CABA
La torta o las migas
Política & Miseria, el nuevo libro de Raúl Zibechi. ¿Qué impacto tienen en los movimientos sociales latinoamericanos las políticas sociales de los gobiernos progresistas? ¿Por qué la llamada “lucha contra la pobreza” oculta el verdadero problema de la región: la concentración de la riqueza? ¿Las oenegés son la forma blanda del imperialismo? ¿Quién cuestiona al modelo económico de extracción de recursos naturales? Rául Zibechi invita a debatir estos temas polémicos. Y regresa al pasado para encontrar algunas pistas sobre lo que vendrá. En esta charla sintetiza su hipótesis.Son cuatro hipótesis para lanzarse a recorrer el presente. Raúl Zibechi describe de este modo las dificultades que implican las políticas sociales:
Instalan la pobreza como problema y sacan a la riqueza del campo visual.
Eluden los cambios estructurales, congelan la desigualdad y consolidan el poder de las élites.
Bloquean el conflicto para facilitar la acumulación de capital.
Disuelven la autoorganización de los de abajo.
Con esas propuestas arranca Política & Miseria, un libro que abre neuronas y debates al investigar un presente que involucra a movimientos sociales, gobiernos progresistas, modelos económicos, oenegés, discursos, concentración de riqueza, lucha contra la pobreza y otros enigmas que en Argentina, y Sudamérica le despiertan la siguiente reflexión, que Zibechi plantea en charla con mu desde Montevideo: “El eje de los nuevos tiempos es que los movimientos sociales han sido exitosos y empiezan a ocupar un lugar central en las sociedades. El Estado primero los reprimía y criminalizaba. Pero ahora los incorpora. Necesita esta alianza que, así como hace décadas pasó por el movimiento sindical, hoy pasa por los movimientos sociales. Como si dijeran: ‘Ya no podemos gobernar sin los movimientos, entonces veamos cómo los controlamos’. Y el modo de hacerlo es con las llamadas ‘políticas contra la pobreza’ que en realidad, para mí, representan un nuevo modo de dominación”.
Zibechi agrega que ese control se materializa a partir de las propias demandas, ideas y aspiraciones de los movimientos sociales, y compara: “Si sos un empresario y querés ganar plata y a la gente le da por llevar camisetas del Che, fabricás camisetas del Che. Y si la gente quiere llevar pantalones rotos para diferenciarse, vos no dejás que ese público los compre y los rompa, sino que se los vendés ya rotos, y más caros. El sistema de dominación hace algo parecido al mercado, ahora a través de gobiernos progresistas. Toma los insumos que produce la propia energía social”.
Y un reconocimiento: “En esos discursos y políticas de estos gobiernos hay parte de lo nuestro, parte de lo que yo pienso, de lo que todos hemos aportado. No voy a caer en lo que hace cierta izquierda, al decir ‘todo lo que está en el gobierno es ajeno a mí y es horrible’. Ni es ajeno ni es horrible: yo tengo que ver con eso. Y no es haciéndote el desentendido como lo comprendés mejor”.
Raúl es autor de Genealogía de la revuelta (sobre la Argentina del 2001) y de Territorios en resistencia (la realidad geopolítica de las periferias urbanas latinoamericanas) entre otros trabajos. Como investiga, viaja, se mete en cada realidad que quiere conocer, este uruguayo hincha de Nacional y editor de temas internacionales del semanario Brecha, es lo contrario de un opinólogo. “Más que juzgar, lo importante es describir tendencias y lógicas que permitan entender lo que está pasando”. Así se ubica en un lugar poco usual en la geometría política: ni “arriba”, ni a la “derecha”, obvio. Ni en esos supuestos “centros” que suelen ser el equilibrio de la nada. Tampoco se coloca “afuera” (esos afueras puros, incontaminados y utópicos), ni estrictamente a la “izquierda” (oxidada en dogmatismo). El lugar que elige desde hace mucho es “abajo”: conocer, compartir y aprender lo que son capaces de producir las sociedades en movimiento, las personas y experiencias que tratan de gestionar modos de vida que las alejen de las colonizaciones del presente.
