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“Topo, tenemos hambre”: ronda por las jubilaciones, efectos papales y el arte de gambetear a la policía

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Nueva ronda de jubiladas y jubilados alrededor del Congreso en tensión con la policía que busca hacer cumplir el “protocolo” del ministerio de Seguridad. Tras las palabras del papa Francisco el viernes pasado (“en vez de pagar la justicia social, pagaron el gas pimienta”) la policía evitó esta vez pulverizar a personas jubiladas y niñas, como en ocasiones anteriores. Las pancartas caseras volvieron a concentrar la atención por el ingenio y los reclamos, en una tarde en la que los jubilados hicieron una presentación al PAMI por la falta de medicamentos que los afecta especialmente. Hubo sentadas en la calle, banderazos en los semáforos y embudos de tránsito, cantándole a las fuerzas de seguridad: “Qué feo debe ser/ pegarle a un jubilado para poder comer”. En la foto principal puede verse la manos de la gente frente a la embestida policial. Una percepción en la calle: “A la policía la tenemos desconcertada”.

Fotos Juan Valeiro/lavaca.org

En un momento de la ronda del movimiento de jubilados de este miércoles, tras recibir empujones policiales con los escudos para evitar que siguiesen caminando por Combate de los Pozos para doblar por Yrigoyen, las personas que manifestaban tomaron otra decisión: giraron caminando no por el asfalto sino por la vereda en la que se encuentra la entrada al Senado.

La policía entonces debía ir corriendo con sus trajes que le valen el apodo de “tortugas” para pararse en el cordón de la vereda a medida que la columna avanzaba, para que nadie bajara a la calle.

“Topo, tenemos hambre”: ronda por las jubilaciones, efectos papales y el arte de gambetear a la policía

Un Abbey Road en la 9 de Julio: yendo del PAMI al Congreso. Fotos Juan Valeiro.

Esa coreografía fue poco a poco rodeando al Congreso. Uno de los jubilados se acercó a una de las policías tortugas: “Por qué nos hacen esto, estamos peleando también por el futuro de ustedes”. Un policía se acercó amenazante y el jubilado con serenidad le dijo: “Solamente le estoy hablando, no le voy a pegar. No soy una rata como vos y todos tus compañeros que le pegan a las jubiladas”.

https://twitter.com/Lavacatuitera/status/1839012959294476740

Dos canciones: “Ju-bi-lados carajo” y “Qué feo debe ser pegarle a un jubilado para poder comer” verso este último dedicado a las supuestas fuerzas del orden. La ronda continuó hasta que en Rivadavia y Entre Ríos se vio más gente todavía haciendo banderazos ante los automovilistas que venían por Rivadavia, y luego ante los que transitaban por Entre Ríos.

La única certeza que parecían tener los así llamados “efectivos” policiales era la de no utilizar, al menos por esta vez, el gas pimienta que la semana pasada logró que hasta la máxima referencia de la Iglesia Católica en el mundo se refiriese al modo de reprimir en Argentina: “En vez de pagar la justicia social, pagaron el gas pimienta” dijo el papa Francisco.

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Intrépidos policías enfrentando a los jubilados en Hipólito Yrigoyen y una calle cuyo nombre podría ser una imagen del presente: Combate de los Pozos. Fotos Juan Valeiro

En una de las esquinas se había armado un embudo de manifestantes, que dejaba fluir el tránsito pero a otra velocidad. También hubo sentadas, cacerolazos y un señor llevaba el siguiente cartel: “Yuyito = Covelia, recoge la basura”. Raúl, uno de los manifestantes, declaró a lavaca: “Tenemos desconcertada a la policía”.

“No hay libertad”

Entre los carteles más llamativos estaba el de Elisa: “Topo, tenemos hambre”.

