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Un día que hizo historia

¿Cómo se combinan lágrimas, risas, emoción, desahogo, abrazos, música, compañerismo, alegría, confraternidad, creatividad, justicia, en tiempos oscuros? La plaza de los Dos Congresos fue el escenario de un evento histórico, un símbolo de capacidad. Allí se bailó, se jugó y se cantó durante toda la tarde, hasta que llegó el momento en el que el Senado hizo lo que tenía que hacer: volteó por 63 a 7 el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Como el veto ya había sido rechazado en Diputados, la Ley pasa a estar vigente. El gobierno ha amenazado con llevarla a la justicia, lo cual provocará (como es habitual) mayor conflictividad. Detalles, retratos y asombros de lo que se propuso que a partir de ahora cada 4 de septiembre se celebre como Día del Orgullo Disca.
Por Sergio Ciancaglini
Fotos Juan Valeiro / lavaca.org
Cuando llegó la noticia desde los parlantes estalló todo. Fue un grito y un llanto de alegría. Bailaban chicos y chicas con síndrome de Down, saltaban en una pata personas a las que literalmente les falta una pierna, quienes estaban en sillas de ruedas sacudían los brazos y los hombros y seguían el ritmo con sus sillas, un ciego levantaba su bastón con una sonrisa antológica, los andadores se sacudían haciendo percusión, llegaron jubilados que se sumergieron en ese volcán de afecto que no siempre encuentran los miércoles, la gente se abrazaba como solo ocurre cuando se gana un Mundial, los profesionales de la salud, choferes, acompañantes periodistas, miraban azorados a esos chicos y chicas y adultos que estiraban los brazos al cielo, las madres y padres y abuelos y hermanas gritaban de placer, de dignidad recuperada, y una nena de las que insulta el gobierno y usa como insulto, se acercó a un viejo periodista que lloraba como hace mucho no le pasaba, le tomó la mano y le dijo “hola”.

Ritmo de la tarde.
Después se armó un gran pogo de toda esa gente ofendida, humillada, atacada, discriminada, amenazada, basureada, hundida, que de golpe se sintió resurgir y armó una especie de fiesta con música popular caribeña y risotadas: “Alta coimera, Karina es alta coimera”. (El hit llegó desde Catamarca, creado por la cantante y música tucumana María Paula Godoy en base a la música que el cubano Joseíto Fernández compuso hace casi un siglo a partir de unos versos de otro cubano, José Martí). Otro éxito fue «Devolvé la coima», reversionando a Bersuit. La última vez que el Congreso logró rechazar un veto presidencial fue en 2003, cuando estos extraños territorios eran presididos por Eduardo Duhalde.
Todo eso ocurrió hacia el final de una tarde helada signada por una calidez que un joven en silla de ruedas, Jony, editorializó así: “Los discas le torcimos el brazo a Milei”. Es difícil saber cómo continuará la historia en estos tiempos un tanto estrambóticos, pero se confirmó que si hay zonas sociales de resignación, hay otras con una capacidad (no discapacidad) de resistencia que no se sabe hasta dónde puede llegar.

Postal de una tarde de resistencia, diversión y triunfo.
La botella y la vida
Un grupo de niños con síndrome de Down jugaban sentados en el asfalto con una botella de plástico. El juego consistía en tratar de hacerla caer parada. Eso ocurría muy poco, como pasa a veces con la vida, pero cuando lo lograban estallaban toda clase de aplausos y risas. Y a medida que el juego avanzaba, lo lograban cada vez más.
En otro lado armaron un concurso de chistes. El primero: “¿Por qué una vaca compra una radio?” Nadie atinaba a contestar. Solución del enigma: “Para escuchar muuuuuuusica”. Hubo también concursos de baile, en el que intervenían chicos y chicas discas, como usan decir cada vez más, acompañantes, e incluso un hombre sin piernas, en silla de ruedas.

Niñez jugando mientras parlamentarios decidían sobre su futuro.
Mientras se esperaba la votación, la plaza hablaba. En una silla de ruedas estaba Francisco, 13 años, junto a un cartón manuscrito: “No veten mi futuro”.
Su mamá Estefanía explicó a lavaca: “Francisco tiene un síndrome congénito, requiere terapias de apoyo desde siempre, pero el sector de discapacidad está en crisis, no se actualiza el nomenclador. Entonces los centros las escuelas especiales los transportes y los prestadores ya no puedan sostenerse, ya no puedan seguir de pie ya muchos cerraron las puertas. Nos dice el gobierno: ‘si tenés unhijo con discapacidad jodete, no es problema del Estado’. Están pisoteando los derechos. Es súper angustiante. Yo entiendo que estamos en un sistema capitalista que se mueve por la plata, pero él tiene derecho a una vida digna. No pedimos asistencialismo sino ayuda, y que no dejen tirados a chicos como él. El centro al que va Fran es muy importante para él, y también para nosotros, porque te ayuda a sostenerte ante la enfermedad y los cuidados que hay que darle”.

