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Desorden

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Ideas del libro Patas para arriba para explicar el mundo al revés.

Arriba
Quien no tiene, no es: quien no tiene auto, quien no usa calzado de marca o perfumes importados, está simulando existir. Economía de importación, cultura de impostación: en el reino de la tilinguería, estamos todos obligados a embarcarnos en el crucero del consumo, que surca las agitadas aguas del mercado. La televisión se encarga de convertir en necesidades reales las demandas artificiales que el norte del mundo inventa sin descanso y, exitosamente, proyecta sobre el sur. El mismo sistema que necesita vender cada vez más, necesita también pagar cada vez menos. Esta paradoja es madre de otra paradoja: el norte del mundo dicta órdenes de consumo cada vez más imperiosas, dirigidas al sur, para multiplicar a los consumidores, pero en mucho mayor medida multiplica a los delincuentes. Al apoderarse de los fetiches que brindan la existencia real a las personas, cada asaltante quiere tener lo que su víctima tiene, para ser lo que su víctima es. Hoy por hoy, en el manicomio de las calles, cualquiera puede morir de bala: el que ha nacido para morir de hambre y también el que ha nacido para morir de indigestión.
 
Diferencias
Nunca ha sido menos democrática la economía mundial, nunca ha sido el mundo tan escandalosamente injusto. En 1960, el veinte por ciento de la humanidad, el más rico, tenía treinta veces más que el veinte por ciento más pobre. En 1990, la diferencia era de sesenta veces. Desde entonces, se ha seguido abriendo la tijera: en el año 2000, la diferencia es de noventa veces. El valor de los productos para mascotas animales que se venden, cada año, en Estados Unidos, es cuatro veces mayor que toda la producción de Etiopía. Las ventas de sólo dos gigantes, General Motors y Ford, superan largamente el valor de la producción de toda el África negra. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, diez personas, los diez opulentos más opulentos del planeta, tienen una riqueza equivalente al valor de la producción total de cincuenta países, y cuatrocientos cuarenta y siete multimillonarios suman una fortuna mayor que el ingreso anual de la mitad de la humanidad.
 
 
Belindia
No hay en el mundo ningún país tan desigual como Brasil, y algunos analistas ya están hablando de la brasilización del planeta, para trazar el retrato del mundo que viene. Y al decir brasilización no se refieren, por cierto, a la difusión internacional del fútbol alegre, del carnaval espectacular y de la música que despierta a los muertos, maravillas donde Brasil resplandece a la mayor altura, sino a la imposición, en escala universal, de un modelo de sociedad fundado en la injusticia social y la discriminación racial. En ese modelo, el crecimiento de la economía multiplica la pobreza y la marginación. Belindia es otro nombre de Brasil: así bautizó el economista Edmar Bacha a este país donde una minoría consume como los ricos de Bélgica, mientras la mayoría vive como los pobres de la India.
 
Seguridad
¿Cuál es la función que se atribuye al Estado? El Estado debe ocuparse de la disciplina de la mano de obra barata, condenada a salarios enanos, y de la represión de las peligrosas legiones de brazos que no encuentran trabajo: un Estado juez y gendarme, y poco más. En muchos países del mundo, la justicia social ha sido reducida a justicia penal. El Estado vela por la seguridad pública: de los otros servicios, ya se encargará el mercado; y de la pobreza, gente pobre, regiones pobres, ya se ocupará Dios, si la policía no alcanza. En América Latina, la industria del control del delito no sólo se alimenta del incesante torrente de noticias de asaltos, secuestros, crímenes y violaciones: también se nutre del desprestigio de la policía pública, que con entusiasmo delinque o practica una sospechosa ineficacia. Y están enrejadas, o alambradas, las casas de todos los que tienen algo que perder, por poquito que ese algo sea; y hasta los ateos nos encomendamos a Dios antes que encomendarnos a la policía. La justicia se venda los ojos para no ver de dónde viene el que delinquió, ni por qué ha delinquido, lo que sería un primer paso hacia su posible rehabilitación. La cárcel modelo del fin de siglo no tiene el menor propósito de redención, y ni siquiera de escarmiento. La sociedad enjaula al peligro público, y tira la llave.
 
 
Abajo
En el siglo doce, el geógrafo oficial del reino de Sicilia, Al-Idrisi, trazó el mapa del mundo, el mundo que Europa conocía, con el sur arriba y el norte abajo. Eso era habitual en la cartografía de aquellos tiempos. Y así, con el sur arriba, dibujó el mapa sudamericano, ocho siglos después, el pintor uruguayo Joaquín Torres García. Nuestro norte es el sur, dijo. Para irse al norte, nuestros buques bajan, no suben. Si el mundo está, como ahora está, patas arriba, ¿no habría que darlo vuelta, para que pueda pararse sobre sus pies?

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La furia y después

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Bariloche. Tres muertos y varios heridos dejaron al descubierto la grieta social de una ciudad de cuento construida sobre una pesadilla. Tras la represión, amenazas y miedo habitan los barrios donde malviven aquellos que ya se consideran “los otros”.
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Cómo cambiar la mano

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Gastón Chillier, director del Cels. Considera que las políticas de mano dura son una estafa y un fracaso, que agravan los negocios policiales y el terrorismo de barrio. ¿Hay opciones? El caso Bariloche.
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El mundo desde abajo

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¿Cómo viven los obreros de la era global? ¿Quiénes encabezan el ranking de la discriminación en la sociedad moderna? ¿De dónde salen los delincuentes? ¿Qué oculta el racismo cibernético? ¿Cómo se construye una casa sin dinero y quiénes erigen otro modelo de sociedad? ¿Cuál es el arte de estos tiempos? ¿Qué suena en la música y qué grita la calle? ¿Cómo escapar del aburrimiento? ¿Quiénes son los desaparecidos de hoy? Estos y otros enigmas zurcen esta recorrida por la isla que marca el fin del mundo y traza una cartografía diferente de la actualidad. Postales para sembrar preguntas, desarmar el mapa y poner las cosas en otro lugar.
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LA NUEVA MU. La vanguardia

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