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Criar rebeldía: la raíz argentina de Las Criadas
Cómo se gestaron las acciones de Las Criadas en Buenos Aires. Qué significa este nuevo lenguaje político, y a quién le habla. Qué representan, qué denuncian y por qué su raíz argentina se conecta con la dictadura. CLAUDIA ACUÑA
Es invierno, es domingo, son las seis de la tarde y hay un grupo de periodistas pensando cómo sumar fuerzas para lograr que el Senado de la Nación vote a favor del aborto legal. Estamos preocupadas porque somos profesionales de la comunicación y sabemos que los mensajes que se están produciendo no tienen ni el efecto ni el sentido que necesitamos para lograr lo imposible. No queremos hablarle al activismo porteño, sino conseguir que las y los senadores que están en contra de la ley sientan vergüenza de defender públicamente la clandestinidad, la tortura y la muerte. Días previos a esta reunión, la periodista Fernanda Sandez había compartido en el chat de Whatsapp de Periodistas Argentinas la imagen de una acción realizada en Atlanta, Estados Unidos, con mujeres vestidas como Las Criadas para reclamar aborto legal. Recordé esa idea en la reunión y también lo que implicaba la referencia a esa novela: la batalla de las Madres de Plaza de Mayo contra la dictadura militar. Ellas nos enseñaron la importancia de crear un lenguaje capaz de vencer al terror.
Pocos recuerdan en la Argentina que el guión de El cuento de Las Criadas narra una historia que es la nuestra. Gran parte de su trama está zurcida con los relatos de las sobrevivientes de los campos de concentración de la dictadura militar argentina. Para nosotras es imposible olvidarlo.
A la siguiente reunión, sentadas en la rueda que planificó la primera acción, hay periodistas sobrevivientes de esos campos de concentración e hijas y nietas de genocidas, que repudian los crímenes de sus padres.
Es imposible también para nosotras no ver en la transparente mirada de Miriam Lewin a la protagonista de esa novela: ella contó como las sacaban de las tinieblas de la ESMA para llevarlas a bailar a Mau Mau. ¿Supo Margaret Atwood esta historia al escribir esa escena en Las Criadas? Son las preguntas que nos hacemos y para las cuales la única respuesta que tenemos es el abrazo, la memoria y la convicción de que las batallas imposibles son las requieren de nuestras persistencia y nuestros cuerpos, juntas y en la calle.
Desde el inicio, Las Criadas no fue parida como una performance artística, sino como una construcción de hermandad y de reconocimiento a la genealogía del feminismo argentino. Las torturas, los partos forzados y la apropiación de niñas y niños nacidos en cautiverio que caracterizaron el plan sistemático de la dictadura militar tienen también su contracara: la resistencia de Madres y Abuelas, de sobrevivientes, hijas y nietas recuperadas. A esa raíz nos aferramos para volar.
Cada acción tuvo como primera intención reunir un grupo lo más diverso posible: diputadas, actrices, escritoras, músicas, bailarinas, abogadas, vecinas de las periferias, estudiantes secundarias, trans y etcéteras, y etcéteras. Hacer real lo que proclamamos como ideal. Esa es la primera tarea de Las Criadas antes de cada salida al espacio público.
Cada acción fue para muchas la primera participación en el espacio público y ese inicio significa para nosotras el indicio de que el formato abriga la posibilidad de sumar, otro de los principales objetivos que nos mueve a hacer lo que estamos haciendo.
Ciento veinte pesos pusimos cada una para financiar la capa hecha con tela roja atada con un nudo y las cofias realizadas con goma eva, engrapada con abrochadora. No sabemos coser. Y no queremos aprender a hacerlo.
Quinientas treinta mujeres y trans participaron de las cinco acciones que realizamos en Capital desde el 10 de julio de 2018 hasta este 8M. Dos de las acciones fueron coordinadas con ciudades del interior: Córdoba, Rosario, Bariloche, Campana, Ushuaia, Neuquén, Río Gallegos, La Rioja y Comodoro Rivadavia.
La última, la del 8M, también tuvo dos escenarios: en uno paramos el tránsito de la avenida Entre Ríos, frente al Congreso. A esa misma hora, en Bariloche, un grupo de mujeres con sus hijas se plantaron en la plaza principal de esa ciudad, que no es cualquiera: allí vive la senadora Silvina García Larraburu, integrante del bloque del Frente para la Victoria, que -cuando las cuentas del Senado estaban empatadas- rompió su compromiso de votar en forma conjunta a favor de la ley. Fue el quiebre y el punto de inflexión, tras el cual se desencadenó la derrota del proyecto. En su discurso, Larraburu se justificó diciendo: “Las pobres no abortan”. Ninguna organización le pidió explicaciones al bloque del FPV de esa traición al compromiso que había asumido públicamente. Nosotras nunca lo olvidamos.
Miriam Lewin fue la elegida para leer el primer y el último mensaje de Las Criadas. La cantante Elena Roger y la estudiante secundaria salteña, Milagros Peñalba, pusieron su voz en otras. Nunca quisimos declamar el porqué de estas elecciones, hasta ahora, cuando se nos hace urgente y necesario, como a todo el movimiento feminista argentino, dejar establecidos los cómo y para qué de nuestras acciones, porque estamos en momentos de cooptaciones, apropiaciones y usos de nuestras fuerzas autogestivas de creación de resistencia. Somos conscientes de que nuestro aporte es apenas una gota de esta gran marea y al hacer explícito nuestro proceso. Lo que estamos alentando con estos apuntes es que cada una de esas gotas también lo haga para que la memoria colectiva de nuestras luchas alimente las que sigan, nos sucedan y avancen, hasta ganar, hasta la fiesta.
Y hasta la próxima batalla.
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