Ella cuenta: “El topo es Milei. Y digo que tenemos hambre porque sube la inflación, los costos y el hombre no hace nada. Al contrario, dijo que nos iba a arruinar. Si sigue la inflación vamos a caer en default y entonces va a haber menos obreros que trabajen. Puede venir lo peor, violencia, una guerra civil, cualquier cosa. Hay mucha delincuencia y al tener un presidente ruin que arruina, que estafa a los que creían en él y al resto, a favor de la venta de órganos y que está vendiendo la patria, entonces la inflación sube, el peso cae, y entonces se va a desatar lo peor entre gente de capitales y gente humilde. Eso están buscando”. ¿Por qué usted cree que lo hacen? “Para llegar a que se termine la democracia. Yo hoy no siento tener libertades. Me siento oprimida. Reprimida. Presa en un gobierno de delincuentes”. 

“Topo, tenemos hambre”: ronda por las jubilaciones, efectos papales y el arte de gambetear a la policía

Paula de Ramos Mejía tiene 57 años: “Vengo porque a los viejos no pueden hacerle esto. Vi el primer miércoles cómo estos de azul le pegaban a los abuelos y desde ese día no dejé de venir. Todavía no soy jubilada y a este ritmo me voy a jubilar a los 80. Lo que viene va a ser horrible. En nueve meses Milei hizo un desastre, imaginate si se queda tres años más, no deja nada. ¡Porque no le importa nada! Van por todo… Sturzenegger de nuevo. Caputo de nuevo. No tenemos memoria. Tengo una impotencia que no puedo más”.

La reunión y la canasta

Raúl relata la experiencia al llevar una carta al PAMI en la que plantean los reiterados pedidos de reunión que realizaron.

https://twitter.com/Lavacatuitera/status/1838981561590468906

https://twitter.com/Lavacatuitera/status/1838981561590468906

“Pese a la apremiante situación en que nos encontramos no tuvimos respuesta alguna”, escriben, y plantean especialmente: “Han reducido el vademécum de medicamentos y el otorgamiento de medicamentos oncológicos, incluso las tareas de cuidado y el suministro de elementos para mejorar la calidad de vida, como sillas de ruedas, audífonos y hasta pañales”.

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Policía o abrazo. Fotos Juan Valeiro.

Raúl: “Fuimos muchas veces a PAMI, presentamos muchas notas por el tema de los alimentos. No habíamos ido concretamente por el tema de los medicamentos, salvo cuando fuimos a reclamar por los medicamentos oncológicos de una compañera. Finalmente hizo un amparo, reclamamos tras el amparo, y se los dieron. Y hoy nos juntamos con todas las organizaciones que estamos aquí los miércoles. Lo que pedimos fue una entrevista con el interventor que se llama Esteban Leguízamo pero no nos dejó subir. Bajó uno que dijo ser el jefe de gabinete y nos recibió en el hall, no nos dejó entrar más que de allí. Recibió la nota, nos dieron un correo electrónico, y nada más. No dijeron ni blanco ni negro. Les dijimos que con 300 mil pesos, que es la  jubilación mínima con el bono, no se pueden afrontar los medicamentos. La mayoría de los jubilados tiene varios medicamentos, y eso implica 60, 70, 80 mil pesos, es un porcentaje muy grande de la jubilación. Ahora los están poniendo como de venta libre a los medicamentos más comunes, como el paracetamol, para que ya no tenga más descuento. ¿Por qué hacen esto? Porque usan la guita para otra cosa”.

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Fotos: Juan Valeiro.

Sergio: “Para robársela, eso es claro. No es que queda en el aire la plata cuando hay problemas. Por ejemplo, el tipo bajo los impuestos a los ricos. No se puede creer la estupidez de que quieren terinar con el déficit: si quisiera hacerlo tendría que cobrarles más impuestos sobre todo a los poderosos, a los monopolios, pero hace al revés: nos atraca a los jubilados”.

Raúl pertenece a Jubilados Insurgentes, uno de los grupos más activo en los últimos meses: “Nosotros hace como 8 años que venimos aquí a juntarnos con la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones de Jubilados y Pensionados, que se está movilizando hace más de 1.700 miércoles”.

