Derechos Humanos
15 años sin Luciano Arruga: “No hay justicia para nuestros pibes”

Con movilización y marcha por el barrio de Lomas del Mirador: así se recordó que la muerte de Luciano sigue impune. “Somos más que nuestra lucha: somos un grupo que abre los brazos solidariamente porque ha entendido que, de esta, tenemos que salir juntos y juntas, porque la lucha es colectiva”, dice Vanesa Orieta, su hermana, para definir cómo es la batalla contra los discursos de mano dura en los barrios sin acceso a derechos.
Texto: Lucas Pedulla / Fotos: lavaca.org
“No es justo poner tanto cuerpo 15 años para saber qué pasó con un joven de 16 años que se negó a robar para la policía”. La frase resuena en el barrio conurbano de Lomas del Mirador, en el partido bonaerense de La Matanza. Hay una cuadra de movilización que escucha en silencio. No hay bocinazos, tampoco cantos ni bombos; simplemente escucha, atenta y sensible.
La persona que habla es Vanesa Orieta, y el chico al que se refiere es su hermano, Luciano, un joven de 16 años que intentó ser reclutado para robar por efectivos de la Policía Bonaerense, pero se negó. Por esa razón comenzaron a hostigarlo y en 2008 fue torturado en un destacamento policial que se había abierto por pedidos de mano dura en el barrio. Por ese caso un oficial fue condenado a 10 años de prisión. Sin embargo, las amenazas siguieron, y el 31 de enero de 2009 fue la última vez que la familia de Luciano lo vio con vida. Desde entonces, cada enero, la familia de Luciano construyó en estas calles un memorial de lo que significa la represión estatal en democracia.
Esta marcha, que escucha en silencio, recuerda una herida que duele, con 15 años de impunidad, pero Vanesa también lo refleja así: “Es un momento más para poder cristalizar que llevamos 15 años de organización y de lucha para poder llegar a la verdad y la justicia”.

Vanesa Orieta durante la marcha por su hermano, Luciano Arruga.
Mónica Alegre: “No creo en la justicia”
El contexto de la causa de Luciano es explicitado al barrio:
- Luciano era un joven pobre de 16 años que se negó a robar para la policía.
- Era permanentemente hostigado, amenazado, detenido y torturado por los efectivos policiales del Destacamento de Lomas de Mirador, una dependencia que funcionaba en un chalet, que no tenía las condiciones para alojar detenidos (menos un niño), y había sido abierto por reclamos de mayor seguridad en el barrio. Por esas torturas, la justicia condenó al policía Julio Diego Torales a diez años de prisión. La familia logró cerrar el destacamento y convertirlo en un Espacio Social y Cultural que lleva el nombre de Luciano.
- El 31 de enero de 2009, Luciano fue visto con vida por última vez. Con la denuncia sobre la Bonaerense, el propio destacamento y las comisarías de la zona donde testigos señalaron que el joven había sido detenido, la familia inició una denuncia en el fuero provincial que luego pasó al federal como desaparición forzada de persona. El 17 de octubre de 2014, la familia encontró el cuerpo de Luciano enterrado como NN en el Cementerio de la Chacarita. Según la reconstrucción, Luciano fue atropellado en la madrugada del 31 de enero luego de cruzar con ropa que no era de él por un lugar inaccesible de la General Paz. La denuncia, nuevamente, se posó sobre la Bonaerense.
- Por esa causa, que aún sigue en etapa de instrucción, no hay detenidos. Hace 10 años la familia inició un pedido de destitución a la fiscal Roxana Castelli (derivó la investigación en la propia Bonaerense denunciada, incumpliendo el reglamento de la Procuración) y al juez Gustavo Banco y la fiscal Celia Cejas (por espiar durante 1 año y 6 meses a la propia familia). “El daño que hicieron es irreparable en el proceso de investigación”, dice Vanesa en la marcha. “Entiendan esto como una lógica por parte de la Justicia para no llegar a la verdad”.
Por este contexto, Mónica Alegre, mamá de Luciano, habla de “desesperanza” y “desilusión” en esta charla con lavaca.

