Actualidad
Los vecinos de Cristina

En el barrio donde vive CFK hay gente que llega a apoyarla, cruzándose con los vecinos de siempre. Un kiosquero que votó a Milei, cuyas ventas caídas crecieron desde el martes. Un desocupado que banca a Macri pero salió a vender tortafritas. Dos jóvenes antipolítica que trabajan de mensajería y Rappi para pagar una pensión de 300 mil pesos mensuales. Dos peluqueros dominicanos que celebran el bullicio. Una vecina que se aterra de vivir así por seis años. Otras que gritan de alegría cada vez que Cristina sale al balcón. Una dominicana que extraña a la gente con dinero. La jefa de un bar que necesita bancar los arreglos. El playero de GNC al que le importa lo suyo, pero además habla de sus abuelos. Recorrimos el barrio donde está el edificio de San José 1111, esquina Humberto Primo. Hubo desalojo de la policía de la Ciudad el domingo a la madrugada, pero en el va y viene de estos tiempos, la gente volvió. Voces, historias, pintadas y carteles, entre aromas de chorizos y bombos de murga, en la zona donde Cristina pidió cumplir su condena.
Por Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro y Tadeo Bourbon
Cuando Jorge Luis Borges escribió El aleph en 1949, acerca del lugar donde era posible ver todos los mundos y desde todos los ángulos, ambientado en un húmedo sótano del barrio porteño de Constitución, no era posible que imaginara un punto donde se viera todo lo que el Chino y Matías están viendo mientras se comparten unos bizcochitos Don Satur.
Un cartel que dice “Magnetto mafioso”. Puestos de choris, bondiolas, patis y vacíos. Un pasacalle del sindicato de municipales de Lanús. Puestos de remeras de Lula, Evita, Fidel, el Che, el Diego y una que dice “Yegua, Puta y Montonera”. Una gigantografía del presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, con una presentación: “Soy mulo del poder”. Otra de su colega Carlos Rosenkrantz, ex abogado del mayor multimedios argentino, con un galardón que hace referencia: “Premio a nuestro mejor empleado. Clarín”. Una bandera del SMATA. Otro puesto que no sólo vende cerveza y fernet, sino también gancia y vodka.
El Chino y Matías observan a esas personas que desde el martes están cortando las calles de San José y Humberto Primo, en la Constitución de Borges. Ambos conversan de cosas que no tienen nada que ver con aquel grupo que canta contra los gorilas o con aquel otro que vigila sin pestañear ese balcón que tienen a sólo veinte metros de donde viven –una puerta verde sobre San José que da a una pensión– y por donde, cada tanto, se asoma Cristina Fernández de Kirchner a saludar, momento en el que esa gente grita, llora, enloquece.
“Yo no opino, a mí no me jode, cada uno con lo suyo”, dice Matías, 25 años, con desdén, porque de todos modos él tiene que trabajar para pagar la pieza con baño de la pensión que le cobra 300 mil pesos por mes. Para eso hace Rappi con la bici, todos los días, de seis de la mañana a tres de la tarde, nueve horas, para sacar 300 mil pesos por semana.
El Chino, cuatro años mayor que él, hace trabajos de mensajería por el conurbano para pagar el mismo precio en la misma pensión. Tampoco le molesta el olor a chori, los cantos a cualquier hora del día, las cámaras de la televisión en todo momento. “Capaz sí, un poco, cuando se llena mucho de gente y suena la alarma de la moto”, dice, aunque recalca que cada uno tiene el derecho a reclamar por lo que quiera.
“Igual, de política, cero”, aclara Matías, que nunca va a votar.
“Mis últimas tres elecciones fueron en blanco”, dice el Chino, que comparte la misma sensación anti con su grupo de amigos futboleros. “De diez, siete votaron en blanco”.
No hay mucho más argumento. Simplemente, no le dan importancia. En la Comuna 1, donde La Libertad Avanza sacó el 31,60 % de los votos (32.839) sobre el 26,12 % (27.147) de Es Ahora Buenos Aires, fue una elección marcada por lo que estos dos muchachos están diciendo: la participación más baja en 20 años de la Ciudad. Pero si uno focaliza en Constitución en particular, el mismo barrio del Chino, Matías y Cristina, el opositor Leandro Santoro le ganó al vocero oficialista Manuel Adorni por más de cinco puntos.
Una simultaneidad de mundos muy enmarañada hasta para el propio Borges.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca.
Los desalojados que volvieron
La casa de Cristina queda en San José 1111. La búsqueda de la dirección en Google Maps se convirtió en otro de los escenarios de disputa virtual. Hace unos días la referencia que salía era “La casa de la chorra condenada”, luego mutó a “Puerta de Hierro CFK. Proscripta”, y al menos hasta este domingo la leyenda que se había asentado era otra: “Casa de la mejor presidenta de la historia”. Debajo del piso –que pertenece a su hija, Florencia– hay un cartel en venta de la compañía inmobiliaria ZipCode, un departamento de ocho ambientes, con patio y balcón, valuado en 275.000 dólares y con expensas de 175.000 pesos.
En la puerta hay custodia y una constelación de carteles, dibujos y escritos con fibrón, que el domingo a la madrugada un operativo de la policía de la Ciudad hizo volar, junto con el desalojo de toda la gente que había allí en vigilia. Los carteles.
- “X vos pude estudiar”.
- “Gracias por devolvernos la dignidad”.
- “El pueblo no olvida a quien no lo traiciona”.
- “Yegua te amamos”.
- “No es Rapunzel en la torre. Es la mejor presidenta que tuvo la Argentina”.
- “Gracias a Cristina mis papás se jubilaron”.
- “Aguante Cristina, manga de caretas”.
Otra de las pintadas que hay por todo el barrio es la de las siglas CFK sobre la V, emulando la vieja mitología peronista de la P y de la V, que significó: Perón Vuelve. Será difícil para los policías borrarlas, de las paredes y de las intenciones de mucha gente. De hecho, después del desalojo policial de la madrugada, la gente fue volviendo hasta ocupar nuevamente la esquina, pegando de paso otra vez sus carteles, reclamos y deseos.
Enfrente está el kiosco de Bernardo, 31 años, a quien las cosas le importan un poco más que al Chino y a Matías. No le molesta la gente. “Se está vendiendo”, sonríe, y hasta cuenta que el jefe extendió el horario de atención para aprovechar un poco más la suerte de tanto inesperado público. Sobre el motivo de esta calle repleta, sin embargo, titubea: “Cómo explicarlo. Porque la acusan de que ella es esto, que hizo aquello, que la van a meter presa, que no, y entonces llega un momento en que la gente ya no cree. Capaz que sí robó, pero como estuvieron jugando tanto tiempo, ya no tienen credibilidad. Aparte, vamos a ser sinceros, los que la están juzgando no tienen el historial limpio, porque si hace tanto tenían las pruebas, ¿por qué no hicieron nada?”.
Bernardo se frena y atiende a una señora con su hija. Le compran un Baggio de naranja. Luego dice que el gobierno de Cristina “tuvo su época” y que no fue “todo malo”, pero por algo después no salió elegido. Entonces llegó Macri, después Alberto, y ahora Milei. “Este gobierno todavía está por verse –dice–. Por ahora quiero ver qué pasa, porque todavía no puedo tomar una decisión. Macri, después de cuatro años, sabés que fue un desastre”.
Entonces Bernardo reconoce, entre dientes, que votó a Milei: “Y… quería un cambio, pero estamos viendo qué cosas hace bien y qué no”.
Las cosas que sí: “La estabilidad económica, hay precios planchados, pero este país cuesta”.
Las cosas que no: “Todo el tema de las criptos”.
Otra madre entra a preguntar por un paquete de tutucas.
Afuera, todavía, se escuchan bombos.

