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Patagonia arde

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Cholila después del incendio: Cenizas y árboles que mueren de pie. Esa es la postal actual de uno de los paraísos naturales de la Patagonia argentina. Las internas políticas, los especuladores inmobiliarios, las mineras, los apellidos poderosos y las sospechas. En el medio, la asamblea de vecinos haciéndose cargo del después.

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Hay una paz rara, comenta Darío mientras miramos y olemos asombrados el paisaje en el que tenemos hundidos los pies. “Da un poco de miedo”. Darío es guía, montañero, socorrista y mapuche. Ha enfrentado las llamas, ha colaborado con evacuaciones de vecinos, ha tenido que defender como mapuche tierras por las cuales quisieron acuchillarlo. No es un tipo temeroso. Pero es cierto: hay una paz rara, que da un poco de miedo.

Estamos en el cerro Cholila, que sufrió parte del mayor incendio con pérdida de bosques que se registra en un curioso territorio llamado Argentina: 34.000 hectáreas de naturaleza incinerada entre Cholila y Turbio (hacia Lago Puelo). Reunidas, suman más de una vez y media la superficie de la Capital Federal. Por alguna causa cultural o psicótica, la agenda política y mediática risueñamente llamada “nacional” es más sensible a cualquier maceta porteña que al desastre encendido en Chubut.

La recorrida por el Cholila es un trekking al exterminio. Lo que fue un paraíso con forma de bosque de cipreses, ñires y lengas, hoy es un suelo de ceniza. Los pies se hunden al caminar mientras el olor a vida quemada impregna la nariz y el alma quién sabe por cuánto tiempo.

Muchos árboles intentan cumplir el antiguo destino de morir de pie, pero están calcinados, oscuros y retorcidos. Las ramas caídas se enganchan a los pantalones como manos que quisieran escapar de la ceniza. Todo es así: negro y gris. Un paisaje que sólo se ve en ciertas películas de futurismo planetario. O de vampiros.

Hay un silencio sin sombra ni pájaros ni hojas ni ramas ni calma. Tan inerte está todo, que se percibe el menor movimiento. Así detecté tres hormigas y dos lagartijas, únicos seres vivos del lugar que pude ver durante unas seis horas de recorrida, sin contar el paso de dos helicópteros con funcionarios que no se sabe si pertenecen a la fauna autóctona.

Cholila quiere decir valle hermoso en mapudungún, el idioma mapuche. Pero como en tantos lugares de la Patagonia su presente no resulta excesivamente hermoso, y parece funcionar según los códigos de las historias de vampiros.   

De Sandro a Tinelli

Víctor Sepúlveda fue el primer poblador que llamó a la Brigada de Bosques para advertir el foco de fuego que estaba viendo en la zona del Lago Cholila y el río Tigre llamada Las Horquetas, que su familia ocupa desde hace cuatro generaciones, aunque nunca se les reconoció el título de propiedad. Cuenta su madre, Eloísa Leal: “Fue el 15 de febrero. Cuando Víctor llamó le preguntaban quién era, dónde vivía, cómo se había enterado. Cualquier cosa menos tomarle la denuncia rápido y salir a apagar el fuego”.

Eloísa está atravesada por la indignación. Su marido, Alberto Sepúlveda, parece atravesado por el agotamiento: pasó días enteros a caballo buscando a sus vacas. Rescató 50 de las 70 que tienen, muchas con las pezuñas y el lomo quemado. Encontró un par de sus 25 terneros, pero tuvo que dejarlos en la montaña: “Estaban muy heridos”. Alberto y su mujer tuvieron que huir atravesando llamas con su camioneta en alguna de las encerronas que les tendió el incendio. “Ahora tenemos que ver cómo llevarles pastos a los animales, porque allá en la montaña no quedó nada. Son unos 400 pesos de pastos por día, más el combustible”. Alberto se rasca la cabeza y dice: “No sé”. Eloísa: “Al pobre ni lo ven, sólo importa el que tiene plata. Para mí todo esto es para que los pobladores chicos se vayan y dejen las tierras libres. Al campo lo dejaron quemar. Cuando era un foquito de incendio no hicieron nada, y por esa dejadez pasó lo que pasó”.