Instrucción judicial: 15 años
“La desesperanza es porque hace 15 años que hay una causa en etapa de instrucción -dice-. Los policías están como testigos. Ya no creo en la justicia. Es triste, porque no hay justicia para nosotros, nuestros hijos o nuestros pibes. No le deseo el mal a nadie, pero tiene que ser el hijo de un policía que, además, es custodio de un funcionario, para que haya justicia. Mientras tanto, pareciera que Santiago Maldonado se ahogó en un río, que Facundo Castro se cayó de un puente, y que Luciano Arruga fue atropellado por un auto”.
-¿Qué encontraste en estos 15 años de lucha?
-Desilusión por parte del Estado. Pero, a la misma vez, alegría de encontrarme con mucha gente linda que me dio una mano cuando estuvimos muy mal, para apoyarnos y darnos aliento. Gracias a ellos sigo en pie. Y, también, gracias al nieto hermoso que tengo.
-Luciano siempre nos permitió pensar el contexto en el que estamos: qué entendemos por justicia, por seguridad, por política. ¿Cómo ves este momento?
-Políticamente estamos mal. Si salís a hacer una marcha, arremeten contra vos, suben a colectivos a pedirte documentos. Es muy delicado lo que estamos viviendo. Creo que es el momento más álgido de la política en estos 15 años, pero lamentablemente esto sigue. Como dice Vanesa, todos los gobiernos desaparecieron. La diferencia es que este es mucho más áspero. Tenemos que tener los mismos cuidados que tuvimos antes: comunicación fluida entre familiares y entre mi grupo, que sepan en qué actividad estoy, no mandarme sola. Son las mismas, pero hay que extremarlas. Aunque, ojo, a Luciano no lo desapareció Milei, sino que pasó con Cristina; Julio López, con Néstor; Santiago Maldonado, con Macri; y Facundo Castro, con Alberto. Hay que seguir, pero cuidándonos, sin tirar más del hilo. No tenemos que dar pie a que hagan algo contra nosotros.
Vecino, vecina
Vanesa habla a la calle que marcha, pero también al barrio, con su claridad y contundencia: “Por más que esté bien el encuentro, que en nuestros corazones la resistencia sea nuestro motor de lucha, no corresponde que tengamos que poner tanto esfuerzo físico, psíquico y emocional para poder lograr la condena a todos los responsables, no solo materiales -apunta-. Exigimos la condena, a tantos años de los hechos, y pedimos que llegue a término el juicio político que iniciamos al juez Banco y las fiscales Cejas y Martín”.
También ubica el contexto en el que llegan estos 15 años: “Tenemos en la presidencia a un señor altamente nefasto con una mirada discriminadora y criminalizante a los sectores empobrecidos, organizados y en defensa de sus derechos. Hace años este grupo (por Familiares y Amigos de Luciano Arruga) y muchos otros grupos, insistimos en la débil democracia que padecemos. Venimos manifestando que no hay palabras para describir la pobrezaM que los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en nuestro país están sufriendo la violación a sus derechos fundamentales, a través de la falta de acceso a esos derechos. Y, por supuesto, también a través de la violencia de la represión policial”.
Seguridad y derechos
Vanesa habla de la inseguridad como el “bastión” de los gobiernos constitucionales para agudizar políticas de mano dura: “La seguridad no es golpear a pibes de Santos Vega y 12 de Octubre (barrio donde vivía Luciano), no es controlar los barrios pobres: la seguridad es que todas podamos acceder a nuestros derechos -explica-. También advertimos que tarde o temprano los sectores afectados iban a ser otros, que no eran rozados por la política represiva o de desigualdad, pero hoy lo vemos. Este gobierno no solo no habla de los sectores empobrecidos, sino que avanza fuertemente sobre los sectores medios. Quizá haya que hacer fuertes replanteo, y que realmente debamos construir una sociedad solidaria en todo tiempo histórico que entienda que siempre hay que mirar a los que están sufriendo, a los hermanos y las hermanas que no la estén pasando bien. Quizá sea la única forma de evitar futuros gobiernos empobrecedores, entreguistas, represores. Hoy nos toca luchar contra éste. Mañana lo seguiremos haciendo por más que un gobierno progresista intente paliar el sufrimiento de la pobreza, porque lo que exigimos no son limosnas del Estado sino el acceso real a los derechos fundamentales para que todas las personas podamos vivir en dignidad y elegir el futuro que tenemos”.
