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El RIGI o la vida. Asambleístas en diálogo: ambiente y futuro
Asamblea No a la Mina de Esquel y Asamblea por el Agua de Mendoza: dos de sus integrantes conversan sobre la andanada minera que amenaza a sus territorios. El RIGI, como símbolo del shock. Los argumentos sociales, legales y constitucionales. Entre falsas promesas, el hartazgo de antes y el desquicio de ahora, los lugares para la esperanza. Por Sergio Ciancaglini.
La minería es una oportunidad para salvar a la economía, un “motor de desarrollo”, según se dice muy mecánicamente.
Genera ingresos en dólares y puestos de trabajo, cosas vitales ambas para un reino endeudado en proporciones metafísicas merced a la gestión anterior del actual ministro de Economía y de sus respectivos jefes. Un lugar, además, sometido a la inflación por décadas. La inflación que la actual gestión juró vencer –entre otras promesas exaltadas– sigue siendo de precios y sobre todo de pobres, según el seguimiento de la Universidad Católica Argentina: de 44,7% en diciembre 2023 saltó a un 54,6% el primer trimestre de este año. La indigencia: de 9,6 a 16,5% (7 millones y medio de personas que no cubren la canasta básica de alimentos). El desempleo según el INDEC: de 5,5% en diciembre llegó a 7,5 en el 1º trimestre. En todos los casos hay que esperar con estoicismo los datos del 2º trimestre. Esos son visibles índices en alza de la actual gestión, junto al de la desigualdad.
Entre otras soluciones para resucitar a la economía aparece entonces la idea de incrementar al límite la minería y el extractivismo en general como recurso para obtener exportaciones y divisas, para lo cual se ideó el llamado RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones) dentro de la Ley Bases, complementado por el Pacto de Mayo firmado en julio por el presidente, su hermana y 18 gobernadores.
¿Cómo encaran este presente las asambleas ciudadanas emblemáticas en el rechazo a la minería?
Viviana Moreno describe: “Lo que se vio este 9 de Julio fue el Día de la Dependencia. Dependencia de las trasnacionales. Cantamos ‘oíd el ruido de rotas cadenas’ pero las cadenas están atrapando al país y sus posibilidades de progreso real y futuro”. Viviana es bioquímica, rosarina, enamorada de Esquel desde que llegó a la ciudad en 1986, tiene una hija, y su gato Romeo pasa mirando a la cámara durante la charla.
La otra pantalla de este encuentro tan virtual y tan real se ubica en Mendoza. Allí está María Teresa Cañas, mucho más conocida como Guni. “Es cierto Vivi lo que decís, y encima con una batalla cultural que lo que hace es instalar el odio, la intolerancia y la mentira. Entonces el desafío que nos estamos ya planteando y discutiendo es: ¿cómo la seguimos?”. Guni es bromatóloga, docente, tiene una hija y un hijo, y está rodeada de perros de toda la familia. Es asambleísta de la primera hora contra los proyectos mineros, impulsora de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria y seguidora de los proyectos agroecológicos y biodinámicos que cultivan en la provincia nuevos modos de producción de alimentos con una característica inusual: son sanos. Y a la vez implican formas no tóxicas de relación con el medio ambiente.
La asamblea No a la Mina de Esquel forma parte de la Unión de Asambleas y Comunidades Chubutenses. La organización mendocina busca –desde su nombre– preservar algo cada vez más escaso en el mundo y crucial para la existencia: Asamblea por el Agua. Viviana y Guni aceptaron esta charla para intercambiar y compartir incertidumbres, certezas y algunos misterios sobre el presente y lo que se viene.
Pandemia y racismo
No son sociólogas, politólogas, activistas matriculadas ni intelectuales con carnet, sino mujeres que participaron con sus comunidades en las movilizaciones históricas que frenaron la minería a cielo abierto en dos provincias a lo largo de este siglo (lo cual tal vez las convierta en las mejores sociólogas, politólogas, etc, etc.).
