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Juan Monteverde: recuerdos del futuro

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La verdadera batalla cultural. La política de lo concreto, de un tambo recuperado a una empresa pública de alimentos. El fracaso de los impostores. La debilidad de Milei. La “ley bases” que falta. Lo narco. El referente de Ciudad Futura de Rosario: su hipótesis contra la teoría de la derechización de la sociedad, y lo que pasa cada mañana al levantarnos. Por Sergio Ciancaglini.

Juan Monteverde: recuerdos del futuro

Mide 1,93, cumplió 39 años en febrero, es de los fundadores de un partido considerablemente insólito llamado Ciudad Futura y consiguió 227.139 votos para la candidatura a intendente de Rosario, lo cual lo dejó en segundo lugar a un 3% (16.193 votos) de consagrarse ganador en 2023. 

Pero en estos días la principal cifra para el concejal Juan Monteverde se concentra no en números sino en los gorjeos y movimientos hipnóticos de un tal Lucas, arribado a estas extrañas tierras el 24 de octubre pasado. La mamá de Lucas y pareja de Juan, Caren Tepp, también es concejala y también es de las que dio a luz a Ciudad Futura. 

Explica Juan: “Luquitas se está portando bárbaro. Nos deja dormir, es un relojito, venimos espectacular”.      

Y sobre la otra criatura, que no siempre lo deja dormir: “Con Ciudad Futura el año pasado tuvimos una derrota electoral que fue muy distinta de la que se vivió a nivel nacional, porque para nosotros aquí fue una victoria política. Pudimos conformar el frente Rosario sin Miedo, que junta la innovación que significa Ciudad Futura con la mejor tradición del peronismo, decidiendo los candidatos en una interna que fue limpia (compitió contra Roberto Sukerman) y nos encontró al día siguiente a todos pateando para el mismo lado”. 

“Siempre parece que las fuerzas que son distintas, que no se están resignando a lo menos malo, pueden existir pero de manera testimonial, con algunos pocos concejales o diputados. Pero en un contexto de retroceso total como el que estamos viviendo en Argentina una fuerza como Ciudad Futura, que planteó lo contrario a lo de Milei, estuvo muy cerquita del triunfo. Y generó muchas expectativas: hoy no tengo dudas de que en la próxima vamos a ganar la intendencia”. 

Ciudad Futura es un partido político pero nació como movimiento social surgido de la lucha por evitar el desalojo del último tambo rosarino que hoy se llama La Resistencia y produce leche de verdad, quesos antológicos y el dulce de leche cortazeano Tan violentamente dulce, entre otras sorpresas con valor agregado. El nombre del partido viene del comunista italiano Antonio Gramsci, que llamó Ciudad Futura a su revista de temas y debates políticos. Fue entusiastamente perseguido por el fascismo que lo encarceló durante una década y lo dejó libre en 1937 cuando estaba moribundo. Hoy Gramsci ha sido traído a la escena criolla por estos rosarinos que lo homenajean. Y del otro lado, paradójicamente, por los mileístas que con el argumento de la “batalla cultural” se han convertido en cazafantasmas de un comunismo espectral mientras apuntan contra todo lo que no parezca “libertario” o dócil. 

Juan Monteverde: recuerdos del futuro

¿La sociedad se derechizó?

Si pasa lo que está pasando, ¿es el reflejo del crecimiento de la derecha en la sociedad argentina? 

Juan se ceba un mate con una yerba llamada EPA y propone otro enfoque: “Es todo un síntoma que después de casi un año sigamos preguntándonos por qué ganó Milei, ¿no? Hay una tendencia general de la política a hacer un diagnóstico equivocado del tema y eso nos lleva a respuestas que no van a solucionar los problemas sino a profundizarlos. Pensar que la sociedad se derechizó me parece una forma de la política de echarle la culpa a la sociedad en vez de hacer una mirada autocrítica. No digo autocrítica para flagelarse sino para ver cómo se mejora. Y esa idea de la derechización social provoca una falsa antinomia porque si fuese cierta, a la política le quedan dos opciones: una, derechizarse junto a la sociedad, que es un camino que muchos van agarrando. Y la otra, no hacer nada hasta que la sociedad recapacite”. 

