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Sin corona, virus: La pandemia en la Villa 31

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La pandemia en la Villa 31. Fue el epicentro de contagios durante varias semanas, pero logró reponerse gracias a la organización barrial. El costo fue altísimo: referentes muertos y aislados, mientras los gobiernos de Ciudad y Nación siguen sin entender la complejidad del territorio. Qué dicen quienes viven allí sobre lo que pasó y lo que viene. Por Claudia Acuña.

Sin corona, virus: La pandemia en la Villa 31
Foto: Nacho Yuchark

Analizar lo qué pasó y cómo pasó. De eso se trata. Lo hacen todos los países que ya fueron azotados por la pandemia: China, Alemania, Reino Unido o Italia son ejemplos concretos. En cada uno de estos países, una vez controlada la crisis, un equipo de renombrados especialistas puso el ojo en el centro del huracán: pequeñas ciudades donde se sufrió el foco más cruel del coronavirus. ¿Por qué? Para saber y para aprender. Supieron así que las premoniciones algorítmicas no eran certeras. Que el virus no crece exponencialmente, sino que aumenta hasta que merma, no solo en la cantidad de personas que infecta sino en la forma en la que lo hace. Supieron también que la cantidad de infectados fue mayor que la que fueron capaces de medir las autoridades sanitarias en plena pandemia y que su nivel de propagación está incentivado por las grandes multitudes: el hacinamiento es su mejor hábitat. También establecieron un promedio: la tasa de mortalidad fue del 0,37% en Gangelt, Alemania, 0,43% en Bergamo, Italia, 6,2% en todo Reino Unido y 1,4% en Wuhan, donde comenzó esta historia.

Analizar qué pasó y cómo en la Villa 31 nos permitiría saber y aprender, pero no hay todavía ningún equipo de expertos haciendo ese trabajo, aunque sí se ven por todos lados empleados precarizados por del gobierno porteño luciendo un mameluco blanco, barbijo, máscara y un termómetro digital. Es sábado y eso significa uno de los tantos milagros que produjo este barrio a un costo brutal: 25 muertes, 2.286 personas infectadas.

El mayor y más bestial de los daños lo mide una experta en este tipo de tragedias: Eli, la cocinera del jardín Sueños Bajitos. “Llegué a las 6 de la mañana y ya había una cola de 10 personas para retirar la vianda que entregamos recién a las 12. Cada semana llegan más temprano porque cada día hay más hambre”. Son las once y la cola ya acumula más de cincuenta mujeres, niños, niñas –no hay hombres– que envueltas en frazadas mitigan el viento helado. A pesar del abrigo, tiritan. El estómago vacío es la intemperie.

Joaquín Cara es médico y desde el 2004 colabora en el barrio. “Bauticé a mis tres hijos en la parroquia Cristo Obrero. Trabajé voluntariamente hasta diciembre del año pasado y me fui a provincia, pero cuando estalló la crisis volví para dar una mano”. Su conclusión de lo vivido allí estos meses de pandemia: “Se hizo todo tan mal que hoy podemos decir que la situación en el barrio está mejor, porque peor no se puede estar”. Lo peor lo resume así: el gobierno porteño había montado una Unidad de Detección Febril de Urgencia (UFU) que atendía hasta las cuatro de la tarde, a la que luego se sumó otra del Ministerio de Salud de Nación, montada en un camión. Al principio solo recibían entre 4 y 8 personas por día a las que les hacían un hisopado cuyo resultado estaba listo en el transcurso de la tarde. Pero cuando comenzaron a llegar 100 personas por día los resultados del hisopado comenzaron a demorar y en ese lapso o bien los hacían regresar a sus casas o los trasladaban en micros escolares a hospitales, sin contención, ni información ni suficiente comida, mezclando personas con y sin síntomas. “Si no tenías el virus te lo agarrabas ahí” sintetiza. La crisis estalló con la muerte de Ramona Medina y dejó así en evidencia que el virus atacó en la zona más vulnerable: la que soportó la pandemia sin agua durante 15 días.

Apenas comenzado el aislamiento social obligatorio el barrio creó un Comité de Crisis conformado por los comedores, merenderos, organizaciones sociales y partidos políticos más las iglesias, en un esfuerzo por unir fuerzas para ser escuchados. No lo lograron hasta que estalló la muerte evitable de Ramona, que les abrió las puertas del gobierno porteño y nacional, empujadas por la indignación que sembró esa noticia en las redes sociales. Hoy la familia de Ramona ya no está en el barrio y su casa está vacía, como varias de esa cuadra. El porqué es una llaga: el 14 de diciembre de 2018 la Legislatura porteña aprobó la ley de urbanización de la villa 31, que anunciaba “la construcción de unas 1.200 nuevas viviendas y un plan de mejoramiento de las existentes que consistirá en dotar a las unidades de conectividad de infraestructura para la red de agua potable, energía eléctrica, desagüe cloacal y pluvial; y la disposición de oferta educativa, sanitaria y de movilidad”. La cuadra de Ramona es una de las tantas que tendría que haber sido trasladada a las viviendas prometidas. La pandemia dejó en evidencia que la ley y la inversión de 800 millones que el gobierno porteño asegura haber invertido en el barrio eran nada.