Viviana habla con mucha calma, pero reconoce que vive una sensación de pesadilla política 24×7, como se suele decir. “Son muchas cosas que aparecieron juntas y en poco tiempo. Me asusta el odio hacia lo diferente. A nosotros, al mapuche y también a todos los que participamos en esas cuestiones que no son solo ambientales, sino socio-ambientales. Hay una especie de política del desprecio, del racismo, que se empezó a ver claramente con lo de Santiago Maldonado (quien desapareció durante una redada policial en 2017 en el Pu Lof en Resistencia de Cushamen, y cuyo cadáver apareció flotando, inexplicablemente, 77 días después). Más recientemente me llamó la atención una marcha libertaria que vino desde Bariloche al Parque Los Alerces. Era la expresión de otras formas de ser y de pensar que se ponían en evidencia. Y que ahora están avaladas por mensajes de odio que parten de la figura presidencial y de los que están con él. Entonces pudimos ver un supuesto proyecto de país que apoyan personas que uno no se imaginaba. Tengo conocidos y amigos que veo en las redes sociales poniendo por ejemplo ‘Roca se quedó corto’. Entonces digo: ¿vos pensabas esto siempre, y no lo manifestaste? ¿Y yo no me daba cuenta?”.
Una segunda impresión: “En todos estos años estuvimos siempre en situaciones complejas como asambleas. Pero ahora parece más difícil todavía orientarse en un mundo que se está complejizando. Porque la gente tiene problemas inmediatos, cotidianos, como comer. Entonces plantearse estos temas que parecen del futuro, aunque no sea así, se hace complicado en un presente donde mucha gente tiene vacía la heladera, si es que tiene heladera. Entonces esto plantea una situación de mucho más compromiso. Creo que no hay que confiar solo en las asambleas individualmente, sino buscar una forma de enlazarnos de todos los que estamos pensando en otro modelo de vida, de país, de futuro. Yo diría: olvidarnos de las diferencias y buscar objetivos comunes”.
Guni la mira a través de la pantalla y conecta la actualidad con el virus y la pandemia: “Es cierto lo que decís Vivi. Mendoza es muy conservadora, pero hay una enorme cantidad de gente consciente de lo que significa el agua, que por eso no quiere la megaminería o el fracking. Hubo un triunfo enorme con el Mendoaguazo de 2020 que evitó que Alberto Fernández y el gobernador (radical) Rodolfo Suárez lograran voltear la Ley 7722 de prohibición de la minería y en defensa del agua. ¿Pero sabés qué pasó? La pandemia. Ahí yo creo que hubo un error de diagnóstico. Muchos pensaban que de la pandemia salíamos mejores, pero fue al revés: creo que salimos muy mal”.
Percibe muchos síntomas: “Se implantó el racismo, el negacionismo, diría incluso que la violencia. Hay una cuestión discursiva en esa batalla cultural que plantean, que se metió en mucha gente. Entonces aparece el etiquetamiento. Si defendés el agua o si discutís alguna medida de Milei, ya te dicen ‘kuka’, como si fueras kirchnerista. No hay una apertura mental y del corazón que te permita interactuar. Y agregale lo otro: la pobreza, el hambre, el hartazgo del otro gobierno, el desquicio de este, la decepción de la política”.
¿Cuál ley define?
La conclusión parecería ser un clásico: estamos en el horno. “No, para nada –salta Guni–. Hay que entender lo que está pasando, y a partir de ahí reconocer los lugares de esperanza y de posibilidad distinta”.
Viviana incluye lo legal como herramienta. “Tuvimos un encuentro con abogados y constitucionalistas en Esquel. Hablaron sobre el RIGI y en qué medida puede o no estar por encima del Convenio 169 de la OIT (de rango constitucional, de reconocimiento y defensa de los derechos de los pueblos indígenas, que incluye la obligación de consultarlos y que participen frente a cualquier proyecto que involucre sus territorios). O por encima de la propia Ley 5001 de Chubut (que prohíbe la megaminería a cielo abierto con uso de cianuro)”.
