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No tiene precio
Universidad de la Patagonia. La obstinada tarea de una catamarqueña residente en Comodoro tejió la red que permitió, luego de tres votaciones perdidas, rechazar los fondos de Bajo Alumbrera, la minera que está contaminando, entre otras cosas, la educación pública.
Enigma que cada quien deberá contestar ante el espejo. ¿Hay que aceptar o no 1.337.250 pesos para la Universidad Nacional de la Patagonia, que llegan desde Bajo Alumbrera, minera a cielo abierto instalada en Catamarca?
Había clima tenso entre los consiliarios (miembros del Consejo Superior de la Universidad, reunidos en Comodoro Rivadavia) que debían definir semejante cuestión –el punto 8 del día 17 de mayo de 2011– y se miraron sabiendo que la votación era adrenalínica. Había 34 votos posibles.
Los últimos tres años todas las votaciones aceptaron los fondos: 1.115.273 pesos en 2009 y 767.660 en 2010. Ahora el monto era aún mayor. Se votó. Resultado: 16 a 16. Los dos representantes de la Facultad de Humanidades se abstuvieron.
En estos casos, el desempate corresponde al rector. En términos futboleros, esto era un penal para la minería ya que Héctor Genini, entre otras cosas, es geólogo. Y hace dos años, con esa exactitud que sólo pueden tener los expertos en un tema, defendió a Bajo Alumbrera revelando que es una mina… ¡subterránea!
Zulma Usqueda no es geóloga. Es ama de casa, oficio al que ella le ha agregado ciertas actividades que aquí se detallarán, nacidas de tres problemas que padece:
- a) existencial
- b) auditivo
- c) visual
El problema a) existencial: Zulma nació en Comodoro Rivadavia, pero su papá y gran parte de su familia son de Catamarca, y por la rama Yampa de su familia desciende de pueblos originarios expulsados de su tierra, según los usos y costumbres de este extraño país. Zulma viaja con frecuencia a Catamarca, donde sufrió el inconveniente b) auditivo: sus familiares, amigos, vecinos, le contaron lo que pasa con Bajo Alumbrera. El destrozo de las producciones, la concentración de la economía, el empobrecimiento, la corrupción asociada, las enfermedades de los adultos, los chicos con metal en sangre y otras maravillas del mundo minero. Esto la llevó a zambullirse y navegar en ese océano llamado Internet, de donde sobrevino su padecimiento c) visual: vio las fotos del cráter de Bajo Alumbrera, con 700 metros de profundidad y 4 kilómetros de diámetro donde antes había una montaña, agujero negro de mayor tamaño del que dejaría una bomba atómica de las que llenan de pavor a la humanidad.
Se informa por lo tanto a ingenieros, geólogos & cía (que acaso utilicen Internet para otros menesteres) que de ese modo Zulma detectó, sin ayuda, que Bajo Alumbrera es una mina… ¡a cielo abierto!
¿Qué hay que sacarse de la mente?
hora, en el comedor universitario, con una campera blanca y una sonrisa más blanca aún, Zulma relata: “Yo dije: ‘algo hay que hacer’. Me enteré, para colmo, que Alumbrera mandaba plata para la Universidad”. Zulma creó el Foro Ambiental y Social de la Patagonia, con el apoyo de las Asambleas de Esquel, Perito Moreno, algunos pocos de Comodoro, Trelew, Puerto Deseado. “Y entonces me vine a las facultades. Iba a cada aula de cada facultad a explicarles que era una vergüenza aceptar fondos de una minera que está haciendo desastres. Pensé que los chicos de Humanidades y Ciencias Sociales me iban a dar más bolilla, pero al final me fue mejor con los de Ingeniería, Naturales y Economía”. (Se solicita los presentes que borren el lugar común que indica las sedes universitarias como lugar de rebeldía, muchas gracias).
Zulma: “Un montón de gente me decía que no, que cómo iba a lograr algo así. Ya está todo dado, qué te vas a molestar si los otros tienen el poder. Esto es lo más fuerte que tenemos que sacar de nuestra mente, que no somos capaces de nada. Fue de las primeras cosas que descubrí. ¿Sabés qué parece? Que te resignás, que no nos queremos nosotros mismos… no sé cómo explicarlo”.