Ciudad Futura elije otra mirada: “Estamos convencidos de que no hay una derechización de la sociedad en términos ideológicos, sino una crisis de representación política que viene desde hace tiempo. Desde el 2001 por lo menos, y que durante el kirchnerismo se logró regenerar, aunque yo creo que se regeneró al estilo anterior, sin una representatividad de instituciones nuevas”. 

¿Qué quiere decir eso? “Que volvió a estallar la crisis de representación porque no se transformó la manera de gobernar al país. Las instituciones son las mismas de siempre, pero pretender gobernar una sociedad como la de este siglo –fluida, heterogénea, diversa, muy fragmentada– con instituciones del siglo 19 en el que tenías sociedades muy distintas, homogéneas, con grandes identidades, es una utopía de cualquier ideología”. 

La pregunta más pertinente en medio de estos embrollos: ¿Y entonces? Responde Monteverde: “Entonces el problema no es que fracasó el relato progresista, o crítico. Los que fracasaron fueron los impostores. Los que enarbolando banderas nobles no hicieron lo que proponían hacer. Fracasó una política que se radicaliza solo en el discurso mientras se modera y se paraliza en la práctica. Por ejemplo: se promete inclusión con escuelas y hospitales, pero nunca los construyen. Si vos tenés un discurso que dice que va a cambiar todo y una realidad que no cambia nada, se produce una hipocresía que termina estallando”. 

Eso, razona Monteverde, es producto de una suerte de progresismo neoliberal. “No es que las ideas de transformación de la realidad ya no sirvan. Lo que no sirve es decir una cosa y después hacer otra. Ese es el fracaso, y la gente busca una alternativa”.

¿Y cómo funciona frente a eso Ciudad Futura? “Como somos un partido de movimiento lo que tratamos de hacer es mostrar en el presente hechos concretos, los pedazos de sociedad que queremos para mañana. Decimos que es la prefiguración. Hacer ahora lo que imaginás para el futuro. En lugar de promesas, mostrar lo que hemos hecho. Tener ideas nuevas está bien, pero lo principal es materializarlas: nadie va a creer lo que decimos de un mañana distinto que no seamos capaces de mostrar en nuestra práctica de hoy”. 

En la época de lo virtual, este grupo parece empecinado en mostrar cosas palpables: hasta los quesos (que merecerían una nota aparte). Lo hacen también frente al tema educativo, el consumo y la inflación, la violencia, lo productivo, lo narco, el lavado de dinero, por empezar una lista: “Como la gente nos conoce y ve las cosas que concretamoss, tenemos representatividad por lo práctico, no por lo discursivo”. 

Pedazos del mañana

Todo este vértigo empezó con Monteverde a los 20 años, en 2005, estudiando Comunicación. “Pero quería militar. Después de 2001, el kirchnerismo fue una recomposición de lo político pero no nos veíamos representados por nadie. Pensamos que había que ir a los barrios más castigados a construir un proyecto político que tenía que nacer en la periferia. Nunca militamos en la universidad. Tampoco queríamos ser cuatro iluminados discutiendo abstracciones sino ir a los problemas cotidianos”.

Inspiraciones: el 2001, el zapatismo, los Sin Tierra de Brasil. Juan ya barruntaba ideas como que la política debe fluir de abajo hacia arriba, y de la periferia al centro. Fundó Giros: Grupo Independiente Rosarino Organizado Solidariamente. “Queríamos hacer algo político pero sin buscar representar a nadie, sino tratando de ayudar a construir un sujeto político que se autorepresente”. 

En el 107 se fueron al barrio Nuevo Alberdi, conocieron a Luisa, una de las vecinas que organizaba una copa de leche, volvieron a la semana siguiente, y Juan ya no se fue más. De esos tiempos recuerda la imagen de un hombre que comentó: “Anoche soñé que comía”. 

El barrio era un imán para los negocios inmobiliarios. Unas 200 familias sufrían juicios, órdenes de desalojo, amenazas, avances municipales. Se organizó una asamblea vecinal. Hubo movilizaciones, acampes, caminatas y la campaña ¡Ya Basta! contra la privatización de tierras. Se presentó un proyecto de ordenanza ante el Concejo Municipal y organizaron un acto: El velorio de los barrios privados. Juan: “En 2010 se aprobó el proyecto que prohibió la figura de nuevos barrios privados, algo sin antecedentes en el mundo. Ahí le dimos muerte a una forma de concebir la ciudad, que privatizaba la tierra a favor de los sectores más ricos”.