Sergio cuenta que han armado un programa de acción común, que propone que inguna jubilación pueda estar por debajo de la Canasta del Adulto Mayor que hoy es de 912.584 pesos y se compone de gastos de alimentación (236.873), vivienda (198.000), medicamentos (145.000), y otros rubros como servicios, limpieza, recreación, transporte y vestimenta.

“Topo, tenemos hambre”: ronda por las jubilaciones, efectos papales y el arte de gambetear a la policía

Fotos Juan Valeiro.

Raúl: “Nosotros necesitamos que los trabajadores estén en blanco, que tengan salarios dignos, porque de allí deberían salir las jubilaciones. Pero los gobiernos, este en especial, hacen todo al revés. Para mí quieren volver a las AFJP y por eso desfinancian el sistema jubilatorio, para eliminarlo”. Sergio: “El país necesita que le den bola a los trabajadores, porque los intereses de los trabajadores son el bien común de toda la sociedad argentina”. 

¿Cómo ven la cuestión del supuesto apoyo social a Milei?

Sergio: “Yo creo que la gente está tomando conciencia, aunque les cueste reconocerlo, porque no es que sacrificándose va a mejorar la cosa. Será peor. También hay mucha gente que se conforma pensando en las elecciones, pero ya sabemos que eso puede ser una nueva traición, así que nosotros confiamos en la lucha nuestra. 

“Topo, tenemos hambre”: ronda por las jubilaciones, efectos papales y el arte de gambetear a la policía

Jubilados en la puerta del PAMI. Fotos Juan Valeiro.

–¿En qué los cambia o los transforma a ustedes el hecho de estar acá?

Raúl: Nos da el sentido de la vida, el que está en su casa mirando televisión lo único que puede hacer es rumiar su propia bronca. Nosotros estamos haciendo cosas positivas para cambiar esta cuestión, o por lo menos lo intentamos.

Sergio: nosotros nos sentiríamos muy mal si no estuviéramos haciendo algo, porque somos personas que estamos preocupadas por esto. Si nos quedáramos en el mazo nos sentiríamos unos cobardes o unos inútiles. Y no somos ninguna de las dos cosas.

Cuentan que se cruzaron con los trabajadores de Aerolíneas, que mañana habrá paro universitario preparando la gran marcha para el 2 de octubre, y que este jueves habrá paro de estatales y olla popular en Plaza de Mayo.

Así es también la agenda del presente.

Unos pasos más allá, un jubilado con un gorrito piluso eleva ante decenas de policías su pancarta manuscrita, que puede verse en esta imagen que sintetiza tanto de lo que está ocurriendo.

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Educación: ADN y velas para resistir en la calle

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Por Francisco Pandolfi

Desde que empieza a hablar, Micaela tarda menos de un minuto en empezar a hacerlo a través de esos ojos oscuros que primero lloran por la universidad pública. 

Que después pasarán a tener rabia, por el desguace de la universidad pública. 

Y que luego contagiarán fuerza, por el futuro de la universidad pública.

Esos ojos simbolizan lo que está pasando con la educación superior, que este jueves y viernes continúa con su plan de lucha: paro de 48 horas y diferentes actividades; actos y movilizaciones en todas las ciudades del país donde funcionan universidades públicas.

Educación: ADN y velas para resistir en la calle

¿Qué está en juego? La aprobación de la ley de financiamiento universitario que incluye “salarios dignos para todos los trabajadores del sistema”, la actualización de becas para estudiantes y la asignación de “recursos mínimos e indispensables” para garantizar el funcionamiento institucional”. La convocatoria fue impulsada en conjunto por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), los gremios del Frente Sindical de Universidades Nacionales y la Federación Universitaria Argentina (FUA).

En la ciudad de Buenos Aires, a la mañana se hizo un abrazo simbólico al Hospital de Clínicas para denunciar los bajos salarios y un presupuesto para el funcionamiento de los hospitales universitarios que no fue actualizado en los últimos 13 meses. Por la tarde, se realizó una marcha de antorchas con el lema “Prendete a defender la Universidad Pública”, desde la Plaza Houssay (ubicada entre las facultades de Economía, Medicina y Odontología de la Universidad de Buenos Aires) hacia el Palacio Pizzurno, donde se emplaza la actual Secretaría –ex ministerio– de Educación nacional. 

