernesto Guevara, con una colada llamada Pirí. Al regresar un cubano grandote lo lleva a un sótano.
–Usted llevó a la reunión a alguien no autorizado.
–Pero ustedes la dejaron pasar. No es mi responsabilidad.
–¿Y la autocustodia revolucionaria? –preguntó el grandote. “Empezó a hacerme preguntas jodidas. Le dije que si tenían dudas de mí, me iba. Me expulsaron. Lo quería matar a Rodolfo, porque tendría que haber parado a la Pirí”. (Sucesos Argentinos: Pirí Lugones se incorporó a Montoneros, fue secuestrada en 1978 por militares como los que su abuelo exaltaba. Pasó por los inventos de ese padre al que detestaba. Su burla: “Mi padre torturaba mejor”. Los Lugones se habían suicidado. Pirí no. Tenía marcada otra forma de fatalidad).
Bayer tardó 36 años en recomponer la relación con Cuba. ¿Y el Che?: “Era la imagen de un romántico con un sentido heroico de la vida, pero en serio. Un revolucionario sin lenguaje de barricada, sino culto Muy atractivo al hablar. Cuando salimos había dos compañeras que decían que se habían enamorado del Che, y lloraban”.

Escena 15. Alemania, años 80, con la hermana de Guevara.

–Vengo a verte si no me preguntás nada de mi hermano, me tienen podrida –dijo Celia Guevara cuando Bayer le abrió la puerta de su casa. Pasaron una tarde conversando sobre Cuba, Europa, y el mundo. Acompañó a Celia a tomar el subte, y antes de despedirse no pudo contenerse.
–Cumplí, pero ahora dejame hacerte una sola pregunta sobre tu hermano.
–Está bien. Decime.
–¿De qué cuadro era?
-De Rosario Central.
–Maravilloso, auf wiedersehen, que te vaya muy bien –se despidió Osvaldo, en estado de éxtasis al confirmar algo crucial: “El más grande de todos era ‘canalla’. Los de Newell’s son unos atorrantes, decían que el Che era leproso. Desde esa vez siempre aclaro: me lo confirmó la hermana”.
Muere Noble en 1969, la señora Ernestina pone a cargo del diario a un íntimo, Oscar Camilión. Rogelio Frigerio, coloca a su hijo Octavio en Política. “Por esos años entra este señor ¿Baglietto, Magnetto?”, dice Bayer mirando la enredadera. La patria desarrollista. Lo más publicable sobre Camilión: “Es la peor persona que conocí en mi vida. Y lo demostró. Fue ministro de la dictadura y de Menem”. Le digo que eso es un concepto político más que personal.

Escena 16. 1970. Subterráneo.

A la salida del diario, en el subte de Constitución, Bayer ve unos chicos que se refugian allí, buscando calorcito. Llegan empleados de subterráneos, que les pegan con fervor a los chicos.
–Basta, soy periodista –quiso frenarlos exhibiendo su credencial.
–Qué se mete –lo echó uno de los empleados.
–Voy a denunciarlo, mañana sale publicado –dijo Bayer, leyendo el apellido en el uniforme: Pedutto.
Osvaldo escribió la contratapa sobre los chicos y el golpeador Pedutto. “Me llamó Camilión, diciendo que comprometía al diario, que no tenía derecho. Le dije: ‘Se trata de niños’. Me contestó: ‘Y a mí qué me importa’. Yo no lo podía ni ver. Al final me dieron una embajada”. La “embajada” quitaba a Bayer de la zona caliente de actualidad: fue al suplemento cultural, al que rebautizó Cultura y Nación.

Escena 17. 1973. Fin de una historia

Bayer descubre que le cambiaron notas en el suplemento. Va a ver a Octavio Frigerio.
–¿Por qué cambian sin avisarme? Me dicen, y yo lo hago.
–Es que tenemos otros criterios –respondió Frigerio Jr.
“Era una época en que los desarrollistas incorporaron gente de Montoneros con la idea de hacer un puente con Perón. Por eso habían entrado periodistas como Horacio Verbitsky y Luis Guagnini”. Luis fue luego desaparecido. Verbitsky ha aclarado que en ese momento integraba las Fuerzas Armadas Peronistas. Bayer le propuso a Frigerio: “Para no molestar en la redacción, me convierto en un cronista viajero. Me dan un auto, y nos vamos con un fotógrafo a recorrer los pueblos que ni figuran en el mapa, contando la vida, el trabajo y los sueños de sus habitantes”. Saldo: “Hice 27 notas. No publicaron ni una”.
–Ustedes quieren que me vaya –dijo Bayer a Frigerio.
–Lo estábamos esperando. Arreglá con Aranda.
Aranda era y sigue siendo el ejecutor administrativo de Magnetto, y Bayer sintió que lo estafaban hasta en la indemnización, que se demoró tanto que terminaría licuada por el Rodrigazo. En 1974 ya no estaba en Clarín.
Bayer terminó su investigación histórica sobre la matanzas de anarquistas durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen, Los vengadores de la Patagonia trágica, y trabajó luego en el guión cinematográfico de La Patagonia rebelde, dirigida por Héctor Olivera con producción de Fernando Ayala y un elenco que incluía a Héctor Alterio, Federico Luppi, José Pepe Soriano, Luis Brandoni, entre otros. El guión había sido aprobado por Octavio Gettino (que había dirigido con Fernando Pino Solanas La hora de los hornos, documental sobre la resistencia peronista). Buena parte de la película se rodó en Santa Cruz, con apoyo del gobernador Jorge Cepernic. “Un día me llamó para decirme que termináramos rápido, porque había muy mal clima”. Era enero de 1974. Perón presidente. La Juventud Peronista iba siendo corrida del mapa. “La película se terminó rápido, pero no teníamos el permiso del gobierno. Se la presentamos a Emilio Abras, secretario de Prensa. Nos dijo: ‘Los sábados, en Olivos, el general me pide películas. Prefiere las de cowboys. Pero ésta seguro que le va a gustar”.
Pasaron algunos sábados, sin noticias. Un día Abras les contó que Perón había visto la película, pero dijo que algo estaba mal, que el verdadero fusilador no era Varela sino Elbio Anaya: “El tío del que tenemos en el Ejército”, agregó Perón aquel sábado, en referencia al entonces jefe del arma, general Leandro Anaya. “Pero el Anaya que decía Perón era el segundo de Varela” aclara Bayer. Perón se había ido a dormir sin decir qué hacer con la película. Los realizadores iban perdiendo toda esperanza.

