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A toda costa

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La Asamblea No a la Entrega de la Costa Avellaneda-Quilmes. Frenaron un mega proyecto inmobiliario de la multinacional Techint. Organizan caminatas para que se conozca lo que defienden: el humedal y el bosque que resisten en la orilla más contaminada. Propuesta: “Cuando todos saben, el poder está en todos”.

A toda costa
El paraíso más cercano a Buenos Aires queda yendo hacia el sur y a la izquierda, detrás de unas colinas rellenas de basura. Primero se llega hasta Bernal. Luego, desde la zona urbana hay que ir en una dirección insólita: la costa. “Mucha gente de aquí ni sabe que existe esta costa que quedó cada vez más aislada de la parte urbana, con el Ceamse y la autopista en el medio”, dice Nieves Baldaccini, una de las vecinas de la Asamblea No a la entrega de la costa Avellaneda-Quilmes. Es domingo y hay 30 personas listas para realizar una de las caminatas mensuales al lugar. Antes, Nieves muestra un verdadero mapa del sitio: las 232 hectáreas que se defienden, el infierno que las rodea, dónde estamos y hacia dónde vamos a ir.
Basura + pastera
El grupo inicia la recorrida cruzando el puente sobre la autopista Buenos Aires-La Plata, hacia el Río de la Plata. Se bordean las colinas ahora verdes del Ceamse, que ocultan, contienen y drenan 48 millones de toneladas de basura acumuladas entre 1978 y 2004, volumen equivalente a que hubiera enterradas allí 800 millones de personas.
Salimos del asfalto de la calle Espora y nos internamos en zonas cada vez más arboladas, boscosas. Entramos al humedal. Entre la vegetación, se siente bajo los pies el suelo blando, no barroso. “Esta tierra es como una esponja que alimenta de agua a los acuíferos que, en el conurbano, Capital y parte de la provincia, son el Pampeano a unos 25 metros de profundidad y el Puelche más profundo. El humedal es como un riñón que ayuda a limpiar la contaminación. Pero mirá cómo lo quieren destruir”, dice Leopoldo, señalando terrenos más altos, transitados por camiones con volquetes desde los que arrojan residuos. Allí se supone que construirán un barrio cerrado.
Sigue la caminata luego de un refuerzo de repelente para mosquitos. Nieves va enumerando: hay cortaderas (su flor era usada por los querandíes como infusión), rosas de la ribera, totorales. No sé de plantas y flores, sí de botellas de lavandina, cocacola, insecticidas, que veo por el camino.
Hay arroyos naturales que parecen limpios, sobre todo comparados con uno artificial: el agua es en realidad una pasta oscura que viene de una papelera llamada Smurfit Kappa.
“Todos hablaban de Gualeguaychú y Fray Bentos, pero mirá esto”, murmura Nieves revolviendo con una rama ese barro químico moteado con restos de papel triturado. El arroyo no tiene nombre ni figura en el mapa. Es solo la cloaca a cielo abierto de la pastera.
De dónde viene el agua
Al llegar a la costa del Río de la Plata, uno puede calcular cuánto hace que no veía el horizonte. Si se mira a la izquierda, el horizonte celeste muta al gris de un aura sobre esa mole curiosamente llamada Buenos Aires. Entre los récords locales habrá que incluir que el Plata es el tercer río más contaminado del mundo según el Foro Mundial para la Naturaleza, contaminación que se concentra esencialmente en esta orilla porteña y bonaerense.
Nos adentramos por la selva marginal, andando paralelamente a la costa. Atravesamos otro arroyo haciendo equilibrio sobre una viga que los vecinos instalan como puente entre ambas orillas. Más que turismo, el trayecto parece ciudadanía de aventura. No veo pájaros, los escucho. El bosque está alfombrado de chapas, latas, bolsas y botellas de plástico. Nadie vino a tirarlas: las deposita el río en sus crecientes. “Ahora está un poco mejor –explica Nieves– porque por los fallos de la Corte sobre el Riachuelo, están poniendo un sistema de redes para contener la basura y eso se refleja aquí”.
Llegamos finalmente a la desembocadura pastosa del canal de la papelera en el Río de la Plata. A dos mil metros está la toma del agua que luego beben unos 5 millones de personas en Avellaneda, Quilmes, Lomas de Zamora, Almirante Brown, Lanús, y los barrios del sur de la ciudad de Buenos Aires.
El horizonte, el río espeso, el bosque emergiendo de la basura: así está el paraíso.
Techint y la Luna
Una empresa del grupo Techint, Nuevo Milenio, cuenta con diversos apoyos estatales, mediáticos & afines para construir aquí un barrio llamado Nueva Costa del Plata, considerado un Puerto Madero de Avellaneda y Quilmes, que haría desaparecer este bosque nativo y los humedales en nombre del progreso.
“Pero esa construcción sería la destrucción de una zona que genera vida y salud. Entonces no es progreso. Es retroceso. No sirve”, dice Nieves, docente de artes plásticas. La gente de la asamblea exhibe ideas, calzado resistente y al menos dos materias primas de valor incalculable:

  • Conocimiento físico y cardíaco del lugar.
  • Entusiasmo por defenderlo.

