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Ley Ómnibus: Camarazo contra la represión 

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Frente al Congreso se organizó un “Camarazo” como reclamo contra la violencia policial que vienen sufriendo no solo manifestantes, sino especialmente quienes realizan la cobertura periodística de lo que sucede. Las características del nuevo gas que utilizan las fuerzas de seguridad, detalles de lo que ha venido ocurriendo y lo que significa un nuevo atentado a la libertad de expresión.

Texto: Francisco Pandolfi

El fondo es el mismo: el Congreso de la Nación Argentina. 

Pero esta vez, una multitud de reporteras y reporteros gráficos no están con cascos que recubren sus cabezas; ni con antiparras o anteojos para soldar que les protejan sus ojos; ni pañuelos ni barbijos que resguarden sus bocas; ni máscaras de gas que atajen un químico tan desconocido como asfixiante. 

En el Camarazo convocado este mediodía desde la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGra), la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN) y el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa), las caras están descubiertas, las cámaras están alzadas y el grito es al unísono: basta de represión a las y los trabajadores de prensa. Basta de balas de goma, basta de gases. 

Y advierten: “Nuestros ojos miran”. 

“No estamos en guerra”

“Este protocolo no es para una ciudad como Buenos Aires, no estamos en guerra, no es Palestina, no es Ucrania ni Rusia. Como reporteros gráficos no debemos estar vestidos como soldados con chalecos, cascos de kevlar y máscaras de gases. Tampoco creo que las marchas deban tener esa vista de los reporteros gráficos, preparados para un enfrentamiento; estamos sentando un precedente de que ahora sí pueden disparar a mansalva porque estamos protegidos. Pareciera que quieren implantar lo mismo que sucedió en Chile, donde tiraron de todo y con todo”, define el fotógrafo Juan Pablo Barrientos.  

Entre las coberturas del miércoles, jueves y viernes por las manifestaciones contra la Ley Ómnibus que impulsa el Ejecutivo, hubo alrededor de 60 heridos, y más de la mitad fueron trabajadores de prensa, a manos de las distintas fuerzas federales que desplegó la ministra de Seguridad Patricia Bullrich en la plaza del Congreso –Gendarmería, Prefectura, Policía Federal, Guardia de Infantería Aeroportuaria y Policía de seguridad Aeroportuaria–.

“No quieren que la sociedad se entere”

Susi Maresca, reportera gráfica y fotógrafa documentalista, recibió tres balazos de goma. Repudia: “Estamos acá para denunciar todas las violaciones a los derechos humanos. Estamos siendo objetivo de la violencia estatal y policial, porque no quieren que mostremos lo que vemos, que la sociedad se entere de lo que está pasando y de qué modo quieren aprobar esta ley, en detrimento de nuestros derechos humanos y naturales”.

Ley Ómnibus: Camarazo contra la represión 

Susi Maresca, una de las fotógrafas reprimidas.

Rodrigo Ruiz integra la revista Cítrica y es otro de los fotógrafos que fue reprimido con balas de goma. “De un momento a otro, sobre esta misma plaza donde estamos ahora parados, recibí tres disparos de la Policía Motorizada Federal, que me dejaron bastante shockeado. Fue la primera vez que me sucedió en todos estos años de laburo”. 

Ley Ómnibus: Camarazo contra la represión 

La represión a la prensa, en una foto.

El después, no fue menos traumático: “El caudal de sangre que corría sobre mi pierna era considerable. En una posta sanitaria me limpiaron la herida y un compañero me llevó al hospital Ramos Mejía, donde la guardia estaba sin atención administrativa y solo había un médico. Fui al hospital público de Wilde donde me hicieron unos Rayos X y se demostró que tenía alojado un perdigón. Cuando pedí que me lo sacaran, respondieron:
’Tu vida no está en riesgo y para retirarla necesitamos la orden de un juez’. Al día siguiente fui a la Procuraduría contra la Violencia Institucional a realizar la denuncia y me remitieron al cuerpo médico forense en el cual consta la sugerencia del fiscal de retirar el objeto.
Sin embargo, ahí tampoco me extrajeron la bala porque en ese lugar no había ‘herramientas para tratar a gente’, así que la bala me la terminó sacando una persona conocida”. 