Escena 18. 1974. Teléfono.

Olivera recibía llamados de competidores y enemigos varios, simulando ser productores o periodistas.
–¿Y qué vas a hacer ahora con la película? ¿La vas a dar en muchos cines, o te la vas a meter en el culo? –lo provocaban.
–Andá a la puta que te parió –contestaba invariablemente Olivera.
Un día lo llaman de parte del señor Abras:
–Les quiero avisar que el general dice que pasen la película en todos los cines de la República.
–¡Andá a la puta que te parió! –gritó Olivera oliendo otra burla. Ayala tuvo una intuición. Llamó, y lo atendió una secretaria.
–El señor Abras está muy enojado. El señor Olivera lo insultó, después de todo lo que él ha hecho por la película.
Ayala hizo algunos pases de magia para reconstruir el teléfono roto, explicando que su socio estaba desquiciado. Abras los reunió. Perón había leído en La Nación un discurso del general Anaya anunciando algo así como que “las Fuerzas Armadas responden a sus mandos naturales”. Perón se puso furioso.
–¿Y a quién carajo van a responder? –gritó Perón arrojando al piso dicho periódico contrainformativo– ¿Qué es esto, un mensaje? Le voy a enseñar quién manda. Abras: ¿Como era la película del tío de Anaya? ¿La Patagonia rebelde? Bueno, que la den en todos los cines de país.
Se estrenó en junio. “Un éxito descomunal” informa Bayer. La mandaron al Festival de Berlín y ganó el Oso de Plata, días después de la muerte de Perón. “Pero queda Isabel con López Rega, se desata la Triple A, empiezan los crímenes y nos amenazan a todos los que hicimos la película”. El premio berlinés fue un escudo que duró poco. En octubre de 1974 prohíben la película. Los actores escapan frente a las amenazas. “Mi mujer se fue con los chicos. Vivía en Martínez. Le pedí a un vecino que nos tuviera el perro: ‘No me pidas eso, saben que es tu perro, se lo van a decir a la policía. Me comprometés’. Así es este país”.
Bayer se refugió en una quinta de Quilmes, propiedad de un anarquista español de apellido Martínez. “Hermoso el lugar, lleno de pájaros. Pero yo no podía informarme sobre lo que estaba pasando”.
–Aquí no entra ningún producto de la burguesía. Para entretenerte, están mis discos de zarzuela. –le decía Don Martínez

Escena 20. Junio de 1976. Junto al Obelisco.

Dictadura en el poder. Bayer camina por la avenida Corrientes, y se encuentra con Rodolfo Walsh, que estaba en la clandestinidad montonera desde hacía casi dos años. “Me hace un gesto con la cabeza, y nos ponemos a mirar la vidriera de El Trust Joyero Relojero”. Veían los relojes, y la calle reflejada en los vidrios.
–¿Qué hacés acá? Tenés que irte, Osvaldo.
–Mirá quién habla. El que está en peligro sos vos.
–A mitad de cuadra hay un café.
Se sentaron de espaldas a la puerta. Bayer dijo:
–No comprendo algo. Somos del año 27, vivimos el primer peronismo y era derecha pura. ¿Cómo te hiciste peronista?
–No te equivoques, soy marxista. Pero ¿dónde está el pueblo? –replicó Walsh.
–El pueblo es peronista, pero no es revolucionario.
–Ya vamos a ver.
Se dieron un abrazo.
Bayer escapó con apoyo de la embajada alemana. En el exilio vivió denunciando a la dictadura y se afilió al Partido Verde alemán. “Después me fui. Ellos sólo quieren cuidar la naturaleza, pero si no cambiamos el sistema capitalista no vamos a conseguir nada”.
En Paris conoció a Osvaldo Soriano.
–Te felicito. Triste, solitario y final es una maravilla –saludó Bayer efusivo.
–Sí, pero soy poco hombre –contestó Soriano.
Unos años antes Bayer había leído una nota de Soriano con la versión policial sobre Severino Di Giovanni. No se conocían. Lo llamó por teléfono. Soriano se defendió:
–¿Qué quiere que haga? Me dan la nota de un día para el otro. Y eso era lo único que había en el archivo.
–¿Sabés lo que te pasa? Que sos poco hombre –lo sacudió Bayer.
Cortaron al mismo tiempo: “Pese a aquella pelea, terminamos amigos para toda la vida”. De vuelta en Argentina Soriano iba a El Tugurio los jueves, con Roberto Tito Cossa, David Viñas y León Rozichner. “Soriano los provocaba. Un día contó: ‘Pasé por la iglesia y no pude resistir la tentación de entrar y arrodillarme’. León se enojó: ‘Ustedes los católicos son todos degenerados, se arrodillan ante la cruz que es un instrumento de tortura’. Viñas terció diciendo que Rozichner no entendía nada. Soriano nos guiñaba un ojo a Tito y a mi como diciendo: lo logré de nuevo. Siempre los hacía engranar”.

Escena sin numerar. 2010.

