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El indiscreto encanto de la memecracia

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¿Qué son los memes? ¿Cómo se los usa para manipular y condicionar los modos de pensar? La española Delia Rodríguez, del diario El País, nos cuenta cómo entender y defenderse del virus meme.

El indiscreto encanto de la memecracia

Esta periodista española especializada en Internet, directora de la web de contenidos para redes sociales del diario El País, ha puesto el dedo en una llaga de actualidad: en qué se ha convertido el oficio de informar en tiempos de virus virtuales. El resultado es Memecracia: los virales que nos gobiernan, un libro que investiga, analiza y propone caminos para orientarse en el océano de la desinformación emocional. Aclaremos el punto de entrada: De momento no tengo fecha de presentación en Argentina y me da mucha rabia. 🙁 , expresa -con emoticón incluido- en la entrevista que le hicimos por mail. Su editorial es Planeta y la edición en castellano está disponible en las librerías globales desde septiembre de 2013, pero por ahora habrá que contentarse con algunos párrafos para vislumbrar
lo oportuna que resulta hoy aquí conocer su investigación.

Algunos conceptos clave:

Memecracia es el sistema en el que vivimos inmersos. Un mundo en el que Internet ha multiplicado la información y los medios de comunicación tradicionales han fallado. Un lugar desconcertante en el que las ideas que logran captar la atención ciudadana y guiar su comportamiento no son las mejores, ni las más nobles, ni las más útiles, ni las más veraces; sólo son las más contagiosas”.

“Hoy recibimos más información que nunca y todos los memes del mundo -de los más revolucionarios a los más triviales- compiten a la vez por nuestra pobre y agotada atención”.

“Los medios ya no nos sirven de filtro como antes. Hoy compramos, votamos, nos informamos y opinamos con memes que no hemos elegido de forma racional, sino emocional y que otros han sembrado por nosotros. A este sistema lo he llamado Memecracia”.

“Los científicos también han medido con escáneres qué pasa en los cerebros cuando reciben este tipo de contenido. Lo viral tiene la particularidad de iluminar la parte que dedicamos a pensar en los demás. Dicho de otro modo, las ideas contagiosas nos hacen pensar en los otros. Es decir, ese relaxing cup nos indigna, nos hace reír y enseguida pensamos “esto tiene que verlo fulano” y se lo enviamos. Somos, en la expresión de Matthew Lieberman, DJs de la información: escaneamos nuestro entorno y modificamos el humor de los nuestros a través de los memes”.

“En el fondo es algo ancestral. Disfrutamos extendiendo nuestros memes y manteniendo la relación con los otros porque de eso dependemos como especie”.

“En la Memecracia estamos tan conectados entre nosotros, recibimos tanta información, está todo tan acelerado que permitimos que la emoción de lo viral dirija nuestra atención. Corremos el peligro de fijarnos solo en los memes que son mejores transmitiéndose, no en los que son mejores para nosotros, más importantes o más verdaderos”.

“Vivimos en esa confusión. Los medios cubren las noticias virales porque dan audiencia y por tanto, dinero. El problema no es que no sean importantes: es que si hay algo importante no nos dejan verlo porque siempre van a secuestrar nuestra atención”.

“Internet ha provocado que los periódicos ya no sean un filtro de la realidad, y muchos medios se han rendido. Navegamos distraídos, cansados, abrumados por tanta información y acabamos pinchando en la última frase tonta de un político en lugar de donde deberíamos”.

“Hace falta un pacto entre medios y lectores para que volvamos a un ecosistema más sensato y menos peligroso para todos”.

“En política se están utilizando ya de forma premeditada (Obama lo hace). Incluso cuando los memes son banales nos están distrayendo de lo esencial”.

“Tenemos que adquirir el hábito de preguntarnos a qué estamos dedicando nuestra atención de verdad, si tenemos otros intereses, si estamos perjudicando a alguien o si estamos siendo manipulados. Y volver a tomar el control de nuestras mentes”.

“Soy periodista y por tanto intento informar a los demás. No hay más mística en ello (o al menos no más de la que existe tras un peluquero que trata de dejar guapos a sus clientes o un médico que busca curar a las personas), pero ocurre que en nuestro oficio estamos haciendo justo lo contrario. Nos hemos convertido en una industria contaminante que lanza vertidos a la sociedad. No somos mejores que una tabaquera o una cadena de comida basura […] intentamos hacer creer a nuestras víctimas que todo es por su bien”.

“Las costumbres de la prensa deportiva o del corazón (partidista, sesgada, atractiva, irracional, opinativa, divertida, grupal) se aplicaron con éxito a la política y la sociedad”.

“Los medios de comunicación se están transformando en medios de emoción. No somos ciudadanos informados, somos groupies de la información que nos excita; con la que nos alteramos y automedicamos”.

Meme qué

El papá de la criatura es el divulgador científico inglés Richard Dawkins, autor de El gen egoísta (1976). Fue el creador del término y también el encargado de definirlo: meme es, en las teorías sobre la difusión, la unidad teórica de información cultural. Algo así como la medida más concentrada, rápida, breve y concisa de info que puede transmitirse a más de una persona en un momento y contexto determinado y que puede ser leído porque la época, la generación y la sensibilidad social es la base común que permite decodificar  esa información. Meme es puro sentir contemporáneo. Un guiño de las personas a la época y viceversa.

