CABA
El discípulo: Ignacio Bocles, médico embriólogo
Tras el aniversario del Día de la Ciencia Digna en el cumpleaños de Andrés Carrasco, esta entrevista a uno de sus discípulos ofrece otra mirada para pensar otras dos pandemias: la del pensamiento único, y la de los agrotóxicos. Por Anabel Pomar.

Ignacio Bocles tiene 31 años, es médico y docente de Embriología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Entre los años 2011 y 2013 trabajó en el laboratorio de Embriología Molecular del Instituto de Biología celular que dirigía el científico Andrés Carrasco, donde ingresó como pasante de la orientación de Embriología para estudiar los efectos del glifosato en embriones de rana.
El pasado 16 de junio se cumplió un nuevo aniversario del nacimiento de Carrasco -quien falleció en 2014-, cuyo guante recoge –entre muchos otros científicos- el Grupo de Epidemiología Salud Territorio y Ambiente (GESTA colectiva) del que Bocles forma parte junto a biólogos, ecólogo, socióloga, físico, químico, médicos y docentes, herramientas multidisciplinarias que apoyan a los Campamentos Sanitarios de la Facultad de Medicina de la Universidad de Rosario que analizan la situación sanitaria de poblaciones expuestas a agrotóxicos.
Qué es la ciencia
Mientras trabajaba junto a Carrasco, Bocles escuchó una frase del científico que marcaría su joven carrera: “Ustedes quieren ser contra-hegemónicos porque es una palabra que está de moda pero ser contra-hegemónicos significa que te dejen de saludar en los pasillos”. Dice hoy: “Andrés sufría eso a la vez que era inevitable por el peso académico que tenía, por su recorrido y su producción científica reconocida mundialmente. Luego empezaron las persecuciones y vivió el silencio del mundo académico y del establishment”.
¿Cómo se puede pensar la pandemia desde la mirada del establishment y cómo en la de la ciencia que promovía Carrasco?
La ciencia hegemónica en este sistema tiende a reducir los problemas, a mirar muy detenidamente una parte pequeña de éstos e intentar sacar conclusiones generales desde allí. Eso genera que, ante un problema concreto, algunos científicos sean los autorizados para hablar y otros no. Por ejemplo, ante el COVID-19, el epidemiólogo tiene mucha más voz que un ecólogo y es algo que se da por sentado. Está puesta más la mirada en un virus, cuánto dura en una superficie, a que temperatura, etc. que en las situaciones eco-sistémicas son las que propician que ese virus se propague. Pero, ¿es lo mismo hablar de este virus en una metrópoli que en una comunidad pequeña? ¿Es lo mismo una ciudad con aeropuertos internacionales, grandes centros comerciales a otra más chica? ¿Se necesitan tomar las mismas medidas? Cuando se habla de la pandemia no se tienen en cuenta estas cosas y tampoco se está contextualizando lo que sucede. Se habla de “un enemigo terrible que no sabemos de dónde salió” pero a esa afirmación se la priva de un contexto y tampoco se la problematiza. Se actúa como si todas estas complejidades no existieran.
Según Bocles, esta falta de perspectiva se explica en los modos de financiamiento de la ciencia, que tienden a inclinarse a favor de los intereses privados. Esto que ocurre a nivel mundial y tiene aquí su variante local: “Hoy cualquier investigador en Argentina, dentro de sus tareas cotidianas, y como parte de éstas, tiene la de buscar financiamiento y encontrar el modo de volverse atractivo para un grupo de personas que aporten un capital. Si bien aún tiene un cierto prestigio que sea el Estado quien lo haga, en los criterios que utiliza este último al evaluar qué líneas o proyectos financiar se fija también cuáles tienen chances de asociarse con algún privado o generar una patente”.
¿El Estado argentino entonces no escapa de esa lógica?
