CABA
De la calle a la ESMA
El 30 de abril inauguran el espacio cultural Nuestros Hijos en el lugar donde funcionó el Liceo Naval. “Queremos llenar de vida este edificio donde antes se enseñaba a torturar”. mu fue el único testigo de la recorrida que hicieron catorce madres, el mismo número que 31 años atrás creó en la calle un nuevo modo de hacer política.Las Madres de Plaza de Mayo están recorriendo solas por primera vez la Escuela de Mecánica de la Armada. Allí la palabra escalofrío vuelve a tener algún sentido. Hebe de Bonafini mira todo ya sin anteojos, después de su operación de cataratas. De pronto retoma una conversación que veníamos teniendo en el micro que nos llevó desde Plaza de Mayo hasta la esma. Parece una pista para entender parte de la historia, y tal vez del futuro: “Ahora estamos acá, y vamos a llenar esto de vida. Pero llegamos a esto por más de 30 años de lucha en la calle. Ése es el verdadero lugar”.
¿Por qué?
Porque la calle te iguala, es lo más liberador. La calle, la plaza, hacer las cosas públicas. Nosotras íbamos a los organismos de derechos humanos, y había que esperar que te atendieran. Te atendían, y había un escritorio en el medio. En la plaza no había que esperar a nadie: te tomabas de los brazos y empezabas a caminar. O hablabas. O pensábamos juntas qué hacer, y lo hacíamos. Empezó lo colectivo. Era el único lugar donde nos sentíamos iguales, y libres. Allí pudimos comunicarnos con la gente, pudimos denunciar. Además, en la plaza no hay puerta para entrar ni para salir, como hay en las oficinas, en los comités y en los juzgados. En la plaza no hay timbre para tocar. Y el techo es el cielo: no tenés techo. Todo lo que ponés es tu cuerpo. Para mí en la calle se decide la lucha, se decide la libertad, se decide la justicia. Ningún pueblo se libera yendo a las oficinas ni a los tribunales.
El sábado 30 de abril de 1977, 14 mujeres se encontraron en la Plaza de Mayo. No sabían que estaban dándole nacimiento a una nueva forma de movimiento social que tuvo su útero en el espacio público. No eran teóricas, políticas, intelectuales, ni militantes. No percibían el alcance de lo que estaban haciendo. Lo único que querían era encontrar a sus hijos.
El segundo jueves de febrero de 2008, 14 mujeres recorrieron por primera vez la Escuela de Mecánica de la Armada (esma) cuyo Liceo Naval será convertido en una Escuela de Arte creada por las Madres. mu fue el único medio invitado a acompañar la visita. La más veterana de las madres, Juanita Pargament (94 años) dijo en un momento: “Si estas paredes hablaran…”. En las conversaciones, asombros, lágrimas y risas de esa tarde, quedó la sensación de que estas mujeres, a su modo, están encontrando lo que buscaban después de casi 31 años en la calle: el 30 de abril de 2008 inaugurarán ese espacio cultural. Se llamará Nuestros Hijos.
La fiesta de disfraces
El encuentro fue en Plaza de Mayo. Lentamente, con ayuda, fueron subiendo a una camioneta van esas mujeres que, Hebe al margen, son más célebres por sus pañuelos que por sus nombres: Evel Beba de Petrini, Mercedes Porota Meroño, Ana de Kierszenowicz, Hebe de Mascia, Nadia de Ricny, Elvira de Triana, María de Gutman, Claudia de San Martín, Juana de Pargament, Elsa de Manzotti, Josefina de Paludi, María del Carmen de Berrocal y Elena de Gerbilsky. Última, Hebe de Bonafini. Todas usan el apellido de casadas para identificar el de sus hijas e hijos desaparecidos.
Empieza la marcha, empiezan las charlas. Hebe: “En diciembre cumplo 80 años y vamos a hacer una fiesta de disfraces. Nada de ceremonias ni de discursos. No me jodan, lo que quiero es divertirme”. ¿Cuál será el disfraz? Sonrisa misteriosa: “Secreto. De chica era tan pobre que siempre me disfrazaban de paisanita. Había una nena que tenía un vestido hermoso. Y yo decía: alguna vez quiero ponerme algo así. Ya se van a enterar”.
Unos asientos más atrás Juanita anuncia que antes habrá una fiesta para homenajear a las mayores de 90. En un parque hay chicos jugando al fútbol. Hebe se declara hincha de Gimnasia y Esgrima de La Plata, donde su marido Humberto Toto Bonafini, mecánico, jugaba de wing izquierdo en Primera: “Muy gambeteador. Yo lavaba las camisetas, y él me ayudaba con los chicos, y lavaba los pañales”. Los pañales blancos serían luego el primer símbolo que las Madres usaron para reconocerse en la calle, entre la multitud, en una movilización juvenil a Luján.