Por esa razón, dice Vanesa, es que marchan: “Ya no somos una lucha, no somos solamente la bandera levantada con la bandera de Luciano. No somos sólo el grupo de Familiares y Amigos denunciando la represión estatal. Somos también trabajadores y trabajadores que acompañamos diferentes realidades a lo largo y ancho del país, y que vemos el sufrimiento de un pueblo que es cada vez más ajustado, más discriminado, más criminalizado”.
Vanesa habla de las asambleas que defienden los territorios del extractivismo y no quieren contaminación; de los pueblos originarios; de los jubilados; de las Madres y de las Abuelas que siguen pidiendo verdad y justicia; de los medios comunitarios, porque la comunicación es un derecho; de las personas en situación de encierro en cárceles; de las madres que hoy salen a la calle en la Marcha de la Gorra, de la Violencia Institucional, la represión estatal y la violencia policial. “Estamos todas juntas y ahí nos abrazamos -dice-. Pero una aclaración: cuando nosotros decimos violencia institucional, no decimos violencia estatal, sino que hablamos de la falta de acceso a derechos fundamentales de niños, niñas y adolescentes. Insistimos porque se hace necesario no desvirtuar con palabras livianas una problemática que se llama represión estatal y que, en el fondo de esto, oculta graves violaciones a los derechos humanos por hostigamiento, fusilamiento, desapariciones forzadas”.
Vanesa dice todo esto para remarcar un concepto: “Somos más que nuestra lucha, somos un grupo que abre los brazos solidariamente porque ha entendido que, de esta, tenemos que salir juntos y juntas, porque la lucha es colectiva”. Agradece el acompañamiento, “porque no se puede luchar en la invisibilización y de espaldas a la sociedad”.
Y aclara: “Por eso marchamos, vecino y vecina, porque son muchos años sin saber la verdad”. En la intersección de Mosconi y San Martín, a dos cuadras donde funcionaba el destacamento policial, Vanesa habla otra vez directo al barrio: “Ha costado mucho que ustedes, vecinas y vecinos, puedan entender la injusticia de por qué la policía secuestró y desapareció a Luciano aquel 31 de enero del 2009. Pero esta familia siempre dijo por qué: a Luciano lo secuestro la bonaerense por negarse a robar para ellos”.
Leo Santillán: no a la resignación
Las marchas por Luciano también son escenarios donde se movilizan otros familiares que sufrieron la violencia estatal. Una de ellas es Sandra Gómez, mamá de Omar Cigarán, asesinado el 15 de abril de 2003 en La Plata. El policía fue absuelto y la causa espera resolución de la Corte: “La lucha la damos los familiares en la calle porque no nos escuchan. La policía mata a nuestros pibes y terminan impunes. Queda en nosotros seguir visibilizando sus nombres”.
Ricardo, papá de Marcelo Peca Rivero, asesinado el 18 de marzo de 1989: “Lo mataron en la Comisaría 14 de Rafael Castillo. No me dieron bola, quedó todo impune. Sigan luchando porque nos da más fuerza para no abandonar la injusticia de que maten a nuestros hijos”.
También marcha Leo Santillán, hermano de Darío, asesinado en la Masacre de Avellaneda el 26 de junio de 2002: “En la lucha de Moni y Vane hay un fuerte mensaje de lucha, amor y resistencia -dice a lavaca-. Muy importante para estos tiempos, donde tenemos que salir a multiplicar la esperanza. Hay mucha resignación, miedo y tristeza, pero no podemos salir a pelear sin esperanza”.

