CABA
Qué es la seguridad
Waldemar Cubilla: ex preso, sociólogo. Fue pibe chorro. Pasó 10 años preso. Armó una biblioteca en la cárcel para encontrar libertad en los libros. Estudió Sociología entre rejas, y terminó como mejor promedio de la UNSAM. Ya libre, fundó una biblioteca popular en la villa La Carcova, José León Suárez. Sus ideas sobre seguridad, educación, meritocracia, política, y cómo ecualizar la libertad.

Nació junto a los basurales de José León Suárez, en un barrio que dicen que se llama La Cárcova, pero al que el vecindario llamó siempre La Carcova. Waldemar Cubilla pronto empezó a pasar más vida dentro que fuera de la cárcel, por delitos que se cometen a mano armada y a vida desarmada. Estuvo 10 años preso, en dos etapas. En el Penal de San Martín, organizó una biblioteca, para encontrar libertad en la lectura. Participó en el grupo musical Rimas de alto calibre, y dirigió una obra de teatro de Carlos Gorostiza, actuada por sus compañeros presos.
Cursó Sociología (Universidad de San Martín) en prisión. Sus compañeros de estudio eran tanto presos, como guardiacárceles. Hizo su tesis sobre los cirujas, los cartoneros, y las cooperativas de reciclado de basura. Se recibió con el mejor promedio de la Universidad.
Cumplida su condena, fundó la Biblioteca Popular La Carcóva. Hoy es profesor en la universidad, y en la villa. Lo respetan porque saben que fue sincero con su vida de antes, como ahora, cuando empuña un libro, obligado siempre a saber cómo leer todos los juegos que se juegan alrededor.
Qué sentís, con lo que viviste, cuando se habla tanto de inseguridad?
La verdad, siento ánimo de poder discutir el sentido de la seguridad, quién lo construye, o también pensar cómo se vive la seguridad. Porque la distinción entre seguridad e inseguridad depende de quién narre y de dónde se diga. En los discursos más generales se apunta a un pibe joven, pobre, negro, robando. Y se construye el discurso de emergencia que justifica políticas públicas represivas para solucionarlo. Yo no digo que sea totalmente equivocado, sino que le faltan otras dimensiones
¿Cuáles serian esas otras dimensiones?
La social. Fíjense que hablar de seguridad social ya parece anacrónico. La seguridad siempre es punitiva o policíaca pero en términos de seguridad social yo creo que es una disputa gramatical y conceptual que tenemos que recuperar. Esto de derechos laborales, al trabajo, a jubilarse de modo digno, a la educación, son conceptos -como seguridad- en términos de derecho cívicos, que nos corresponden a todos, a todas. En mi caso, un pibe villero, un pibe chorro si se quiere, un pibe preso también, hoy pibe licenciado, me esfuerzo por no construir un discurso de seguridad en base al mérito. Yo no me levanté un día y dije “a partir de ahora no hago más la vida que hice y construyo una nueva”. Todo este proceso mío de estar preso a ser docente o investigador de una Universidad fue gracias a una decisión política. Yo digo que fue responsabilidad política de una Universidad Nacional que, cuando le llega una demanda de un grupo de presos para garantizar el derecho a la educación, responde no negándolo.
Decís que no es un click, pero me imagino que debe haber habido algún momento en que dijiste “no es por acá”.
A mí me gusta mucho la letra de un tango que se llama Naranjo en flor, que dice: “Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamientos”. Yo estuve casi diez años preso; la intensidad del sufrimiento podría considerarse un click si se quiere, ese momento en que vos decís “por qué estoy durmiendo en el piso, no como hace una banda, estoy encerrado en dos metros por uno de una celda”. Pero creo que no solamente es el sufrimiento sino cómo interpretar ese sufrimiento, o la necesidad también. La seguridad se construye en pos de responder una necesidad de la comunidad. En los barrios populares se ve mucho cuando la Gendarmería está muy presente. Si es por mi experiencia, digo “esta seguridad no la quiero”. Pero si te ponés un poco más tolerante, y le preguntás a más gente, te encontrás con discursos en nuestros barrios que dicen “esta seguridad sí la quiero porque quiero salir a trabajar temprano y no tener miedo de que me roben en la esquina”. Es totalmente contradictorio. Y se vuelve político, porque ¿cómo administrás una demanda de justicia o de seguridad en estos discursos enfrentados?