Educación: ADN y velas para resistir en la calle

Acá está Micaela Rueda, con una vela en la mano, con esos ojos que dicen tanto y sus 28 años. Es Licenciada en Relaciones de Trabajo de la UBA, donde se recibió en 2021. Continúa estudiando –ahora un curso, gratuito– en la misma facultad. “Me sigo forjando, me sigo especializando”, dice orgullosa. No se golpea el pecho con las manos pero sí con las palabras. Entra en un subibaja de emociones. “Me genera un dolor ver a la universidad así, con docentes que desde hace un año y medio tienen que buscar otros trabajos porque no les alcanza, ni aunque hagan un montón de horas. Se rompen el lomo e igual no llegan”. La contrapartida: “Me genera tanta emoción vernos de nuevo en las calles, contra un gobierno del que no podés esperar nada, si hasta se rió de chico autista”.

Educación: ADN y velas para resistir en la calle

Plantea una duda y una certeza: “No sé a dónde vamos a parar, pero estoy segura que la única manera de frenarlo es acá”.

Pese al frío hay cuatro cuadras atiborradas de personas, banderas, sindicatos, centro de estudiantes, docentes, estudiantes, autoconvocadxs. 

Se canta para amainar los 9 grados de sensación térmica que entre la masa se disimulan bien. “Traigan al gorila de Milei, para que vea, que este pueblo no cambia de idea, pelea y pelea por la educación”.

Otro tema que suena en loop y al ritmo de “llegando está el carnaval”: “Si el presupuesto no está, qué quilombo que se va armar”, en referencia al reclamo sobre el proyecto de ley de financiamiento educativo universitario presentado el pasado 28 de mayo ante el Congreso de la Nación, y que busca garantizar los fondos necesarios para el funcionamiento del sistema universitario y científico con un aumento progresivo que alcance el 1.5% del PBI en 2031. Hoy, según denunció la comunidad educativa, lo destinado a inversión en educación superior es el 0,45 % del PBI.

Educación: ADN y velas para resistir en la calle

Aunque aún no está confirmado, las autoridades universitarias esperan que el miércoles 2 de julio en Diputados se trate la iniciativa, que además plantea que los docentes y no-docentes recuperen el poder adquisitivo tomando como base la inflación acumulada desde diciembre de 2023. Cabe recordar que en septiembre de 2024 el Senado sancionó la Ley de Financiamiento Universitario, pero veinte días después fue vetada por el presidente de la Nación Javier Milei.

Entre velas en vasos de plásticos y botellas cortadas, se llega a la puerta de la secretaría de Educación, a cargo del poco conocido Carlos Torrendell (55 años, porteño, doctor en Ciencias de la Educación; egresado en la Universidad Católica de Chile). Se hace un acto breve y concreto. Hablan representantes de la Conadu, la Conadu Histórica y CTERA-UTE. Dicen: “Le decimos al secretario de Educación que estamos vivos, aunque nos quieran muertos. Y les exigimos a ustedes, funcionarios que no funcionan, paritarias ya, progresivas y con buena fe. Hace un año la ministra Pettovello nos dijo que si en una semana no obtenía la plata para empatar nuestros salarios con la inflación, que saliéramos a la calle. Hace un año perdíamos un 40% con la inflación, hoy hay salarios que pierden un 91%. A la crueldad de este gobierno y su ajuste salvaje, seguiremos respondiendo con la pedagogía de la ternura y del amor, y con nuestro ADN: estar en la calle, de pie, y luchando”.

Educación: ADN y velas para resistir en la calle

Acá, el objeto que se repite es la vela, encendida, alumbrando el futuro. Y la palabra que se repite –arriba y debajo del escenario– y que ensombrece el presente es “deterioro”.

Mercedes y Martín son docentes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y hablan con lavaca.