Ley Ómnibus: Camarazo contra la represión 

Rodrigo Ruiz, reportero gráfico que sufrió tres balazos de goma.

Libertad de expresión

En el Camarazo, hay una canción que se repite en loop: “Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode”. También se canta contra Patricia Bullrich, responsable política de la acción policial: “Este Camarazo tiene una razón muy puntual, que es el atentado a la libertad de prensa por parte de las Fuerzas de Seguridad que atacaron indiscriminadamente a un montón de colegas de diferentes formas, no solo con balazos de goma, sino también con gases lacrimógenos. Hay que visibilizar este avance ilegal”, expresa Gabriela Salomone, docente de ARGRA. Completa: “Hay una campaña de amedrentamiento y miedo. Nadie está buscando violencia, ni enfrentamiento, simplemente queremos registrar lo que está ocurriendo. Somos fotógrafas y fotógrafos trabajando, nada más”.

Analiza Mariana Nedelcu, fotógrafa freelance: “No podemos documentar con libertad, hay claramente un ataque dirigido hacia la prensa”.

¿Qué es lo que más te sorprendió de estos días de represión? 

–Varias cuestiones. Por un lado, esta especie de ensañamiento con nosotros; el hecho de no dejarnos mostrar lo que está pasando; por otro lado, el uso de este gas que no sé ni cómo llamarlo. Es muy fuerte y ha anulado a varios compañeros y compañeras, ya que te impide ver correctamente. Sin ir más lejos, en una de las jornadas de la semana pasada ligué gases sin haber estado de frente, sino de rebote. Durante toda la jornada no vi bien, hice fotos sin saber si estaba enfocando o no. Además de la vista, quema la piel, arde y dura muchísimas horas, algo que antes no era así. Realmente no te permite trabajar. Lo otro que me llamó la atención es la presencia ridícula, absurda y desmedida de la cantidad de Fuerzas de Seguridad alrededor del Congreso. No tiene explicación más que un show que están haciendo, en el que nos encierran con unas coreografías que antes no se veían.

Hablaste de ensañamiento. ¿La prensa fue un flanco a apuntar directamente? 

–Sí, porque si bien han reprimido a todo el mundo, no solo a los trabajadores de prensa, es un dato objetivo que hay un número muy grande que fue agredido y reprimido; los datos lo demuestran, hay un ataque directo que tiene que ver con no dejarnos documentar, que es lo que debemos hacer y vamos a seguir haciendo.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Héctor Guerrero procesado: el gendarme que le disparó a Pablo Grillo

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El fallo de la jueza María Servini confirma que el 12 de marzo el gendarme Héctor Guerrero disparó horizontal y directamente a la cabeza de Pablo Grillo, y que realizó otros cinco disparos antirreglamentarios, del mismo tipo. Luego lo nombraron instructor de tiro. La contundente descripción de lo sucedido, y de la responsabilidad del cabo. Lo que explican a lavaca el hermano y el padre de Pablo: Ahora que la Justicia comprobó al autor material, hay que ir por quienes dieron las órdenes.

Por Francisco Pandolfi

La jueza federal María Servini procesó este martes al cabo Héctor Jesús Guerrero por los delitos de lesiones gravísimas y abuso de armas reiterado en cinco oportunidades, agravado por integrar una fuerza de seguridad: Gendarmería Nacional.

La jueza además dio por probado que Guerrero disparó desde la intersección de las calles Hipólito Yrigoyen y Solís la granada de gas lacrimógeno que impactó en la cabeza dal fotógrafo Pablo Grillo, dejándolo al borde de la muerte, el miércoles 12 de marzo en el marco de la movilización de jubiladas y jubilados en las inmediaciones del Congreso de la Nación.

“No revisten dudas razonables acerca de que ese fuera el agente que realizara los disparos en cuestión”, dice el fallo de 293 páginas.

El resultado que buscaba

El dictamen es contundente y explica que Guerrero hizo lo que se proponía (no hubo error o accidente): “La figura de las lesiones gravísimas puede ser cometida tanto por dolo directo como por eventual, del material probatorio incorporado a esta causa me permito afirmar que por este delito Guerrero actuó, respecto a ese resultado gravísimo, con este último. El aquí procesado se representó la posibilidad de producir las lesiones gravísimas, y con su actitud o predisposición psíquica, le resultó indiferente la eventualidad del resultado. Vale decir que procedió sin importar que ello suceda. Esta actitud de indiferencia o de asentimiento hacia la probable producción del resultado es lo que hace inclinarme a dictar su procesamiento por el delito de forma dolosa”.