Ahora y siempre
La marcha ingresa a la plaza y se dispone en ronda para escuchar a la familia, previo al cierre de la artista Sara Hebe.
Comienza Vanesa, recordando que siempre le pareció muy difícil responder cuando le preguntaban quién era Luciano: “Hoy digo que fue un pibe con una decisión política zarpada. Lo que ha pasado con nuestros pibes y pibas es una intención clara de despolitizarlos, de desubjetivizarlos, para no poner en el foco de la discusión la intención concreta de los diferentes gobiernos constitucionales de ir sobre ellos. Siempre la respuesta fue decirnos que el gobierno de turno no se sentaba en una mesa chica a decidir sobre el futuro de los pibes como se hizo durante la etapa genocida: era un esfuerzo enorme para la familia salir de esos vericuetos de palabras rebuscadas que nos hacían ubicarnos en un lugar de meras víctimas reclamando imposibles. Fueron muchos años de entender que no estábamos equivocadas”.
Y pone, en esta plaza, una discusión que establece como triada: “La violencia institucional es la base que siempre permitió que nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes sean presentados como otros peligrosos por ser pobres y no acceder a sus derechos fundamentales”. Luego vuelve a la inseguridad: “La problemática (aceitada por los medios masivos, aclara) alimenta que se persiga a ese otro peligroso, que es el pibe pobre”. Finalmente, la problemática represiva: “Aunque no haya una mesa chica, en los hechos las políticas públicas inundaron los barrios de policías, y hay infancias que naturalizan ver itakas en los pasillos de sus casas”.
Propone esta discusión como replanteo para pensar por qué hoy Javier Milei es el presidente: “Algo no hicimos. Es necesario que podamos hacer memoria, dinámica, no estanca. Una memoria que pueda encadenar que fueron 30 mil, y decir con fuerza y seguridad que el fantasma genocida sigue rodeándonos y siempre se mantuvo presente: los ejemplos, claramente, fueron los hechos de represión estatal”.
Vuelve a Luciano y los 15 años de impunidad: “Es una tomada de pelo porque en la medida que no podamos condenar un hecho de desaparición forzada, estas situaciones se repiten. Una de las cosas que debieron hacer los gobiernos es, mediante condenas ejemplificadoras, decir no. Porque somos un país con memoria, porque no queremos más desapariciones forzadas, y eso no ha ocurrido. Podría escribir 40 tomos, como los 40 tomos que tiene la causa de Luciano, sobre la invisibilización que sufrimos. No esperamos nada de gobiernos de derecha, de Macri o de Milei, pero hubo gobiernos que levantaron firmemente la bandera de los derechos humanos y que hablaron de una primavera mientras muchos y muchas de nosotras estábamos desgarradas por dentro. Por eso necesitamos tender puentes en momentos precisos para que lo que lleguen a nuestros barrios no sean limosnas, sino para poder vivir una vida digna”.
Luego, Mónica agradece el “aguante” de estos 15 años: “No fueron fáciles. Tuvimos que dejar muchas de lado. Pero aprendí el respeto hacia los demás, a no ser egoísta, gracias a Luciano. Estamos de pie, no vamos a bajar los brazos y vamos a seguir saliendo a la calle”.
A su turno, el que habla es Sebastián, otro de los hermanos de Luciano, que emociona a toda la plaza, habituada a escuchar en estos años las voces de Mónica y Vanesa. Sebastián hoy está como referente de Familiares y Amigos, y sumó este enero una nueva voz:
“Quería arrancar agradeciendo a los que están acá marchando abajo del sol, muchas cuadras, concientizando un barrio que, en un momento, fue ajeno a las problemáticas que sufria esta familia. No es fácil estar acá 15 años después. No lo fue ni no lo va a ser, seguir estando más años, porque en cada uno de estos años no solamente nos encargamos de poner el nombre de mi hermano en lo alto y de pedir justicia y esclarecimiento, sino que también dejamos mucho de largo: vidas personales, sentimientos y emociones fueron depositadas en esta lucha que fue construyéndose con la participación de ustedes y el gran esfuerzo que hicimos nosotros. Por eso recordarles que no son sólo 15 años de Luciano que no está, porque si me pongo a hacer la cuenta, esto viene mucho antes de Luciano: he conocido familiares que me mostraron las fechas de sus hijos 10 años antes que yo naciera. Padres que estuvieron 30 años llorando un hijo, una hija, un hermano, un primo, un amigo que fue a bailar, una piba que murió adentro de un penal, un pibe suicidado en una comisaría. No son hechos aislados y, por esto, vamos a estar 15 años hasta que finalmente sintamos que el Nunca Más es un Nunca Más”.
La plaza, visiblemente emocionada, aplaude y agradece cada palabra.
Y previo al cierre, suena un grito: Luciano Arruga, presente, ahora y siempre.
Derechos Humanos
Estela, 95 años y 140 nietos recuperados: ¡que los cumplas feliz!
Hoy cumple 95 años Estela Barnes de Carlotto, actual presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Su utopía era la de una vida normal. No pudo ser: la directora de escuela “antiperonista y aburguesada” sufrió el secuestro de su marido primero (liberado tras el pago de un rescate a los grupos de tareas) y más tarde el de su hija Laura, que parió en cautiverio y luego fue fusilada por la espalda. Para Estela comenzaba otra historia. Desde los gritos ante la Rosada, los cumpleaños simulados y las búsquedas insólitas, hasta el hallazgo de 140 vidas e identidades. ¿Qué simbolizan Abuelas? Modos posibles de ser y de hacer, frente a lo peor, y sin odio. Acción más que los discursos. Carácter, eficiencia y alegría. El efecto Milei y un consejo abuelístico. La nota publicada en MU, como humilde homenaje a una mujer. Y al Estilo Estela. Por Sergio Ciancaglini.
(más…)Derechos Humanos
Festival por Pablo Grillo: “Quisieron matarlo, pero no les salió”