La esma empieza a colarse en la conversación. “Nunca entendimos esa manía por hacer museos. Para eso estamos nosotras, que somos viejas. La gente va a un museo una vez, y gracias. Queremos llenar eso de jóvenes que vengan a prepararse y a aprender. Pedimos el Liceo Naval porque ahí se formaron los torturadores y asesinos, los Astiz, los Acosta, y los marinos de todas las dictaduras. Ahora va a haber carreras como Derecho y Trabajo Social, una escuela de arte, un centro cultural, va a haber pibes y pibas yendo y viniendo, creando. ¿Sabés qué vamos a hacer? Vamos a dar vuelta la historia”.
ESMA, flores y soles
La camioneta llega a ese lugar que las Madres conocieron siempre del lado de afuera. “Veníamos en la época de la dictadura, no nos acompañaba casi nadie. Una vez pusimos un cartel: Escuela de Torturadores. A un pibe que nos acompañaba lo quisieron agarrar y yo se lo arranqué a la policía. Era muy pobre. Esa semana lo mataron”. Dentro de la esma, en una esquina arbolada ya hay un cartel en el que se lee: “Calle de las Madres”. Miran con asombro el Liceo. “Parece un barco ¿viste?” Las paredes ya están cubiertas de pinturas: flores y soles. Recorren las aulas. Algunas de las madres se separan, y quedan solas frente a ese vacío. Otras prefieren ir del brazo, o apoyándose en sus bastones. Sólo se escuchan los pasos. Cada quien puede decidir con qué material está tejida la densidad de ese silencio.
Una vez afuera, Elvira dice: “En esas aulas ya no se va a enseñar el mal, la destrucción, todo lo peor. Una no puede creer que el ser humano tuviese una mente tan retorcida. Pero la tenían.”
María del Carmen: Me acuerdo de las tres compañeras que estuvieron acá.
Azucena de Devincenti (fundadora de Madres), Esther de Careaga y Mary de Bianco fueron secuestradas en el mismo operativo de delación a cargo de Alfredo Astiz, que implicó la desaparición de las monjas francesas Alice Domon, Leonie Duquet y de siete familiares más que se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz. María del Carmen suspira. “Las que habrán pasado”.
Mabel: Me agarra una angustia muy grande. Pero doblando la hoja pienso todo lo que vamos a hacer ahora.
Mercedes: Pienso mucho en los chicos. Ahora estoy mejor. Creo que la vida le gana a la muerte.
Unos pasos más allá, Hebe me habla sobre el significado de la calle y la plaza. Le pregunto si ése es el lugar donde se juega una verdadera democracia. Responde intrigada: “¿De qué democracia hablamos? Yo me hago buches con esa palabra. Si hablamos de democracia participativa, de que la gente sea feliz, de que no haya ni un chico con hambre, entiendo. Pero mientras sea un sistema representativo, no es democracia. A mí no me representan tipos como Balestrini, ni los que están en el Congreso, que sigue siendo una porquería.”
“La máquina de joder”
Otra vez a la camioneta y a las charlas. ¿Cómo funciona Madres, dirigida por una figura tan abarcadora como Hebe de Bonafini?
Mercedes: En cada reunión todas opinamos, y ella habla al final para no incidir.
Nadia: Pensamos, discutimos; la cabeza es ella, la creación, pero no es que vamos como mulas detrás de ella.
Elvira: Es un motor, pero nunca te dice qué tenés que decir.
Una vez en la Casa de Madres, el grupo va rumbo a la gran cocina que sirve también como lugar de reuniones. Hebe está en su despacho. Suena el teléfono. Es el ministro Julio De Vido a quien Hebe pidió colaboración para la utd (Unión de Trabajadores Desocupados) de Mosconi. Cuelga: “¿Viste qué fácil me sale todo?”
Es fácil porque es usted la que llama, y porque De Vido está de acuerdo.
Pero eso es porque las Madres trabajamos, damos respuestas que no dan otros, y somos capaces de hacer todo esto.
Lo dice abriendo los brazos en su pequeña oficina: busto del Che Guevara, pañuelo blanco y negro palestino, fotos de su hija Alejandra, de Sergio y Alejandro Shocklender (“mi hijo y mi nieto”), de Hugo Chávez, Fidel Castro y Néstor Kirchner. Los brazos abiertos parecen querer abarcar la Casa de Madres, la Universidad, la radio am 530, la construcción de 500 viviendas en Ciudad Oculta…
Pero con estos logros y el apoyo al gobierno, después les dicen oficialistas.
