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La más maravillosa literatura: Pedro Saborido habla sobre su historia del peronismo

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¿El Conurbano es más peronista que el resto de los lugares? ¿Qué significa para el mundo el hecho de tener un papa peronista? En Una historia del peronismo no se van a encontrar respuestas. Porque el libro es delirio, es costumbrismo, es literatura, es pasión, es reflexión. O sea, es peronismo puro. PABLO MARCHETTI

Una historia del peronismo en 27 relatos, 74 reflexiones y más de 140 metáforas que pueden servir para regocijo del simpatizante, como valiosa información para el desconocedor o el extranjero, o también como guía práctica para que el antiperonista pueda acabar de una vez por todas con el monstruo que desde hace más de 70 años azota a la Argentina. Y coso.
Así se titula el libro de Pedro Saborido sobre el peronismo. Un título monumental, que remite a El romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, sucedió la tristeza y unas pocas cosas más, la segunda y magistral película de Leonardo Favio, de 1968. Y no se trata solo de dos títulos larguísimos de dos obras de dos peronistas: Saborido y Favio (y Leónidas Lamborghini y Daniel Santoro y Diego Capusotto y Agustín Guerrero). Son la confirmación de que el punto en el que se cruzan peronismo y vanguardia producen las obras más maravillosas de este país. La más maravillosa música, sí. Y la más maravillosa poesía, y la más maravillosa pintura, y el más maravilloso delirio.
El libro de Pedro es un delirio absoluto. O puede leerse de ese modo. Pero también es su contracara: uno de los análisis más serios y brillantes que pueden hacerse sobre el peronismo. Pedro es demasiado lúcido como para dejar que la seriedad sea el único modo de abordar los temas serios. Pero también es demasiado lúcido para creer que reírse de un tema es tomárselo para la joda.
Pedro se pone a la defensiva cuando se lo intenta definir como experto en peronismo. Y asegura que se trata de un libro de cuentos, de observaciones. Efectivamente, el libro es una serie de cuentos o relatos. Comienza con un mail que le manda un uruguayo a un amigo, también uruguayo. O sea, arranca con la paradoja de que gente que habla casi igual a nosotros, que es prácticamente igual a nosotros, no solo no tenga peronismo, sino que tampoco lo entienda.
Cada uno de los relatos aborda un aspecto del peronismo. Y entonces aparecen sus grandezas, sus miserias, sus contradicciones, sus triunfos, su constitución, su existencia, su razón de ser. Son historias que van de lo costumbrista a lo fantástico. O a veces, la mayoría, con una convivencia entre ambas. O sea, peronismo puro.
El libro se completa con una serie de “reflexiones” sobre cada una de las historias. Como una invitación a debatir lo que se acaba de leer. Una práctica más propia de los manuales marxistas que escribía Marta Harnecker que de lo que, se supone, debería ser el peronismo. Pero este “debería ser” no es más que un prejuicio, un estereotipo. Y si hay algo que Pedro tiene claro es que para pensar al peronismo lo mejor es dejar de lado cualquier prejuicio.
Un movimiento político, una entidad espiritual, un fenómeno estético, una identidad social. ¿Alguna de esas cosas puede estar relacionada con el peronismo?
Todas. Puede representar cada una si quiere. Depende quién lo aborde y desde dónde. El peronismo provee una pertenencia. A la mayoría de los peronistas les encanta decir que lo son. El resto, o lo odia, o le es indiferente, o lo mira con desdén. También está el filo peronismo. Todos encuentran una referencia. De todos modos, parece que fuera más prestigioso decir “soy independiente” o “soy de izquierda” o “soy liberal”. Pero lo más interesante es el independiente: ¿cuál es la estética de lo independiente? ¿Cuál es la referencia política del independiente? ¿Y su identidad? ¿Y su entidad espiritual? Eso es medio rompepelotas, porque se supone que el independientese define por no ser todo lo demás. Y eso puede ser cualquier cosa. Sin embargo, parece que seas lo que seas, en Argentina en algún momento tenés que aclarar qué te pasa con el peronismo. Siempre se aclara: lo amo, lo odio, lo respeto. El peronismo es un punto de referencia.
En uno de tus relatos hablás de la importancia del apellido Perón: por cómo suena, por ser conciso, porque rima con todo. ¿Es un dato determinante en el devenir del movimiento?
Pareciera que sí. Es un apellido fuerte, lleno de rimas, ideal para ser gritado. Entre las miles de variables para que se produzca el fenómeno, llamarse Perón colaboró. Esto hace al marketing de la historia. Qué aspectos y qué sonoridades funcionan mejor para un fenómeno de masas. Perón como marca es mejor que otras. Y hasta el “Braden o Perón” es potente.
También hablás de la conversión de Borges, que en tu cuento en realidad era peronista, pero lo tientan para ser antiperonista y así transformarse en un escritor de fama internacional. ¿El antiperonista es fundamental para hacer que el peronismo sea peronista?
Sí. Lo completa. O como decía Discépolo: a Perón y a Evita los inventaron los gorilas. Porque ellos crearon las condiciones para que sucedan. Pero en algún lugar siento una asimetría. El antiperonista se define más por el peronismo. El peronismo quiere peronismo. El antiperonismo sabe que no quiere eso. Quiere ser algo lejano, ser una Europa idealizada. Algo que supone. Un Estados Unidos que ve en sus viajes. Algo que no es. Un ideal, un eterno deseo que, en el fondo, sabe que no se dará. Pero en ese estado de indignación permanente por no ser lo que se supone, la pasa bomba. Y después ese antagonismo: Perón-Borges. ¿Por qué te mandan un escritor ciego como antinomia de Perón? ¿Por qué no mandan un Patrón Costas, o un oligarca, o un Aramburu? Braden o Perón es más equitativo.
En uno de los relatos hay una referencia al Papa Francisco, el papa argentino y peronista. ¿Qué implica un papa peronista? ¿Sirve para hacer que los europeos entiendan al peronismo? ¿Puede pensarse esto como un intento de universalización del peronismo?
No es un delirio pensar en la universalización del peronismo. Es una idea. Es aplicable. Por supuesto, puede ser que a alguien le dé gracia pensar en un Alberto Samid inglés. Pero eso es poque uno piensa que todos los ingleses son como Roger Moore. Seguro que en el laborismo inglés, en los sindicatos, hay un montón de peronismo De hecho, pensar en un papa argentino y peronista era un recurso humorístico, hasta que sucedió.
Hay un texto donde hablás de un concurso de gritar “¡Viva Perón!”, que se realiza en Villa Domínico. Este es uno de los momentos en que aparece mencionado el Conurbano. Y aparece como escenario, pero también como objeto de estudio o protagonista. Pasa en el relato sobre la avenida Pueyrredón, o en My conurban. ¿El Conurbano y el festival popular son lugares peronistas?
El Conurbano es peronista porque es parte del crecimiento, del desborde. Muchos piensan que es algo mal hecho por culpa del peronismo. Para mí es al revés: no es algo peor gracias al peronismo. Argentina será lo que será por el peronismo. Pero sin el peronismo hubiera habido menos generaciones felices. La verdad del país gorila es todo lo malo que el peronismo no puede muchas veces terminar de arreglar.