El debate que menciona Viviana se debe a que el RIGI postula que “sin perjuicio del ejercicio legítimo de las jurisdicciones y competencias locales, cualquier norma o vía de hecho nacional o provincial que limite, restrinja, vulnere, obstaculice o desvirtúe el RIGI, será nulo de nulidad absoluta e insanable, y la Justicia Federal deberá de forma inmediata impedir su aplicación”. O sea: el RIGI aprobado con la Ley Bases y demasiados votos y ausencias turbias, se considera por encima de otras leyes. La disputa final será sobre el rol de las provincias (a quienes les corresponde el manejo de los recursos) para determinar si el RIGI está por encima de la 5001, o si es al revés. En términos constitucionales también podría haber un choque entre artículos como el 75 de la Constitución, llamado “cláusula de prosperidad” para que en una confrontación judicial triunfe el “bien general del país”, que en el caso minero difícilmente pueda probarse.
Del otro lado, se plantea el artículo 41: “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo”. En el encuentro de vecinos y abogados se recordó también el principio de no regresión en materia ambiental (no puede haber leyes que empeoren las cosas) y el hecho de que el RIGI vulnera la autonomía provincial sobre los recursos naturales. “Eso va a terminar judicializado, pero en la Corte tenés jurisprudencias que se anulan mutuamente: tienen más disfraces que en el Teatro Colón, según la temporada”.
Sigue Viviana: “Pero claro, el gobernador (Ignacio Torres) firmó ese Pacto para explotar los recursos provinciales, cuando él mismo dijo en campaña que no hay licencia social para la megaminería”. Otro debate a futuro: “Milei planteó como primer punto del Pacto el respeto a la propiedad privada. Y yo creo que eso lo plantea para quebrar la idea que avala el Convenio 169 sobre las tierras indígenas de uso comunitario. Ahí tenés dos principios opuestos, sobre todo cuando te enterás de que los reclamos indígenas abarcan, en total, una superficie como la provincia de Corrientes. Y eso en zonas como las mineras y petroleras, que son las que quieren las corporaciones. Así que ese es otro conflicto que ya existe, y se va a incentivar”.
El gato Romeo se para junto a la pantalla: “Me parece que al final todo tiene que ver con lo que pase con la gente, con la calle, con la resistencia y con el sentir de las comunidades. Hay personas que tal vez no alcancen a ver lo que está en juego, o lo descubran cuando sea demasiado tarde. En Esquel ya lo aprendimos hace mucho tiempo”.
Plebiscitos y espías
Esquel y Mendoza parecen vivir un presente perpetuo, siempre en guardia para evitar el eterno retorno de las mineras. En Mendoza la movilización provincial generó la sanción de la Ley 7722 contra la minería en 2007. Fue de los primeros lugares del país en los que se hablaba no de la “clase” política, sino de la “casta” (otro extractivismo perpetrado por el actual presidente). A fines de 2019 la Legislatura provincial (la casta) derogó la 7722 en alianza tácita entre el flamante presidente Fernández y el gobernador Suárez.
Se produjo la movilización más grande de la historia mendocina, que llamaron el Mendoaguazo. Los mismos diputados que derogaron la ley la repusieron 10 días después, cuando ni con represión policial ni protocolo ni infiltrados habituales pudieron calmar los ánimos.
Esquel había despertado a toda esta desventura antes, entre 2001 y 2002, cuando se anunció la llegada de Meridian Gold con un proyecto minero de oro encima de la ciudad. La movilización empezó de a poco, creciendo con la información vecino a vecino, o con recorridas como las que hacían bioquímicas como Marta Sahores y Silvia González explicando la contaminación y destrucción que representaba la explotación minera. El 23 de marzo de 2003 se realizó un plebiscito en el que el proyecto fue rechazado por más del 81% de los votos (con asistencia del 75% de empadronados). En mayo de ese año se sancionó la Ley provincial 5001 que prohibe la megaminería.
Desde entonces nunca dejó de haber intentonas mineras de recuperar la iniciativa, pero pasó al revés: Esquel contagió al resto de la provincia. Hubo represiones en Rawson, espionaje de la AFI (Agencia Federal de Inteligencia) tanto sobre mapuches como sobre vecinas y vecinos de las asambleas en plena administración kirchnerista (2014), movilizaciones vecinales permanentes y en 2021 el Chubutazo que obligó a una situación similar a la de Mendoza: la misma Legislatura que había derogado la ley, volvió a validarla votando todo lo contrario una semana después, para garantizar la paz social.