Fotos: Tadeo Bourbon para lavaca.
El macrista desocupado
Todo el tiempo a toda hora hay circulación de gente y entrada de organizaciones, como lo está haciendo ahora el PJ de Lomas de Zamora. El corte permanente desde el martes había motivado que los colectivos de las líneas 60 y 126, que pasaban por Humberto Primo, y los de la 102, por San José, circularan por las calles aledañas. Algunos vecinos sacan sus autos en contramano por San José, pero otros pasan lento entre la multitud, como olas que se abren aun en mares tempestuosos.
Enfrente de la pensión del Chino y Matías hay un hombre al que varios saludan de lejos, como un vecino de siempre. Se llama Omar, tiene 50 años, y las vidrieras que dicen “despensa” son, en realidad, su casa. Le baja el precio a la calle, encogiéndose de hombros: “No es que los vecinos estamos revolucionados, eh. Pasa que ellos no son muy sociables. Capaz, el único, es Máximo, que se cruza hasta la verdulería y saluda”.
Sin embargo, no es común tener a una expresidenta condenada en diagonal a tu casa. Omar entonces pone de ejemplo a la señora de la esquina. “¿Ves esa casa?”, señala. Es imposible no verla: es una casa blanca, con una escalera en espiral que da a un balcón y a una terraza, y que fue usada por militantes, fotógrafos y camarógrafos todos estos días, como un palco VIP con vista privilegiada a la calle y al balcón de CFK”.
Omar cuenta que se le subieron “ochenta monos” a los balcones sin permiso.
La dueña de casa les dijo: “Flacos, bajen”.
Y le contestaron: “No bajamos nada, tenés que entender que la jefa está pasando un mal momento”.
Omar cuenta la historia y se indigna: “¡Es su casa!”. Aclara que él no es de ningún partido político. “Sobre la condena, le tocó a ella. Después, que vengan los demás, pero tenemos que empezar por uno. Acá la gente hace lo que quiere. Hay jueces incluso que tienen yates, propiedades que no pueden justificar. Roba el de arriba, el del medio, el de abajo, y el que no roba es un gil”.
Como sus vecinos de enfrente, no vota a nadie, aunque hay una excepción a su regla: “Acá el único que hizo, te guste o no te guste, fue Mauricio. Macri. Hizo el metrobús cuando la gente decía que no y que no, y ahora todos lo usan. Arregló Puerto Madero, todos contentos. Arregló Barracas-La Boca, que se inundaba todo”.
¿Y Milei? Hace una mueca extraña: “No, quiero hechos. ¿De qué Fondo y qué dólares me hablás si no tengo ni diez centavos en los bolsillos?”. Está desocupado: “Ahora salí con esto, a ver si podemos hacer algo con esta gente”.
Omar, el desocupado macrista se refiere a que vende café con torta frita a 2.000 pesos y agua caliente a 1.000.

