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Puro grupo
Piel de lava. Actúan, escriben y gestionan sus propias obras. Inventan mundos imaginarios y colocan a las mujeres en territorios inesperados. Para celebrar sus 10 años juntas estrenaron Museo, una reflexión sobre los desafíos colectivos.
El grupo se llama Piel de Lava. Ni de cordero, ni de gallina: de lava. El nombre ya dice mucho sobre la personalidad hirviente de las cuatro mujeres que lo forman: Valeria Correa, Laura Paredes, Elisa Carricajo y Pilar Gamboa. ¿De qué se trata este grupo? Ellas lo definen como un laboratorio teatral. ¿Qué quieren decir con esto? En Piel de Lava ellas actúan (y muy bien), realizan el proceso de dramaturgia de sus obras en forma colectiva, luego la gestionan y producen. Generaron así su propio volcán de autogestión: un espacio de libertad de acción, actuación, investigación, producción y dirección actoral. Sí, también dirección. Suelen tener a alguien en el rol de directora para sumar una mirada externa (hoy en día, Laura Fernández), pero esa también es una tarea para la que se preparan todas entre todas. Ésta actitud polifacética ya cumplió una década y cuatro obras de vida.
Nace un destino
El camino juntas comenzó con Colores verdaderos, una obra gestada en un taller de entrenamiento actoral, que sobrepasó ese espacio y se asentó en el escenario. “Ensayábamos en el living lleno de muebles de la casa de Elisa con un nivel de entrega increíble, como si hubiese gente mirando”, comenta Pilar y agrega: “Yo laburaba en un lugar que no me gustaba, llegaba al ensayo y y pensaba: quiero estar acá todo el día”. Valeria suma: “Vimos una identificación muy fuerte entre nosotras que nos dio confianza: eso se podía trasladar a lo escénico. La forma de mirar el mundo que tenemos en común sigue siendo hoy nuestro punto de partida”.
A cuatro manos
¿Cómo se logra escribir entre varias personas? Elisa: “Todas metemos mano porque pensamos muy parecido. Por un lado es caótico, pero al mismo tiempo fluye”. Pilar: “Los procesos de creación son intensos porque somos intensas.”
La dramaturgia colectiva de las cuatro obras del grupo implicó procesos muy largos: hasta de años. Si el trabajo conjunto es tan difícil, ¿por qué meterse en semejante baile? Todas abordaron la respuesta por caminos diferentes, pero afines a la vez:
Pilar: “Porque este es un espacio de experimentación. No es que te llaman para un trabajo que tenés que hacer: tiene el plus de ser un espacio de libertad total, que no responde a ningún tipo de reglas más que las que ponemos nosotras”.
Elisa: “Este espacio permite pensar al actor como creador de su material, no como representante de una ficción ajena. Nos permite pensar que desde la actuación misma se puede encontrar un sentido y hacer una obra completa.”
Valeria: “Hay algo muy particular en generarse los propios materiales de actuación: un vínculo con el trabajo distinto y más profundo. También hay algo rico en dirigirnos entre nosotras, que nos conocemos mucho y tenemos cosas para decirnos que nadie más nos va a decir”.
Laura: “Porque es tanto un espacio de mucho cobijo como el lugar para que te saquen la frazada y te digan: ¡Dale, probá otra cosa! Además, cuando te volvés autónomo de tu arte ya encarás así todas las cosas que armás porque te configura una determinada manera de pensar y trabajar”.
Todas describen a la escritura y producción en equipo como una gran entrega y un desafío contínuo. Las cuatro concuerdan en algo: el grupo no es la mera sumatoria de las partes, sino que es un todo que ya adquirió pensamiento propio.
Valeria: “Pasa algo gracioso: hay textos que después de un tiempo ya no sabemos bien quién lo escribió, quién los puso ahí. El grupo piensa con una cabeza que está por encima de la propia y es lindo entregarse a eso”. Pilar: “Para nosotras el éxito absoluto está en poder seguir manteniendo Piel de Lava, creando juntas y apostando por la riqueza de lo grupal”. Las demás asienten.
Más allá de los éxitos profesionales que tiene cada una por separado en cine, teatro y hasta en televisión, a ellas pensar juntas, guionar juntas y actuar juntas les genera una satisfacción especial. Conforman un magma particular que no deja de bullir.
Universos femeninos
¿Cómo crean las temáticas de sus obras? Valeria: “Tomamos como punto de partida mundos imaginarios. Luego, imaginamos mujeres dentro de esos mundos”. En ese cosmos crearon a las oficinistas de Colores verdaderos, las terroristas infiltradas en una banda pop de Neblina y las mujeres que asisten a un congreso religioso-capitalista de Tren.
Pregunto: por qué siempre son universos femeninos. Elisa: “Lo femenino no es algo que investigamos en particular, sino que está ahí siempre porque somos mujeres. Aparece como forma del contenido porque nosotras somos los cuerpos que actúan e investigan”.
Este año suben el telón con su más reciente creación: Museo. Celebran así sus 10 años juntas con esta obra que, justamente, expresa lo que significa pensar algo entre todas. En el correr de la obra se pueden sentir la agitación, la alegría, los enojos, los encuentros, los desencuentros, las miradas cómplices, el amor y el desamor que provocan este tipo de proyectos colectivos. Hay ironías sobre la concepción de arte, representaciones sobre la amistad, reflexiones sobre los vínculos interpersonales y alertas sobre los peligros del ego. Para cualquier persona que haya encarado alguna vez un proyecto colectivo es un combo de emociones fuertes que potencia grandes reflexiones. Para los que nunca lo hicieron, permite espiar las riquezas que este tipo de unión genera.
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