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Nietes organizades: derechos humanos 3.0

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Se organizaron hace un año y pese a la cuarentena activaron la tecnología para consolidarse como grupo con nombre propio: Nietes. Las consignas de sus abueles y las actuales. La reivindicación de más de 400 personas desaparecidas por su orientación sexual o identidad de género. De los pañuelos blancos a los de colores. La diversidad y una propuesta que a la consigna Memoria, Verdad y Justicia le agrega una palabra: alegría. Por María del Carmen Varela.

Nietes organizades: derechos humanos 3.0

Indiana Golçalves Boscarol, Emilia Pasternak, Joaquín Medina y Malena Moreno tienen mucho en común. Son jóvenes con historias marcadas por los estragos de una dictadura atroz que hace más de cuatro décadas les arrancó la vida a otres jóvenes: sus abuelas y abuelos desaparecidos en los años 70. Algunes de estes nietas y nietos ya se conocían por la militancia de sus madres y padres en H.I.J.O.S., donde compartieron viajes, asados y marchas, a veces  sin saberlo. Ahora, Joaquín tiene 16 años e Indiana, 30; entre esas edades oscilan las de sus compañeres de Nietes, la agrupación que se fue gestando a partir de 2013 cuando formaron un grupo de Facebook y luego concretaron una reunión presencial. 

La mayoría eran adolescentes y, cuentan, costó sostener el espacio del encuentro. Los años posteriores, de acercamiento a la militancia en distintas agrupaciones sociales y políticas, hicieron finalmente que pudieran darle nombre y consistencia a un movimiento que reúne la sincronía generacional, la memoria familiar que late y respira, y las ganas de poner cuerpo y esencia a una época.

El nombre propio

La primera reunión formal de Nietes fue en agosto del año pasado en un centro cultural de La Plata gestionado por artistas, en el que trabaja la mamá de Emilia. Eran veinte, en su mayoría de La Plata y alrededores. La primera actividad de la que participaron fue la marcha del 16 de septiembre. Frente al Ministerio de Educación platense colgaron pañuelos en los que escribieron consignas que pensaron en grupo y los nombres de sus abuelas y abuelos desaparecides. En marzo de este año comenzaron a organizar un festival como evento fundacional, con el objetivo de que más nietes pudieran acercarse y sumarse a la agrupación. Pero el aislamiento preventivo les obligó a suspenderlo. Tampoco pudieron concretar el deseo de participar –con la bandera y remeras que ya tenían listas– de su primera marcha como Nietes el 24 de marzo. De todos modos, apelaron a las redes para darse a conocer y ya son casi 70 las nietas y nietos que están en contacto de manera virtual. Realizaron dos asambleas por la plataforma Zoom, mantienen el trato cotidiano a través de un grupo de Whatsapp y armaron comisiones de trabajo por áreas. También hubo una propuesta de conectar colectivamente a través del arte: recurrieron a Los Detectives Salvajes, una colección de poesías recopilada por Julián Axat y Juan Aiub (padrastro de Emilia). Ambos son hijos de desaparecidos y la iniciativa surgió a partir de que Juan encontró en 2007 un cuaderno Éxito con poesías de su padre y decidió publicarlas. Luego les llegaron más poesías y textos pertenecientes a otres desaparecides, y así armaron la colección.  En Nietes tomaron algunos fragmentos y junto a otros dos libros de escritores desaparecides platenses desaparecidos los enviaron al grupo. Realizaron un video con la propuesta y en base al material cada une eligió un poema o un texto para armar una nueva obra con una impronta personal desde las propias habilidades o gustos. Apuntan a conocerse más y poder interactuar de este modo en el contexto de encierro.

¿Hubo que ponerse de acuerdo en el nombre Nietes, con e, o surgió naturalmente? Cuenta Malena, de 22 años: “Hubo que charlarlo pero surgió en la primera reunión, una de las cosas que acordamos fue esto de que somos nietes tercera generación, nietes de los 70 e hijes de los 90, una tercera generación de lucha que contempla los derechos humanos con una mirada más amplia. Levantamos  las luchas por los derechos de las mujeres y las identidades, acompañamos la lucha feminista, retomamos el verde del aborto. Son nuestras propias luchas. Sabemos que ni nuestros padres y abueles lucharon por eso, porque en ese momento no aparecían esos temas. Son discusiones que seguimos dando, como reivindicar a las disidencias que fueron desaparecidas. No todes quienes forman parte de la organización las tienen ya dadas, no son discusiones cerradas, se van construyendo; pero sí hubo ahí un ponernos de acuerdo en que esas luchas se levanten, y también es necesario que haya una inclusión en el nombre. Por eso la e”.