Mercedes: “Estamos asistiendo a un deterioro permanente en todas las universidades y en todo sentido. En las condiciones en las que trabajamos docentes, en las condiciones en las que estudian las y los estudiantes, y también en las condiciones en las que se produce conocimiento e investigación”.

Martín: “No es solo un reclamo salarial, justo y necesario porque el deterioro es muy grande, sino que es imposible sostener lo cotidiano, repercute en el propio mantenimiento de los edificios, en los servicios de luz, de gas. La agresión y el deterioro es muy importante”. 

Educación: ADN y velas para resistir en la calle

¿En qué perciben ese deterioro en lo diario?

Mercedes: Las facultades necesitan un presupuesto para mantener los edificios, los salarios, la limpieza y el presupuesto no se actualiza desde hace un año y medio. Todo el sistema está sufriendo mucho, y cuando las universidades sufren en términos de su infraestructura y docentes, los pibes y las pibas también porque hay menos recursos para becas, para iniciación en las vocaciones científicas, para desarrollar actividades de extensión; la formación se resiente, es un círculo vicioso, lejos de ser virtuoso. 

Martín: Las facultades tienen que estar limpias, los baños son algo elemental. Los artículos de limpieza aumentan y las empresas que limpian también, en un 50, 60%. Mientras que a las facultades se les asignó un 0% de incremento. Eso se refleja cuando los estudiantes van a los baños y no hay papel higiénico, lo que desalienta a estar en la facultad. Además, en verano debemos restringir el uso de ventiladores por el gasto, y ahora en invierno pasa lo mismo con las calderas.

Mercedes: Lo mismo ocurre con el mantenimiento de los ascensores, que necesitan un service mensual por seguridad. Para pagar eso debemos sacar plata de otro lado, que no hay. Tapamos un agujero y destapamos otro. En el medio, nuestro salario que cada vez representa menos. En este año y medio perdimos más el 50% de nuestro poder adquisitivo.

Martín: Perdimos la mitad del ingreso, o un poco más. En la docencia existen muchas categorías, pero por ejemplo los ayudantes, que muchos son doctorados y sostienen cada comisión de trabajos prácticos que es la base sobre la que se asientan las cátedras, no llegan a los 200 mil pesos.

Mercedes tiene 57 años y desde hace 36 da clases en la Universidad de Buenos Aires. Martín dice que tiene “algunos años más que ella” y que está en la docencia desde 1978. “La educación es nuestra vida, nuestra identidad, y estamos acá para defenderla”, dicen, con el acto terminado y una vela prendida llamada esperanza.

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Los dueños de la plaza

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La plaza de los Dos Congresos quedó a disposición del movimiento de jubiladas y jubilados. La policía valló el edificio y esta vez evitó provocar y gasear a la gente. Los manifestantes no tenían tránsito que cortar, ya que la propia policía lo había hecho en toda esa zona del centro porteño. Los debates, las movidas, y la vida real: las dificultades para vivir y alimentarse con  precios de las cosas que subieron al infinito, mientras el aumento a los jubilados no superará los 5.000 pesos. La carne, el caviar y los alfajores. La motosierra sobre la vida. El recuerdo de ciertos crímenes, y algunas señales de luz en una época oscura.  

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El Congreso, como cada miércoles a las 15 horas, está vallado por todos lados, salvo por la calle Entre Ríos, por donde vienen autos, motos y colectivos que doblan por Hipólito Yrigoyen. Hacía allí se dirige entonces la columna de jubiladas y jubilados, acompañada por gremios de la CGT que no suelen estar (Dragado y Balizamiento, por ejemplo) con otros que están siempre (la UTEP, por ejemplo), que venían de una marcha en el Ministerio de Desregulación del Estado, la motosierra sin metáforas que conduce Federico Sturzenegger.