Bayer escribió un libro sobre fútbol, el guión más reciente de Awka Liwen, sobre la depredación contra los pueblos originarios, se maravilla con Schumann y Schubert, recibe estudiantes y periodistas, acepta invitaciones a escuelas, bibliotecas barriales. Agenda infinita, vida intensa: “A los viejos que no hacen nada no los entiendo. Con todo lo que hay que hacer, vivir, conocer”. Busca la agenda y anota su próxima participación en la presentación de un libro, que además tiene que leer. “Me levanto a las 5. Leo los diarios y contesto mails. Después escribo artículos, y ando con mis memorias. Me hago el almuerzo, una siestita. A la tarde hay conferencias, entrevistas. Antes aguantaba hasta la 1 de la mañana. Pero a los 83 años, ¿qué querés? Me canso antes”.
De pasada acaricia las hojas de la enredadera del patio. Se sienta en la silla plegable como las de los directores de cine. Marlene mira hacia arriba. Bayer no está loco. Su locura en todo caso es una mezcla de entusiasmo, intensidad y coherencia. Por eso dice:
–Bueno, ¿y ahora nos tomamos un vinito?

Actualidad

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

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La noticia del día: el próximo 18 de noviembre fue citado a indagatoria el policía Pablo Alexis Aldama, sospechoso de haber agredido a la jubilada Beatriz Blanco (foto principal) haciéndola golpear de nuca contra la vereda. Fue algo de lo mucho que dejó este miércoles en el que jubiladas y jubilados marcharon pese a la habitual fumigación de gas pimienta por parte de las fuerzas de seguridad, que vallaron toda la zona de Congreso impidiendo el tránsito. Reflexiones pos electorales, propuestas de exportación, dilemas complejos, carteles lúcidos, cómo combatir el EPOC, y la certeza de seguir en la calle.

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Beatriz Blanco (en la foto de portada) es la jubilada que fue gaseada y empujada por la Policía Federal el 12 de marzo pasado –el mismo día que el fotógrafo Pablo Grillo fue atacado por una granada de gas lacrimógeno, y Jonathan Navarro por un disparo que le hizo perder la vista de un ojo–.

La imagen de Beatriz golpeándose la nuca contra el suelo dio la vuelta al mundo por lo violento: le causó un traumatismo encéfalo craneano, una herida cortante y problemas oculares permanentes.  

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

Pero está viva para contarla. Beatriz tiene 82 años y un empuje que no merma ni con un golpe ni con una elección adversa. Este miércoles –como siempre– vuelve a caminar con su bastón cobrizo entre manifestantes y fuerzas de seguridad –federales, gendarmes y policía porteña–.

Sobre el domingo: “La gente ya no cree en soluciones porque ya no cree en nada, hace mucho que no se le da nada. Y además tiene miedo, y eso se nota en que cada vez hay menos gente involucrada, con temor a la represión, a quedarse sin laburo, y ahora encima a que le suban las horas de trabajo. Se van corriendo los límites, así estamos”.

Pero hay un lado positivo del “así estamos” de Beatriz. Este martes 28 de octubre el Juzgado Criminal y Correccional Federal 1 llamó a declarar al presunto policía que la agredió: “Existiendo en autos motivo bastante para sospechar que Pablo Alexis Aldama ha participado en la comisión de un delito de acción pública, cíteselo a los efectos de recibirle declaración indagatoria, fijando audiencia para el día martes 18 de noviembre de 2025”.

Dice Beatriz: “Lo quiero ver, le quiero hablar y decirle gracias. Gracias por pegarme, gracias por romperme la cabeza y el ojo; y gracias por romperme la cadera”. Lo dice con su voz suave y tranquila de siempre, y enfila con su bastón hacia la marcha.  

“Será largo lo que viene”

Detrás de Beatriz la Policía Federal va cercando a la gente que reclama en la vereda sobre la plaza de los Dos Congresos a la altura de Rivadavia y Callao, y la intima a pasar del otro lado de la valla.

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

La frontera en Congreso. Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

Un hombre –con un gorro en el que se lee “jubilado testarudo”–, se acerca a Beatriz y suspira: “Será largo esto, muy largo”. No habla de hoy sino de lo que vendrá. Habla de la época. Mientras, los federales se acercan un poco más. La mayoría sin identificación. Se arrima otro jubilado y se arma una especie de asamblea que reflexiona sobre los comicios recientes: “Nos va a costar un pulmón o dos todo lo que viene, todas las reformas que el gobierno intentará hacer”. Otra voz plantea entre el sonido de redoblantes y trompetas: “La mayoría del pueblo eligió seguir estando mal por miedo a que se descontrole todo esta semana”. 

La Policía Federal termina de acorralar a los pocos manifestantes –y a los muchos fotógrafos– que aún quedan del lado del Congreso hasta terminar de cerrar la hilera de vallas. A la tensión le sigue una serie de gaseadas que deja a 11 personas heridas, según la Comisión Provincial por la Memoria.

Otra jubilada, señalando a la policía: “A esta gente la compadezco: sus dirigentes haciéndose los guapos en canales de stream y ellos acá poniendo el cuerpo”. 

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Geopolítica. Foto: lavaca.org

La pierna de Fernando

Fernando Quintero caminaba por la vereda y fue atropellado hace 9 años por un colectivo que había perdido el rumbo. Le amputaron la pierna derecha.

“Pero hace cuatro meses me sacaron la pensión” cuenta a lavaca, y al contarlo se le inundan los ojos celestes. Fue una segunda amputación.

¿Cuánto era la pensión? “263.000 pesos”.

¿Y cómo sigue la cuestión? “Me dieron un turno para que un médico certifique que no tengo una pierna. El turno es para abril”. Todo ocurre en órbita de la ANDIS, agencia de discapacidad de notoriedad pública. Gracias a la aplicación de este tipo de motosierra, el gobierno sostiene que logra equilibrio fiscal.

Tal vez esta foto sirva para que alguien certifique antes de abril que a Fernando Quintero le falta la pierna derecha. Y que le devuelvan la pensión.

