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Cualquieras
Malena Pichot y Charo López. Con financiamiento colectivo lograron producit otra temporada de Cualca. Más de lo mejor: humor y libertad.
Ni a Malena Pichot y ni a Charo López las motiva obtener el pulgar en alto del circo romano de Facebook. “Paremos con la necesidad de que a todo el mundo le guste lo que uno hace”, reclama Charo López en uno de sus shows de stand up en referencia a la ansiedad por que aparezca un “me gusta” en el muro. Ellas son compañeras de trabajo, colegas y amigas. Un dúo eficaz en el que enriquecen sus virtudes y desatan su poder creativo. Personalidad y estilo diferentes, con un común denominador: el humor. Ácido, irónico, reflexivo, con una vuelta de rosca.
Ambas guionaban y actuaban en Cualca, sketchs semanales que presentaba Malena en el programa Duro de domar, durante 2012, en el que también intervenían los actores Julián Kartun, Julián Lucero y Julián Doregger. Uno de los que más repercusión tuvo fue Piropos, sátira sobre las groserías machistas callejeras. El paso por la tevé abierta les dejó la siguiente conclusión: “El sistema de la televisión es debatir y discutir, hacer mierda a alguien, y yo no terminaba de entender ese sistema y sufría un montón”, cuenta Malena sobre su participación en el programa. En la calle, las repercusiones fueron positivas. “Nadie te dice nada feo en la cara, no viví ninguna situación violenta, ni que me hiciera pensar que ser una figura pública es terrible”. Agrega Charo: “A veces algunos que se acercan me piden perdón por molestarme. Molesto sería hacer algo y que a nadie le importe. La indiferencia es molesta”.
En las redes sociales, en cambio, sí reciben algunos comentarios agresivos y aclaran que los de Twitter son más machistas. “Enloquecés si empezás a pensar que todo eso es verdad. No sólo las críticas, sino que hay gente que te dice que sos una genia, que te ama. Y te lo dicen a vos, a una porción de pizza, a la provincia de Córdoba entera. Si creés que eso es real, te volvés medio loco”, advierte Charo.
Cualca duró un año en la tele abierta y pronto comenzó a hacerse explícito que tenía muchos seguidores y que la extrañaban. Lanzaron entonces la consigna Ojalá vuelva Cualca, lema que terminó como convocatoria de financiamiento colectivo en la plataforma Idea.me. Éxito: lograron recaudar el 125% del monto solicitado para poner en marcha el regreso. Replay: recaudaron un 25% más de lo que necesitaban. “Era la única opción de hacerlo. Esto quiere decir que nadie, pero nadie, absolutamente nadie de la industria televisiva estaba interesado en poner plata en Cualca. Repito: nadie. Tuvimos reuniones con algunas marcas, pero no les cerraba”, afirma Malena y deduce: “La explicación es que no somos bellísimos, no somos famosísimos, no somos populares, no tenemos ropa de marca y no tenemos temáticas convencionales”. Eso es lo que su público valoró: que sean originales.
Ahora están finalizando el rodaje de la nueva temporada de Cualca. Arrancaron a principios de este año a trabajar en el proyecto, se juntaron a escribir los guiones dos veces por semana, grabaron varios días durante 18 horas seguidas, pensaron y ejecutaron las recompensas destinadas a los aportantes de dinero (remeras, bolsos, tazas; hasta prometieron componerle una canción a quien donara 5.000 pesos). Lo que sobró lo repartieron entre ellos y la suma se revela sola con la palabra que usan para nombrarla: “fue simbólica”. “La ganancia es espiritual. Nos divertimos, tuvimos buena repercusión, logramos hacer lo que queremos. No hay muchas maneras de hacer algo audiovisual en forma totalmente independiente, entonces cuando se dan estas oportunidades, sabés que tiene algo muy noble. No se hace para ganar, sino para jugar”.
Voz propia
Unidas también por el stand up, Malena y Charo escriben sus textos, los revisan, los reescriben, los analizan, para luego subirse al escenario. En uno de los tantos shows en los que se lucieron, Malena presentó a Charo como su “amiga del conurbano” (Charo es de Banfield) y Charo agradeció la presentación de su “amiga cheta”.
