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Ómnibus marcha atrás: no fue ley

El oficialismo no avanza, puso el freno a la discusión parlamentaria, y mandó a comisión la llamada Ley Ómnibus (“Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos”) ante el fracaso de su intento de aprobarla a cualquier costa. De ese modo quedaron anulados los artículos que se habían votado en particular este martes, y la aprobación en general producida la semana pasada.
El reflejo inmediato se vio en las calles de Buenos Aires, donde la gente salió con sus cacerolas y el tránsito fluía al son de los bocinazos celebratorios, con la policía antidisturbios esta vez en un rol más bien decorativo mientras se convertía en tendencia un nuevo nombre: Javier Niley. El cambio inesperado en plena sesión, el cuarto intermedio con diputados en fuga, los razonamientos en el recinto y la recomendación de no subirse a ningún pony.
(Esta producción de lavaca se hizo gracias al esfuerzo de Anabella Arrascaeta, Lina Etchesuri, Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi).
La policía garantizaba el flujo de tránsito a las 8 de la noche de este difícilmente olvidable 6 de febrero en Rivadavia y Callao, frente al Congreso Nacional. Un día de 43º de sensación térmica, y tarifazo de bochorno en los medios de transporte. Ante la policía, la gente permanecía en las veredas, golpeando tachos y cacerolas. Esta vez en tono de fiesta.
Entonces los autos pasaban y tocaban bocinazos también celebratorios y compartidos hacia quienes estaban en la vereda. Los colectiveros también. La policía miraba ese flujo de festejos, sometida a la irrelevancia con sus trajes antidisturbios, obligada a cuidar un orden que se cuidaba solo. Cuando la luz se ponía roja, la gente de la vereda pasaba a la acera, frente a los automovilistas, a continuar armónicamente ese concierto de cacerola y bocina. Al cambiar la luz, volvían a la vereda. Y la fiesta volvía a empezar. En este lugar comenzó la oposición a la actual gestión, la noche del 21 de diciembre, cuando Javier Milei acompañado por un grupo de seguidores y ministros anunció el DNU, dando lugar al nacimiento del primer cacerolazo que se concentró, justamente, frente al Congreso.


Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Seguir perdiendo
Todo había empezado un rato antes, en el palacio legislativo: la Cámara de Diputados. El diputado Eduardo Valdés advirtió a lavaca lo que resultaba un misterio. Hubo primero un cuarto intermedio con jefes de bloque oficialistas y amigables opositores que huyeron del hemiciclo para reunirse quién sabe dónde con el presidente de la Cámara, Martín Menem. La movida había comenzado cuando Miguel Pichetto (Hacemos Coalición Federal) dijo durante el debate: «Al oficialismo le pedimos que tenga una cuota de flexibilidad, les encanta seguir perdiendo». Nueva demostración de opositores queriendo facilitarle a Javier Milei las cosas, sin éxito.

Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Se produjo la reunión secreta, a la que no pudieron asistir Miriam Bregman (Frente de Izquierda) ni Germán Martínez (Unión por la Patria). Martínez luego aclaró a lavaca: “Nunca hay que tratar de ir a una reunión a la que no te invitan”. Oficialistas y opositores colaboracionistas volvieron al rato y allí Oscar Zago (La Libertad Avanza) pidió la palabra y propuso el envío de la Ley Ómnibus a comisión. El asombro inundó a la Cámara, y en el Salón de los Pasos Perdidos se veía a asesores y asistentes varios mirando las bellas baldosas en silencio, y a demasiados otros riendo, aplaudiendo y abrazándose.
La propuesta de Zago, votada a mano alzada, implica que todo lo discutido hasta ahora vuelve atrás: tanto la aprobación en general de la Ley como los puntos votados este martes en particular. Fue asombroso saber que el ministro del Interior, Guillermo Francos, en televisión, dijo que “solo va a comisión el tratamiento en particular” de la Ley, desconociendo la metodología parlamentaria: el paquete entero propuesto por el Ejecutivo debe ser tratado desde cero en comisiones, como ocurrió durante el último mes.
Apareció un comunicado de LLA: «La traición se paga cara y La Libertad Avanza no va a permitir que los gobernadores extorsionen al pueblo para mantener sus privilegios. La Ley Bases vuelve a comisión».
Otro de Presidencia de la Nación: “Este martes, los gobernadores tomaron la decisión de destruir la Ley ‘Bases y Puntos para la Libertad de los Argentinos’ (sic) artículo por artículo, después de acordar acompañarla”. Quien escribió esto supone además que la actitud de los gobernadores implica “traicionar a sus votantes”.

Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Un tercer comunicado, obviamente por Twitter (X) fue del propio Javier Milei. Título: “La casta contra el pueblo”. Nuestro programa fue votado por el 56% de los argentinos y no estamos dispuestos a negociarlo con quienes destruyeron el país”, plantea, como ajeno a todos los problemas. Remata: “Vamos a continuar con nuestro programa con o sin el apoyo de la dirigencia política que destruyó nuestro país”. El ministro Guillermo Francos planteó que el modo de continuar adelante puede ser mediante una consulta popular o por DNU. Los medios oficialistas balbuceaban la hipótesis del plebiscito, o la desmentían, confirmando cierto estado de desorientación en un grupo gobernante en el que Karina Milei, Santiago Caputo, Nicolás Posse, Luis Caputo, Victoria Villarruel, Federico Sturzenegger, Patricia Bullrich y Mauricio Macri siguen haciendo sus propios juegos, mientras Sandra Pettovello convoca a los sectores más castigados de la comunidad a hacer fila para no atenderlos.