Receta de comunicación
En realidad Zulma se explica demasiado bien: “Tuve que superar todos esos ´no´ y seguir adelante. Yo estaba estudiando Comunicación Social. Me dijeron: ‘Tenés que terminar la carrera, eso te va a servir para que te presten más atención’. Y yo pensé: ‘Me gusta decir que soy ama de casa, le doy más confianza a cualquier otra persona, que va a decir: ‘Si ella está haciendo esto, ¿cómo no lo voy a poder hacer yo?’ Así que dejé la carrera y puse toda mi energía en esto”. Dejó las “ciencias sociales”, y se puso a hacer sociedad.
Zulma descubrió lo que ninguna facultad: para comunicarse de un modo creíble, profundo y transformador, no había que estudiar comunicación ni ostentar el título. Había que hacer cosas como usar el sentido común, comprender, pensar y sentir sobre lo que oía y veía, y actuar en consecuencia: trabajar, quererse, aprender, no hacer caso a los “no”, y decir la verdad.
¿Rechazo ético?
Regresemos a la votación.
El rector Genini, como su oficio lo indica, embocó ese penal sin arquero: votó aceptar los fondos de Bajo Alumbrera, el millón y pico de pesos. A Zulma se le apagó la sonrisa blanca. Quedaba una chance: el punto 11 del orden del día que ella misma había logrado introducir en marzo, cuando se presentó ante el Consejo Superior con una catarata de documentación seria y conmovedora, como la carta de Patricia Álvarez de Figueroa, una de las Mujeres del Silencio de Andalgalá, a la que encontró por Facebook, los argumentos de la Universidad de Córdoba para rechazar los fondos, o una diapositiva proyectada en tamaño gigante de Bajo Alumbrera, para que nadie confundiese la minería a cielo abierto con una red de subterráneos.
Estaban junto a Zulma –y están ahora en el comedor universitario– Nancy Sáez, del claustro no docente, Belén Fresco del claustro de alumnos y Elena González, profesora de genética en Naturales, una de las pocas docentes del Consejo que rechazó los fondos, y argumentó contra la penosa sarta de argumentos de los defensores de la minería. (Por caso, Belén –la estudiante– cuenta que uno de los profesores del Consejo dijo: “Siempre se contamina. Cuando respirás contaminás, porque exhalás hidróxido de carbono”. Tal argumento docente en defensa de la minería que usa cianuro y sopas ácidas, esteriliza la tierra e implica un modelo extractivo de empobrecimiento social y saqueo de los recursos, muestra el estado de la educación, y de ciertas neuronas).
Zulma, Nancy y Belén alcanzaron a conversar con Claudia Coicaud y René Silvera, decana y vice decano de Humanidades que no habían votado, y tenían mandado de rechazar los fondos. Pero siempre hay una letra chica. Nancy cuenta: “Primero quisieron disuadirnos y que votáramos un rechazo ético”. Zulma se ríe: “Simbólico”. Puede verse la cotización actual de la palabra “ética”. Nancy: “Les dijimos que no. Lo del rechazo ético lo podíamos aceptar si íbamos perdiendo por paliza, pero al estar tan cerquita con el 16 a 16, les dijimos que tenían que cumplir el mandato”. Coicaud y Silvera se quedaron sin nadie a quien disuadir.
El resultado fue 18 a 16 rechazando todo dinero que provenga de Bajo Alumbrera, de aquí en más. La paradoja se resolvió cronológicamente: se reciben 1.337.250 pesos este año, pero de aquí en más la Universidad rechaza el nexo económico con las mineras.
Zulma Yampa Usqueda lo había logrado, junto a la cantidad de gente que sumó día a día, con eso que el médico y periodista Martín Campos definió una vez como “trabajo de hormiga con el peso específico de un elefante”.
¿Conviene decir no?
