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El grito sagrado: María Galindo, feminista boliviana

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La reedición del libro A despatriarcar es la oportunidad para sacudir al feminismo con teoría y mucha práctica. Cómo evitar la cooptación del movimiento, cuáles son los desafíos actuales del feminismo, la experiencia de la prostitución autogestionada en La Paz, y cómo interpretar los femicidios. Por Claudia Acuña.
No conozco autora más plagiada, pero tampoco una práctica tan furiosamente creativa como la que ha desarrollado en su Bolivia natal, que la ha parido al ritmo de sus furias y rebeldías. Sin Bolivia no hay María Galindo y esa raíz le ha dado alas que la llevaron a desordenar bienales de arte en Venecia, San Pablo, Madrid o Quito y aquí en Buenos Aires, aunque a nadie le convenga recordarlo. Su última exposición fue en 2007 y motivó un largo proceso judicial cuando grafiteó las plazas de Once y Tribunales con su consigna “Ninguna mujer nace para puta”. Un año antes había sido sometida a idéntico proceso cuando lo hizo en La Paz, con una perfomarce en la cual la dirigente del sindicato de trabajadoras sexuales de Chile gritaba esa consigna mientras medía los penes de cuatro hombres encapuchados y desnudos, para luego anotar las dimensiones en el solemne monumento que está frente a su Catedral. Ese grito representaba uno de los pilares de su pensamiento político –la alianza de una lesbiana y una puta- y aunque aquí fue prostituído durante una década en ediciones piratas de las que Galindo jamás vio ni un peso ni un reconocimiento, nadie jamás se atrevió a reproducir lo que en la práctica significaba: interpelar al poder proxeneta en la calle. Y sin calle no hay María Galindo. Lo primero que nos advierte, entonces, es toda una definición de su valiente experiencia como activista y artista feminista: “Nos pueden robar los términos, pero no nuestras prácticas políticas”.
Bolivia y el espacio público son, entonces, las parteras de su teoría política. Lo siguiente que nos advierte María es qué significa: “La teoría es un instrumento fundamental de la lucha. El horizonte hacia donde queremos ir y la capacidad de nombrar ese horizonte para supuestamente ser protagonistas de esta lucha. Apropiarse de la teoría es apropiarse de la fuerza conceptual y argumentativa de un movimiento. Lo que la rapiña juaga a nuestro favor es la taradez de “la institución”, ya sea que hablemos del Estado o de las oenegés. Ni el Estado ni las oenegés ha sido, en ninguna etapa histórica, lugares de pensamiento; en todo caso podríamos decir que han tenido la virtud de ser una especie de lápida del pensamiento. Las ideas, los debates y las metodologías han nacido siempre por fuera de las tramas institucionales. Y eso nos hace más peligrosas, más libres y menos controlables”.

El grito sagrado: María Galindo, feminista boliviana

María en la primera presentación del libro en Mu, durante 2014. Este año regresa a Buenos Aires, del 1 al 5 de marzo.