Francisco y su mamá Estefanía. El proyecto de una vida plena.
La pesadilla descripta por Estefanía tiene otro concepto: “Al quitar pensiones vienen a destruir las vidas de las personas, todo lo que armamos las familias, eso están robando, nuestros vínculos nuestros afectos, nos están quitando a nuestros hijos”.
¿Y qué buscan? “El derecho a una vida plena”.
Efecto pandemia
Paula anda junto a un cartel que dice “Dale alegría, alegría, a mi corazón, es lo único que le pido al Senado hoy”. “Soy profesional de la salud, acompañante terapéutica y esposa de Cristian, que es una persona con discapacidad, así que me toca el tema por todos lados”. Están juntos hace 32 años, pero a Cristian, que está en su silla de ruedas, la discapacidad le llegó con la pandemia como consecuencia de un ACV. “El tiene internación domiciliaria, y ya van cinco médicos que renuncian por fala de pago. Lo veo todos los días en mis propios trabajos, por los recortes. Pero bueno, hoy esperamos que voten. El gobierno va a querer judicializarlo. Así que hay que juntar fuerza de esto que logramos hoy, para seguir peleándola. Siempre”. Andrea además de sus tres trabajos hace feria los fines de semana para venderle cosas a las 12 millones de personas que salieron de la pobreza.

Paula con el cartel, su marido Cristian en la silla de ruedas. Ella es profesional de la salud. Cristian sufrió un ACV en la pandemia.
Superhéroes
Andrea y Rober son choferes de una pequeña empresa llamada El transporte de los superhéroes. Andrea: “Es una experiencia única. No se condice con la normalidad de los que mucha gente cree que es normal. Pero ellos son normales, ¿se entiende? Solo que son diferentes. Acá tenés una relación, porque tenés incluso un idioma diferente. Hay chicos que no hablan. Te entendés con una mirada, con un gesto, una sonrisa. En uno de nuestros vehículos hay muchísimos idiomas, y es muy fuerte”. Rober: “Es un mundo invisible. A nosotros nos da una fuerza muy grande. Pero si sacan el apoyo, dejás a cantidad de chicos a la deriva, sin tratamiento, sin posibilidades. Y las familias no tienen paz. O hay casos como el de Jony, un chiquito que quedó huérfano y lo vamos a buscar al orfanato. La idea al sacar el apoyo, es que un chico como él quede totalmente desamparado, sin tratamiento. La empresa banca igual seguir yéndolo a buscar para que lo atiendan, pero eso ¿hasta cuándo te da?”

Abrazos al conocerse el resultado.
Adrián es el dueño de la empresa y está conmovido con lo que pasa. “Para mí son superhéroes. Tienen que enfrentar y superar cantidad de cuestiones. Tienen convulsiones, comen por traqueotomía, miles de cosas, y cada vez que vas a buscarlos te dan una sonrisa, te devuelven paz. No tienen maldad. Entonces acá, en este tema, te encontrás con la corrupción, y no se puede entender. Entonces acá la única coherencia que tiene el gobierno es causar daño. Me pone muy triste. Pero no se puede gobernar contra los débiles”.
El actual presidente plantea que los héroes son los que contaminan, evaden impuestos y fugan capitales. Adrián me mira extrañado y levemente asqueado: “No, no se puede creer. Los verdaderos héroes son estos chicos, no los que roban a estos chicos”.
Se van Ignacio y Valentina con sus choferes. Son adolescentes. Ella en silla de ruedas, él caminando con dificultad desacompasada. Al pasar sonríen. Mueven las manos para saludar, pero las manos no hacen el movimiento que uno espera (“lo normal” me diría Andrea). Sin embargo todo el gesto es una expresión de puro afecto, de verdaderos superhéroes.

Ailén no es un fantasma
Andrea está con su hija Ailén, que tiene 11 años y está en silla de ruedas. “Soy de Santiago del Estero, a mi nena la operaron del corazón a los 8 meses, hizo un paro, y el paro le provocó esto. Pude venir a Buenos Aires hace cuatro años. Ahora nos quieren cerrar todo el tratamiento y que nos volvamos. Eso es matar a Ailén. Mi nena no es un fantasma. Con su discapacidad y todo, es una nena. Y peleadora, salió delante de muchas operaciones. Si ella peleó, la mamá también, para que tenga la mayor calidad de vida”.

