Sigamos en contacto

CABA

Cura de barrio: La situación del teatro comunitario

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Diez grupos de todo el país cuentan sus reflexiones y estrategias ante la falta de actividad teatral. Muchos nacieron en otras crisis, saben de resistencias y dicen que hay que imaginar la oportunidad que se abre. Cómo reconstruir el barrio post-aislamiento, con arte y corazón.  MARíA DEL CARMEN VARELA 

Cura de barrio: La situación del teatro comunitario
Mate Murga

El sábado 7 de marzo en el Circuito Cultural Barracas se reestrenó la obra de teatro El casamiento de Anita y Mirko. Una fiesta con todo lo que eso implica: empanadas y sanguchitos de miga, vino y gaseosas, la clásica torta de varios pisos, baile, carnaval carioca, les familiares de la feliz pareja y el público como invitades de la boda y distribuides en distintas mesas, como amerita la ocasión. 

Al término de la función, hubo una segunda fiesta: la del elenco. ¿El motivo? Se cumplían veinte años de funciones de esta obra que ya se convirtió en un hito del teatro comunitario. “Brindamos emocionades y compartimos una larga mesa”, cuenta Corina Busquiazo, directora de la obra, integrante del equipo de coordinación y del grupo Los Calandracas, fundadores del Circuito Cultural Barracas. Fue el último brindis: “Luego comenzó la cuarentena y ya no pudimos hacer más funciones. Era nuestro sueño para este año: encontrarnos todos los sábados los más de 70 vecinos y vecinas en este espectáculo que viene proponiendo la fiesta como celebración comunitaria. Hoy El Casamiento de Anita y Mirko es de alto riesgo. No podemos bailar juntes, ni transpirar haciendo un trencito, ni compartir una mesa. Mucho menos cambiarnos 70 personas todes juntes en el camarín, compartiendo el mate, los ensayos y los abrazos para los que estrenan”.

Cura de barrio: La situación del teatro comunitario
Los Pompapetriyasos

Vecinas y vecinos de todas las edades que se juntan a pensar, guionar, ensayar, producir y actuar una obra de teatro, en un territorio determinado –un barrio, un pueblo, una localidad– y con el aporte de tiempo, dedicación, creatividad y construcción de lazos, van transformando la realidad cotidiana a través de una herramienta poderosa: el arte. Eso es el teatro comunitario. Eso y mucho más. ¿Cómo se reconfigura el teatro en este momento de distancia entre cuerpos? ¿Hay alternativa? ¿Cómo afecta al teatro comunitario esta situación, desde lo social y lo lúdico? El actor, director teatral y dramaturgo Ricardo Talento, director del Circuito Cultural Barracas, responde: “Ante esta imposibilidad que mina la esencia de lo que hacemos, no nos queda otro camino que el de inventar alternativas, no para decir que hacemos teatro de otra manera –porque estaríamos tergiversando nuestra esencia– sino para una supervivencia afectiva y organizativa. Según la composición y dinámicas de cada grupo han surgido distintas propuestas. Encuentros, ensayos, intentos de dramaturgia, juegos, cursos, investigaciones y les podríamos agregar todos los etcétera que se nos ocurran. ¡Pero virtuales!”.

Cura de barrio: La situación del teatro comunitario
Catalinas Sur

Imaginar la salida

En este tiempo en que no pueden juntarse, les integrantes del Circuito están reconstruyendo su propia historia que lleva 25 años, recopilando fotos y anécdotas. El Circuito alquila el espacio que oficia como su casa teatral y también paga sueldos a profesores, coordinadores y administrativos. Cuentan con el apoyo del Instituto Nacional de Teatro, pero no es suficiente. Por eso también desde hace algunos años apelaron al aporte económico de lo que denominaron Amigxs del Circuito, que aportan una cuota mensual y ayudan a sostener el proyecto. En esta ocasión, lanzaron un pedido de colaboración por única vez para paliar la crisis actual. Talento recurre a la fórmula que habita en la esencia del teatro comunitario: “Todo lo que hacemos está teñido de incertidumbre, de no saber cómo sigue esto, qué va a ser de todos nosotros a futuro. Puede ser una oportunidad, pero para que esto ocurra tenemos que imaginarla y empezar a construirla”.

Con una función en la calle para 300 personas. Así abrió el año el grupo Mate Murga, de Villa Crespo –que lleva 18 años de encuentros– con su espectáculo Herido barrio. Iba a ser la única presentación antes de iniciar una gira por Portugal que incluía actuaciones e intercambios en tres ciudades en las que hay grupos de teatro comunitario en formación. El elenco casi completo –55 personas– se disponía a un viaje que queda pospuesto hasta que las condiciones lo permitan. “La cuarentena también nos sorprende en el arranque de los ensayos de nuestra orquesta y del grupos de titiriteros en formación, es decir, irrumpe en un momento de plenitud”, cuenta Edith Scher, directora de Mate Murga. “Luego de un par de semanas de búsqueda y mientras vivimos la incertidumbre, encaramos varios proyectos que se pueden llevar adelante de manera virtual: la escritura de canciones en colaboración, a partir de consignas de trabajo muy específicas, los espacios de canto, el armado de un nuevo libro. Al mismo tiempo decidimos aprovechar este tiempo para estudiar, y en ese sentido nos encontramos virtualmente para capacitarnos en sonido, iluminación, audioperceptiva, para reflexionar sobre la actuación en el teatro comunitario, para aclarar dudas de las distintas secciones de la orquesta y para experimentar con los títeres”.

