CABA
La pareja que faltaba
Victoria Donda y Pablo Marchetti. Ella fue reelecta diputada nacional con una campaña provocativa. Él soporta la fama que le otorgan sus dos apariciones semanales en tevé, aunque su prestigio lo cosecha como integrante del equipo de la revista Barcelona y del Conjunto Falopa. Los dos comparten la batalla por la despenalización del consumo de marihuana, pero se conocieron en una charla sobre el gatillo fácil, un tema menos popular entre la prensa farandulera que ahora los persigue con sus etiquetas: panelista K y dipusex. Aquí revelamos el lado oculto de esta historia.Te agarré. Vos querés que te cuente cómo el pelado de la tele se levantó a la dipusex. Y sí: te prometo que te doy todos los detalles y te describo todos los besos con saliva que se dan en la puerta de un congreso de periodistas autogestionados, repleto de papafritas que no se detienen ante el escote infartante de la legisladora que renovó su banca al grito de “vamos a portarnos mal” y que perfora el piso con sus tacos, agarradita de la mano del pelado con alpargatas, mientras los comprometo ahí mismo a darnos esta nota después de que sea reelecta y salgan en Libre con letras de vómito. Como suceden las dos cosas, acá estamos. El problema es dónde.
Teneme paciencia, porque para darte una idea de a dónde fui a parar voy a llevarte a dar unas vueltas por el infierno y sus prósperas sucursales argentinas. El paraíso tiene su precio y en este país es muy caro, así que no voy a mentirte: con suerte, el final de esta nota te deja en el purgatorio, lugar apropiado para pensar lo que resume esta historia que no es sólo de ellos, te advierto.
Sucursal Comodoro Py
No hace falta hacer memoria porque la noticia es que hoy condenan a 18 genocidas. Eso significa que estamos en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, con la parejita en cuestión en un escenario que los protege como el Off del acoso de los de flashes que los persiguió durante semanas. La exclusiva por orsai, pienso, con patética lógica Rial.
Ella tiene una campera corta de cuero, los jeans de calce profundo, los tacos aguja y los ojos húmedos. Él, la remera arrugada y esa cara que hoy parece de cristal y no hace juego con su cuerpo macizo.
Ese día pude gritar una docena de veces “hijo de puta” para reafirmar cada condena a prisión perpetua que, en la pantalla gigante que había montado la agrupación HIJOS, era ilustrada con la cara del correspondiente ídem. Uno de ellos era el tío de ella. Adolfo Miguel Donda, acusado, entre otros asquerosos delitos, de secuestrar, torturar y hacer desaparecer a su hermano y su cuñada embarazada, robar y criar como propia a su sobrina y facilitar la apropiación de la niña nacida en cautiverio. Sí: ella.
Ese día mi personalísimo momento de justicia que necesité celebrar a los gritos me privó de ver la reacción de la pareja ante otra condena: la que obliga a cumplir 18 años de prisión a Juan Antonio Azic, el prefecto torturador que crió como propia a esa niña nacida en la Esma. Sí: ella.
Cuatro días después, cuando nos encontramos en la plaza de Avellaneda y ya es domingo y la noticia del día es una verdura vieja, me sorprenden con las mismas caras. Tendrán que pasar varias horas y una larga caminata por las orillas de otro infierno para saber por qué: venían de visitar a Azic, en la clínica psiquiátrica en la que está recluido desde que se pegó un tiro el mismo día en el que a ella se le disparó su historia.
GPS argentino: Azic está acusado de muchos otros delitos que cometió en las tinieblas de la Esma, pero el que yo recuerdo ahora, el que no puedo dejar de recordar mientras ella llora, tiene un nombre difícil: Rodolfo Lordkipanidse, el bebé de 20 días que Azic colocó arriba del cuerpo atado de su padre, Carlos, mientras le aplicaba picana. “Vos podés pensar de mí lo que quieras, pero yo a mi apropiador lo sigo queriendo”, me dice ella con una culpa que brilla en sus ojos como una cadena. Le respondo con la verdad, que es el mejor consuelo que puedo ofrecerle. Y aun así esa verdad me resuena pomposa, estúpida, insuficiente.
