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Las rutas de Toty

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 Fue el protagonista del primer piquete bonaerense y el único que rechazó los planes sociales. Armó microemprendimientos, talleres de filosofía, desfiló en la pasarela y llegó a la Cámara de Diputados de la mano de Elisa Carrió. En estos días, volvió al piquete junto a los productores agropecuarios. Cómo explica este trayecto.

Las rutas de Toty

El diputado está descalzo en su despacho. Se reclina sobre el respaldo de una silla, estira levemente sus piernas y apoya los talones. Héctor Toty Flores acaba de llegar de una marcha de apoyo al campo, convocada por Raúl Castells, que se inició en Liniers y terminó frente al Congreso. Fue el colorario de un raid que incluyó la visita a tres cortes de ruta que los ruralistas sostenían en Entre Ríos. “Después de cinco años, volví a un piquete. Castells me carga, me dice que ahora voy a bajar la panza”, se ríe Flores, fundador del Movimiento de Trabajadores Desocupados (mtd) de La Matanza, el primero en cortar una ruta en el conurbano bonaerense, allá por 1995.
Por aquellos tiempos, Toty llegaba a reunir a más de 3.500 personas en la ruta para exigir tierra, trabajo y libertad. “En aquel entonces, para hacer un piquete había que tirar de culo a un policía. Ahora te cortan la ruta los patrulleros, a doscientos metros ya desvían el tránsito. Eso limitó mucho la herramienta, porque los manifestantes dejaron de tener contacto con la gente y no pueden explicar por qué realizan la protesta”.
Flores y su movimiento habían abandonado el piquete cuando consideraron que era una metodología de protesta gastada. “Se transformó en un instrumento para pedir planes, en vez de exigir trabajo. Dejaron de hacerse en nuestro territorio y se mudaron al microcentro. Se había agotado la herramienta. Nosotros, entonces, preferimos avocarnos a los emprendimientos productivos”, rememora el piquetero devenido en diputado por la Coalición Cívica que encabeza Elisa Carrió. “Los cortes de ruta que vi en Entre Ríos –completa– eran muy parecidos a los nuestros. Me sentí muy identificado”.

Pero el sector social que corta en Entre Ríos no es el que protestaba en La Matanza…
Son sectores sociales totalmente distintos, pero me parece que la profundidad del proceso que se vivió en la sociedad en 2001 continúa. En aquel momento, la desmovilización de la clase media no fue porque –como dicen algunos– recuperó la guita que le sacaron del corralito, sino por la parálisis que generaron las muertes de Kosteki y Santillán. Yo estuve ahora en el piquete de Hernandarias. Salieron 3.000 personas en una movilización la Casa de Gobierno y cuando llegaron eran 15.000. La gente salía de las casas, aplaudía, se incorporaban los comerciantes. Se formaron como 15 cuadras de manifestación. Se me puso la piel de gallina. Otra vez hubo unidad entre sectores urbanos y rurales. Se ofendió la dignidad y eso tiene un costo.
¿En serio no nota diferencias entre los piquetes de ayer y de hoy?
Una gran diferencia es que estos son sectores muy estructurales que tienen posibilidades de volver a su casa. En La Mantaza era todo muy a la desesperada. Nos costaba levantar un piquete porque después de diez o quince días la gente se acostrumbraba a vivir mejor ahí que en su casa. Cuando volvíamos, volvíamos a la nada, éramos combativos por desesperación. Estos piquetes son muy reflexivos y quieren resolver el problema, quieren volver a trabajar.
¿Se imaginó alguna vez haciendo un piquete junto a la Sociedad Rural?
No. Nunca pensé que podía estar con un estanciero de la Rural y de hecho no vi demasiados en los piquetes. Vi uno sólo en Diamante, después eran todos de la Federación Agraria, pequeños chacareros. De todas formas hoy el campo cambió estructuralmente, aquellos grandes ganaderos de la oligarquía tuvieron que ceder terreno a los pooles de siembra, que en muchos casos no sabés quiénes son.
¿Qué significa para usted que otro sector social se haya apropiado de sus herramientas de protesta?
Los procesos populares no tienen dueño. Creo que la metodología del piquete en la provincia apunta a lo que nosotros apuntábamos. Golpea al transporte de bienes y por lo tanto duele. El piquete de estos días en las rutas fue sumamente creativo, por ejemplo podían pasar autos y colectivos. Los únicos que no podían pasar eran los camiones que transportaban productos del campo. Era como un control en la ruta. No es lo mismo que el piquete en Plaza de Mayo que lleva sólo a enfrentamientos con las clases medias. Nosotros, al principio, teníamos consenso de la población, pero al final ya no. Lo que desvirtuó el piquete fue su exagerada repetición. Se terminaron haciendo más piquetes en lugares políticos-simbólicos que en sitios que dañaran al sistema de circulación de mercancías. El corte, finalmente, era para pedir planes de 150 pesos en vez de trabajo, y como consecuencia, para la población dejaron de ser legítimos.