Fotos Lina Etchesuri para lavaca
En Diputados
El ambiente se había empezado a tensar cuando llegó la votación del segundo capítulo de la Ley: los artículos 3 y 4 contenían las facultades delegadas. De 11 ya habían bajado a 6, y por un año.
El artículo resultó afirmativo con 134 votos: 37 de La Libertad Avanza, 37 del PRO, 29 de UCR, 12 de HCF, 9 de Innovación Federal, 3 de Independencia, 2 de Producción y Trabajo, 2 de Buenos Aires Libre, 1 de Avanza Libertad, 1 de CREO, y 1 de La Unión Mendocina. En contra fueron 119: 97 de UxP, 5 del FIT, 11 de HCF, 4 de la UCR, y 2 de Por Santa Cruz.
El capítulo 4, establecía las bases de las delegaciones. Emilio Monzó (Hacemos Coalición Federal) interrumpió a Bornaroni, encargado del gobierno de informar sobre los artículos, mientras leía: “Son 500 y pico de artículos, si vamos a leer cada uno y tardamos 3 minutos en votar, son 10 días solo votando. Si sumamos los 10 minutos de cada orador, vamos a estar un mes votando. Economicemos el tiempo porque sino la ley no sale”.
Lo engorroso del tratamiento se daba porque el oficialismo seguía buscando acuerdos y la letra de muchos artículos se habían modificado desde el dictamen de mayoría firmado dos semanas atrás, a esta altura una eternidad. Pero se complicó más: Rodrigo De Loredo, UCR, pidió que el artículo 4 se vote por inciso.

Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Fue el artículo que más intervenciones tuvo: la mayoría de rechazo. Cristian Castillo, del Frente de Izquierda, dijo que los diputados y diputadas que votaran ese capítulo se tenían que hacer cargo de que estaban estableciendo “una dictadura civil”. Pablo Juliano, UCR, remarcó que era difícil separar la delegación de facultades de un control y anticipó el voto en contra. Carla Carrizo, del mismo partido, retrucó en el otro sentido: “Lo nuestro siempre fue gobernabilidad con control”. Las voces en contra se multiplicaban. Mónica Fein, de Hacemos Coalición Federal, no iba a acompañar pidió que se tenga en cuenta el dictamen de minoría que impulsaba junto a Margarita Stolbizer, Natalia De la Sota y Esteban Paulón. Cuando habló Paula Oliveto, Coalición Cívica, dejó en claro que su espacio no iba a acompañar lo que consideraba “darle un cheque en blanco al gobierno de Milei”, y agregó: “Tenemos temor a una democracia débil porque una democracia débil termina dejando a todos nosotros en una situación de indefensión. no se puede ser medio republicano, a la república se la defiende siempre”. En ese momento Elisa Lilita Carrió tuiteaba que dar facultades delegadas era “traición a la patria”.

Fotos Lina Etchesuri para lavaca
A llegar la noticia del fallecimiento del ex presidente chileno Sebastián Piñera, la cámara se puso de pie e hizo un minuto de silencio.
Después todo volvió a empezar. Litza, Alianielo, y Ledesma, todos de Unión por la Patria se expresaron en contra. También lo hizo Leopoldo Moreau: “Las facultades hay que dárselas a la sociedad argentina, que se tiene que defender de este atropello”. La lista siguió hasta Moreno Ovalle, único diputado que tomó la palabra para pedir abiertamente desde el oficialismoel voto a favor.
La votación del artículo 4 se fragmentó tanto que varias veces se tuvo que preguntar qué se estaba votando: del inciso a al g, se votó en bloque: afirmativo. Después empezó la sangría de votos. El inciso h resultó negativo, era el que le daba facultades para transformar, modificar, unificar o eliminar asignaciones específicas, fideicomisos o fondos fiduciarios públicos. El inciso i también negativo, se rechazaba así lo referido a ordenar y regular el sistema energético. El siguiente, inciso j, también negativo: la Cámara no aprobaba fortalecer la actuación de las fuerzas de seguridad en una determinada serie de delitos. Así, aunque se votaban las emergencias, se limitaban las facultades en esas emergencias, y el oficialismo empezaba a quedarse sin puntos neurálgicos de la ley.
El siguiente capítulo, el quinto, establecía la reorganización administrativa del Estado. Fue rechazado casi en su totalidad. Se votó contra regular y concentrar en un marco regulatorio la organización y funcionamiento interno del Sector Público nacional; transferir órganos o entes a provincias; suprimir competencias, funciones y responsabilidades superpuestas, duplicadas o cuyo mantenimiento se haya tornado manifiestamente innecesario.
La catarata de rechazos siguió. La Cámara rechazó privatizar total o parcialmente o liquidar empresas, sociedades, establecimientos o haciendas productivas cuya propiedad pertenezca total o parcialmente al Estado Nacional; y acto seguido también dio rechazo a intervenir todos los entes, empresas y sociedades del Sector Público nacional.
Fue cuando el oficialismo pidió 15 minutos de cuarto intermedio. Justo antes de votar el artículo 7 que declaraba las empresas sujetas a privatización. Se intuía lo que luego se supo: no había acuerdo
Ya en el cuarto intermedio, mientras las negociaciones se hacían en otro lado, Pablo Carro, (UxP) comentaba sobre la delegación de facultades legislativas al Ejecutivo que se habían votado favorablemente: “Habría que pasar en limpio el resultado, pero es mucho menos que lo que esperaban. La de seguridad, la de fondos fiduciarios, no van a poder cerrar el Conicet. Este cuarto intermedio es sospechoso, pero también puede significar que no están teniendo los votos suficientes”.

Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Luego fue el momento en el que Oscar Zago planteó devolver el proyecto a las comisiones, obligando a que todo vuelva a ser nuevamente tratado (si es que el oficialismo insiste). Más tarde Zago declaró que la responsabilidad fue de los “bloques que responden a gobernadores”. “Lo que faltaron fueron los votos que se comprometieron. Dijeron a la mañana que eran positivos y fueron negativos”. Los desacuerdos: el gobierno no quería coparticipar el impuesto PAIS con las provincias, había diferencias densas con el tema de las privatizaciones, y la oposición estaba además planteando nuevos mecanismos para evitar seguir convirtiendo a las personas jubiladas en objeto de violencia institucional y pauperización masiva, a través de la licuación de sus ingresos. En esas cosas el gobierno se muestra inflexible, y su ministro de economía reincidiente, Luis Caputo, postula la necesidad del sufrimiento (de «los argentinos», no el suyo, obviamente).
La Coalición Cívica (que integra Hacemos Coalición Federal) votó contra la delegación de facultades. Juan Manuel López, jefe del bloque, dijo a lavaca sobre lo ocurrido: “Falta de experiencia, enojo, capricho. Ojalá que el gobierno entienda que el diálogo no es negociación, es charlar para mejorar la ley. Acá manda el número porque en la democracia manda el número. Si hubo extorsiones las tiene que explicitar. Hay cosas que no podían dejar de aprobar y ellos retiraron lo más delicado que era la reforma jubilatoria, que venimos pidiendo hace rato. Acá están barajando y dando de nuevo. Todo volvió a foja cero, y tienen un congreso dispuesto a trabajar todos los días y que estuvo ayudando, pero no se dejan ayudar, no es todo o nada”. Nuevamente se hace poco nítida la diferencia entre oficialismo y ciertas formas de oposición.
En el caso de la UCR el comunicado increíble que emitió compite con LLA por su sesgo oficialista: «Vamos a seguir trabajando para retomar el camino del diálogo constructivo y que este Congreso otorgue los instrumentos que pide el Poder Ejecutivo para llevar adelante su plan de gobierno». Puede recordarse que Milei acusó a los radicales de «corruptos», «coimeros» e «idiotas útiles».

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En otro pasillo el jefe del bloque de UxP Germán Martínez: “Estábamos todos sin brújula, eso es lo que pasó”. Contó que Pichetto le dijo “ganaste pibe, disfrutá”. Sobre lo que vino pasando: “Todo fue importante, el paro, las movilizaciones de la izquierda, la minuciosidad que le pusimos al tratamiento de cada cuestión”. Sobre lo que viene: “Tendrán que procesar el fracaso que tuvieron”. Y otro argumento para que nadie de desubique: «Sigamos trabajando con seriedad y con humildad. Que nadie se suba a un pony».
Mónica Frade (HCF) bajaba la escalera hacia la calle, donde se escuchaban ya las cacerolas: “En la sesión ya nadie sabía lo que estaba pasando porque en tiempo real estaban modificando los artículos. Se había descontrolado todo. Supongo que eso llevó al oficialismo a querer levantar la sesión. Fue desconcertante lo que pasó. Creo que perdieron el rumbo”.
En la calle
La calle, a las seis de la tarde, estaba opaca. Parecía no tener nada que ver con los tres días de la semana pasada. Casi no había fuerzas de seguridad, apenas un puñado de efectivos de la Federal enfrente de jubilados y jubiladas, que no dejaron de cantar un segundo. Enfrente, en la plazoleta del Congreso, más banderas que personas: MST, Política Obrera, Polo Obrero, un sector de ATE, y la convocatoria llamada por Unidxs por la Cultura. El clima reflejaba lo que adentro se estaba votando: a esta hora ya se habían aprobado las emergencias, algunas facultades, pero comenzaban a llegar los primeros rechazos.

Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Sobre el costado de la plaza en Hipólito Yrigoyen empezaban a llegar asambleas de barrios porteños y del conurbano. Érica Seitler es concejala del FIT en Moreno, docente, y parte de la asamblea de ese municipio: “El gobierno Milei está dispuesto a entregar todos nuestros derechos, bienes naturales y me queda que la oposición real está acá en la calle. Hay que reforzar la organización. Y que la CGT llame a un nuevo paro”.

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Sobre la plaza, Ana -72 años, de Loncopué, Neuquén-, Estela -64, de Formosa- y Moira -80, del barrio porteño de Bella Vista- dialogan en medio de los primeros rumores que comienzan a circular. Moira: “Este hombre nos vende todo”. Ana: “Está licuando todo el país, los derechos por los que luchamos más de un siglo. No sé qué experimento quieren hacer con entregar el país entero a las corporaciones, a Estados Unidos e Israel. Estamos preocupadas por estos legisladores vendidos. Es urgente estar en la calle”.