La más maravillosa literatura: Pedro Saborido habla sobre su historia del peronismo

Foto: Lina Etchesuri


Hay un relato dedicado al peronismo y el sexo. Donde hablás de la idea de que en las fiestas peronistas se garcha más. ¿El peronista garcha más?
No hay estudios al respecto. Pero en el peronismo esa idea flota en el aire. Puede ser que tenga esa imagen de sí mismo. Sobre todo porque se anima a hablar más claramente de garchar. No sé si se garcha más. Pero sí te vas a enterar de que se garcha. El peronismo tiene sus discreciones. Lo que ocurre es que no son las mismas que las del territorio burgués. Y si bien muchas se comparten, en cierto sentido hay una falta de decoro o de modales que en el peronismo parece liberador. Sin embargo, es parte del folclore. El peronismo no es pura emoción y pasión. Así lo hacen ver los gorilas y así, por oposición, les gusta a muchos peronistas. Pero el peronismo tiene aparatos organizativos sofisticados. Perón era militar. Era un tipo seguramente muy ordenado. Y el peronismo tiene esa tensión entre la organización y la pasión.
En el relato sobre la joda a Jorge Antonio en Madrid aparecen, literalmente, muchos Perones. El texto es casi una comedia de enredos con Perones. ¿Cuántos peronismos hay? ¿Uno solo? ¿Son muchos?
Daddy Brieva dice: “Soy el tipo que más sabe de peronismo, porque como el peronismo es todo lo que yo quiero que sea, entonces yo soy el más sabe”. El peronismo se multiplica en su interpretación de lo que es o, mejor, de lo que se pretende que sea. Entonces cada uno va con sus ganas de que sea de una manera o de otra. Y aparece esta dinámica de identidad en disputa. Ya no es “qué es el peronismo” sino “para qué quiero al peronismo”. Y después, cuando llega al poder, “qué hace el peronismo”. A veces me gusta ver al peronismo como un ser viviente, que se maneja según qué grupo de peronistas accedió al cerebro. De todos modos, ya sea el menemismo o kirchnerismo, estando el peronismo en el gobierno siempre tuvo algunos pequeños peronismos en la oposición.
Decís que, estando el peronismo en el gobierno (desde Menem a Kirchner), siempre hubo pequeños peronismos en la oposición. Me imagino también que un montonero, por ejemplo, tendría más afinidad con alguien del ERP, con quienes hacían acciones conjuntas, que con López Rega. ¿Qué pasa cuando grandes grupos peronistas sienten más afinidad con otros no peronistas, que con los propios peronistas? ¿Corre riesgo la identidad peronista?
Para nada. El peronismo es frentista. Lejos de perder su identidad, la renueva , la enriquece y la fortifica. Cuando se acercan al peronismo otros sectores, son más los que se vuelven peronistas que los que dejan de serlo. También hay zonas de embarque y pre embarque. El peronismo tiene un gran conurbano filoperonista que se queda cerca, pero con una distancia prudencial.
Me da la sensación de que desde que Néstor Kirchner lanzó la idea de transversalidad hubo un cambio de identidad muy grande dentro de un sector del peronismo. El kirchnerismo parece ser una mezcla de peronismo con progresismo psicobolche. Silvio Rodríguez tocando para una multitud en Plaza de Mayo con banderas del Che Guevara, organizado por un gobierno peronista, era algo que no estaba ni siquiera en la fantasía más delirante del grupo más radicalizado de adictos al charango y al pullover peruano. ¿El kirchnerismo es peronismo por otros medios? ¿O es una nueva identidad, distinta del peronismo?
Para mí es una versión del peronismo. La más parecida a la original en su tarea de ampliar derechos y, por lo tanto, de confrontar. Después aparecen esos aspectos culturales, que a su vez pueden ser luego causa de sectorización o no comprensión de algunos sectores sociales. Pero no por pasar fuerte a Mercedes Sosa, sino por cuestiones análogas. Pensar que todos piensan como vos. O que vas a ganar porque tenés razón.
