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Movilizaciones en todo el país contra la Ley ómnibus y el DNU: las fuerzas de abajo

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Pocas horas después de que la Cámara de Diputados haya dictaminado sobre la Ley Ómnibus, en todo el país hubo movilizaciones que quienes la vivieron las definen así: “Nunca vi una tan grande”. Enorme fue la marea en Mar del Plata, Rosario, Neuquén, Bariloche, Córdoba, y grandes también las de aquellas ciudades que suelen tener menos protagonismo en este tipo de protestas, como Comodoro Rivadavia, San Martín de los Andes o las playas de Mar de Ajó y Mar Azul. Mendoza también tuvo su jornada histórica (ver crónica) y hasta en el fin del mundo, allá en Ushuaia, se escuchó cantar: “la patria no se vende”. El dato: son todas localidades donde el actual Presidente obtuvo un triunfo arrollador hace menos de dos meses.Las protestas expresan un rechazo que logró un primer objetivo: la sesión que pretende la media sanción iba a ser mañana, pero se demora hasta el próximo martes. ¿Qué expresaron esas voces?

Fotos: Martina Perosa para lavaca

El Congreso Nacional fue hoy el epicentro de un grito que pretendía que allí resonara. Se trata de voces que quisieron hacerse oír por quienes deben representarlas.

Comprender lo que expresaron es un desafío para la política y para la democracia.

Algunas de esas voces las escuchó lavaca

“Hay que volver a hablar con todo el mundo, hay que volver a hablar con este pueblo, explicar todo de vuelta, volver a las prácticas asamblearias”, dice la artista Susy Shock en medio de la enorme ola que se autoconvocó al punto de cita de “la cultura”, apretadísima en la zona de Avenida de Mayo y Sáenz Peña. Lo que dice se comprueba al instante: por la calle lateral pasan los vecinos y vecinas de todas las asambleas de la ciudad. 

Sigue Susy: “Lo nuevo no va a venir con recetas viejas. No queremos que nos inviten a resistir de la misma manera. Queremos nuevas aventuras y queremos escuchar a la gente joven, a la disidencias, a los transfeminismos no burocratizados. Y también una crítica a ese sector feminista que se vendió por un asiento, se quedó cómodo y se olvidó del pueblo, y sin el pueblo nada es posible”. 

Movilizaciones en todo el país contra la Ley ómnibus y el DNU: las fuerzas de abajo
Susana Reyes, mamá de Cecilia Basaldúa, Carla Morales Ríos y Daniel Basaldúa. Foto: Martina Perosa

Susy ahora exige: ”Quiero que con la diversidad que soy, con el cuerpo trava que porto, me inviten a discutir todos los temas. Ser parte de la discusión general y no quedar en una de género y nada más. Ese es el desafío. ¿Lo próximo? El 24 de marzo. Y que al lado de Norita esté Marlene Wayar”.

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Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo. Foto: Martina Perosa

Norita es Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, que está a media cuadra de Susy, diciendo. “Quiero futuro para el pueblo, para mis hijos y mis nietos: quiero una mesa digna para todos”. ¿Cómo lograrlo? Norita propone tener esperanza, creer en nosotros mismos y salir a la calle: “Tenemos que juntarnos”.  

Movilizaciones en todo el país contra la Ley ómnibus y el DNU: las fuerzas de abajo

La mesa y la comida también son temas que menciona una jubilada que llegó desde Ramos Mejía con 81 años a cuestas. dice que aunque tiene una jubilación y pensión que le permiten vivir, hoy marcha por “la gente que tiene que ir al supermercado y no puede comprar para comer: eso es lo que me duele”. La acompaña una amiga -misma cantidad de primaveras- que agrega: “Soy agnóstica, pero creo en nosotros. Ojalá esta humanidad mejore”. 