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Estela: “Es un momento de expresarse en contra y que los diputados escuchen la realidad, porque se está vendiendo todo”. Ana recuerda la dictadura: “Nosotras la vivimos, pero los civiles volvieron con el menemismo, con Macri y con estos ahora ya por todo. Esos civiles que nunca rindieron cuentas, porque los militares estaban al servicio de este plan. La sensación es que si seguimos así desaparecemos como país”.
A las 19.30 circula una información: la sesión se levantó y todo vuelve a comisión. “¿Qué significa?”, fue una de las preguntas que más se escuchó. Pero los cantos y los primeros bocinazos iban confirmando lo que se tomó como un triunfo de estos días de protesta en la calle.
Así lo interpreta Rubén, 71 años, de Jubilados Insurgentes, que soportaron gases y palos miércoles, jueves y viernes de la semana pasada: “Es un pequeño triunfo, pero el triunfo verdadero es que este gobierno caiga por completo. Ellos, a nosotros, consideran que no producimos. Imaginate que si quieren llevar a la clase trabajadora al semiesclavismo, a nosotros directamente nos quieren eliminar. Somos el blanco predilecto, porque la represión de la última movilización empezó por nosotros. Y acá estamos”.

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La calle, ahora sí, es un festejo. No solamente por las banderas y los que ya estaban una hora y media antes, cuando las caras estaban largas, sino autos, motos y hasta colectivos que no paran de tocar bocinas. De pronto, esos mismos vehículos que la policía está dejando circular previniendo cortes tanto en Rivadavia como en Callao, se convierten en un festival de bocinas que expresan puro festejo. Pasan autos con ventanillas abiertas y manos al aire que muestran diversos carteles de cara a las banderas y las propias fuerzas:
- “Basta de ajuste y represión”.
- “No a la ley ómnibus”.
- “Milei, vos sos la dictadura”.
- “Argentina en peligro x la concentración de poderes en manos del gobierno”.
Nelson, 35, tiene uno de esos carteles: “Más que un festejo, es una medida de lucha. Para apoyar hay que salir a las calles, apoyar el plan, la CGT y CTA tienen que llamar a paro hasta que caiga el DNU, y no se puede dejar que el ajuste pase. Es ahora o nunca”.
Se hace de noche y el clima es futbolero, sonrisas, abrazos. Los autos circulan por avenida Rivadavia y por Callao, y las manifestaciones se llevan adelante de forma pacífica en las veredas y la plaza. Hay un grupo sobre la esquina del Congreso que, al menos durante media hora, sostiene una coreografía interesante y muy divertida: cuando el semáforo corta en Callao, salen a la calle a cantar y cacerolear sobre Callao, y cuando el semáforo corta Rivadavia, repiten la secuencia sobre esa avenida. La policía no puede decirles nada, porque el semáforo está en rojo. Así una vez, y otra, y otra, y otra, de una esquina a otra.
Maca y María son dos de esas personas, docentes de La Plata. Estaban desde las seis, cuando ya las facultades extraordinarias parecían un hecho consumado: “Es una victoria, un primer triunfo del pueblo, así que estamos contentos. Pero ojo, cada vez tenemos que ser más. Se puede. Y hay que recordar: en los tres días que estuvimos movilizando, la represión fue tremenda, con gases, palos y detenidos. Por eso se festeja así”.
¿Qué significa esto?
-Que luchar sirve.


Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Fotos Lina Etchesuri para lavaca
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Al gran pueblo argentino, ¿salud?

“10 años de formación. 68hs por semana. $797.061 por mes. $2930 por hora”. El cálculo no sólo es un afiche de color amarillo, sino también una síntesis de la situación de residentes del Hospital Garrahan, el centro pediátrico de excelencia en Argentina, quienes organizaron este jueves una marcha desde la institución hasta el Ministerio de Salud.
por Lucas Pedulla/ Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Los residentes son médicos egresados que continúan su formación y que, en este caso, eligieron el Hospital Garrahan como lugar de residencia, de donde egresan 70 pediatras por año. El reclamo viene desde 2024 y alertaron que siguen sin respuestas, pese a que perciben un salario por debajo de la línea de pobreza realizando seis guardias al mes de 24 horas cada una: “Es algo incompatible con la vida -denunciaron-. Nos estamos formando para atender a sus niños. Esto no va por ningún partido político: es nuestro sueldo”.

La gente marchó por la calle, pero el protocolo no se aplicó: una exclusividad para jubilados.
La movilización fue parte de un plan de lucha que incluyó un paro sin guardias de cuatro jornadas, que empujó al Gobierno a dictar una conciliación obligatoria por 15 días para dejar sin efecto las próximas medidas de fuerza. “No es una decisión fácil, pero sí necesaria”, explican desde la Asamblea de Residentes del Garrahan. “Estamos luchando por condiciones laborales dignas, por nuestros derechos y por una salud pública de calidad”.