Durante el verano les Nietes se pusieron en contacto con Madres y Abuelas, luego llegó la pandemia. “Todavía no tuvimos un encuentro más formal con el resto de los organismos de derechos humanos”, dice Malena. “Quizás el organismo con el que más nos relacionamos es H.I.J.O.S. La mayoría son nuestros padres. Recibimos apoyo, estamos todavía formándonos, queremos aprovechar a las Abuelas todo lo que podamos porque están grandes”, suma Emilia. Explica Indiana: “Hubo un boom, con la cuarentena, de gente que se acercó y cada semana se van sumando dos o tres personas nuevas. La idea es, una vez conformados ciertos consensos, acercarnos a los organismos, presentarnos y poder trabajar levantando las banderas de Memoria, Verdad y Justicia, llevando como norte a las Madres, a las Abuelas, a H.I.J.O.S. y a Familiares, que nos facilita mucho porque ya tienen muchas discusiones saldadas. Nosotres podemos construir con más diversidad desde esos espacios. Nos une que somos todes nietes de una misma historia, esa pertenencia ya es una base que está buenísima para empezar a trabajar”. 

Historias extraordinarias

La historia familiar de cada une revela la raíz de este joven entramado. 

Cecilia Eguía y Santiago Sánchez Viamonte, abueles maternes de Emilia Pasternak, militaban en el Partido Comunista Marxista Leninista. A mediados de los 70 se fueron a Mar del Plata junto a otros dos militantes, Pablo Balut y Otilio Pascua. Cecilia se contactó con Erenia Martínez Cámara, su suegra, para pedirle que fuera a buscar a sus dos hijas porque ella estaba enferma. Se encontraron en la terminal de micros. Erenia sabía que su nuera no estaba enferma y que probablemente ese fuera el último café que tomaban juntas. Se despidieron y partió con  sus nietas. Quince días más tarde el portero del edificio marplatense donde vivían Cecilia y Santiago los delató. Era octubre del 77, y tenían 23 y 25 años. 

Verónica –madre de Emilia– y su hermana se criaron con sus abueles maternos y paternos. De chica, Verónica formó un “club de investigación” con su amiga Lucía –también hija de desaparecides– para averiguar dónde estaban sus padres. Verónica no sabía, sus abueles no le hablaban del tema y la familia de Lucía le había dicho que sus padres estaban de viaje en África. “La historia la descubren solas –cuenta Emilia–, mi vieja siempre me lo contó a modo de cuento. Se hablaba mucho en mi casa, justamente porque mi mamá con sus abuelas no hablaba y eso es algo que se muestra generacionalmente en Nietes. Se empieza a dar más importancia a la palabra, a decir lo que pasó y no darlo por obvio”. La bisabuela paterna de Emilia, Erenia, es parte de Madres de Plaza de Mayo y su madre, Verónica, es arquitecta, docente y militó en HIJOS. Escribió un libro, Magdalufi, desde la perspectiva de esa niña que intentaba reconstruir la historia de sus padres con fotos y relatos y combatir con retazos vitales la desolación de la ausencia. Santiago, el abuelo de Emilia, jugaba al rugby y ella tiene una conexión especial con el deporte. Forma parte del proyecto Brujas en las canchas, en el campo de deportes de la Universidad Nacional de La Plata, que organiza talleres con perspectiva feminista. Tiene 21 años, dos hermanes por parte de su madre, hijes de Juan Aiub, estudia Diseño y Comunicación Visual, juega al vóley y le gusta pintar. 

Les abueles paternes de Joaquín Medina se conocieron en La Plata. Elizabeth Kennel era oriunda de Ensenada, militaba en la JTP (Juventud Trabajadora Peronista). Daniel Medina había nacido en Orense, un pueblo cercano a Tres Arroyos, y  militaba en Montoneros. Se recibió de abogado y trabajó en el Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires. Se fueron a vivir a Tandil a mediados de los 70 y allí nació el papá de Joaquín. Daniel trabajaba como abogado laboralista y estaba defendiendo en un juicio a obreros de una metalúrgica tandilense cuando se produjo el golpe de Estado del 76. En octubre de ese mismo año fue desaparecido; aún no se sabe nada de él. Tenía 30 años. En la vereda de la casa donde fue secuestrado hay una baldosa con su nombre y en Orense, su ciudad natal, una calle también lo recuerda.

Elizabeth y su hijo vivieron escondides hasta que en el 78 se fueron a vivir a Mar del Plata. Allí una compañera delata a Elizabeth. Al enterarse, lleva a su hijo a casa de familiares, intenta ir a Tandil y es secuestrada durante el viaje. Fue encerrada y atada con varies compañeres más en una casilla en un balneario de  Mar del Plata, donde sucedió lo que se conoce como la Masacre de Luna Roja. Pusieron una bomba con elles adentro e hicieron circular la versión de que estaban intentando fabricar un explosivo casero para usar en un atentado que estalló accidentalmente. Elizabeth tenía 28 años. En 2013 se hizo en ese lugar un monumento luego de que en 2011 el Equipo de Antropología Forense identificara los restos de cuatro de las cinco víctimas. Ese monumento fue destruido el año pasado: lo arrasó una topadora autorizada por el responsable de la concesión del balneario. 