Andrea y Ailén.
Andrea llora. Nadie que la escuche puede evitar contagiarse de esa angustia. Cambiamos de tema, o no, y me cuenta que sale cuando puede con su hermana y con la propia Ailén, a vender empanadas, empanadillas (rellenas de dulce de batata) y rosquete, que es una masa dulce que afuera lleva merengue. Nada alcanza, obviamente, para una nena que debe comer con una bomba porque tiene un botón gástrico, y esa bomba para alimentarla implica un alquiler que Andrea ni quiere saber por lo inalcanzable y porque se calcula en dólares. Andrea no es como Caputo y el JP Morgan, no tiene registro de lo barato que está el dólar.
“La nena pesaba 11 kilos, hoy 22 kilos. Antes, era una nena que vivía cautiva de una puerta para adentro y no salía, hoy con todos los tratamientos y los médicos la pudieron sacar adelante. Que pueda salir, hacer una vida social. Yo no voy a permitir que le quiten eso a mi hija”.
¿Dónde está la fuerza?
Yanina es la mamá de Dante, que tiene síndrome de Down. ¿El hecho de estar en la plaza es también un gesto de poder, de sanación, teniendo en cuenta esa emoción y esa alegría que se nota en el ambiente? Dice Yanina: “Hay mucha mala sangre, mucha maldad y cosa inhumana en todo lo que está pasando. Entonces estar aquí juntos es una fortaleza. Se meten con los jubilados, con los chicos del Garrahan, con nuestras familias y nuestros hijos. Yo me quedé sin palabras: brutos, salvajes, animales… ¡no! Los animales no tienen maldad. No hacen las cosa que hace esta gente disfrutando causar dolor y problemas”.

Yanina y Dante.
Yanina toma ambos brazos del cronista y dice: «Te juro que no entiendo por qué hacen esto. Si la vida es una sola, ¿entendés? ¿Por qué este maltrato, si lo que queremos todos es vivir tranquilos? ¿Y a estos chicos? -dice señalando a Dante, que nos mira de reojo-. No lo entiendo».
Dice Yanina algo que debería trascender muchos tímpanos: “Lo que no podés hacer es resignarte, encerrarte, quedarte en tu casa. Porque te morís. Aquí entendimos que ninguno de nosotros está solo. Así que estar aquí es abrirnos una posibilidad en esta única vida que tenemos. Para mí hay que estar juntos, y sobre todo ser muy creativos”.
Llaman para avisar que está por producirse la votación en el Senado. Yanina cierra los ojos y los puños con fuerza. Cada persona de las que estamos allí llenamos la plaza de rezos, cábalas, supersticiones, manos aferradas, ilusiones, adrenalina al infinito y más allá.
Los chicos y las chicas miran y comparten la ansiedad de sus mayores, todos esperan. Se cantó el himno con mucho énfasis en lo de jurar con gloria morir, aunque en esta plaza de lo que todos hablaron fue de vida con dignidad. Luego hubo un silencio.
Y cuando llegó la noticia desde los parlantes estalló todo.

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Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

El gobierno montó nuevamente una coreografía de represión buscando imágenes que ensamblen con la del presidente Javier Milei, su hermana Karina y el ministro Luis Caputo en Estados Unidos, alborozados por los tuits de Donald Trump y el nuevo endeudamiento del país. En Congreso pudo verse a lisiados marchando en sillas de ruedas, jubilados atacados y gaseados por la policía, la libertad de expresión en los carteles que dicen mucho más que los exmedios de comunicación. Reflexiones sobre préstamos y deudas y las primeras reacciones en la calle frente al triple femicidio de Lara, Brenda y Morena.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi
Fotos: Tadeo Bourbon / lavaca.org
“La timba de la city es la tumba del país”.
Podría ser una síntesis de esta época. Es un cartel que lleva Juan Manuel, jubilado de asistencia perfecta los miércoles. Dice que espera que hoy no haya gases ni represión. Lo dice por un cuidado colectivo, pero también por una necesidad personal. Muestra contento, feliz, una entrada que sacó al teatro (Sala Lugones, del San Martín, $4000) para ver “El gran desfile”, sobre la Primera Guerra Mundial. Sus carteles, como los de tantas jubiladas y jubilados suelen decir más sobre la actualidad del país que los editoriales y comentarios del experiodismo que fatiga los medios.

Pero sus deseos sobre un miércoles sereno no serán órdenes porque a los 10 minutos, por reloj, la Policía Federal y la Prefectura empiezan a reprimir, en una imagen que pareciera que las Fuerzas vinieron a buscar.
El saldo: varias personas gaseadas, dos demoradas (entre ellas, una mujer embarazada de dos meses) y dos heridas fuera de peligro trasladadas por el SAME: Mabel, jubilada de 64 años, enfermera de Malvinas, a quien le pegaron con un casco y su cabeza dio contra el asfalto; y Diego Gómez, comunicador, al que gasearon y le pegaron con un palo. A ambos los llevaron al Hospital Ramos Mejía y para hacerles estudios.

La Prefectura gaseando a jubilados.


Mabel golpeada por la policía. Fue enfermera en Malvinas.
Para la foto
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, otra vez montó una coreografía de represión, buscando una imagen de violencia en las calles que dialoga con la del presidente Javier Milei y el ministro de Economía Luis Caputo con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, en Estados Unidos. La imagen llega también después de la reunión con Donald Trump, la noticia del swap de miles de millones de dólares de los que nada llega al país ni a su población, sino al esquema de vaciamiento financiero, con el agregado del supuesto pedido/orden de la Casa Blanca de que el gobierno retome el control político del Congreso.