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A su alrededor hay un desfile incesante de columnas y más columnas que intentan sumarse a la marea de Avenida de Mayo. Hay tanta gente que no se avanza hacia el Congreso: lo que se convocó como una marcha se transforma entonces en una ocupación del espacio público, una inmensa ola que, gota a gota, ha inundado calles principales y laterales, avenidas y transversales, imponiendo con los pies otro protocolo: el del abrazo. Hay preocupación, hay reclamos, hay gritos, sí, pero sobre todo hay alegría por ese gigante “estamos”.

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Sergio Maldonado, hermano de Santiago, lo nombra por su autora: “Estoy acá en primer lugar por el protocolo que quiere implementar Patricia Bullrich. Ella no fue elegida por el pueblo, entró por la ventana en un gobierno neoliberal que está haciendo estragos”. Un instante después la policía lo justifica: sin razón ni justificación -la calle está desbordada y en orden- irrumpe en malones, en una performance que incluye desfile de motos acelerando: un show para las cámaras que siguen a los uniformados. Le dirá entonces una integrante de la columna de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica) al oficial a cargo: “Justo cuando va a hablar Moyano: mirá qué casualidad.” El escenario está a más de diez cuadras y nadie en la calle le presta atención a lo que allí se dice, pero lo que expresa la trabajadora es otra cosa: que los pies en el asfalto le alcanzan para leer la realidad y le sobran para la ironía: “Andá tomar la teta,  bebé”.

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Nati Cejas, de la mesa nacional de la UOM Foto Martina Perosa

Su predicción: “Esta es la primera de las grandes movilizaciones que va a haber. El cambio que necesitamos no es este, pero no supimos contarle a la gente qué era lo que nos convenía como trabajadores y como sociedad. Ahora dicen del feminismo que somos un estorbo, cuando en realidad somos las que movemos la economía, y muy especialmente en momentos de crisis. Por eso al resto de mis compañeras les digo: vengan, las esperamos en la calle”. 

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A su lado está  Natali Cejas –que llegó de Santa Fe y es parte del comité nacional del gremio–quien detalla: “Tenemos 250.000 afiliados, 16.000 son mujeres”. La primera fila de la columna está ocupada por ellas. Describe Natali: “Ya hay despidos, hay recesión, hay sectores en donde, por ejemplo, ya se está trabajando menos horas o se adelantaron vacaciones. Estamos acá como trabajadoras y como mujeres:  sabemos que cuando viene el recorte se empieza por nosotras, y sabemos que la lucha es en las calles. Hay que hacernos sentir, que sepan que no nos representan”. 

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Con ambo y delantal moviliza la Asamblea de Residentes de Ciudad de Buenos Aires. “Yo estoy en el Hospital Elizalde y ahora no hay medicación para les niñes –sí: dice “les niñes”– que se van de alta. A partir de ahí, imagine el resto”, dice Virginia, una de las médicas. Alerta, además, que como consecuencia del desfinanciamiento de la salud pública, “es muy probable que no se empiecen a abrir los cargos” y que por efecto de los discursos de odio presidenciales “esa violencia se expande: la gente llega al hospital muy rota, es muy difícil contener lo emocional si además recortan recursos”. ¿Qué hacer? “Hay que estar en la calle: Hay que apoyarnos como colectivo de trabajadores”. 

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Con delantal también está Claudia, 58 años, docente de Soldati. “El presidente Milei habla de achicar el Estado, pero el Estado somos también las docentes: yo doy un servicio que es la educación, el Estado me paga. Cuando él dijo que iba a achicar el Estado, me está achicando a mí, y a tus derechos”, sintetiza. Trabaja en un programa que recibe infancias y adolescentes, entre 9 y 14 años, que han dejado la escolaridad por diferentes motivos. Se supone que los grados pueden tener hasta 12 alumnos, pero en 2023 Claudia tuvo a su cargo 18. “Efecto pandemia”, arriesga. “Estamos rodeados por 10 barrios populares, la mayoría de los pibes están ahora cartoneando con sus padres”. 