Ser o no ser
Sentados en el piso del living de la casa de ella –una terraza con habitaciones, que aun de trasnoche se presiente luminosa, quizá por esas paredes naranja, decoradas con fotos de Evita y El Che– me contará detalles de aquel tiro. Cada uno es en sí mismo un abismo y si los resumo es sólo para evitarte el vértigo que representa escucharlos conteniendo hasta la respiración.
Hubo un día, dice ella, en el que ya era militante de Barrios de Pie y acababa de hablar en un acto en el cual la habían presentado por el que todos y ella misma creían su nombre: Analía Azic. Fue entonces cuando un hombre, que luego se identificó como un viejo militante del PC, se acercó para confirmarlo. “¿Sos Azic, como Juan?” Ese hombre llamó luego a su responsable político para advertirle: “O la chica es un servicio o es hija de desaparecidos”. El viejo militante del PC trabajaba vendiendo seguros y le había asegurado el auto al prefecto que descubrió asesino cuando reconoció el nombre y cruzó datos con las denuncias de los organismos de derechos humanos. Los responsables políticos de la entonces Analía decidieron dos cosas: ir a Abuelas y no decirle nada. “Y se los agradezco”, dirá ella ahora. Así comenzó el trabajo de Verónica Castelli, la integrante de HIJOS que fundó la Comisión Hermanos destinada a investigar el destino de los bebés robados por la dictadura, la misma que el día de la sentencia en Comodoro Py está a su lado, abrazándola.
Todavía eran los días de impunidad consagrada por ley, que comenzó a resquebrajarse cuando un grupo de sobrevivientes decidió buscar justicia en otro lado. Así, el juez español Baltazar Garzón entró en escena y llegó, finalmente, el pedido de captura de 45 genocidas. Entre ellos, el de Azic. Fue el 26 de julio de 2003 cuando ella entró a su casa y su presunto papá la despidió con un extraño pedido: “Me voy. En dos horas llamá a este número”. Cuando llamó, le avisaron que se había pegado un tiro frente al santuario de la Virgen Stella Maris emplazado en el jardín que rodea a la clínica que tiene Prefectura en el puerto de Buenos Aires. Años antes, Esther, la mujer de Azic, a quien ella creía su madre, había dejado en ese mismo santuario una trenza que cortó de su larga cabellera rubia. “Era una mujer muy religiosa y muy enferma. Hizo esa promesa cuando estuvo al borde de la muerte por una pancreatitis”, recuerda ella.
Aquel día que le cambió la vida, cuando preguntó qué había pasado la respuesta fue demasiado larga y difícil.
Así descubrió su origen.
A orillas de la cama de la terapia intensiva le rogó a su apropiador un nombre. “No sé”, escribió Azic en un papel. Tenía el paladar perforado por el fallido tiro que lo dejó mudo. Le dio, al menos, una pista: Palomar.
Le llevó varios meses decidir hacerse el ADN (“Decidir, en realidad, que quienes creía mis padres fueran presos por eso”) hasta que pudo enfrentarse a las fotos de las dos únicas mujeres embarazadas y secuestradas en la zona oeste. Una tenía sus ojos. Esa mirada la animó a transitar lo que faltaba para saber la verdad.
Del borbotón de escenas que comparte sin orden cronológico, con el ilógico hilván de una conversación en la que él se convierte en un testigo descalzo y atento, me quedo con una pieza de ese rompe-cabezas que ella representa. “Azic no fue mi primera opción”, me dice en medio de ese embrollo de emociones que mezcla lágrimas, mocos e ironías. “Como mi hermana era rubia, creyeron que yo también. Entonces, me destinaron a una familia aeronáutica, que dentro de la casta militar representa el ala más aristocrática. Me devolvieron a las tres semanas porque no paraba de llorar. Dijeron que no me adaptaba a sus ritmos de vida”. Imagino entonces que esa fue su primera batalla ganada. Su primera Victoria.