Héctor Guerrero procesado: el gendarme que le disparó a Pablo Grillo

Pablo Grillo, durante un momento de recuperación, tras el cual volvió a terapia intensiva y a múltiples operaciones.

Disparo horizontal

La jueza Servini, a cargo del Juzgado Criminal y Correccional Federal N° 1 de la Ciudad de Buenos Aires afirmó que el disparo de Guerrero fue de forma horizontal y antirreglamentaria “a sabiendas de que con su accionar podía poner en riesgo la integridad física de cualquiera de las personas que se hallaban frente a él, o incluso la vida”. 

Servini se refirió a la prueba audiovisual con la que basó su decisión y desechó el argumento esgrimido por el gendarme en su declaración del pasado 17 de septiembre, sobre carecer de la visual de los manifestantes:

“De estas imágenes puede apreciarse sin ninguna duda que Guerrero efectuó el disparo de forma antirreglamentaria en dirección hacia la cual se hallaban los manifestantes, con una visibilidad más que clara, sin haber ni humo ni agua ni ninguna otra sustancia u obstáculo que pudiera haber evitado que el nombrado detectara la presencia de una gran cantidad de personas en la dirección hacia la que disparó”. 

Héctor Guerrero procesado: el gendarme que le disparó a Pablo Grillo

Guerrero en septiembre, al ir a declarar ante la jueza Servini.

El instructor de tiro

Servini resaltó en el procesamiento que el cabo estaba capacitado para disparar este tipo de armas. “Surge con claridad la experiencia con la que contaba Héctor Jesús Guerrero, no tratándose de una persona inexperta, todo lo contrario”.

Nueve días después de la ejecución criminal, el cabo fue reconocido. Dice Servini en su resolución: “Es dable destacar que el día 21 de marzo de 2025 ejerció funciones como instructor de tiro de la Sección de Empleo Inmediato, por lo que el nombrado resulta ser una persona capacitada en cuanto a ello”.  

El 11 de agosto pasado y por orden del Juzgado, la División Balística de la Policía de la Ciudad junto con peritos de la querella y la defensa reconstruyeron la ejecución producida por Guerrero y descartaron que el disparo hubiera sido en 45 grados hacia arriba o entre los 30 y 45 grados hacia abajo, como obliga el manual de las pistolas lanzagases. Y dictaminaron que si Guerrero hubiese disparado en cualquiera de esas dos formas, el cartucho no hubiera alcanzado a Pablo del modo en que sucedió.

El juzgado comprobó que Guerrero durante la represión disparó contra los manifestantes otras cinco veces de forma antirreglamentaria. El procesamiento es sin prisión preventiva, se le impuso un embargo de 203 millones de pesos y le mantuvo la prohibición de salir del país.

Pablo hoy, y lo que empieza

Pablo Grillo continúa en el hospital de rehabilitación neurológica Manuel Rocca, a casi siete meses del disparo que estuvo a punto de quitarle la vida, y que se la cambió para siempre. El 12 de marzo estaba cubriendo la manifestación hasta que a las 17.18 recibió el impacto de munición de gas lacrimógeno en la parte frontal de su cabeza, herida que le hizo perder masa encefálica y derivó en múltiples cirugías que lo mantuvieron internado en terapia intensiva durante meses.

Desde la organización de familiares y amigos de Pablo comunicaron hoy las novedades de su estado de salud: “Su evolución es positiva, está empezando a comer papilla con ayuda. Continúa con sonda como alimento principal. Se sienta y se levanta con asistencia. Le están administrando medicación para que esté más reactivo. Seguimos para adelante. Lento, pero a paso firme”.

