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Te cuento lo de México
La fotógrafa Lina Etchesuri, desde la capital mexicana, nos envió estas fotos y estas líneas para compartir su mirada sobre el movimiento que irrumpió en las elecciones para denunciar el fraude de los medios comerciales.
“Muchos encontraron su lugar en el movimiento #yosoy132. Los estudiantes se organizan, hacen asambleas, convocan a marchas, conciertos, festivales. Hacen un llamado a la sociedad para se informe. Organizan brigadas o brigadeos, como les dicen aquí: los jóvenes viajan por los otros estados dando información sobre las elecciones, los candidatos, hacen fotocopias, instan a leer y escuchar muchas radios y muchos periódicos, volantean en las colonias (los barrios), hacen su trabajo en la calle.
Los estudiantes, los jóvenes, empiezan a tomar las calles. Las calles de todos los estados que conforman México. Buscan educar políticamente a una sociedad que pareciera que, a pesar de todo lo que sucede, puede soportar un poco más. Es emocionante ver cómo siguen adelante, a pesar de los ataques que han sufrido varios de sus miembros en distintos lugares del país. Emocionan su compromiso y sus ganas. Su esperanza y el sentir que están haciendo aquí y ahora. Su organización, su aprendizaje. Estudiantes de universidades públicas y privadas en un país donde las diferencias se ven y se sienten mucho más, dialogan y debaten. Interpelan a los poderes de siempre, a los medios, sobre todo a los medios, proponen pensar, debatir, cambiar desde lo estructural.
En la 3° Asamblea Nacional Interuniversitaria pude ser testigo de cómo el Movimiento tiene que dar batallas todos los días. Los medios allí presentes, convocados por la misma asamblea, no pudieron acceder al audio ni a las imágenes de lo que transcurría dentro de la sala, donde cientos de jóvenes de distintas universidades públicas y privadas, de todo el país, debatían los puntos a tratar.
El enojo de los medios hacia los jóvenes por no poder hacer su “trabajo”, la buena disposición de los estudiantes tratando de explicar que todo se somete a votación, que en la asamblea anterior algunos medios habían sacado como dictamen final algo que seguía en debate, que algunos compañeros tenían miedo. Vi periodistas amenazarlos: “Si no nos dejan entrar, nos vamos todos y esa va a ser la noticia de mañana”. Los estudiantes pidiendo disculpas, que tengamos paciencia. Yo como fotógrafa, con otros dos colegas mexicanos, hicimos una carta para poder entrar y que se someta a votación. Después de varias horas nos permitieron ingresar de a uno a la sala y sacar unas fotos… Justo cuando entré, varios ya estaban enojados y no querían las fotos, ya se había armado con esa “prensa” con la cual no me siento para nada identificada. Una de las chicas que me acompañaba pidió el micrófono y entre los abucheos y gritos decía: “Compañeros… tenemos a una compañera que viene de Argentina, por favor compañeros…”. Escribo estas palabras y me emociono. Ese salón de la Universidad del Claustro de Sor Juana, una de las más prestigiosas, la cual cedió su espacio para la asamblea. Es un ex claustro, sus paredes antíquisimas y claustrofóbicas, en medio de los árboles y la brillantez de un día de verano. Y esos estudiantes, levantando las manos, debatiendo, jugándosela, en ese salón oscuro y lleno de vida. Son jóvenes, chavos como les dicen por aquí. Y aprenden todos los días. Y son de lo más amables y dispuestos a la charla. Y son firmes y se organizan y ahí están. Hablaron con “la prensa”, le explicaron, dieron sus argumentos, estaban un poco mal organizados con eso, pero, ¿y?
Al día siguiente el diario Milenio titula su nota: “Da por terminada relación #YoSoy132 con medios de comunicación”. En el diario La Jornada, siempre más afín y que los apoya y sigue desde un principio, la noticia fluctúa entre lo que se determinó en la asamblea y lo que no pudieron trabajar los medios en el lugar.
No se merecían esas amenazas y esas miradas de “la prensa”. No se merecen esos falsos titulares.
Yo terminé en un bar, con algunos chicos del movimiento, tomando una cerveza, hablando de lo que viene, viendo en sus ojos la fuerza para la lucha que dan todos los días.
Mi título para mi noticia de mañana, entonces, es: “Estos jóvenes, estudiantes, hacen hoy lo que nadie se atrevió en mucho tiempo hacer en México”.
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Ni la puta ni su hijo
Marcelino Cereijido. Es argentino y vive en México desde la última dictadura. Dirige una investigación que acaba de descubrir el funcionamiento y aplicación de una hormona que puede ser decisiva para la cura del cáncer. Y de escribió un ensayo donde analiza, con mirada de biólogo, el insulto más famoso. Su teoría permite deducir quién es el autor. Y culpable.
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Batallas por la ley de la vida
Asambleas vecinales en Mendoza. Con movilizaciones, piquetes y la toma de la Legislatura lograron que los políticos los escuchen y sancionen una ley que los propios vecinos redactaron para impedir la instalación de proyectos mineros. Ahora el gobernador Paco Pérez intenta revertir esa prohibición. Y las comunidades volvieron a la calle. El futuro está en juego.
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