La marcha comenzó con el Himno Nacional Argentino, y las lágrimas brotaban al entonar “al gran pueblo argentino, salud”, la gran frase de cabecera de esta convocatoria.
- “Sin residentes no hay hospital”,
- “16 horas de trabajo = 1 docena de empanadas”,
- “Soy bioquímica residente y cobro $2930 la hora”
Así fueron algunos de los cientos de carteles que se multiplicaron en manos jóvenes que eligieron la salud pública y quieren lo obvio: un sueldo digno.

La propaganda manda en el cartel.
En el Ministerio, la marcha se encontró con la movilización contra los recortes para personas con discapacidad, que saludaron: “Unidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode”. Allí también llegó una familia que no era trabajadora del hospital, sino simplemente usuaria, con un niño de cinco años que tenía un cartel que resumía todo: “A mi mamá la salvó el Garrahan”. Esa vida es, también, lo que hoy salieron a la calle a defender.

Compartimos uno de los comunicados que repartieron, escrito por la Asamblea de Residentes del Garrahan (@asamblearesidentesgarrahan, en Instagram).
“Somos residentes. Médicos recibidos que decidimos continuar nuestra formación especializándonos en Pediatría y elegimos este hospital para hacerlo.
Somos quienes probablemente te hayan atendido en la guardia, en los consultorios y en las salas de internación.
Nos formamos día a día, cuidando pacientes, acompañando familias, aprendiendo de cada historia. Hoy el sistema que debería fortalecernos nos está dejando atrás. No dejamos de esta en los consultorios porque queramos, sino porque no podemos más. Nuestros salarios no alcanzan. Trabajamos jornadas extensas, con enormes responsabilidades, por ingresos que no nos permiten vivir dignamente.
Esta medida es el último recurso de quienes queremos seguir en este hospital, sin tener que abandonarlo para sobrevivir. La salud pública también se cuida cuidando a quienes la sostenemos.
Estar lejos de nuestras guardias, de los consultorios, de nuestros pacientes nos duele. Pero esta lucha también es por ellos y paa ellos. Porque in residentes no hay formación continua, y sin formación continua no hay futuro para el sistema de salud.
Defendemos la salud pública, incluso cuando nos toca hacerlo desde la calle”.

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Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón

El despliegue policial fue otra vez inusitado: gendarmes, prefectos, policías federales y aeroportuarios contra jubilados empujados a la pobreza extrema, cuyo medio de transporte no son la motorizada o los hidrantes, sino los bastones y las sillas de ruedas. Un rato antes, en el Polo Científico, hubo un acto contra el cientificidio producido por un estado que desmantela y desfinancia incluso emblemas de salud como el Hospital Garrahan.
En el caso de Congreso, nuevamente el acompañamiento a los jubilados reflejó una heterogeneidad creciente: curas, organizaciones territoriales, algunos –pocos– sindicatos, organismos de derechos humanos. Y el formato repitió un esquema coreográfico que optimizó el de la semana pasada: el movimiento, por la vereda y la calle, desorientó a las fuerzas que, aun siendo más en proporción, no daban a tiempo de evitar los cortes que lograba una marcha que no se detenía nunca. Esa estrategia también evitó choques directos, aunque los federales se armaron con máscaras para gasear en cualquier momento, gusto del que no se privaron tampoco con la prensa: al menos 18 personas heridas, fue el conteo de la Comisión Provincial por la Memoria. De todos modos, el piquete mayor fue el realizado por la propia ministra Bullrich y sus tropas, que aislaron al Congreso durante todo el día, cortaron Rivadavia, Callao, Combate de los Pozos, Hipólito Yrigoyen y la estación Congreso del subte A, para detener una marcha que, de hacerse, significa una vuelta alrededor del palacio legislativo de unos 20 minutos. De este modo, se instala un caos durante todo el día como para encender las ínfulas represivas. Volvió a escucharse un viejo cántico: “Policía Federal, la vergüenza nacional”.
Crónica de otra jornada con una pregunta que se respondió entre precios de empanadas, medicamentos y bifes de costilla: ¿qué guardan los jubilados bajo el colchón?
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi
Fotos: Sebastián Smock y lavaca.org
Es miércoles otra vez y todo se dispone más o menos como siempre.
Por allá el Congreso, vallado en cada esquina, de imposible acceso salvo para las fuerzas federales que utilizan las oficinas anexas del Palacio que –según la Constitución– debería votar la prórroga de la moratoria o los aumentos de los haberes de las personas jubiladas que están a minutos de reprimir.
Por acá los medios, autogestivos y privados, con máscaras de gas para evitar los químicos bullrichistas, en una naturalización de las condiciones bajo las que debe trabajar el periodismo.

Antonio Becerra, fotógrafo del diario Tiempo Argentino.
El conflicto es visible.
De un lado mujeres y hombres jubilados, muchas veces con bastones, otras con sillas de ruedas, siempre con carteles manuscritos que suelen ser un símbolo del presente.

Medios de transporte para reclamar por los derechos.
Enfrente, la policía Federal, la Aeroportuaria (?), la Gendarmería (?), la Prefectura (?), dedicadas a estos operativos caóticos, costosísimos, que revelan que la voluntad oficialista no es que haya orden, sino que haya represión.

