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Mundo Abuelas: el legado

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Las y los nietos que llevan adelante Abuelas e impulsan junto a las “viejas” la búsqueda, cuentan a MU cómo es ese trabajo artesanal e inédito en el mundo. De sus historias de los –por ahora– 139 recuperados, a las charlas en talleres. Lo que representan y son las abuelas, y la continuación del legado. Los colores políticos, el Estado, el no-presupuesto, el apoyo social, las esperanzas y los sueños: cómo funciona la máquina de búsqueda y encuentro de memoria, verdad y justicia. Por Lucas Pedulla.

Mundo Abuelas: el legado
Foto: Lina Etchesuri

Cuando viajaban a las asambleas en la ciudad de Buenos Aires, Belén Altamiranda Taranto (47) le pedía a Sonia Torres, entre risas, que no la hiciera pasar vergüenza. La fundadora de la filial Córdoba de Abuelas de Plaza de Mayo quería que sumaran a otra persona de la provincia a la Comisión Directiva, y Sonia siempre proponía a Belén.

“Al menos no lo digas enfrente mío”, le decía sonrojada. 

Pero Sonia, vieja sabia como toda abuela, tenía clara la estrategia.

Belén siempre supo que era adoptada. El quiebre en su historia se produjo cuando apareció Juan Cabandié y lo escuchó en la ESMA en 2004. Al año se presentó en la sede de Córdoba para ver si encontraba respuestas. Fue en 2007, mientras trabajaba en un locutorio, cuando recibió el llamado y un nuevo mapa se coloreó: se enteró de que era hija de Horacio Antonio Altamiranda y Rosa Luján Taranto, quien estaba embarazada de siete meses al momento del secuestro, el 13 de mayo de 1977, en Florencio Varela, zona sur del conurbano bonaerense. 

Supo que estuvieron en el centro clandestino El Vesubio, en La Matanza. Que en junio de ese año trasladaron a Rosa al Hospital Militar de Campo Mayo. 

Que ella nació en ese horror. 

Que la entregaron al Movimiento Familiar Cristiano. 

Que a sus tres meses la adoptaron. Que su mamá Rosa y su papá Horacio siguen desaparecidos. 

Pudo conocer a sus dos abuelas y dos abuelos cuando completó su rompecabezas. Entre ellas estaba Irma Rojas, histórica integrante del organismo, que nunca dejó de buscarla. Desde entonces Belén empezó a militar en la filial de Córdoba, donde adoptó a una quinta abuela, por la cercanía, el vínculo, los viajes a Buenos Aires, la guía política: Sonia Torres.

Sonia se sumó a Abuelas en 1978. Su hija, Silvia Mónica Parodi, había sido secuestrada el 26 de marzo de 1976, junto a su pareja Daniel Francisco Orozco. Estudiaban Ciencias Económicas y militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Silvia estaba embarazada de seis meses. Sonia supo que su nieto nació el 14 de junio de ese año en la Maternidad provincial de Córdoba gracias al testimonio de una sobreviviente en la megacausa por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino La Perla. La pareja y su nieto siguen desaparecidos.

Sonia lo buscó durante más de cuatro décadas. “Las Abuelas necesitamos tener el corazón libre de odio para seguir con fuerzas para buscar a los nietos”, decía. 

En 2023 murió sin poder abrazarlo. 

Pero la enseñanza de esas fuerzas y de ese amor fueron las estrategias de Sonia y de todas sus compañeras a lo largo de 48 años para que otra generación las continúe. “Sin darnos cuenta, ellas nos iban enseñando ese camino”, dice Belén. 

Las Abuelas abrazaron en la Comisión a Belén cuando Sonia todavía estaba presente. 

Como Sonia quería. 

Hoy Belén es la referente de la filial. 

Tres niños y una carta 

La historia de cada restitución de Abuelas es la de un abrazo y una enseñanza de cómo evitar que el país se convierta en un desierto. El cielo que están bordando desde 1977 va por la estrella 139, celebrada en enero. En esa conferencia, la presidenta de la institución, Estela de Carlotto, dijo que solo quedan tres Abuelas vivas: ella, Buscarita Roa y Rosa Roisinblit. “Estas tres abuelitas que lloramos a las que se fueron antes, estamos acompañadas por estos jóvenes”, dijo y señaló a la generación que la rodeaba. 