Tres patas
El libro plantea una especie de circularidad entre modelo extractivo, planes sociales y gobiernos progresistas…
La idea es que las formas de dominación y de gobierno han ido cambiando, adaptándose a los nuevos tiempos marcados por levantamientos como el del 2001 en la Argentina, los Sin Tierra en Brasil, lo ocurrido en Bolivia, y tantos otros. Frente a ese éxito, el Estado intenta seguir siendo Estado. Ése es su objetivo: ser el que controla y organiza a la sociedad. Entonces empieza a tirar de lo que fueron líneas históricas del Banco Mundial y los gobiernos neoliberales, las llamadas “políticas contra la pobreza”, que en realidad son políticas para domesticar a los pobres y evitar que se conviertan en peligrosos, organizados y movilizados. En ese escenario, les toca hoy operar a los gobiernos progresistas.
La pregunta que se haría cualquiera es: ¿cómo puede ser negativa esa lucha contra la pobreza?
Mi planteo es que lo que hace el Estado no es luchar contra la pobreza, sino congelarla.
¿Qué sería luchar contra la pobreza?
Si vemos la historia argentina, en los años 40 el modelo funcionaba con gente que llegaba a las ciudades desde el campo, trabajaba en la construcción, poco a poco conseguía mejorar sus trabajos, crecía la industria que incorporaba a hombres y mujeres, se producía un elemento de integración, se hacía una casa, sus hijos podían estudiar. Hubo dos generaciones con un ascenso social permanente. Con la dictadura, el modelo empieza a expulsar a los trabajadores, generando niveles de desigualdad cada vez mayores. La gente empieza a perder lo que había ganado. Hasta sus casas. Y se llega a la situación actual con una brecha entre ricos y pobres inédita en cada país de América Latina. Hay que retrotraerse a cien años atrás para encontrar esos niveles de desigualdad, o sea al período preindustrial. Entonces, si se quiere combatir de verdad la pobreza, hay que poner en marcha un modelo económico que genere empleo digno, integración social, mejores condiciones de salud, de educación, de vida.
¿Pero eso se puede hacer? ¿Una reindustrialización?
No, no es posible porque el modelo se convirtió en un capitalismo financiero depredador. Ahí no hay margen. Es extractivismo por un lado, militarización por el otro, con el componente blando que son las políticas sociales. Eso expulsa a la gente del campo, la arrincona en guetos de pobreza amurallada donde no se ve cuál es el futuro, pero se les tiran algunas migajas y ayuditas para aplacarlos. Y no digo que no haya que agarrar esas migajas, claro. Pero no podés decir que estás combatiendo la pobreza cuando apoyás un modelo que genera desigualdad y crisis social permanente.
Amansar
¿Un ejemplo?
Se habla de inseguridad ciudadana, delincuencia, pero la base de eso es la desigualdad. La concentración de riqueza y poder en un polo de la sociedad, la concentración de desesperanza en el otro polo. Y a años luz de distancia unos de otros. Con las políticas contra la pobreza, en los barrios hay un poquito más de arroz, polenta, chapas para el techo. Pero estructuralmente la situación no va a cambiar.
Es la lectura inversa a lo que aparece en los discursos políticos y mediáticos, donde se habla de reducción de la pobreza.
Los gobiernos progres exhiben datos sobre disminución de la pobreza y desocupación que son ciertos, pero no dependen de sus políticas sino del ciclo económico que vivimos. Y no dicen que la desigualdad no se movió, y es mucho mayor que antes de 2001. Me gustaría hacer un cruce entre Hugo Chávez (presidente venezolano) y Alfredo Moffat (psicólogo social, inspirador de Cooperanza en el Hospital Borda y El Bancadero). Chávez una vez dijo: si queremos eliminar la pobreza, hay que darle poder a los pobres. Y Moffat dice que los marginales, los locos, son los que no pueden tomar el poder, no hablo del estatal, sino los que no pueden ni soñar con organizarse y generar una situación distinta. El punto central de la pobreza es el tema del poder. No como lugar de gobierno o de dominación: si sos pobre es porque te he quitado poder, te he desempoderado. Lo primero fue cerrar las fábricas, el lugar donde la gente se hacía fuerte. Eso ocurrió durante la dictadura, que además expulsó a los pobres para que no afeen la ciudad, y como para evitar otro 17 de octubre del 45. Por eso, además, la mayor cantidad de desaparecidos fueron obreros.