Otros medios de transporte.
La danza del Congreso
Sin embargo es miércoles otra vez y la manifestación comienza, pero si la semana pasada ya había sido distinta, porque jubilados, sacerdotes, militantes barriales, sindicalistas, organismos de derechos humanos, socorristas y vecinos se desplazaron en una coreografía que hizo mover hasta el cansancio a las llamadas fuerzas de la ley, este miércoles la performance se optimiza, ganando en eficacia y poesía.
Porque comienzan sobre la plaza, dejan atrás los cordones de las fuerzas sin bajar a la calle, caminan sobre la vereda, cantan “qué feo debe ser pegarle a un jubilado para poder comer”, bordean la calle Hipólito Yrigoyen, llegan hasta la otra punta en Luis Sáenz Peña, doblan en U hacia Avenida Rivadavia, y de repente bajan a la calle, porque a los efectivos (?) no le dan los pies para caminar tan rápido y evitarlo, y entonces cuando llega la PSA la columna pasa de nuevo sobre la vereda cantando “qué vergüenza pegarle a un jubilado por dos pesos con cincuenta”, y vuelven hacia Yrigoyen, y bajan a la calle, hasta que llega Gendarmería corriendo, y entonces vuelven a la vereda, y llegan hasta Sáenz Peña –otra vez– y bajan a la calle –otra vez– y cortan la calle, y de las motos y los autos suenan bocinas, y los manifestantes saludan riéndose como niños, porque la desorientación federal es total, hasta que llega la Federal, y se suben a la vereda, y así sucesivamente.

Crearon un cauce.
Una marcha infinita.
Una invitación a que el próximo miércoles las gotas que van confluyendo en esta ceremonia semanal sean cada vez más.
Cientificidio, motosierra y licuadora
El mismo día, en 15 ciudades del país se realizaron actos en los que participaron miles de científicos contra lo que llamaron “cientificidio”. El hecho se plasma en la motosierra sumada a la licuadora, aplicada a entidades como el Conicet (Consejo Nacional de Actividades Científicas y Técnicas) y la Agencia Nacional de Promoción Científica.

Foto: lavaca.org
Investigaciones y proyectos de todo tipo –desde estudios sobre cáncer hasta resistencia a los antibióticos– son amputados por la motosierra, mientras la licuadora se aplica a salarios que en muchos casos han sufrido pérdidas del 40% durante esta etapa que el gobierno “libertario” define como un éxito.

FotoCobertura colaborativa / RAICYT
En Buenos Aires la concentración se realizó en el Polo Científico (en Palermo), ante una situación que quienes trabajan en ciencia definen como desesperante, por el grado de destrucción y vaciamiento que sufre una actividad crucial.
El planteo fue: «Desde el estudio de la pandemiahasta la producción de alimentos, desde la historia argentina hasta la transición energética, desde las desigualdades sociales hasta la nanotecnología, desde la literatura hasta la biomedicina: no hay agenda de futuro sin ciencia». Los organizadores informaron además: “El poder adquisitivo de salarios y becas cayó un 40%, alcanzando niveles históricos mínimos, comparables a los de 2001”. Ya se han perdido 4.000 puestos de trabajo. La llamada “fuga de cerebros” se ha convertido en otro regalo que Argentina hace al mundo: no solo los recursos naturales sino también los humanos pasan a estar de remate. Los científicos plantean: “El gobierno ha implementado una política de aniquilación de aquello que llevó décadas construir”.

Foto Cobertura colaborativa / RAICYT
Las y los manifestantes se inspiraron en El Eternauta, con máscaras y la consigna “Nadie se salva solo”. Hace más de un año y medio las marchas de jubilados están planteando el mismo tipo de cuestiones y mostrando un camino que parece haber inspirado también al Polo Científico.
Una diferencia notable es que las máscaras de jubilados, periodistas y fotógrafos en Congreso son previas a la serie de Netflix, muchas veces caseras y precarias, y consecuencia de que son literal y semanalmente atacados con gases tóxicos, cosa que ha ocurrido hasta con niñas.
En el caso del Polo Científico, los atuendos están muy bien hechos y son simbólicos, ya que no han sufrido ataques físicos como los jubilados (aunque si siguen reclamando seriamente tal vez lo logren).


Ataques a jubilados y fotógrafos
Volviendo a la marcha de jubilados, las fuerzas federales (Gendarmería, Prefectura, Policía Federal y de Seguridad Aeroportuaria) comandadas por Patricia Bullrich mostraron ya no solo su cara represiva, sino también una improvisación inusitada. Un decálogo de postales de desconciertos y abusos:
1) Al vallar todo el Congreso –incumpliendo su propio protocolo antipiquete y cortando el tránsito en Avenida Rivadavia, Callao, Riobamba e Hipólito Yrigoyen– , generaron un peligro latente porque la gente debía caminar un tramo sobre Callao por la calle, pegada a los autos.

2) No dejaban cruzar a la gente por la senda peatonal de Rivadavia y Callao y tampoco explicaban el por qué. Solo ganaron reproches e insultos, también, de las personas que no estaban reclamando por las jubilaciones. Por ejemplo, automovilistas.
3) Armaron una barricada en medio de la Plaza de los Dos Congresos, sin ningún sentido (dentro de la plaza no hay calles que despejar).
4) Armaron otra barricada en medio de la vereda, a la altura de Rivadavia al 1771, entre Callao y Rodríguez Peña. Es decir: la policía hacía un piquete que impedía que los transeúntes fueran por la vereda, obligándolos a bajar a la calle. Al rato se dieron cuenta del absurdo y se movieron, entre risotadas e insultos.