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Fernando Quintero. Le amputaron una pierna, y la motosierra oficial también le mutiló la pensión de 260.000 pesos. Lo citaron en abril, para certificar que le falta la pierna derecha. Así se logra el equilibrio fiscal. Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

“Llenar las calles de pasos”

Mientras tanto, dos drones de las fuerzas de seguridad sobrevuelan la escena. Filman desde arriba lo que expresa otro jubilado en un cartel: “Derrotados son los que dejan de luchar”. 

También graban a Carlos, 73 años , con un cartón en las manos pensando en lo que pasó en las elecciones, pero sobre todo mirando a futuro: “Acá no se rinde nadie”. Lo justifica cuando habla: “Por un resultado electoral en contra no se desarma el reclamo. Al contrario. Hasta que no haya una mejora en los remedios y en las jubilaciones esto va a seguir y se va a incrementar porque seguirán mandándose cagadas. Yo confío en que el pueblo va a reaccionar”.

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Jubilado gaseado. Hubo un total de 11 heridos. Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

Alicia, de Jubilados Insurgentes, resume cómo estamos: “En las ciudades inundadas, como Bahía Blanca, Milei no les dio un peso y ganó igual. Es difícil de comprender. Somos masoquistas”. 

Y comparte su alternativa: “Hay solo una salida: llenar la calle de pasos”.

Motosierra, medios y comercio exterior

Eduardo tiene 79 años, cumple 80 el 30 de marzo. Leva un gorro piluso y un cartel que es una propuesta de comercio exterior: “La solución argentina: exportar libertarios a los Estados Unidos ¡hasta agotar el stock!”

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Eduardo. A los 9 años lo mandaron del colegio a su casa porque se producía el bombardeo de las FF.AA a Plaza de Mayo. «Así que estamos acostumbrados, siempre peleando».Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

Es un hombre de sonrisa fácil: “Los medios de comunicación hacen un aporte importante a la confusión, a que la agente no razone. Te dicen que es mejor esto que lo otro, pero no está muy claro qué es lo que está bien o lo que está mal. Te hablan del peronismo, y yo pregunto: ¿se entiende qué es el peronismo? Entonces es difícil. Por eso lo que me parece importante es seguir acá, sin resignarse, tratando de lograr lo mejor”.

Cree que es una época complicada. “Pero mirá: cuando yo tenía 9 años iba al colegio que está frente a Plaza Lavalle, al lado del Colón. Y un día nos mandaron a todos para casa. Habían empezado el bombardeo a Plaza de Mayo de 1955. Duró cuatro horas. Mataron como a 300 personas o más que iban por la calle tranquilamente. Uno no se puede olvidar nunca de algo así. De cómo mataron. Pero se peleó, se peleó después cuando fue la proscripción, cuando estuvieron los militares, cuando estuvo Menem, después en el 2001”.

Fernando trabajó en mil oficios. Fue empelado en casas de cambio, vendedor en comercios, y tuvo un oficio por el que merecería un lugar en el gabinete nacional: vendía y reparaba motosierras en el Once. “Pero eso me enfermaba, por el humo de los motores”. Tuvo otro negocio de venta de repuestos de autos. “Pero me fundí en la época de Menem, con todo lo importado”.

Pone una mano en el hombro del cronista: “Así que estamos acostumbrados. Siempre peleando”.

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Cacerola y máscara antigas. Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

Un camino entre quienes piensan parecido

Rubén y Mario integran el Movimiento Activo de Trabajadores y Jubilados (MATyJ). “Hay una clase media y un sector muy pobre con miedo a perder lo poco que tiene”, piensan. Recuerdan la época de Carlos Menem: “En el 95 le llamamos el ‘voto cuota’, muchos sectores votaron por miedo a que todo explote”.

Keiko, también de Jubilados Insurgentes: “El peronismo no tiene programa. La Libertad Avanza tiene: te vamos a hacer mierda. Es su programa. ¿Y los otros? ‘Freno a Milei’, te dicen. Eso no es un programa. Hasta Menem tuvo una propuesta, con salariazo y revolución productiva, que después fue todo mentira. Y otra cosa: ¿cómo el candidato va a ser Taiana, que tiene mi edad? ¿Por qué no ponen a otro pibe como vos?”. Alguien la escucha y observa: “La derecha sí se renueva”.

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

El sacerdote Francisco Olveira, o padre Paco, está frente a la policía. Piensa dos cosas: “Una es que el apoyo de Trump y Estados Unidos influyó mucho porque hasta yo, si no pensara como pienso, votaría a Milei porque la sensación era que se iba todo a la mierda, lo cual no quita que eso ocurra, pero más adelante”.

¿Y lo otro? “Lo otro es que hay muchos hijos de puta, con perdón de las chicas de AMMAR que quiero mucho, que les importa un carajo el 3% de Karina, que promulguen leyes sin financiamiento, lo que le hacen a la gente del Garrahan, a los jubilados, a las personas con discapacidad”. Sintetiza: “Muchos que solo votan a otro hijo de puta”. 

El padre vive en el asentamiento Esperanza, en Merlo, oeste del conurbano. “Los sectores más pobres que habían votado a Milei se dieron vuelta, salvo este sector que te marco. Te cuento un ejemplo: la provincia está completando una obra que tenían que hacer las ISU (Integración Socio Urbana) a nivel nacional, y un vecino que es mileísta sacó fotos trucadas diciendo que como habían perdido las elecciones, se estaban llevando las máquinas”.

Paco mastica bronca, pero dice que la salida es seguir estando en la calle. ¿Y hacia dentro? “Me gustaría que Bregman y Grabois se sentaran a charlar. Debería ser un camino, entre quienes pensamos más o menos lo mismo. Pero no sé si pueda darse en nuestra Patria”. 