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¿Cómo afecta la ley Ómnibus a la docencia? “Ya hay despidos. En la ciudad más rica del país se cuelgan de lo que dice el gobierno: que no hay plata. Empiezan a despedir a docentes contratados. Yo hace 15 años que trabajo en el grado de nivelación y todavía no soy titular: podría ser la próxima afectada”. En la escuela los pibes no solo estudian, también comen: Claudia advierte sobre los recortes a los comedores. “Nuestra escuela es de jornada simple, pero tiene comedor, y te repito: tenemos 10 barrios populares alrededor. Si recortan en comedores, nos recortan en la alimentación de los pibes. Sin la alimentación, no estudian. Si no tienen para comer, el sistema cognitivo no funciona”. 

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Soledad Barruti Foto: Martina Perosa

La periodista y escritora Soledad Barruti lleva un cartel reclamando por los bosques, y otro por los glaciares. Puede sostener uno en cada mano, pero quisiera llevar muchos más: “Esto arrasa con todo, con derechos absolutamente necesarios y conquistados durante mucho tiempo. Nos quita de plano lo que nos queda de lugar vivo, de lugar de resistencia”. La imagen que ofrece es de tierra arrasada. “Este gobierno pretende entregar lo último y para entregarlo tiene que destrozar todos los derechos conquistados hasta ahora, tiene que pasarle una topadora a todas las luchas que hace tanto tiempo tantas personas venimos encarnando. Hay que poner un límite ya, porque si esto avanza, barre con todo”. 

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La escritora Dolores Reyes Foto: Martina Perosa

Junto a Soledad está la escritora Dolores Reyes, quien llegó desde Pablo Podestá, donde también trabajaba como docente. Desde ahí, escribe: sus libros tienen al barrio y a sus jóvenes como protagonistas. “El proyecto deroga la Ley del Libro, que no le molesta absolutamente a nadie, entre muchas otras leyes: no va a quedar nada de Argentina. La industria del libro en nuestro país es muy particular: hay una ecosistema que está medianamente protegido por la Ley del Libro. Esto implica que hay un precio único y entonces, por ejemplo, los supermercados no pueden intervenir tirando el precio para abajo para fundir al resto de las librerías independientes. Si se toca la Ley del Libro este hermoso ecosistema no va a existir más. Y algo que me duele muchísimo en particular es que con esta devaluación y con el papel –que está dolarizado–, los precios de los libros ya se han vuelto absolutamente privativos: Cometierra pasó de 4.800 a 14.000 pesos. Es delirante”. 

Tus libros están muy atravesados por la realidad de los barrios. ¿Cómo se ve esta realidad desde allí? 

-Se empieza se empieza a ver un ataque infernal a las condiciones de vida de las clases populares. Los elementos de las canastas más básicas, en un mes se han duplicado o triplicado, y los ingresos claramente no. Entonces en los barrios, la gente está decidiendo qué come y qué deja de comer. Y ni hablar el tema de medicamentos: desregularon para que todo también se triplicara. Estoy viendo vecinos que salen de la farmacia o que están en la cola del supermercado y hablan de todo lo que no pueden comprar”. 

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El dirigente Eduardo Vasco Murúa, referente del sector de fábricas recuperadas, dice que en el sector “al igual que a todos los sectores, lo afecta el plan económico desatado”, pero en particular lo que se siente es la baja de la demanda y el aumento de los costos. Todavía, aclara, falta que lleguen los tarifazos. Otra alerta: “El salario de los trabajadores, que con la inflación no pudimos acompañar”. 

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¿Qué papel pueden jugar las fábricas recuperadas en este escenario? 

-Estamos preparados para jugar dos papeles: centralmente, estar acompañando a los trabajadores que sufran un cierre de fábrica, acompañarlos en su recuperación, ordenar las fábricas en unidad y con la organización que tenemos para que no se nos caigan. Y por otro lado, pelear con todas las fuerzas para que se vayan lo más pronto posible. Pero con la idea y la convicción de que no va alcanzar con que se vayan, sino que hay superar el fracaso anterior y la catástrofe actual, con una organización política de los trabajadores y trabajadoras y para el pueblo. No lo vamos a lograr mientras la representación que tenemos sea tan flaca. Todo el sector progresista parece que está esperando que el hambre y la sangre la ponga el pueblo y preparar la curita para después. Les decimos entonces que vamos a tener con ellos la misma actitud que tenemos con Milei y con el poder económico nacional: no hay tiempo para que vengan ellos nuevamente con curitas. Lo que queremos es un modelo que asegure el trabajo para todos. Y creemos que lo podemos hacer: lo único que falta es la organización política”. 