Con esos recursos, y contra cualquier apuesta previa, los vecinos han logrado detener al grupo industrial más grande del país, al gobierno provincial y a los municipales. Néstor Saracho, integrante además de Vecinos Autoconvocados de Villa Corina: “Hicimos marchas, volanteadas, muchísimas charlas en las escuelas, cortamos parcialmente la autopista, iniciamos un recurso de amparo, y lo ganamos. Todos los meses desde hace cinco años se hacen dos caminatas. La diurna, y la Caminata Lunar, cuando hay luna llena, bajo las estrellas, sin linternas: es maravillosa. Para que alguien defienda algo, tiene que conocerlo. Y eso se logra con estas recorridas, al entender cómo funciona la naturaleza y qué es lo que está en peligro. Es un tema cultural y de comunicación”. Con ese criterio Néstor viene de ser inspirador de la película Corina Mutante (sobre la contaminación del Arroyo Sarandí, con la actuación de los chicos del barrio) y del Arroyofest, además de la elección de Miss Contaminación.
La Plata y la plata
Cualquier emprendimiento inmobiliario en la zona está prohibido por la Ley de Bosques Nativos N° 26331, aprendo en la caminata. “No puede haber desmonte si cada provincia no hace primero el relevamiento de sus bosques. Y Buenos Aires jamás lo hizo”, dice Nieves, quien confirma un fenómeno típico de las experiencias vecinales de todo el país: “Aprendimos leyes, geología, historia, botánica, hidráulica, biología”. Las personas llamadas comunes se van apoderando de los saberes que parecían en manos exclusivas de expertos. “La gran herramienta para cambiar la situación es el conocimiento. Cuando todos saben, el poder está en todos”.
Pasamos junto a un árbol talado en el que vivía una familia de lagartos overos. Los vecinos cuentan que con la destrucción de bosques y humedales se generan desequilibrios en los acuíferos que facilitan las inundaciones como la de La Plata –60 muertos declarados oficialmente–, que además generó incendios en el Polo Petroquímico de Ensenada que pudieron causar un desastre todavía mayor.
Lo que se proponen en la Asamblea es evitar llantos sobre la leche derramada. “Seguir rellenando terrenos va en contra de lo que hacen incluso los países desarrollados. El año pasado se inundó Luján, y hasta la Basílica, por la construcción de countries en la zona”, relata Néstor. Geografías diferentes, pero un mismo sistema geológico y una misma tendencia: un documento vecinal rebautizó al proyecto de Techint “Nueva Costa por plata”.
El botón rojo
Este movimiento vecinal y asambleario se originó por el reclamo del cierre del mayor basurero latinoamericano, el Ceamse (Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado), creación de la dictadura militar. La contratista tenía otro nombre de fantasía: Saneamiento y Urbanización S.A. (Syusa), también de Techint. Nieves: “En la época menemista la gente empezó a notar enfermedades en la piel, respiratorias, y casos de leucemia”. Según la OMS la media es un caso cada 100.000 habitantes. Aquí hubo 19 en unas pocas manzanas que no albergaban más que a 10.000 personas expuestas a sustancias como el tolueno y el benceno. Con el cierre del Ceamse (otro gran logro de los vecinos) se acabaron esas plagas. La Cooperativa Unión Solidaria de Trabajadores quedó a cargo del saneamiento del basural, trabajo que les llevará aproximadamente hasta el 2060.
“El convenio permitía que el Ceamse le pagara a Syusa con una de cada tres hectáreas saneadas por ellos mismos. Pero en la época menemista se permitió que Syusa acumulara basura hacia arriba (por eso las montañas de desperdicios), y les pagaron cediéndoles la zona de selva marginal junto al río”, cuenta Nieves, que jamás imaginó tener este tipo de participación.
“Yo me crié en un raviol, pero un día me llegó una factura de Aguas Argentinas, en pleno menemismo. Por la privatización, teniendo un consumo real de 3 pesos, me cobraban 180. Eso me activó el botón rojo. Me puse a averiguar, me explicaron que era una ley, entendí que a los políticos les das el voto y después te hacen lo que quieren, y me explotó la cabeza. En una feria decían que había vecinos reuniéndose por el tema del agua, y allá fui. En 2001, antes de las asambleas porteñas, nació el Cabildo Abierto de Bernal. Asambleas de 400 personas. Fue mágico ver esa participación, y nunca más paré”, cuenta acomodándose el bolso con sus mapas y repelentes de mosquitos. Hoy existen el Foro en Defensa del Río de la Plata, el Espacio Intercuencas, asambleas en muchos barrios que rechazan subestaciones eléctricas, antenas para telefonía celular sobre sus cabezas, basurales, contaminación de arroyos, y todos los etcéteras y negocios de eso que los vecinos se niegan a llamar progreso.