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

“Si tirás la toalla, perdemos”

Guillermo, 77 años y vecino de Ituzaingó, es jubilado metalúrgico. Estuvo algunos miércoles sin venir porque tiene EPOC y está medicado. Tiene un cartel con dos palabras: “Voto luchar”. Piensa que hay mucha gente que sabe que está mal, pero no quiere estar peor: “Saben que el peronismo no es alternativa porque no luchó en dos años. La CGT, tampoco. Pero la izquierda algo creció: siempre está acá y eso se paga. Conozco muchos peronistas: hay gente enojada con su dirigencia, porque perdieron y se dividieron más: se peleaban por octubre, ahora se van a pelear por las elecciones de 2027, pero no están peleando con la gente acá. Si hubieran hecho algo, ganaban con todo el apoyo”. 

-¿Por qué seguís viniendo con tu EPOC y todo este contexto?

-Venir acá te cura, te da pila, es un remedio. Te mantiene ligado con tu realidad. ¿Voy a sentarme en una silla de paja a ver cómo pasan los vecinos por la ventana? ¡Me pego un tiro! Hay que creer en la lucha, creer en las calles. Hay que subir al ring aunque te caguen a sopapos, porque si tirás la toalla, perdemos. Nosotros vamos por el round final.

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Imagen en la plaza de Congreso.Foto: lavaca.org

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Mapumundi: Lef y una cartografía de la situación mapuche

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Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Lefxaru Nawel es ciudadano argentino de nacionalidad mapuche, werken (vocero) de la comunidad, abogado, profesor universitario, rockero y papá, entre otras cosas. Fue uno de los detenidos en julio por reclamar que se cumplan las leyes. Su mirada sobre el gobierno de las corporaciones, Occidente, el fin del cinismo, los cascarudos, el racismo y el odio, el progreso, el fracking, la pobreza, el agua, Vaca Muerta, la democracia y algunos datos sobre las utopías y el futuro. Por Sergio Ciancaglini.

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Elecciones 2025: la noche de las urnas

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Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

El gobierno obtuvo el 41% de los votos en la elección de medio término con menor índice de participación desde el regreso de la democracia. El enigma es qué cosas se acomodan y desacomodan a partir de este lunes en el que la vida continúa, aunque no está claro todavía de qué modo. Estuvimos en los búnkers y sus alrededores, que tal vez brinden algunas pistas sobre lo que se viene.  

Por Lucas Pedulla, Franco Ciancaglini y Claudia Acuña

Fotos: Lina Etchesuri y Juan Valeiro

La calle del búnker

La primera en llegar fue Patricia Bullrich, actual ministra de Seguridad, futura senadora, con una sonrisa que escondía el 50 por ciento de votos que sacó en la Ciudad.

Luego fue el presidente Javier Milei, que levantó un cartel que decía, de un lado, “las fuerzas del cielo – Virrey del Pino”, y del otro, “el futuro es en libertad”.

En tercer lugar, el ministro de Economía Luis Caputo.

Finalmente, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, acompañada del presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, dos que tampoco escondían buenos gestos: «Estamos contentos», dijo la hermana.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Todavía faltaban tres horas para que los primeros –y definitivos– resultados se multiplicaran en los cientos de celulares encendidos en la esquina de Córdoba y Maipú, frente al Hotel Libertador, convertido nuevamente en búnker de La Libertad Avanza en estas elecciones de medio término que tuvieron una participación del 67,8% del electorado, el número más bajo desde el regreso de la democracia en 1983. Hasta hoy, la baja participación en cada elección desdoblada hacía suponer que el perdedor era el oficialismo, ya que la ausencia se medía desde ese electorado desencantado con las políticas del gobierno.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Pero este domingo el mapa de la Argentina coloreado de violeta casi por completo hizo quemar todos los manuales una vez más, en un país cuya capacidad de asombro no tiene techo ni tampoco umbral de dolor. Y ni hablar del principal golpe: la victoria por menos de un punto (apenas 46.612 votos, al cierre de esta nota) en la provincia de Buenos Aires, principal bastión electoral por su caudal, lugar donde LLA se había comido una paliza de 13 puntos en las elecciones desdobladas de septiembre.

Una lectura rápida indica que, en territorio bonaerense, Fuerza Patria sacó 261.000 votos menos y LLA, 881.000 más. Un fiscal libertario comenta su sorpresa en esta calle que comienza a cantar sus primeros versos –»kuka tira piedra»– y lo dice abriendo bien grandes los ojos después de haber estado todo el día en una escuela de Pilar, norte del conurbano bonaerense: «Perder por seis puntos era un buen resultado, imaginate esto».

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Esto es, ni más ni menos, que le dieron vuelta la elección al peronismo, como pasó en su escuela. Su interpretación: «Hay una ancha avenida del medio que ve linealmente que el peronismo ganó y subió el dólar, aumentaron los precios y que el país se va a incendiar. Por eso, salió a votar». De todas formas, la participación fue baja, algo que tendía a perjudicarlos: «Te digo algo, porque hoy lo vi: para mí los que no fueron a votar son los del peronismo. No te olvides que ellos siguen su interna». El fiscal se mete a los festejos. Algo de ese antikirchnerismo y antiperonismo reloaded es lo que incita a estas cientos de personas a entonar con voz ronca: «Che Peluca, peronismo y kirchnerismo no queremos nunca más».

Por la avenida Córdoba pasan colectivos, autos y taxis que tocan bocina y sacan sus cuerpos por las ventanas que estimulan esa excitación. Por allí celebra Carlos, 45 años, vendedor de banderas con el logo del león, discapacitado y medicado, que lamenta la gente que tiene que salir a pedir por la emergencia: “Cuando se hagan auditorías y todo esté bien, la plata va a estar”. Vino de Berazategui, sur conurbano, donde votó la lista que seguía teniendo como cabeza a José Luis Espert, acusado de recibir dinero narco: “Mirá, si a mí me compran una bandera, yo no sé de dónde viene la plata. Si hizo algo, que pague”.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

El efecto Espert no se siente para nada. Las respuestas son pragmáticas: si robó, que lo metan preso. Luis, + 40, vino de Quilmes, también del sur, es herrero y dice que le está yendo bien: “Fui, voté esa lista, pero le creo a Milei, porque quiero un cambio, un futuro para mis nenes. Vamos a ver qué pasa. Pero mi apuesta es el cambio”.

