Mu28
Poesía que pica
Daniela Andújar. Su primer libro llega después de varios años de hacer poesía viva, en calles y escenarios, con el cuerpo, la música, la percusión y las máscaras. Entre Brasil y Buenos Aires encontró el estilo que le permite multiplicar personajes y crear una voz original, única. “Yo soy ella”, proclama en esas rimas que invitan a devolver la cachetada.
Desde nuestra mesa en el bar La Paz observamos cuatro, cinco, seis jóvenes adultos que desfilan con sendos carteles que asoman sobre sus cabezas. Hay que ver a este ejército patético. Los carteles invitan a sus eventuales lectores a comprar caramelos para dejar de fumar: dan ganas de contraer epoc o algo así al solo efecto de contradecirlos. Cada cartel se mantiene firme en su sitio gracias a un palo que los jóvenes llevan entre sus ropas, pegado a sus espaldas. Daría la sensación, aunque no lo podemos asegurar, de que cada uno de esos palos baja por el pantalón correspondiente y se les mete en el culo. Daniela Andújar dice:
La empresa nos está mostrando la importancia del grillete.
Los están humillando…
Los están humillando, claro, pero es peor todavía que eso: nos están mostrando que los están humillando, nos están diciendo que el grillete es más importante que las personas que lo llevan.
Daniela es poeta. La poesía, dice, tiene que ver con lo irracional, un discurso antagónico al para qué. La poesía trata de dejar estelas de posibilidades: recuperar el poder de la palabra, que está secuestrado…
Como los goles…
Nooooo (risas), este está secuestrado de verdad. Recuperar el poder de la palabra, entonces, para volver a escribir-te, para volver a escribir tu vida.
Después de veinte años de escribir poesía, Daniela decidió publicar su primer libro. Dengue, se llama, o se llamará, cuando finalmente llegue a manos de sus lectores, o se viene llamando desde hace años, en la medida en que Daniela dice que nunca se desvivió por publicar su trabajo: mostraba sus poemas (aún lo hace) en performánticas lecturas o lectoperformances con música, máscaras y todo eso. Apostaba al poder de lo efímero, a generar instantes que se conviertan en sensaciones que se conviertan en marcas a fuego antes que constancias escritas.
“Siendo acentuada devota del chasquibum y confiando en que nada es tan fuerte como la sensorialidad, se ha acercado más a apariciones intempestivas en calles y puentes que a publicaciones”. (De una especie de curriculum que me envió por correo electrónico)
Trastornar
Es la primera vez que tengo deseos de publicar un libro. Hasta el día de hoy veía dejar un registro como un acto de traición. No me atrae mucho la representación de la realidad, sino la invención de una realidad distinta ya, viviéndola ahora. Consideraba que al registrar mis escritos en un libro abandonaba aquello que no podía acaparar, cristalizar.
…
Pero sin embargo, los libros me trastornaron, me construí a través de las palabras. ¿Y por qué no acceder, entonces, a la posibilidad de trastornar?
Eso, ¿por qué no?
Es raro, pero también la propia escritura te va avisando, a partir de los cambios que va sufriendo. Esa decisión de publicar tiene cierto espíritu que la acompaña, cierta transformación de lo que hago. Me ocurre con las perfos. Mi mayor composición hoy no es la ira. Me cuesta mucho escribir hoy en formato de rap, como lo hacía antes, por lo tanto disolví mi última agrupación, Ser o no res, con la cual hacía las performances. Era como inventar una máscara y ser un personaje, una máscara que convoca. Ingresar un espíritu. Una mediumnidad. La poesía es el territorio que permite lo lúdico, torcer el lenguaje, retirarlo de la funcionalidad, para transferir otros sentidos. Yo viví muchos años en Brasil -vivo, aún, parte del año en Guarujá- y eso tiene mucho que ver con la rítmica. Necesitás invadir además otros territorios, que tienen que ver con la plástica. Hay máscaras, cambios, tiene que ver con una necesidad de multiplicarse, perderse, meterse en otros vericuetos con la música, con la poesía…
Le pregunto cómo es su vida en Brasil. Me cuenta que vivió en Salvador, en Río, que ahora anda por Guarujá. Luego se tilda.
¿Qué te pasa?
Es muy difícil explicar en dos o tres minutos décadas de vida…
Nadie dijo que tenías que explicármelo en dos o tres minutos: tengo todo el día (risas)…
Tenés razón: es una limitación que me impongo yo porque pienso que te estás aburriendo con lo que te cuento.
Pongo el grabador a un costado. Daniela se relaja un poco, pero no del todo.
Al día siguiente me enviará un correo contándome una parte de lo que no me contó.