“El Mendoaguazo fue impresionante –recuerda Guni–, pero justo después es que te digo que vino la pandemia. Creo que eso lo supo leer la persona que hoy está conduciendo, o mejor dicho chocando el país. Ahí es que se incubaron muchas de las cosas que vivimos hoy. Pero además hay algo de fondo: estas sociedades no han cambiado su estructura colonial y patriarcal. Eso, sumalo a las terribles barbaridades que dice el gobierno más toda la manga de robots y trolls que tienen a su servicio, y genera ese ambiente de falta de aire, de sofocamiento, de saturación”.
Las ventajas de la minería
Los discursos pro mineros tienen como ejes la posibilidad de exportación con los beneficios económicos que implica para el país, y la de generación de empleo. El propio Milei planteó al justificar el Pacto de Mayo de Julio:
“El otro compromiso que firmamos hoy aquí, y para el cual vamos a necesitar la voluntad de las provincias, es el compromiso de explotar los recursos naturales que Dios nos ha dado. Dios bendijo a nuestra tierra con una riqueza enorme en recursos naturales. Nos dio la posibilidad de que en cada rincón de la patria los argentinos puedan crear riqueza y desarrollar sus vidas de manera digna”.
Es debatible que Dios lo haya hecho (pero se aduce que el mandatario tiene línea directa con “El Uno”). Es seguro, en cambio, que esos recursos provienen de la naturaleza. También es debatible que en estos casos se esté “creando” riqueza, cuando en realidad lo que se hace es extraerla (aunque es seguro que quienes lo hacen, se enriquecen, y no son precisamente “los argentinos”, menos aún con el RIGI). Dijo Milei algo real: “El principal problema ambiental que tenemos es la pobreza extrema”. Y agregó: “Y esto solo se soluciona si aprovechamos nuestros recursos”.
Viviana refresca los estudios que indican que esa solución es una ilusión óptica. “Lo primero es lo evidente. Milei dijo que compartimos la Cordillera con Chile, que exporta cobre, y lo puso como ejemplo de lo que nosotros deberíamos hacer. Pero Chile no es un país rico. Ni tampoco Perú. Si fuese cierto lo que dice Milei, tendrían que ser potencias. Pero son países llenos de problemas, de injusticias, de desigualdades”. Guni: “Si el extractivismo fuese un éxito, los chilenos estarían tirando manteca al techo y comprando clubes de fútbol como jeques”.
Puede recordarse de paso que el propio Poder Judicial chileno hizo colapsar el proyecto minero más grande de la región, Pascua Lama, de Barrick Gold, por los riesgos ambientales que implicaba. Es la misma empresa que en 2015, en la mina Veladero, derramó más de un millón de litros de líquido cianurado y mercurio en cinco ríos de San Juan, en el primero de los cuatro derrames ocurridos desde entonces.
“Es obvio que San Juan, con toda la actividad minera, no es una provincia más rica que Mendoza. Y al tomar otras provincias limítrofes, Santa Cruz tiene megaminería y Chubut no, pero se ve exactamente lo mismo. Tampoco Catamarca es una provincia rica”. Allí ya llegó a su término el proyecto que representó la mayor inversión minera durante décadas, Bajo Alumbrera, regenteada por multinacionales como Glencore y Yamana Gold. Los departamentos de Andalgalá y Belén no se vieron beneficiados ni por trabajo ni por prosperidad, al contrario. Y la provincia sigue figurando en el lote de las más pobres del país. Lo que sí dejó esa mina es un reguero (literalmente) de contaminación de residuos peligrosos, enfermedad, condenas a directivos y juicios inconclusos.