Que las rodean.

Estela ubicó así una continuidad que se ve en el día a día del organismo, en la participación en las conferencias, en las bienvenidas a la Comisión Directiva. Una generación de nietos y nietas que recuperaron su identidad, que sigue buscando a sus hermanos o hermanas, y que está tomando el protagonismo de una lucha histórica que cambió mundos. 

Uno de esos mundos es Belén.

Otro mundo es Adriana Metz (49), hija de Graciela Alicia Romeo y Raúl Eugenio Metz, desaparecidos el 16 de diciembre de 1976 en Cutral-Có, Neuquén. Raúl militó en la Federación Juvenil Comunista y luego, con Graciela, integraron el PRT-ERP. Por testimonios de sobrevivientes, Adriana sabe que estuvieron en el centro clandestino “La Escuelita”, en Neuquén, y luego fueron llevados a “La Escuelita”, en Bahía Blanca. Adriana sabe también que allí su mamá dio a luz a un varón: al momento del secuestro cursaba su séptimo mes de embarazo. Graciela y Raúl siguen desaparecidos y Adriana busca un hermano. Desde 2012 trabaja en la filial de Abuela en Mar del Plata: hoy es su referente.

Otro mundo es Miguel Santucho (49), aka el “Tano”, hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho, hermano del histórico líder del PRT-ERP, Roberto Santucho. Cristina, embarazada de dos meses, fue secuestrada el 13 de julio de 1976 en un departamento de la calle Warnes al 700 en la ciudad de Buenos Aires. Con ella se llevaron a su cuñada, Manuela Santucho, y a su compañera de militancia Alicia D´Ambra, también embarazada de un bebé que las Abuelas siguen buscando. Las mujeres no estaban solas: en la vivienda quedaron los dos hijos de Cristina, Camilo y Miguel, y el hijo de Manuela, Diego Genoud. Quedaron solos. Una vecina avisó a la mamá de Cristina, la histórica Nélida Navajas, pero nadie hizo nada. Cuando Nélida llegó escuchó los llantos y los gritos de los tres niños. En la cartera de su hija encontró una carta que no había llegado a enviarle a Julio: le decía que tenía un atraso y que estaba convencida de estar embarazada. Cristina sigue desaparecida. Nélida movió cielo y tierra para encontrar a su nieto. Murió en 2012 sin poder abrazarlo, pero legó la búsqueda a su otro nieto: en 2023 Miguel encontró a su hermano Daniel. 

Belén, Adriana y Miguel son tan sólo tres de los mundos que conforman un universo bellísimo, complejo y doloroso, unidos por constelaciones que abrazan la singularidad de cada historia y que, en el contexto que describió Estela en la conferencia, son testimonios de una lucha incansable e inédita a nivel mundial, que hoy les toca continuar.

Estos mundos ya son Abuelas.

Los tiempos del click

Miguel lo piensa así: “Siento que fue un proceso que empezó hace bastante y se fue dando de forma lenta, solapada, porque los nietos que fuimos llegando a la Comisión Directiva teníamos una etapa de aprendizaje, aunque se aceleró mucho en los últimos tiempos. No solo con la partida de muchas Abuelas, sino también del cambio de paradigma social en la Argentina. Empezamos a darnos cuenta, ya en la gestión anterior, de que se iban agotando los tiempos, que eran muchos los años en los que estábamos transitando situaciones formales o habituales de búsqueda, y que había un discurso de derechos humanos que iba perdiendo vigencia. Si bien las abuelas siguen siendo nuestro faro y son imprescindibles, teníamos que tener un equipo a la altura para hacer cosas importantes. Tuve un click también cuando, en los primeros meses de este gobierno, en una semana fallecieron Nora Cortiñas y Lita Boitano. Se están yendo, literal. Creo que en uno de los peores momentos de la historia reciente tenemos que asumir el protagonismo. Ellas ya dieron demasiado y si bien siguen cumpliendo el rol de sacarnos la presión, de ser nuestros paraguas, tenemos que demostrar la vigencia de la búsqueda de nuestra generación”.