Crearon la escuela del Territorio Insurgente Camino Andado (ETICA), de gestión social (ni estatal ni privada: comunitaria), para mayores de 16 años. Los títulos terminaron siendo reconocidos tras algunas tomas y acampes que estimularon la capacidad de diálogo del ministerio de Educación. 

Juan ya en pareja con Caren y otros de sus compañeros se mudaron al tambo para intentar impedir el desalojo sin llorar sobre la leche derramada. Lo llamaron La Resistencia. Aprendieron el trabajo, ordeñaron, colaboraron en mejorar el lugar, entendieron por qué se estaban hundiendo todos los otros tambos en un proceso de concentración económica. Consiguieron donaciones, subsidios, le pusieron trabajo propio, lograron pagarle al tambero Oscar un 80% más por productos de alta calidad mientras al público le costaban entre un 30 y 40% menos que los de supermercados al eliminar las intermediaciones y otros submundos de la industria alimentaria. En el tambo declaraban: “Demostramos que podíamos hacer una unidad productiva sustentable, no hay explotación de los tamberos y te entusiasmás con la práctica, con construir cosas reales en lugar de andar divagando”. De paso, ganaron la batalla y se frenó el desalojo. 

En asamblea del vecindario surgió la idea de presentarse a las elecciones para el Concejo. Nació Ciudad Futura, que en el primer intento de 2013 logró 20.000 sorprendentes votos pero ningún concejal. Se sumó al partido el Movimiento 26 de Junio de Villa Moreno, otro de los barrios densos de Rosario. Allí se había producido el fusilamiento en 2012 de tres chicos, Mono, Patom y Jere, cometido por una de las bandas narco protegidas por la policía. Las movilizaciones y agitación por ese triple crimen permitieron despabilar al poder judicial y al policial, con captura, juicio y condena para los cuatro asesinos. 

Votos x 4

Seguían las materializaciones: crearon un bachillerato popular en Tablada, y una “Universidad del Hacer” con 35 docentes universitarios ad honorem, entusiasmados con la propuesta de lanzar una Tecnicatura en Gestión Social para poder multiplicar la capacitación y el trabajo en los barrios. 

Organizaron premonitoriamente, en 2014, la “Misión Antiinflación”, descripta como “un bypass al mercado monopólico de los alimentos y su distribución a partir de organizar los dos extremos de la cadena productiva” (productores y consumidores). Se trata básicamente de una tienda on line en la que pequeños grupos de personas o familias se organizan y compran con un ahorro de entre el 10 y el 70% según los productos. “Demostramos que podemos ser más eficientes que las empresas, con mejores precios y mejores condiciones para los que producen. Si nosotros pudimos armar esto, quiere decir que se puede plantear algo así en cada barrio y crear un mercado diferente de acceso a los bienes de consumo para toda la ciudad”. 

Dato para espíritus resultadistas: con las prefiguraciones de futuro, en 2015 se presentaron nuevamente a elecciones y obtuvieron 87.648 votos (más del cuádruple que en 2013), convirtiéndose en la tercera fuerza rosarina, con tres concejales. Pedro “Pitu” Salinas, Monteverde y Caren Tepp –y todos desde entonces– dejan el 70% de su sueldo en manos de Ciudad Futura para ayudar a concretar los proyectos y para no diferenciar sus ingresos de los del resto de la organización. 

Explica Juan: “Al entrar al Concejo sabíamos que el sistema está preparado para convertirte en lo que uno critica. No somos los primeros que llegamos con buenas intenciones, pero quisimos mostrar anticuerpos. Mucha gente entró queriendo cambiar el mundo y después lo único que le importa es cambiar su auto”.  

La inflación y el mercado

Ciudad Futura organizó además el D7, bar y centro cultural que también permite ingresos para financiar proyectos y de paso exhibir y vender los productos que se comercializan. 