Somos oficialistas porque apoyamos a Cristina, que es una mina con mucha personalidad.. Pero yo no soy peronista, ni kirchnerista ni nada de eso. Para mí el peronismo siempre fue el fascismo. Sabía que había peronistas de izquierda pero creía que los habían matado a todos. Ahora me parece que puedo apoyar un proyecto al que habrá que seguir exigiéndole. Yo no pido nada para mí. No fui a pedirle a Kirchner la radio. La puse. Y este lugar lo ocupamos hace nueve años peleando con todo el mundo. Hasta la calesita de Congreso se la arrancamos a Ibarra. Primero hacemos, y después pedimos permiso. Mirá, a nuestros hijos los tiraron vivos al río, y no pudieron. Los quemaron y no pudieron. Los enterraron y no pudieron. Y no pudieron porque estamos nosotros y vamos a vencer.
¿De qué modo?
Haciendo. Por ejemplo, los piqueteros de Mosconi han hecho cosas maravillosas. La pelea por el petróleo es fundamental. Entonces yo le digo al gobierno: ojo, a estos compañeros no se los puede dejar solos. Así hago con todo, yo me convertí en la máquina de joder.
El secreto de la mesa de luz
¿Cómo se llega de aquellos momentos de las Madres en la calle hasta esta actualidad, entrando a la ESMA?
Primero, hay que tener ideas. Después, romper las bolas. Y juntarse con otros. Lo más importante es que uno sea creativo. Yo tengo un cuaderno en la mesa de luz. Me despierto si se me ocurre algo y lo anoto para que no se me escapen las ideas. Además, lo fundamental es que uno sea dueño de su propia forma de lucha, que le dé un carácter diferente y colectivo. Nosotras de la nada salimos a enfrentar a la dictadura. Creamos una nueva forma de política y de presentarnos ante la sociedad. ¿Qué había que hacer, llorar todo el tiempo? No, lo que más te fortalece es la denuncia. Y superar el miedo.
¿Cómo hicieron?
Las mujeres conocemos en carne propia otro miedo, el de parir. Es un miedo no por una misma, sino por el bebé, que te obliga a moverte, hacer fuerza, pujar. Esto fue lo mismo.
En 2003 Hebe vivió dos fracturas. Ayudando a su hija a limpiar la heladera de su casa sobre piso jabonoso (tarea que haría recular a más de un revolucionario) Hebe terminó quebrándose una pierna. La otra fractura fue su inédito apoyo a un gobierno –cosa que jamás había sucedido–, lo cual hizo que le llovieran acusaciones de oficialismo, de obsecuencia y cosas aun peores, frente a las que ella responde con esa sonrisa divertida.
Al estar con el gobierno…
No estamos con el gobierno.
Hebe…
Que me digan lo que quieran, pero yo no quiero ser funcionaria ni nada.
Pero muchos sectores que la tomaban a usted como referencia dicen: “Hebe ya no es más de izquierda”.
De izquierda como ellos, seguro que no. ¿Sabés qué hacen los partidos? Pasquines. Lo único. La izquierda tardó años en acompañar a las Madres. Nunca nos entendieron. ¿Qué organización o partido tiene una radio? ¿O una universidad, o escuelas? Son todos hechos de transformación.
Pero usted cuestionó siempre a este tipo de gobiernos que no generan una transformación de fondo.
Este gobierno tiene un proyecto que no tuvo ningún otro. Y yo ahora pienso que se pueden hacer cosas revolucionarias dentro del sistema. Las otras revoluciones están cada vez más lejos. La gente se va formando en el sistema capitalista, se hace cómoda, pide y pide. Fijate la izquierda: cada uno tiene su partidito, se presentan, y terminan sacando menos votos que Moria Casán. Entonces los que hablan de revolución se meten en el sistema. Yo no.
¿En qué se puede comparar lo que sus hijos hubiesen querido como militantes, con lo que usted está haciendo?
Ellos querían el poder para cambiar el mundo, en otra época. Yo pensaba que la revolución tiene que ser armada. Pero también es revolucionario lo que hacemos. En Ciudad Oculta yo le digo a la gente: “Ojo, ustedes están haciendo la historia. El gobierno nos da la plata, pero la patria la hacen ustedes. Aprópiense del proyecto”.