Malena cantaba jazz hasta que sucedió la masacre de Cromañón, ya no se conseguía escenario donde cantar y desistió. Una vez que arrancó con La loca de mierda (una serie de videos en los que sufría patéticamente por el abandono de su novio), entró a ese mundo audiovisual por todas sus puertas: Youtube, MTV, tele abierta. Incluso una amiga artista plástica realizó una instalación con una caja: al asomarse podían verse los videos de “la loca”. Desde entonces, la escena del stand up la tiene como protagonista y referente.
Van a cumplirse veinte años desde que Charo tomó su primera clase de teatro. “Festejaremos ese día”, acota Malena. “No. No quiero festejar nada del tipo: ‘hace veinte años de…’”, responde Charo.
“Hice teatro de la imagen, hice una revista: siempre tuve necesidad de pavear en extremo. Me costó mucho hacer stand up y todavía creo que no lo hago muy bien. Siento que si repito los chistes, estoy haciendo algo apolillado. Le sigo buscando la vuelta”. Cuenta que le gusta mucho escribir, que funciona bien la pareja autoral con Malena porque ella es muy dispersa y Malena le da forma a las ideas: “Yo soy más estructurada y se me ocurren cosas más normales y viene Charo y me dice: ‘qué te parece si estoy en el patio mordiendo una pelota y de repente viene un ovni’. Eso a mí me enciende”.
¿Qué tipo de humor no les resulta gracioso?
Charo: No me gusta el humor sexista. Basta de eso. Que el chiste sea “me comí un trava” ya es imperdonable. Eso de que la travesti no sea digna de tener sexo a menos que sea un chiste o una confusión.
Malena: Un judío pueden hacer chistes de judíos, un negro puede hacer chistes de negros, la travesti puede hacer chistes sobre que nació hombre y yo como mujer me puedo reír del esteretipo femenino. Pero un hombre no. Ese es el límite.
¿Y esos monólogos donde el tema recurrente es la soledad de las mujeres y la necesidad de estar con alguien, como sea?
Charo: Esos monólogos te empiezan a dar tristeza. También me pasó de ver monólogos femeninos muy agresivos, sin profundidad, como si la rebeldía fuera tirar una puteada fuerte. Hay mucha confusión, como cuando dicen: ahí viene la puta robamaridos. Estoy con la esperanza de que se reflexione un poco más.
Malena: Muchas mujeres que hacen stand up suelen contar esos chistes del marido que no les da bola. Muchas dicen la palabra “conchuda” y piensan que están siendo rebeldes. No: callate la boca, es el enemigo hablando desde tu boca. Los varones que hacen stand up suelen referirse a la temática de “mi mujer es una hincha pelotas”. Separate, flaco y hablá de otra cosa. Y están las que creen que están siendo súper feministas y dicen: ¿sabés lo que tenés que hacer para que no se enoje? ¡Chuparle la pija! ¿Qué clase de chiste es ese? Todo termina siendo funcional al machismo.
Charo: Algunas mujeres tienen mucho miedo de no ser aceptadas por los hombres y son capaces de justificar un hecho extremo de violencia contra las mujeres, como en el caso de Melina, “era una putita, se lo estaba buscando”, dicen, como para separarse de eso y evitar no ser queridas. A veces creemos que ese pensamiento está lejos, que pertenece solo a los Feinman, pero no: está más cerca de lo que creemos. Me pasó hace poco en un show de stand up; yo venía después de un actor, me acerco al escenario para subir apenas terminara y escucho que dice: “a las mujeres les gusta que les mientan”. Y remata el show quejándose de que no le chupan la pija en el auto porque se hacen las puritanas. Y yo pensaba: cómo hago para salir al escenario después de eso y no decir nada.
Imaginen cómo terminó esta escena.
Si algo queda claro es que ni a Charo ni a Malena nadie ni nada les tapa la boca, ni las para.
Adelante, cualcas.
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