Editorial sobre la actualidad argentina.
Por eso, en la previa de la marcha, algo de la disposición policial callejera olía extraño.
A diferencia de otros miércoles el vallado no cruzaba de punta a punta la plaza. El tránsito tampoco estaba cortado. Y la impronta Bullrich se veía en las fuerzas: el control de la calle estuvo a cargo de Prefectura y Policía Federal. Había gendarmes pero no intervinieron en la represión, que comenzó en Entre Ríos e Hipólito Yrigoyen, mientras un grupo de jubilados realizaba un semaforazo. Primero avanzó la Prefectura con violencia en el cuerpo a cuerpo con escudos frente al puñado de personas. Luego, cortaron el tránsito y colocaron las vallas, mientras desparramaron su gas tóxico sobre los manifestantes.




Teatro antidisturbio
Durante la marcha Juan Manuel, dudando sobre si ir o no al San Martín, analiza la economía argentina en este teatro antidisturbios: “El nuevo acuerdo con Estados Unidos potencia este circuito de guita en el que nos prestan y nos prestan, y solo nos queda más y más deuda que pagará el pueblo. Por eso siguen prestando. Es simple”.
Lo que más se escucha y se lee en la movilización de hoy está vinculado a la relación cada día más carnal con los Estados Unidos. Un señor espigado camina al grito de “vendepatria, Milei vende patria”. Otro hace lo mismo golpeando un jarrito de lata. Abundan los carteles alusivos: “cipayo”, “no faltan recursos, nos sobran ladrones”.

En la radio abierta, no van con vueltas: “Esta semana volvió a quedar claro que es un gobierno de transnacionales, que le sacaron las retenciones al campo mientras a nosotros nos tienen acá, dando vueltas en este marchódromo”. También hay carteles por el triple femicidio de las chicas de La Matanza: “Justicia por Lara, Brenda y Morena”.

Sin palabras
Una de las que vino a movilizarse es Amanda, que dice ser “barra y patotera”. Lo dice en el dorso de su guardapolvo blanco. Tiene 86 años y llega en bastón con un mantra que suelta al aire: “No nos han vencido; no nos han vencido”. Amanda dice que repite esto porque ya no tiene palabras para describir lo que ve. Que ya no quiere ni mencionar el apellido del presidente porque le hace mal a la salud. Señala su garganta y señala que le quedan atragantadas justo ahí. “A mi edad, pensé que ya había visto todo”.

Amanda cuenta que le gusta usar el diccionario y conocer palabras nuevas y que desde hace semanas tiene un pasatiempo: encontrar un adjetivo que encaje para describir a Javier Milei. “Pero ya se acabaron, no hay palabra que describa a este sinvergüenza que vino a sacarnos lo que no teníamos a los jubilados”. Amanda tiene 4 hijos. Uno de ellos está ahora en Hamburgo, Alemania, “puchereando”. Su hijo es músico, dice, y que se llama Ariel Prat. “Ambos estamos puchereando, él allá; y yo acá”.

El Himno al sol
Sobre avenida Rivadavia, tres jubilados y una jubilada en silla de ruedas van por el medio de la calle. Se detienen al sol y cantan el himno. Se emocionan. La Plaza, que había comenzado sin cortes de tránsito ni vallas, ahora está cercada y sin tránsito.

En otra postal del epílogo del miércoles, Zulema, de Jubilados Insurgentes, agarra el megáfono y dice a todos los vientos: «Ante la deuda externa que crece más y más, la única que nos queda es organizarnos cada vez más y más, no solo contra este gobierno sino contra todos los poderes que lo sostienen. Esto va a seguir, sea el gobierno que esté, y nos tiene que encontrar organizados y dispuestos a hacernos oir para que las cosas cambien».