¿Y hoy?
El proyecto no es con mano militar, porque además por vía militar ya no se puede eliminar la presencia de los pobres. El proyecto, y para mí el núcleo del progresismo, es aplacar a los pobres. Otra cosa es que entre los que hacen esas políticas, en ministerios o en oenegés, haya gente interesante, con buenas intenciones, honesta. No tengo la menor duda. Pero el núcleo del tema es ese: evitar que los pobres se rebelen. Las políticas en Argentina y en todos los países de la región son idénticas. El 19 y 20 de diciembre mostraron que los pobres pueden crear problemas gravísimos para la continuidad del poder estatal y la acumulación de capital, que son funcionales entre sí. Trancaron los mecanismos de gobernabilidad, y para restituirlos hay que hacer políticas especiales para amansar a la gente. Y qué mejor que esos planes sociales que no modifican el modelo económico.
De Menem/Duhalde a hoy
En el libro ese rol también es parte esencial de lo que hacen muchas oenegés.
El rol se los dio el Banco Mundial en los 90, con el Consenso de Washington y el achicamiento de los Estados. Las oenegés aparecen haciendo aquello que los Estados ya no hacían: ocuparse de ciertos focos, porque en ese momento la pobreza estaba focalizada. Después pasaron a tener otro rol, más pegado al estatal. Ya no es posible concebir políticas sociales sin la presencia de las oenegés, cuyo personal empezó a entrar a los ministerios. Esto ocurre con los gobiernos progresistas, pero también en Colombia donde hacen exactamente lo mismo. Lo novedoso en esta etapa es que hay que trabajar con organizaciones sociales de cada territorio. Y si no existen, hay que inventarlas, porque son la garantía de que la política social pueda aplicarse a través de grupos y dirigentes del propio barrio, que conozcan las necesidades y problemas.
Pero eso es lo que quieren las propias organizaciones: ser atendidas, que les den los recursos.
¡Más bien! En realidad el objetivo de la gente, su deseo, es salir de la situación actual, cambiarla. ¿Cómo hacerlo? Esa es una discusión abierta en el mundo popular, en las organizaciones sociales. Por supuesto que entre Menem o Duhalde, que mandaban la policía, y un gobierno que hace planes como Argentina Trabaja o la Asignación Universal por Hijo -que son mucho mejores que los primeros planes como el Jefes y Jefas- va a preferir esto último. La situación es mucho mejor. Cuando un movimiento social tiene la oportunidad de organizar a cientos de compañeros en cooperativas como Argentina Trabaja, no va a rechazarlo, y me parece bien que los recursos estatales se puedan utilizar para organizarse. Es un terreno que yo llamo “zonas grises de dominaciones y resistencias”, donde las cosas ya no son blancas o negras. En el papel uno puede decir: “La política social busca domesticar a los pobres”. Pero la realidad es más compleja. Yo puedo decir que el objetivo del Estado es que la burocracia sindical controle a los trabajadores. Pero en la práctica de un sindicato existieron el Cordobazo y Agustín Tosco. Hoy también puede pensarse que hay organizaciones que toman los planes, se meten en las cooperativas, pero disputan el espacio para que eso signifique fortalecer el trabajo territorial, no pierden su propio horizonte de organización. Es una disputa entre el arriba y el abajo, que va a definir qué va a pasar en el futuro. Es un debate que todos sabemos que se está dando, incluso ente muchos trabajadores sociales, gente que está en el gobierno y oenegés, que son como bisagras entre el Estado y el abajo, donde se sienten disconformes y son críticos de las políticas sociales.
¿Esas “bisagras” son la zona gris?
Muchas de esas personas hacen su trabajo lo mejor posible, con rigurosidad y compromiso con los barrios y su gente. Desde adentro, le pueden exigir más al Estado y, mientras tanto, tienen un empleo. Todo lo que sea mejorar las políticas, que sean más transparentes y a favor de la gente, no nos va a perjudicar. Pero no se puede pensar que ése es el trabajo de emancipación y de justicia social. Que no nos vengan con cuentos. El discurso “nac & pop” no aclara que el modelo es monocultivador y exportador de soja, esquilmador de la gente a través de la minería a cielo abierto y profundiza la desigualdad.
