CABA
Otro paraíso en peligro
Las empresas forestales Arauco y Stora Enso retomaron el proyecto iniciado por la española Ence para instalar una nueva pastera en Uruguay. El lugar elegido es Conchillas, un pueblo declarado Monumento Histórico Nacional.Entre Carmelo y Colonia queda Conchillas, un lugar que vive la tranquilidad de los domingos todos los días de la semana. Las casas mantienen el color original amarillo y las aberturas el bordó del antioxidante. Fueron construidas hacia 1880 con lo que había a mano: piedra y barro. Fuertes, urgentes, con paredes gruesas, sin cimientos y con techos de chapa a dos aguas. El objetivo era alojar a los inmigrantes que llegaban de Europa para trabajar en la construcción del Puerto de Buenos Aires. Porque este pueblo de 400 habitantes nació a instancias de la empresa británica Walter y Compañía. La firma eligió Conchillas como cantera para abastecer de materiales al proyecto encargado por el gobierno argentino. La zona es rica en piedra, arena y cal y también en su elección hubo una cuestión religiosa: los bajos costos empresarios que habilitaba la cercanía entre ambos puntos.
En Conchillas no hay turistas, ni restaurantes ni hoteles. Tampoco hay comercios que posean wi fi ni adolescentes que trabajen haciendo delivery. Por ser una especie de postal de la arquitectura de finales del siglo xix, la municipalidad de Colonia, distrito al que pertenece, la declaró Monumento Histórico Nacional. Esta declaración de septiembre de 1994 dice expesamente, en su artículo 2, que se prohíbe el establecimiento de industrias contaminantes y de actividades extractivas.
Mona queda
Mario Leal nació en Colonia, pero vive desde hace 11 años en Conchillas. Es un activo defensor del patrimonio cultural del pueblo y resume así lo que pasó una noche: “Me dormí con unas leyes y me desperté con otras”. Es que durante una sesión nocturna los concejales decidieron exceptuar de la declaración de Monumento Histórico la franja de terreno perteneciente a la empresa española Ence para instalar una fábrica de celulosa. Esta modificación permite que se puedan realizar todo tipo de actividades ¿productivas? Luego, llegó la Autorización de Explotación de Zona Franca, otorgada por el Ministerio de Economía y Finanzas, en enero de 2008 Es decir que la fábrica allí instalada está libre de pagar impuestos. Mario tiene una pregunta: “¿Por qué en Uruguay los jubilados pagan impuestos y estas empresas no?”.
La firma sueco-finlandesa Stora Enso, se asoció con la compañía chilena Arauco, conformaron Montes del Plata. La corporación anunció que se iniciarán los estudios de factibilidad para levantar una planta de procesamiento de celulosa en Punta Pereira, muy cerca de la localidad de Conchillas. El lugar fue elegido originalmente por Ence, pero nunca pudo terminar de establecerse. Y en mayo del año pasado vendió el total de las acciones y participaciones que poseía en las sociedades uruguayas Eufores, Celulosa y Energía Punta Pereira y Zona Franca Punta Pereira. La transacción incluyó las 140.000 hectáreas forestales que tenía en Uruguay. En su página de Internet Montes del Plata asegura, muy orgullosa, que “tiene presencia forestal en Flores, Durazno, Río Negro, Soriano, Paysandú, Rivera y Tacuarembó, alcanzando un total de 235 mil hectáreas de patrimonio. De éstas, 136 mil están forestadas y 91 mil hectáreas son de conservación.”
Edwin Kaufmann, gerente general del consorcio, afirmó en declaraciones recogidas por el diario El Observador de Uruguay que la pastera proyectada “va a exportar el 100% de lo que produce. Tenemos pensando hacer un puerto en Punta Pereyra para la salida de la materia prima”. Y anuncia:: “Ence ya tenía prácticamente listo el terreno para poder hacer la planta, nosotros lo estamos terminando ahora”.
A Mario le surge otra pregunta que lanza al aire sin esperanza de respuesta: “¿A quién le vamos a golpear la puerta si los políticos no dudan en acomodarse a los deseos de las empresas?”. Y ejemplifica el desamparo que siente: “Tanto Ence como Montes del Plata se comprometieron a no pasar sus maquinarias y camiones con materiales por el pueblo y construir caminos alternativos. Nada de esto se cumplió y existe un peligro real de daño porque las construcciones no tienen cimientos”.
Ovejas negras
Durante 2008, las actividades de Ence en Conchillas dividieron al pueblo. Se convirtió, según Mario Leal, en una batalla entre River-Boca. Por un lado algunos comenzaron a buscar los antecedentes de la empresa y nada bueno encontraron. Se enteraron así de las manifestaciones anuales en Galicia, con apoyo de las autoridades comunales, para que la papelera deje de contaminar la ría de Pontevedra. También de la acusación por el perjuicio que sufre la población gallega por la plantación masiva de eucaliptos.
Otros vecinos, en cambio, se cegaron y apostaron al corto plazo, a ciertas fantasías: Ence va traer trabajo, el valor de las propiedades va a aumentar. En muchas paredes y carteles se ve este cruce de graffitis. Mario cuenta: “Cuando llegaron al pueblo algunos ambientalistas españoles para contarnos su experiencia pedimos que nos prestaran el club para hacer una reunión, nos dijeron que sí y en el momento que estaba convocado no nos dejaron entrar y tuvimos que hacerla en mi casa”. En ese tiempo algo resultó contagioso: los carteles en las puertas de las casas con la leyenda “No a Ence”. La mitad del pueblo rechazaba el emprendimiento y las fotos ilustraban los principales periódicos del país.