La vez que Zulma lloró, sin embargo, fue por estudiantes de la comisión de presupuesto. “Había alumnos que supuestamente me apoyaban, los profesores no, y de pronto salta una alumna y dice ‘que nos den más plata de esa para arreglar el comedor de Trelew’. ¿La verdad? Me hizo mierda. Le contesté: “¿Vos sos de de la famosa izquierda del TER (Tendencia Estudiantil Revolucionaria) y ahora estás transando con multinacionales? Me fui a llorar afuera. Demasiado. Me cuentan desde Catamarca que en Tatón, el pueblo de mis viejos, la gente se está muriendo y estos vienen a decir un discursito, pero después agarran cualquier peso de las mineras para tener votos”.
El dinero (el que alcanzó a ingresar) se va a usar para reparar sedes y edificios, ampliar el comedor universitario (que cobra 2 pesos por almuerzos y cena) y acondicionar las gamelas, los albergues para universitarios sin recursos, que están en situación deplorable. ¿Qué pasará con esas cosas cuando no existan estos fondos? Zulma: “Sobre este asunto quiero agradecer especialmente a Richard Flores, en particular, y a todos los estudiantes de las gamelas, en general, porque pese a las condiciones horribles en que están viviendo y a que eran los beneficiarios de esto, rechazaron los fondos”. Richard agrega: “Si es por aceptar, podríamos aceptar fondos del narcotráfico para tener calefacción o agua. Pero estas empresas matan gente, matan economías, matan ciudades. Es una vergüenza que personas sin ética además de aceptar estas cosas, enseñen en la Universidad”.
La profesora Elena González es un caso diferente: “Cuando defendí el rechazo dije que nos quieren hacer hocicar a los Consejos Superiores, porque esto no es una donación. Abel Antonio Peirano cuando hizo la donación dijo que Alumbrera ‘debe ser explotada en beneficio del pueblo argentino, quien ose entregarlo a grupos reducidos tendrá que dar cuenta al pueblo entero del país’. Entonces corresponde que no te lo hagan aceptar como una dádiva, sino que venga con los fondos del presupuesto”. Belén: “Y en todo caso habrá que luchar para que nos den el presupuesto universitario que nos corresponde”. Con todo esto, rompen una situación extorsiva.
Sobre democracia y progreso
Otro argumento con el que se toparon es el del progreso tecnológico que implica la minería: “Todos usan celulares, y eso no existiría sin las mineras”. Todo lobbysta y/o loro defensor de la minería repite esa curiosa argumentación con respecto a proyectos como Alumbrera o tantos otros, que supuestamente sólo extraen oro, cobre, plata, con lo cual: mienten (o sea, no hay mirerales que sirvan para la alta tecnología), o defienden a sabiendas una situación de contrabando (las mineras se estarían llevando cualquier cosa, porque además nada de lo que extraen es controlado, y declaran lo que quieren). La idea de que el “progreso” es esto, y el “atraso” es lo que hace gente como Zulma oscila entre la hipocresía y la estupidez.
“A veces me encuentro con profesionales, ingenieros, que se sienten como avasallados. Pero una no les quiere quitar el lugar. Un día hicieron una reunión del Frente para la Victoria. Fui, y había un ingeniero defendiendo la minería. Le contesté cada cosa que dijo. Y yo sabía tanto como él. Una señora me dijo: ‘estoy orgullosa de ser mujer y ama de casa como vos’”. Zulma revela algo en lo que piensa desde el primer día: “Que exista una democracia real. Pasa algo raro. Los que ganan están a favor de la minería. Y los que son minoría dicen: ¿para qué vamos a hacer algo, si los otros nos van a ganar? Entonces son minorías de adorno”.
¿Vale más hacer lo que hacen mujeres y ciudadanas como Zulma, que votar, por ejemplo, para que exista una democracia? Responde la propia Zulma: “Claro porque el mundo está diciendo basta a esta vergüenza, poniendo un límite. Se nota por las consecuencias en el clima, pero cada vez más se ve la corrupción de los gobernantes. Entonces yo digo: ningún sistema es totalmente cerrado. Siempre hay un lugar por donde meterse. Nunca podemos decir ‘esto no lo vamos a cambiar’. Mirá las cosas que podemos hacer cuando queremos”.
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