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La calle le habló así hoy a la política. 

La hizo.

Lo que sigue es Historia y está aún por escribirse.

Mendoza contra el DNU

Mendoza, la provincia donde Milei sacó el mayor porcentaje de votos, también se movilizó masivamente contra el DNU. Para gambetear el protocolo, las citas se dieron en distintos puntos de la capital provincial. Uno de ellos, como es costumbre, arrancó en el Kilómetro 0: organizaciones sociales, asamblearias y políticas, organizaron un breve acto para luego marchar hacia la Legislatura, donde confluyeron con el resto de los grupos políticos y sindicales.

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Lucas tiene 30 años y estaciona su bici en la esquina. Lleva calzas y una remera que dice: “Son 30 mil y uno es mi abuelo”. Forma parte de HIJOS Mendoza, y es trabajador de la secretaría de Cultura; dos frentes que, asume, están en tensión desde la asunción del nuevo gobierno. Parece observar las banderas del Polo Obrero, el PTS y otras de partidos de izquierda que intentan colmar la escena, y dice: “Yo creo que más que una manifestación política partidaria es momento de hablar a favor de la Argentina y del pueblo, del bienestar general. Lo de hoy nace de una convocatoria de CGT, pero esto lo excede; ya nos venimos movilizando aquí en Mendoza, organizando en asambleas”.

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¿Qué te preocupa del DNU? 

-Todo. Me preocupa la liberación para que los extranjeros puedan comprar tierras, la reforma penal, la baja de imputabilidad, la liberación de precios. A todo el mundo le baja la calidad de vida. Y ahora lo último es la cantidad de gente que va a pagar impuesto a las ganancias, contradiciéndose con su propio discurso político. También me preocupa lo que es ambiental: no reconocer la crisis ambiental mundial es inhumano.

¿Por qué la misma Mendoza que salió a las calles por el agua, votó 4 años después masivamente a Milei?

 -Creo que el cansancio social fue por la falta de respuestas, eso hizo que la gente emitiera un voto castigo. El tema es que ese voto castigo nos castigó a todos: vemos las repercusiones ahora.

¿Conocés gente que votó a Milei? 

-Lamentablemente tengo familiares que lo han votado. Es una discusión constante: tenemos a mi abuelo desaparecido y tener que hablar del curro de los derechos humanos, de que no fueron 30 mil… es duro.

¿Lo siguen bancando? 

-No. Porque más allá del voto castigo mi familia tiene conciencia social, conciencia ambiental. Es un voto arrepentido.

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La policía mantiene un carril libre mientras la gente continúa agrupándose en el otro y en la peatonal. El micrófono avisa que en unos minutos será el turno de distintos oradores de las organizaciones, y que luego comienza la marcha.

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Entre otra de las columnas que nutren al Kilómetro 0 está la cultural. Mariela es teatrera y lleva una nariz de payasa, pero habla en serio: “Ha habido toda una discusión de si nos sumábamos porque convoca la CGT, pero ante el panorama que estamos viviendo yo creo que podemos hacer un frente común porque los perjudicados somos las mayorías”.

¿Cómo se organizan desde la cultura?

 -En el ámbito cultural se ha armado una asamblea multisectorial mendocina hace casi un mes y ya ha activado dos movilizaciones. Es multisectorial porque hay banderas políticas de todos los colores y distintos sectores del arte: música, teatro, audiovisual, literatura, artesanos, etc.

Llevás un cartel que dice “Sin cultura no hay libertad”. ¿Por qué creés que el DNU se mete puntualmente con organismos culturales? 

