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Muy bien diez
La Educación Prohibida es un documental financiado por los espectadores, de libre reproducciòn, que postula una pregunta: ¿de quiénes son las ideas?
La chispa nació cuando conoció algunas experiencias audiovisuales que se distribuyeron gratuitamente por Internet. No eran argentinas, pero habían causado conmoción e, incluso, generaron movimientos. Una de ellas fue Zeitgeist, un documental cuya primera edición se centra en la religión como mito, los medios de comunicación, el 11-S y el capitalismo financiero. En Argentina, un grupo de personas se reunió con la idea de hacer una versión nacional, pero no prosperó. Sin embargo, sirvió para encender una idea: Germán Doin se dio cuenta de que la educación mecería un proyecto en sí mismo. Pensaba que, desde The Wall, de Pink Floyd, no hubo en los medios de comunicación una crítica tan fuerte al sistema educativo; algo que cuestionara los moldes y aportara propuestas. Así, en 2009, se lanzó con una cámara semi-profesional a visitar congresos y escuelas, para llenar ese vacío. Su pareja, Verónica Guzzo, también se sumó al proyecto. El proceso para documentar La Educación Prohibida había comenzado.
Germán Doin tiene tan solo 24 años. La idea nació en su cabeza en agosto de 2009. Saquen cuentas: sus críticas al sistema nacían de su propia experiencia en la escuela secundaria. Luego estudió producción y edición en el ISER, hizo un curso de asistencia de cine en el Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina (SICA) y rindió el ingreso para la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC), pero no entró. Sin embargo, ya estaba poniendo en marcha su propio proyecto.
Financiar la libertad
En febrero de 2010, Doin hizo un primer avance de lo que sería el documental y lo subió a Internet. Resumía alrededor de 15 entrevistas que había realizado. Fue un disparador enorme, porque las repercusiones no tardaron en llegar. De a poco, fue conformándose una comunidad que, a su vez, enriquecía la investigación con nuevos aportes. Al poco tiempo, el proyecto contó dos nuevos integrantes: Franco Iacomella y Cintia Paz, también pareja, que sumaron sus conocimientos en comunicación y redes. Doin sintetiza la importancia de este punto: “Ellos agregaron otra dimensión: además de ser un documental con contenido bastante revolucionario, también podía ser revolucionario desde las formas de producción”.
Juntos encontraron dos factores claves: la licencia copyleft y el método de financiación colectiva, conocido como “crowdfunding”. Doin explica: “El copyleft es un sello que nace en oposición al copyright, lo que podría llamarse derechos de autor. Nació del software libre, cuyos mentores entienden que la mejor idea de crear un mejor software es que los programadores puedan disponerlo para alterarlo, modificarlo y perfeccionarlo”.
La financiación colectiva, explica, implica el aporte de personas que apoyan el proyecto y, a cambio, reciben algún tipo participación especial. La respuesta fue increíble: La Educación Prohibida juntó la colaboración de 704 co-productores, que resultaron vitales para poder realizar las 90 entrevistas que tiene el film. A los dos meses de lanzar la plataforma “crowdfunding”, el documental ya contaba con el 50% de todo lo que necesitaban para la producción. Y no sólo se logró financiar la totalidad, sino que se recaudó el 108% del total, lo que equivale aproximadamente a 56.470 euros.
Otros números, al cierre de esta edición:
4 millones de espectadores en YouTube.
63 mil fans en Facebook.
6 mil seguidores en Twitter.
Más de 450 mil descargas.
Más de 700 proyecciones.
¿Los secretos del éxito? “Antes del lanzamiento de nuestra plataforma, habíamos hecho los avances del documental que contaban claramente de qué se trataba. Ahí está el primer elemento: sin esa comunidad que se construyó alrededor, la película no hubiese tenido tanto éxito. Otros proyectos de crowdfunding buscan el financiamiento cuando la gente no sabe sobre qué es y ahí fallan. Además, esas son plataformas donde se suben proyectos, se votan, pero está destinada a comunidades específicas que financian. Para nosotros, iba a ser más difícil subir nuestro proyecto ahí, porque hubiera sido financiado por docentes, alumnos, gente que le interesara la educación, pero iba a ser más acotado. El público se fue construyendo desde el contenido de la película, que tal vez no sabía que existían formas colectivas de financiar un proyecto o que hay licencias libres”.