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La multitud y el palacio

El gobierno de Javier Milei siguió cosechando derrotas en un miércoles en el que la Cámara de Diputados tuvo bastante más que los dos tercios de votos necesarios para desactivar los vetos presidenciales a la Ley de Financiamiento Universitario (174 a 67) y a la de Emergencia Pediátrica (181 a 60). Una clave del día estuvo otra vez en la calle, en una manifestación masiva y con muchísima gente joven. El símbolo que siguen representando los jubilados y el camino que muestran. El cerco sobre el Congreso, aunque esta vez la policía quedó prudentemente al margen. Y detalles sobre los alcances del número 3.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi
Fotos: Juan Valeiro
Si el domingo 7 de septiembre el gobierno nacional tuvo un freno en las urnas, este miércoles lo tuvo en la calle primero, y en la Cámara de Diputados después, donde se rechazaron los vetos del presidente Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario y de Emergencia Pediátrica, pasándole la posta al Senado.
Tres frenos en sólo 10 días, a los que hay que sumar el rechazo total en el Senado al veto de la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Cerco al gordo
El pueblo ya se había anticipado a los congresistas pariendo un marco imponente. La convocatoria era a las 17, pero una hora y media antes ya no se podía caminar por los alrededores de un Congreso cada vez más cercado, todo un símbolo de época. No es una exageración: a diferencia de marchas anteriores, donde el vallado abarcaba todo el tramo de la avenida Entre Ríos frente al Congreso, hoy la disposición fue doble, porque al cerco habitual el Gobierno le agregó uno complementario, a media cuadra de Rodríguez Peña, sobre la plazoleta.
En el medio, un enorme vacío apenas era habitado por un grupo de efectivos de la Policía Federal. Desde adentro del Congreso, una fuente informaba a lavaca: “Afuera es una fiesta y acá sólo hay tensión”.
Carlos, 72 años, jubilado de la mínima, vino desde Lanús, y se pregunta ante tal despliegue: “¿Por qué no vallan al Gordo Dan?”. Sigue haciendo changas pese a su edad –“soy chapista”– y tiene una hija de cuya leucemia la salvó el Garrahan: “Sintetizo dos luchas”, dice y arriesga su proyección para lo que viene: “Si las provincias se ponen los pantalones largos, van a tener una paliza peor”.
Carlos saluda y se sumerge en esa marcha gigantesca.
Un dato: la multitud.
Otro: la alegría de esta multitud, aún en el espanto.
Un hecho: no hubo policía reprimiendo ni intimidando.
Y uno más: la cantidad innumerable de jóvenes y adolescentes. Un mensaje de unidad, que conlleva un límite: el gobierno no podrá seguir avanzando contra la educación ni contra la salud. Y ese triunfo es en gran medida el que comenzó con la sostenibilidad que los jubilados y las jubiladas ponen a disposición cada miércoles.

Reflexiones sobre el 3
Una de esas miles de adolescentes se llama Tiziana. Tiene 18 años, estudia en la UBA y está descubriendo un mundo nuevo que le hace brillar los ojos. “Estoy encantada”, comparte con una fusión de palabras y sonrisas. “No entiendo cómo pueden meterse con una de las cosas más hermosas que tenemos como país”.
Mira al pasado y analiza el presente: “Mucha juventud votó a Milei y hoy está arrepentida. Conozco a muchos que están pagando las consecuencias y no van a repetirlo”.
En una Argentina donde está de moda el número 3, desde que impuso la tendencia el ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad, Diego Spagnuolo, la tercera Marcha Federal Universitaria llegó en el momento justo para darle otro golpe a un gobierno nacional cada semana más desorientado. Esta vez, las calles no sólo las llenó la comunidad educativa: las rebalsaron junto a las y los trabajadores de la salud, además de sindicatos y organizaciones de derechos humanos, políticas, sociales, de jubilados. Y la invasión fue con música y batucada. Se bailó mientras se caminaba y hasta arriba de los kioscos de diarios.

El ya famoso 3% de Karina Milei no sólo entró en la escena pública para delatar un posible caso de corrupción. También irrumpió para cambiar la historia. O por lo menos, para hacerla un poco más llevadera.
Así lo cuentan algunos de los cientos de carteles que acompañan la marea humana:
Con el 3% de la pastelera, financiamos la educación.
Educación pública sí, negocios del 3% no.
Milei, auditá a la coimera de tu hermana.
Que el equilibrio fiscal lo devuelva Karina.

Ideología sin remedio
Camila (25) y Milagros (27) llevan otra pancarta dedicada al gobierno: “Quieren 3% de futuro; 97 de miseria”.
Son estudiantes de Medicina en el Hospital de Clínicas que depende de la UBA. En un puñado de oraciones sintetizan lo que pasa: “No hay medicamentos para los pacientes. Faltan muchísimos insumos. Ya no pueden sostener tanta cantidad de alumnos. Nos tienen que recortar los días de cursada: en vez de hacerlo de lunes a viernes como en otros hospitales, cursamos tres días a la semana. Y muchos docentes trabajan ad honoren”.
Creen saber el porqué: “El desfinanciamiento que plantea es exclusivamente ideológico y exclusivamente sin sentido”.
La mayoría de la gente marcha en grupo. Iván no. Está solo y callado. Está parado observando, atentamente. De la mochila que tiene en su espalda le cuelga un cartel. “No somos 1, 2, somos millones”.
Iván habla bajito. Casi que no se le escucha. Tiene 37 años y llegó hace pocos meses de su Perú natal a estudiar derecho en la universidad pública argentina. “Este es mi primer cuatrimestre”, dice. Y cuenta que está ahí, tan tímido como convencido, “porque la educación es la fortaleza de cualquier ciudad, de cualquier sociedad. No es justo lo que está haciendo este gobierno. Quien se queda en casa un día como hoy, no es consciente de lo que está pasando”.
Traza un paralelismo: “La calidad de la educación en Argentina es mejor que en mi país, por eso hay que defenderla. Para mí, como para muchos otros extranjeros, la universidad de acá es una oportunidad para nuestras vidas”.
Abrumados por la tecnología
Victoria (22), Camila (25) y Lucía (22) son estudiantes de la carrera de Trabajo Social en la Universidad Nacional de La Matanza. A diferencia de la marcha multitudinaria del año pasado, las tres coinciden en que si bien hay un ambiente “más pesado”, también es “más esperanzador”, gracias a los resultados de las últimas elecciones, más acá o más allá de cualquier filiación partidaria.
Victoria: “Todavía hay incertidumbre, queda un largo camino de este gobierno y sus políticas que vienen a arrasar, pero en la calle se contagia el sentimiento de comunidad”. Lucía: “Cuesta volver a recuperar la calle porque el gobierno lleva todo a las redes. Estamos abrumados por la tecnología. Tenemos que ver cómo modificarlo para comunicar genuinamente lo que está pasando”. Camila responde: “Estoy convencida que es por acá, generando lazos y que por más malos momentos que haya, hay que seguir la marcha porque la salida la vamos a encontrar en el camino”.