Fotos: Tadeo Bourbon para lavaca.
Sobre ventas y fisuras
En diagonal a Omar hay un bar que entendió todo: desde el martes la televisión está con C5N de fondo. La calle, además de comprar cervezas (una por 4.000 pesos, tres por 10.000), sándwiches de milanesas con bebida (10.000) o súper pancho más gaseosa (3.500), se puede informar mirando esa tele, y mientras la mira tentarse con algo.
Un varón con gorro de Boca atiende desde la puerta de vidrio cerrada. Al contarle que es para una nota, dice que no quiere hablar. “Andá a hablar con ella”, señala. Ella está atrás del mostrador.
Se llama María, tiene 28 años y se ríe: “Otro canal no podía poner”. Harvard tendría que estudiar economía y mercado desde este aleph, aunque no todo es teoría del derrame. “Hoy estamos atendiendo así porque el martes fue un desastre”, dice y mueve la cabeza. Cuando dice “así”, quiere decir desde la ventana, y cuando dice “martes”, habla del día de la condena: luego de la concentración frente al PJ en la calle Matheu al 100, una caravana acompañó a Cristina hasta esta esquina, justo enfrente. Miles de personas que peregrinaron con ese enojo por cuadras, a quienes se sumaban personas que no habían ido al momento del fallo porque era horario laboral, llegaron hambrientas, sedientas y con ganas de ir al baño.
El salón explotó. “No podíamos ni caminar nosotros por adentro”, dice María, que susurra que después del caos faltaron bebidas, vasos y hasta cucharas de café. “Por la tele vi que decían que cobrábamos el baño (500 pesos) pero tuvimos que arreglar la cañería”, suspira. “Además reponemos papel higiénico, jabón. Pero no hay caso”.
María no lo dice renegando, porque hasta bajaron precios pensando en los bolsillos de la gente: “Las ventas nos ayudaron un montón. Abrimos hace un año y medio, y justo teníamos que hacer un arreglo de gas, por eso no tenemos comida-comida”, dice, refiriéndose a algo más casero. Los caños están a la vista: “Tenían que venir esta semana, pero no aparecieron. ¿Será por esto?”.
No es de ningún partido político, dice María. Sobre Cristina: “No la quiero ni la desquiero. Indiferente. Ni amor ni odio, aunque entiendo el cariño que le tienen. Pero mucho de política no sé. No tiro para ningún lado: laburo desde los 14”. Entonces, quizá, tenga alguna comparación: “En cuanto al laburo antes nos iba mejor, sí. Ahora no hay mucho aumento de precio como antes, pero pasa que a mucha gente no le alcanza. Y esto es un restorán. Lo concreto: ya no vendemos tanto como antes”.
Lo que sí nota es un cambio en el barrio: “Vivo acá hace 10 años y desde que vino Cristina la cuadra está bastante tranquila. Antes estaba lleno de paqueros, de fisuras, te robaban en la puerta, y desde que vinieron siempre están los custodios mirando”. Hay, sin embargo, gente durmiendo en la calle, que se refugia debajo del techo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, hoy tomada en rechazo de la condena.
Pero María está más tranquila.
Dice que no se acuerda a quién votó en las elecciones legislativas.
En el balotaje de 2023, sí: “A Massa”.
Noticias en el kiosco y la barbería
Enfrente de María hay dos vecinos dominicanos, Lucas (31) y José (33), trabajadores de la barbería Eddy (cualquier corte, barba o cabello, sale 5000 pesos), que tienen una cachorrita llamada Luna. José parece disfrutar del bullicio: “Es normal, están metiendo presa a una ex presidenta, ¿cómo no van a hacer quilombo?” dice mezclando el caribeño con el porteño. Lucas sonríe: “La Argentina es así, hermano”. Mientras habla, José le corta el pelo a un joven, que dice mientras las tijeras surcan su cabeza: “Yo banco y apoyo, obvio”. Otra vecina, Yanina, 46 años, espera su turno sentada mientras acaricia a Luna, y sólo afirma: “Estoy muy enojada por todo lo que pasó”.
Al cruzar Humberto Primo y los todavía cuerpos amuchados –sobre todo al calor del fuego de las parrillas–, en diagonal a la entrada del edificio de Cristina, está el kiosco de Inés, otra dominicana de 48 años. Como María, la del bar, observa el cambio en su cuadra: “Era un desastre, como sabrás la fama que tiene Constitución, arrebatos, consumo de porquerías. Pero ahora cambió todo a nivel seguridad. Lo único que puedo tener es agradecimiento”.
No le preocupa el tumulto cotidiano: “Es una señal de apoyo que ella se tiene ganado, como también hay personas que la odian por sus razones. Pero sé que todos los que están acá tienen un punto de apoyo”. Sus ventas, estos días, permanecen estables, aunque revolea los ojos: “Soy de las personas que no se aprovecha de la situación y mantengo los precios. Lo que sale, sale”, dice, mientras vende un paquete de cigarrillos a un militante.
Por lo demás, la cosa viene dura. Desde los 18 años trabaja por su cuenta, sea en casas de familia o comedores comunitarios, pero la plata hoy escasea, ni hablar de los impuestos: la luz le pasó de 20.000 a 200.000 pesos, y el gas está en 30.000. “¡Tengo un kiosco! Si tú me dices que es una casa de familia, es una cosa, pero encima soy sola”.
Señala al balcón. “La diferencia que veo es que cuando ella estaba en el gobierno era como que la popularidad (se refiere al pueblo) manejaba más el dinero, que es el dinero que me llegaba a mí –grafica, en una tesis que ninguna carrera de Ciencias Económicas explicará tan claro como esta dominicana–. Porque la casta grande, acá no va a venir, ni por cortesía”.
Se corta la charla. Atrás hay una fila de cuatro compradores esperando.
Con las bolsas de compras