El momento exacto

A despatriarcar es un libro que editamos en lavaca hace ya cinco años y que agotó varias ediciones aquí y en Bolivia, circulando en las periferias y sus redes sociales no virtuales con la intención de abrir un debate sobre el movimiento feminista y la necesidad de desamordazarlo. Así de claro fue su propósito y su propuesta y así María Galindo lo escribió, palabra por palabra, pensando en cada una de las organizaciones sociales con las que conversó aquí y allá. A ellas les narró una historia clave: cómo la revolución feminista fue capturada en los años 80 y por qué conocer esa historia es clave para recuperar los ejes de sus luchas. En momentos en que esa disputa se actualiza y esos peligros están presentes en la diversidad de órdenes y autoridades que se disputan su control, la nueva edición de A despatriarcar se propone el mismo objetivo: hacernos pensar, discutir y soñar.
En el contexto de tu creación teórica, ¿cómo nace A Despatriarcar?
Es un libro anti-académico en el sentido de que no recojo la pesada y lenta discusión académica, porque poco o nada está ofreciendo esa discusión como respuesta a la realidad política que vive el continente, menos aún en términos de propuestas. El sustento mayor de este libro es la lectura de procesos existenciales de cientos y cientos de mujeres que me regalaron en interminables conversaciones cargadas de sal, de humedad y de saliva, a veces amargas, a veces dulces. Intento dar una respuesta directa a las preguntas existenciales que hoy esas mujeres se plantean: ¿qué hacer con mi vida?, ¿cómo lograr mis sueños? Esas preguntas tienen un peso histórico que ellas mismas ni sospechan. Hemos conquistado ya las mujeres del mundo entero la pregunta sobre nuestras vidas y eso es todo lo que tenemos. Intento tejer esas preguntas, con la gran pregunta colectiva sobre nuestra rebeldía: ¿por qué luchar y por qué hacerlo juntas?
La primera pregunta que respondés es si tiene sentido llamarse feminista. Ya el sólo hecho de formularla es una interpelación, ¿por qué es necesario preguntárselo?
El feminismo sigue siendo un barco a contracorriente que es difícil de remar y eso es lo mejor que tiene. Todavía me presento como feminista porque no se puede explicar en dos palabras su contenido y porque me desconecta de la pléyade de izquierdistas profundamente conservadores y simplones que van de revolucionarios. Es una palabra que funciona como un cuchillo que abre un debate que no está saldado y que no se puede cerrar, sino sólo abrir y seguir abriendo. Pero también estoy consciente que nos vienen robando la palabra feminismo. Uno de los actos del poder es devorárselo todo, ser todo y que nada tenga sentido por fuera del sentido que el poder asigna a las cosas. Y cuando digo “poder” estoy hablando de una compleja trama de relaciones de ida y vuelta. Este robo, esta ocupación, esta cooptación de los contenidos y de la palabra feminismo tiene como resultado una fallida revolución feminista de la que hay que hablar si queremos continuar hablando de feminismo. Es imposible seguir usándola sin analizar el uso de las categorías de “género” y “perspectiva de género” que se suscriben para no decir nada. Y no es sólo un problema retórico, sino de vaciamiento, porque por ese camino la palabra y el sujeto central del feminismo se convierte en “la mujer”, en singular, sin contenido alguno. La pregunta es: ¿qué hemos perdido y qué estamos perdiendo por ese camino? Mi hipótesis central es que estamos perdiendo nuestro horizonte de lucha.

Teoría de las entrañas

Teniendo en cuenta la actualidad que ha cobrado este texto, por el momento de captura del sentido del movimiento social que estamos viviendo, ¿qué significa hoy el grito A Despatriarcar?
Es la urgencia de colocar las energías de los feminismos en una óptica antisistémica, es el atrevimiento de formular desde los feminismos utopía social y no mero discurso de derechos, es la capacidad de salir de la oferta tramposa de inclusión, igualdad etc., etc., en el que el modelo neoliberal, a través de la tecnocracia de género y los organismos internacionales, nos metieron en los ‘80, ‘90 y más. Es un grito para presentarnos como movimiento insaciable. Es un grito que nos permite decir en una misma palabra todo lo que queremos y todo lo que no queremos al mismo tiempo. Es un punto de confluencia ideológica y política para las más diversas raíces de los movimientos feministas. Es un grito que no sale de la academia y es teoría política de primera calidad, aunque la ninguneen. Es un grito que descoloca a la izquierda, al neoliberalismo y al progresismo al mismo tiempo.
¿Cuáles son los peligros de transformar la ética feminista en la moral de la burocracia de género?
Me gusta más llamarle tecnocracia que burocracia, porque el núcleo de oenegés y organismos internacionales han creado alrededor del hambre y las luchas de las mujeres no únicamente instituciones y burocracia, sino un tesauro que es un corset de categorías y masters de género donde encajar nuestras hambres. Es muy peligroso, de hecho ya lo hemos vivido cuando la introducción del ajuste estructural de los 80, donde esta tecnocracia construyó un modelo para absorber las energías y la fuerza de las mujeres como colchón de soporte del ajuste estructural, ahí y en esas aguas nació el microcrédito, por ejemplo, que es un modelo de explotación de las mujeres basado en las teorías del “enfoque de género”. Hoy estamos asistiendo a un nuevo momento. Las mujeres estamos en un nuevo proceso de acumulación política y la ofensiva desde los Estados y las oenegés por gestionar y apagar esa fuerza está ahí. Creo mucho en la necesidad de construir escenarios donde confluyamos muchas desde diferentes posiciones y bases organizativas, pero al mismo tiempo tampoco creo en la confluencia sin límites políticos: no podemos ser las tontas útiles nuevamente.

El grito sagrado: María Galindo, feminista boliviana

En la última Bienal de San Pablo realizó una acción para exigir aborto legal.