Quiénes estuvieron y quiénes no, a siete meses del ataque al fotoreportero durante una de las marchas de jubilados. El significado de la solidaridad y la amistad: «Estamos revirtiendo eso de que ser turro esté de moda» dijo Fabián, el padre de Pablo.
Por Claudia Acuña
Sobre Hipólito Yrigoyen, a pocos metros de Solís, hay una herida en el asfalto que marca el lugar exacto en el que la Gendarmería Nacional atentó contra la vida del fotógrafo Pablo Grillo. Ahí mismo un manojo de colegas están ahora pegando con plasticola su foto, mientras Fabián, su papá, sintetiza todo lo que este festival solidario significa: “Quisieron matarlo, pero no les salió. Pablito está mejor y lo que lograron es potenciar el amor del pueblo. Ahora acá estamos revirtiendo eso de que ser turro esté de moda para que podamos mirar al otro como un amigo, un colega, un par”.

Fabián Grillo y las armas de creación masiva. «Pablito está mejor y lo que lograron es potenciar el amor del pueblo».
Hay chicos jugando al ajedrez y chicas pintando con acuarelas flores y pájaros. Hay músicos cantando rap y músicas cantando tangos. Hay jóvenes y veteranos bailando rock y milongas. Hay sol, mate y bandejas de sándwiches y alfajores caseros que se comparten. Hay fotos colgadas en las rejas de la plaza y en los cuellos de colegas de Pablo que acompañan a las familias, amigos, amigas y vecinos que se reunieron allí para acompañarse.

Chicas y chicos jugando y pensando.
Hay jubilados y jubiladas, por supuesto, porque finalmente Pablo estaba allí para registrar su batalla de todos los miércoles. Aquel 12 de marzo no era uno cualquiera: se habían sumado a la ronda hinchas de todos los clubes de fútbol con la intención explícita de proteger a las y los jubilados de la represión que sufrían cada miércoles y que ese día fue más brutal. Así lo ordenó la ministra de Seguridad Patricia Bullrich –ahora candidata a senadora, quizá para esconder las consecuencias legales tras los fueros– y la noticia fue otra: no ya el apoyo que podría haber contagiado la solidaridad de otros sectores, sino la imagen de un joven fotógrafo agonizando en el asfalto con el cráneo destrozado. “Si Pablo tiene la fuerza para pelear por su vida, nosotros también”, sintetiza Fátima, una de sus amigas de Remedios de Escalada, donde todos los viernes se realiza un semaforazo para exigir justicia y todos los meses un festival como este, que al cumplirse siete meses decidieron trasladar a la escena del ataque.

Jubilados acompañando la movida. El ataque a Pablo fue durante una de las marchas de los miércoles, el 12 de marzo.
Lo que no hay deja flotando un interrogante: a una semana se las elecciones nacionales no hay partidos ni políticos que ni siquiera se acercaran para la clásica foto. ¿Dónde están? Tampoco hay organizaciones sociales ni otros aparatos que aporten ni gente ni logística, que la familia consiguió a puro abrazo. Por ejemplo, el de SiPreBA –el sindicato de prensa porteño– que entre otras cosas se hizo cargo del sonido y los dos baños químicos exigidos por el gobierno porteño para otorgar el permiso, que se convirtieron en cinco: cuando la empresa proveedora se enteró para qué eran decidió aportar tres más.