Del edificio de al lado de la barbería cierra la puerta Alicia, saluda a los vecinos de la pensión de enfrente, y cruza la calle con bolsas de compras. Tiene la edad que este lunes cumplen los bombardeos en Plaza de Mayo de 1955: 70 años bien redondos. Hace 34 que vive en el barrio. “No me pidas que opine políticamente –pide y suspira, ladeando la cabeza–. Opino diferente, pero soy cristiana, creo en Jesucristo, no puedo tener odio porque él amaba a todas las personas. Tengo amor por ella, pero creo que la justicia existe”.
¿Usted cree en esta justicia?
-La verdad que masomenos.
Mira la calle –su calle– con resignación, en un gesto como si dijera que recién vamos por el cuarto día. “Siento que estamos como invadidos –explica su rostro–. ¿Sabés lo que es estar en el balcón y que entre olor a asado todo el día? Soy libre porque Jesús me hizo libre, pero te digo con el corazón, no es un lugar para que quede detenida acá, porque si todos los días vamos a tener esta gente, ¿vamos a estar seis años así?”. De pronto, los años de condena encienden una alarma impensada, de la que tomó plena dimensión el martes a la noche, día del fallo y de la caravana desde la sede del PJ Nacional a su cuadra: “Ay, eran miles, de una cuadra a la otra, con la bandera de Patria Grande”, dice y se tapa la mitad de la cara.
Sin embargo, entre los bombos, las canciones, los gritos a cualquier hora, el alcohol y las cenizas que –según dice– las parrillas depositan en los rincones de las veredas, reconoce algo: “A la noche hemos podido dormir. Hay respeto, sí”.
¿Y a usted cómo le va, Alicia?
–Yo estoy bien.
¿Le gusta el gobierno actual?
–Hay cosas que sí y cosas que no.
¿Qué cosas sí y qué cosas no?
–Me gusta que haya bajado la inflación. Pero no hay trabajo, los jubilados viven muy mal, traen muchas importaciones, nuestros productos se desvalorizan y cada vez el trabajo en negro es mucho mayor. Yo no sé de dónde van a sacar plata para las próxima jubilaciones.
¿Cree que esa estabilidad es más importante que todo eso que usted dice?
–No lo veo. Tampoco podemos esperar toda la vida.
Alicia se despide. De pronto la calle, todavía repleta, aunque apacible, estalla en un rugido. Por el balcón que da a la calle San José aparece Cristina. Todo se activa: los gritos, las canciones (“a donde vayan los iremos a buscar”), los celulares, muchos lloran, los niños ríen, y en el quinto piso del edificio de Alicia salen vecinas de dos departamentos distintos: sus brazos se agitan como si estuvieran en la final del Mundial.
Los saludos de Cristina desde el balcón duran unos minutos pero dejan a la calle en un estado de excitación que se prolongará por horas, sin importar el frío. La sensación, agitada por los bombos de las murgas que saltan y bailan, parece activar estómagos. Preparada para la ocasión espera Tamara, 24 años, que vende choris y patis a 6000 pesos cada uno. Es de Isla Maciel, en Avellaneda, y trabaja “de esto” en marchas, canchas, recitales. “Donde vea que pueda me meto –dice, y cuenta que tiene un hijo de dos años–. Acá vengo por las dos cosas: para hacerme unos mangos y por Cristina, obvio”. Su hijo, dice sin dudar, va a ser “choripanero”.
El trabajo es familiar: en el puesto de allá están sus primos, en el otro su mamá y su hermana. ¿Por qué quiere tanto a la ex presidenta? “Porque siempre piensa en los más humildes. A mí me dio la Asignación Universal por Hijo, que me ayuda un montón para comprarle cosas. Hoy está difícil. La leche me pasó de 400 pesos a 2.000, pensá que tengo que comprar tres o cuatro por día. Sólo espero un milagro y que la liberen”.
Sabe, sin embargo, qué implica la condena.
Y dice: “Entonces vendremos todos los días con el puesto, hasta que salga”.
El playero y sus abuelos
Así pasan los primeros días en San José y Humberto 1º desde la llegada de Cristina al barrio. Entre bombos de murga, canciones desaforadas, ofertas de fernet y vodka, choripanes, caravanas, personas que miran el balcón en una espera a lo Shakespeare, y la permanente amenaza de desalojo policial para mostrar una “Buenos Aires limpia”. Todo eso convive con el amor de algunos, o con el horror de otros en base a una proyección de sus vidas de aquí a seis años. Todo lo que se pueda contar, escuchar, sentir o mirar en varias horas de trabajo a lo largo de estos días es poco en relación con las veinticuatros horas de este aleph que sincronizó tantos mundos como pueden existir en una Argentina cada día más laberíntica.
A quien todo esto parece no importarle demasiado, salvo por las horas que tiene que venir a trabajar desde su conurbana Quilmes, es a Facundo, 25 años, playero de la estación GNC en la otra esquina, en San José y San Juan. “No me interesa Cristina”, dice con algo de bronca, y describe algunas escenas de los baños de la estación que los lectores no quisieran tener en su imaginación. También comenta que, adentro en el kiosco, faltaron algunos chocolates. Insiste en que no le gusta Cristina ni la política, pero sí Milei.
Su argumento: “Me aumentaron el sueldo seis veces en lo que va del año”. El dato asombra, en comparación a cómo les está yendo a otros oficios y tareas. “Pienso por mí. Sé que hay gente que está mal, sin trabajo”. Le pregunto, con respeto, si no cree que hay algo individualista en ese pensamiento, pero no duda: “Pasa que el resto no me da de comer”.
La pregunta siguiente, entonces.
¿Tenés abuelos?
-Sí. Están en la lona. No tienen para comer, literal. Capaz que un día les doy 15 lucas, para que tengan, y mi abuela se pone a llorar. A mi abuelo se le explotan las venas en la pierna, no sé cómo se llama eso, y ninguna obra social se lo quiere cubrir. Cobra nada más que 300 lucas.
Hay un silencio. Se quiere despedir y volver a trabajar.
Una última pregunta. Sus abuelos, ¿a quién bancan?
Facundo parpadea: “A Cristina”.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca.
Actualidad
La vida no se veta