Otra pregunta productiva: ¿qué significa que el documental tenga el sello copyleft? “Implica una serie de decisiones culturales y políticas muy importantes sobre la película y también sobre lo que nosotros entendemos que es la cultura. Nosotros ponemos la leyenda: ´La cultura se protege compartiendo. La lógica de la cultura libre es simple: como esta película, como cualquier obra de arte, no es el resultado del trabajo de su autor, sino de todo lo que absorbió en su proceso de formación y todo lo que lo llevó a inspirarse, ¿hasta qué punto es mía, o de los 704 coproductores, o de los 90 entrevistados, o de los autores que inspiraron a esos 90 entrevistados? Las ideas no son de nadie, sino de todos; y buscar formas legales como el copyleft, permite e incentiva que esas ideas se sigan reproduciendo y transformando. Con esa licencia, la película invita a la gente no solamente a copiarla, sino también a reeditarla y seguirla compartiendo. Esa es la clave para que la película se haya proyectado, el mismo día del estreno, de forma independiente y autogestionada, en 150 salas. Creemos que la película no tiene que ser considerada como un producto o una obra de arte, sino como una herramienta de empoderamiento que genere que la gente se apropie de ella. Y es más transparente nuestro objetivo: generar reflexión sobre el tema, no vender el producto”.
El contenido
El documental está estructurado en diversos capítulos, que hilvanan una gran cantidad de experiencias educativas no convencionales de ocho países de Iberoamérica: Argentina, Uruguay, Colombia, Ecuador, Chile, España, Perú y México. Y un dato no menor: no aburre. A través de animaciones realizadas en software libre y una ficción que cuenta con la participación de Gastón Pauls, el documental es didáctico y dinámico, lo que posibilita abordar la tragedia educativa que se ha perpetrado desde el Estado Absolutista del siglo 18 hasta la actualidad, con una gran efectividad.
¿Quiénes son los que realmente prohíben la educación?
En la película, hay una cosa romántica de decir que “somos todos”. Pero no hay una persona en particular. El sistema entero fue diseñado para que las mismas personas que fueron formadas dentro de él no conciban la posibilidad de algo afuera de ese cuadrado. Hace varias generaciones se empezó a limitar la posibilidad de cosas diferentes. Y eso es la posibilidad de una educación real. Cuando digo real, no me refiero a que nadie deje de educarse dentro de la escuela, pero siempre y cuando también pueda educarse afuera. Si los mecanismos abiertos, libres que priorizan el interés de los niños no van a poder suceder, el aprendizaje se limita. Ejemplo: si un chico quiere aprender algo y en ese momento le enseñan otra cosa porque la currícula lo dicta y el maestro es obligado por esa currícula a hacerla de determinada manera, ya hay un proceso restrictivo que tiene consecuencias. Y si eso se repite a lo largo de 15 años de escolarización, indudablemente hay cosas que el chico perdió en ese proceso de la vida.
Una frase clave en la película es: “Nadie educa para la paz, sino para la competencia. Y la competencia es el principio de cualquier guerra”.
En esa frase se esconde el objetivo: entender que muchos valores que la escuela supuestamente ayudaba en construir, vinculados a la comunidad, la democracia, la solidaridad y la colaboración, no están dentro de sus estructuras. Hay algo que me parece que es necesario discutir y que muchos no lo observan: los gobiernos, tanto de ultraderecha como de ultraizquierda, han utilizado el mismo sistema educativo. Y eso tiene que decirnos algo. La estructura del sistema educativo no está pensada para formar librepensadores o construir comunidades de sentido, sino para bajar línea. Y dentro de ella, está la competencia.
En tu opinión, ¿cuáles son las bases que están forjando el nuevo paradigma educativo?
Sin lugar a dudas, los elementos que van a ser parte en el futuro parten del entendimiento de la noción de propiedad, de establecer una relación con la comunidad muchísimo más abierta y respetuosa. Nos está haciendo reflexionar, sin darnos cuenta, sobre las lógicas de la propiedad privada y de pensar hasta qué punto lo que yo hago es mío o es de todos. La solución es empoderar a los mismos jóvenes y maestros para que ellos mismos encuentren la solución para ese contexto, ese espacio y esas necesidades particulares de ese grupo de chicos. Creo que viene por ahí.
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