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La casa de los espíritus

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Crónica del más acá

L indo país Brasil. Gente que es “lo mais grande do mundo”. Que encima elige un obrero metalúrgico como presidente. Y exportan a Dios. Muito bonito.
El Lugar: centro de Lomas de Zamora, corazón del África Sur y tierra natal del hereje que está tipeando. Edificio con entrada tipo Partenón griego o Catedral de Buenos Aires: inmenso. Cartel con letras apocalípticas que dice Iglesia Universal del Reino de Dios. Mucho gusto, encantado. En su interior, un enorme salón con capacidad para 1.600 personas sentadas, pasillos amplios, una cruz de madera muy grande al costado (sin la imagen crucificada del pobre galileo), un aire acondicionado que te congela, un escenario con algo parecido a un púlpito, un panel muy grande con fotos de familias (que lleva la gente) y un ¿vitraux? berretón con imágenes de naturaleza pródiga en frutos y mieses que (supongo) deben tener que ver con el Paraíso. Árboles, una catarata, pajaritos, flores, algún animalito indescifrable.
Supongo. Porque una agencia de turismo no era.
Aunque…
Fui tres veces. Tres veces…
Los ¿fieles? En su enorme mayoría son gente sencilla del pueblo. Los que tienen las marcas en la cara, en el cuerpo, en el andar, en la ropa. Son la gente humilde invisible, los que no han caído en lo más profundo pero viven agarrados del borde. No son la clase media que vive llorando su desgracia ni los que embarcaron en la tercera clase del Titanic. Son otros.
Los ¿religiosos? Son un grupo curioso. El indefectible e inoxidable Pastor, unos 40, pelo corto a lo milico y espalda de boxeador. Chicas vestidas como azafatas (el domingo había 25, todas igualitas) y muchachos con camisa y corbata (todos igualitos y el domingo eran 15) que caminan por los amplios pasillos entre butacas, te acomodan en el espacio para que si son pocos parezcan más, invitan a hacer lo que hace el pastor, a cantar, levantar las manos, cortar las cintas (largo de explicar), reparten diarios de la Iglesia (ponete con 2 pesos), buscan el diezmo (que te lo piden tres veces), miran buscando quién entra en trance y al que entra, lo asisten. Son una suerte de legión de monaguillos-asistentes todoterreno, bañados, planchados, educaditos, la mayoría muy jóvenes. Casi todos, y el pastor principalmente, hablan portuñol, ese castellano recostado sobre las eses y peinado por inflexiones deshuesadas del brasileño. El pastor a veces pide auxilio para encontrar algún término y cuando se acelera le entiendo la mitad: si sigo así no voy a conseguir pasaje ni en última clase al purgatorio… Ah, hay un par de infaltables patovicas de impecable traje y visibilidad escasa.
El ¿show? Pare de sufrir. Y pare ya. Nada de psicoanálisis o antidepresivos o mamarse o escribir un tango o dedicarse al arte o llorar nomás. Si Ud. es un pelotudo que no puede parar de sufrir, escuche al multimedio Dios (Internet; diario, tv, radio). Sea alcahuete de Dios. Sea chupamedias de Dios. Y pare de sufrir. Ése es el eje del discurso del pastor: brillante orador, creador de climas, grita, quiebra la voz y pareciera que llora, baja repentinamente, canta –mal pero canta– siempre acompañado por luces que aumentan o bajan su intensidad según la ocasión, con un organista en vivo que desarrolla música incidental con enorme peso en la creación de los mencionados climas, con alguna cita bíblica casi eventual porque el eje del discurso es ése: ¿por qué sufrís marmota? Porque sos eso: un reverendo pelotudo que no encuentra a Dios. Pero a no desesperar, que tiene remedio: habrá que aportar el diezmo (que siempre es para El Señor, nunca para la iglesia… aunque no dicen el apellido del Señor), orar, escuchar e ir al templo puntualmente. Hay servicios todos los días a diferentes horas y sobre diferentes cuestiones (la Santa Madre Iglesia Católica se durmió y la están acostando, con perdón…): envidia, familia, negocios, camino de la sal (¿¿??) etcetcetc.
La gente escucha, aporta $$$, reza, se arrodilla, grita abierta o contenidamente, llora, levanta las manos con una carga de tensión que asusta (la verdad, me asusté bastante…) y otros se ponen del tomate, convulsivos o casi y ahí van los protopastores-asistentes-camareros de Dios y hacen el delivery: se paran junto a la persona, le ponen una mano en la cabeza, otra en el cuello y empiezan a hablarle en el oído. Hay personas que se arrastran por el piso y los salvadores a domicilio nada, no aflojan y siguen dale que te dale al oído hasta que el pobre desgraciado se calma. No sé qué le dicen (no pude escuchar) pero me encantaría tenerlos cerca cuando se acerca fin de mes.
En un encuentro, una señora gritaba cambiando la voz como en El Exorcista. Y mientras el pastor gritaba que saliera el (parece) maldito espíritu, toda la gente gritaba ¡fuera!
Im-pre-sio-nan-te.
Por más que estuviese arreglado (creo que la sra. es buena actriz), el campo de la sugestión es imponente y la gente se posesiona, se engancha, llora, grita, sufre. No sé si hablar de histeria colectiva porque me parece fácil. Solo diré: a la mierda…
Yo no sé que es la Fe ni quién es Dios. Pero si ambos estaban ahí, estamos jodidos.
Igual, me encanta como juega la selección de Brasil: ¿tendrá algún acuerdo celestial?
 

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Los secretos de la universidad pública

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¿Puede una universidad pública trabajar en secreto para una empresa multinacional que tiene millonarios conflictos legales con el Estado argentino? Puede. El ejemplo que aquí se revela no es el único. Representa un caso de los muchos que obligan a sintonizar los conocimientos académicos con los intereses privados.
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Infierno grande

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Barrio Ituzaingó, Córdoba. Contaminantes, suelo con cromo, plomo y arsénico. Y la frutilla de un postre que nadie debería comer: fumigaciones con agroquímicos. Hasta que un grupo de mujeres se organizó para denunciar lo que consideran un genocidio silencioso.
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Sobre vivir y otras cosechas

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Un establecimiento agrícola modelo se convierte en la prueba de que es posible otro tipo de relación productiva con la tierra. Sus hacedores son Irmina, Remo y sus hijos. Una familia que aprendió una lección: el significado de sobrevivir. Por eso, es imposible comprender lo que hacen hoy en ese paraíso natural que construyeron en Guadalupe Norte –muy cerca de Reconquista– sin recordar cómo huyeron de la dictadura, en una fuga de película. Hoy producen absolutamente todo lo que consumen a partir de un proyecto agroecológico rentable cuyos resultados están a la vista: Naturaleza Viva es un espacio frondoso y fértil rodeado de sequía. La clave: comprender a la naturaleza.
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LA NUEVA MU. La vanguardia

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