Música, velas y cianuro
Ahora estamos en el Tasso. En el escenario hay Falopa y en las mesas, velitas que laten con alma de canela. El pelado de la tele se convierte ahí en el cantante de un grupo que cabalga géneros clásicos al ritmo de unas letras que describen todo aquello que parece imposible decirse con palabras. Hay risas porque hay en ellas sarcasmo, pero hay aplausos porque el conjunto los arranca con la calidad de sus guitarras y poesía. Pero hay algo más.
Entre canción y canción, él recita sus Odas al poder, megáfono en mano. Al Papa, a la Coca Cola, al Banco Central, a la embajada de Estados Unidos y a su pija. “La escribí cuando María Galindo, una feminista boliviana, me hizo notar que a estas odas dirigidas al poder les faltaba algo importante”, dirá a manera de presentación.
Desde el escenario del Tasso él gritará “Con la fuerza de ella”, aferrándose a la imagen estampada en su remera negra. Es un retrato de Marta Holgado, la falsa hija de Perón, que un fan le hizo especialmente y le dejó en Radio Nacional, donde conduce junto a sus cómplices de la revista Barcelona un programa diario. También murmurará que, pese a lo escuchado en estos días de euforia electoral, no es verdad que la Presidenta sea morocha. Propone cantar entonces la verdad: “Avanti, caoba”. Anunciará además que es inminente la llegada de los “wachi trotskos” y cerrará el show con una cumbia feminista y pegadiza titulada Matelasé, que nos obliga a imaginar a Santo Biasatti, Norma Aleandro, Jorge Luis Borges, Alan Faena, el Che Guevara y Jorge Bergoglio en jogging. Ella sigue el ritmo desde su mesa, con una sonrisa que ilumina más que la velita con perfume a canela.
Al día siguiente estamos ya en el estudio fotográfico cuando él llega con la guitarra, dispuesto a cantar lo que no cantó en el Tasso porque no pudo ensayar el tema con el grupo. Se titula Chica del GBA y él lo entona mientras ella se maquilla. Suena alegre y dice así:
Baila con tacos, te pisa
te llena de risa y te hace volar.
Jeans ajustados, escote
ligás de rebote deseo y azar.
Tras los besos, que nunca son menos de seis, la conversación nos lleva a otro tema compuesto por él, Compañera, un vals que transita los 70, Perón, luche y vuelve, los imberbes y el sueño del Sheraton Hotel convertido en hospital de niños. Ella le reprocha la frase final:
-Me parece egoísta que le pida que no tome la pastilla de cianuro.
-El amor es así: egoísta-, dirá él.
-No sé: yo hubiese preferido que mis padres la tomen.
-No hubieses nacido-, le recuerdo.
-Pero al menos se hubiesen ahorrado meses de tortura. Mi papá tenía una pastilla encima y cuando lo agarraron, la tiró al piso. Después lo llevaron a carearse con mi mamá, a la que ya habían secuestrado.
-¿No la tomó porque la quería ver?
-Quién sabe. Tal vez… La pisó varias veces, así…
Ella golpea el piso con sus sandalias rojas de tacos altos.
Él señala el suelo con un gesto de confirmación.
¿El amor es así? ¿Cómo esa sandalia roja que encuentra en el piso una explicación?
El dirá que detesta que lo llamen artista tanto como que lo etiqueten “panelista K”. Que se abrió esa puerta, es cierto, a partir de aquella nota que escribió a pedido de lavaca sobre la ceremonia popular que despidió a Néstor Kichner, pero que en realidad su mayor proximidad con el gobierno fue cuando lo vio más débil, en tiempos de enfrentamiento con la casta criolla de los agronegocios. Por entonces escribió también otra cosa: una canción titulada Mal menor, con la que define no sólo su elección política, sino la de toda una generación que jugó al Prode electoral con varios sapos que nunca se convirtieron en príncipes, sino en lo contrario.