Viernes movilizado contra los vetos presidenciales a las leyes de Emergencia en Pediatría y al presupuesto universitario. Reflexiones y realidades en la marcha frente a lo que se viene.
Por Claudia Acuña Fotos Juan Valeiro
Algo cambió desde el domingo de las elecciones bonaerenses y eso queda claro en la presencia policial que hoy se dedicó a acompañar la marcha que repudió los tres vetos del presidente Milei: a las leyes de financiamiento a la universidad pública –el día de los docentes– al Hospital Garrahan y la emergencia pediátrica, y a las provincias. “Que no mienta más. Que deje de decir que es por un tema económico: esto es ideológico”, sintetiza Cecilia, una enfermera del turno noche del Garrahan. Cuenta también cómo les impactó la noticia: “Nos dio bronca, pero más que nada tristeza. Pensamos que iba a recapacitar, pero no: demostró que no le importa ni la salud pública ni la educación”. Metros más allá Estela empuja la silla de ruedas de su hija Josefina, a quien ya operaron en el Garrahan dos veces y deben hacerlo otras dos más. Vienen desde Valentín Alsina “hoy y siempre”, aclara, y aporta su análisis sobre el veto presidencial: “No tiene corazón”. En tanto, la multitud grita “El hospi no se veta”.

Son más de cinco cuadras que recorren la Avenida de Mayo desde Congreso a Plaza de Mayo mientras los autos las alientan con bocinazos y un grupo de jubiladas y jubilados canta en los semáforos el nuevo himno nacional: “Alta coimera”. La izquierda fue mayoría en banderas, en presencia y en la cantinela que insiste con un paro general. Desde una bicicleta el señor que usualmente hace sonar por unos pequeños parlantes la marcha peronista esta vez proclamaba a la multitud: “Pido disculpas porque hoy mi partido no está acá”.

Anita lleva su cartón pintado con una leyenda que grita: “Villera y universitaria: el terror de los libertarios”. Cuenta que estudia Criminología Forense en la Universidad Scalabrini Ortiz y que pensó que el Presidente había comprendido el mensaje del domingo: “Creí que no iba a vetar, pero bueno: no hay persona más malvada y perversa que este chabón.”

Pregunta Anita:
¿Qué hacés cuando nos gobierna una persona así?
Propone Anita:
“No nos queda otra que las urnas”.
También invita a movilizarse el próximo miércoles cuando la Cámara de Diputados trate de impugnar los vetos del presidente Milei.
Faltan cinco días para eso y 44 días para las elecciones: una eternidad.