“Soy Indiana Golçalves Boscarol y puedo decirlo porque sé quién soy. Me presento así hace muchos años” dice Indiana, de 30 años. Su abuelo, Gastón Golçalves, desapareció el 24 de marzo de 1976. Tenía 26 años. El día del golpe estaba en Capital. Militaba en la JP (Juventud Peronista) y en la columna norte de Montoneros, con  base en Garín. Su impulso fue ir hacia Garín.  A mitad de camino el colectivo en el que viajaba fue interceptado. Anotó el teléfono de su casa en un papelito, se lo dio a la persona que tenía sentada al lado y le pidió que si se lo llevaban, avisara a su familia.  Estuvo detenido en la comisaría de Escobar. Ya había tenido varios encontronazos con el entonces policía Luis Abelardo Patti, quien en 2011 fue condenado como su asesino en el  juicio que arrancó un año antes. Los restos fueron encontrados por el Equipo Argentino de Antropología Forense, gracias al testimonio de trabajadores del cementerio de Garín, donde había sido enterrado como NN. “Mi abuelo paterno estaba separado de mi abuela. Mi papá tenía 6 años cuando secuestraron a Gastón, su padre. Con su mamá –mi abuela- vivieron en la clandestinidad, se fueron a Villa Gesell, después a Brasil. Mi papá  hizo la primaria en once escuelas distintas”. 

El papá de Indiana es Gastón Golçalves, bajista de la banda Los Pericos, quien en 1995 conoció a  Manuel -su hermano- hijo de su padre Gastón y de Ana, su compañera. Manuel nació tres meses después de que secuestraran a su padre. En noviembre del 76, era un  bebé de cinco meses y estaba en una casa con su madre, Ana, otro matrimonio de apellido Amestoy y sus dos hijos. Acribillaron el frente de la casa y tiraron gases lacrimógenos por el techo. Los Amestoy escondieron a sus hijos en el baño y ambos murieron asfixiados por los gases. El matrimonio y Ana murieron acribillados. 

El único sobreviviente de lo que se conoce como la masacre de San Nicolás, es Manuel, a quien Ana había envuelto en frazadas y escondido en el ropero. Fue trasladado con graves problemas respiratorios al hospital de San Nicolás y durante esos tres meses de internación estuvo con custodia policial. El Juzgado de menores lo puso en el circuito de adopción y Manuel fue adoptado por una familia de Guernica que le puso el nombre Claudio. Siempre supo que lo habían adoptado. “Mi tío era fanático de Los Pericos. Cuando le contaron, él tenía un póster, lo señaló a mi papá y preguntó si era él y si era de Boca, que para los dos eso era re importante. Cuando eso sucede mi papá estaba en una gira en Estados Unidos, mi mamá lo llama y le dice che, lo encontraron y es de Boca, ese era el dato vital que los unía”. Indiana es productora de eventos y trabaja hace siete años en el Programa Jóvenes y Memoria Regional CABA, en el Espacio Memoria ex ESMA. 

Simón –hijo de Elizabeth y Daniel– fue trasladado con sus abueles a Ensenada. Elles mueren siendo Simón muy joven. Cuenta Joaquín: “Se las rebuscó como pudo, conoció a mi vieja que también fue militante en su momento. Mis abuelos por parte de ella también militaban, mi abuelo fue concejal  en Ensenada. Mi viejo no quería militar. Yo cada tanto preguntaba. A mis 10 años me contaron todo y quise arrancar a militar, lo empujé a mi viejo para que empiece, que le meta ganas, que luche, porque es su historia. Él ahora milita conmigo, fue uno de los que formaron H.I.J.O.S. en Ensenada y al día de hoy seguimos militando por la Memoria, la Verdad y la Justicia”. ¿Qué es la política y qué es la militancia? “Política hacemos todes, desde nuestro lugar y construyendo como cada une piense que es mejor. Todes somos seres políticos. La política tiene que ser la herramienta para la transformación. La militancia es ponerle el cuerpo a las ideas, llevarlas a cabo de manera organizada”.