El Movimiento de Trabajadores Desocupados fue la única agrupación piquetera que rechazó los planes sociales que comenzó a entregar el gobierno para calmar la protesta. Por aquellos días, todavía bajo la presidencia de Eduardo Duhalde, Flores solía argumentar que esos subsidios eran un elemento de dominación del Estado y que le quitaba autonomía a las organizaciones sociales. Por eso fundó, en una vieja escuela abandonada del barrio La Juanita, de La Matanza, el Centro para la Educación y Formación de Cultura Comunitaria (cefocc).
Rápidamente, la Corriente Clasista y Combativa se instaló a escasos metros del cefocc. Lo mismo hizo la Federación Tierra y Vivienda, de Luis D’Elía. Poco a poco comenzó la sangría: miles de piqueteros migraron detrás de los planes sociales y Flores se quedó recluido junto a un pequeño núcleo de convencidos que no superaba la suma de los dedos de las manos y los pies. Encima, Toty –un ex trabajador metalúrgico– había perdido varios dedos en un accidente laboral. Cuatro de esos fieles laderos hoy lo acompañan en el despacho de diputados. Desde el octavo piso, analizan la actualidad política en ronda, como lo hacían en La Juanita, para que la voz circule sin hegemonías

¿Se arrepintió de haber rechazado los planes sociales?
No, fue una decisión muy importante que marcó un gesto de dignidad. Me puedo arrepentir de no haber comprendido qué le pasaba a esa gente que tomaba los planes. Planteé discusiones muy polarizadas y creo que hubiera combatido mejor a los dirigentes –que utilizaban los planes para posicionarse, en vez de beneficiar a la gente–, si hubiera sido menos intransigente. Le podríamos haber dado un uso diferente a los planes, podríamos haberlos reciclado en microemprendimientos productivos, por ejemplo.
Varios de los dirigentes piqueteros de fines de los 90 se incorporaron al Estado. Jorge Cevallos, de Barrios de Pie, es funcionario de Desarrollo Social; D’Elía estuvo a cargo de la Subsecretaría de Tierra y Vivienda y hace de vocero no oficial del gobierno, y usted es diputado opositor. Ser funcionarios públicos, ¿es una victoria o una claudicación?
Uno puede ocupar roles importantes, el tema es si lo hace para lograr la movilización contínua o para responder a intereses que desconozco. A la Coalición Cívica yo vengo con nuestros valores, a disputar espacios para distribuir el ingreso. Si la Colación llega al gobierno y no cumple, me vuelvo a mi casa.
El referente económico de la coalición es Alfonso Prat Gay, que ya fue presidente del Banco Central en lo peor de la crisis. También hay dirigentes como Patricia Bullrich, que fue ministra de Trabajo con récord de desocupación. ¿Cree que estas personalidades podrán distribuir la riqueza en el caso de llegar al poder?
La otra vez conversaba con Lilita y me decía que su compromiso es destinar los primeros 20.000 millones de superávit a la distribución. Si así no lo hiciera, estaré en la vereda de enfrente. Pero ahora las mentiras son de la Presidenta. Toda la recaudación va a parar a una caja que no se reparte. En el interior te plantean que toda la plata que le sacan va a parar a Moyano y a D’Elía para que controlen a la gente.