Ambiente
Salvemos al Mari Menuco: campaña desde Neuquén para un lago acosado por el fracking

“Las empresas están gobernando Argentina. Milei es una máscara, una careta” dijo Lefxaru Nawel, vocero de la Comunidad Mapuche de Neuquén al presentar en Buenos Aires la Campaña Salvemos el Mari Menuco. En ese lago de Neuquén, ya asediado por la extracción de gas y petróleo, quieren instalar ahora 700 pozos de fracking, afectando a una fuente de agua que llega a unas 500.000 personas. Al reclamo mapuche se le agrega la censura periodística provincial sobre el tema -vía pauta gubernamental y empresaria- y la represión que sufrieron cuatro comunidades al reclamar el reconocimiento que les corresponde constitucional y legalmente, y que los diferentes gobiernos siguen dilatando.
Por Francisco Pandolfi.
La Confederación Mapuche de Neuquén, junto a otras organizaciones, lanzó la Campaña “Salvemos el Mari Menuco”, lago que es fuente de agua para las provincias de Neuquén y Río Negro. La acción busca denunciar el riesgo de contaminación del Mari Menuco por las perforaciones de YPF mediante el método del fracking (fractura hidráulica) para extraer petróleo no convencional (shale oil).

Familias y comunidades mapuches en defensa del Mari Menuco. «Quieren perforar incluso bajo el agua».
“El riesgo de contaminación irremediable es enorme mientras la empresa, con el aval de los gobiernos provincial y nacional, está avanzando de hecho y estableció un estado de censura donde los medios locales son presionados para no abordar el tema”, afirman.
La acción busca denunciar el riesgo de contaminación del Mari Menuco por las perforaciones de YPF mediante el método del fracking
Lefxaru Nawel es el werken (vocero) de la Confederación y viajó a Buenos Aires para visibilizar el estado de situación junto al OPSur (Observatorio Petrolero Sur), realizaron en el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) una reunión informativa. “Fuimos reprimidos hace unas semanas (https://lavaca.org/actualidad/neuquen-represion-en-modo-milei-bullrich-a-la-confederacion-mapuche/). Lo que estamos viviendo en Neuquén nos obliga a salir de la provincia a denunciar lo que pasa”. El otro elemento es la censura a la que es sometida cualquier información por parte de medios que reciben pautas tanto oficiales como de las propias corporaciones.
Contaminación & fracking
Planteó Nawel durante la conferencia: “Comenzamos la campaña ‘Salvemos el Mari Menuco’ cuando nos enteramos de que en marzo el gobierno provincial entregó la concesión para perforar pozos de petróleo en el lago. Ese lugar, dentro del territorio mapuche, siempre fue gasífero, perteneciente a Loma La Lata. De hecho de ahí sale gran parte del gas que viene a Buenos Aires. Ahora son más de 700 pozos los que el gobierno de Neuquén autorizó por decreto a YPF. La extracción de petróleo, y más si es por fracking, es más contaminante que el gas”.

El medio ambiente y el ambiente humano, junto al Mari Menuco.
Los Pozos
Lef mostró además el mapa que se ve en esta página, que puede se puede encontrar ingresando al sistema de información geográfica de la secretaría de Energía de la Nación.
Para verlo en detalle: https://sig.energia.gob.ar/visor/visorsig.php.
Los distintos colores corresponden a los distintos modos y características de perforación. “Aunque falten pozos actuales, la imagen dimensiona el enorme impacto del fracking y la cantidad de pozos que ya existen en la zona”.
Los 700 pozos que habilitó el gobierno provincial están en el área donde está el istmo entre los lagos Mari Menuco y Los Barriales.
Las petroleras expulsadas
Explicó Nawel: “Los 700 pozos que habilitó el gobierno provincial están en el área donde está el istmo entre los lagos Mari Menuco y Los Barriales. Ahí, en Loma La Lata, vive la comunidad Kaxipayiñ, que está defendiendo el territorio y exigiendo el derecho a la consulta libre, previa e informada que nos corresponde como derecho a todos los pueblos indígenas. La comunidad presentó un amparo y desde la Justicia lo rechazaron, porque hay un total alineamiento del Poder Judicial con la industria petrolera y en detrimento de los derechos constitucionales. Cuando la empresa entró a perforar, la comunidad los echó, no una sino cuatro veces, la última hace dos semanas. ¿Qué hizo YPF? Por un lado, comenzó una persecución judicial con causas penales. Por otro lado, empezó a perforar al borde del territorio de la comunidad y del lago, o sea, nos va a afectar igual porque es el agua que nosotros tomamos de este lago y de donde toman más de 500 mil personas”.