El abuelo paterno de Malena, Carlos Alberto Moreno, estudiaba Derecho en La Plata y en esa ciudad conoció a su compañera, Susana Lofeudo. Una vez que se recibió se fueron a vivir a Olavarría, ciudad natal de Carlos. Allí ejerció como abogado laboralista y defendió a los obreros de la empresa cementera Loma Negra. Luego de haber ganado los juicios iniciados por el sindicato, desapareció. Tenía 29 años, un hijo de un año y Susana estaba embarazada del papá de Malena. Como Carlos tardaba mucho en regresar de hacer un mandado, Susana salió a dar una vuelta a la manzana, preguntó y le dijeron que lo habían visto pasar por el kiosco. Llovía; en esa caminata desesperada, Susana encontró tirados en el piso un paquete de cigarrillos de la marca que fumaba Carlos y un chocolate que era el que a ella le gustaba. No le quedaron dudas de que lo habían secuestrado. Fue trasladado a un centro clandestino de detención en Tandil, la quinta de los hermanos Emilio y Julio Méndez, donde fue torturado y logró escapar. Fue recapturado y fusilado. 

Malena: “Todo esto lo sabemos porque mi abuela insistió un montón en visibilizarlo, recurrió a casas de militares a golpearles la puerta y a decirles que se lo habían llevado. Presentían que esto podía llegar a suceder, habían barajado la posibilidad de exiliarse y mi abuelo no quería. Al tiempo le dan el cuerpo, eso hizo que se pudiera hacer el juicio, tanto los genocidas como los cómplices civiles fueron condenados. Es el primer juicio donde hay cómplices civiles presos fue el juicio que permitió demostrar con pruebas que la dictadura sin la complicidad civil no hubiera sido posible. Fueron presos tres militares y los hermanos Méndez, dueños del centro clandestino. La idea era hacerle un juicio a Loma Negra. Ahora se frenaron las causas pero imagino que se van a retomar en algún momento”. 

La abuela de Malena volvió a vivir a La Plata, donde estaba su familia. Su papá y su tío militan en H.I.J.O.S. desde sus inicios. “Yo me entero de esta historia como un cuento, como dice Emilia. La que me lo cuenta es mi abuela y es una historia romántica y trágica en la que siempre se termina llorando. Con las familias intentamos levantar esto con la alegría de que se hizo justicia. En el momento en que se realizó el juicio en Tandil hicimos un festival y medio que tomamos la ciudad para visibilizar el suceso. Fue en febrero de 2012, en carnaval, se hizo un evento cultural muy lindo y a la consigna que llevamos –que era Memoria, Verdad y Justicia– agregamos la palabra Alegría”.

Banderas y pañuelos

¿Cómo se sigue construyendo política en esta época? 

Indiana: “Con las banderas que seguimos levantando. Nietes es un espacio de construcción política; la militancia tiene que ver con un compromiso y con poder hacerlo de forma colectiva y activa. Yo soy de les nietes más grandes porque tuve un abuelo muy joven y un padre también muy joven, entonces me encuentro con estas juventudes que no son tan lejanas a mí pero  ya hay un salto etario. Es hermoso que tres pilares como la Verdad, la Memoria y la Justicia puedan seguir atravesando y uniendo una generación para que nunca se caigan y sigamos diciendo Nunca Más.  30.000 es un número que nos suena natural a nosotres pero costó mucho que el Estado lo reconozca”. Agrega Malena: “Todes somos sujetes polítiques, que hacemos política en nuestro andar, hasta cuando  compramos determinado paquete de galletitas. La militancia está en esa conciencia y en ese compromiso con la modificación de la realidad, con un pensar que las cosas podrían ser mejores y hacerlo colectivo”.

¿Cuáles son los desafíos que plantea este momento? 

¿Cuáles son las discusiones que hay que dar en este contexto? 

Indiana: “Estamos muy centrades en poder trabajar con cosas que fueron invisibilizadas porque eran luchas no conquistadas hasta el momento. Estamos teniendo mucho acercamiento a las militancias y los activismos de la diversidad, trabajando sobre las 400 personas desaparecidas que fueron perseguidas por su orientación sexual o su identidad de género y es algo que hoy está muy presente. Son discusiones que por ahí no se dieron porque no estaban conquistados todos esos espacios. El pañuelo como bandera, tres generaciones después: ayer era un pañuelo blanco y hoy es el pañuelo verde, el violeta, el naranja, el pañuelo como símbolo que atraviesa tres generaciones y creo que va a seguir atravesando a más generaciones con los colores que vaya conquistando cada lucha. También nos sumamos a abrazar a Cristina Castro, la mamá de Facundo Astudillo Castro”.

Un movimiento político.

Un cuerpo que camina y sueña.

Un anhelo de muches.

Y la imagen del abrazo que fusiona a tres generaciones: atado al tronco de un árbol –el 16 de septiembre del año pasado en La Plata– un pañuelo blanco que dice Nietes en letras negras de imprenta mayúscula y debajo, en cursiva “tenían nuestra edad”. 

Portada

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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