Kevin, 24 años, es barbero, vecino de Recoleta: “Espert es un tipazo, pero si sos delincuente, adentro. Tiene que hacerse cargo, aunque todavía hay mucho que investigar”. Miranda, de 22, trabaja en una tercerizada, y vino con él: “Sí, él dijo cárcel o bala, entonces que se haga cargo: la ley es para todos igual, para mí, para él, para Karina o para Milei”.

Así es la doctrina liberal libertaria, explica Kevin, que dice que está en los mejores años de su vida: “No somos Suiza, somos un país pobre, estamos nadando en la profundidad pero de a poco estamos sacando cabeza. Hay que ponerle garra”. Para Miranda, la elección es fundamental para que “Milei siga con las reformas” y que el Congreso no se las trabe, “como los vetos”, aclara.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Algunos de ellos fueron por la emergencia en discapacidad, el financiamiento universitario y aumento de las jubilaciones. “¿Pero de dónde va a salir la plata?”, repregunta, en uno de los clásicos argumentos de Milei, al punto de posponer la reglamentación de las leyes.

¿Pero no se contradice con las retenciones cero a los agroexportadores? Miranda no titubea: “Es una apuesta para que entren dólares al país”.

Luis, en sus sesenta, es jubilado y tiene una “artritis brava”, por lo que camina con dos muletas sujetas a sus antebrazos. Lleva una remera de Milei de las elecciones 2021, cuando entró al Congreso por primera vez. Plantea una lógica microeconómica, bien de hogar, que se repite con eficacia en otros entrevistados: “Sé que el mejor ministro de economía soy yo. Si gano 100 y gasto 120, el problema soy yo. Todo arranca desde el hogar. No digo que Milei es papá y nosotros los hijos, pero está ordenando la casa. Hay que tener conciencia. El gobierno anterior jubiló gente a mansalva y mis familiares peronistas me dicen que me van a sacar la pensión, pero acá estoy. Es inútil entender la desgracia de los que apoyan al gobierno anterior, pero bueno: tenemos cuatro generaciones criadas en la vagancia. Movilizaban gente por migajas. Así la acostumbraron”. Sobre Espert, no duda: “¿Y quién lo acusa? ¿El setentista extremista de Taiana? ¿Por qué llegó la dictadura? Y vamos, no fueron 30 mil: el peronismo mató más gente con la pandemia que el militarismo”.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Beatriz, en sus veintis, es cordobesa pero vive a la vuelta del Hotel hace un año. No votó, porque todavía no hizo el cambio de domicilio, y trabaja en el rubro textil. “Está bravo. La venta, todo. Muchos esperando a ver qué pasa hoy. Algunas competencias nuestras nos dijeron que tenían un botón para pausar páginas y ver qué iba a pasar con las elecciones. Por el dólar, viste”. Pero ella, que no votó, igual banca: “Es más que nada un cambio”, repite.

Tema jubilaciones, economía, discapacidad: “Milei está hace dos años. ¿De quién es la culpa? ¿Del anterior, del nuevo, o del próximo? Yo perdí el año en mi universidad, hace dos años, porque no paraban de hacer paros. Y no fue por hoy”. Cuenta que tenía un abuelo radical y otro peronista, que hasta el último momento cantó la marcha: “Me contó que era policía en el Cordobazo, pero que ese día dejó el servicio porque no iba a reprimir al pueblo”. Le pregunto si sabe que ese 29 de mayo de 1969 estudiantes y obreros salieron a las calles en contra de una política económica de características similares a la de hoy. “Es verdad”, dice Beatriz y sonríe, aunque revolea los ojos. “Pero así es Argentina: cíclica”.

La euforia sigue.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

De todo lo que esta calle de esta Argentina cíclica vuelve a mostrar, como ya lo hizo en este mismo lugar durante el balotaje de 2023 con personas de barrio que no eran sólo aquellos vestidos de Jason y Jokers dispuestos para la foto satírica o la burla progre, los principales flashes apuntan a una nena, toda vestida de violeta, en brazos de su madre. La chiquita, con un brazo, la abraza, y con el otro agita una motosierra –también violeta– hecha con telgopor y con algunas firmas escritas con fibrón negro. “Son de Milei”, dice Sol, su mamá, comerciante del barrio porteño de Villa Crespo. Su hija, llamada Isa, y de tan sólo 7 años, la agita, feliz, y solo canta, como estas ¿doscientas?, ¿trescientas?, personas, dos palabras:

–Cristina tobillera.

Una reportera de RTVE de España la mira, por largo rato, como queriendo entender ese entusiasmo, esa sonrisa, ese fervor. Le pregunta a Sol, de 40 años, qué siente.

Ella pronuncia, entre el medio del ruido, la palabra esperanza.

La reportera la mira, con esos ojos ajenos, tan de otro país, como quizá millones estén mirando ahora estos resultados, esta noche, este fervor, que no se mide en algoritmos ni tampoco en marchas, pero que está ahí, tan a la vista, tan al lado, una vez más.

Los puntos y el knock out

Los puntos que se descontaba Fuerza Patria le sacaría a LLA en la provincia de Buenos Aires fueron bajando con el correr de las horas: de 10 a 5 puntos de diferencia, de 5 a empate. Había un cóctel programado que rápidamente pasó a estar en duda, lo que hizo que la prensa se abalanzara sobre los últimos sánguches de fiambre, con una voracidad que mataba la espera y el nerviosismo en un Hotel Gran Brizo de La Plata, dominado por el silencio y las caras largas.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Fotos: Lina Etchesuri/lavaca.org

Mientras tanto, llegaba por whatsapp el conteo de mesas de otras provincias con mejores números para LLA y se instalaba la idea de una elección nacional pareja. Tampoco fue así. A las 20 ya se hablaba de derrota. Y a las 21, con los primeros resultados, la sorpresa fue que se perdía incluso en la provincia de Buenos Aires. Fue knock out.