¿Cómo empezó el fuego? “Lo único que sé es que no fue un rayo, porque no hubo ninguna tormenta. Entonces fue alguien, que no sé si alguna vez se va a descubrir”.

Los Sepúlveda creen que las autoridades municipales no pusieron el mismo entusiasmo para darles una mano que cuando, una semana antes de los incendios, organizaron la 6º edición de la Fiesta del Asado, evento turístico para el que prepararon 25.000 kilos de carne en “El fogón más caliente de América” encendido bajo los acordes de un tema de Sandro: Dame fuego.

Darío Fernández, sobrino de los Sepúlveda: “La intendenta Valeria Campos ni apareció, ni colaboró, ni recibió a nadie. Sólo les importaba parar el incendio en el country San Esteban o en el campo de Marcelo Tinelli, por ejemplo. Le vendieron un campo que supuestamente tenía laguna, pero no era cierto. Lo primerearon”, revela Darío, lo cual en sí mismo constituiría algo inédito. El conductor se lo dejó a su ex, Paula Robles. De todos modos en ese campo no vive nadie. “Es inversión”, dice Fernández. Tinelli, junto a Paolo Rocca (Techint) y Hugo Sigman (dueño de un emporio que va desde laboratorios farmaceúticos hasta producciones de cine como Relatos Salvajes) son  algunos de los apellidos densos y no muy ancestrales que concentran buena parte de las tierras de Cholila.

Suele decirse que estos incendios fueron dantescos. Pero Dante Alighieri construyó su Paraíso y su Infierno en la Divina Comedia como lugares separados.

La actualidad es diferente: se logra convertir a los paraísos en infiernos, lo cual puede catalogarse como toda una novedad tecnológica.   

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Darío Calfunao, socorrista y mapuche, en tierras que su comunidad recuperó

Rayos y negocios

La llegada de Mu coincidió con el primer encuentro de los vecinos autoconvocados en la plaza central de Cholila, pueblo de 2.500 habitantes. Había unas 60 personas. Frases cara a cara: “Hubo una orden de no informar”; “Los periodistas, cuando vinieron, sólo iban atrás de los políticos como Martín Buzzi (gobernador provincial) y Aníbal Fernández (jefe de gabinete nacional)”; “No tenemos identidad, nos hacen cualquier cosa y nunca hacemos nada”; “No hay Defensa Civil en el pueblo”; “Entre nosotros hay una causa común mientras el resto habla boludeces, con perdón de la palabra”; “Que declaren a Cholila Capital Nacional del Ecoturismo”; “Pidamos la renuncia de la intendenta”; “Les importa tres cuernos nuestras vidas”; “No podemos ser cómplices de esta corrupción”; “Nadie tiene interés en escucharnos”.

Hubo catarsis, intercambio, y se redactó un petitorio a la municipalidad reclamando información diaria sobre los incendios, rendición de cuentas sobre los 15 millones de pesos girados por la provincia al municipio, atención a los pobladores afectados, y creación de una comisión que investigue el origen del fuego. En Cholila hay al menos una coincidencia absoluta: el incendio fue intencional, no producto de un rayo misterioso y sí, como decía uno de los vecinos en la asamblea, de muchas “manos invisibles”, revisionismo realista de las ficciones imaginadas por Adam Smith.

Darío Calfunao, mapuche, socorrista, uno de los fundadores del Club Andino, explica: “Acá siempre quieren desmontar porque los árboles están protegidos por ley y son de la provincia. Pero si se queman, el desmonte sale gratis, parece un accidente, y queda la tierra que es municipal, y la usan para negocios inmobiliarios, agrícolas o incluso mineros. Tenemos que empezar a prepararnos porque sin bosque hay un peligro cierto de inundaciones si llueve fuerte, porque no va a haber contención para las aguas”.