Un acto mapuche, junto a una de las torres de fracking, actividad que provocó 457 sismos en los últimos cinco años.
Récord de sismos y contaminación
“Sufrimos una situación de represión, censura y peligro para todas las vidas que existen debido a la contaminación petrolera, particularmente de Panamerican Energy y sobre todo de YPF. Ya no es la empresa estatal en la que trabajaron nuestros abuelos y que soñaba un futuro de soberanía energética. Es la cooptada por Paolo Rocca y por Tecpetrol. Justamente el gerente de YPF, Horacio Marín, antes fue el de Tecpetrol y es el ideólogo del plan de extracción que ya destruyó toda la orilla del río Neuquén, y donde junto con los récords de gas y petróleo están habiendo récord de sismos y de contaminación”. (El Observatorio de Sismicidad Inducida -terremotos provocados por la fractura hidráulica- ha calculado 457 sismos en los últimos 50 años, con destrucción de casas que el gobierno neuquino prometió reponer a sus habitantes, cosa que desde hace años sigue pendiente, por ejemplo en Sauzal Bonito).
Los dueños de la Argentina
“En esa zona está el yacimiento Loma de La Lata, del que YPF se está desprendiendo. Esto es inentendible bajo todo punto de vista porque es el yacimiento de gas más importante de la provincia y uno de los más importantes del país. Se lo dará a una compañía de Pérez Companc, otro ejemplo de que hoy las empresas están gobernando Argentina. Milei es un títere, una máscara, una careta. Quienes gestionan los negocios de acá a 40, 50 años son las multinacionales y concretamente las petroleras. El grupo Techint de Paolo Rocca se ha quedado con las principales obras de infraestructura del transporte de gas, así como todos los gasoductos y los grandes oleoductos”.
La pauta encubierta
“YPF es quien está administrando la pauta del Gobierno Nacional. Es una farsa que no hay pauta en los medios de comunicación empresariales. YPF es una sociedad anónima que sigue teniendo secretos en el acceso a la información pública y está viabilizando la enorme pauta que el gobierno de Milei pone en los medios, lo que repercute en que no haya cobertura periodística de esta situación. Además, los medios locales en nuestra región están siendo comprados por grupos relacionados a las petroleras, lo que impide que esto salga a la luz”.
«Es una farsa que no hay pauta en los medios de comunicación empresariales»
Vaca Muerta, empobrecimiento y saqueo
“Dos tercios de toda la provincia de Neuquén está ocupada por la formación geológica Vaca Muerta. En la zona donde vivimos están los lagos artificiales Mari Meluco y Barriales, creados a través de embalses, y territorio totalmente impactado, no desde ahora sino desde hace 50 años que se extrae petróleo convencional”.
Sobre la falsa imagen de Vaca Muerta: “Cuando se habla de Vaca Muerta muchas veces se refiere a la prosperidad, al trabajo, a la riqueza que va a generar para la población. Pero lo que pasa en Vaca Muerta es destrucción, contaminación y empobrecimiento. No solo porque no accedemos al gas, al agua, a la luz. Los números de la macroeconomía, de los que tanto le gusta hablar a los gobernantes y a los economistas, tampoco cierran: Neuquén es la provincia per cápita más endeudada del país, mientras se continúa con el saqueo de nuestros bienes naturales”.

Actualidad
Marcha de jubilados: con la fuerza de Pablo

Reflexiones, acciones y números sobre la represión en el país, a casi seis meses del disparo a Pablo Grillo. Lo que se viene para acompañar el reclamo de justicia de la familia. Y la marcha de jubilados con música, alcancías y la decisión de seguir adelante.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi.
Fotos Manuela Mendiondo y Juan Valeiro
Este miércoles comenzó con una buena noticia: Pablo Grillo, el fotógrafo gravemente herido por el disparo de un gendarme el 12 de marzo pasado, fue trasladado al Hospital Manuel Rocca donde continuará su rehabilitación. El viernes se cumplirán seis meses del disparo y el miércoles 17, a la 10 de la mañana, la jueza María Servini le tomará declaración indagatoria al cabo Héctor Guerrero. sospechado de atentar contra la vida del fotógrafo. Por esa razón, antes de la marcha de jubilados de este miércoles, seorganizó un encuentro con Fabián Grillo, papá de Pablo, entre organismos de derechos humanos, diputados, legisladoras, sindicatos, carreras de comunicación y organizaciones de jubilados para informar sobre la causa, los ataques a la prensa y pensar cómo acompañar el reclamo de justicia de la familia Grillo.
Fabián contó que Pablo está clínicamente bien, aunque neurológicamente atravesaba un impasse: antes de su última operación “su cabeza era una pelota desinflada”. Lentamente va recuperando su salud. Sobre lo judicial, destacó el informe pericial probó que el gendarme disparó fuera de todo protocolo. “Confirmamos lo que ya sabíamos gracias al trabajo del Mapa de la Policía. Como siempre, la sociedad civil actuó mucho más rápido que el Poder Judicial”. Dijo que Guerrero sigue en funciones con su “arma en la cintura”, en Santiago del Estero: “Es increíble que esto suceda mientras que las compañeras que tiraron caca en la casa de Espert estuvieron una semana en la cárcel”.