Cura de barrio: La situación del teatro comunitario
Almamate

En Villa Juanita, barrio ubicado al este de la ciudad de Salta, el grupo Alas Teatro Comunitario arranca cada año la temporada de ensayos con un gran picnic. Los encuentros de los sábados a la tarde están suspendidos y, como todos los grupos de teatro comunitario, continúan en contacto de manera virtual. Desde hace un tiempo venían construyendo su propio espacio, ya tienen paredes y techo, faltan puertas, ventanas, piso y baño. Cristian Villarreal, director del grupo enfatiza: “Consideramos que si mantenemos los lazos de amistad con mensajes virtuales, no va haber inconvenientes en el futuro para poder abrazarnos y reencontrarnos, en eso somos optimistas. Otro secreto que nos mantiene unidos es seguir activos pensando en el grupo, pensar ideas para el próximo espectáculo, editar audiovisuales, juegos virtuales, nos mantiene lejos corporalmente pero unidos en nuestros proyectos”.

Cura de barrio: La situación del teatro comunitario
Alas, de Salta

El abrazo que falta

La plaza central es el escenario, dessde hace cuatro años, del grupo de teatro comunitario de Ranchos, ciudad del noroeste de la provincia de Buenos Aires. La fiesta que planeaban organizar con todes en la plaza, juegos callejeros, música en vivo y la presencia de otros grupos de teatro comunitario devino en una celebración virtual. “En este momento de distancia entre los cuerpos el tejido social se ve vulnerable y afectado. Esos cuerpos que no pueden acercarse, no pueden sentirse, no pueden acompañarse, esos mismos cuerpos-territorios hoy se ven obligados a reconfigurarse culturalmente para estar a salvo y buscar alternativas” cuenta Ariel Muñoz, director del grupo. Agrega: “Es preciso trabajar para que esta reconfiguración no nos instale en el miedo y la angustia, y sí en la esperanza, la empatía, el cuidado mutuo, la solidaridad, la continuidad de la construcción colectiva, el arte también como salud y derecho de todes”.

“Falta el abrazo”, continúa Mariano Pini, del grupo de teatro comunitario Los Villurqueros, del barrio de Villa Urquiza. “Para un grupo de teatro comunitario es demoledor ya que somos fomentadores del creativo colectivo y la participación de intercambio de ideas en ‘fogones’, espacio donde circula la palabra en rueda entre todos. Así que nos tendremos que reconvertir por este tiempo de cuarentena”. Los Villurqueros cuentan con el Centro Cultural 25 de Mayo como espacio para crear y brindar funciones ya que formaron parte de su recuperación y son artistas residentes. Además alquilan una casa para tener sus reuniones, dar talleres y guardar vestuario, escenografía y utilería. Si bien lograron mantener el valor del alquiler, la falta de ingresos lo vuelve insostenible a corto plazo. “Hace años venimos planteando, en diferentes áreas y a diferentes gobiernos, la necesidad para nuestros grupos de tener lugares propios (o bien cedidos temporalmente) para poder desarrollar nuestra tarea, que además de ser artística es por sobre todas las cosas, social”.

Cura de barrio: La situación del teatro comunitario
Circuito Cultural Barracas

Meses antes del regreso de la democracia, en marzo de 1983 el director teatral uruguayo Adhemar Bianchi les propuso hacer teatro en la plaza a las madres y padres del colegio donde iban sus hijas en el barrio de Catalinas. Esa actividad colectiva fue creciendo y en la actualidad son más de 300 personas las que participan del Grupo de Teatro Catalinas Sur. En febrero habían arrancado con los ensayos de su emblemática obra Venimos de muy lejos y los del Desconcierto, el espectáculo de la orquesta tìpica. A través de la plataforma Zoom están encarando ensayos virtuales y armando entre todes una obra para estrenar el año próximo. Cada 15 días comparten reuniones con la Red de Teatro Comunitario (integrada por unos 40 grupos de todo el país), intercambiando problemáticas, dinámicas de trabajo y de gestión. “Sentimos y se está demostrando el nivel de precariedad que hay en el sostenimiento de estos proyectos. Estamos buscando subsidios, pero realmente sentimos que las respuestas no son las que deberían ser. Está todo muy trabado, en CABA el gobierno complicó las cosas, hay mucha promesa, pero es a cuentagotas, no hay una acción que nos haga una diferencia. Hay cosas de fondo que nos ayudarían, como tarifas, estamos teniendo muchos gastos con el teatro cerrado, se nos está haciendo muy difícil, contamos con la colaboración de ‘Amigos utópicos’ que realizan aportes y la cuota de pertenencia que pagamos, eso ayuda un poco”, cuenta Gonzalo Domínguez.