Su hermano Emiliano le cuenta a lavaca lo que siente tras enterarse del dictamen judicial: “Con este procesamiento tengo un montón de sensaciones. Una mezcla de alegría, bronca, tristeza, porque mi hermano no tendría que estar así, todo esto no debería haber pasado. Yo me niego a naturalizar estas situaciones. Sabíamos que más tarde o más temprano este procesamiento iba a llegar porque El Mapa de la Policía hizo un trabajo extraordinario y demostró quién fue el que tiró. Estamos satisfechos con la decisión de la jueza. Ahora que la Justicia comprobó al autor material, hay que ir por quienes dieron las órdenes. Hasta el momento tenemos una justicia parcial, para que sea total hay que ir por la cadena de mandos”. 

Agrega a lavaca Fabián, el padre de Pablo: “Es un paso importante, está dentro de lo que esperábamos. Hay que seguir, veremos lo que resuelve el juzgado de aquí en más. Las sensaciones son raras, porque no podría decir que es alegría ya que Pablo todavía no está bien. Mejorando mucho, pero no bien del todo. Lo importante es que se empiece a hacer justicia. Este es sólo el comienzo”.

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Imagen durante uno de los actos frente a Comodoro Py.

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Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

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El acto de jubiladas y jubilados volvió a exhibir este miércoles la absurda represión contra personas que trabajaron toda la vida y se manifiestan pacíficamente ante la licuación brutal de sus ingresos. Tras los golpes, las fuerzas de Gendarmería, Prefectura y Policía Federal (que no parecen estar donde deberían), recibieron orden de retirada, mientras la gente celebraba otra batalla ganada. El acompañamiento de personas discapacitadas, la creatividad de los carteles, las estampitas de la Virgen y las teorías sobre el fernet para describir parte de la actualidad.

Por Lucas Pedulla y Sergio Ciancaglini

Fotos: Juan Valeiro/ lavaca.org

El horario de marcha de jubilados y jubiladas de todos los miércoles es a las 15 horas: a la hora señalada ya había un jubilado detenido –Julio Vargas, luego liberado– y una decena de heridos entre gases, palos y escudos. Por ejemplo Carlos, más conocido como Chaca, el mítico hincha de Chacarita Juniors, en un día en el que el gobierno había anunciado descuentos en supermercados: “Ni enterado, pero ya nadie les cree nada. Mirá”, dice y muestra sus brazos golpeados, su codo ensangrentado, el labio partido por un golpe. “Hoy de vuelta nos fajaron. Pero que hagan todo lo que quieran hacer, ya se van”.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Golpes en los brazos, el labio partido y la sonrisa de Carlos Chaca: las fuerzas de Bullrich terminaron yéndose mientras la gente celebraba.

Tapar a Espert

Las agresiones incluyeron a la Prefectura Naval y a la Gendarmería, ubicadas en Rivadavia y Callao para castigar a personas ancianas mientras las fronteras siguen siendo un colador por el que entran y escapan narcos, según se informa cada día.  

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Un total de 20 heridos, según mencionó el Centro Provincial por la Memoria.

Después de la represión, la escenografía del Congreso volvió a evidenciar su irracionalidad: el cordón de policías federales, prefectos y gendarmes circundaba la plazoleta y abarcaba dos cuadras. Es la segunda semana consecutiva en la que el despliegue del operativo queda a cargo de las fuerzas federales, luego de varios miércoles donde la única fuerza que se veía era la Policía de la Ciudad.

“Esto se llama Operativo No Rompan Las Pelotas”, define Lorenzo, 73 años, vecino del partido bonaerense de San Martín. “No quieren mostrar debilidad y quieren tapar a Espert. Tienen mil quilombos, y creen que esto a Bullrich le suma puntos para su campaña”.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

La marcha pacífica después de otra represión absurda. Gendarmería y Prefectura, ¿no deberían estar en otra parte?

Esa sumatoria todavía está por verse: alguien debió pensar algo distinto si hoy desistieron repentinamente de agredir a jubilados. El razonamiento de Lorenzo emparenta el despliegue policial con la candidatura de la ministra de Seguridad a una banca en el Senado, un lugar donde tendrá fueros que la podrían proteger ante un eventual avance en las causas por las diversas represiones que la tienen como la máxima responsable política, entre ellas el balazo que dejó al borde de la muerte al fotógrafo Pablo Grillo, hoy en rehabilitación.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Retenciones y fin de mes

A Lorenzo lo escucha Juan Manuel, uno de los tantos jubilados que redacta carteles que van marcando el ritmo de la época: lleva 115 frases anotadas en una libretita, ordenadas por fecha de creación. 

