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Teoría (y práctica) del shock

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Artista, activista, cantante y poeta, Susy Shock es más que la suma de sus partes. Una intelectual del movimiento trans que nos provoca a pensarnos. Y que acaba de editar dos libros perfectos.

Teoría (y práctica) del shockNo importa qué somos,
si alcanzamos a poder serlo…
Susy Shock (2007)
 
Susy es un huracán que te sacude. Pasa y va provocando un torbellino que levanta los cimientos en los que estás parado, abriendo canaletas de incertidumbre. Allí te va sembrando dudas como flores que irán creciendo, poquito a poco, hasta echar raíz. Vos te creés inmune, pero no. Sos una grieta abierta que no se termina de abrir. Ella lo sabe. Lo siente. Lo vive. No en vano se llama Susy Shock.
Agarrate fuerte porque ahí viene. Se acerca zigzagueando entre las mesas, como una anguila bajo el agua. La veo venir, cada vez más figura y menos fondo, y se me viene a la mente ese dibujo de Dalí en el que se desintegran los relojes. El mundo binario comienza a derretirse. Susy, ahí mismo, ahora mismo, mientras apoya la cartera en la silla y se deja caer como un pájaro herido, comienza a disolver ese universo (uni-verso) que conocemos para permitirnos imaginar los múltiples que podemos ser capaces de crear. Después de todo, los artistas como ella, que sintetizan la época que vivimos, tienen ese don de oráculo, que antes era posesión exclusiva de seres mitológicos.
“Poner las cosas en duda es un ejercicio que puede ser muy interesante si volvés al lugar de origen cambiado, modificado o endulzado”, dice con el tono y la postura de quien lo expresa desde su propia experiencia. “¿Qué soy? ¿Importa? Soy arte”, sostiene desde su blog, donde publica los relatos, poemas y presentaciones que la llevan a recorrer distintos escenarios como plataforma de sus intervenciones poéticas-políticas. Así elige definirse, crearse e inventarse. Y desde allí recorre un camino que ni ella sabe dónde termina, que la constituye en militante trans cuyo cuerpo es también su bandera de lucha.
¿Qué significa ser arte?
En realidad todas y todos somos arte. Lo que pasa es que no nos permitimos dudar de lo que recibimos, porque por ahí mueve mucho la estantería. Estamos hablando de replantear los roles masculinos y femeninos. Nos ubican en lugares impensados, en los que, por ahí, estábamos de prestado. Cuando me preguntan de qué genero soy, respondo: “Soy género colibrí”. En realidad, es mi apuesta política, poética, de cómo quiero me veas, de cómo quiero que hagas el esfuerzo para verme, porque me parece que si hay algo que estaría bueno es que hagamos el esfuerzo del reconocimiento al otro.
Sigue con una anécdota: “El otro día me dijo un taxista: ‘Te escucho una voz, pero te veo vestida así. ¿Cómo te digo?’. ‘Susy’, le consteté. Me encantó que se permita preguntar. Me pareció genuino”. Completa la historia con una aclaración que siento lógica para comprender cómo funcionan los anticuerpos en la lucha trans: “Estamos acostumbradas a la violencia y al etiquetamiento. A veces estas aclaraciones son a los gritos, a cachetazos, a empujones”.
Próxima estación
Susy es una locomotora que me lleva de viaje en su tren. Recorremos anécdotas, paramos en las estaciones felices, en las dolorosas, en las angustiantes y alzamos la barrera para que pase la farolera. Con la luz tenue de ese farol, atravesamos los túneles más oscuros, que siempre desembocan en un cielo más alto y plomizo. Sin frenar la marcha, tomamos la curva peligrosa vomitando humo. En un tramo, sumamos a su hija, de 19 años: “La otra vez me preguntaron cómo me llama y yo le dije que, a veces, con sonidos. Hoy, por ejemplo, me llamó ‘Shhhhhh’ y mañana me llamará ‘Bububu’. Y se me quedó mirando el periodista, porque estaba esperando que le de una respuesta a partir de lo único que conoce. La verdad es que apunto a que haya un montón de cosas que no conocemos y que nos permitamos transitar también. Si no, es como demasiado pobretón todo, muy chato”.
Las Madres de Plaza de Mayo sostienen que fueron paridas por sus hijos para explicar la metáfora que les dio origen. ¿Qué parió a Susy?
Un colectivo de gente, que fue Giribone (el lugar donde desplegó su arte) en el 2001. Durante siete años, un espacio que me permitió saltar del escenario a la cotidianidad de la gente y, desde ahí, a la calle. Y sostenida no siempre por trans: había chicos y chicas hétero, que ya son trans en la medida que se fueron corriendo de ese varón y esa mujer impuesta. El arte, también. Y la Pachamama: yo tengo una gran conexión con la tierra, aun siendo porteña como soy, pero me permito encontrarla en ciertas sonoridades. Técnicamente la encontré a la hora de cantar baguala. La baguala permite que tu voz transite por ciertos cánones o, en todo caso, por ninguno de los establecidos. Te posibilita que juegues con masculinidades y feminidades, si es que tenemos que hablar de algo así para que se entienda qué me hizo descubrir. Yo no reniego de la masculinidad que tengo porque es parte de mi construcción, del ser al que apunto. Ahora, a dónde irá esa construcción no sé: ésa es mi búsqueda. Pero también sé que políticamente necesito -y se necesita- que se establezca una pauta. Porque hay cosas concretas desde la política que tenemos que lograr, como un Estado de Derecho que todavía nos debe un montón de derechos. Aspiro a esta búsqueda de no discriminación que el arte ya la está adelantando, como suele suceder.
Arte y parte