El like o la plaza
Natalia tiene 29 años, es profesora de Geografía y está estudiando la licenciatura en la Universidad Nacional de Luján. Su amiga Noelia, 27 años, es licenciada de Biología por la Facultad de Exactas de la UBA. Ambas viven en Tigre, zona norte del conurbano. A comparación con el año pasado, notan “más bronca” en esta marcha: “Muchos tienen tres trabajos para bancar sus estudios. Pero al menos veo gente que votó el gobierno y hoy se está arrepintiendo”, dice Natalia. Noelia vio el ajuste en su carrera: “Se notó mucho la falta de insumos, sobre todo con los tips, que son las puntitas de las micropipetas. Trabajamos con las herramientas contadas porque todo es plata y no tenemos ingresos”.
Golpazo electoral y golpazo en Diputados: ¿qué ven hacia adelante? Natalia agarra el guante: “Siento que estamos en un proceso de reflexión y que hay gente que está siendo muy tibia. El año pasado estaba muy en la negación y muchos no querían hablar. Ahora hablan, pero espero que se pongan en situación de tomar acciones. Veo mucha tibieza de subir fotos en las redes y eso no vale una mierda: vení con los jubilados, con los del Garrahan, con los profesores. En vez de hacer marketing por un like, vení a la plaza”.

Lo que ganó
¿Qué establece la ley universitaria? La actualización mensual por inflación de los sueldos y los gastos de funcionamiento de las universidades públicas. También la recomposición salarial de docentes y no docentes retroactiva a diciembre de 2023.
¿Qué establece la Emergencia Pediátrica? Otorgaría un gasto adicional de $65.573 millones entre julio-diciembre.
Ahora, el Senado definirá el destino de ambas leyes.
En Congreso la gente exhibió sus mensajes:
- “Se cursa, se rinde, pero sobre todo se defiende”.
- “La universidad pública es más de lo que imaginás”.
- “La conquista más grande fue que la universidad se llenó de hijxs de obrerxs”.
- “Estudiá para no ser alta coimera”.
- “Estudiá, no seas Adorni”.
- “Qué libertad de mierda que vendiste, Milei”.
- “Ahorrar en educación enriquece la ignorancia”.
- “Buscado: Mario Lugones, ministro de Salud. Roba la salud pública para negocios privados”.
- “Los cadáveres vamos por los amos”.
- “Las fuerzas del aula contra las fuerzas del cielo”.
Álvaro Pérez, 32 años, abogado de la UBA recibido en diciembre. “Primera generación universitaria”, es lo primero que dice, orgulloso. No da vueltas: “Milei se mete con las universidades porque viene a cambiar la matriz del estado nacional, ni más ni menos”.
¿Un antes y un después tras las últimas elecciones? “Fueron un voto castigo hacia el gobierno, así que Axel no debería subirse al barco de la victoria. Debemos estar todos juntos para derrotar a este gobierno que es totalmente antipatria, antinacional, oligárquico aristocrático, y que se maneja siempre al margen de la ley”.
Milei presentó el lunes por la noche en cadena nacional el Presupuesto 2026, que le asigna 4.8 billones de pesos a las universidades nacionales, con un aumento para Educación de un 8% y de Salud de un 17% por encima de la inflación.
Opina Álvaro: “La suba es paupérrima y para lo único que serviría es para equiparar los gastos del año anterior y del anterior también, porque no nos olvidemos que hace dos años que gobiernan sin ley de presupuesto”.
Hay muchas banderas argentinas. Grandes y chiquitas. Muchas remeras de la Selección Nacional. Hay un solazo impresionante que presagia un día sin nubarrones. Y hay dos votaciones en la Cámara de Diputados.
De nuevo, un cartón escrito con fibrón expresa mucho de lo que pasa:
“La motosierra no piensa, la universidad pública sí”.

