Bibliovaca
Una barbaridad
Una síntesis del pensamiento de Alessandro Baricco
Este italiano, licenciado en filosofía, exitoso novelista y columnista del diario La Repubblica, escribió un ensayo titulado Los bárbaros, ensayo sobre la mutación, donde trata de explicarle a un supuesto público culto cuáles son los nuevos valores de una generación que creció con una mano, porque la otra la tenía aferrada a un mouse. Esta reflexión, publicada por entregas en el periódico, trata de advertirnos sobre un cambio extraordinario: nace una nueva raza. Y tiene branquias.
Sobre el autor: Alessandro Baricco no da entrevistas. Así que para informarse acerca de él sólo queda leer los libros y artículos que lo convirtieron en un fenómeno. Su principal éxito se llama Seda, una novela que fue traducida a 17 idiomas y que solo en España agotó 40 ediciones. Su ensayo Next lo convirtió en un referente sobre las nuevas tecnologías y los cambios culturales. Pero es a través de su incursión en la tevé donde alcanzó una popularidad única, con programas sobre temas culturales que lograron captar el interés de las audiencias. También colaboró con la banda Air, en un disco que grabaron inspirado en sus textos y en el cual lee fragmentos.
Cambio: Los bárbaros llegan de todas partes. Veo mentes refinadas escrutar la llegada de la invasión. Profesores competentes que desde sus cátedras miden en los silencios de sus alumnos las ruinas que ha dejado a su paso una horda de depredadores sin cultura y sin historia. Parece que los agresores están cambiando el mapa. Tal vez ya lo han cambiado. Debió de suceder esto mismo en aquellos años en los que, por ejemplo, nació la Ilustración o en los días en que el mundo entero se descubrió, de repente, romántico. Tal vez sea un momento de ésos. Y esos a los que llamamos bárbaros son una nueva especie que tiene branquias detrás de las orejas y que ha decidido vivir bajo el agua. Donde esta gente puede respirar, nosotros morimos.
Pescados: El pez respira por las branquias de Google. Google es un motor de búsqueda -el más famoso, valorado y utilizado del mundo- inventado para orientarnos en el mar de los sitios web. Fue creado por Larry Page y Sergey Brin, que por entonces tenían 23 años y formaban parte de una generación que ya vivía con una única mano, porque la otra la tenían agarrada al mouse. Ahora nos sorprendemos por el hecho de que llegaran a ganar algo así como 20 millones de dólares, pero no porque ellos no buscaran dinero. Su objetivo era simplemente hacer accesible toda la sabiduría del mundo, accesible a cualquiera, de una manera fácil, rápida y gratuita.
Googlear: Lo que nos enseña Google es que en la actualidad existe una parte inmensa de seres humanos para la que, cada día, el saber que importa es el que es capaz de entrar en secuencia con todos los demás saberes. No existe ningún otro criterio de calidad e incluso de verdad, porque a todos se los traga ese único principio: el movimiento. La esencia de las cosas no es un punto, sino una trayectoria, que no está escondida en el fondo sino dispersa en la superficie. Conocer, entonces, es algo parecido a recorrer rápidamente trayectorias dispersas.
Fluir: Ha cambiado la manera de adquirir experiencias. Había unos modelos y unas técnicas que desde hacia siglos acarreaban el resultado de adquirir experiencias, pero de alguna manera y en un momento dado, han dejado de funcionar. Si en cada una de las cosas que le interesan al mutante se detuviera con la paciencia y la experiencia del viejo hombre con pulmones, la trayectoria se fragmentaría. Así que el mutante ha aprendido el tiempo mínimo y máximo que debe demorarse sobre las cosas. Y esto lo mantiene inevitablemente lejos del fondo, que a estas alturas es para él una injustificada pérdida de tiempo que destruye la fluidez del movimiento.