Son palabras, pero también con la mano, con la pose, con los dedos y hasta con las uñas, Susy me indica qué cosas construyen su identidad. Me las señala desde la edificación que fue y es capaz de realizar para habitar ese mundo, interior y exterior, que está puliendo como un escultor alocado. “El arte en sí no tiene un género, y si lo tiene se lo ha puesto la academia en todo caso. Hablo de un arte en cuanto a espacio de exploración que cada uno y cada una tiene, para sacar lo que tenga que sacar. Por eso no tiene género, no tiene título”.
De un soplido, otra vez, Susy deshace frente a mis ojos, como un mago eximio, ese mundo que muchas veces parece concreto, real e inmodificable. Con esa varita que es su poética y su política esfuma los géneros de las cosas, pese a que aun antes de caminar nos enseñen a distinguir si los objetos y las personas pertenecen al mundo de los machos o al de las nenas.
Nada por aquí, ¿nada por allá?: “La Pachamama es trans. ¿Es hombre? ¿Mujer? ¿Qué es? Entonces ahí me cierran muchas cosas, como la posibilidad de cantar. ¿Cómo canta un varón? ¿Cómo canta una mujer? ¿Cuál es la voz de un varón, la de una mujer? El arte yo lo concibo como la naturaleza”.
En tu blog pusiste: “Que otros sean lo normal”. ¿Qué es “lo normal” y quiénes son “los otros”?
Lo normal es todo lo normativo. Es una cultura imperante que viene desde hace muchísimo. No casualmente la Conquista vino a barrer cosas en este territorio que ni siquiera sabemos que estaban, pero que suponemos, intuimos. Se vino a implantar un modelo a partir de la cruz y la espada, que es para mí lo normativo, lo binario, lo patriarcal, lo machista. Pero también somos grandes reproductores de todo esto. Y hablo concretamente de los y las pares.
¿En qué cuestiones?
Tengo una gran discusión con los y las compañeras del progresismo y la izquierda, porque es un campo social donde también reproducimos estos mandatos. Pareciera que de acá a acá (las manos marcan dos fronteras) somos revolucionarios y a partir de acá (ahora señalan un umbral) nos permitimos ser los más capitalistas. Con nuestros hijos, con nuestras parejas, cuando los celamos, cuando las volvemos locas. Eso de lo “normal” no solamente lo tiene Bergoglio o Mirtha Legrand. Eso lo tenemos todos y todas y hay que reconstruir otras formas de relaciones mirando para adentro. Quienes estamos en ese camino, apenas comenzado, podemos después empezar a añorar y pensar otras cosas, pero me parece que el primer cambio es ése, la revolución es eso: cambiar desde adentro. Después vendrá lo otro.
Nos-otros
Susy desgrana el asunto de esta manera: “El otro día hablaba sobre la lucha por las tierras y decía: “¿Para qué queremos la tierra?”. No porque no la quiera, ojo. ¿Pero para qué la queremos? ¿Para qué pedimos la reforma agraria? ¿Para que después nuestras mujeres sigan sometidas? Me parece que hay que replantear un montón de cosas, que incluye definir claramente hasta para qué queremos la reforma agraria. Eso desde el arte se puede proponer, se puede inquietar, con frases que no son inocentes, que intentan ser movilizadoras, abrir el debate, el diálogo que nos debemos. Yo propongo eso. Nos lo debemos primero nosotros, nosotras. Después, será pararnos frente al enemigo, que es fuerte”.
Susy Shock es, como seguramente lo son varios de los ojos que caminan estos renglones, hija de una militancia partidaria de la que abjura. Y hermana de eso que el 2001 puso en toda su dimensión: la construcción autogestionada y horizontal. Desde allí navegó diversos mares hasta pisar tierra firme en Futuro Transgénero, organización que entre otros menesteres edita El Teje, la primera revista trans de toda América Latina.
Estas latitudes son las cartografías desde donde decidió soltar amarras con las estructuras que la aprisionaban: “Los lazos afectivos son la base desde donde tenemos que poner en práctica estas ideas para el mundo que soñamos. De otra forma no entiendo de qué estamos hablando. Son cosas que nos implican un cotidiano laburo. Si no, pareciera que todo pasa de asamblea en asamblea: la siguiente me hago revolucionario y dejo de serlo hasta la próxima. Lo digo desde la calle, no lo estoy diciendo porque soy una artista o una ciudadana de café: estoy en la calle. Siento que hay algo de escribir con la mano y borrar con el codo. Y eso es algo que me asusta cuando pienso que el enemigo está tan adentro y no lo podemos leer. Porque Bergoglio ya sé quién es. Pero el problema son los otros, que a veces están sentados en la misma mesa. Y eso hay que releerlo mucho, muy finamente. No hay tiempo que perder”
En este recorrido poético al que Susy te propone asomarte hay dos libros con sabor a cofradía, de los que la Shock es autora: Poemario Trans…pirado, con prólogo de Marlene Wayar, y Relatos en Conecalón, con prólogo de Fernando Noy. “Para mí es un aporte a esta relectura posible, con toda la sangre y la bronca, y con toda la ternura y la amorosidad que pido afuera e intento desde mí”. Un fragmento de uno de los poemas dice así:
 
Mi derecho a explorarme
a reinventarme
hacer de mi mutar mi noble ejercicio
veranearme, otoñarme, invernarme:
las hormonas
las ideas
las cachas
y todo el alma!!!!!!… Amén.
 
El abanico del mundo Susy Shock es tan amplio que más de una vez, mientras mis dedos recorrían el teclado, me pregunté cómo debía abordarlo. No pude plantearme una respuesta más o menos consistente, pero comprendí que querer contemplarlo todo era repetir esos esquemas que ella había puesto en vías de extinción. Ahí sentí el último golpe de Shock.
La única manera de abordar lo inabarcable es no abarcándolo.

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