En 2011 Adriana declaró en el juicio “Escuelita VIII” por la desaparición de sus padres y la apropiación de su hermano. Empezó a ir a Abuelas, en Mar del Plata, una vez por semana. “En 2012 dije: quiero tener una participación activa en la búsqueda de mi hermano. ¿Qué implicaba tener una participación activa? Bueno, aprender. De la búsqueda, del amor. Ese trabajo que las Abuelas empezaron a hacer sin saber cómo se hacía se fue sistematizando. Ellas sembraron esto y son muchos los que estamos para continuar. De hecho, soy hermana, nunca voy a ser una Abuela, y por una cuestión biológica soy la referente de la filial. La búsqueda continúa más allá de quién esté. Es lo que nos enseñaron”.

Belén, desde Córdoba: “Las Abuelas la vieron. Entendieron que un traspaso iba a ser necesario porque el objetivo de la institución va a seguir hasta que podamos restituir al último nieto o nieta. Por eso modificaron el estatuto y aceptaron ingresar a los nietos. Al principio, en las reuniones de Comisión, cerraban la filial y estaban solo ellas. Después fueron abriendo de a poco y los nietos o hermanos podían escuchar, pero sin meter bocado. Era aprendizaje. Nadie las va a reemplazar, pero sí es el momento de hacernos cargo”.

Del tango al knock out

El lineamiento de Abuelas es muy claro. “Lo principal es la búsqueda de la identidad y encontrar a los nietos y nietas. El color político es variable”, dice Miguel. “Estela lo dijo muchas veces: el primer presidente que no las recibió fue Macri. No importa quién esté, pero el Estado tiene que dialogar con nosotros. Esas son enseñanzas”. En 1995, el Tano se unió a HIJOS y fundó la comisión Hermanos. “Te miraban raro, diciendo: ¿tienen diálogo con el gobierno de Menem?”, recuerda. “Sí, obvio, están buscando. Y esa es otra visión que entiendo ahora: tener capacidad de priorizar el objetivo y no discriminar por claroscuros”.

Fue esa capacidad, subraya Miguel, la que les permitió impulsar, en 1987, la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) y, en 1992, la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI). “Lograron generar una política de Estado en un gobierno que no era amigo de los derechos humanos. Gracias a esas construcciones el movimiento festeja cada vez que encontramos nietos en medio de la desazón generalizada. Es lo que nos indica que todavía tenemos motivos de qué alegrarnos”.

Sobre ese legado a cuidar, que fueron aprendiendo con la escucha y el cuerpo, recuerda una anécdota: “Un día surgió la posibilidad de hacer una presentación en Tierra del Fuego con Buscarita. La iba a acompañar a ella, que iba a hablar con el gobernador. El día anterior Buscarita se enferma y se baja, y me dice: ‘Bueno, Tano, andá vos’. ¡Le dije que cómo iba a reemplazar a una Abuela! Estela me llama y me hace pasar a su despacho. ‘¿Sabés bailar tango, vos?’, me dice. Le digo que no. ‘Si yo me levanto y te invito a bailar tango, ¿vos qué hacés?’, me pregunta. Te digo que no porque no sé bailar. Y me dice: ‘Bueno, eso es. No hagas cosas que no sepas. Vos sabés qué es Abuelas y sabés lo que tenés que hacer. Todo el resto que no sepas hacer, no lo hagas’. Y te lo dice Estela. Es un gran apoyo”.

Adriana recuerda a Ledda Barreiro, histórica Abuela de Mar del Plata, con otra enseñanza: “La invitaban a una charla y ella iba. Contaba mucho de su infancia, que a su papá le gustaba tomar mate con yuyos, y te hablaba de una historia que te hacía empatizar con ella. Entonces te cerraba con una estocada: ‘Estoy buscando a mi nieto. Ayudame’”. 

