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Litio + Vaca Muerta: sálvese quien pueda
Tras décadas de promesas incumplidas de salvación económica, llegó la era del litio y continúa la del fracking. El RIGI para facilitar el extractivismo de las corporaciones sin que eso implique necesariamente beneficios para las provincias, las comunidades ni el país. La feudalización del territorio, la subordinación para negociar. Las regalías y los dólares que se evaporan. Las “inversiones” que en realidad son auto-préstamos. El subsidio estatal a empresas multinacionales. Benito Aramayo (Jujuy) y Fernando Cabrera (Neuquén): miradas y pistas para entender el presente y detectar si hay zonas de esperanza. Por Sergio Ciancaglini.
La salvación de la Patria es una utopía complicada que hoy apuesta –entre otras– a dos fichas: litio y Vaca Muerta.
En la película de Fernando Ayala Plata Dulce (1982, un retrato sobre la especulación financiera cometida por los antecesores del actual gobierno), Julio de Grazia interpreta a un personaje que dice, riendo de optimismo: “Con una cosecha nos salvamos. No hay nada que hacerle, Dios es argentino”.
La historia de la realidad trajo después salvatajes desplegados por distintos gobiernos: privatizaciones, convertibilidad, concentración y extranjerización de la economía, megacanjes, megaminería, transgénicos, monocultivo, segundo semestre, endeudamiento externo (cometido por Macri y Caputo y que hoy se querría clonar). Los resultados están a la vista, pero este tipo de utopías no descansan, y suelen empeorar todo. En los últimos años el foco salvador se ha puesto en el fracking para extraer gas y petróleo de las piedras, y en el litio que alimenta baterías evaporando agua a costa de las personas y el ambiente.
Benito Carlos Aramayo, 79 frescos años, es Licenciado en Economía y Profesor Emérito de la Universidad Nacional de Jujuy. Fernando Cabrera (44, nacido en Bolivia, donde sus padres se exiliaron durante la dictadura, pero instalado en Neuquén desde chico) es investigador y coordinador del Observatorio Petrolero Sur. De Jujuy a la Patagonia, aceptaron este intercambio para actualizar algunas precisiones –y varias imprecisiones– sobre los salvavidas de la Patria.
Dólares evaporíticos
Aramayo plantea: “Ustedes saben que el carbonato de litio es una sal inorgánica que se explota en las salmueras con el método evaporítico, que usa químicos y es totalmente contaminante. Lo vemos pasar en bolsones sobre camiones que van desde Jujuy o desde Catamarca hasta los puertos, especialmente los de Santa Fe. Con esto se hacen las baterías que usamos en los celulares y los automóviles que se están fabricando en todo el mundo para sustituir los combustibles fósiles, además de otros usos como los farmacéuticos. Con muchos amigos ambientalistas y luchadoras por el tema del agua hemos intercambiado ideas sobre la historia que nos está llevando a esta situación, en la que no ha habido en los últimos 40 años nada que se parezca a un proyecto nacional que defienda los intereses del Estado y la posibilidad de industrializar en el país esa materia prima. Es al revés de lo que ocurrió en los años 40 con el descubrimiento del mineral de hierro que derivó en la creación de Altos Hornos Zapla para producir hierro y acero sin necesidad de seguir importándolos. Había un perfil industrialista a través de Fabricaciones Militares. Pero en las últimas décadas ya no existe un proyecto así, ni siquiera lo tuvo el gobierno que tuvo condiciones económicas muy favorables con superávits a partir de 2004” (en referencia al período kirchnerista).
¿El origen de la situación? Aramayo: “Con la reforma de la Constitución en 1994 por el pacto Menem-Alfonsín se les cedió a las provincias la posesión del subsuelo. Eso no significó federalismo, sino feudalismo y desmembrar el país. Quienes vienen a invertir tratan con gobernadores provinciales que tienen poca vocación nacional, y muy poca capacidad de negociar en buenas condiciones. Las únicas que discuten si esos proyectos avanzan o no son las comunidades de pueblos originarios. Ese quiebre de soberanía siguió desde el menemismo hasta hoy, y ahora nos encontramos con un RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones) que es una continuidad: en los 90 se les dio toda clase de beneficios por 30 años a las mineras, ahora les regalamos todavía más privilegios por otros 30”.