En algún momento se constituyó una lógica internacional de ciencia, de la que le científico argentino tampoco escapa. Para la visión estatal, en este contexto, hay una única ciencia, una única mirada de la ciencia, y un mundo de investigadores que es homogéneo y que no tiene ningún tipo de contradicción entre sí. Hay un problema muy grande cuando le decimos ciencia por igual a esas dos formas de producir conocimiento – al servicio de los intereses corporativos o a las destinadas a mejorar la vida de las poblaciones- y uno aun mayor cuando toda la estructura del Estado se organiza respondiendo a un lobby de tecnócratas a favor del desarrollo de conocimientos esquivos del sector privado. Hay necesidad de pensar ciencia en otra dimensión en donde el pensamiento estatal no responda a la lógica del sector privado sino a necesidades de la población concreta.

Otras pandemias
Porteño, hijo menor de dos hermanos, Ignacio fue criado en un contexto familiar atravesado por luchas sociales, golpeado por la dictadura, donde la militancia nutrió -dice- su sensibilidad social y la forma en que interpreta la realidad. Militancia que también continúa desde GESTA y también en “La Brancaleone” un espacio cultural-político nacido en la Facultad de Medicina desde donde proponen que el problema actual no es científico, sino político.
¿Es posible romper esa lógica de pensamiento único?
Hay que reconocer los límites de lo que se puede cambiar en este contexto; poner nuestra creatividad y elevar los limites de las discusiones para poder transformar esas realidades mientras no nos extinga una pandemia nueva ya es un gran paso. Necesitamos otro involucramiento y una organización social diferente donde el científico debe dar cuenta a la sociedad de lo que hace. Frente a esto surge la pregunta que planteaba Andrés Carrasco, y de la que muchos nos hacemos eco, ¿ciencia para qué? ¿Ciencia para quién? En ese sentido lo que tratamos es de poner nuestros conocimientos al servicio de distintas construcciones sociales.
Muchos análisis desde este tipo de ciencia describen, precisamente, que la frecuencia de aparición de pandemias es cada vez más alta y enumeran qué actividades humanas estarían propiciando que eso suceda. “Pero esa situación no está en tela de juicio”, vuelve a insistir Bocles. “Creemos que una forma de aporte es sistematizar lo que ya saben las propias poblaciones de sus afectaciones. Contribuir a que esa información sea una herramienta de denuncia pero también una forma de potenciar ese conocimiento es saber más sobre lo que está pasando”.
¿Puede pensarse a los agrotóxicos como algo similar a una pandemia?
Es una tentación denominar a las afectaciones por agrotóxicos como una pandemia, y creo que es muy posible generar lazos acerca de las causas profundas que relacionen la problemática del Covid 19 y los extractivismos en general y el agroextractivismo en particular. A mí no me termina de convencer, porque creo que llamando pandemia a la problemática de agrotóxicos se la aliviana. Por su lado, la destrucción de la biodiversidad, el desmonte y los endicamientos, producto de esta forma de producir, nos hace particularmente vulnerables a plagas y pandemias, en particular porque la diversidad suele morigerar estos fenómenos. La destrucción de la biodiversidad altera la circulación de nutrientes, agota los suelos. La destrucción de la biodiversidad disminuye la capacidad de regulación térmica de los sistemas. La destrucción de la biodiversidad disminuye la cantidad, la complejidad y la riqueza de la información de los sistemas y sus diálogos internos. Entonces, si: el agroextractivismo y el uso indiscriminado de agrotóxicos tiene un impacto y un vínculo claro con las pandemias, pero las pandemias de alguna manera nos recuerdan que somos un actor más en los ecosistemas, que son complejos y dialogan. Las afecciones generadas por los agrotóxicos coinciden con las pandemias porque todos estamos afectados por ellos. En ese sentido probablemente sea la mayor de las pandemias ocurridas hasta ahora.
¿Cuáles serían entonces las diferencias con el Covid?
Por sobre todas las cosas, los agrotóxicos en el ambiente son un producto absolutamente decidido y referido a humanos utilizándolos, envenenándonos a nosotros mismos y a nuestros ambientes. Si no se tratara de una parte clave de un fenómeno de concentración de la riqueza pocas veces visto en la historia de la humanidad, diría que es el fenómeno más estúpido de las especies que habitamos el planeta. Pero probablemente sea solo uno de los más crueles y cínicos.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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