Acelerar: Por regla general, los bárbaros van donde encuentran sistemas de paso. En su búsqueda de sentido, de experiencias, van a buscar gestos en los que sea rápido entrar y fácil salir. Privilegian los que en vez de acortar el movimiento lo generan. Les gusta cualquier espacio que genere una aceleración. No se mueven en dirección de una meta porque la meta es el movimiento. Su trayectoria nace por azar y se extingue por cansancio. No buscan la experiencia: lo son. Las universidades americanas están llenas de investigadores dedicados a intentar comprender si se trata de genios o de idiotas. Todavía no han llegado a una respuesta concreta.
Impulso: En la práctica, el bárbaro tiene la oportunidad de construir verdaderas secuencias de experiencia únicamente si en cada estación de su viaje recibe un impulso. Podría afirmarse que la pesadilla del bárbaro es quedar atrapado en los puntos por los que transita. Por eso tienden a buscar estaciones de paso que en lugar de retenerlo lo expelen. Busca la cresta de la ola. ¿Dónde la encuentra? Donde hay eso que nosotros llamamos espectacularidad. La espectacularidad es una mezcla de fluidez, de velocidad, de síntesis, de técnica que genera una aceleración. Salpica. Da energía, no consume. Genera movimiento, no lo absorbe. El bárbaro va donde encuentra la espectacularidad porque sabe que ahí disminuye el riesgo de detenerse. Dirán: porque disminuye el riesgo de pensar. Sí y no. El bárbaro piensa menos, pero piensa en redes indudablemente más extensas. Efectúa en horizontal un camino que nosotros estamos acostumbrados a imaginar vertical. Estamos hablando de una nueva localización del sentido y una nueva forma de percepción. El movimiento es el valor supremo. Por él, el bárbaro es capaz de sacrificar cualquier cosa. Incluso el alma.
Diferencia: Con seguridad lo que tienen en la cabeza es otra idea de movimiento. El paso adelante es algo que no comprenden: creen en el paso lateral. El movimiento se verifica cuando alguien es capaz de destrozar la linealidad y se desplaza de lado. El valor es la diferencia, entendida como una desviación lateral del dictado del desarrollo. El valor es la diferencia y no el progreso. No es ir hacia adelante, sino rápido.
Pasado: Mientras que para nuestro modelo cultural el pasado es un tesoro sepultado y poseerlo significa excavar hasta encontrarlo, para el bárbaro el pasado es lo que sale a la superficie y entra en red con esquirlas del presente. Ataúdes flotantes, arrastrados por la corriente: eso es el pasado para los bárbaros. El pasado no existe; es un material del presente.
Zoo: Si una generación de mutantes traslada al mundo a vivir debajo del agua, estimulando el nacimiento de branquias detrás de las orejas, es evidente que para ese mundo, desde ese momento en adelante, la jirafa ya no será un punto de referencia. El cocodrilo tendrá cierto interés. La ballena sería Dios.
Nuevo periodismo: Nos guste o no, para el periodismo moderno el aspecto más importante de un hecho es la cantidad de movimiento que es capaz de generar en el tejido mental del público.
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Tiempos de violencia y resistencia en periodismo latinoamericano
México es el país más letal para el periodismo en América Latina. Durante 2015, sumó la tercera parte de los asesinatos de periodistas en la región, y cuatro periodistas más se añadieron a la lista sangrienta en lo que va de 2016.
El último, Francisco Pacheco Beltrán fue asesinado a balazos afuera de su casa, en el sureño estado de Guerrero, el lunes 25. Pacheco Beltrán era un periodista crítico, que trabajaba para varios medios locales en el estado más pobre del país y uno de los más violentos.
Su asesinato hila un capítulo más a la historia de terror de la prensa mexicana en este siglo, y cuyo rostro más oscuro no es solo el de 92 periodistas asesinados, sino un fenómeno casi único en democracias: 23 periodistas han sido desaparecidos en 12 años, un promedio de dos por año.
Y cada 22 horas, un periodista es agredido en México, según el último informe de la organización internacional Artículo 19, dedicada a promover y defender la libertad de expresión.
“La violencia contra la prensa en México es sistemática y generalizada”, aseguró su exdirector en el país, Darío Ramírez, en el marco del pasado Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad en Crímenes contra Periodistas, que se realiza cada 2 de noviembre.
Pero la violencia y la impunidad en las agresiones no son los únicos problemas del periodismo en México y el resto de la región.