Hoy exhibe dos, que aquí registramos:

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet
Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Sobre esta última hipótesis, Juan Manuel hace un gesto con su mano derecha, como quien describe a algo que está rumbo a otra parte.  

Despidiendo policías

Los que primero parten, en este caso, son los efectivos (?) federales. La gente de a poco fue sobrepasando al cordón policial, empujándolos hacia la vereda, hasta que de alguna parte llegó la orden de abandonar el lugar.

La manifestación los despide cantando: “Son todos narcos”. Lo pesado de los trajes policiales, sus escudos, armas y tonfas, hace cada movimiento más robótico, y en muchos sentidos más absurdo. El vallado que separa el punto de fuga de la plaza es tan grande que solo por un pequeño pasillo los cientos de efectivos se escabullen a un ritmo que permite que el estribillo que no cesa –“son todos narcos”– sea capturado por cientos de cámaras. 

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Una imagen resulta conmovedora. Alberto, un hombre ciego, camina con un bastón en la mano derecha y la izquierda la lleva apoyada –para guiarse– en el hombro de Sergio, que avanza en silla de ruedas.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

Alberto y Sergio.

Forman parte de un pequeño grupo que incluye a Ariel, que tiene síndrome de Down, Remigia en su andador eléctrico, integrante de la CTA, Julito, también ciego, Sol, Daniel. Marcela y Leonor los acompañan y llevan una pequeña bandera que dice “Unidos por la especial”, en referencia a la educación especial eliminada, calcula Leonor, en más de 20 escuelas porteñas. Alguien que ve a ese pequeño grupo manifestarse plantea una posibilidad: “Este pueblo es invencible”.

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Alberto dice: “No podemos dejar que nos quiten los derechos, nos pisoteen como un trapo sucio en el fondo de una casa”. Sergio agrega: “Hoy encima, como vienen las elecciones, te dicen que te van a dar descuentos en los supermercados. Nos toman de idiotas. Pero así les va a ir”.

Sobre las estampas y el fernet

Cuando se va el último policía, la plaza celebra. Entonces empieza la marcha, como cada miércoles. Aparece una tercera fuerza –Policía de la Ciudad– que sólo armará un cordón sobre Sáenz Peña para que la marcha no siga hasta Plaza de Mayo.

Allí está Patricia, 68 años, de zona norte del conurbano, que le reparte estampitas de la Virgen María a los policías.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

La sonrisa de Patricia, observada por la policía y por un «eternauta» de prensa.

Algunos se ríen, otros permanecen inmutables, y ella dice: “Necesitamos bendiciones. Prefiero confiar en la misericordia. Es una forma de decirle al Presidente que se está equivocando. Confiemos en que puede escuchar, ¿no? Escuchó el resultado de las elecciones, pero no está escuchando la calle. Hay que seguir viniendo. Y pedir por los derechos del pueblo”. 

La insistencia sonriente de Patricia genera lo inesperado: varios policías aceptan la estampa de la Virgen y le agradecen. Nadie sabe muy bien cómo interpretar eso. Ella arquea las cejas: “No se pueden conocer los caminos de la misericordia”.

Un poco más allá hay una celebración de cumpleaños, con orquesta de bombos y trompetas, con baile de jubiladas y jubilados al ritmo de «como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar».

Selva, 65 años, vecina del barrio porteño de Floresta tiene una bandera argentina atada como capa, gorrito celeste y blanco, y un cartel que ranquea entre los más llamativos de la jornada:

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet


Su situación –dice– es como la de cualquier otra jubilada: “Tengo la suerte de tener mi casa, un baño con agua caliente, mi comida calentita, pero la veo feo para mis hijos”. Por eso no se pierde un miércoles. Tampoco pierde el humor: “Toda mi vida traté de ser respetuosa. No me gusta venir y pelear con la policía. Pero no nos vamos a dejar asustar. A mi hermana y a mí nos tiraron con el hidrante en el invierno pero seguimos luchando”.

¿Cómo seguimos? “Hay que ir a votar. Cada uno sabe en qué momento estuvo mejor. Hay que luchar. Siempre con esto”, dice y señala su obra de arte sobre el fernet: “Con la palabra y la sonrisa”.

Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

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