Hay un relato sobre el peronista molesto. El protagonista es Malatesta, “el peronista que molesta”. Curiosamente se llama Malatesta igual que Errico, el anarquista italiano. Y digo curiosamente porque, a pesar de no tener nada que ver con el anarquismo, el peronismo es medio punk, contracultural, bardero. ¿Cómo se puede ser al mismo tiempo contracultural e institucional? ¿Cómo logra eso el peronismo?
Es que lo contracultural es que el peronismo sea institucional. Es que asuma todo lo institucional aquello que no debe estar ahí. Son Los Tres Chiflados en una fiesta de la alta sociedad. Y aunque se esfuerce y muestre tener modales republicanos, siempre se lo va a acusar, siempre va a molestar. Por eso siempre el peronismo va y vuelve . Porque el centro siempre es ajeno. La anomalía de lo que debe ser normal es cuando el peronismo está en el poder. Siempre son esos años “que por fin terminan”. El peronismo es molesto porque además de contracultural tiene la capacidad de ser institucional. Si no sería simplemente algo que está ahí al costado, testimonial, sin capacidad real de intervenir.
Otro relato trata sobre los puristas. La idea del purista peronista, ¿demuestra que todo cabe en el peronismo?
Me parece que eso cabe para cualquier partido o sector político. Pero es en el peronismo donde más se lo observa. Quizá porque el peronismo es un lugar de debate en voz alta. Lo que en otros sectores se mira como debate, en el peronismo se observa como quilombo. Y es que en algunos momentos de su historia la interna peronista tuvo niveles tremendos. Pero esta idea de que “todo cabe dentro del peronismo” está dada por su carácter de movimiento, por su espíritu frentista. La idea de ganar está por sobre todo. Aunque, como siempre, determina sus límites. O a veces se lleva sorpresas. Porque en esa amplitud el peronismo se sorprende a sí mismo. Se convierte en menemismo o en kirchnerismo sin que nadie lo haya previsto.
En otro momento hablás de los infiltrados. Y de su paso siguiente: la traición. Es como si nadie fuera peronista, en el sentido de que el peronismo no es originario. Es como decir que nadie es argentino: todos somos italianos, españoles, rusos, polacos, chinos, mapuches, etc. ¿Por eso el peronismo es algo que define a la política argentina?
No sé si la define. Pero es claro que es algo propio y seguro, que tiene que ver con ese choque cultural de inmigrantes entre ellos y, a su vez, su choque contra lo nativo. Si el antiperonismo se ve a sí mismo como “la civilización”, el peronismo no es la barbarie: es la civilización más la barbarie. Es el esfuerzo de sumar todas esas culturas.
Tenés un relato sobre el retorno. Pienso en “Perón vuelve”, “luche y vuelve” o el reciente “vamos a volver”. ¿El retorno es un mito que sirve para mantener vivo al peronismo?
El retorno es la fe del peronismo. Esa fe en su inexorable retorno lo mantiene vivo. A partir de ahí se observa, se modifica, todos empiezan a aceptar que la correlacion de fuerzas interna cambia y entonces emprende todo lo que sea necesario para volver. El peronismo desde el primer día después de una derrota empieza a volver.
El último relato del libro (antes del anticipo del volumen 2) habla sobre el próximo peronismo. Es un juego en tres fases en el que aparece hasta un Golem peronístico, como lo definís. Me llamó la atención la idea de futuro, algo con lo que no se suele relacionar al peronismo. ¿Cómo se lleva el peronismo con el futuro?
El peronismo es siempre el futuro, por lo menos mientras no aparezca algo mejor. Va a encontrar mejores formas y seguirá siéndolo mientras no se corra de sus tres banderas básicas. Eso es lo que lo define. El peronismo parece entonces que un día puede ser kirchnerista y otro menemista. Entonces es un poco maestro en el suspenso. Es una identidad en disputa. Y por lo que se vio hasta ahora, nada de lo que sea será definitivo.

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