La cicatriz en el asfalto, y el homenaje a Pablo, que sigue recuperándose.
Lo que sobra es armonía, esa extraña cualidad en peligro de extinción y que allí, sobre el asfalto herido, cura.

La vida sobreponiéndose a los proyectos de muerte.
Derechos Humanos
Desde Roma: la sociedad contra la guerra

Crónica de una movilización histórica en Roma más de un millon de personas) después de semanas de huelgas y manifestaciones en todo el país. Fueron siete horas de manifestación transversal, diversa y enérgica contra el genocidio en Gaza. La calle, los carteles hechos a mano, las noticias de la flotilla secuestrada por Israel, y las voces que plantean que la paz es una responsabilidad colectiva.
por Franco Ciancaglini (desde Roma)
La ciudad amaneció este sábado convertida en el centro de una protesta histórica. Más de un millón de personas marcharon en Roma durante siete horas contra el genocidio en Gaza, en lo que se considera una de las movilizaciones más masivas de los últimos años en Italia.

Gente marchando: la antiquísima y siempre nueva lucha por la paz.
El contexto inmediato fue la detención de la Global Sumud Flotilla, integrada por 42 embarcaciones que partieron desde puertos de España, Túnez, Italia y Grecia para llevar alimentos y medicamentos a Gaza y denunciar el bloqueo israelí. Israel interceptó el último barco, el Marinette, a 42 millas de la costa, y detuvo en total a 473 tripulantes. Durante cuatro días no hubo noticias de ellos.
Entre los detenidos figuran cuatro argentinos:
- Celeste Fierro, legisladora porteña por el Frente de Izquierda;
- Carlos “Cascote” Berola, dirigente social de larga trayectoria;
- Ezequiel Peressini, militante socialista y exlegislador cordobés;
- Nicolás Calabrese, profesor de educación física nacido en Paraná y actualmente radicado en Brasil.
- (A última hora se confirmaría que al menos Calabrese y otro de los argentinos hombres, sin identificar, fueron liberados).

Porta San Paolo, de Roma, donde se recuerda la resistencia contra el fascismo: punto de encuentro de parte de la manifestación que reunió 600.000 personas contra la guerra y el genocidio.
Este mismo sábado Israel informó la deportación de 137 detenidos hacia Turquía, pero ninguno de los argentinos figura en esa lista. El gobierno argentino no realizó un reclamo por ellos. La única información desde que fueron detenidos llegó gracias a un equipo jurídico internacional: se encuentran en una cárcel de máxima seguridad en Ketziot, donde fueron “atados, arrodillados y sometidos a humillaciones” (https://elpais.com/internacional/2025-10-03/los-activistas-de-la-flotilla-comparecen-ante-un-tribunal-en-una-carcel-de-maxima-seguridad-de-israel.html).
Mientras las columnas de manifestantes recorrían Roma otra noticia llegaba desde Medio Oriente: 46 palestinos fueron asesinados en nuevos bombardeos, entre ellos siete niños, según reporta La Repubblica (https://www.repubblica.it/).

Pancarta escrita a mano: «El silencio nos hace cómplices».
La chispa
La chispa que encendió esta ola de protestas en Italia comenzó el 22 de septiembre. Ese día, los trabajadores del puerto de Génova anunciaron que bloquearían las mercancías a Israel si la flotilla Global Smund no llegaba a Gaza (https://www.eldiario.es/internacional/trabajadores-puerto-genova-amenazan-bloquear-mercancias-israel-si-flotilla-no-llega-gaza_1_12572177.html).
La flotilla no llegó. Y los trabajadores cumplieron.
Tras el ataque con drones a dos embarcaciones –una en Túnez y otra en aguas internacionales– el sindicato paró y marcó un antes y un después. Esa noche 50 mil personas marcharon en Génova. En Roma también hubo una movilización improvisada, convocada apenas un día antes. “Ese día cambió todo: había un aire”, explica a lavaca Giansandro Merli, periodista de Il Manifesto, el medio italiano que más sistemáticamente siguió el tema (https://ilmanifesto.it/). “La CGIL, la gran central sindical, se negaba a tomar posición, decía que los trabajadores solo debían defender sus derechos laborales, pero las bases empezaron a presionar planteando que había un genocidio y no se podía mirar para otro lado”.