Si no es por usted, este proyecto de las casas no se haría. No es una política de Estado. A la vez, todos los mecanismos de concentración económica parecen intactos, está el tema de las petroleras, la minería…
Y bueno, son todos pasos que tenemos que dar. Solas las Madres no podemos. Cuando hablo de proyecto yo les digo a las Madres: el petróleo, la minería, el agua, la defensa de los indígenas. También estoy en la defensa de gente con capacidades diferentes, queremos que las escuelas sean integradas. A las travestis les he conseguido que puedan tener un taller de costura y una casa para que no tengan que prostituirse. Pero la gente tiene que acostumbrarse a exigir sus derechos. El trabajo es un derecho, la falta de trabajo es un crimen. Mientras haya un solo chico con hambre, no me hablen de libertad ni de democracia. Por eso nosotras decimos “redistribución de la riqueza ya”.
Ya lleva un par de años esa consigna. ¿Cuándo sería ese “ya”?
Ya es ya. No se puede esperar. No me parece que todo esté igual de mal que antes, pero las cosas hay que hacerlas. Lo nuestro no es un cheque en blanco al gobierno. Al ministro nuevo de Economía (Martín Lousteau) ya le dije: ustedes junten la plata que nosotros se la gastamos enseguida. La plata hay que entregarla para la gente. Eso yo lo voy a seguir cuestionando siempre.
¿Cómo será Madres sin madres?
Un rasgo de la época es la existencia de funcionarios o aspirantes, que pasaron del viejo proyecto de dirigir a las masas en la calle, al de digerir masitas en cocteles oficiales. ¿Por qué la gente que siempre tuvo una conducta crítica, cuando se acerca al gobierno no acepta que la critiquen? “Yo acepto la crítica, no la difamación. Veo bien que los chicos sean libres, rebeldes. Si no hay crítica los gobiernos se achanchan. Todos necesitamos crítica, y por eso muchas veces criticamos al gobierno: es una forma de crecer”.
¿Tiene sentido que un organismo de derechos humanos (cuya función es denunciar los delitos y abusos cometidos por el Estado) trabaje en tándem con el gobierno? “Pero por eso mismo siempre dije que no somos un organismo de derechos humanos, sino una organización política sin partido. Eso nos da libertad. Por eso no vamos a los juicios ni nada de eso. Que lo hagan los abogados. Entre concentrarme en meter presos a los militares, o en evitar que un solo chico tenga hambre, no dudo: salvo al chico”.
Podría pensarse que no hay contradicción, pero para Hebe sí la hay desde el punto de vista de dónde poner el esfuerzo. Asocia la idea con otra: “Yo no le tengo miedo a la muerte porque ya hice todo lo que quise en mi vida. Me pasó de todo, pude putear, insultar y abrir la boca para cualquier cosa. Me pegan, y más fuerte pego”.
¿Cómo imagina a Madres cuando usted ya no esté?
La última madre que quede viva estará acá mirando lo que pasa. Y después… será de todos. Sergio (Shocklender) es el alma mater. ¿Sabés qué veo más complicado? Que sigan las rondas en la Plaza. Eso va a ser lo más difícil de conservar.
Paco, aborto y belleza
La construcción de viviendas en las calles de Ciudad Oculta es de los temas que más la sacuden en estos días. “Las mujeres del barrio pidieron pintura blanca, y le van a poner otro nombre: Ciudad Luz. Pintan todo ellas mismas, están sacando los gatos muertos, la basura, todo. Acá hay que salir de una situación donde tenés tres generaciones que no han trabajado, que viven la violencia todos los días, chicos que se prostituyen para llevar algo a la casa o comer, o los que fuman paco para no tener hambre”.
Se acerca, como para contar un secreto: la última vez que lloró fue al escuchar a una mujer que le reconoció que robaba, y que le había enseñado a sus hijos a robar. “Me dijo: ahora no robo, porque trabajo para hacer las casas. ¿Sabés qué? Estas personas ya no sabían lo que era la belleza. La belleza de un color, de las plantas. Tenemos que salir de toda esa mierda. Una chiquita de 11 años me contó que fumaba paco desde los 9, y la mamá también. Como la madre trabaja, ella volvió a estudiar, y no fuman más. Está aprendiendo danza árabe. Si lo que hacemos vale para eso, es un montón”.
Otra vez, se escuchan voces y risas desde la cocina. Hebe señala hacia allí, como alertando sobre una clave: “¿Sabés qué fue lo que nos mantuvo fuertes siempre? Eso que escuchás: la alegría. Pese a los crímenes y pese al miedo y pese a todo. La alegría. Si no, te morís”.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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