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La mirada humedal
Asamblea No a la entrega de la Costa Avellaneda-Quilmes. Una asamblea enfrenta gobiernos y empresas para cuidar un cordón natural que protege flora, fauna y vida humana. Se frenó un proyecto de Techint, pero siguen las amenazas inmobiliarias. La comparación con los humedales del Delta. El relleno de basura, la contaminación, las topadoras. La Ley que no avanza. Y cómo cambiar la mirada sobre lo cotidiano. Por Francisco Pandolfi.

«Si uno escucha desmonte, enseguida lo asocia con Chaco, con Salta, y no: pasa acá también, en Avellaneda”, arranca Néstor Saracho, verborrágico, porque hay mucho para contar. Es uno de los históricos integrantes de la Asamblea No a la Entrega de la Costa Avellaneda-Quilmes, que desde 2008 no se entrega a la lógica del extractivismo, la sospechosa inercia estatal y el negocio inmobiliario.
El paralelismo con el desmonte bien podría extenderse al bosque nativo, la reserva natural y el humedal, porque no hay que trasladarse al Delta del Paraná ni a Rosario: alcanza con viajar sólo quince minutos desde el Obelisco, tomar la autopista Buenos Aires-La Plata en dirección al sur y mirar hacia la izquierda. “Bienvenidos, zona de reserva natural, pulmón verde costero”, reza uno de los carteles en la zona de Bernal, a poco más de mil metros del Río de la Plata, el más ancho y, según el Foro Mundial para la Naturaleza, el tercero más contaminado del mundo.
Desde la avenida Caseros y la calle Espora como punto de partida, y luego de cruzar la autopista a la altura del kilómetro 17, nos adentramos en una caminata por el bosque en compañía de Leopoldo y Mauro Garay, dos de los activistas asamblearios. Cuando se ve, se respira y se pisa un humedal ya nada es igual. Toman otro cuerpo sus características, sus propiedades, sus beneficios: “Toda la costa ribereña de Buenos Aires es humedal y hay millones de interacciones entre flora y la fauna. Es una máquina biológica cumpliendo una función, no está porque sí”, dice Leopoldo.
Néstor cuenta sobre ese rol: “El humedal es la transición entre el margen costero y la ciudad; es el concepto de un ecosistema asociado al bosque nativo. Como beneficio ecológico, absorbe la contaminación del agua. Y actúa como un regulador de la temperatura, del calentamiento global; hace que no sea tan brusca. Un humedal no es lo mismo en el conurbano bonaerense que en el Delta o en Rosario; ahí los queman, acá los rellenan”, aclara Néstor.
“En verano hace menos calor y en invierno, menos frío. Todo humedal es una zona de tierra que tiene su valle de inundación, lo cual es un tesoro natural. No entiendo cómo están emperrados en producir hormigón y ponerlo en cualquier lado. Buscan que la rueda gire en una economía circular: generan consumo y con el descarte rellenan el humedal. Para ellos cierra la cuenta, pero nos estamos comprando un problemón”, vaticina Mauro.
Engatusamientos
La asamblea está atravesando el año 15 de resistencia, desde aquel punto de inflexión que originó su creación: el mega emprendimiento inmobiliario Nueva Costa del Plata, que intentó construir la multinacional Techint dentro del humedal. La primera reunión fue en Wilde. Allí llegaron un puñado de vecinas y vecinos entre los que estaban Néstor y también Nieves Baldaccini, quien se convertiría en una referencia de esta y otras luchas ambientales. “Empezamos a hacer asambleas muy seguidas y a planificar estrategias para visibilizar lo que pasaba. Festivales, caminatas diurnas y nocturnas (lunares) por el bosque. Cuando comenzaron el desmonte, cortamos parcialmente la autopista Buenos Aires-La Plata y fuimos a reuniones en el Consejo Deliberante de Quilmes. Así, en 2012 logramos la medida cautelar, un amparo, que frenó el proyecto de Techint y aún sigue vigente”, rememora Néstor, y pide perdón por emocionarse. Con los ojos húmedos y brillosos, ahonda sobre la gesta que se sobrepuso al deseo gubernamental-empresarial: “Querían convencerte de que también iba a estar el campo de deportes de la UNDAV (Universidad Nacional de Avellaneda); te corren con esas cosas de progres, pero no es que solo nos oponemos a las mega torres de Techint… En el humedal no tenés que rellenar ni para hacer casas”.