-La cultura abre cabezas, te pone a pensar y a cuestionarte y a cuestionar lo que las autoridades y tus propios representantes definen. Entonces, es peligrosa la cultura, por eso nos quieren borrar, porque les molesta. La cultura nos da identidad, lo contrario a lo que ellos quieren imponernos: una cultura extranjera que no tiene nada que ver con nosotros. Lo nuestro, nuestra verdadera identidad, lo que somos, lo que queremos ser, eso plantea el arte. El arte no solamente sana y salva: abre cabezas, y eso es jodido.

Más atrás de las columnas partidarias están Nelly y Claudina, dos jóvenes jubiladas que llevan un cartel que dice: “Jubiladxs en lucha – No al DNU”. Son parte de un colectivo más grande que se reunió en otros puntos de la capital, para confluir en la Legislatura. Ellas eligieron el Kilómetro 0 porque “nos queda más cerquita, las piernas no nos dan ya para tanto”, bromean, aunque luego se las verá también frente al edificio que queda a más de diez cuadras de este lugar. Allí estarán descansando en un banco de plaza, fumando un cigarrillo como quien ha culminado su tarea: luchar.

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Dicen: “Recién estábamos recordando : nosotras tenemos historias de lucha desde los 80. Siempre luchando por nuestros bienes comunes, nuestros derechos”. 

¿Qué recordaban? 

-Todos los momentos que hemos tenido que salir para luchar por nuestros derechos, incluso en la terrible dictadura. 

¿Esto les recuerda a aquello? 

“Es una dictadura neofascista” arriesga Nelly. Claudina agrega: “Pero peor, porque fue elegida por el pueblo”. Sigue Nelly: “A veces este punto de tensión es para ver si podemos reaccionar, sobre todo las generaciones nuevas. 

¿Salieron durante el gobierno anterior?

-Salimos con cada gobierno… con el anterior también: con todos….

¿Cómo ven esta marcha, en comparación con aquellas? 

-Es la más masiva a la que fuimos. Mirá que Mendoza es una provincia muy conservadora, eh, cuesta movilizar- dice Claudina. 

¿Qué les preocupa del DNU?

 -La situación de todo el país, estamos en un abismo, no solamente la movilidad jubilatoria: es la pérdida del poder adquisitivo, los bienes naturales- enumera Nelly.

¿Sus jubilaciones, les preocupan? 

-Lo que nos preocupa es el Fondo de Garantía y Sustentabilidad, que es dinero que nadie se animó a tocar hasta ahora. Macri lo intentó y no pudo. 

¿Podrán?

 -Esperemos que no salga la ley, pero hay tantos traidores…. 

Nelly confía en algo: que entre la movilización local y el apoyo internacional, los sectores llamados dialoguistas “entren en razón, o por lo menos, que tengan un poquito de miedo”.

Comienza el acto en el que distintos oradores de las organizaciones dirán unas palabras. Por ejemplo, Sergio Onofrio, de la Asamblea Popular por el Agua: “Nos necesitamos entre todos para poner un freno. En el 2019 lo logramos, algo que parecía imposible. Desde la asamblea hacemos hincapié en el ambiente porque es de todos. Y está en peligro”.

Onofrio culmina gritando “El agua de Mendoza, no se negocia” y la consigna se transforma en el grito que continuará sonando durante la marcha rumbo a la Legislatura.

La movilización comenzará pasadas las 13 y la policía la acompañará durante las diez cuadras. Un hombre al megáfono dice: “Este operativo es una ridiculez total, si ya saben cómo son las marchas de Mendoza. Es un circo para seguir las órdenes de Bullrich. Los mismos policías saben lo que cuesta que estén ellos acá”.

A dos cuadras de la Legislatura, las calles se angostan y las personas no alcanzan a amucharse en un solo carril. Se toma la decisión, entonces, de tomar toda la calle. La forma de romper el protocolo oficial es simple: las personas pasan por al lado de la policía, por el costado, por donde no llegan a cubrir. De repente, ya están del otro lado, y los efectivos no llegan a detener a cada manifestante.