El Épico de Floresta planea realizar una gorra virtual para la presentación de una serie de monólogos sobre la nueva obra en la que están trabajando: Épicas: historias sobre mujeres. En 2016 fueron desalojados del Corralón de Floresta –espacio autogestivo en el que se congregaban varias agrupaciones artísticas y una huerta– y allí tenían una sala de teatro y un depósito que construyeron gracias al esfuerzo de les vecines. El Gobierno de la Ciudad se comprometió a devolvérselos pero hasta el momento no lo hizo y en estos últimos años ensayaron al aire libre. Ahora el objetivo inmediato es acompañar a les vecines, contenerles y propiciar el entretenimiento. “Almamate es esa cita semanal en un espacio amistoso, en el que soy alguien en la mirada de los otros, y me reconozco, y los reconozco, con cuerpo, con rostro” dicen les integrantes de este grupo de teatro comunitario del barrio de Flores. “Hemos armado también un espacio virtual propio, bautizado ‘La Palmera Pandemonio’, abierto las 24 horas, los siete días de la semana, donde todes vamos enviando los trabajos que los equipos de artística nos proponen, porque consideramos fundamental sostener las actividades tanto de la Orquesta como del Teatro”. Si bien se venían juntando los sábados en la Plaza de los Periodistas, en Nazca y Neuquén, también alquilan una casa donde guardan instrumentos, vestuarios y materiales. Con 18 años de militancia teatral, aspiran a tener un espacio propio.

Cura de barrio: La situación del teatro comunitario
Ranchos, Buenos Aires

Lo que la peste nos dejó

Los Okupas del Andén, de La Plata, cuentan que “la primera reunión virtual que tuvimos, terminó con lágrimas de agradecimiento por lo que entre todes habíamos logrado: romper el aislamiento”. En cuanto a las necesidades económicas del grupo, afirman: “Nosotros compartimos un espacio de la vieja estación provincial, y ayudamos con los gastos de limpieza y mantenimiento. No pagamos alquiler, al no ir, porque la estación está cerrada entonces no tenemos ese costo, pero si tenemos en cuenta que nuestros coordinadores perciben una suma como pago de rol, que obviamente no están percibiendo, a pesar de que están coordinando y dirigiendo las clases virtuales; por otra parte la comisión de gestión está solicitando subsidios para esta emergencia económica”.

En el barrio de Parque Patricios un grupo de vecines moldearon una obra de teatro indagando en el pasado del barrio y, sin saberlo, se anticiparon a lo que se venía. El colectivo Pompapetriyasos estrenó en 2012 la primera versión de la obra Lo que la peste nos dejó. Comenzaron preguntándose por qué el Sur tiene el estigma de “feo, sucio y malo” y se apoyaron en el concepto de que “algo apesta”. Cuando iban a estrenar, empezaron las obras del subterráneo y se cerró el parque por lo que tuvieron que mudar el estreno al Parque Ameghino y descubrieron que ese lugar había oficiado como cementerio durante la epidemia de fiebre amarilla en 1871. La cárcel de la dictadura, el hospital de aislamiento más importante de Sudamérica (el Muñiz), el cementerio, un matadero, el ‘barrio de la quema’. “Empezamos a preguntarnos por qué y llegamos a la conclusión de que el acontecimiento de la fiebre amarilla había sido el mito fundante de este lugar temeroso, de este lugar del miedo, oscuro y que eso había definido la identidad de nuestro territorio y eso nos definía como habitantes del lugar donde vivimos”, afirma Agustina Ruiz Barrea, directora de los Pompapetriyasos.

Cura de barrio: La situación del teatro comunitario
Villurqueros

“Descubrimos que estaba bueno pensar: ¿qué es lo que la peste nos dejó?. Y eso tiene que ver con la pregunta: ¿qué es lo que esta pandemia nos dejará? En el desarrollo de nuestro espectáculo descubrimos que lo que la peste nos había dejado era un fantasma, que habita entre nosotros. En ese fantasma, el otro es un potencial generador de la peste. Tiene todo que ver con lo que está pasando ahora, nosotros no podemos creer la relación y cantidad de similitudes que hay en nuestro espectáculo con esta realidad que se está manifestando. Ahí nuevamente ponemos en relación esta línea finita entre la realidad y la ficción”.

¿Dónde buscamos certezas en esta época de contradicción y desconcierto?

El teatro tiene memoria.

Esa memoria es el suelo fértil donde brota la creación.

Cuando la realidad nos enferma de miedo, el arte nos abre los ojos.

Y cura.

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
Seguir leyendo

CABA

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Seguir leyendo

CABA

La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.064