Una caricia de knock out.

La sangre llama 

El momento de asumir esos protagonismos se está dando en un marco de crueldad política, social y económica, atravesado por un negacionismo oficial que cuestiona las banderas históricas de memoria, verdad y justicia. Desde la importancia de cuidar los sitios de la memoria a por qué son 30.000, el contexto ubica la necesidad de explicar muchas cosas otra vez: ya sea para la juventud que está descubriendo los horrores de la dictadura, para quienes piensan que esto es un curro de un sector político, o incluso para aquella militancia que piensa que muchas de estas construcciones empezaron en 2003. 

Piensa el Tano: “Cuando doy charlas quiero que los pibes se vayan con dos o tres conceptos básicos. El primero es que las Abuelas son personas comunes. Extraordinarias, pero comunes. No son superheroínas, no tienen superpoderes: son personas comunes que lograron cosas extraordinarias porque lograron abrir un camino donde no había. Es único en el mundo haber encontrado chicos apropiados. Después, hubo un contexto donde todo fue a pulmón, donde no tenían un mango, y había algún financiamiento de Naciones Unidas pero alquilaban una casa de dos ambientes para poder funcionar. Su historia es una historia de austeridad, no de súper recursos. Esta etapa de 20 años marcó mucho porque permitió que la búsqueda se agigante, pero no es la esencia de Abuelas. Hace poco hablábamos para ver qué hacer, y Estela nos decía: ‘¿Por qué se preocupan tanto? Nunca fuimos ricas. ¿Están entrando en pánico? Si no hay plata, no habrá plata’. Nosotros entramos y vivimos una etapa donde había más recursos, pero todo en derechos humanos, en verdad, es sacrificio, poner tus propios recursos, tu militancia, tus horas de trabajo no pago. Eso es lo que llaman ‘el curro’. Por eso vamos a defender un Estado presente que nos apoya, que pone las herramientas a disposición, sin entrar en distinciones o partidismos, porque también hay tiempos: cada vez nos queda menos, incluso también a nosotros”.

En Córdoba tienen un convenio con el Ministerio de Educación donde trabajan textos y juegos para hablar de la identidad en los distintos niveles. Belén: “Hay docentes jóvenes que se acercan y te dicen que no tenían idea, que no sabían, y ahí te das cuenta de que nunca hay que dejar de hablar, de seguir trabajando, sobre todo con los más chicos. Algunos, fijate, te preguntan si había teléfono o televisión en ese momento, como ubicando que es algo muy lejano. Por un lado, genera dolor e impotencia que las Madres, las Abuelas, los sobrevivientes, tengan que volver a hablar, pero uno saca fuerzas de un objetivo claro. Es necesario seguir contando porque se están queriendo borrar todos los derechos”.

¿De qué manera ese ajuste actual obstaculiza el trabajo cotidiano? Belén: “Abuelas recibía un presupuesto que formaba parte del presupuesto nacional y desde 2023 no nos dieron más. Fue como volver a los orígenes, subsistir gracias al apoyo y donaciones, tanto nacionales como internacionales. Nos han ayudado a poder continuar y seguir con las puertas abiertas. Después, el gobierno eliminó la UEI (Unidad Especial de Investigación, dentro de la CoNaDI), fundamental porque continuaba o profundizaba las investigaciones que se enviaban de Abuelas sobre posibles nietos. Eso va a generar un cuello de botella porque es el Poder Judicial el que se va a tener que hacer cargo de todo. Si les pasamos las denuncias crudas, es un trabajo que lleva mucho tiempo, en algunos casos años, porque se entrecruza mucha información. Después, con el Banco Nacional, hay que pensar que siempre viene el extraccionista y la persona responsable de la CoNaDI para el papeleo, pero si al que viaja no le pagan los viáticos, le sacan los incentivos, cobra la mitad del sueldo, ¿cómo hace para vivir y ejercer? No todos los que tienen dudas quieren viajar a Buenos Aires para acelerar el análisis. Si recortan, desfinancian o despiden, ¿cómo funciona?”.

