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Cooperativa Nadia Echazú. La primera cooperativa-escuela gestionada por y para travestis y transexuales en el mundo funciona desde hace un año en el partido de Avellaneda. La iniciativa es una alternativa al camino obligado de la prostitución y una manera elocuente de sentar las bases de una ciudadanía trans. Advierten que esto recién comienza y que no se detendrán hasta que una travesti sea elegida presidenta de la Nación.

Super modelosEn la planta alta de la cooperativa textil “Nadia Echazú” no hay cortinas.
A través de las ventanas el sol entra abundante y demasiado intenso para este otoño. Los ojos se me hacen chiquitos y pienso, confusa, en el calentamiento global. Afuera, lo esperable; un barrio en Avellaneda de casas bajas, terrazas cruzadas por cientos de cables, veredas con árboles, niños y perros sueltos.
De espaldas a la ventana, lo imprevisto: un escenario sin telón, una invitación, un “no hay nada que ocultar” y mucho que mostrar: travestis productoras de trabajo, creadoras de un camino sin prostitución.
A Brisa, que está aprendiendo el uso de la máquina de coser. no le pregunto la edad, pero calculo que debe andar por los 30 años. Tiene el pelo largo, enrulado y look deportivo. Se tira la melena hacia atrás y me aclara, antes de que yo le consulte algo: “cualquier chongo con pañuelo” no es una travesti.
¿Qué es una travesti, entonces?
Una chica trans es alguien que nace, que se siente y es las 24 horas trans. Yo soy una chica trans.
 
Esta chica trans cuenta que nació en Orán, Salta y que de adolescente tenía un novio, que se fue cuando dejó embarazada a una mujer. Brisa sabe que desde siempre le gustó la psicología, pero abandonó la idea de estudiar cuando llegó a Buenos Aires. Una vez instalada no le quedó otra que prostituirse: “En la calle no se puede elegir, hay que tomar para bancarse estar en ahíi. La sociedad actúa como si nosotras fuéramos bichos y hay muchos locos sueltos.” Lo dice con conocimiento de causa y relata cómo un prostituyente la quiso matar en un hotel alojamiento.
Mirta tiene 67 años, un corte muy Rafaela Carrá. Nació en Corrientes y trabajó dos años como ayudante de sastrería. Parece dominar el tema de los moldes, pero aclara que a ella le gustaría estar en la parte de planchado, para poder escuchar la radio. Le pregunto qué le gustaría hacer en el futuro. Piensa un rato. Me apuro y le ofrezco ser diseñadora, pero no: confiesa que desearía tener una boutique. Mirta antes se llamaba de otra manera, y su imagen no era ni parecida a esta señora chiquita de lentes, que sobrevivió a la dictadura y a la prostitución. Recuerda que en los años del terrorismo estatal se la llevaban a las comisarías en forma constante, y que si cuenta el tiempo que estuvo presa, suma montón de años. Dice: “Estar en la calle es lo más salado, ahí se aprende lo que es el desprecio”.
 
Puntos de fuga
En noviembre de 2006, la Corte Suprema de Justicia le otorgó la personalidad jurídica a la Asociación por la Identidad Travesti, Transexual (alitt), luego de cuatro años de litigar y batallar contra la idea de que ‘la organización del colectivo no poseía utilidad alguna para la sociedad’. Lohana Berkins, presidenta de la entidad, considera que ése fue un momento muy importante de la lucha travesti-transgénero-transexual. “En una reunión de activistas insistí con la idea de considerarnos fuerza productiva: de las quince personas presentes sólo yo tenía un trabajo y el resto sobrevivía en la prostitución. Esto limitaba mucho nuestro accionar, y nos hacia imposible crear una agenda propia”.
La coincidencia en “una agenda propia” significó armar un proyecto de trabajo autosustentable. Este plan iba por fuera de la emergencia, de la coyuntura, que en el caso de la comunidad trans tienen que ver con el maltrato y desatención en los hospitales, la violencia civil y policial, los problemas habitacionales, grupos de choque llamados “vecinos indignados” y un largo etcétera.
Cuando la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini las invitó a su programa de radio, se dieron cuenta de que era para ellas algo más que una entrevista radial: era una oportunidad. “Nosotras le contamos a Hebe lo que andábamos pensando y ella nos dijo ´¿Por qué no lo van a ver a Griffin?’. No lo conocíamos, pensamos que era algún secretario de Kirchner, así que apenas salimos de la radio fuimos a un ciber, buscamos en Internet y ahí nos dimos cuenta de que Patricio Griffin es el presidente del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (inaes)”.
Antes de la entrevista con el funcionario del inaes (organismo que depende del Ministerio de Desarrollo Social) las activistas comenzaron a interiorizarse sobre el tema y descubrieron el mundo del cooperativismo. Lohana resume en una frase culinaria lo que significó la búsqueda de información: “Teníamos que saber si al tipo le pedíamos una docena de empanadas o una fábrica de empanadas”.
 