Los dueños de la plaza

No se ve el despliegue policial habitual que se desplegaba hasta el miércoles anterior a la condena de Cristina Fernández. No hay Gendarmería (sólo detrás del perímetro vallado), ni PSA, ni Policía Federal, ni PFA a la vista. Sólo Policía de la Ciudad en las calles aledañas, como para prever que las cientos de personas –varias con bastones, andadores, carteles y banderas, todas +70– se mantengan en esa zona de tránsito cortada por la policía (a la que jamás se llamará piquete).

Los dueños de la plaza

En la marcha alguien se queja, entonces, de que el Gobierno ya les sacó la ficha: con el tránsito cortado, los dejan bajar a la calle, los dejan subirse a la vereda, los dejan dar vueltas.

No hay represión, lo cual es un triunfo por parte de los jubilados.

Eso también implica que haya menos flashes fotográficos y cámaras de televisión, que no parecen muy interesadas en cubrir estas cuestiones si no hay movida represiva. Por ejemplo, la radio abierta por donde hablan –con mucha pasión y vehemencia– jubilados y jubiladas de todos los matices de rojo o clasismo que puedan existir. Esas voces amplificadas traen caras largas y alguna que otra interna para un público que, en realidad, terminan siendo los jubilados mismos y que dicen, encima, casi siempre lo mismo.

Los dueños de la plaza

La cuestión, sin embargo, es que hay muchos mismos.

Algunos mismos son los de esta radio:

  • Fuera Bullrich.
  • Fuera el gobierno hambreador. 
  • Fuera el FMI.
  • No al genocidio en Gaza.

Otros mismos son los de esta calle, como Alicia, de 80 años, que cobra la jubilación mínima ($304.723,90 más el bono de $70.000) y se ríe del aumento del 1,5% otorgado para julio porque dice que le significan sólo $5.000 más, “pero el kilo de la milanesas sale quince mil”.

Los mismos son estas historias, estos cuerpos, que ya garantizaron la sostenibilidad de todos los miércoles, convocando a nuevos sectores y nuevas luchas, y logrando también que, al menos en las últimas semanas, la plaza entera sea de ellos y ellas. 

Una oportunidad para hacer lo quieran.

La clave, quizás, sea imaginar qué hay ganas de hacer. 

Los dueños de la plaza

Ricos y pobres

Eduardo ilumina con unos ojos tan celestes que impresionan. Es del sur bonaerense y tiene 79 años, 4 hijos y 3 nietos. “Que cada miércoles se sumen nuevos sindicatos u organizaciones por un lado es una alegría. Hace un año y medio atrás éramos 30, 40 personas, y de a poquito se empezaron a sumar más por nuestra continuidad y persistencia. Pero también da tristeza, porque esta gente no es que viene a apoyarnos, sino porque cada vez está peor, o porque se ha quedado sin trabajo o no les alcanza para vivir”. 

Resume la batalla actual: “Lo que está en juego es quién se queda con la riqueza del país, el pueblo o el poder económico, que se está apropiando del país. Por eso les pido a los pibes que estudien para saber quién es quién en esta historia. Quiénes son los Sturzenegger, los Macri, las Bullrich”.

Sobre esa desigualdad a la que se refiere el jubilado, en estos días el CELAG, Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica) difundió que el 10% más rico del país acumula el 59% de la riqueza argentina, y el 50% de la población apenas llega al 4% de la riqueza nacional, lo que explica la tendencia de los últimos años acrecentada por el actual gobierno.

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La carne, el whisky y el caviar

Patricia Bullrich es la ministra de Seguridad y máxima responsable del operativo en el que la Gendarmería hirió al fotógrafo Pablo Grillo el miércoles 12 de marzo, en una de las marchas de jubiladas y jubilados. Es la misma que era ministra de la misma cartera en el gobierno de Mauricio Macri, cuando la Prefectura Naval asesinó a Rafael Nahuel en 2017. Esta semana, la Cámara Federal de Casación Penal ratificó la condena a cinco integrantes del Grupo Albatros (ninguna supera los 5 años y 8 meses). La sentencia no alcanzó a las autoridades políticas (autores intelectuales) en un molde que parece repetirse en la historia argentina: este jueves 26 de junio se cumplen 23 años del crimen de la Policía Bonaerense a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Dice Eduardo: Los responsables políticos nunca van presos, y como lo saben, hacen lo que quieren”.