Ricardo González, coordinador del programa global de protección de Artículo 19, con sede en Londres, explicó a IPS que la libertad de prensa en América Latina tiene tres retos principales: la protección preventiva y el combate a la impunidad, la desconcentración de la propiedad de medios y mejorar las condiciones laborales de los periodistas.
“Para nosotros los focos rojos son México, Honduras y Brasil”, dijo González.
Datos de la Federación de Periodistas Latinoamericanos indican que en la región fueron asesinados 43 periodistas durante 2015, de ellos 14 en México, a los que se suman dos desaparecidos. Le siguen en el luctuoso ranking Honduras (10), Brasil (8), Colombia (5) y Guatemala (3).
Un ingrediente preocupante de Brasil es el alto incremento de las víctimas mortales en el ejercicio del periodismo. La Federación Nacional de Periodistas destaca que la cifra se incrementó en 60 por ciento, entre 2014 y 2015. El caso más emblemático fue el del periodista de investigación Evany José Metzker, hallado decapitado en mayo de 2015.
Honduras y México, por su parte, tienen problemas muy parecidos: a la violencia contra periodistas se añade la impunidad en las investigaciones.
“En el primer semestre de 2015, la CIDH ha registrado un número preocupante de asesinatos de comunicadores y trabajadores de medios, cuyos motivos no están esclarecidos”, dice el informe anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre Honduras.
Más que muertes
A la violencia, el país centroamericano suma el reciente cierre de uno de los periódicos más tradicionales y que resaltó por su defensa de la democracia durante el golpe de Estado de 2009: Diario Tiempo.
Paradójicamente, el cierre del diario está ligado a la caída de una de las familias más poderosas del país: la de Jaime Rosenthal, a quien el Departamento del Tesoro de Estados Unidos acusa de legitimación de capitales procedentes del tráfico de drogas.
El bloqueo de cuentas de las empresas del Grupo Continental, derivados de esa acusación, llevó al cierre del periódico, anunciado en octubre, por lo que se acusó de “medidas desproporcionadas” adoptadas por el gobierno local contra el combativo medio.
En una carta pública, Rosenthal afirmó que “las circunstancias que obligan esta suspensión son de la mayor gravedad en lo que importa a la libertad de expresión, al desarrollo de la comunicación social y a la democracia en nuestro país, al grado de constituir un caso atípico en el mundo occidental”.
Otro tiempo, en Argentina, representa un ejemplo de la cara anversa de la moneda en la región. El lunes 25, los periodistas de un diario bonaerense, cerrado a finales de 2015, relanzaron esa cabecera que tendrá una edición impresa semanal.
Bajo el lema de “dueños de nuestras propias palabras”, los redactores de Tiempo Argentino recuperaron su espacio laboral, bajo un esquema de cooperativa, similar al que usaron los trabajadores fabriles durante la crisis surgida en 2001.
“Es muy lindo ver que entre más organización hay, se supera la competencia de las empresas”, dijo a IPS desde Buenos Aires, Cecilia González, corresponsal de la agencia Notimex en los países del Cono Sur americano.
Pero allí no faltan los problemas o abundan estas respuestas positivas, aclaró González. Uno de esos problemas es la derogación mediante decreto por el presidente Mauricio Macri de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, aprobada en 2015, y que limitaba la concentración de medios.
El 18 de este mes, Macri, en el poder desde diciembre, ofreció a la CIDH que hará una nueva ley de medios con participación previa de la sociedad civil. Pero los periodistas argentinos son escépticos.
“Además de más de 300 medios que ostenta el Grupo Clarín y de los que evita desprenderse, en las sombras edifica otro monopolio. Asociado con La Nación planean quedarse con toda la cadena de las revistas gráficas”, denunció la revista Orsai.
Pero los problemas para la CIDH y su relatoría especial para la libertad de expresión, no solo son provocados por los gobiernos conservadores.
En Ecuador, por citar un solo ejemplo desde la orilla de la izquierda, el presidente Rafael Correa, en el poder desde 2007, usó toda la fuerza del Estado para demandar penalmente a los directivos del diario El Universo, Carlos, César y Nicolás Pérez y para el entonces editor de opinión, Emilio Palacio.