Cómo hacer justicia
El abogado Leandro Giannini explica que la idea de Nuevo Milenio-Techint era crear una urbanización con edificios de entre 7 y 15 pisos, dos torres de 40 pisos, 25.000 habitantes estimados, y circulación de al menos 100.000 personas por día. “Lo mismo podría hacerse en cualquier zona ya urbanizada”, sugiere. Claro que eso quemaría el negocio calculado en 100 millones de dólares. Según su presentación (puede verse en Youtube) Nueva Costa del Plata se engancharía como área de servicios, oficinas y hotelería con el corredor territorial de la Hidrovía ribereña y el proceso de salida de materias primas, entre otras fugas, del actual modelo extractivo.
El abogado Giannini: “El Estado deberá litigar por esas tierras que fueron cedidas de forma tal vez irregular. El Concejo Deliberante de Avellaneda dictó una ordenanza que permitió iniciar el desmonte y la provincia emitió un decreto similar, todo violatorio de la Ley de Bosques. Quilmes no lo aprobó porque no tuvieron quórum. Iniciamos a fines de 2012 una medida cautelar ratificada por la Cámara Federal de La Plata. El juez Alberto Recondo recorrió la zona. El Centro de Investigaciones del Medio Ambiente de la Universidad de La Plata demostró la importancia del bosque ribereño para evitar inundaciones. Los impactos serían sobre la biodiversidad, sobre los acuíferos subterráneos, y socioambientales, ya que ni siquiera tenían una declaración de impacto ambiental”.
En estos casos el anzuelo para pescar voluntades es el de la generación de fuentes de trabajo. “Las condiciones de desarrollo pueden ser atendidas sin comprometer la salud y las generaciones futuras, en aras de la rentabilidad de la empresa, y con proyectos que afectan bienes públicos”, dice Giannini, que ganará más prestigio que dinero con esta causa. Parece una ecología de lo universitario: “Los afectados en estas causas suelen ser personas de bajos recursos. El abogado tiene que adaptarse. Uno se formó en la universidad nacional, recibió recursos del Estado y en las causas de interés público es necesaria una transferencia de esas herramientas a la comunidad. Reconozco que es una bomba de presión sobre pequeños estudios, que no podemos tomar todos los casos ambientales que nos llegan. Debería haber mayores incentivos para que muchos estudios se hagan cargo de la defensa ambiental”. Con sus pescaditos mutantes de tres ojos, volantes y mapas, los vecinos quieren ratificar la zona como Reserva Natural, para poder ver el horizonte.
Eva, Adán y los dioses
Grupos vecinales frente al poder económico, político y mediático. El lugar común lleva a David y Goliat, relato que enseña que el poder no está en la fuerza.
Otra leyenda indica que en el paraíso había dos vecinos, a los que conocemos como Eva y Adán, que desobedecieron la orden de no morder el fruto del árbol prohibido. El acto nutritivo-amoroso terminó con la expulsión de ambos del jardín del Edén por parte de un Dios que los maldice y les augura sufrimiento. Pero el conflicto les hizo abrir los ojos, según el Génesis. Mujer y hombre siguieron desobedeciendo con entusiasmo pese a las maldiciones divinas, y el fruto fue la raza humana.
Hoy es al revés: la desobediencia de unos vecinos parece la única capaz de recobrar los paraísos frente a los dioses del mercado que se creen propietarios de la creación. Pero no es una leyenda. Es el editorial político que nadie escribe: en distintos lugares del planeta, algunos de los expulsados del paraíso están abriendo los ojos, y descubren que quieren recuperar sus territorios y sus vidas. No es el Génesis ni el Apocalipsis, afortunadamente. Es otra historia, que las personas aprenden a escribir con sus propias palabras.

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Y azul quedó

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Paolo Rocca. Es el hombre más rico de Argentina, pero es italiano y mudó parte de la administración del grupo a Uruguay. Maneja un emporio con empresas en 100 países. Formado en las ciencias sociales, le tocó conducir el timón en el océano de la globalización. Logró que Chávez le pagara cuando estatizó su empresa, pero no pudo comprarle al Estado argentino su parte en Siderar. En la coyuntura electoral, juega a la devaluación para bajar el costo salarial en relación al dólar. Genealogía de uno de los principales jugadores económicos de la actualidad.
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