¿Qué representa el aumento del 1.5%? La info de Eduardo: “No sirve para nada. Sigo respirando porque todavía tengo nariz. Carne ya dejé de comer cuando asumió este hombre. El gobierno de Alberto Fernández no fue un buen gobierno, pero un kilo de carne costaba dos mil pesos, hoy vale doce mil. Hablan de una inflación ficticia, quizá miden cuánto aumentó el whisky o el caviar”. 

Motosierra a enamorarse

Virginia tiene 70 junios y es de Carapachay, zona norte bonaerense. “Este gobierno habla y habla del dólar mientras nos sube la jubilación mínima cinco mil pesos, es vergonzoso. Cuando una se jubila la vida no termina. Nos jubilamos para hacer lo que cuando trabajábamos no podíamos. Este momento de nuestras vidas lo deberíamos usar para redescubrirnos, para hacer lo que queremos, estudiar, viajar, enamorarnos, cuidar a los nietos, pero el empobrecimiento nos quita calidad de vida, la posibilidad de hacer aquello que estuvimos esperando durante más de 30 años”.

Héctor tiene 74 años y un gorro tipo piluso, del que cuelga un cartel: “Genocidio jubilatorio”. Explica que ese genocidio que denuncia es lento pero permanente de parte del gobierno. “Ahora nos valló todo el Congreso, porque les molesta que marchemos alrededor, quieren alejarnos de la gente, por eso nos encierran en la Plaza. Saben que acá estamos y seguiremos estando, porque no hay cómo justificar que sigamos cobrando la miseria con que nos están matando. ¿Qué hago con la suba del 1.5%? Me compro un alfajor más”.

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Se ríe para no llorar, y se corrige: “Bah, un alfajor no, mejor una fruta porque nos tenemos que cuidar la salud. Así que con la suba para julio, en vez de comer un durazno voy a comer dos”.

Una luz

Anduvo por la marcha también Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años a la que casi mata la policía el 12 de marzo tras empujarla haciéndole golpear la nuca contra el suelo. “Siempre voy a estar viniendo” dice con la sonrisa de quien vive para contarla.

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Beatriz Blanco.

También estaba el padre Paco Olveira, mirándose a sí mismo en la tapa de la nueva edición de MU.

Los dueños de la plaza

El sacerdote Francisco «Paco» Olveira.

Después de la marcha, Zulema y la caravana de Jubilados Insurgentes se fueron para Avellaneda a la vigilia homenaje por los asesinatos de Kosteki y Santillán. Los convocaron para hacerles, a su vez, un homenaje a ellos con una exposición fotográfica de la lucha de todas las semanas. Así se une aquel crimen con la represión de este Gobierno: “En lo de Pablo Grillo fue fundamental el rol de los fotoperiodistas, como en aquel momento con lo de Darío y Maxi”. 

En aquel 2002 el trabajo de los fotógrafos desnudó el encubrimiento que intentó el gobierno de Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la provincia de Buenos Aires. “Si no era por eso, le iban a cargar las muertes a las espaldas de los propios manifestantes”, dice Zulema. Por ese crimen fueron condenados a perpetua el comisario Alfredo Fanchiotti y el cabo Alejando Acosta, quien goza hoy de libertad condicional. “Pero no condenaron a los responsables políticos”, dice Zulema.

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En el caso de Grillo, el único responsable que ha sido señalado hasta ahora es el cabo Héctor Guerrero: el Juzgado Criminal y Correccional Federal N° 1, a cargo de la jueza María Servini, informó hace unas horas que secuestró la pistola lanza gases que utilizó el 12 de marzo, ya que las pruebas fotográficas y fílmicas lo apuntan como el autor material del disparo. En el caso de Fabrizia, la nena de 9 años gaseada en septiembre de 2024, el juez Sebastián Ramos procesó al policía federal Cristian Rivaldi. “Pero antes de eso le echaban la culpa a los rescatistas”, compara Zulema.