Él dirá que aquel adolescente que en el Colegio Nacional Buenos Aires se asumió peronista (ubiquémonos: fin del radicalismo, al palo la teoría de los dos demonios, en plena cuna de la izquierda trotska) recién volvió a salir de clóset hace dos años cuando se atrevió a escribir en MU una nota en la que revisitaba la doctrina justicialista según su propia música y letra: anarco-peronismo, la llamó. Y desde entonces, desde ahí, se sintió cómodo, quizá porque así logró ponerle jogging al General. Su jogging.
También dirá que se siente en falta porque no está escribiendo demasiado. Apenas hace una revista semanal, un programa radial diario, un recital por semana, dos apariciones por tevé en el oficialista Duro de domar y en un papel que no lo incomoda, además de preparar otro programa que saldrá por la pantalla de Canal 7, con producción de la misma empresa que sostiene a Diego Capusotto y Pedro Saborido. Salvo por su rol de sentarse en la banqueta con traje, el resto no representa para él un trabajo. Es su forma de ganarse la vida, la misma que desde hace 10 años inventa junto a sus socios y amigos de Barcelona. Allí es donde libra su batalla cotidiana.
Su falta, sin embargo, la siente en otra trinchera que representa esa carpeta de tapas negras y hojas blancas que lleva a todos lados. La abro y hay letras que fueron canciones y otras que algún día serán poemas, escritas a mano y en los márgenes de papeles que fueron impresos para registrar otras cosas y que quedaron así convertidos en testimonio de inspiración: no hay tachaduras porque no hay dudas. La palabra le surge a borbotones y por las glándulas: las suda, las llora, las amamanta a libre demanda. Después vendrá la corrección, que reprime y comprime. Ahí es donde queda claro lo que busca y anhela. Su propia utopía. Qué Pablo es el líder teórico y (sin)táctico de este Pablo.
Sucursal Dock Sur
Villa Inflamable es una tierra inventada por los vecinos del Dock Sur. Existe porque la basura le robó al Riachuelo una porción de su a-nadie-le-importa y creció porque la necesidad es más fuerte que la corriente. Ese barrio que se construyó sobre un río tiene su destino anclado al agua. Cuando llueve, se inunda. El resto del tiempo, de todos los días de ese tiempo, no tiene agua. Un dictamen de la Corte Suprema obligó al Estado a entregar bidones que nadie usa porque el contenido es intragable. No hay cloacas y pocas casas tienen algo que pueda llamarse baño. Tampoco pueden construirlo: los vecinos tienen prohibido ingresar materiales. Vigilados por la Gendarmería, se supone que esperan ser trasladados a un lugar donde la contaminación que generan las empresas petroleras y químicas que los rodean no les enferme la vida, tal como pasa hasta ahora. Pero toda regla tiene una excepción: a unas cuadras de la villa, el intendente de Avellaneda inauguró una plaza dos días antes de la elecciones. Tres hamacas, un tobogán, seis arbolitos esqueléticos y un gran cartel que declara: “Gracias señor intendente por cumplir sus promesas”, colgado por los empleados que construyeron la plaza.
Por ahí pasamos con Victoria y Pablo, camino al comedor Arco Iris, donde nos espera Norma junto a las mujeres que todos los mediodías reparten 246 raciones entre los vecinos de ese sector del Dock. Hasta allí hay que llegar para conocer de dónde salió ella (su apropiador tenía allí una verdulería y una calesita y ella pasaba ahí todos sus fines de semana), pero también de dónde salen las consignas de la diputada Donda, las mismas que Norma enuncia como un programa de acción ineludible: aborto (“Acá hay muchas mujeres que mueren por no tener una atención médica adecuada y por eso para nosotras esto es una prioridad”), despenalización del consumo de marihuana (“Todos los días tenemos que salir corriendo porque se llevan a los chicos por fumarse un porrito. Es la forma de tenerlos agarrados”), reparto equitativo de los recursos públicos (“Los pedimos por las buenas, pero sino, los tomamos: varias veces hemos tenido que tomar la municipalidad para reclamar lo que es nuestro”), entre otras urgencias que están así de claras porque están a la vista.