No es un miércoles en Congreso, sino un sábado ante el Coliseo.
Finalmente la CGIL se sumó a las huelgas junto con la Unione Sindacale di Base (USB) y otros gremios de base: “Hace muchos años que vemos lo que pasa al lado nuestro. Es mucha impotencia”, sintetiza. Lo que para la dirigencia sindical y muchas personas de otros lados del mundo resulta difícil de comprender, es simple: se trata de una batalla por la paz y un símbolo de la solidaridad mundial, como un espejo de resistencia contra las ultraderechas en todo el mundo.
Durante tres días seguidos Italia vivió un paro general que detuvo el funcionamiento de puertos, trenes, hospitales y escuelas, con manifestaciones en ciudades importantes: Milán, Nápoles, Turín y Florencia. Se calcula que más de dos millones de personas participaron en esas jornadas de huelga y protesta, que abarcaron además al menos 100 ciudades (https://ilmanifesto.it/un-movimento-eclettico-e-spiazzante).
Una de las mayores paralizaciones laborales de las últimas décadas en Europa.
La huelga se sintió en todos los sectores: transporte interrumpido, vuelos cancelados, servicios sanitarios reducidos, partidos de fútbol suspendidos. Un país detenido. “Las bases movieron a las cúpulas”, resume Merli. “Y cuando las cúpulas se movieron, lo hicieron sin preaviso, con una huelga general que unió a todos los sindicatos. Italia no se había visto así en décadas”.
Ese clima es el que desemboca hoy en Roma. Después de la huelga nacional y de tres días de protesta sostenida, el país estaba preparado para una demostración de fuerza que trascendiera al sindicalismo: una marcha nacional, diversa, transversal, que muestra que la causa palestina traspasó las fronteras de los colectivos tradicionales y se instaló en la conciencia social. Italiana, europea, y global.

Los llamados a la huelga para liberar a Gaza del genocidio.
Un país bloqueado
El punto de encuentro era Porta San Paolo, donde una placa recuerda los combates que tuvieron lugar en septiembre de 1943, durante la resistencia a la ocupación de Roma por parte de las tropas alemanas.
Hacia ese lugar partieron unas veinte columnas desde distintos puntos de la ciudad. La escena era múltiple: estudiantes con pancartas improvisadas, sindicatos con banderas de colores, colectivos migrantes, movimientos sociales okupas, familias con cochecitos de bebé. No era una marcha de aparato partidario sino un verdadero mosaico social que caminó sin parar durante todo el día. Sin descanso, puro movimiento.
A mitad de camino al llegar al Coliseo romano, el contraste fue elocuente: las columnas daban la vuelta mientras un cordón policial intentaba separar a los manifestantes de la otra Roma, la de turistas de todas partes del mundo. Muchos, sin embargo, se acercaron a fotografiar, aplaudir y grabar videos. El anfiteatro más famoso del planeta se transformó así en el telón de fondo de una protesta política de escala internacional. Con la policía como escudo.

