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Gracias por el fuego
Grupo de teatro Tercer Fuego. La historia de la recuperación de la fábrica de cerámicos Zanon llegó al teatro y pasó por Buenos Aires. Escenas de una batalla que comenzó por decir basta.
Lo primero que se ve al iniciar la obra es una fila de autómatas que hacen movimientos mecánicos, repetitivos e idénticos por varios minutos. No se hablan, no se miran, no se sienten. La fábrica, hace nueve años atrás, era esa escena. Luego, se muestra a los obreros jugando un partido de fútbol, conversando sobre lo mal que olía la situación dentro del predio, y se expone la dificultad del grupo por encontrar un nombre a lo que estaba pasando.
Surge en el escenario la fecha clave: 15 de julio de 2000. Daniel Ferrás, un muchacho de 22 años, se descompensa dentro de la planta. La empresa no tenía las medidas de seguridad suficientes y Daniel muere camino al hospital. Los actores/obreros corren desesperados. La muerte del compañero los hace salir por primera vez a la calle, y el silencio va tomando voz. Ese hecho provocó lo que vino después: despidos, quema de los telegramas frente a la Casa de Gobierno, amenazas de desalojo, días de angustias y espera. Hasta que aparece el momento más esperado. El 2 de marzo de 2002, ayudados por los mapuches que ofrecieron sus canteras de arcilla, los obreros deciden reactivar la producción. Se prenden las luces, estallan los aplausos y uno comprende en ese momento, que hay veces en que la diferencia entre la vida y la muerte reside en una palabra: basta.
Eso es Zanon.
La creación
Acaba de terminar la función de Testimonios y Mirta Sangregorio, directora de teatro e ideóloga del Grupo de Teatro Tercer Fuego, se encuentra parada entre filas de butacas que conforman la sala-auditorio del recuperado hotel Bauen. Mirta se disculpa: “Perdonen mi interpretación, salí a reemplazar a Oriana que es docente. Después de 40 días de paro se restablecieron las clases y como ella es suplente tenía que estar presente en el colegio sí o sí”. Y resuelve aclarar cualquier duda. Alguien del público se anima y pregunta: ¿por qué Tercer Fuego? “Así se llama la parte creativa de la fábrica”.
Mirta aprovecha el envión y sigue: “Comenzamos a trabajar con los obreros de Zanon en un proyecto de investigación relevando datos. La idea principal era contar la historia de Sacco y Vanzetti (dos inmigrantes italianos ejecutados en Estados Unidos por crímenes que no cometieron), pero luego nos dimos cuenta de que se venía encima el día D”. Aclara, para que no caigamos en un error histórico, que ellos llaman “día D” al “Día del posible Desalojo de la fábrica”. Está hablando del 20 de octubre de 2008. Aclaradas entonces las dudas, Mirta sigue narrando: “Resolvimos poner en escena los 278 testimonios que habíamos recogido inicialmente. Consideramos que la obra puede modificarse, los actores cambiar, pueden existir diferentes sensaciones y distintos sentimientos, pero no se van a perder las voces de aquellos obreros que hicieron esta historia”.
Armar un taller de teatro en una fábrica es algo parecido a una odisea. En palabras de Mirta: “Fue descabellado, pero bastantes obreros se sumaron a la iniciativa. Decir bastantes, significa, que en un plantel de 470 trabajadores, siete personas es mucho.”
De los siete obreros que comenzaron, sólo quedaron dos: Lucho Díaz y Miguel Badilla. Con el tiempo se fue conformando el grupo que existe hoy en día. Oriana Aliste Sangregorio y Mauro Granatelli son docentes, por ejemplo. Dice Mauro: “En una marcha a favor de los maestros me crucé a un amigo y me propuso sumarme a la obra porque faltaba un actor. Justo en ese momento me había pintado la posibilidad de hacer algo distinto a lo que hacía habitualmente que era manifestarme y dar clases. Y me enganché. No tenía experiencia teatral. Pero durante los ensayos me di cuenta lo que significa esto de Zanon. Ellos me dieron la certeza de que es posible otra realidad y con mi granito de arena siento que les estoy devolviendo algo de todo lo que lograron”.
René es constructor y conoce a Lucho desde 1997, cuando comenzaron a estudiar actuación.
Decididos entonces a interpretar en las tablas el proceso de recuperación de la fábrica, consideraron que la fecha de estreno sería nada más y nada menos que “El día D”. Pero antes debieron sortear varios obstáculos. El horario, fue uno de ellos. Todos trabajan en horas diferentes y combinar para los ensayos fue todo un lío.
Cuentan que la obra no la pudieron terminar para el día previsto. Que se concretó finalmente en noviembre de 2008 y que se sienten orgullosos de representar a los trabajadores de una fábrica recuperada. El estreno fue en la planta y ese día nadie trabajó. “Nosotros hace 7 años que decidimos poner las máquinas en marcha porque consideramos que era nuestra fuente de trabajo y nuestra vida. Hoy decidimos parar la producción para ver la obra”, sentenciaron los trabajadores.
¿Qué los motiva a seguir?, les pregunto a los actores. Nelly es la que responde sin dudar: “La primera vez que presentamos Tercer Fuego teníamos mucho miedo. No sabíamos si les iba a gustar. Sin embargo, al terminar la obra, vimos muchas caras con lágrimas en los ojos y nos devolvieron un aplauso enorme. Y un trabajador nos dijo: ´Las situaciones que se muestran son tal cual las vivimos. Reflejan nuestra lucha´. Eso nos dio la fuerza necesaria para seguir”. Pero hay algo más que estimula a estos actores amateurs y profesionales, obreros, cosmetólogas, docentes y constructores que trabajaron en la obra. Todos y cada uno de ellos están unidos a la historia de una manera muy especial. Ellos también, en algún momento y de manera diferente, dijeron basta.
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El huevo de la serpiente
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La ley de la transa
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