La paradoja: “Feudalizaron, pero al mismo tiempo la Ley Minera del menemismo puso como tope a las provincias el 3% de regalías. Pero ni eso se cobra, porque en Jujuy entre el gobierno de Gerardo Morales y el de Carlos Sadir fueron bajando las regalías al 0,3%”. El porcentaje se calcula sobre el valor a boca de mina (costo del mineral extraído sin proceso alguno de transformación luego de restarle los costos de producción). Por eso también esa baja en las regalías a menos del 1%, que en el caso Chile (el modelo que siempre agitan los supuestos liberales) son del 40%: desde tiempos de Pinochet el litio fue declarado “estratégico” y la política se define a nivel nacional, más allá de cuál sea el gobierno. Lo mismo ocurre en Bolivia, que ha fomentado la asociación del Estado con empresas europeas en el negocio y en los réditos.
“Pero acá estamos con este RIGI de Milei, en complicidad en Jujuy con una parte del radicalismo y otra del peronismo” razona Aramayo. “Las inversiones mineras que están en ejecución se van a reconvertir para beneficiarse de la reducción del impuesto a las ganancias, y la posibilidad de disponer y girar al exterior la totalidad de los dólares que provengan de las exportaciones”. Esos dólares, como corresponde a un país que depende solo de la venta de sus materias primas, están sometidos a mercados también evaporíticos. El valor de la tonelada de litio llegó a 80.000 dólares hace año y medio. “Con esos precios en tres años el proyecto Salar de Olaroz manejado por Sales de Jujuy (que opera la australiana Arcadium, ex Litven fusionada con Allkem, e intervención de Toyota, por nombrar la química mutante de estas etiquetas) recuperó toda la inversión que había sido de unos 600 millones de dólares. Ahora el precio cayó mucho (al cierre de esta edición, de aquellos 80.000 a 10.483 dólares la tonelada) que sigue siendo rentable porque el costo de extracción es de unos 3.500 dólares. Imaginen las ganancias que venían teniendo. La baja parece que es porque China empezó a frenar la fabricación de autos eléctricos”. Se calcula que cada vehículo lleva el litio equivalente a 15.000 teléfonos celulares. Las dudas sobre la electromovilidad se centran en la capacidad de generar fuentes energéticas limpias para cargar esa masa de autos enchufables, porque de lo contrario el beneficio de no usar combustible fósil tendría como contracara una mayor destrucción ambiental para alimentarlos de electricidad.
Des-inversiones externas
Cabrera interviene: “Por lo que mencionabas de Chile, Benito, en el caso del petróleo hay una potencia como Noruega que cobra un poco menos del 80% de regalías”. Con eso se creó el Fondo Global de Pensiones que protege a la economía de los altibajos en los precios del petróleo y sirve como reserva financiera y plan de ahorro para las pensiones de las generaciones actuales y futuras.
La desmentida de una Neuquén Saudita: “En Argentina las regalías petroleras son del 12%. A Neuquén llegaron unos 50.000 millones de dólares desde que comenzó Vaca Muerta en 2013 hasta hoy. Ninguna provincia tuvo semejantes inversiones. O sea: no es de las más pobres, hay cierto dinamismo económico, pero hay mucha desigualdad, problemas sociales, pobreza, indigencia, recortes presupuestarios brutales al sector público. No es muy diferente a otras provincias de la región que no tienen petróleo. El dinero entra y se va. Venimos discutiendo en el OPSur la idea de inversión, que en buena parte es deuda externa privada de las empresas con sus propias casas matrices”.
Dato: solo en 2022 se fueron del país 4.000 millones de dólares por pago de intereses, patentes y servicios de las empresas petroleras a sus sedes en el exterior. La deuda externa privada de estas empresas es de 12.000 millones de dólares (Frack you, en la MU 185). Cuando se habla de “inversiones”, incluyendo las del RIGI, habría que considerar si muchas veces no se trata de “desinversiones”: préstamos de las empresas a sus filiales locales, que estas devuelven con intereses. Eso en medio de la carencia de dólares de las reservas que vuelan quién sabe hacia dónde.