Otro argumento en esa línea lo planteó a MU el geógrafo y asambleísta mendocino Marcelo Giraud. “Mendoza tiene una de las menores coparticipaciones federales per cápita del país. Tendría que cambiar por ley, pero el sistema está congelado desde 1996. San Juan recibe el doble. Catamarca, el triple. Pero con mucho menos, por ejemplo lo mismo que recibe actualmente Santa Fe, Mendoza cambiaría totalmente su situación”. En ese caso, le entraría a la provincia el equivalente a la inversión dos proyectos mineros por año como el de San Jorge, que se frenó al derogarse la Ley 7722. Por esas cosas la actual vicegobernadora Hebe Casado dijo que esa ley es un “invento estúpido de los mendocinos”. Giraud, en cambio, planteaba: “Los políticos en lugar de seguir rosqueando deberían reclamar por ese derecho que permitiría que la provincia invierta en educación, salud, canales de riego, fomento de la agroecología y de las energías renovables. En el sistema de coparticipación es apenas una pizca, que equilibraría una injusticia contra Mendoza de más de 20 años”.
El shock
Las ideas expresadas por quienes defienden el modelo de extracción a mansalva de materias primas para solucionar la pobreza creciente que ellos mismos generan, pueden relacionarse con La doctrina del shock, el libro de Naomi Klein. Allí extrapoló lo que conoció en Argentina (los delitos de lesa humanidad y los tormentos en tiempos de la dictadura) con la economía: en lugar del shock eléctrico vía picana, el shock de la pobreza, el hambre y el desempleo, como excusa para que las sociedades acepten modelos económicos supuestamente salvadores que las hunden cada vez más.
Otro aporte a esta situación fue planteado en MU por el médico Damián Verzeñassi, inspirador de los Campamentos Sanitarios e integrante del Instituto de Salud Socio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario: “¿Tenemos más o menos hambrientos y pobres en la Argentina que en 1996? Porque con el discurso de terminar con el hambre y garantizar dólares se aprobaron todos los proyectos extractivos en las últimas décadas”.
“¿No era que el extractivismo iba a resolver nuestros problemas? Desde los 90 hasta ahora tenemos cada vez más proyectos mineros, incluso ya terminados como Bajo Alumbrera. ¿Y la riqueza, y el progreso? Nos iban a salvar Vaca Muerta y el hidrofracking. Destruyeron los bosques y los montes de todo el país en favor de la agroindustria, tenemos cada vez más avances de los proyectos de destrucción de los salares para el extractivismo del litio”.
“¿Por qué creerles a los mismos que garantizaron sacarnos de la pobreza hace 30 años, no lo hicieron, y encima aplicaron una tecnología de muerte? ¿No avanzó la agroindustria? ¿No avanzaron los transgénicos? ¿Y la extracción descontrolada de minerales y riquezas? Todo esto que digo no lo descubrimos en una biblioteca secreta de unos monjes recluidos: aparece en los medios a poco que uno se ponga a buscarlos”. Planteó además un diagnóstico: “Hablamos de geopolítica de la enfermedad, o de la utilización de la enfermedad como forma de control de los pueblos a partir de un modelo económico que también enferma a los territorios”.
La estrategia humana
Viviana retoma la charla recordando que un amigo y anfitrión hotelero de Milei, Eduardo Elsztain, compró en 2020 el 40% de Suyai, como se rebautizó al proyecto minero de oro en Esquel.
Replica Guni: “Lo que se está procurando hacer desde toda esta casta política, empresaria, judicial y mediática es armar el andamiaje para volver a intentar el desembarco. En Mendoza teneos un gobernador (Alfredo Cornejo) que fue de los primeros en apoyar el RIGI, pero chocan con que hay gente que puede haber votado a los libertarios o a Cornejo, pero que de todos modos sabe que la vida nos va en la defensa del agua. Y todos saben de dónde viene el agua. Aunque los medios no lo digan, la gente entiende perfectamente que la megaminería es saqueante, secante, contaminante del territorio, y que produce además contaminación social; que provoca división en las familias, gran corrupción en el poder político, deterioro social, es un combo que todo el mundo conoce”.