“…Y luego, hay cosas que ayer no te dije, cuando me preguntaste qué hacía en Brasil, y que son primordiales para mí y para lo que se refiere a la escritura y la salida al afuera, tienen que ver siempre con llevar a la poesía y sus derivados performánticos a intervenir la realidad, entonces creo que hay datos interesanchis y enriquecedores para la nota: los años que viví en Salvador de Bahía, conformé dos agrupaciones, con las que viajamos en Brasil y vinimos a Buenos Aires también, y que mayormente, a través de lo que llamábamos Fiestas Anti-espectaculares, usábamos fuertes de la colonia portuguesa, u otras construcciones de ese tipo, iglesias… sin permiso alguno, y desarrollábamos las performances, con máscaras entre africanas y mad max, poesía… contrabajos hechos con sogas y garrafones, palanganas enormes de aluminio.. bue,… de tuito, timbales (entre nois existía un fakir posta post) poniendo en discusión total la conquista, el progreso, la medicina (marchábamos en procesión, por ejemplo, con una mujer negra crucificada… con trajes postindustriales e inquisitorios, o casi desnudas/os, utilizando miel sobre la piel para adherir distintos tipos de semillas, girasol, bueno, en fin, texturas (en una época de contacto virtual, artificialidades, sida, etc.) o simplemente la tierra roja, esto caminando por plena calle (sin ninguna manifestación o algo parecido, sólo eso) para denunciar la masacre de Carajás, cuando asesinaron a 19 Sem Terra…; también hicimos una campaña cuando brasil 500 años, que llamamos brasil 500 d-aÑos, es decir, la poesía, la danza, la música, sin librerías, o bibliotecas o teatros, pero así fuimos rodando hasta un circo en Goiania (cerca de Brasilia) jaja, y bajamos a baires.. y y y… Ésas como cosas marcantes, pero en medio, otras tantas, enfocando la actividad vital allí, además de la de sobrevivir vendiendo en las playas… también toqué con bandas femeninas de percusión, y bueno, lo que te conté de la danza… Algo fundamental: siempre exorcizar, festejar, estar viva, curarse de occidente, bailar. A cada rato. Los años que viví en Río de Janeiro, participé activamente de una movida que es muy interesante para compartir, para gente que viaje también y pueda conocerla, se llama c.e.p. 20000 centro de experimentación poética 20000 (el cep originalmente es el código postal), evento que lleva más de 19 años, y comandado por un poeta alucinante llamado chacal (que impulsó y formó todo lo que en Brasil se llamó como Poesía Marginal en los años 70, su primer libro fue hecho en mimeógrafo), y en esta movida de poesía marginal, de vida marginal, se cruzaba la poesía, el rock, las performances provocativas, el malandragem y por su puesto, las drogas y el sexo y el samba, jaja… Bueno, el Cep es trigenial, porque se frotan las tribus del rock, del hip hop y de la poetry, b-negao (ex planet hemp) Marcelo D2 (anque y cuando era combat) Fernanda Abreu, Autoramas, blocos carnavalescos, estrambóticos, críticos y para arriba al mismo tiempo… y poesía cruda y mucha alegría. Es muy muy lindo, muy concurrido…. de las más bonitas agitaciones culturales que vi y vibré…
Cuando me fui de Río, seguí, así que a veces viajo 700 kilómetros para leer, vociferar o recitar dos o tres poesías, Chacal es alguien irradiante..
Y en Guarujá, aparte de escribir frondoso, continuar vendiendo anillos y aretes, también activo mis presentaciones, acompañada o sola. Bueno, creo que ayer podría haberte contado mais… es que ando medio turulata, además del nervio normalis…, así que aquí estoy”.
Devolver la bofetada
Aquí, en Buenos Aires, en el salón fumadores del bar La Paz, Daniela viste con campera verde, lleva en su cartera verde un saquito verde por si hace demasiado calor para andar con la campera o demasiado frío para andar sólo con su remera escotada y no verde, lleva zapatos verdes y tiene ojos verdes y los párpados pintados de verde. David Viñas, que ocupa su mesa de siempre en el bar, muy cerca de la nuestra, se concentra en sus párpados verdes y le dice:
“Todo combina, la felicito”.
–Gracias– dice ella, y se me ocurre que a Viñas le gustarían los poemas de Daniela, sobre todo a este Viñas siglo xxi, el vanguarviñas autor de Tartabul, el que se caga en la “trama” y se concentra en las palabras, en cuadros, imágenes certeras como único modo de pensar una historia desmembrada, la historia de nuestro desmembramiento. La presencia de Viñas –una concepción de la literatura en sí mismo– aunque esté en la mesa de al lado, signa nuestro diálogo.
Dengue está escrito desde las víctimas (mujeres, niños, pasajeros hacinados de un subte infernal, pacientes de la medicalización extrema de la sociedad), pero digamos que no es un lamento sino una venganza, el momento en que la víctima se rebela y deja de serlo.