¿Estado benefactor?
Pensémoslo: una travesti en una oficina pública expone en el acto al Estado fascista, sin importar gobiernos, gestiones ni autoridades de turno. Lohana cuenta que el primer encuentro con Griffin fue de lo más sustancioso. Sin embargo, se ríe recordando las caras de los señores funcionarios. “Imaginate, semejantes travas pidiendo las herramientas para gestionar nuestro propio trabajo digno y genuino. Igualmente nuestro desafío no era sólo esa instancia sino la de transitar y pasar la burocracia estatal”.
Por si algún lector no conoce el tema, ahí va un ejemplo sencillo de burocracia estatal, descripto por la entrevistada: “En un banco no nos querían abrir una cuenta porque una de las chicas que integra la cooperativa vive en una villa y no podía aclarar la dirección tal como lo pide el papel. Pedí que, por favor, quemen todos los formularios. No podía ser tan evidente el abismo que hay entre un derecho y el acceso a ese mismo derecho”.
Lohana admite que todo ese proceso de más de un año se hizo en medio del descrédito de las que llevaban adelante el proyecto. En cambio, para ella era una manera de jaquear al Estado y plantear de “cuerpo presente” cómo funciona “el paradigma del hombre nuevo, de la mujer nueva y en este caso, de la trava nueva”.
Agrega que ante esta nueva situación ellas implementaron la filosofía de la docencia. “Cuando íbamos a las oficinas públicas, no íbamos solas: llevábamos libros, folletos, materiales, para explicar lo que hiciera falta”.
En este sentido, el énfasis de las activistas se puso en cómo se hacían los pedidos: “En nuestros términos –Lohana explica–, esto significa que nosotras no sólo queríamos formar la cooperativa, que nos dieran las máquinas para trabajar, sino que además exigíamos que constara en los anales del Estado la aparición de nuevas/os sujetas/os demandantes de derechos. No era cuestión de decir que un grupo de muchachos de entre 30 y 60 años formaba una cooperativa, sino que constara que era un grupo de travestis de entre 30 y 60 años”.
En concreto se creó una cooperativa con cursos de capacitación para 30 personas que cobran alrededor de 300 pesos para formarse en tres áreas de la industria textil: Informática, Marketing, Corte y Costura. Tienen planeado incorporar otros cursos durante el año.
 
La historia trans
Cumbia, copeteo y lágrimas. Informe nacional sobre la situación de las travestis, transexuales y transgéneros es un libro editado por alitt en el que buscaron contar la realidad del colectivo en primera persona y mediante encuestas. Algunos datos que se desprenden del estudio: el 91% sufrió algún tipo de violencia; el 86% fue objeto de abusos policiales; el 88% modificó su cuerpo; la principal causa de muerte, con un 62%, es el sida. El promedio de edad es de 32 años. El texto también apunta a hacer visibles, a recordar “esos cuerpos nacidos y muertos en la ilegalidad” como bien dice su prólogo.
La historia de Nadia Echazú es una de esas historias que resumen la experiencia de muchas. “Le pusimos el nombre de Nadia a la cooperativa porque queremos rescatar el sentido de comunidad, de memoria -explica Lohana- porque si hoy existen grandes vedettes y la sociedad no se escandaliza es porque acá hay lucha y Nadia formó parte de ella.”
A esta altura una se debe preguntar qué impacto tuvo esta iniciativa para la comunidad. Lohana marca dos momentos: “Las personas trans viven en lo cotidiano, tratando de solucionar problemas del momento, por eso la idea de una cooperativa les parecería una pretensión burguesa, de una travesti de escritorio, pero luego de su concreción se sintieron muy orgullosas, y todos los días recibimos compañeras que quieren incluirse en el proyecto. Tan es así que en otras provincias se están formando cuatro cooperativas de travestis. Lo más rico es que ya se puede pensar en otra salida laboral que no sea la prostitución. Erradas no estábamos.”
 
Potencia travesti
Lohana Berkins dice que si hubo problemas de organización en la cooperativa nadie los registró, porque su comunidad está acostumbrada a la contienda. “Vivimos 40 en un mismo hotel, trabajamos en una misma esquina, vamos presas a la misma comisaría. Yo sabía que los conflicto se iban a generar, pero ninguno superó el nivel de lo sabido, lo difícil fue cambiar algunos modos de relacionarnos”.
En este sentido señala que desde muy chicas se vive y se tiene incorporado un código callejero que valora la picardía, no mostrar afecto, la rapidez. “Desmontar esto es el desafío”.
Por otra parte, una palabra resuena mucho cuando se habla de las travestis: escándalo. Para Lohana “el escándalo con altura es el máximo punto de ebullición en la defensa de los derechos humanos. El travestismo tiene esa potencia porque de por sí ya escandaliza. Es también un mecanismo de defensa que utilizamos”.
En el centro del escándalo, está la furia. Entonces, le pregunto a Lohana cómo será el día de la furia travesti. “Será cuando haya médicas, abogadas, y cuando las niñitas travestis no sean echadas de sus familias; en lo personal cuando yo sea Presidenta de la Nación y cuando todas seamos amadas.”

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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