Tres lustros después, otro emprendimiento privado busca emplazarse en parte del humedal. Eso mismo denunció la asamblea el pasado 4 de septiembre, en la última caminata de difusión que se realizó abierta a la comunidad. A la noche de ese mismo día, Nieves Baldaccini pasaría a la eternidad luego de varios días internada y tras una vida dedicada a la militancia y a la docencia. Fundadora del colectivo, sigue concientizando, ahora desde las voces compañeras.
Romina vive en Quilmes y hace 7 años es parte de la asamblea: “No es fácil hablar de esta pérdida. Artista, escultora, escenógrafa, docente y educadora popular. Consecuente, concentrada y súper capaz en lo que se proponía. Y alguien que eligió luchar por causas justas para la comunidad. Desde su sencillez y humildad nos hizo abrir los ojos y la cabeza, transmitiendo solidariamente su sensibilidad y sentido de la vida”. Confiesa Néstor: “La partida de Nieves nos dejó huérfanos. Nos enseñó que había que discutir todo, asesorarse bien, no dejarse engatusar por argumentos progres”. Suma, notablemente emocionado: “Me acuerdo la primera vez que fui al humedal. Estaba ella explicando el mapa de la contaminación, las cualidades del humedal, el por qué defenderlo. Al escucharla entendí que había que hacer algo”.




De Techint al olor actual
En un parate de la caminata, desde la asamblea despliegan una lámina que denuncia el “mapa de la contaminación”, que también puede consultarse en su página web. Marcan donde Techint hubiera construido el proyecto Nueva Costa del Plata y señalan también donde ahora quieren edificar un nuevo Puerto Madero denominado Praderas del Plata, en el corredor ribereño de Quilmes. “Son los mismos desarrolladores. Se cambiaron de nombre porque no pudieron avanzar por el amparo. Además, lo aprobaron a espaldas de la población, sin publicar los estudios de impacto ambiental”, manifiesta Leopoldo, encima de un carril de asfalto rodeado de bosque. “Este camino lo hicieron en pandemia, a toda velocidad, sabiendo que estaba prohibido”, cuenta Mauro. Praderas del Plata se presenta como un “Desarrollo urbano paisajístico, a 8 minutos de Puerto Madero” y según las maquetas promete construir edificios lujosos, varias lagunas artificiales y diez canchas de tenis. ¿Por qué, pese a estar sobre un humedal, ninguna regulación impide la construcción? “Humedal es todo el ecosistema de la barranca de Buenos Aires hacia el Río de la Plata, desde el norte hasta el sur. Caemos en el problema de las falsas dicotomías, donde si no está declarado por ordenanza no existe. La realidad es que todo es humedal y que no lo protejan por ordenanzas es una decisión política, en este caso porque a la reserva natural la declaran como un territorio sobre la costa”. Sigue: “Si vamos a lo estrictamente legal, donde están construyendo no está dentro del OTBN (Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos), pero sí es un humedal destruido. Esto es el arrastre de políticas públicas que ningunean sistemáticamente la existencia de un recurso tan importante como el humedal”.