Está claro, también, que estamos en una sede del Movimiento Barrios de Pie, brazo social y territorial del partido Libres del Sur, en el que Victoria se cobijó desde que salió de la escuela secundaria y hasta hoy, con fe ciega. “Soy una chica orgánica”, dirá después, cuando ya en su casa cuente cómo llegó a ser diputada, luego de trabajar como secretaria de la ministra de Acción Social de la Nación, Alicia K., en tiempos en los que su partido formó parte del oficialismo y de ese Ministerio. Cuenta que la convocó para ese cargo Oscar Parrili, quizá sin sospechar el significado que tenía para ella su partido: es su familia elegida. “Entré siendo una inexperta, ignorante y torpe legisladora”, resume. Fue, sin embargo, capaz de quedarse con la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos, lo cual habla no sólo de su habilidad sino también de la poca cintura de sus colegas. Desde allí impulsó leyes que la enorgullecen y otras que no la conforman porque quedaron desfiguradas en los tironeos partidarios.
No vengo a discutir con ella de política porque el universo “diputado” es algo que me aburre. Me interesa más cuando me habla de su gen militante del Dock, que la define mejor que cualquier línea partidaria. Me interesa más cuando debate con Pablo sobre el oficialismo, sobre el rol de los partidos, sobre la realidad social, sobre… y los dos coinciden y los dos disienten y la política se convierte así en intercambio de ideas, de miradas, de voluntades.
Ella cuenta que su responsable político le dijo que no hay nada más sectario que no reconocer las propias ideas en otro lugar que no sea el propio partido. Que ella entendió así y por primera vez, que podía estar en pareja con alguien que no comparta su espacio de militancia, pero sí su batalla. Que se fijó en Pablo cuando lo vio en un panel en la Facultad de Derecho organizado para hablar del gatillo fácil. Que la sorprendió su forma de hablar de lo mismo de otra manera, más directa, más sensible, menos de aparato. Que lo convocó para que aportara ideas a su campaña. Que no le daba ni cinco de bola y eso le gustó más. Y que se enamoró cuando lo escuchó contar que con la plata que gana en la tele financia el tercer disco de Falopa, el próximo libro de la editorial Antilibros, sus sueños. “Yo hago lo mismo”, dice y explica que la mitad de sus ingresos (12 mil pesos) lo destina a los comedores del Dock.
Así encontró lo que buscaba: al tipo interesado en jugar, en abrir el juego.
Billetera mata galán es el eslogan de los prostíbulos a cielo abierto.
En el infierno de los vivos, lo que gana por goleada es su utopía: la alegría.
Él dirá, con los brazos abiertos al cielo: “Yo no sé a qué Dios agradecerle este encuentro porque todos me parecen menores a lo que siento”.
Ella dirá: “Me gusta más elegir a que me elijan”.
Y en esas palabras, que representan un pequeño-gran espacio de libertad, encuentro la clave que resume el viaje desde Comodoro Py hasta acá, hasta este punto donde nos quedamos sin espacio para juicios ni prejuicios porque el infierno deja de ser infierno y se convierte, al fin, en otra cosa. Si no está claro en qué, incluso si nos gusta o nos decepciona el resultado, es algo que excede el propósito de esta nota. Ya lo confesó el Gran Dante frente al umbral de su poético purgatorio:
Conoces ahora nuestros actos
y de qué fuimos reos:
si quizá por nombre
quieres saber quiénes somos
no hay tiempo de decirlo.
Y no sabría hacerlo.
CABA
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre


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