5) Volvieron a gasear a la prensa. Antonio Becerra, fotógrafo de Tiempo Argentino, fue uno de los más afectados.
6) Según registró la Comisión Provincial por la Memoria hubo al menos 18 personas heridas.
7) Para seguir visibilizando su reclamo, un puñado de no más de veinte jubilados empezaron un semaforazo en la esquina de Montevideo y Rivadavia. Cuando se ponía en rojo el semáforo sobre Rivadavia, saltaban a la calle a reclamar e informar frente a los automovilistas. Cuando cambiaba al verde, subían. Así una y otra vez, hasta que llegó un ejército de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) les impidió hasta eso.
8) La mayoría de los efectivos de todas las fuerzas no llevaban identificación.
9) Cuando se les pregunta el por qué, muestran otro de sus protocolos: se ríen socarronamente.
10) Un dato no menor: quienes se ríen, están con trajes blindados y armados hasta los dientes.

Los jubilados que usan máscaras no lo hacen para parecerse a El Eternauta, sino porque son literal y semanalmente atacados con gases tóxicos por la policía, y además por fuerzas de presencia inentendible en la plaza de Congreso: Gendarmería, Prefectura y Policía Aeroportuaria.
El colchón y las empanadas
Entre dólares en colchones y empanadas caras, hay un problema central que tiene menos prensa: la jubilación mínima sigue siendo de $296.481, a la que se suma un bono extra que desde marzo de 2024 yace congelado en $70.000, con lo que el haber llega a $ 366.481.
Armando tiene 74 años y es de Barracas. “Los dólares del colchón y las empanadas de Darín son métodos de distracción, de engaño hacia la gente, que se ve que les sirve porque tienen adeptos y ganan elecciones. Me pregunto cómo pueden lograrlo con el deterioro que están haciendo y con la maldad que tienen, porque no aumentar nuestras jubilaciones lo festejan como una victoria”.

¿Qué tiene usted en el colchón? “Lo único que me queda es el elástico”, dice y ríe por primera vez. Se pone serio: “Siempre que tuve un sope lo tuve que gastar. Y ahora ni eso. He sabido estar mejor, pero no ahora. Tengo el esófago de Barret, una enfermedad por la que debo tomar tres remedios todos los días y este gobierno me quitó el más caro, que antes era gratuito. No puedo pagar 50.000 pesos así que mi doctora me bajó la dosis a la mitad”.
Delia sostiene un cartel que denuncia lo que cobra un senador (9 millones de pesos) y exige “basta” y que los jubilados sean “los primeros”.
Cuenta su modo de supervivencia: “Cobro la mínima, 366 mil. Pago de alquiler casi 200 mil, y 100 mil de expensas. Sacá la cuenta de lo que me sobra para todo el resto del mes. Después la luz, el gas; lo que nos dicen es ‘no vivas, no vivas más’; o sea ¿me tengo que suicidar? Eso es lo que van a lograr, y chau”.

Estela y Lidia tienen 63 y 72 años. Están juntas y enojadas. “Los medios de comunicación son cómplices de que el gobierno nos trate como el repulgue de la empanada, obviando los temas importantes, como es esta protesta. Todo el mundo hablando de Darín, o mostrando sus colchones con el fin de disfrazar la realidad”.
Ven lo positivo de las empanadas: “Es importante que un artista como él haya hablado, porque aunque nosotras comamos en lugares más baratos, no dejamos de sufrir”.
¿Qué se sufre? “Lo que no tenemos en el colchón porque no tenemos ni en la heladera. Ya no estamos cocinando de noche. Ya pasó para nosotros lo de las 4 comidas. No existe más”.
Liliana –70 años, de Sarandí–, Sandra –63, de Quilmes– y Elba –72, también Quilmes– son tres amigas de zona sur del conurbano que tienen la bandera argentina como capas de superheroínas. Liliana se ríe para no llorar de lo que hay debajo de su colchón: “Deudas y cuentas, bien abajo de la almohada, esa que todas las noches no te deja dormir. Hasta el servicio de televisión tenemos que cambiar porque no alcanza. ¿Comer?, por Dios”.
Sandra come al mediodía: “A la noche matecocido, nomás”.
Elba fue a la mañana a hacer mandados porque a la noche viene su nieto a cenar: “Una hora estuve mirando precios. Me decidí por un bife de costilla, medio flacucho: $11.500 el kilo, para que coma bien el nene”. Liliana dice: “Bueno, ¿ves? Yo carne ya no”. Elba suma: “Y yo no voy al doctor porque me va a dar un remedio que no voy a poder comprar –dice y se señala la boca–. Todos los días rezo para que Dios me cuide los dientes”.