En la caminata vemos las praderas, a lo lejos, porque el terreno ya está perimetrado. Lo que no figura en la venta del proyecto inmobiliario es lo que hay soterrado en la zona: “Le venden buzones a la gente, se aprovechan. En esas praderas funcionó el CEAMSE (Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado); está enterrada la basura tapada con pastito”, comenta Leopoldo. Allí se acumularon residuos desde 1978 hasta 2004, año en que el reclamo vecinal logró cerrarlo. Se estima que permanecen bajo suelo 48 millones de toneladas de basura, que emanan más de 130 tipos de gases y jugos.
No es la única usina contaminante aledaña que denuncia la asamblea, como se publicó en el número 65 de MU, allá por mayo de 2013; hay cosas que parecen no cambiar con el paso del tiempo: la planta de quema de residuos patológicos Trieco; la planta de residuos de Curtiembres ACUBA, el Polo Petroquímico y la Termoeléctrica, ambos de Dock Sud; y la Papelera Smurfit Kappa. En el recorrido que dura algo más de tres horas, se siente olor a podrido en dos puntos bien notables. El olor impregna las fosas nasales como garras que no quieren desprenderse. A ambos sitios llegan los afluentes de la celulosa Smurfit Kappa. “Hay también un bypass que no lo vamos a encontrar porque lo hicieron escondido”, describe Leopoldo, que apura el paso para gambetear el “barandazo”, como nombra al aroma horripilante. A menos de 2 mil metros de donde vuelca sus desechos la pastera, se emplaza la toma de agua potabilizadora de AySA que abastece a 3 millones de personas en Quilmes, Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, Esteban Echeverría, Almirante Brown y La Matanza. “Una tesis sobre el agua de la zona, publicada el año pasado, demuestra cómo la Cuenca de la Zona Sur, compuesta por una serie de arroyos que desaguan en el Río de la Plata, como el Sarandí, el Santo Domingo, Las Piedras, condensan un grado de contaminación igual al Matanza-Riachuelo. Esto significa que es una cuenca que también habría que tratar con un organismo análogo a Acumar”.
Desierto
Este pulmón verde bien podría ser un mapa interactivo de algún juego estilo Counter Strike. “Constantemente tenemos el criterio de distorsión de altura; todo el tiempo caminamos por terraplenes que se alejan por lo menos tres metros del suelo original”. Es muy chocante ver cómo de repente el suelo se eleva tres, cuatro, cinco metros por obra y gracia de una serie de camiones volqueteros (en realidad, de quienes dan la orden) que vieron luz y entraron (léase falta de control, regulación, complicidad y algunos otros etcéteras). “¿Ven cómo cambió la altura? Esto también lo hicieron en la pandemia”, Mauro se pregunta y responde a sí mismo, dejando en claro que el “quedate en casa” no fue para todos…
“Este relleno, por ejemplo, es del club Don Bosco Rugby, que dice que hará un estacionamiento. Ya tiene su predio, construido a puro relleno del humedal y ahora sigue extendiéndose”, detalla Leopoldo, que completa: “Acá también vinieron a tirar los escombros de la construcción del Shopping Quilmes Plaza”.
Los ojos no pueden entender lo que ven. La razón, tampoco. Decenas de árboles bajo toneladas de tierra, escombros y hasta un bloque enorme de lo que parece haber sido una casa, o un pedazo de edificio. Entre el gris ceniza, un curupí sepultado apenas se deja ver, como pidiendo ayuda, gritando con un par de ramas abiertas y el oxígeno que ya no queda. El resto de las especies yacen abajo, totalmente tapadas. En los montículos que ingresan empresas de manera clandestina también aparecen vigas enormes, botellas, plásticos varios, chapas, telgopor, goma espuma, vidrios, partes de autos.
Al lado, corre un arroyo casi inerte. En realidad, como mucho, camina cansinamente. “Fijate cómo estamos tapándolo –apunta Leopoldo con el dedo–. Está corriendo el agua pero cada vez menos. Ahí desagota la papelera. El impacto en el suelo es irreversible. Esto es un crimen ambiental que debería ser penado por la Justicia Penal como si le hubieran hecho algo a un ser humano… que en realidad nos lo hacen, pero los responsables de esto nunca dan la cara. Están creando el desierto”.