Cargando todo este contexto y no a pesar de él, el Comité de Crisis se reunió con las autoridades del gobierno porteño y planteó un protocolo que hoy se convierte en modelo de intervención territorial, único en el mundo. Fueron las personas organizadas quienes definieron cómo enfrentar la pandemia estableciendo principios claros:

  1. Búsqueda activa: en lugar de esperar la demanda de casos, salir a buscarlos.Conciencia social: brindar información clara y confiable. Según las palabras de una vecina integrante del Comité “Se trata de que cada uno aporte para salir de esta crisis todos. Fomentar la responsabilidad social, pensar en el otro –el amigo, el vecino–, y saber que con mezquindad y egoísmo no combatimos este virus.
  2. Difundir medidas claras y posibles para cuidarse. “El barbijo es muy importante; no los guantes, que te cuidan a vos pero no a los demás porque el látex arrastra al virus. Lavarse las manos, dejar los zapatos en la puerta. Si no hay suficiente agua para bañarte cada vez que volvés a tu casa, al menos lavarte bien las manos y la cara con agua y jabón. Desinfectar con lavandina: una tapita en un litro de agua es suficiente”.
  3. Comprender que en un territorio así no llegás a 55 mil personas con un spot de tevé. La comunicación debe ser por los canales de difusión que ya tiene el barrio: sus paredes, comedores, merenderos, organizaciones sociales y medios: un ejemplo, el canal de la villa Urbana tevé transmitió en directo todas las reuniones del Comité de Crisis con las autoridades.
  4. Comprender que el problema real y de fondo que deja en evidencia esta pandemia es que no puede haber asentamientos como estos: si no existen condiciones dignas de vida no hay salud.

Lograron así que de aquellos 100 casos diarios se bajara hoy a menos de 10.

Lograron también que las 55 promotoras de salud -que atajaron el peor momento de la crisis con contratos precarios- sean formalmente incorporadas a la planta interina del Estado porteño y cuenten con un salario más digno y un seguro. Falta todavía que las familias aisladas reciban la comida y elementos de limpieza en forma suficiente, pero al menos lograron que los comedores reciban más mercadería para enfrentar lo peor, que siempre en ese barrio es el hambre y sus consecuencias: la falta de horizonte, esa pandemia social a la que resisten como esta y como siempre, inventando lo que les niegan.

No lograron, por cierto, que las respuestas lleguen a tiempo y todavía ni siquiera en forma suficiente, pero han logrado otro increíble milagro: sucedió en “El Comedor del fondo”, la trinchera que desde hace años da comida y contención a adolescentes y niñes que sobreviven en containers oxidados y consumen paco. “El virus comenzó a golpearnos porque al comedor vienen a buscar comida las personas en situación de calle que pasan la noche en el parador de Retiro que tuvo los primeros infectados de la zona. En ese momento a los chicos la policía les incautaba los carros y les decía: quédense en sus casas. Y los pibes respondían: ¿qué casa? Luego, el brote llegó a afectar a muchos colaboradores del comedor y tuvieron que venir funcionarios. Lo que produjo esta situación es que por primera vez nos vieron. Por un lado, vieron cómo explotó el comedor: de entregar 100 raciones diarias pasamos a tener que responder a 400 demandas de comida diaria. Y por otro lado, vieron a los pibes. Esta semana fuimos a buscar al Centro de Aislamiento de Costa Salguero a 20 pibes que pasaron ahí 15 días aislados. Para ellos fue increíble tener por primera vez cama, abrigo, comida, techo. Cuando les dieron el alta, planteamos ¿y ahora dónde los mandan? Y les dieron un subsidio habitacional. Ahora recibimos de lunes a lunes 450 raciones de comida, nos dieron anafes, garrafas, recursos. Desde ese punto de vista, el de los pibes, y después de estar durante ocho años remando en dulce de leche, logramos que el coronavirus provoque eso: que nos vieran”, resume Javier, uno de los tantos expertos que en este territorio le han ganado una batalla decisiva a esa pandemia que deja ciego, sordo y prepotente al Estado.

Superado el pico, obtenidos algunos recursos centrales para darle batalla al virus, ¿qué otras puertas abre esta brutal experiencia? Responde Julián, de El Campito, respuesto ya del contagio que lo recluyó quince días en un hotel en una habitación donde el solo entraba el sol durante un minuto y medio: “Lo que tenemos que pensar es que estas condiciones de vida son las que producen estas enfermedades. Y que la solución de fondo es una sola: terminar con el hacinamiento y la indignidad que representa este tipo de asentamientos”. El barrio tenía un proyecto de urbanización que las autoridades porteñas ignoraron. Contemplaba, por ejemplo, la construcción de un hospital que ahora el coronavirus justificó con notables argumentos. “La crisis dejó en evidencia que la llamada urbanización que quiso imponer el gobierno porteño es un cuento”. La falta de agua fue la prueba evidente, porque el virus lo marcó territorialmente: ahí donde faltó, fue en donde hubo más infectados y más muertes. También el aislamiento obligado dejó en evidencia que, por ejemplo, no funcionaban las antenas que tenían que darle conectividad satelital al barrio. En una reunión admitieron que de las 37 colocadas, 23 no funcionan. Pero no es tan evidente para el resto en este barrio en el que todas las noches frías se corta la luz, porque no hay gas natural y la red instalada no soporta que en muchas casas se enchufe al mismo tiempo una estufa eléctrica. Y esa falta de gas implica que todas las casas necesiten una garrafa, que es cara y no todos pueden comprarla, mucho menos ahora cuando es imposible generarse un ingreso. La lista sigue y conduce siempre a un mismo horizonte: lograr que el barrio tenga todo lo que le falta. 

 El coronavirus, entonces, es también el nombre de una oportunidad para lograrlo.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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