Evita y los ricos
Con respecto a eso, el libro plantea que una tendencia de la época es hacer foco mediático en los pobres, pero no en los ricos.
No sólo los medios. Los gobiernos también. Vuelvo atrás: traigamos los discursos de Eva Perón y veremos que todo el tiempo habla de la oligarquía, de los ricos. En esa época el primer peronismo la izquierda y el nacionalismo ponían la lupa en la brutal concentración de la riqueza. Hoy te dicen que el problema es el pibe chorro que se droga, que le roba una cartera a una señora, lo cual es sin duda horrible, pero ¿ese es el problema de la sociedad? Se hacen estudios, estadísticas, trabajos universitarios y de multinacionales sobre qué hacer con los pobres. Pero nadie investiga a los ricos y qué clase de problemas crean al conjunto de la sociedad, como ha quedado demostrado con las crisis económicas, incluso de las potencias, en los últimos años.
Los ricos han sido sostén e ideólogos de las dictaduras, por ejemplo, aunque se habla sólo de los militares. Pero en la etapa actual aparecen casos viejos, visibilizados por los choques con el gobierno: Ernestina Herrera, Héctor Magnetto, los Rocca de Techint.
Y va a continuar, porque creo que estamos en un proceso de transición entre una vieja y una nueva dominación. En una época la dominación era española. Hubo revoluciones hace 200 años, nuevas ideas, formas de gobierno, y se pasó a una hegemonía británica. Un siglo más tarde también surgieron nuevos partidos, crisis, izquierdas, nacionalizaciones, y se pasó a una dominación norteamericana. Los cambios de dominación producen esos terremotos. El último fue el de 2001 y todavía no vemos muy bien cómo se está acomodando eso. Pero los “españoles” de hoy serían los Menem, Techint, Macri, el pasado. El problema es que, por ser una transición, es un período de confusión.
¿Qué es lo que nos confunde?
Pensar que nos emancipamos si, en realidad, estamos contribuyendo a construir una nueva dominación. Es muy terrible decirlo así, pero es lo que creo: nadie de nosotros está ajeno a ser dominador y dominado. Alguien puede decir que tiene un patrón, el capital o el Estado que lo controlan, pero también puede tener relaciones de poder con su mujer, sus hijos, sus pares. Ver todo ese problema ayuda a trabajarlo mejor. Ese es mi objetivo.
Me quedé en la confusión. Mucha izquierda setentista frente a la confusión planteaba “cuanto peor, mejor”: que se vean con claridad las formas de dominación, para que la gente “entienda” la realidad. Y fue una masacre.
Es un discurso horrible, que no comprende que, aunque uno critique, con los gobiernos actuales hay cambios, situaciones mejores, y otras que son iguales. Lo que sí me parece importante es mencionar que el progresismo no es tan progresista en muchas cosas. Si hay una pelea con Clarín, obvio que apoyo a ese progresismo. Por eso digo que en las nuevas formas de dominación hay parte de lo que yo pienso, parte de lo nuestro. Que ha sido tomado, desfigurado, manipulado, lo que vos quieras, pero son materiales que nosotros hemos aportado.
Otra idea: “El mejor momento de los gobiernos progresistas ya pasó. Hasta Evo está teniendo levantamientos porque mucha gente se siente engañada con temas como la nacionalización del petróleo y el gas”. Otra: “Nunca estoy diciendo: los demás están confundidos, yo la tengo clara. Al contrario, soy parte de la confusión, soy parte del problema. Hasta los conceptos que uso no me gustan, pero no tengo otros. La diferencia es que me gustaría aclararme y aclararnos colectivamente, en la actividad conjunta y en la resistencia. Lo que sí me parece es que se viene un mundo y una cotidianidad cada vez más compleja, en la cual está en juego la sobrevivencia de los de abajo como tales”.
La charla es apenas una introducción. Bienvenidos, entonces, a Política & Miseria.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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