El Tano vuelve: “Las Abuelas empezaron en la soledad más absoluta y lograron todo esto. Lo mínimo que tenemos que hacer es lograr que ese legado acumule el apoyo de la mayor gente posible, porque es lo que ellas hicieron. No podemos darnos por vencidos ni dramatizar, porque ellas vinieron de eso. Tenemos el desafío de recordar y transmitirlo de forma colectiva, porque es más fácil enfrentar cualquier cosa cuando estás con otro”.

A todo esto, un dato: a las distintas filiales se siguen acercando personas con dudas sobre su identidad. Adriana: “La mejor herramienta de difusión que tenemos son las restituciones. Y viene mucha gente”. Otro dato: “No todos son nietos. El Banco Nacional y la CoNaDI son áreas que hoy tienen herramientas que usa la sociedad. No es solo para un grupo, sino para todos, y trabajamos para que esas personas tengan también un resultado y saber que quienes los criaron no están asociados con crímenes de lesa humanidad”. En los casos que sí, Adriana sonríe uno de los triunfos: “Los robaron para que no los encontremos, pero jamás pudieron prever la perseverancia de las Abuelas, ni tampoco que iban a incorporar a nietos, a hermanos, para seguir esa lucha. Mi abuela siempre decía: ‘la sangre llama’”.

El Tano también se acuerda de su abuela Nélida: “Cuando la operaron de la rodilla, un día me llamó y me dijo: ‘Miguelito, tomá’. Era una caja de esas grandes, azules, con toda la documentación que había juntado: los testimonios, los habeas corpus presentados, la carta donde mi mamá decía que estaba embarazada. ‘Ya no puedo caminar, ahora te toca a vos’, me dijo. Fue mi botón, en 2012. Mi abuela sabía que no iba a agotar la búsqueda”.

Y tenía razón.

La clave para resistir

La historia de Abuelas partió desde el horror, creando políticas en medio de desiertos. Este, sin dudas, es uno que nos toca atravesar: ¿qué objetivos y horizontes se animan a imaginar y a trazar? 

Adriana: “Mi abuela también decía que la esperanza es lo último que se pierde. Pasó más de un año desde la última restitución (el hermano del Tano) hasta la 138 (los casos 134, 135, 136 y 137 son los de cuatro mujeres asesinadas antes de dar a luz). Y me tocó por el lado de mirarnos y decir: se puede, lo estamos haciendo bien. Hay que seguir”.

Belén: “A veces me cuesta emocionalmente pensar sin las viejas. Sabemos que no son eternas, aunque uno piense que sí. La agenda siempre va a estar marcada en la búsqueda, en la justicia, en que se sigan haciendo los juicios. Seguir nombrando al desaparecido porque fueron personas como vos, como yo, y mientras los nombremos van a seguir estando. Seguir pensando siempre cómo transformar ese dolor en lucha siempre desde el amor, y nunca a través de la venganza, del odio, de la confrontación”.

Tano: “139 es un montón. En la historia de la humanidad no había antecedentes. Es la base de lo importante que hizo Abuelas. También vale la pena ser optimista, y así como hubo un momento en que la ciencia permitió que el ADN llegara al índice de abuelidad, ¿por qué no pensar que puede haber una IA o reconocimiento facial que permita encontrar 200 nietos en tres meses? ¿Por qué no soñar que existe un eslabón, que todo se puede revertir en un nuevo descubrimiento? Me permito soñar. Muchos de mis sueños se me realizaron, ¿cómo no voy a seguir? El momento en que uno pierde la esperanza, se deja ganar, se deprime y se encierra en la casa, pero mientras uno sigue de pie y se permite soñar, tiene esperanza de que pase. Es lo que quiero transmitir en este momento de sequía emocional, porque siento que el que no está deprimido, se siente defraudado. La única forma de resistir es con alegría, sabiendo que mañana puede pasar algo que cambie todo. No nos permitamos que nos derroten en lo anímico porque es la primera etapa de la derrota. Soñemos esperanzados que vamos a encontrar a todos. Hasta el último”.

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