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Pablo Grillo: la metáfora de la Argentina

Declaró en los Tribunales de Comodoro Py el gendarme Héctor Guerrero (foto) señalado como autor del disparo de una cápsula de gas lacrimógeno a la cabeza del fotógrafo Pablo Grillo el 12 de marzo pasado durante una de las marchas de jubilados. Mientras se indagaba al cabo Guerrero en el juzgado de María Romilda Servini a partir de la carátula “homicidio en grado de tentativa”, en la puerta del edificio organizaciones, amigos, prensa, docentes y estudiantes se reunieron en una clase pública para acompañar a la familia, describir lo ocurrido y hablar del derecho a la protesta y la libertad de expresión, entre otras cosas. ¿Por qué Pablo es una metáfora de la Argentina? Las cifras de la represión, el planteo sobre un periodismo decente, la libertad de expresión asediada, y lo que comentó Fabián Grillo sobre la evolución de su hijo, que continúa internado y en rehabilitación desde hace más de seis meses.
Fotos Juan Valeiro/lavaca.org

Mientras llegaba el gendarme Héctor Guerrero a los tribunales de Comodoro Py a las 10 de la mañana (momento registrado por lavaca), la calle presentaba un aspecto inusual. Sillas de plástico negras, un parlante, un micrófono, banderas atadas a las rejas de la sede judicial, pancartas, una imagen tamaño natural de Pablo tomando una foto. Y una propuesta: una clase abierta que resultó también un símbolo de estos días en la que Cora Gamarnik, doctora en Ciencias Sociales e investigadora en fotoperiodismo, explicó: “Pablo resulta una metáfora de lo que le está pasando al pueblo argentino. Alguien gravemente golpeado, herido, pero que resiste, y que sigue dando pelea”.

A la derecha, Fabián Grillo.
El evento fue organizado por una red de acompañamiento a la familia formada por SIPreBA (Sindicato de Prensa de Buenos Aires), Periodistas Argentinas, Comisión Provincial por la Memoria, CTA Autónoma, AMARC (Asociación Mundial de Radios Comunitarias), la carrera de Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Ceprodh (Centro de Profesionales por los Derechos Humanos), la Red de Medios Alternativos, ARGRA (Asociación de Reporteros Gráficos de la Argentina), la Cooperativa de Trabajo lavaca (Revista MU) y organizaciones de jubilados, que saludaban el paso de colectivos que adherían con música de bocinazos. Se acercaron también jóvenes de escuelas de periodismo como ETER y TEA.
Las intervenciones, tras la presentación de Lucas Pedulla (de MU) estuvieron especialmente teñidas de reconocimiento hacia jubilados y jubiladas presentes, que han sido un motor permanente de reclamo en estos tiempos. Además de Cora Gomarnik hablaron Roberto Cipriano García (secretario ejecutivo de la Comisión Provincial por la Memoria), Diego Pietrafesa (delegado de Telefé y secretario de derechos humanos de SIPreBA), Sabrina Mina, (AMARC) y Fabián Grillo, el padre de Pablo, en lo que resultó globalmente una clase magistral callejera.

¿Qué simboliza Pablo?
Cora Gamarnik recordó como clave que el 12 de marzo la marcha convocada por las y los jubilados se había logrado ampliar con la presencia de los hinchas de fútbol a partir de solidarizarse con Carlos, jubilado que siempre participa con su camiseta de Chacarita. La adhesión de ese club se contagió al resto del fútbol argentino. “Pero no eran las barras bravas como después quisieron hacer creer. En muchos casos eran las comisiones de derechos humanos que tienen los clubes que organizaron esa jornada de solidaridad”. Esa iba a ser, dice Cora, una jornada con imágenes de festejos, camisetas entremezcladas: “escenas de alegría en la calle y eso iba a ser como una mancha de aceite que se iba a expandir por el país generando una onda de solidaridad”.
Aquel 12 de marzo fue apenas posterior a la estafa $Libra, por lo que hubo fotos desde drones mostrando la frase “Milei estafador” escrita en la calle con grandes letras. Pero aquel día hubo 114 detenidos y además de lo ocurrido con Pablo Grillo, Jonathan Navarro perdió un ojo por un balazo de goma a quemarropa. “Y el disparo a la cabeza de Pablo fue un disparo a matar”. ¿Qué había detrás de la orden de reprimir? “Generar imágenes de tanta violencia que no se pudiesen desplegar las otras imágenes que hubiésemos creado en la calle ese día”.

Cora Gamarnik, durante la clase frente a Comodoro Py.
Recordó Cora a amigos y compañeros de Pablo que ayudaron a salvarle la vida, a trabajadoras y trabajadores del hospital público que continuaron con esa tarea al recibirlo, a reporteras y reporteros que aportaron sus imágenes para que “Mapa de la policía” pudiese reconstruir lo ocurrido y detectar al responsable del disparo. Agregó: “Hoy es un pequeño día de justicia. No es menor que en este contexto y en este país, Guerrero tenga quevenir a Comodoro Py a declarar”. Atribuyó eso a la resistencia y las ganas de vivir del propio Pablo, a la actitud del barrio y los amigos y a toda la movida social (acciones por la memoria, peñas, caminatas, bailes) y la confluencia de actores sociales que es lo que explica que haya justicia en el país.
Allí planteó Cora la situación de Pablo Grillo como una metáfora con el pueblo argentino: “Alguien gravemente golpeado, herido, pero que resiste, y que sigue dando pelea”.