Indicios: más temprano el “cuervo” Larroque, Carli Bianco y Gabriel Katopodis habían llegado juntos al hotel-búnker y evitaron hablar con la prensa. El hermetismo duró hasta que el gobernador Axel Kicillof dio su discurso a las 22.30, después del de Milei. Los que dieron la cara ante los cronistas no fueron los candidatos bonaerenses sino algunos sindicalistas, que ocuparon un palco al costado del escenario principal.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Fotos: Lina Etchesuri/lavaca.org

Hugo Yasky fue el primero en contestar a la prensa tras los resultados: “Se ratifica un escenario de polarización a nivel nacional; quedan de pie dos grandes fuerzas. Evidentemente, la operación rescate del gobierno de Estados Unidos a Milei tuvo efecto”.

-¿Las listas estuvieron bien armadas?
-Si gana un candidato que tuvieron que bajar porque está sospechado de ser narco, fijate que la cosa no pasa por ahí.

-¿Hay autocrítica?
-La vamos a hacer con la seriedad y el tiempo que se merece.

-¿Le da la razón a Cristina el resultado?
-No, no se trata de eso. Este resultado demuestra que La Libertad Avanza terminó de incorporar al PRO y a gran parte de los votantes del radicalismo.

-¿Cuál es la propuesta para lo que viene?
-Necesitamos fortalecer la unidad y pensar una propuesta hacia la gente- finaliza Yasky.

Que esos sigan siendo temas pendientes tal vez explica parte de lo ocurrido este domingo.

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Fotos: Lina Etchesuri/lavaca.org

La gente

Tomasa, arquitecta, es una de las tantas anonadadas con el resultado:
-No me lo imaginaba, pero bueno, es parte de la presión que sembró Estados Unidos, ese temor de que si Milei no ganaba… Yo creo que la gente votó con ese miedo, con esa hipótesis.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Tomasa, sus banderas y reflexiones sobre la gente, Taiana, Kicillof y Cristina.

Agita dos banderas argentinas, una en cada mano.
-Al peronismo esto le tiene que dar fuerzas.

-¿Y el antiperonismo?
-Una elección más, una menos, no importa: el tema es que esto implica la entrega de soberanía, del agua, de los ríos, del petróleo.

-¿Y por qué la gente no vota por eso?
-No lo quieren ver.

-¿Quién te gusta?
-Taiana: no le pudieron hacer una campaña en contra.

-¿El gobernador?
-Me consta que se está haciendo cargo de lo que abandona el Estado nacional, como el Astillero Río Santiago.

-¿Y Cristina?
-Me está demostrando que tenía razón en muchas cosas.

-¿Qué falta?
-Intuición. Y amor. Lo contrario del amor es el miedo.

“No puede ser”, repite a su lado Andrea, que cree que en los números finales “hay algo raro”. Primero habla del sistema de votación –por primera vez en formato de boleta única–pero  luego reflexiona sobre la mezcla entre estrategias electorales y errores propios.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Andrea, su sobrina (con bolsos listos para irse a Europa a buscar trabajo y horizonte) y Soledad.

Comenta que algunas colegas enfermeras suyas votaron a Milei por una razón: “Quieren un cambio”. A su lado, su sobrina psicóloga ya tiene listos los bolsos para irse a vivir a Europa. Explica: “Los efectos de esto van a durar muchos años”. Menciona otra calidad de vida, la posibilidad de ejercer, más oportunidades.

Acá la van a estar esperando…
-Vamos a seguir laburando para que esto se termine– dice Andrea.

Pero Soledad, su amiga, acota:
-Si llegamos.

Habla, literalmente, de la muerte.

-Hicimos algunas cosas mal, es cierto. Pero estos… Spagnuolo, lo de Espert… no entiendo.

Vienen de ver a Cristina en el balcón de la calle San José, y ahora están bajo una llovizna esperando a Kicillof. Las sigue moviendo el amor, frente a lo que consideran odio ajeno:
-Es una lástima, porque la pagamos todos. Se llevan todo. Y este desastre va a durar años.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Fotos: Lina Etchesuri/lavaca.org

Otro de los que está pegado a la valla es Martín, a la espera de que salgan los dirigentes “para reconocer que se perdió”. Para él también “hay algo raro: no me cierran los números”. No lo puede creer.

Es jubilado, exferroviario. Cuenta que se le acercan personas a pedirle comida en un pequeño local con el que complementa sus 600 mil pesos de jubilación (tras 40 años de aportes).
-Me da pudor, me da vergüenza que la gente pida para comer. Lo que está pasando no tiene precedentes.

Habla del mismo ministro de Economía que endeudó al país con Macri primero, y ahora, en nombre de las finanzas. Y vuelve a sacudir la cabeza en señal de incredulidad:
-Si vos me decís: ganó porque hizo obras… ¿qué obra hizo? Los jubilados, los discapacitados estamos por el piso.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Fotos: Lina Etchesuri/lavaca.org

-¿Cómo se explica?
-No tiene explicación, no me va a entrar en la cabeza. La miseria que hay en la calle, no hay trabajo. Endeudaron al país y metieron a Cristina presa. ¿Y ellos? Son estafadores, son evasores, y no dan explicaciones. ¿A quién beneficiaron? Solamente los peronistas van presos.

Sobre ese tema cuenta: “Soy peronista por mi papá. Me crié en los 70, en una casa donde escondían la foto de Perón y Evita porque te perseguían”. Ahora se expresa libremente acá, pero también se siente en una encerrona: “Hay algo muy oscuro, muy turbio. Estos tipos no me merecen ningún respeto, porque no respetan al pueblo”.

