CABA
Matertrans: Karla y Agustina, mamá trans e hija
Karla, Miguel y Agustina son una familia a prueba de prejuicios. Ellxs están en pareja hace 23 años, y hace dos adoptaron a la niña de 13. Los cambios que producen hacia adentro y hacia fuera. La reacción en la escuela y en el barrio. La militancia trans y las tías travas que, si de algo saben, es de crianzas. Por María del Carmen Varela
Como cada primer jueves de mes, el ciclo Cotorras en MU (arte, música y charlas) propone pensar el mundo desde otra perspectiva, desde un nuevo lugar, abrir la mirada y cuestionar certezas. Con su plumaje verde esmeralda, en la cercanía de sus nidos comunitarios, las cotorras nos invitan a levantar vuelo. En esta oportunidad, el tema de la noche es la maternidad trans.
¿Qué desafíos implica?
¿Cómo devenimos familia?
¿Cómo iluminar la vida del otre?
Cuando sea chica
Agustina es una niña de 13 años que, con su sonrisa tierna, la mirada franca, por momentos tímida y al rato absolutamente desenvuelta, cuenta que su mamá le pide que lea al menos tres páginas por día. Ya leyó El Principito y Mi planta de naranja lima. Su deporte favorito es el fútbol, pero también le gustan el handball y el vóley. Cuando sea grande, le gustaría cuidar chicos con capacidades diferentes y ser abogada. También cantar y ser actriz.
Hasta hace un año y medio, Agustina vivía en un hogar de niñes en la ciudad de Santa Fe, con la ilusión de ser adoptada y tener una familia que le diera tiempo y amor.
Karla y Miguel son rosarines y desde hace unos años viven en un pueblito llamado Villa Amelia, a 25 km de Rosario, una zona rural donde habitan una casa grande con árboles y perros.
Karla trabaja como conserje en un hotel alojamiento y Miguel es panadero de profesión. Se conocieron en un bar: “Ella se me acercó y me pareció una chica más, pero después me di cuenta de que no era una chica más. Y entendí, no enseguida, pero muy poco tiempo después, que era el amor de mi vida”, dice Miguel en el documental El laberinto de las lunas, de Lucrecia Mastrángelo, que sigue en rodaje.
Miguel hacía 5 kilómetros en bicicleta para poder ir a verla. Tenía miedo de presentársela a su familia, porque suponía que iban a rechazarla, pero cuenta sonriente que hoy su familia casi la quiere más a ella que a él. Karla cuenta: “Él venía e insistía. ¿Y qué me pasaba a mi? Que pensaba: ¿cómo se va a fijar en mi, si yo soy una travesti de la que todo el mundo se ríe en la calle?”.
Miguel no aflojó: siguió yendo y viniendo con su bici para visitar a Karla y luego se fueron a vivir juntes. Pasaron 23 años de aquella noche en la que se conocieron en un bar.
En el 2015 se anotaron en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA). En un primer momento buscaban un niño o niña de hasta 4 ó 5 años. Más adelante, ampliaron el rango de edad para tener más posibilidades. Un día les llamaron y les preguntaron si querían conocer a Agustina. Aceptaron : el primer encuentro fue en una plaza en Santa Fé.
“Vino corriendo y se alegró mucho cuando nos vio. Nos dijo: si puedo ir a vivir a la casa de ustedes, les voy a decir mamá y papá. Quedamos derretidos”, recuerda Karla.
Se encontraron varias veces más en esta etapa que se denomina vinculación. “La directora del hogar me dijo que había roto con un montón de prejuicios conmigo. Se juntaron el Registro de Adopción, la Secretaría de Niñez y el Hogar para ver cómo le decían a Agus que había una señora trans que quería ser su mamá, y también llamaron a un psicólogo de género”.
“¿Y qué problema hay? Si ella quiere ser mi mamá, yo quiero ser su hija”, fue la respuesta de Agustina. Karla: “Queda claro que les adultes son quienes hacen los problemas, les niñes lo tienen clarísimo”.
En el sexto encuentro Agustina se fue a vivir con sus papás, con una guarda preadoptiva de seis meses. Miguel: “Este año y medio con Agustina, cambió todo. Estamos muy felices. Tanto se perdió de su niñez y juegos que ahora tiene 13 y quiere jugar todo el día. Habla y nos enseña un montón”.
No tan locas
Karla milita con la comunidad trans rosarina. Forma parte de la Casa de las Locas, un espacio social, cultural y diverso inaugurado en octubre del año pasado. Cuentan con una revista digital llamada La Tetera, un ateneo, la Mesa Positiva, donde se debate sobre VIH y se juntan cada 15 ó 20 días. Impulsan el cupo laboral trans a nivel universitario, entre otras cuestiones que afectan a la comunidad travesti y trans. ¿Cuáles son los reclamos? “Tenemos la convicción de que mientras el colectivo travesti y trans tenga las carencias y las problemáticas que tiene, nosotras vamos a ser siempre oposición porque la idea es que lleguemos a una igualdad, que las travestis y trans no suframos la exclusión social y cultural. No nos tienen en agenda, las políticas nunca son suficientes. La ESI es tan importante y no se aplica como se debe; las compañeras pagan el doble o triple de alquiler por el simple hecho de ser travas y trans, porque sin garantía o trabajo reglamentado no podés acceder. Tenemos la Ley de identidad de género: el articulo 11 dice que podés acceder a la salud y a cualquier cirugía o lo que necesites para armar, modificar lo que sea de tu cuerpo y estar conforme, pero eso no se cumple en casi ninguna de las provincias. No hay una manera ni una práctica para que los médicos puedan atender a las compañeras que han usado silicona líquida, que es clandestina y con el tiempo tiene efectos secundarios. Muchas se han muerto y cuando vienen con problemas de flebitis, o la silicona se desparramó, no hay manera de ayudarlas. Muchas veces estamos solas. Desde el momento en que manifestamos que somos trans o travestis, hay rechazo, te expulsan de los hogares, con 14, 15 años no podés hacer tu vida como querés. Y si la familia, papá, mamá, hermanos, te rechazan y te echan, ¿cómo te formás? Te hermanás con otras compañeras. No necesitamos aceptación: necesitamos respeto. Las travestis necesitamos los derechos que nos negaron siempre”.