Es un llamado a devolver la bofetada y a inventar otra cosa. Ahora, después de devolverla, ¿qué hacemos? Ahí empezamos a crecer. Si estoy en la guardia del Santojanni y vienen cuatro ginecólogos a meterme cuatro espéculos diferentes porque se les canta, porque tienen un grado de perversidad importante, te tenés que parar en la camilla y hacer algo, rasgarles el guardapolvo, algo… Para un médico el solo hecho de ser increpado es inconcebible. El lugar de víctima te deja en estatua, no podés accionar desde ahí. La escritura hace que te repienses.
El derroche
El acto de repensarse implica preguntarse quién es uno mismo: diluir, incluso, la noción de identidad, preguntarse cuántos unos hay en uno. Misteriosas firmas abundan en Dengue: además de Daniela Andújar: Danira Kusturica, Loira Ilogic, Roberta Arta. Ahora soy yo el que comprende que olvidó preguntar algo importante, el que le escribe:
… y te pediría que agregaras (pronto, cierro mañana) alguna idea sobre razón y función de tus pessoísticos heterónimos.
Responde Daniela (y por su intermedio, Danira, Loira, Roberta):
“Tal vez por claustrofobia, por no poder reducir lo que se siente a una sola y única manera, permití que todos los brotes, los florecimientos de las diferentes sensibilidades, de las múltiples maneras de sentirse, de sentarse, que invitaban a salirse de sí, a la deriva, tal vez por eso, me fui de mí y me volví mi-s, múltiplo de tres, de otras que me han elegido, que me tomaron física y espiritualmente: es que: si se puede devenir en lo que ni si quiera sabés, si podés jugar y ser y sentir de tantas formas, ¿por qué quedarse con la mezquindad de una? En mi caso, los brotes, que nacieron como juegos, fueron ganando cuerpo a medida que se presentaban, si una se deja florecer… claro. Y fueron ganando su propia escritura, su propia voz. (Dani, a esto yo llamo ventriloquia, del corazón, o del hígado o de las estrellas, según los estares, los éxtasis o los abismos, las rabietas, en esta existencia real… poder acceder al trance, y serse… ser otras/os y, además de lograr la suspensión de la vida ordinaria con sus “…pagofácil pagodifícil…” transitando los distintos mundos con plena lucidez…, además digo poder …derramarse, desplegarse… medimunidad…ventriloquia…) Las posibilidades de aumentar lo que se siente, no como calculadora, sino como un misterio, ser un derroche en el mundo calculín, un derroche que no se agota, sino que se expande.
En mi caso, esas bifurcaciones, trifurcaciones, pluriiivitales, de sensorialidad, derivaron, también, en una escritura con su propia voz, con ojos propios: Alegorías, veneraciones, antropofagias… deglutir lo que se adora… nutrirse y devolverlo diferente… referencialidad que se desdobla hasta casi perderse. Roberta Arta… Roberto Artl. Harto. Danira Kusturica… Daniela… Danira… la niña de Tiempo de Gitanos de Emir Kusturica…, yo misma me reconozco una geminiana gitana, un nomadismo de pensamiento y de vida… de hecho tengo ancestrales andaluces y moros… jiji. Loira Ilogic; muchos años en Brasil fui rubia, es decir Loira; Ilogic: mi reivindicación anticartesiana junto a la de Lora Logic, cantante punk de los 70. La cuestión es que ‘sentirlo todo de todas las maneras’ al decir de Pessoa, ha sido y es una de las formas más enérgicas, más interesantes y más inevitables en las que me encontré y que me encontraron y elegí forzadamente alegre. Me dejé poseer por otras, que vinieron de lo que desconozco o desconocía de mí, en la exageración, exacerbación, en la multiplicación encontré algo mucho, muchísimo más interesante que la perspectiva de un nombre y apellido que garanticen una linealidad que soy incapaz de encarnar, que me aburre. Y el aburrimiento… el tedio son los principales aliados de la vida artificial. De la respiración artificial.
Vuelven a pasar los jóvenes con los carteles sobre sus cabezas, ahora en sentido contrario. Viñas ya no está, Daniela tampoco, pero el ejército patético, incansable, sigue desfilando. Daría la sensación, aunque no lo puedo asegurar, de que cada uno de esos palos baja por el pantalón correspondiente y se les mete en el culo. Tenemos que devolver la bofetada. Y después, inventar otra cosa.
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Una pieza de museo
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Ser indomables
Con su última producción protagonizada por Las Amazonas, mujeres del Bajo Flores, la artista boliviana que se define como agitadora callejera, nos propone el debate de la violencia contra las mujeres. Y una vez más traduce el discurso feminista más radical en palabras simples y claras. Un estilo que busca interpelar a toda la sociedad y desacomodar a la “expertas de género”. En esta charla, plantea sus cuestionamientos y responde a las críticas que recoge cada vez que pone el dedo en la llaga.
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