El término se popularizó en las redes sociales para referirse a las formas paródicas con las que las personas desestabilizaban los discursos institucionales, tanto de la política como del marketing. Lo que nos advierte ahora Delia es que ya estamos en otra etapa: hay empresas dedicadas a crear memes con la finalidad de manipularnos. Veamos por qué:

Tu libro analiza cómo afecta a la democracia la manipulación de las redes sociales, en general y el uso de memes, en particular. En Argentina todavía hay una percepción de que los memes son creados en forma espontánea por públicos independientes. ¿Eso ha cambiado? ¿Cómo y por qué?

Ese es precisamente el gran peligro: minusvalorar los memes y creer que son simples bromas creadas de forma espontánea e inocente por la gente. A veces es así, pero los memes pueden ser muchas más cosas como consignas, bulos, montajes, propaganda, desinformación. Cualquier idea contagiosa, positiva o negativa, seria o no, lo es. Incluso un meme tonto y cotidiano puede ser negativo para la ciudadanía porque esté despistándonos de otro más importante, puede estar ocupando su lugar. Los grandes poderes se han dado cuenta de que son una herramienta muy útil que pasa bajo el radar y están empezando a sembrarlos de forma premeditada. Para mí este momento y esta situación es tan importante que he llamado al sistema informativo en el que vivimos Memecracia. Mi teoría es que ahora soportamos más cantidad de información que nunca porque Internet la ha multiplicado y los medios ya no la pueden filtrar, han fallado. Cada vez existe más gente que intenta sembrar esos memes premeditados de los que hablábamos: políticos, publicistas, famosos, medios, activistas… y los públicos cada vez estamos más entregados al contagio impulsivo de ideas. El riesgo es comprar, votar, informarse y opinar según memes que no hemos elegido de forma racional sino emocional y que otros han sembrado por nosotros.

Una de las notas que te hicieron está ilustrada con una tarjeta de presentación que acredita “meme manager” ¿Existe ese oficio? ¿En qué consiste?

Existen agencias y personas que en cuanto detectan que un video se está haciendo viral ofrecen sus servicios a quien lo ha subido. Hace un tiempo se habló mucho de un representante llamado Ben Lashes, que se denominó a sí mismo el primer “meme manager” del mundo y que tenía como clientes estrella a gatos que se habían hecho virales: “keyboardcat”, Grumpy Cat y Nyan Cat, por ejemplo.

¿Qué rol cumplen las corporaciones en estas operaciones?

Si te refieres a los medios comerciales, están en mitad de una tormenta perfecta: a Internet se ha unido un momento de crisis de la empresa informativa.

En la era de la confusión, ¿qué rol cumple la verdad, ese principio que orientaba ética pero también técnicamente nuestra profesión?

Una ética sólida es una de las pocas cosas que puede salvar al periodismo, porque precisamente por toda esa confusión, por todo ese contagio, los ciudadanos queremos la verdad. El problema es que los medios se están dejando llevar por el lado más oscuro de la información viral: no contrastan, publican “no noticias”, le dan demasiada importancia a la actualidad, caen en bulos, distraen de lo importante para centrarse en lo que da tráfico… Es cierto que la forma en la que funciona Internet es difícil de cambiar (los medios viven de la publicidad y a más clics, más dinero), pero en muchas ocasiones la crisis ha sido la excusa para dejarse llevar cuesta abajo por la inercia del volumen sobre la calidad.

¿Cómo podemos trabajar los periodistas profesionales en medio de esta ola de manipulaciones?

Siempre tenemos un margen individual de libertad. Debemos atrevernos a ejercerla y romper la rutina de las redacciones que invita a no pensar y a dejarse llevar por el ritmo de la actualidad. Deberíamos hacernos más preguntas: ¿de verdad es necesario publicar lo mismo que exactamente todos los demás?; ¿estoy aburriendo a mi lector o distrayéndolo de lo importante?; ¿he hecho todo lo posible para que esta historia, en la que creo, llegue al mayor número posible de personas? Todo lo que fomente nuestra racionalidad también debería ser útil, cualquier cosa que nos enseñe a pensar mejor, a desconfiar de todo, a no dejarnos llevar por las emociones, a ser críticos. Pero eso deberíamos hacerlo todos, periodistas y ciudadanos.

Los memes por su ironía, son piezas destituyentes. ¿Tienen algún valor positivo en plena decadencia de sistema de democracia representativa, que limita esa participación al voto?

Los memes pueden ser una forma de participación política. Muchas veces sencilla y absurda, pero ahí hay un montón de gente que gracias a ese chiste en Twitter, ese montaje que envía a los amigos, ese comentario en Facebook está participando en la vida pública, aunque sea de una forma muy rudimentaria y eso es muy valioso. Puede ser una iniciación que luego irá a más, porque da igual que seas joven o viejo, no tengas influencia, ni siquiera hace falta que tengas mucha gracia o que sepas usar Photoshop para que tu mensaje pueda hacerse viral y llegar a mucha gente.

¿Cuál es el objetivo de tu libro, sobre qué quiere alertarnos?

Advertir de que existe un nuevo sistema informativo y sobre cómo funciona. Si alguien tiene más cuidado con las ideas que contagia o le son contagiadas después de leer mi libro, me doy por satisfecha.

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