CABA
El contagio
Eduardo Cerdá, ingeniero agrónomo especialista en agroecología. Es fundador de una red de municipios y comunidades que fomentan la agroecología. Asesora a productores que buscan cambiar de modelo: ya suman 20.000 hectáreas. La diferencia con lo orgánico, y el dilema del golf. Por Sergio Ciancaglini
Cuando cumplió 50 años, en 2011, Eduardo Cerdá tomó dos decisiones sísmicas.
• Se jubiló. Tras 25 años consecutivos como docente, necesitaba todo su tiempo libre.
Se separó. No tenía hijos, y comprendió que sus entusiasmos, sueños y movimientos habían sido captados por un proyecto con impronta femenina: la agroecología.
Sobre ese flechazo, dice Cerdá: “La definición es que estoy enamorado de lo que estamos haciendo. Yo digo que hay que abrir los campos, que los productores cuenten su experiencia y muestren lo que hacen. Y ver si los que se acercan se entusiasman. Hay una parte de inteligencia, trabajo, rentabilidad. Pero si no te enamorás, no vas a ningún lado”.
Cerdá es ingeniero agrónomo y decidió darle el sí a una demanda absorbente: visitar todos los territorios posibles para explicar, recorrer establecimientos y orientar a los productores en una práctica que asocia salud, ciencia, bolsillo, medio ambiente y fertilidad, entre otros cultivos.
Mirá la agenda
Vive viajando. La agenda de Eduardo Cerdá de estas semanas pasa fugazmente por Buenos Aires, La Plata, Paraná, Rosario, Santa Fe, pero tiene otra biodiversidad: Rojas, Garré, Treinta de Agosto, Roque Pérez, Las Flores, Pergamino, Lucio V. López, Totoras, Reconquista, Sáenz Peña, San Genaro, Ceres, América, Bandera, Laguna Blanca, Hersilia.
En esa red hay además una ruta que une a Benito Juárez con Roma.
En Benito Juárez, Buenos Aires, está La Aurora, el campo de Juan Kiehr asesorado por Cerdá desde los 90, que plasmó la posibilidad de agroecología extensiva en más de 600 hectáreas (experiencia que contamos en la MU N° 79).
En Roma, Italia, está la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura que declaró a La Aurora uno de los 52 casos modelos de explotación agroecológica en el mundo. No utilizan agrotóxico alguno, no hay monocultivo sino policultivo para enriquecer el suelo, y su nivel de producción y rendimiento económico supera a los campos vecinos, y a los de monocultivos transgénicos.
Explica Cerdá: “Así como la Granja Naturaleza Viva es un caso de agroecología intensiva, La Aurora es una producción más sencilla, volcada principalmente a ganadería y granos, con un productor como Juan que nunca tuvo que tomar un crédito. Le quisieron hacer creer a la gente que la agroecolgía era para una quintita. La Aurora demuestra lo contrario”.
Números de La Aurora:
Rendimientos similares o superiores con respecto a los campos que usan agroquímicos.
Costos muy inferiores (148 dólares por hectárea contra 417).
Retorno de la inversión: a un productor convencional de la zona cada dólar invertido le devuelve 1,31 dólares. A Kiehr, cada dólar invertido le devuelve 5,15 dólares. (Datos del libro Agroecología: bases teóricas para el diseño y manejo de Agroecosistemas sustentables editado por la Universidad Nacional de La Plata con la coordinación de Santiago Sarandón y Claudia Cecilia Flores, de libre acceso on line).
¿Cuál es la diferencia entre lo agroecológico y lo orgánico?: “Un producto orgánico requiere una certificación que lo encarece. La agroecología en cambio no trabaja con sobreprecios. Queremos que el producto sano y sin agroquímicos vaya a cualquiera, no a una élite. Además, hay productores que hacen orgánico como partecita de un campo industrial: es una mirada que apunta solo al mercado. Nosotros en cambio pensamos en una certificación participativa, con instituciones de cada pueblo, las universidades y grupos de consumidores, sin agregarle costo a cada producto”.
La nueva red
Cerdá estudió Agronomía en La Plata y fue ayudante de otro gran impulsor de estos temas: el ingeniero Santiago Sarandón (MU N° 77), creador de la primera cátedra de Agroecología en el país. En los últimos años Cerdá ha visto crecer exponencialmente en su propio celular y en su computadora el interés por un estilo productivo diferente. Ejemplo reciente: un grupo de ingenieros agrónomos de Rosario, y tres ingenieros y productores de Tandil, acaban de convocarlo como consultor para capacitarlos en agroecología, materia que en muchas de las carreras de Agronomía no existe. “O sea, no saben trabajar sin agroquímicos. Nunca se los enseñaron”. De paso, el tema revela la complicidad académica, que acaso esté mutando, con un modelo productivo diseñado por las corporaciones.