Los Bolsonaro y después

En este contexto de Bolsonaros, ¿qué representan políticamente los movimientos feministas y las disidencias?
A mi entender estamos pasando a una nueva fase del neoliberalismo, que es la fase fascistoide. El neoliberalismo con el discurso retórico de derechos individuales desmontó los derechos colectivos conquistados por la clase obrera. Hoy ya no necesita de ese discurso de derechos. Estamos pasando a una nueva fase. No hay un fascismo, sino muchos fascismos y muchos fundamentalismos. El modelo clásico de todo fascismo y de todo fundamentalismo se basa en la construcción de un enemigo y de la necesidad de insuflar el miedo social . Por otro lado, la unidad productiva más eficiente del capitalismo patriarcal-colonial es la familia patriarcal, que únicamente puede funcionar bajo la “eficiencia” de la heterosexualidad obligatoria y la sumisión de la madre-esposa. Los feminismos, las mujeres en rebelión y lucha estamos provocando una crisis profunda de ese modelo y de esas nociones de familia y la condición marica –en la cual yo aglutino toda la mariconada- es parte de ese quiebre y por eso nos convertimos en “los” enemigos a ser señalados como el “peligro”, el “monstruo”, lo “perverso”. El gran papel de la mariconada es la desestructuración de lo que asumimos socialmente como hombre o como mujer, la subversión de las formas básicas de disciplinamiento social. Además está la gran dosis del discurso del placer sexual que introduce la mariconada en la movida feminista, las lógicas de fiesta dentro de la lucha. Todos elementos altamente subversivos y “peligrosos” para el orden social “productivo”.
¿Cuáles son los desafíos que tiene el movimiento en esta coyuntura?
Son muchos, realmente muchísimos, pero me gustaría al menos concentrarme en tres.
La relación con el Estado en todas sus formas: no debe ser el único escenario de sentido para el movimiento. La interlocución con el Estado puede ser en algún momento interesante, pero es más importante o tan importante la interlocución con la sociedad, por lo tanto estamos hablando de construir esas voces, esos lugares de interlocución con la sociedad. Tenemos la tarea de interpretarlo todo, de ponerle sentido y significado a las cosas y los hechos y de dialogar sobre esas interpretaciones con la sociedad.
La construcción de lo que yo llamo el sujeto político: creo que sigue siendo un tema pendiente importante cómo articular las diferencias y que no terminen siendo una foto de Benetton, sino la capacidad de lograr una comprensión más compleja de las opresiones y de la forma como están conectadas.
La gestión o la autogestión de nuestros sueños, organizaciones y cotidianeidades: creo que, por ejemplo, en todo lo que se refiere a violencia tenemos que encontrar nuestras formas de organizarnos. Sin esa autogestión somos simples demandantes. Pero también tenemos que ser capaces de tener núcleos de autogestión de lo que somos y queremos. Es esa autogestión el lugar de construcción de la voz en primera persona; es esa autogestión el lugar de lo que yo llamo política concreta, que es la capacidad de traducir una visión ideológica en prácticas sociales tangibles; es la autogestión el lugar de construcción de pensamiento propio. No es la academia que piensa por nosotras: es la autogestión el lugar donde nacen nuevos lenguajes de lucha; es la autogestión el lugar de construcción de solidaridad entre nosotras. Por lo tanto es el lugar concreto de construcción de comunidad.

El grito sagrado: María Galindo, feminista boliviana

María, detenida tras realizar una perfomance en La Paz, Bolivia.

Putas sin patrón

Ahora estás acompañando una experiencia superadora de la eterna disputa de la burocracia de género entre abolicionistas y partidarias del trabajo sexual. Tu propuesta Putas Sin Patrón es un planteo teórico que apunta al centro de la cuestión: de qué tipo de apropiación por despojo estamos hablando cuando decimos explotación sexual. ¿Cómo se originó esa reflexión y qué significó en la práctica?
Es que nosotras nunca abandonamos la lucha desde el universo de la prostitución. No se trataba para nosotras de sacar un librito, sino de transformar la realidad y, además, de enganchar con una visión feminista de la prostitución. Acabamos de lograr la aprobación en la ciudad de La Paz de una ley de regulación de los locales de prostitución que introduce la modalidad de la prostitución autogestionaria, sin consumo ni venta de alcohol y sin proxenetas. Es una novedad importante que si se hubiera dado en Amsterdam, Santiago de Chile o Buenos Aires estaría en titulares de los grandes periódicos del mundo. Es una salida realmente profunda e interesante, no responde a ninguna de las dos grandes corrientes europeas en torno de la prostitución sino que sale desde nuestras tripas, desde lo que estamos construyendo día a día. No es que voy a hacer de la ley un mito, pero en este caso se trata de un ordenamiento territorial donde hemos logrado que en nuestra ciudad no se haga de la prostitución un gheto que controlen con violencia los proxenetas.
n este momento estoy amenazada por las mafias en El Alto para que no nos atrevamos a llevarla de La Paz a esa ciudad. Esta ley la hemos redactado riendo y jugando entre nosotras y hemos logrado su aprobación no por concesión política ni afinidad con el alcalde, sino por su contundencia histórica. En cuanto a la prostitución misma, creo que es fundamental que entendamos la continuidad que existe entre matrimonio y prostitución o entre una serie de formas de trabajo o de estudio en las que las mujeres pagan con sexo tranquilidad, puesto de trabajo o cualquier otra condición inherente a sus vidas. Es una trampa aislar la prostitución y el propio proxenetismo como algo circunscrito al denominado “trabajo sexual”. Yo siempre hablo de los saberes de la puta, saberes que está obligada a callar. Ella tiene la mitad del libreto que nos falta para desmontar la masculinidad patriarcal y por eso está obligada a callar. Es urgente recuperar ese saber.