¿Quién llama al 911?
El sentido de seguridad se construye desde el poder, como garantía a los sectores de privilegio. ¿Cómo pensarlo desde los barrios?
Siempre doy este ejemplo: nosotros cuando tenemos algún problema entre vecinos, no llamamos al 911. A nadie se le ocurre llamar a la policía. Quizás el principio de seguridad se vuelve más democrático o ciudadano. En la Universidad, en el equipo del que formo parte, estamos en la idea de seguridad democrática o de una democracia segura. Yendo un poco para atrás, la velta a la democracia fue eso: un principio de seguridad para dejar atrás un proceso militar que nos tenía aterrorizados, con miedo a desaparecer. Pero hoy la seguridad o la inseguridad es una amenaza hacia el principio democrático. Digo esto porque en términos ciudadanos, los villeros también tienen derechos.
Estuviste diez años preso y te reinventaste en la cárcel. Se supone que la cárcel es para eso. Pero en los hechos no funciona así, para nada. ¿Cómo es para vos, siendo una excepción, pensar en este tema?
Lamentablemente es un hecho extraordinario. La cárcel de por sí es torturante, y por más que la legislación diga que la cárcel está construida para la reinserción del reo, no para su castigo, por lo que tiene que ser sana y limpia… La cárcel como institución está lejos de poder alcanzar esos principios. Ahí, entonces, la Universidad Nacional apareció como mediadora y yo creo que el desafío es construir contralores o veedores de la política penitenciaria. Pueden ser organizaciones sociales, educativas, de salud, porque la cárcel es como una microciudad: hay escuelas, hay universidades, hay sanidad. Pero después en la convivencia se van contaminando y siempre gana el servicio penitenciario. Justamente ahora hay una gran discusión sobre el entredicho entre la emergencia de seguridad y la emergencia penitenciaria. Digo la emergencia de seguridad por el incremento de gatillo fácil que hubo, como en San Miguel del Monte, como un antecedente que pone en crisis un discurso de seguridad represiva; o el caso Chocobar hace un tiempo atrás. Están legitimados sobre un principio de seguridad que dice que los pibes pobres no tienen derecho a reír y si ríen hay que matarlos o encarcerlarlos. O te matan o te meten a la cárcel. La cárcel se encuentra sobrepoblada y declaran una emergencia penitenciaria: “No sabemos qué hacer con los presos, no los vamos a largar”. Entonces lo que queda es construir más cárceles, no va por la vía de “liberemos”. El 80% de la población carcelaria de la provincia de Buenos Aires está en proceso de inocencia, no tiene una sentencia de culpabilidad. La mayoría de la gente que vive en la cárcel espera ver que el Poder Judicial decida si es culpable o no.

¿Alguna vez te llamaron de algún gobierno para asesorar sobre seguridad?
Una vez me llamó una empresa de seguridad que me quería contratar para poder mejorar la calidad de su servicio, era gracioso.
Si te propusieran trabajar en algún tipo de plan o proyecto para la reinserción social segura, ya que estamos hablando de seguridad, de las personas que están presas. ¿Qué propondrías?