Evoca Karla la frase de Lohana Berkins: “El amor que nos negaron es el impulso para cambiar el mundo”. Y relata: “A mí también me han negado amor de niña. En un gimnasio una vez me dijeron que no podía ir porque era un lugar familiar, barrial. Respondí: yo también tengo una familia y vivo en un barrio. Me rajaron de la escuela en segundo año. No aguanté el bullyng. Yo tengo 49 años, hace 26 años atrás era complicado ser travesti o trans. Eras una delincuente y te llevaban presa”.
Agustina tiene muchas tías postizas travas. La poeta y coplera Susy Shock es una de ellas: “La casa de Karla es la casa de las travas allá en Villa Amelia. Mucho verde, mucho cielo. Agus cambio la sintonía de juegos, los almuerzos. Hay otro clima que aparece. No es la idealización de la maternidad, claramente, sino mostrarnos ese otro maternar que es trava, trans. Se nota en los vínculos, ahí hay una verdad pura”. Suma Karla: “Las travas somos capaces de ser mamás, de educar, de formar. Aunque después pasen otras cosas, tanta exclusión, desde la iglesia, la policía, la violencia hacia nosotras. Es un gesto de amor tan grande anotarse y adoptar un niño o una niña para hacerle feliz. Nosotras educamos así, saliendo de la mano, sonriendo, bailando”.
Jaque mate
Agustina llevó al colegio el libro de la Colección Antiprincesas, de Editorial Chirimbote, dedicado a Susy Shock (que además es una de las inspiradoras del ciclo Cotorras). Un compañero lo vio, y se interesó en el libro. Agus le advirtió: “Para que sea interesante para vos, no tenés que reírte de las travas ni de las trans”. El compañero de grado fue cambiando de actitud y ya no hace los chistes que hacía.
Cuenta Agustina que a otro compañero de la escuela, Juan, le encanta bailar y es blanco de burlas por su forma de caminar. “Ël puede ser como se le antoje, ¿cuál es el problema? Si le gusta bailar, que baile. Le dije que un día nos vamos a juntar con otra amiga y vamos a ir todos a bailar”.
Está muy orgullosa de su mamá trans. Un día, el profesor de ajedrez se refirió a Karla como “él”.
“No es él, es ella”, retrucó Agustina. El profesor acotó que la felicidad de “esas personas” dura poco.
“Mi mamá y mi papá están juntos hace 23 años y son felices”. Por último, el profesor dijo: “Si yo quiero ser conejo, no puedo, porque soy un ser humano, no soy un conejo aunque me sienta conejo”.
Agustina: “No compare conejos con seres humanos”.
“Jaque mate”, dice Miguel, el padre.
Karla cierra: “La traviarca Lohana me enseñó que ser travesti a mí no me complicó la vida en nada, sino que quienes me complicaron fueron los demás: la sociedad, un Estado ausente, la familia que no aceptó cuando te saliste de la heteronorma”.
Educar a la escuela
¿Cómo fue la primera reunión de padres en la escuela? Karla responde: “Van llamándote por separado, por lo general. El pueblo mismo mira con asombro, prejuicio. Nuestra tarea es esa, visibilizarnos todos los días, para romper con esas cosas. La lucha continúa y falta mucho por hacer. Estamos haciendo un documental con la directora Lucrecia Mastrángelo sobre maternidad trans y pedí permiso para filmar el momento en que Agus sale de la escuela. Muchas mamás se sumaron a participar del documental. Nos toca reeducar, visibilizarnos, buscar espacios y meternos, son lugares que nos pertenecen. Tenemos que estar ahí”.
Al irse a vivir con su mamá y su papá, la institución puso dos condiciones: que se mantenga el vínculo con sus hermanos y que vaya a una terapia psicológica. Arrancó la terapia, pero a los tres meses no quiso continuarla. Su argumento fue: “No la necesito, yo estoy muy bien con ustedes”.
¿Cómo se construye una familia?
Karla: “El amor es estar acompañado por el otre. Pueden surgir un montón de problemas y, cuando los solucionás, eso también es amor. Siendo una familia, para mí es un aporte a la militancia y demostrar que no importa tu género sino el vínculo que creás con el otre. En esta construcción también hay enojos, hay peleas, no querer hacer la tarea, hay malas contestaciones, pero el día a día es hermoso, ella es súper cariñosa, amorosa. Es una nena que tiene mucho amor para dar. Que yo sea mamá de Agus es algo que hace un poco mejor al mundo. La familia es la que una elige, y eso es maravilloso”.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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