Este noviembre se inauguró además la Empresa Pública de Alimentos (EPA), que es una alianza de Ciudad Futura con FECOFE (Federación de Cooperativas Federadas, con 60 cooperativas asociadas en 11 provincias) para vender alimentos de calidad hasta 40% más baratos que las segundas marcas de los supermercados. EPA no es privada ni estatal sino pública. Tiene una planta fraccionadora, ofrecen marcas cooperativas y de la propia EPA y arman cajas con aceite, fideos secos, té, puré de tomate, harina, arroz, lentejas, garbanzos, polenta, porotos, arvejas, yerba y quesos, entre otras cosas. Venden también a través de Misión Anti Inflación. Llaman a todo esto “Mercado de futuro”. Monteverde señalándome su mate: “Y ahí dijimos ‘che, es mentira que el mercado hace las cosas mejor que nosotros”. El planteo de la EPA es: “Si nos organizamos, comemos todos”. 

Monteverde presidió la inauguración junto a FECOFE y sindicatos que están comprando la producción: “Solo esta planta puede cubrir el 50% de las necesidades calóricas y proteicas de las familias rosarinas que están en indigencia” (71.666 familias según el INDEC). “El país es el 3º exportador de alimentos en el mundo, pero un millón de chicos se van a dormir sin comer. Ese solo dato te muestra el fracaso de la política argentina de los últimos años. Con la capacidad productiva que tiene esta planta, si hubiera apoyo político municipal, provincial o nacional, en un día se resolvería el problema para que la gente que hoy no llega a comer lo necesario en la ciudad, pueda hacerlo. Por eso el hambre es un imperativo moral que tenemos que superar como sociedad”. 

De nuevo la prefiguración: “Con esta planta dimos un salto de escala desde el tambo. Y sin recibir ni un subsidio”. La pregunta que queda abierta: ¿qué pasaría con más plantas como esta, instaladas en distintas regiones del país?

El otro desarrollo que impulsó Ciudad Futura es la urbanización en Nuevo Alberdi (casi 500 hectáreas) uno de los barrios más postergados de Rosario. Se plasmó un censo entre todas las familias y se logró la participación del vecindario para detectar las obras de agua, luz, cloacas, transporte, educación, seguridad, y el diseño del propio barrio. “Presentamos el proyecto, hicimos todo el trabajo con la gente del barrio para que no sea que el Estado viene a hacer lo que se lo ocurre, sino lo que se está necesitando realmente. Cumplimos nuestra parte, hicimos el master plan, los siete proyectos de obras tempranas, pero después el Estado empezó con su burocracia y la obra sigue pendiente”.   

El modo narco

¿Y cómo se planta Ciudad Futura frente a la violencia y lo narco? “Decidimos hacer algo nuevo: nos animamos a juntarnos con otros. Y  a conectar con la desesperación de la gente: estamos sumergidos en una crisis de violencia estructural. Armamos Rosario sin Miedo como convocatoria a todos los que tienen su proyecto de vida acá: con estos niveles de violencia ningún proyecto de vida es sustentable. Y quisimos que no sea algo puramente electoral. Hicimos la interna para que la gente decidiera los liderazgos y no lo que vemos siempre a nivel nacional que es el miedo a tus propios partidarios, con decisiones en secreto y un tuit para enterarte de quién es el candidato. Perder por tan poco margen fue un triunfo político, y ahora estamos ampliando lo que hicimos en Rosario a toda la provincia. La idea es no quedarnos en la crítica y en la lógica oficialismo/oposición, sino imaginar y proponer cómo hacer mejor las cosas”. 

El plan incluye lo productivo, lo ambiental, lo comercial, la eficiencia energética, el acceso a la vivienda de alquiler, el control de los puertos, el despliegue de la EPA, la infraestructura de conectividad digital y el impulso a la economía del conocimiento, la recuperación del sistema de salud pública y del cordón frutihortícola, entre cientos de propuestas. 

Y, obviamente, la seguridad. Explica Monteverde: “Si el progresismo y la izquierda no tienen una política seria de seguridad, olvidémonos de gobernar bien no solo en Rosario sino en el continente. A la violencia se la ataca de tres modos. Primero, por arriba, yendo por la ruta del dinero narco e ilegal. Si cortamos el lavado, cortamos la violencia. Esa es la clave. Es fácil decirlo, pero ¿qué podemos hacer? Nuestra propuesta desde hace diez años fue la Agencia Municipal contra el lavado de activos. Todos los partidos se oponían y los empresarios también diciendo que iba a ser más burocracia, la máquina de impedir. Pero lo que planteamos es que al tener la potestad de habilitación de comercio, un restaurante, un hotel o una urbanización, el Estado municipal ayuda al empresario honesto a que no se le meta la plata no declarada de la soja o del narcotráfico. Finalmente logramos sancionar una ordenanza en el Concejo y somos la primera ciudad argentina con una agencia de ese tipo. El intendente actual (el radical Pablo Javkin) no le pone todos los recursos que podría pero ya tenemos esa institucionalidad que hay que seguir haciendo crecer”. 