Fabián Grillo.
Luego, el secretario ejecutivo de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), Roberto Cipriano García, compartió la información que están sistematizando y expresó: “Pablo visibilizó la barbarie de lo que este gobierno puede hacer” y sintetizó el informe de la represión de las fuerzas de seguridad a las manifestaciones públicas durante el primer semestre del 2025 “En seis meses incrementaron todos los índices de represión en comparación al año pasado”.
Algunos números:
- 1.216 personas heridas en 2024 versus 1.251 en seis meses.
- Hubo 3 personas heridas de cada 10 que participaron en 60 manifestaciones el año pasado. En estos seis meses, en 39 marchas, hirieron a 5 de cada 10.
- 93 detenciones en 2024 versus 130 en medio año.
- Del total de personas heridas: 179 fueron trabajadores de prensa, 132 adultos mayores, 20 defensores de derechos humanos, 4 niños, niñas y jóvenes con lesiones y quemaduras, producto del lanzamiento de gases químicos.
- La represión más brutal fue, precisamente, el día del disparo a Pablo Grillo. Ese 12 de marzo, un disparo también le sacó el ojo al trabajador Jonathan Navarro, que hoy declaró en Comodoro Py. Sólo ese día, la CPM relevó 612 personas heridas.
- Los referentes del organismo destacan la importancia de una respuesta del Poder Judicial acorde con la urgencia de la situación.
De la reunión participaron el diputado Esteban Paulón y la diputada Mónica Fein, el vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Diego de Charras; la directora de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la misma universidad, Larisa Kejval; el secretario general del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), Agustín Lecchi; y Claudia Acuña, fundadora de Periodistas Argentinas (PA), también integrante de nuestra cooperativa, quien presentó una cronología de los ataques a la libertad de expresión y a trabajadores y trabajadoras de prensa. También la directora de Derechos Humanos de la CTA Autónoma, María José Cano; la legisladora porteña Alejandrina Barry; y el abogado del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (Ceprodh), Matías Aufieri, quien perdió su ojo izquierdo durante la represión a las jornadas de protesta contra la Ley Bases, en febrero de 2024. Sobre su caso, dijo: “El juzgado ni sabía dónde estaba parado, así que la investigación está casi en cero. Intentaron sacarse la causa de encima. No hicieron nada tras un año y medio, sólo buscan bajarle el precio a lo que pasó”. Una víctima más de esta brutalidad.
Finalmente, hablaron integrantes de Jubilados Insurgentes. Uno de ellos es Néstor, que tiene todavía una herida sobre su sien derecha, curada con siete puntos en el Hospital Ramos Mejía: “Nos dicen que no sabemos qué estamos haciendo, pero nosotros sabemos muy bien a dónde vamos y por qué: nunca dejaremos de marchar los miércoles”.

Imagen al final del encuentro.
Luego de la reunión, se realizó una acción en Hipólito Yrigoyen y Virrey Ceballos, el lugar donde fue herido Pablo, donde las y los jubilados cantaron: “Se siente, se siente, Pablito está presente”.

El viernes, al cumplirse seis meses del disparo a Pablo, habrá un semaforazo en la plaza de Remedios de Escalada. El sábado, en el velódromo de Lanús, un festival solidario con torneo de fútbol mixto durante la mañana.
Cambió la marcha
Frente al Congreso, como todos los miércoles, el inicio de la radio abierta sintetiza el latido de esta concentración: “La derrota del gobierno el domingo es producto de la resistencia de jubilados, universitarios, trabajadores de la salud, docentes. No se puede asignar a un partido político: es el triunfo de la clase trabajadora”.

Un jubilado baila en medio de una gran ronda improvisada. Toca el silbato. Lleva una virgen en la mano y sangre bailantera en los pies. Simula que pone plata en una caja de zapatos colocada en medio del círculo donde truena la cumbia, el cuarteto y el rock, con redoblantes, tambores y trombones. Es una caja de zapatos autopercibida alcancía, que porta un mensaje: “Karina, 3%”.

Mario, Rubén y Felipe son parte del Movimiento Activo de Trabajadores y Jubiladxs, una de las 17 organizaciones que conforman la Mesa de Jubiladas y Jubiladas que consensuan el plan de lucha del sector. Mario reparte volantes, mientras Felipe sostiene un cartel verde, con un puño que proclama “fuck you». En cada dedo de la mano, una letra: la M, la I, la L, la E y otra I.
El tema de fondo
Raquel llega caminando despacito. Tiene 79 años y vive “como puede” en una pensión. Sostiene un pedazo de goma eva roja, donde escribió con marcador: “Los pueblos pueden vivir sin el FMI. Es el Fondo Monetario Internacional el que necesita deudores para existir, para explotar, para torturar, para aniquilar derechos…”. Y sigue: la lista en la goma eva de Raquel es más larga. Mucho más larga.

Dice Raquel: “Nunca viví tan mal como ahora”.
De fondo suena el canto de Los Insurgentes:
Pensaron que nos habían cagado,
porque éramos unos viejos meados,
pero ahora,
con lucha y con paciencia,
va creciendo, la nueva resistencia.
Luche que se van…
Luche que se van…
Al terminar la marcha se anuncia la mala noticia del día: el presidente Milei vetó la ley de financiamiento universitario y la emergencia pediátrica.



