-¿La gente se va a dar cuenta de eso?
-No. Porque la justicia que tenemos en Argentina es in-justicia. Hay que empezar de nuevo muchas cosas. No es solo esperar las próximas elecciones.

Otro de los que aceptó hablar con lavaca fue Héctor Daer, secretario general de la CGT.

-Le escuché decir que en una elección se gana o se pierde por un voto, pero que no hay que andar con caras largas. Ahora bien, ¿cómo pensar la composición del Congreso?

-Los números siempre van a depender de un sector que pendule, el mismo que hoy votó “por afuera” o “por el medio”, entre comillas. Es ese sector que dice “no estoy de acuerdo con esto ni con lo otro”, pero después termina votando todo. Esos sectores van a tener que refrendar en el Congreso los discursos que tuvieron durante la campaña. Fijate que desde el último trimestre del año pasado el oficialismo tuvo fracaso tras fracaso en el Congreso. Y con algo inédito: se ven obligados a promulgar una ley porque el Congreso les rechazó el veto, pero dicen “hasta que no me digan cómo se financia, no la aplico”. Eso no se vio nunca en la Argentina. Son cosas que la democracia tiene que resolver. Que en plena campaña el propio Presidente diga que lo único que aspira es a tener un tercio para sostener sus vetos habla de la poca creatividad y de la escasa consideración por el Poder Legislativo. Muchas de las cosas que estamos viendo son insólitas.

Fotos: Lina Etchesuri/lavaca.org

-Después de septiembre, ¿cómo se explica este resultado? ¿También es la gente eligiendo esas cosas insólitas?

-No hay que enojarse con el votante. Tal vez nos equivocamos en el debate. Desde el movimiento obrero, en 2023 fuimos claros sobre lo que se venía, pero parece que no alcanzó. Ahora veremos los resultados y analizaremos en qué nos equivocamos.

-¿En qué sentido hubo errores?

-El peronismo tiene representación sobre sectores muy heterogéneos. A veces concentramos el discurso en los derechos laborales, las conquistas, pero eso representa solo una parte de la población. Hay otro sector que no goza de esos derechos, y en esa heterogeneidad quizás no logramos universalizar el mensaje, hablarle a más gente. No es fácil, porque hay que unificar el discurso, definir qué hacer. Y parece que eso no se hizo.

-¿Cómo se puede corregir de acá en adelante?

-Hay que laburar para lograrlo. Si no fuéramos optimistas, estaríamos todos en casa tomando el último mate y yéndonos a dormir. Pero somos optimistas, y por eso seguimos acompañando.

¿El armado electoral o la estrategia pudieron haber sido mejores?

-Cuando se firman las listas, todos son los mejores y las mejores, ¿no? Pero bueno, después la realidad te acomoda.

-¿Cómo estará la calle de acá a diciembre?

-La calle va a tener un termómetro que tiene que ver con las cuestiones sociales, más que nada. La legitimidad electoral no te da legitimidad absoluta para hacer lo que se te ocurra. Esto es día a día.

-¿Hay un paro en el horizonte?

-Por ahora no. Ya vimos en el último paro que hubo un sector grande que no pudo movilizarse porque cobra por día trabajado. Entonces las dificultades para vaciar todo con medida fuerza no son las mismas que antes.

-¿Y si el oficialismo avanza con una reforma laboral?

-Ahí sí. Ahí vas a tener a todos los trabajadores encolumnados. Olvidate.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Fotos: Lina Etchesuri/lavaca.org

La jornada terminó a las 23 horas, después de que hablara Axel Kicillof, único orador, ladeado por la vicegobernadora Verónica Magario. Hizo una lectura de las elecciones bonaerenses (“muy ajustada”), le habló al gobierno y dijo que hay que redoblar el esfuerzo para construir una alternativa: “Ni miedo ni resignación. Más esfuerzo, más militancia y más trabajo. Vamos a usar todos los recursos para seguir funcionando como escudo y como red. Pero además de ayudar y proteger, es nuestra obligación construir una alternativa que le muestre a nuestro pueblo que hay otro camino”.

En el escenario lo acompañaron Máximo Kirchner, Sergio Massa y Juan Grabois, entre otros. Finalizaron cantando tibiamente la marcha peronista.

Mirando a la izquierda

Es más importante transformar que interpretar, proclama el principio básico del marxismo, pero lo que este domingo impregna el primer piso del club vasco donde se reúne la dirigencia y militancia del Frente de Izquierda es el aroma de la prudencia, a pesar de tener algo para festejar: una diputada por Capital (Myriam Bregman) y dos por provincia de Buenos Aires (Nicolás Del Caño y Romina Del Pla). La cosecha porteña fue importante: en mayo fue de 3,6% y hoy, el 9%, mérito sin duda de La Rusa, como apodan a Bregman.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Fotos: lavaca.org

La cautela la siembra el contexto: no es el Congreso de la Nación el escenario de ninguna transformación. “Es la calle”, dirá Del Pla, sin dudar y aferrándose a la memoria reciente “Lo mismo sucedió con Macri, que ganó las elecciones de medio tiempo y envalentonado quiso imponer la reforma laboral y jubilatoria y así le fue después”.

Juan Carlos Giordano –quien reemplazará a Del Caño en la rotación de su banca como diputado nacional– suma otras cuentas: “La gente que no fue a votar representa casi diez millones”. En su mirada esa cantidad hay que facturarla también a la oposición al gobierno, junto con el casi 60% que eligió otras fuerzas. ¿Será así? Para Cele Fierro no hay duda: “Solo hay que mirar un poco lo que sucede en el resto del mundo donde al mismo tiempo que la ultraderecha llega a controlar los aparatos de gobierno también hay una multitud que no deja de expresarse en las calles para defender otros valores”. Por ahí, creen, pasará lo que transforma: el voto con los pies.

Elecciones 2025: la noche de las urnas

Fotos: Lina Etchesuri/ lavaca.org

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