Eduardo es uno de los promotores de la creación de la Red Nacional de Municipios y Comunidades que fomentan la Agroecología (RENAMA) junto a los abogados Juan Ignacio Pereyra y María Victoria Dunda. En un año, la RENAMA ya cuenta con ocho adhesiones: Guaminí, Gualeguaychú, Salliqueló, Bolívar, Coronel Suárez, General Alvarado (Miramar), Lincoln y Pringles. Hay varios con la intención de sumarse: Rivadavia, Pellegrini, Chascomús, Timbúes, Chabás.
Forman parte de la red al menos 30 productores como Juan Kiehr, Amadeo Riva, o los nucleados en Guaminí (MU N° 106), que en conjunto abarcan unas 20.000 hectáreas. “Los municipios pueden fomentar charlas y contactos de los productores con otras experiencias. En mayo se hizo un encuentro en La Aurora y vinieron 132 personas de distintos lugares a conocer”. Cerdá cree que esa participación institucional puede colaborar con una tendencia que crece como los cultivos: de abajo hacia arriba. “Y esa tendencia es la clave. Más allá de todo, lo que se ve en la gente es la necesidad de algo diferente”.
Forman parte de RENAMA la Universidad de La Plata, la Asociación para la Agricultura Biodinámica, la Cátedra de Soberanía Alimentaria (Medicina, UBA) y el Espacio Multidisciplinario de Interacción Socioambiental (EMISA), grupo conducido por el doctor en Quimica Damián Marino que detectó la contaminación con pesticidas en frutas y verduras de consumo cotidiano en las ciudades. Además, EMISA demostró que el algodón, hisopos, toallas íntimas y tampones están contaminados con glifosato y sus derivados, en un 100% de las muestras investigadas. “La RENAMA propone profundizar esas investigaciones para tener un panorama real sobre lo que comemos y lo que usamos”.
Dato: en 2015 la Organización Mundial de la Salud calificó como posiblemente cancerígeno al glifosato y este año el estado de California (EE.UU) acaba de obligar a que Monsanto incluya la etiqueta “cancerígeno” en los bidones del herbicida Roundup.
Cerdá es lo opuesto a los usuales concientizadores que consideran que los demás no tienen tanta conciencia como ellos, y que hay que llenarles la cabeza de supuesta lucidez. Prefiere explicar procedimientos, escuchar mucho, conversar. “No imponer nada”, dice. Que se produzca en todo caso contagio, enamoramiento o entusiasmo, que MU ha constatado, por ejemplo, en nueve productores de Guaminí que trabajan 1.300 hectáreas agroecológicas tras visitar Naturaleza Viva y La Aurora.
Kiwi, papa y golf
Mientras la RENAMA sigue creciendo, Cerdá asesora proyectos de cultivo de zanahoria agroecológica en Luján, papas y kiwi en Miramar y frutas tropicales en Formosa.
Otra novedad: los golfistas suelen andar con las pelotas por el suelo, las levantan del césped, y cuando les va bien hasta las besan. En las canchas de Villa Gesell, Necochea, Sierra de los Padres y Acantilados de Mar del Plata, captaron que hay algo inquietante en todo eso, también para los vecinos que andan por ahí creyendo respirar aire puro. Cerdá: “Viven en contacto con agroquímicos, y ahora buscan manejos agroecológicos. Es un caso típico en el que las empresas venden pesticidas sin importarles los efectos. Los ingenieros con los que hablé me decían que nunca habían pensado ni estudiado estos temas”.
Uno de los fracasos del modelo de transgénicos y de fumigaciones masivas es que no logró siquiera combatir las malezas: “Cuando empezaron, no había malezas resistentes al glifosato. Hoy hay 29. Esto lo escribimos con Sarandón hace casi 20 años; iban a desaparecer productores y cuadruplicar los costos”, explica Cerdá, que ahora está observando cómo los datos se confirman y el nuevo enfoque germina sin venenos otra percepción. “La agroecología da más trabajo, devuelve fertilidad al suelo y, además, genera un enorme placer. Por eso es lo que se viene”.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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