Yo llevo siete años de libertad. En términos matematicos todavía no ecualicé mis diez años preso: estoy a la negativa. Y hace un tiempo atrás no quería hacerme cargo del saber acumulado en mi experiencia carcelaria, era la negación de todo eso. Soy padre de familia, quería construir mi historia familiar sin cárcel. Primero me pregunté cómo se la cuento a mis hijos: tenía una preocupación moral ahí. Hoy estoy dándome cuenta de que también es una responsabilidad política poner en valor positivo mi experiencia delictiva y de preso. Yo creo que una de las primeras medidas es esa: cómo hacer más permeable la cárcel, pero no en términos de puerta giratoria, como dicen, sino de que la sociedad civil también sepa de la vida carcelaria. Las cárceles tienen una característica: uno si pasa cerca por afuera del muro, difícilmente se pregunte qué estará pasando ahí adentro. La sociedad no se pregunta sobre el tratamiento y seguimiento de presos y presas. Solamente tiene la idea de que los presos son una amenaza para la sociedad. Creo que en mi caso fue la educación; construir herramientas que garanticen la educación para los presos y las presas y también instancias de formación que a nosotros nos permitan reconstruir la historicidad. Hablo de Buenos Aires, vivo en San Martín. La población carcelaria, hoy, es hija de obreros, obreros que vivieron su vida laboral dentro de una fábrica. Hoy ni los obreros tienen fábrica. Los hijos de los obreros están presos, pero muchas veces desconocemos esa historia del movimiento obrero. Es reconstruir eso, saber qué rol jugamos nosotros, en este momento histórico. Hoy parte de la juventud está presa. A una parte de la juventud hace un tiempo la hicieron desaparecer, y hoy la cárcel esta funcionando como un instrumento de desaparición. En la cárcel se sigue usando la identificación de NN: ese es un dato histórico. Ni muerto ni desaparecido, y los presos y las presas muchas veces se apropian de esa identificación. Vos sos NN porque quizás no tenés madre, no tenés padre.
La lectura “abremuros”
Decías que asumiste que la cárcel había sido parte de tu formación, de tu historia. ¿Qué significa haber fundado una biblioteca en la cárcel y esta cosa entre el saber de la calle y el saber de los libros, cómo conviven ambas?
A mí me interesa mucho el lugar físico que ocupa el libro, como objeto, o una revista. Las celdas son muy chicas. Entonces, como yo acumulaba libros y revistas, en un momento me di cuenta que de modo accidental estaba construyendo una biblioteca que nunca había tenido. Era una imagen económica del saber, porque era una acumulación de libros y revistas pero ya me los había leído todos Queriendo compartir esa experiencia mía con la lectura pensamos esta idea de biblioteca dentro de la cárcel. Después fue en el marco de la biblioteca desde donde nosotros solicitamos a la Universidad Nacional de San Martín que nos garantice el derecho a la educación universitaria. El vivir entre libros fue la posibilidad de construir un horizonte distinto. Yo no tuve biblioteca en mi casa, nunca tuve un vínculo con un libro salvo en términos más cirujas, como papel o cartón. En la cárcel el libro cumple muchas funciones porque puede ser un canuto o puede ser un escudo. Y en ese sentido la lectura es como un “abremuros”. Tuve la posibilidad de construir la biblioteca. Fue de modo egoísta porque era una preocupación mía de no volver a caer en cana, y estaba con Mosquito, un amigo, en noviembre de 2011 y Mosquito decía: “¿qué vamos a hacer en enero?”. “Y, no sé Mosquito, pero no podemos caer en cana”. Mosquito me dice: “Dos cosas sabemos hacer: sabemos robar o sabemos armar bibliotecas”. “Bueno, armemos una biblioteca”, le dije yo. Y surgió lo de armar la biblioteca popular La Carcova en la villa. La primera biblioteca que armé fue una biblioteca presa, en la misma condición que estábamos nosotros. Ahí hay una demanda casi permanente: todo preso que podía salir a la biblioteca salía, por una cuestión de salir de la celda. Pero una biblioteca en libertad tiene otro desafío porque uno está libre y, de última, no necesariamente puede ir a una biblioteca: se puede tomar un colectivo o un tren e irse a los lagos de Palermo.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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