¿Y en los barrios? “Hay que trabajar del segundo modo, por abajo. Urbanizando y saliendo de una trampa: te dicen que por un lado hace falta mano dura y militarización, y el progresismo dice que esto se resuelve con inclusión social, escuelas y hospitales. Tomadas así, son dos mentiras. La estrategia de seguridad es juntar esas variables y reentramar el tejido social. Cortarle la capacidad de reclutamiento a las bandas con un plan integral. No es que haciendo un taller de guitarra vas a competir contra el narcotráfico, pero si armás un plan serio de integración socio urbana, mientras estrangulás el tema del lavado y generás condiciones para la gente, tenés serias chances de competir. Porque cualquier pibe sabe que entra a una banda narco y va a terminar preso o muerto. Entonces hay que crearle otras posibilidades. El problema es que hasta ahora no se hizo nunca”. 

¿Y la policía? “Eso es lo tercero, lo que hay que trabajar por el medio. Profesionalizando y eliminando los nichos de corrupción con una policía preparada y bien paga, pero como parte de todo ese plan integral. Sin eso es imposible pensar que la autoridad la ejerza el Estado y no las bandas narcos. Pero entonces sí o sí tendremos que seguir creciendo para llegar a gobernar. Hasta ahora ningún gobernador tuvo voluntad de hacerlo a fondo”. 

En Santa Fe, sin embargo, se habla de una disminución de la violencia y en algunos casos se insinúa alguna especie de pacto con bandas para lograrla. Monteverde: “El gobierno sabrá lo que está haciendo. Ojalá funcione. Pero yo no puedo decir que hay un pacto. Lo real es que aunque hayan bajado las tasas de homicidios, no hubo ninguna política integral que cambie las cosas. Nunca la hubo y no hay una solución mágica de un día para el otro. Por eso la sensación es que en cualquier momento podemos volver a la situación anterior”. 

Otra ley bases

Hace unos años Monteverde me dijo: “No nacimos para ser izquierda, sino para ser mayoría. Algunos de Ciudad Futura se sienten de izquierda, otros nada, otros pobres, otros comunes. Hay que construir esa identidad común que nos reúne. Y para eso no podemos quedarnos hablando entre nosotros, si no salir a discutir afuera. Pero en lugar de hacer alianzas pensando en sacar más votos, apostamos por decir lo que queremos”. La construcción se describía así: gente común haciendo cosas fuera de lo común. 

Ciudad Futura se entusiasmó con experiencias como la española de Podemos. “pero terminó muy mal. Yo creo que lo que no tiene raíz, no dura. Para enfrentar a este gran simulacro que es la política, lo contrario es lo arraigado, lo genuino, hay algo abajo, de lo comunitario que lleva tiempo. Todo lo que se hace muy rápido, también es muy débil”. 

¿Y Milei? “Por supuesto es débil. Tiene la eficacia de la irrupción, pero tampoco tiene raíz. Se verá cuánto dura, pero yo tengo una visión distinta al espíritu de derrota que noto. No estamos ante un cambio de época sino ante una época de cambio. Más allá del juego de palabras no veo que Milei sea el primero de una nueva era sólida de una derecha autoritaria pro-mercado. Más bien lo veo como símbolo de los últimos intentos de un neoliberalismo incapaz de gobernar a largo plazo, que tiene que recurrir a cosas cada vez más violentas por esa debilidad. Creo que cada vez son menos los que lo votaron y siguen ilusionados. Los que quieren darle más tiempo es porque tienen espaldas para aguantar”. 

“De nuestro lado necesitamos recuperar autoestima, un cambio de actitud. No es que nuestras ideas no funcionen o sean utópicas. Utópicos son los que creen que el mundo puede seguir como está en esta inestabilidad global”. 