Actualmente Stora Enso genera confianza en la mayor parte de la población de Conchillas. Creen que la pastera hará revivir el esplendor de principios de siglo, cuando contaba con esos miles de obreros atareados. Sólo unos pocos permanecen desconfiados y desorganizados: los productores locales, Mario Leal y dos o tres vecinos más. Ya hubo propuestas de juntar firmas para echar a estas “ovejas negras”.
En tanto, Gervasio Garepe secretario general del Sindicato Único de la Construcción de Uruguay (sunca) filial Colonia, que representa a los 106 trabajadores que están haciendo los caminos para Montes del Plata, mantiene un precario equilibrio. Por un lado considera que su sindicato no puede frenar ni rechazar ninguna obra de este tipo porque genera fuentes de trabajo, y por otro señala que la instalación de este tipo de inversiones representó, para la central de trabajadores que integra, una discusión de seis meses. Para Garepe, su tarea consiste no sólo en “resguardar los derechos y mejorar las condiciones laborales de los empleados, sino también exigir que se respete el medio ambiente”. Un precario equilibrio.
Cuestión de estados
Anahit Aharonian Kharputlian es ingeniera agrónoma y cofundadora de la Comisión Multisectorial de Uruguay, una organización integrada por un grupo de ciudadanos, muchos de ellos profesionales. Anahit define su objetivo: “Buscamos contribuir a mejorar la gestión y manejo de nuestros recursos, desde una perspectiva no economicista, sino más bien centrada en el bienestar de todos y de cada uno de nosotros, sin comprometer los recursos de los que han de venir mañana. A ellos nos debemos, pues no pueden decidir. En cambio, nosotros sí”.
En este sentido, la especialista señala: “El modelo económico y productivo de Uruguay plantea que se pueble el campo, que vaya gente a trabajar la tierra, pero simultáneamente se está permitiendo el avance de inversiones extranjeras en grandes latifundios”. Por eso considera que las plantas de celulosa son una consecuencia y no la causa del problema. “El tema es que hay enormes plantaciones de eucaliptos que hacen posible esta lógica ¿Cuál es la ecuación del inversor? ‘La planta al pie de los montes y la papelera al pie de los mercados’. Y los mercados están muy lejos de nuestra región, en Europa y China. Esto es negativo para nosotros no sólo por todos los daños sociales y ambientales que produce y que no se pueden equilibrar con fuentes de trabajo, sino porque nosotros -como uruguayos- le exportamos los troncos de eucaliptos a la zona franca y ese pasaje a pasta de celulosa tiene muy poco valor agregado y, además, es la parte más contaminante”.
Anhit sigue desentrañando el tema: “En todos nuestros países se sigue un modelo productivo que aumenta el pbi (producto bruto interno), un indicador muy cuestionado. A fines de la década del 70 se lo criticaba como insuficiente porque no valoriza los recursos naturales”. Entonces, hace una pregunta central: “¿Cuánta agua, cuánta fertilidad, y biodiversidad está consumiendo aquel que planta soja, eucaliptos o el que instala una pastera?”. Opina también que en algunos gobiernos de la región puede existir la intención de repartir en forma equitativa las ganancias que generan las actividades extractivas y de producción de pasta de celulosas y mejorar así la calidad de vida de la población, “pero esto no es posible -afirma- porque nuestro territorio es finito, no se puede reproducir la fertilidad de la tierra de un día para otro”.
Otra naturaleza
La añorada unidad latinoamericana tiene su lado oscuro. Y está explicado en un documento elaborado por la Comisión Multisectorial: Globalización de mercados versus integración de los pueblos. Un eje del texto se refiere a la Iniciativa de la Infraestructura Regional Sud Americana (iirsa). Esta entidad nace como un mecanismo que busca la agilidad en las comunicaciones “con diferentes regiones poseedoras de recursos de alto valor de intercambio (minerales, energía) y la rápida salida de las materias primas”. iirsa y otras estrategias de este tipo argumentan que es necesario derribar las barreras socioeconómicas en pos de mayor integración comercial. “Sin embargo, este razonamiento no incluye el pasivo ambiental que han de generar, así como tampoco quién ha de pagar finalmente los costos de las infraestructuras faraónicas que tales iniciativas exigen”.
Mario Leal admite que cuando recibió la noticia de que retomaban el proyecto de la fábrica de celulosa en Conchillas no quiso meterse, pero sintió que no iba a poder dormir tranquilo si no hacía todo lo posible para frenar el proyecto. Dice que esto también está en su naturaleza.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

CABA
El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.
Por María del Carmen Varela
El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.
La propuesta reza:
El Teatro está Abierto: ENTRÁ.
La historia no se repite igual, pero rima.
El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.
La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.
Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».
El texto poético que acompaña el mitín:
Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada
Ayer fue incendio, hoy es apagón
Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito
Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva
Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital
En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.
Entrá porque es urgente
Entrá porque es ahora.
El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.
Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)
[email protected]
Instagram: @festivalentra
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