Viviana se queda pensando: “Estamos en la era de las redes sociales, con tanta información, tanta saturación, que la gente no siempre escucha. Creo que hay que buscar estrategias más humanas de comunicación. No sé si hay que competir en Tik tok, pero hay que encontrar espacios más a escala humana, persona a persona, porque los que van a seguir con esto son los jóvenes. Esta es una pelea permanente. Lo sabíamos en 2003, lo sabemos ahora. Hay que usar la tecnología, pero humanizar la transmisión de información genuina”.
Alguna vez publicamos en MU la teoría de que las asambleas parecen inactivas, pero se encienden automáticamente cuando aparece el peligro. Guni: “Puede ser, pero eso ocurre porque son construcciones que tienen que ver con la comunidad, la confianza, con saber que siempre hemos estado, gobierno tras gobierno, y jamás hemos mentido. Nada nos va a sacar de las calles, de lo público, y de seguir interactuando con la comunidad”.
En el caso de Esquel, sugiere Vivi, la ventaja es también el conocimiento: “Por más que Milei diga lo que diga, todos nos conocen, saben que usamos la misma ropa, tenemos el mismo auto hace años, saben cómo vivimos y quiénes somos. A nivel nacional se lo pueden tragar, a nivel local no. Yo he tenido a mis padres enfermos los últimos meses. Mi papá falleció el mes pasado. Enseguida hubo gente, incluso muy joven, que se ocupó de las tareas que yo hacía y continuó. Te demuestra que todo esto no depende de personas en particular sino de todos, de la asamblea, y eso es muy valioso y un gran aliento. Así que sé que va a ser imposible que se explote esta mina en Esquel, por más amigos de Milei que sean. Llegaron tarde. El problema ahora es que quieran entrar por la meseta, donde hay menos comunidades y más dispersas. Pero aun así, tengo muchísima esperanza”.
Calcula Guni que además hay otras explicaciones para el presente: “Hay una juventud que vivió 20 años en gobiernos que le empeoraban la calidad de vida. El peronismo les ha hablado de historias mientras el piberío seguía agrandando la masa crítica de pobres, mientras no hubo una capacitación y una formación para que no terminaran votando esta situación que sintetiza lo peor de la casta”. Vivi: “Han terminado construyendo una situación monstruosa, de verdad. Nosotros criticamos al kirchnerismo por la doble vara de pesar en lo social, pero apoyar al mismo tiempo la megaminería o mandarnos a espiar. Hacían programas maravillosos, pero absolutamente faltos de control, cosa que me consta. Te armaban mesas con profesionales hablando sobre la causa del feminismo, pero los chicos vivían la violencia, las mujeres eran asesinadas, y esos aparatos carísimos no funcionaban. Si lo cuestionabas, te decían que le hacías el juego a la derecha. Y entonces aparece Milei y la gente se tragó el discurso de que hay que destruir todo, siendo que había cosas buenísimas. Pero alguna vez me dijeron: ‘Somos los dueños de la pelota’. Ahí tenés un caldo de cultivo para que aparezca alguien que propone destruir todo. Y lo que una planteaba no era destruir, sino mejorar. Todas esas también son situaciones que hay que pensar, porque mirá en lo que terminó”.
¿Y entonces? Vivi recuerda a Nora Cortiñas: “En un encuentro en Andalgalá, contó de la desaparición de su hijo, de los intentos permanentes de liberar a los genocidas. Le dijimos: ¿Qué hay que hacer? Y ella contestó: Seguir trabajando. Creo que si uno perdiera la esperanza quedaría paralizado. Y acá nadie pierde la esperanza, ni la confianza en lo que podemos hacer”.
Levanta la mano Guni desde su pantalla: “Tal cual Vivi, hay muchos lugares de esperanza, los lugares de la agroecología, de las asambleas, de los pueblos originarios, de la cantidad de gente que no se resigna. Todo el tiempo estamos asombrados de cómo crecen la derecha y el odio, pero también nos podemos asombrar de cómo siguen creciendo los grupos de gente que se plantean la solidaridad, la colaboración, la vida digna, el futuro. No son utopías sino cosas que están pasando, aunque no se las vea. Y nos hacen encontrar lo que tenemos en común: a los que quieren destruirnos, nuestra vida no se las vamos a entregar”.
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