Agrupaciones de jubilados acompañando a la familia.
Cifras de la violencia represiva
Roberto Cipriano García, de la Comisión Provincial por la Memoria que acompaña cada marcha para monitorear la violencia estatal contra los manifestantes. En 2024 monitorearon 60 manifestaciones, y en el primer semestre de 2025, 39. En 3 de cada 10 manifestaciones se reprimió. En 2025, primer semestre, el dato saltó a 5 represiones cada 10.
En este 2024 hubo alrededor de 1150 personas heridas. Pero se incrementó exponencialmente la violencia y solo en el primer semestre de 2025 hubo más heridos (36 más) que en todo el año anterior. Contó Roberto que hay actos con 80 manifestantes y 670 agentes, desproporción por la que se paga además cifras abultadísimas, y detalló cómo van cambiando las herramientas represivas como el gas pimienta, cada vez más penetrante y pregnante, y con mayor duración del daño que provocan en el cuerpo humano.

Roberto Cipriano García, del CPM.
Recordó: “Hubo un llamamiento al Estado Argentino de siete relatores de organismos de Naciones Unidas donde justamente señalaron, todo este tipo de cuestiones tomando elementos de este informe y otros informes de Argentina. Solicitaron al gobierno que se deje de reprimir y utilizar la violencia en el marco de las manifestaciones. Es decir, hay voces por todos lados que denuncian esta situación, que la visibilizan. Realmente es parte de un proyecto político que incluye el ataque a derechos, y además la acumulación económica en los sectores que más tienen. Lo que también necesitan para eso es utilizar la represión, que el año pasado fue fuertemente dirigida sobre las organizaciones sociales porque querían sacarlas de la calle porque querían intimidarlas”.
La decencia del periodismo
Diego Pietrafesa hizo una consulta a los estudiantes de periodismo presentes, que no necesitaba respuesta: “¿Cuándo fue la última vez que abrieron la Constitución?” Defendió a partir de allí el concepto de que los derechos en el país no son una limosna sino logros amarados por la Constitución, por ejemplo el artículo 14 bis, incluyendo el derecho a la protesta. “Protestar no es delito, la huelga no es una extorsión”. Defendió la idea de un periodismo intencional: “Mentira que no estaos ni de un lado ni del otro. Somos militantes del periodismo intencional. Pero además a Robert Cox, director del Buenos Aires Herald en la época de la dictadura, le preguntaron en un homenaje que se le hizo en SIPreBA si había sido un héroe. Y él, humilde, dijo: yo no fui un héroe, fui un periodista decente. Seamos periodistas decentes”.

Diego Pietrafesa, se SIPreBA.
Mencionó a Rodolfo Walsh: “El decía que nos quieren sin memoria, que todo el tiempo empecemos de cero”. Mirando la imagen de Pablo y luego a Fabián dijo: “Venimos a decirte Pablo, venimos a decirte Fabián, que ese proyectil no estaba cargado de muerte. Ese proyectil está cargado de semillas y de futuro”.
Sabina Mina, de AMARC, relacionó el derecho al acceso a la información para poder ejercer el derecho a la opinión fundada, a la expresión en libertad. Enmarcó todo en el derecho a la comunicación y rescató el rol de los medios comunitarios para garantizarla.
Un nuevo jubilado
Fabián Grillo agradeció muy emocionado todo el apoyo. “Recibimos una muestra de amor premanente, abrumadora. El pueblo está mucho más arriba de quienes nos gobiernan. Tenemos que empezar a tener una dirigencia realmente representativa de nuestro sentido, de nuestro amor. Y que todas las instituciones estén a la altura de ese sentido y de ese amor, incluso la justicia”.

Fabián Grillo junto a una de las abogadas de la familia.
“Que Guerrero hoy esté acá es muy importante. Ahora hay que ver qué ocurre” dijo, antes de recordar que aquel 12 de marzo hubo jóvenes a los que llamó “ángeles salvadores” que lograron cuidar y contener a Pablo para que hoy la siga peleando. Todo terminó en una gran foto de quienes concurrieron, tomada por decenas de fotógrafos que cumplieron con el doble rol de acompañar y registrar un momento tremendamente emotivo.

Después Fabián comentó: “Pablo está más receptivo y bien clínicamente. No tiene fiebre, está evolucionando bien. Está más charlatán. Ayer medio que me discutió, y eso es muy bueno”.
Fabián anunció de paso que ya se está por convertir en un nuevo jubilado, por lo cual empezará su participación formal en las marchas, desde ese nuevo rol. Guerrero ya había salido del juzgado por una puerta trasera, y la gente se iba de Retiro hacia el resto de un día movilizado, para demostrar por qué Pablo puede ser la metáfora de estos tiempos.

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