Todo esto, reforzado por las desregulaciones, la destrucción estatal “desde adentro” que busca Milei según sus propias declaraciones y el RIGI, permite imaginar el escaso o nulo beneficio que estos proyectos pueden traerle a los territorios de los que sacan las materias primas que enriquecen a las corporaciones.
1 litro de agua= 46 centavos
Cabrera propone otra mirada sobre el planteo de Aramayo: “No vemos que la lógica nacional desarrollista de los años 40 pueda ser replicada en el contexto de semejante transnacionalización y mundialización de esas nuevas tecnologías. El Estado hoy tiene una enorme incapacidad. No encontramos respuestas en el discurso de ‘lo nacional’ sino muchas preguntas y dudas. El OPSur nació en 2008, cinco años después comenzó Vaca Muerta, y en un contexto de debate muy petrolizado no aparecía la cuestión territorial, ambiental, indígena, los conflictos sociales, la crisis climática, y sí la demanda de que el petróleo volviera a ser argentino. No aparecía el petróleo mismo como problema. Y al estar aquí, en la Patagonia, asumimos el discurso crítico de lo petrolero no desde lo nacional, sino desde esa mirada territorial, ambiental y social”.
Enlaza con la Ley Bases y el RIGI: “Lo que hacen es atar de manos al Estado para que no pueda intervenir. La exportación será libre, sin control ni regulación estatal. Se borran las fronteras nacionales. Se rompió una lógica que venía desde la dictadura de Onganía: la prioridad era el autoabastecimiento, y en segunda instancia la exportación. Por eso venimos diciendo que Vaca Muerta tiene un crecimiento exógeno: para exportar. Hace poco estuvo Milei aquí con los principales ejecutivos de las petroleras, que están buscando que los pozos queden dentro del RIGI para obtener todavía más beneficios”. La Confederación Mapuche de Neuquén, en conflicto con las petroleras que invaden los territorios que por ley le corresponden, definió así la visita: “Un presidente zombi que se niega a ver la realidad”. Y en otro comunicado planteó: “La crisis de Neuquén es la crisis del fracking. Por eso seguimos afirmando que el fracking y la política de beneficiar a las petroleras para esperar que alguna vez la riqueza se derrame y alcance para todxs, solo han significado contaminación, empobrecimiento y profundización de las desigualdades. Hoy aún más por la política entreguista del gobierno nacional y las provincias que firmaron el RIGI”.
Retoma su razonamiento Cabrera: “Hoy con el RIGI vamos a un camino de entrega total ya que ni siquiera tienen que garantizar el abastecimiento interno, y además se le da al inversor prioridad para cualquier tipo de uso de insumos, agua, arena o cualquier otra cosa. Hay que sumar el delirio, en términos de lógica, de garantizar todo durante 30 años, sin posibilidad de revisión mínima. Son siete mandatos presidenciales y cualquier litigio se lleva tribunales internacionales donde los árbitros siempre juegan en contra”.
Aramayo agrega el dato de que la caída del precio del litio puede remontarse, pero no en un plazo inmediato: “Así que hay que ver si los proyectos de Techint y de Bulgheroni de meterse en esto siguen como hasta hoy, o si reclaman más privilegios”.
“Son tantos los beneficios y ventajas que les dan, que las palabras no alcanzan” dice Fernando. “Son subsidios a los megamillonarios. Cuando bajó el precio del petróleo el Estado subsidió directamente a las empresas. Con el RIGI esa actitud se consolida. El directorio de YPF (en el que está el ex gobernador neuquino Omar Gutiérrez) se aumentó los sueldos a 70.000 dólares mensuales. Está encabezado por Horacio Marín, que viene de Tecpetrol, la empresa de Paolo Rocca (patrimonio de 5.600 millones de dólares, según Forbes) y anunció que la primer mega obra en el marco del RIGI será el oleoducto Vaca Muerta Oil Sur, hecho por el propio grupo Rocca y llevado al puerto de Punta Colorada en Río Negro, otra obra-RIGI. El Estado cede sus posibles y lógicos beneficios y lo están haciendo también en parte las provincias que adhieren”.
