Por Susy Shock. Ilustración: Anahí Bazán Jara.

¿Y qué era esa tos?

En los medios de comunicación se pasaban horas y horas advirtiendo que este virus tenía ese síntoma, junto a la fiebre y la pérdida de olfato, como señales inequívocas de estar infectado, y que una vez vacunadas, las personas mejoraban. Pero algo extraño estaba sucediendo: la tos no se curaba, redoblaban las dosis de vacunas y no se curaba, y sobre todo, esto se agravaba en las zonas más superpobladas, las más urbanizadas, las de mayor concentración poblacional; crecía y crecía esa tos. 

Era un coro ruidoso y desafinado de edificio en edificio: nunca la humanidad estuvo tan desafinada y a coro. Ya Malva había advertido que este era sólo el comienzo, que ese ruido era el comienzo de la perdida de las palabras, que estaban condenados poco a poco a no emitirlas y quedar sin voz, ser sólo una gran tos sin entendimiento. ¨No exagero, muchachas, parece ciencia ficción, pero esto estaba escrito: es un mundo pobre que lo dijo ‘demasiado todo’, y que tuvo el horror de hablar por nosotras, y ya sabemos que lo ha hecho feo y mal, y se está muriendo irremediablemente por su propia boca¨. 

Por eso el apuro de huir de allí, refugiarnos de esa tos, que era resguardarnos de una parte muy mayoritaria de la humanidad que, sin palabras, empezaba a sacar lo peor de su instinto. Algunos se mandaban mensajes de textos y creían que así se hacían entender, pero la tos incomodaba más y más y el humor empeoraba y la violencia estallaba. ¨Las travas nunca tuvimos voz, quizás esta sea nuestra venganza poética¨, decía esta vieja Chamana, y nosotras escuchábamos, medio asombradas, medio asustadas, pero creyéndole cada palabra.

¿Cómo poner en dudas siglos de nuestro obligado silencio? ¿Cómo no ver en este momento la señal de huida de algo tan cruel, un sistema opresor y de pocas alas?

“Y esta vez no lo vamos a debatir, perdimos a demasiadas de las nuestras, en querer ser parte de su mundo: ahora el mundo se les cae en pedazos, y nosotras tenemos que salvarnos de ellos, urgentemente”.

Y todas miramos al frente. 

La Ciudad de Rafaela estaba cerca. 

Y allí nos esperaba una nueva parada.