La costa ribereña de Avellaneda-Quilmes del Río de la Plata abarca 5 kilómetros de largo, desde la desembocadura del Canal Santo Domingo (Avellaneda) hasta la Calle Espora (Quilmes). La parte correspondiente a Quilmes fue declarada Reserva Municipal, por lo cual “está protegida” por la Ley Nacional 26.331 de Bosques Nativos y por la ordenanza municipal 9348/02. Sin embargo, ni en lo resguardado legalmente se cumple la protección. “Acá no hubo ni hay guardaparque, lo que representa cómo desconocieron la ordenanza todos los gobiernos: La invisibilizaron el ‘Barba’ Gutiérrez, Martiniano Molina y Mayra Mendoza”, sentencia Leopoldo. No es la excepción. Complementa Néstor: “Previo a que Techint intentara instalarse en Avellaneda, el Consejo Deliberante votó una ordenanza que le daba vía libre a cualquier tipo de construcción. Del lado de Quilmes hay una ordenanza de reserva natural, pero no hay plan de manejo, entonces cuando hay una obra en zonas aledañas los camiones dejan sus escombros y rellenan el humedal. Por fuera de la medida cautelar, nose ve nada que hagan los municipios de Avellaneda y Quilmes y el gobierno provincial para resguardar el humedal”.
Agrega Romina: “Desde la última dictadura militar se interviene el humedal con una lógica de colonización y cambio de uso de suelo con el objetivo de una urbanización desmedida que tiene sus precedentes en todo el mundo. Se avanza ciegamente siguiendo con los mismos planes gobierne quien gobierne. Nunca atendieron nuestro reclamo ni pedidos de audiencias. En campaña, le expresamos la preocupación a la intendenta actual Mayra Mendoza y a su concejala Cecilia Soler. Su respuesta fue con evasivas, un ‘comuníquense por Instagram, no leo los mails’, y promesas de reunión que nunca existieron”.
Leopoldo verbaliza, mientras caminamos por un sector resiliente lleno de árboles, donde en 2016 la gestión de Martiano Molina arrasó todo lo que encontró en uno de los tantos desmontes: “Acá pasaron la topadora y tiraron un montón de árboles añosos. En esta zona todos los gobiernos siempre jugaron sucio, es una cuestión estructural, hegemónica, de decisión internacional de cómo tiene que modernizarse Sudamérica”.
El modelo de la no-ley
Pisar este humedal es pisar tierra firme, aunque si se hace presión hacia abajo no se siente del todo sólido. “Es como una esponja en el pie, el suelo se mueve todo el tiempo”, grafica Leopoldo, ante la escucha atenta de Mauro, que lleva una mochila cargada de herramientas que pueden servir en esta diversidad de ecosistemas: “Acá tenemos varios ambientes. Uno puede pensar que es todo lo mismo y no. Hay bosque seco, bosques más bajos, humedal, juncal, matorral ribereño; adelante de todo hay lugares más cerrados como la selva marginal, ligado a la selva paranaense de Misiones. Tenemos una riqueza que no valoramos, un río que trae información de todos lados. Imaginate si estuviera cuidado: sería grandioso”.