Si bien los responsables políticos –Duhalde y Solá entonces, Milei y Bullrich hoy– siguen impunes, a Zulema se le iluminan los ojos con la ratificación de la condena a los prefectos por el asesinato de Rafael Nahuel: “Cuando pensábamos que entrábamos en una época oscura por la complejidad de la justicia, por lo menos hubo una abertura de luz”.

Sobre la cadena de mandos, agrega: “No nos queda otra que seguir en la lucha hasta juzgarlos a todos” dice antes de rumbear hacia Avellaneda, a seguir abriendo luces en una época oscura.

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Lo invisible

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Por Claudia Acuña

El artista italiano Salvatore  Garau fue noticia estos días  porque vendió una escultura invisible. La tituló Yo soy. La casa de subastas Art- Rite le entregó al comprador un certificado mientras exhibía la pantalla en blanco. Esa nada se cotizó en 18.300 dólares.  A pesar de no poder verse, el artista impuso algunos requisitos para su venta: la obra debe situarse en un lugar libre de obstáculos con un espacio alrededor de un metro y medio.

No es la primera vez, aunque sí la mejor remunerada, que Garau presenta obras invisibles. La última la instaló en Nueva York, antes en Milán. Todas consistían en lo mismo: un espacio vacío delimitado por cintas blancas que forman un cuadrado y un audio que recita:

 “No me ves, pero existo, justamente sobre esta blanca y redonda geometría.

Sientes mi ausencia que es una verdadera existencia.

¿Aún no me ves?

Sin embargo, estoy aquí, frente a ti

y lloro porque soy belleza y amor, que están desapareciendo.

Dame la forma que quieras.

Haz que no desaparezca del todo.

Si me sientes presente, existe”.

El artista justificó así la obra: “No se ve la escultura, tampoco el artista y sin embargo estamos los dos. Representa una perfecta metáfora de estos días. Estamos viviendo un momento en el que nuestro ser físico, nuestro existir, es reemplazado por nuestras imágenes virtuales y por nuestra voz, también impalpable. Nuestro ser de carne y hueso debe enfrentarse con la ausencia, que es la verdadera presencia en estos tiempos”.

El miércoles de esta semana una multitud desbordó la Plaza de Mayo en un acto que tuvo como protagonista un escenario vacío. ¿Por qué instalar un escenario para no subir a nadie? Lo que ocupó un lugar central fue, en cambio, un audio de wasap, que transmitía un mensaje de la ex Presidenta Cristina Fernández. Sin embargo, ese escenario vacío también habló: dijo mucho sobre lo que representa para esa fuerza política el proceso interno que desencadena su condena. Imposible no recordar la letra de Charly que, proféticamente habla del escenario vacío, de “una prisión que no es mía”, de “ventanas muy agitadas” y de “un millón de manos que me aplauden.”

Aquel miércoles y a pocas cuadras otro vacío se hizo oír. En los alrededores del Congreso y en la marcha de las y los jubilados –que hace apenas dos semanas era definida por referentes de esa misma fuerza política como el punto de unión “de todas las luchas”– se quedó esperando que la multitud caminara las pocas cuadras de distancia para acompañarlos.

Y nada.

Así ese vacío imperdonable se convirtió, también, en una perfecta metáfora de estos días.

Ayer viernes la ceremonia del audio de wasap se repitió en Parque Lezama.

Otra vez, la multitud.

Otra vez, el rito de la escucha atenta y sensible.

Otra vez el espacio poblándose sólo por el sonido.

Pero esta no hubo escenario, aunque sí micrófono, que utilizó Máximo Kirchner, el hijo de esa voz que no se ve, pero se siente. Le habló a una multitud que lo escuchó, pero –como al futuro– parece no verlo.

¿Es ese vacío lo que sostiene a Milei?

¿Es una invitación a colmarlo?

¿Es un peligro o una oportunidad?

¿O ambos?

Son algunas de las preguntas que en los próximos días, por acción u omisión, se irán revelando.

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