Diagnóstico: “El neoliberalismo clásico desideologizaba todo para hacerlo pasar como sentido común. Milei hace lo contrario: sobre ideologiza todo para moldear a la sociedad de un modo bizarro, mesiánico, infantil y hasta terraplanista. Lo urgente es pensar, por ejemplo: ¿cuál sería nuestra ley bases? ¿Qué proponemos qué queremos? No tenemos eso en el país. En Rosario creo que sí, con nuestro plan de gobierno. El desafío de imaginación y práctica es dar esa batalla y animarnos a confrontar demostrando que las ideas de Milei no funcionaron en otras épocas y tampoco ahora. Esa es la batalla cultural: no una cuestión de discursos y opiniones, sino algo muy material, mostrar proyectos que hablan de un mundo vivible. La creatividad tiene que explotar, está todo por inventarse, pero lo que veo es una crisis de imaginación por parte de la política tradicional, que no puede salir de ese encierro”. 

Por esas cosas le resulta potable la idea de crear nuevas melodías planteada por el gobernador bonaerense: “Me llama la atención que se arme tanto revuelo por una frase tan naif. Obviamente que plantearse lo nuevo no es desechar lo anterior, sino aprender de lo anterior para hacer algo distinto. Si no fuese así, todavía estaríamos escuchando solamente a Beethoven”. 

Lo porteño = lo machista

¿Se puede nacionalizar una experiencia como la de Ciudad Futura? “Sí, porque no tiene que ver con una realidad geográfica o con un perfil ideológico, sino con una forma de hacer las cosas y con una cultura política. No hay una fórmula para imitar, sino animarse a hacer las cosas de otro modo. De abajo hacia arriba, sin esperar sentado que te digan qué hacer, porque así las soluciones no aparecen nunca. Si se promueve el verticalismo y el centralismo, no vas a estar haciendo un camino propio”. 

Sin embargo siempre le buscan alianzas, referencias y terminales nacionales a lo que hace el partido rosarino. “Tal cual. Y nos rebelamos desde el día uno. No somos fichas en el tablero de nadie. Podemos tener vínculos o alianzas, pero no estamos supeditados a otros. La estrategia es autónoma, decidiendo nosotros y así hicimos un camino diferente. Eso genera tensión porque estamos en una cultura centralista. Siempre le digo a mis compañeros porteños ideológicamente afines que no entienden lo que les pasa: ser porteño es como ser varón y machista. No se entiende el privilegio y se ejerce el poder de manera centralista, como los hombres tenemos prácticas machistas. Romper con eso es clave para transformar al país. Por eso hablamos de construcciones de abajo hacia arriba y de la periferia al centro. De la capital no va a venir ningún cambio. Podemos construir juntos, pero tiene que haber una voz diferente, mucho más plural y diversa, que no es la de los porteños”. 

Cree además que hubo un secuestro de lo político en lo estatal: “La política se transformó en un trabajo, y así se vaciaron los barrios de organizaciones y militantes. Por eso apostamos a otra cultura política, a otras lógicas y otras formas de construcción donde para que haya fines nobles tienen que haber medios nobles. Y lo que nosotros vimos es que los fines y los medios nobles pueden ser efectivos en términos electorales y mayoritarios”. 

En semejante tembladeral, ¿dónde depositar la expectativa hacia adelante? “Más allá del contexto de Argentina y el mundo, lo que nos mantiene con esperanza es lo que nos levantamos a hacer todos los días. Cada proyecto que creamos de la nada, y que ahora es un pedacito de ese futuro que queremos”. 

“Te levantás y decís: ¿hay razones para dar la pelea o no? El sistema te quiere convencer de que no se puede cambiar nada. Entonces las razones tienen que quedarte cerca, ser muy localizadas, que vos sientas que hay cosas que dependen de tu acción. Y no de quedarte mirando la televisión o las redes. Así que lo que me da esperanzas son las cosas que cada día podemos hacer y transforman la realidad concretamente, y que nos muestran que hay una forma distinta de organizar la vida”. dice Juan, que debe irse a cumplir con sus funciones paternas con un tal Lucas, y me recuerda un lema partidario que no sé si es una esperanza o un proyecto político: “Que el futuro llegue antes”. 

Ésta nota fue de acceso prioritario para lxs socixs digitales.

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