Sin embargo, hasta el cierre de esta edición seguía dilatándose el tratamiento del proyecto de ley de presupuestos mínimos de conservación ambiental para el uso racional y sustentable de los humedales. No sorprende. La primera media sanción de un proyecto de ley de humedales se obtuvo en 2013, pero no se avanzó. Hoy la iniciativa cuenta con el consenso de más de 500 organizaciones ambientales del país, así como el respaldo de más de 1.800 investigadores y científicos que exigieron su debate urgente. ¿Por qué no sale ley? Néstor: “Porque los legisladores no legislan para el pueblo. Esa es la trampa. Hay que cuestionarse el modo de representatividad”. Romina: “Por la especulación política-empresarial a favor del interés del poder económico dominante. Esta dilación sirve para que sigan destruyendo los humedales, quemando, rellenando, desmontando o explotando para la megaminería, hasta desaparecerlos”. Mauro: “Porque hay un modelo que no se toca durante ningún gobierno que son los agronegocios. Ese modelo avanza sobre los humedales, los bosques nativos, la ganadería hasta imponer el feed lot, así como la agricultura tecnológica. Eso ha vaciado los campos y amontonado a la gente en los conurbanos de las grandes ciudades. Se afianzó con el kirchnerismo, siguió con el macrismo y continúa ahora”. Néstor, Romina, Mauro y Leopoldo coinciden en un aspecto central: “Que sea ley el proyecto 75-D-/2022, consensuado por todas las organizaciones, que contempla la protección ambiental para la preservación, restauración y uso racional y sostenible de los humedales”.

Ser bosque
La Asamblea No a la Entrega de la Costa Avellaneda-Quilmes se asemeja al hábitat que protege. Se mimetiza. Un ambiente que ha sufrido y sufre continuamente desmontes, rellenos, apropiación de espacios públicos, residuos, y que sin embargo revive, se reconstruye, se transforma.
Más de cien especies de aves demuestran la vida que todavía late, pese a todo. Zorzales, benteveos, garzas, cigüeñas americanas; gaviotas, tacuaritas, espineros; también las hay rapaces, como los búhos y las lechuzas. Y otros animales que los miran desde la tierra y desde el agua, como los lagartos overos, las tortugas, los caballos, los cuises, las culebras. Relucientes árboles nativos erguidos, fabricando oxígeno. En la asamblea explican que “el ceibo, el tala, el curupí y el sauce crecen en conjunto y arman el bosquecito, es hermoso”. Bien podría ser una analogía para describirse a sí mismo, como colectivo que no ha frenado en casi 15 años de lucha.
Pese a los embates externos e internos, como la reciente partida de Nieves, o como un accidente que también marcó el devenir asambleario. El 3 de marzo de 2018, tras finalizar una de las caminatas lunares, Néstor Saracho, junto a su hijo Tobías, su mamá Elba y su amiga Gladys, regresaban por la calle Espora, la única con llegada al río y sin alumbrado público en aquel entonces. Un conductor en estado de ebriedad atropelló a Néstor y a Gladys. Ella murió. Y a Néstor, que estuvo seis meses internado, debieron amputarle la pierna izquierda para salvarle la vida.
Como el humedal, resiliente, Néstor sigue traccionando causas desde cada espacio que integra, como la asamblea, la cooperativa editorial Muchas Nueces, un bachillerato popular. “Nadie me puede discutir que dejé parte de mi accesibilidad motriz para defender al humedal”, asume en lo individual, y rápido pasa a lo colectivo y a lo propositivo, partes constitutivas de su esencia militante: “La palabra interseccionalidad, que la pusieron de moda los feminismos, hay que trasladarla a todo, incluido a lo ambiental. Porque sí, es importante cortar la autopista para que Techint no avance con su proyecto, pero también lo es separar residuos; es importante estar en la causa más noble o en la vanguardia más impresionante, pero tenés que hacerlo tratando bien a quienes te acompañan”.
Termina esta crónica y Néstor sigue proponiendo ideas, dando batalla en la trinchera, como siempre hizo Nieves, como sigue haciendo la Asamblea No a la Entrega de la Costa Avellaneda-Quilmes: “Hay que hablar de la hegemonía ambiental, porque el progreso es una forma de hegemonía. Hay que deconstruir ese discurso. Cortemos la ruta si es necesario, pero también brotemos semillas de palta y separemos la basura. Unir la acción y la palabra en lo cotidiano. Deshomogeneizar las pequeñas cosas y relacionarlo todo: eso es hoy lo verdaderamente revolucionario”.
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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