“Hagan silencio cuando los niños duermen, no cuando mueren”.
“Los italianos nos rebelamos”
El clima se multiplica en los camiones con parlantes que funcionan como faros móviles: allí se escuchan consignas, se canta Bella Ciao –himno de la resistencia antifascista italiana, resignificado ahora como canto por Palestina– y se informa sobre la situación de los detenidos. Cuando desde un altavoz se anuncia la liberación de algunos tripulantes de la flotilla –que al cierre de esta edición siguen llegando al país– la multitud estalla en aplausos.
La diversidad se ve en los testimonios. Elisa, llegada desde Milán, dice a lavaca: “Es la sociedad contra la guerra. Meloni habló en la ONU de reconocer a Palestina, pero nadie le cree. Ella está con Trump y Netanyahu, no habla por nosotros”.
A pocos metros, María Ana pinta con marcador negro un cartel que dice: “Meloni: no en mi nombre”.
Y explica: “¿Quién puede estar de acuerdo con matar 20 mil niños? ¿Quién? Solo los fascistas: Hitler, Trump, Netanyahu y Meloni”.
¿Quién es Meloni? “Ella es esclava de Trump: hace lo que él dice”.
¿Por qué está tan condicionada? “Porque tiene miedo de que la izquierda gane espacio y la gente no vote por ella la próxima vez”.
¿El genocidio es un tema electoral? “Todo es político: Netanyahu hace la guerra porque teme ir preso. Ha hecho tantas cosas que, si pierde el poder, iría preso”.
Una joven sostiene un cartel en italiano que dice “Fate silenzio quando i bambini dormono e non quando muoino” (“Hagan silencio cuando los niños duermen, no cuando mueren”). Luego explica: “Aunque pensemos que no podemos cambiar las cosas hay que estar acá, hablar, movilizarse, decir lo que duele”. Al terminar su testimonio, sus amigas la aplauden: una escena pequeña que muestra como emerge una voz individual convertida en celebración colectiva.
Otro estudiante señala: “Esto no es de partidos, es de la gente normal como yo, que no aguanta más lo que pasa. No es un problema político, es un problema de humanidad. Los italianos nos rebelamos”.
Un cartel tiene de un lado la siguiente frase: “Definición de asesino”y la cara de Netanyahu. Del otro: “Definición de cómplice”y la cara de Trump”. Un grupo de jóvenes llama por un megáfono a “liberarse de esta gobernanza que produce armas y muerte”. La protesta por la paz y contra el genocidio tiene también nombres propios, responsables: Netanyahu, Trump y Meloni.

Un palco improvisado en la plaza San Juan de Letrán, para hablar sobre muerte y vida, sobre guerra y paz.
La atmósfera no puede no rememorar a las jornadas de resistencia antifascista. El hit italiano de estas jornadas dice:
Los pueblos que luchan
Escriben la historia
Palestina libre
Hasta la victoria
La multitud sigue machando y Roma se encuentra literalmente bloqueada: calles cerradas, avenidas tomadas, transporte interrumpido.
Los camiones de sonido anuncian la llegada de nuevas columnas: “En este momento está llegando el movimiento migrante de Abruzzo”. La gente aplaude. Y aplaude más cuando se informa que algunos de los detenidos de la flotilla están siendo liberados en ese momento.
Los altoparlantes también relatan algo inusual: se suspendieron partidos del Calcio (el torneo de fútbol) como símbolo de solidaridad. Un detalle que muestra que la protesta atravesó todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Continuará
La movilización concluye con un acto en la Plaza San Juan de Letrán en el que jóvenes palestinos tomaron la palabra. Desde el escenario improvisado se habló sin eufemismos: genocidio, holocausto, guerra mundial. Palabras que en otro tiempo parecían lejanas y que hoy resuenan otra vez en Europa.
“Recuperar la energía”, dice un orador. “Hablemos de amor mundial. Hablemos de solidaridad mundial”, agrega otro. El tono es al mismo tiempo político y emocional.
Al final, mientras las columnas comenzaban a dispersarse, la policía cargó contra los manifestantes que permanecían en el centro de Roma. Hubo carros hidrantes, corridas y al menos un herido. Las sirenas llenaron las calles vacías en un contraste brutal con la multitud enérgica de horas antes. Un intento –que en Argentina ya conocemos– para desdibujar el sentido histórico de esta movilización.
Lo que queda es la imagen de un país que después de semanas de huelgas y protestas salió a ocupar su ciudad capital y a decir que Palestina no está sola.
Como resumía una pancarta escrita a mano: “La paz es una responsabilidad colectiva”.
O como planteó un joven palestino desde el escenario: “Tenemos que poner un freno ya. ¡Y lo estamos haciendo!”.


Revista MuHace 1 díaMu 208: Lara Brenda Morena

Revista MuHace 4 semanasMu 207: Crear lo que viene

#NiUnaMásHace 4 díasUn mes sin Brenda, Lara y Morena: lo que se sabe de la trama narcofemicida

Soberanía AlimentariaHace 2 díasMiryam Gorban: hasta siempre, maestra

#NiUnaMásHace 4 semanasTriple narcofemicidio: la respuesta al horror




