Roto el protocolo, la marcha llega finalmente a la plaza frente a la Legislatura, donde se reúne con la columna de los sindicatos.

Allí, dos mujeres que se mantienen al margen de la movilización, charlan entre ellas. “¿Vos estás a favor o en contra?”, “¿De qué?”, “De esto” dice señalando a la marcha. “A favor” responde tímida la otra. “¡¡¡Yo también!!!” se entusiasma la entrevistadora.

Ambas superan los 60. Una lleva un carrito de compras: dice que le mintió a su hijo que iba al súper y vino acá, “para hacer bulto”. La otra, si bien parece vestida de gala, vino para manifestarse. Y revela: “Yo empecé siendo fanática de Milei”. Confiesa que lo seguía en las redes sociales cuando ella vivía en Nueva York. “Me gustaba por cómo hablaba, lo prepotente, el empuje”.

¿Cuándo cambió?

-Me dejó de gustar porque le vi la verdadera personalidad. No es un político, es un economista. Cuando se empezó a pelear con los chinos, dije no; como yo he vivido en el exterior, conozco a todas las razas, eso no se hace.

María Teresa Guni Cañas, integrante de la Asamblea Popular por el Agua protagonista de la gran movilización que hubo en esa provincia durante el gobierno de Alberto Fernández, asegura con experiencia que hoy hubo “muchísima gente en la calle en un clima de resistencia y de alegría”.

¿Qué significa?  

-Que hay que seguir estando en la calle a pesar de todas las traiciones. Es fuerte la cantidad de legisladores que han votado en las comisiones a favor del DNU, pero también hay mucha resistencia. Esperamos que no siga avanzando esta depredación, y que haya una percepción de que lo importante no era solo que perdiera el kirchnerismo.

¿Qué busca este gobierno? 

El gobierno de MIlei busca dejar en manos de las empresas nuestros bienes comunes, la cultura, la educación y que todo sea mercantilizable: a eso nos estamos oponiendo.

¿Cómo se explica que aquí haya tenido tanto apoyo? 

-Lamento que Mendoza haya sido de las más votantes de Milei. Pero también hay mucha resistencia, así que vamos a seguir apostando a sembrar conciencia y a seguir estando y defendiendo los valores de la comunidad. Al odio y a la destrucción se los enfrenta así: con comunidad.

Córdoba contra el DNU

Copleras, músicos, actrices, circenses, brigadistas forestales de las sierras, trabajadores del CONICET, estatales, docentes, ferroviarios, trabajadores de la economía popular, de la salud… mucha gente bajo el sol. Se escucha repetidas veces el comentario sobre la gran convocatoria, tal vez la mayor pos pandemia en la ciudad de Córdoba. El cálculo es entre 50 y 60 mil personas.

A Córdoba le pesa ser el distrito donde porcentualmente más votos obtuvo el presidente Javier Milei, más le pesa sobre todo a quienes hoy estaban en la calle: laburantes. A medida que avanzan los días entre los trabajadores se va silenciando el mandato “hay que esperar”, los dirigentes gremiales y de sindicatos que hoy hablaron sobre un escenario improvisado arriba de un camión frente a Patio Olmos ahora apelan a expresiones dignas de una letra de cuarteto “nos engañó feo” “Que venga a dar la cara después del verso de la casta”. Pero también hubo mensajes para el gobernador Llaryora, pero lo más contundente por parte del movimiento por el ambiente y el territorio que, por ejemplo, señala la reciente creación de la Agencia CórdobaAgro, un organismo que estará exento del control del Tribunal de Cuentas, y según asambleístas se trata “ de una privatización del campo y del monte,  fondos públicos provenientes de impuestos que estarán administrados por privados del agronegocio. Y serán quienes resuelvan sobre recursos comunes”. Con la nuestra.

Transferencia de recursos y riquezas.

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4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

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La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Nota

Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

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Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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