Una de las cuestiones que unen a Jujuy, Neuquén y otras provincias frente a las industrias extractivas es el uso a mansalva de un recurso crucial en el mundo: el agua. Y más crucial aun en esos lugares que oscilan entre lo árido y lo desértico. En el caso del litio, cuenta Aramayo, por cada tonelada hay que utilizar unos 2 millones de litros de agua que, mezclada con químicos, queda contaminada, contaminante e inservible. El fracking es otra práctica de contaminación química que utiliza un promedio de 100 millones de litros de agua por cada pozo. “La Secretaría de Información Energética de Estados Unidos dijo siempre que Vaca Muerta era una región deseable justamente por la presencia de agua para inyectar a los pozos”.
¿Cuánto paga una petrolera por el agua? Informa Cabrera que en el Boletín Oficial del 30 de abril de este año se estableció el Canon Básico del agua para hidrofractura y perforaciones en 467,74 pesos por metro cúbico (1.000 litros), equivalente a 46 centavos por litro de agua dulce que –gracias a lo que hacen y a lo que deshacen– devuelven contaminada. Benito: “En el caso de Jujuy, el agua es absolutamente vital para que vivan las pequeñas comunidades. No tiene precio”.
Zona de esperanza
Benito Aramayo sostiene que su principal oposición a lo que está ocurriendo con el litio en Jujuy es el extractivismo contaminante y cuenta: “La Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, a través de su equipo técnico dirigido por el doctor Ernesto Calvo, patentó a nivel internacional un método que no usa químicos para el proceso de evaporación sino que es electrolítico. Pero eso no lo aplican porque es más costoso, aunque totalmente beneficioso para el ambiente”.Apoya la oposición de las comunidades originarias al extractivismo para frenar la actividad. “Son las que dan una batalla tanto ante el proyecto de Salar de Olaroz como el de Olaroz-Caucharí. Han ido dividiéndolas con dinero, pero quebraron a no más de 60 sobre 400 comunidades”.
Fernando Cabrera plantea un misterio hacia adelante: “El problema es: ¿cómo sería una sociedad con otra fuente energética que no sea fósil? Porque tenemos una vida y un capitalismo hechos en base al petróleo. No queremos renunciar a vivir con luz, a trasladarnos, a la tecnología” dice, aunque tiende a ser evidente que estas sociedades energívoras están liquidando los recursos del planeta sin que se sepa el final de la historia. “Hay ideas como la de la soberanía alimentaria que apuntan a lo local, la comunidad, como formas de ir cambiando la cultura y tal vez el sistema alimenticio. En energía es difícil emular eso. Con corporaciones de miles de millones de dólares, ¿cómo sería la gestión más local, cooperativa, de cuidado? ¿Se puede llevar adelante? Hay experiencias, pero es difícil imaginar que pequeños espacios puedan garantizar la energía a nivel global. Podemos buscar situaciones más democráticas y participativas del manejo de energía, pero estamos lejos de avanzar en ese camino. Vivimos en un estado de descomposición en el que se hace difícil pensar cómo salir y qué sujetos pueden generar algo distinto”.
Su imagen: “En la política hay mucha subordinación, mucha resignación, mucho negocio, más la incapacidad o el desinterés en buscar alternativas. Entonces se puede pensar en las comunidades y en las resistencias que defienden la vida, que pueden iluminar otras posibilidades, otro futuro que todavía no sabemos cómo será. Es la zona de la esperanza que nos queda”.
De acuerdo con eso, la idea de la salvación nacional por vías extractivas tal vez no sea una utopía sino una superstición, un sálvese quien pueda corporativo. Un uruguayo sabio enseñó que la utopía es otra cosa, que está en el horizonte:
“Me acerco dos pasos, / ella se aleja dos pasos más. / Camino diez pasos / y el horizonte se corre diez pasos más allá. / Por mucho que yo camine / nunca la voy a alcanzar. / ¿Para qué sirve la utopía? / Sirve para eso: para caminar”.
Como sugieren Benito y Fernando, nadie sabe del todo hacia dónde rumbea este viaje, pero en esa idea de caminar y buscar puede haber una buena fuente de energía renovable: para evitar el destino momificado de las estatuas de sal y la subordinación de la vida a los fósiles.
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