Estado de rebelión

Rita Segato ha planteado en forma muy precisa la matriz del femicidio y ha avanzado en el planteo del no punitivismo. Sin embargo, en la práctica, seguimos encontrando que las familias de las víctimas exigen a esta justicia patriarcal una respuesta que es incapaz de darle. ¿Qué caminos nos quedan para reparar en tremendo daño social y biográfico que representa cada femicidio?
Corremos el riesgo de convertirnos en un movimiento necrófilo y sepulturero cuando giramos en torno al femicidio a partir de los cuerpos muertos, los golpes, las heridas y los desangramientos. Creo que hay que darle un giro de 180 grados al discurso. Creo que hay que hablar del femicidio el día antes del asesinato de la compañera y recuperar el estado de rebelión en que cada una de ellas fue asesinada. El femicidio está directamente ligado con la rebelión subterránea, de las mujeres en el desacato, personal, intuitivo, de los mandatos patriarcales y esto me parece fundamental. Creo que es urgente no convertir la cuestión de la violencia machista en un problema policíaco y judicial. Ustedes tienen un gran ejemplo histórico de lucha por justicia como son las Madres de Plaza de Mayo, que marcaron la necesidad urgente de aglutinar a las víctimas y desobedecer el sistema penal que aisla los casos y nos impide sumar las victimas como víctimas de la dictadura patriarcal. Ellas fueron capaces de imaginar una forma de justicia más allá de los estrados judiciales. Hoy estamos frente a un desafío análogo.

La fábrica de justicia

¿Es este un escenario político adecuado para gritar ¡A despatriarcar!?

Podemos plantearnos despatriarcar porque la adhesión al patriarcado de cientos de miles de mujeres está resquebrajada y hoy se ha convertido en una disyuntiva. Despatriarcar es, entonces, la fuerza para que esa balanza se incline hacia el desprendimiento de las estructuras patriarcales.
En términos políticos, ¿qué representa la propuesta de despatriarcar?
Es un llamado a despegarse de altares, de lugares de honor, de la familia, del caudillo y pasar al desacato, la desobediencia y la huida hacia la construcción de otros significados y sentidos. Dejar de angustiarnos y de culpabilizarnos por el derrumbe que nuestro desprendimiento ocasione. Es la invitación política abierta a pasar de impugnar significado a construir significado. Es una invitación a no fundar comunidades ideales, sino a instalarse donde nuestro trabajo desmitificado mayor irritación produzca. A no fundar campamentos guerrilleros, porque no queremos realizar acciones redentoras ni vanguardistas. Es un llamado a cumplir, sin permiso, nuestros deseos y para poner nuestra fuerza, nuestro trabajo y nuestras ideas dentro de un proyecto colectivo que desestructure, irrite y desquicie al poder que nos vigila. No se trata de un proyecto teóricamente sofisticado e incomprensible condenado a ser gozado por una pequeña elite.
Concretamente, ¿de qué se trata?
La metáfora perfecta de la despatricalización es la de una fábrica de justicia, productora de sentidos, solidaridades, conexiones y conceptos con los cuales elaborar nuestros discursos y crear nuestras prácticas. Es una fábrica de justicia abierta para que todas las que quieran puedan ser obreras de una política concreta. No vamos a desarmar la casa del amo con las herramientas del amo. Lo que hacemos entonces es abandonar la casa del amo para producir nuestro propio espacio y vivir por fuera de los lugares que nos han asignado. El sujeto del cual partimos no es la mujer en cuanto mujer, sino en cuanto histérica, inconforme y desadaptada. Nuestro sujeto político es la loca. Es decir, aquella a la que la comunidad señala como “la loca”. ¡Ojo!: en cada comunidad, en cada familia, en cada barrio, en cada sitio hay una loca. Sumadas podemos ser millones.

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Foto: Lina Etchesuri

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

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A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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