Toty abandona su despacho para la sesión de fotos. Utiliza una tarjeta magnética que habilita un ascensor exclusivo para legisladores. Sale del edificio anexo y cruza al Palacio del Congreso. Cuando quiere ingresar al recinto, una persona que parece un ropero se le para delante y le franquea el paso.
–Venimos a hacer una fotos– explica Flores.
–No se puede– contesta el ropero que habla.
–Ellos son periodistas, aunque sea en una palco, no en las bancas –insiste Toty, que apenas le llega al pecho al hombre de seguridad.
–¿Ellos son periodistas? ¿Y usted quién es?– pregunta con suficiencia el hombre.
–El diputado Flores
–¡Ah! Perdón, pase. Usted es el dueño de este lugar.
Desde diciembre pasado, cuando asumió, Flores pasó por varios episodios similares. El día de la jura (juró por “defender la cultura del trabajo y la dignidad de las personas”) lo frenaron a la entrada del recinto por portación de cara. La diputada Elisa Carca tuvo que convencer al personal de seguridad de que Toty era un legislador electo. Ahora, sentado en la banca, mientras los flashes rebotan en su frente, Flores admite que siente más responsabilidad a la hora de hablar y que eso, tal vez, haya conspirado contra su espontaneidad. “Me pesa estar acá hablando en nombre de mis compañeros de La Juanita o de la Coalición Cívica”, admite. Sin embargo, asegura que no se siente incómodo. Su primera exposición fue para criticar el proyecto oficial que proponía la creación de un registro de marcas colectivas. “En realidad, lo que querían era consagrar y estigmatizar una marca para pobres”

¿Para qué quiere ser diputado?
Las dos que estuvieron más en contra fueron mi hija y mi compañera, Soledad. Planteaban que ser diputado era ir un poco a contramano de lo que estábamos haciendo. Justo en un momento en el que nuestros emprendimientos empezaban a ser exitosos. También decían que el Congreso estaba muy desprestigiado, que iba a terminar siendo uno más. Y decían una verdad: todos somos capaces de terminar siendo un corrupto. El gran desafío es no serlo, pero la posibilidad existe. También es muy importante la salida, mi carrera no es política. La política apenas es una circunstancia de la vida para mí. Me gusta trabajar en nuestra cooperativa, de hecho todas las mañanas voy a abrirla a las 7, antes de venir para acá. A la vez, sentía que con eso no alcanzaba. Empecé a ver la necesidad de abrirse y experimentar otras cosas. Pero no me gusta ser diputado, lo tomo como una actitud de servicio para amplificar los reclamos de mis compañeros. También es una necesidad nuestra demostrarles a los jóvenes que personas como yo, que pasaron por la villa, que estuvieron desocupados, que apenas terminaron la primaria, pueden jugar un rol en la transformación de la sociedad. No quiero ser una figurita decorativa acá.
En el MTD hizo del autonomismo su principal bandera, ¿se puede ser autonomista y diputado a la vez?
Si no te ganan de la cabeza, se puede. El peligro es que te ganen de la cabeza y que entres en la lógica del sistema, que creas que esto es una carrera y que tenés que defender tu lugar. Cuando te cuestionas esto, estás a salvo.
¿Qué son más interesantes? ¿Los debates en el recinto de Diputados o los que se daban en el taller de filosofía que los piqueteros hacían los sábados en La Juanita?
Sin dudas, el taller de filosofía. Ahí éramos más honestos. No entendíamos un montón de cosas pero éramos honestos. Acá no, se dicen un montón de cosas y se hacen otras.

Mientras Toty debate en las comisiones legislativas que se ocupan de la pequeña y mediana empresa, de las cooperativas y de la drogadicción, en el cefocc sus compañeros continúan produciendo en taller textil que exporta a Italia y en la panadería, que pronto se transformará en escuela del oficio. También funciona un programa de microcréditos que presta de a 500 pesos a quien lo necesita, un servicio jurídico que forma a referentes barriales y un programa de reciclado de residuos. Además, todos los días concurren 54 chicos al jardín de infantes que gestionan padres, maestros y miembros del mtd.
 
¿Se debilitó el movimiento con su asunción como diputado?
Algunos pensaban que eso iba a ocurrir si yo salía del día a día de la cooperativa. Pero no, incluso para sorpresa propia, un grupo de jóvenes tomó la batuta con mucho entusiasmo.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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