El mandatario pidió 80 millones de dólares y tres años de cárcel por supuestas injurias por un artículo que afirmaba que Correa había ordenado “fuego a discreción” contra un hospital lleno de civiles durante la rebelión policial de septiembre de 2010.
Derivado de ello, en diciembre 2015, la CIDH, admitió la petición por la cual se alega responsabilidad internacional de la república de Ecuador, por la presunta violación de garantías judiciales, libertad de pensamiento y expresión, y pedido de protección judicial.
De la coerción no escapa el humor. Una caricatura política sobre la incursión de policías en el domicilio de un opositor indignó en 2014 a Correa, que inició una campaña con todos los resortes del poder contra el autor, Xavier Bonilla, que firma como Bonil, al que calificó de “sicario de tinta y enfermo”.
“Los ecuatorianos debemos rechazar las mentiras y a los mentirosos, sobre todo si esos mentirosos son cobardes disfrazados de jocosos caricaturistas. Odiadores del gobierno disfrazados de jocosos caricaturistas”, fue una de las andanadas del mandatario contra uno de los caricaturistas latinoamericanos más reconocidos.
Son algunos de los claroscuros con los que los periodistas de la región reciben el Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebra el 3 de mayo.
Aunque los escenarios no son los más óptimos para el periodismo latinoamericano, hay muestras de resistencia que parecen encender en diferentes países.
Incluso en Veracruz, el estado mexicano que ha saltado a la prensa mundial por el escandaloso número de periodistas asesinatos y agredidos.
El 28 de abril, cuando se cumplen cuatro años del asesinato de Regina Martínez, corresponsal del semanario Proceso, los periodistas del Colectivo Voz Alterna, que han dado una enorme batalla por la información en un ambiente de terror, colocarán una placa en su honor en la Plaza Central de la capital estado.
“No podemos olvidar, ni quedarnos sin hacer nada”, dijo a IPS la reportera veracruzana Norma Trujillo. Mantras parecidos repiten periodistas que ejercen su oficio en situación de riesgo en diferentes países de la región.
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¿Hacia un giro geopolítico entre los EE.UU. y América del Sur?
Los Estados Unidos se encuentran actualmente en un momento crucial de su historia. En la medida en que sigan, a pesar de todo, teniendo peso sobre la dirección global del mundo, los cambios que están transitando tendrán diversas consecuencias fuera de sus fronteras.
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El fin del periodismo y otras buenas noticias
Nuestra hipótesis es la siguiente:
Estamos ante un momento extraordinario.
El capitalismo mediático está en crisis.
La velocidad de las transformaciones tecnológicas, sociales y políticas han obligado a los medios comerciales de comunicación a mutar a un ritmo que alteró su esencia. Nada de lo que están obligados a hacer hoy les garantiza que puedan volver a hacerlo mañana, en idénticas condiciones y con los mismos resultados. Nada, tampoco, les indica cómo evitar que esta decadencia no los arrastre a un proceso de extinción, como artefactos de una era que comenzó con Guttemberg y terminó hoy.
Game over.
El futuro llegó.
Con esta convicción analizamos este proceso, sus consecuencias y sus potenciales beneficios y amenazas.
El proceso de esta transición nos ofrece la oportunidad de convertir todo lo que hagamos y dejemos de hacer -no tan solo lo que podamos, sino aquello que seamos capaces o incapaces de soñar- en herramientas aptas para construir una nueva forma de comunicación humana que recupere su sentido: establecer relaciones.
Tenemos mucho a favor.
Las audiencias están activas y expectantes.
Las capacidades tecnológicas han potenciado el trabajo en red y global.
Eso que llamamos realidad es un big bang de novedades.
El interrogante es si este caldo en el que bulle el futuro, cocinándose sobre una hoguera que convierte en leña a todas las intermediaciones, no nos incluye a nosotros, los periodistas profesionales.
Bajo la amenaza de convertirnos en humo, solo nos queda la capacidad para reflexionar sobre nuestros propios errores.
Y arriesgar.
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