Efecto del gas pimienta.
Ricardo, 68 años, trabajó de todo –chofer de colectivos, montador, en una tejeduría de San Martín–, y cuenta que hace cuatro meses lo operaron de cáncer de próstata. “No me alcanza ni para los medicamentos, hijo”, dice, con los ojos como dos espejos. “Estoy acá porque Dios, quizá, me permite vivir un poquito más”. Su mujer trabaja y banca la situación, pero tuvieron que ir cambiando el menú: otro aceite, otras carnes, otra verdura, otro tomate, otros huevos. “Me entendés, hijo, todo hizo que nuestra vida se deteriorara en un sentido de dignidad de la mesa”. No pensó que después de jubilarse estaría de nuevo en las calles, pero acá está, con fe y esperanza de que Argentina pueda cambiar: “Ustedes tienen que razonar, la juventud, porque van a ser los más damnificados. Dios te ayude, hijo”.
Pasó otra marcha y pasó otro miércoles. Y llega un nuevo parte desde el Hospital Ramos Mejía, donde Pablo Grillo permanece internado desde aquel miércoles 12 de marzo cuando fue baleado por un gendarme con el impacto de un proyectil de gas apuntado a su cabeza. “Continúa estable en terapia intensiva. Desde Neurocirugía, su cuadro está controlado y su evolución es positiva. Desde Terapia Intensiva, se le están administrando antibióticos por la detección de una infección en vías urinarias. Está siendo monitoreado y su estado, por el momento, está controlado”.
La jubilación mínima sigue siendo de 366 mil pesos: salvo excepciones, no alcanza para comprarse un colchón. Más de cinco millones de jubiladas y jubilados hoy cobran eso.
Y por eso, también, seguirá esta marcha que parece infinita. El próximo miércoles.

Actualidad
Represión y reacción

(Por Claudia Acuña)
Con las cámaras en alto y sentados en el asfalto (imagen de portada), más de cuarenta reporteros y reporteras gráficas lograron que liberen al fotógrafo Tomás Cuesta y se desestimen varios de los cargos que querían atribuirle a Javier Iglesias, otro de los fotógrafos arbitrariamente detenido al finalizar la ronda de los miércoles de las y los jubilados en el Congreso. También fueron apresados Pablo Luna, jubilado ex trabajador de YPF y Leandro Cruzado, integrante del Club Antifascista, quienes según la fiscalía Este –a cargo de iniciar la causa judicial– podrían recuperar la libertad mañana al mediodía.
Como todos los miércoles la prensa fue blanco de gases y palos por parte de las fuerzas de seguridad, que en esta oportunidad intentaron dar un paso más: el video que muestra la detención de Tomás Cuesta (al final de este artículo) es la evidencia de la brutalidad de su accionar. Cuesta, quien habitualmente trabaja para medios internacionales, estaba cubriendo la ronda para la organización Amnistía Internacional, que en estos días está elaborando un informe sobre la represión estatal a la protesta de jubilados enviando a Buenos Aires a una especialista de la oficina central de esa oenegé, desde Inglaterra.

Uno de los detenidos del miércoles: jubilados y la prensa en la mira.
Javier Iglesias es un fotógrafo independiente que cubría la protesta para medios especializados en temas de represión estatal. Ambos fueron derribados al piso, ambos soportaron la rodilla de un gendarme en la mejilla para aplastarles así la cabeza contra las baldosas, ambos fueron esposados y trasladados al estacionamiento situado exactamente enfrente del ingreso al Senado de la Nación. El contraste se hizo aún más evidente cuando los dos fotógrafos fueron obligados a pararse en el paredón de la playa de estacionamiento mirando hacia el frente: lo que veían desde esa posición era el Palacio, símbolo de la representación democrática. Quizá porque el oficio es exactamente ese –saber mirar– los y las fotógrafas que llegaron hasta allí para conocer la situación de sus colegas decidieron hacer entonces un camarazo con sentada: no iban a naturalizar otro miércoles de impunidad. El momento, además, era muy sensible: acababan de llegar las noticias del resultado de la nueva operación al reportero Pablo Grillo, a quien una descarga de Gendarmería lo hiriera de gravedad y le dejara como secuela una hidrocefalia que hoy obligó a colocarle una válvula para drenar el líquido del cerebro al abdomen.

Otro de los detenidos. Foto publicada en Tiempo Argentino.
El primero en sumarse a la plantada fue el secretario general de Sipreba, Agustín Lecchi. “Todos los miércoles jubilados y periodistas somos el blanco de la represión. No nos vamos a mover de acá hasta que tengamos una respuesta”. También personal de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad se presentó tanto en el estacionamiento como en la fiscalía para conocer la situación y los argumentos que, supuestamente, justificaban las detenciones. Finalmente llegaron los representantes políticos: el diputado Germán Martínez –presidente del bloque de diputados de Unión por la Patria- la senadora Silvina García Larraburu y el senador Mariano Recalde: en ese orden. En tanto, la fiscalía aceptó revisar “pruebas”: comprobó así que no había ningún video ni declaración policial que justificaran la detención de Tomás Cuesta y ordenó su liberación. Los tres restantes debían esperar la decisión del juzgado, por que la fiscalía ya había validado las detenciones en un trámite más rápido que el pedido de explicaciones.

“La clave fue la reacción”, sintetiza uno de los colegas de Tomás, que comunicó inmediatamente la noticia a su mamá que en estos días está trabajando en el Festival de Cannes: es la jefa regional de la agencia internacional de noticias Associated Press.

Un signo de los tiempos: Detenidos sin explicación, contra la pared, en un estacionamiento usado por la policía ubicado exactamente frente al así llamado Honorable Senado de la Nación Argentina.