Coincide con el mapuche Calfunao un ex dirigente nacional de la Unión de Centro Democrático (UCeDé) fundada por Álvaro Alsogaray. Julio Crespo Campos es ingeniero agrónomo, con casa frente al Lago Lezana desde hace unos 13 años, y mudado definitivamente a Cholila: “Se quemaron unas 230 de las 416 hectáreas de mi campo, que está dedicado a refugio de vida silvestre. El incendio fue absolutamente deliberado. Lo que han hecho es un ecoasesinato de los bosques, y no hubo prevención alguna. Si los árboles votaran no quedaría ningún político. Para mí, más que al negocio inmobiliario, esto busca beneficiar al negocio minero. En el área hay unos 25 cateos y prospecciones mineras, y en particular hay 8, que coinciden con las tierras de Sigman, Rocca y Tinelli”. El subsuelo de Cholila es de oro y plata, lo que que para cualquier zona similar, desde la conquista española, resulta una maldición.    

Fernández: “La compra de Tinelli fue legal. Las otras no sé. En la montaña gente como Paolo Rocca o Hugo Sigman son como sociedades secretas. Lo que se quemó de Rocca es justo en el lugar de uno de los mayores cateos mineros”.

Calfunao: “Sigman regaló algunas cosas, pero para mí Rocca o él no son filántropos en serio. Olvidate. Y Sigman tenía como hombre de confianza al intendente Miguel Castro, un ex policía que es el que promovió todo el tema de entrega de tierras fiscales. Todo raro”.

Una previsión: “No me agrada esta gente que impulsa el tema minero, porque si pasó este desastre con un incendio controlable, ¿qué van a controlar si se instala una minera con explosivos, cianuro y drenajes ácidos?”

Breve contexto partidario de la situación: Martín Buzzi fue el candidato de Mario Das Neves en 2011 para sucederlo en la gobernación, contra el kircnerismo. Hubo denuncias de fraude, y se votó nuevamente en varias mesas. Ganó Buzzi, pero a los pocos días abandonó al dasnevismo, y pasó con ligereza al kirchnerismo, lo cual tuvo que ser aceptado por los K locales con callada desconfianza. Este año los ex socios competirán por la gobernación: Das Neves apoya a nivel nacional al ex kirchnerista Sergio Massa. Buzzi, que era dasnevista anti-K, apoyará (se supone) a quien sea candidato K a la presidencia. Con fino sentido del humor, a todo esto suele llamárselo “sistema representativo”.

La presidenta del Concejo Deliberante de Cholila, Graciela Calfunao, quien también estuvo presente en la asamblea, razona: “Pasan muchas cosas malas porque no se moviliza la gente. A pesar de que pertenezco a la clase política, reconozco que los políticos te dicen cuatro mentiras y se van lo más tranquilos. Ese es el trasfondo: si la gente no se mueve, todo va a seguir igual”. Sobre el incendio: “Ha habido una mala intención. Puede ser el tema minero para avanzar con los cateos, o para lotear las tierras ya sin bosque. Pero se equivocaron. Esta vez me parece que la gente se despertó. En los escritorios de las capitales hacen cosas sin pensar que están violando la tranquilidad y hasta el sustento de estos lugares. Yo puedo sentirme soldado de un proyecto para que las cosas buenas que hizo este gobierno se mantengan cuando se vaya Cristina. Pero no somos tontos ni cerramos los ojos. Obediencia debida, no”.

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La vecina Carola Levaggi, ex Greenpeace.

Diarios íntimos

Darío Fernández, el sobrino de los Sepúlveda, anunció la posibilidad de los incendios a principio de febrero: “Es que dos más dos son cuatro. Acá hay un negocio verde de venta de tierras fiscales violando la Constitución, que empezó con Mario Das Neves cuando era gobernador con su decreto 74/05, que favorece a todo su sector político y permite algo prohibido: la venta de tierras con bosques nativos. Su propio vicegobernador, Mario Vargas, pudo comprar más de 3.000 hectáreas y lo mismo concejales y aliados suyos”. 

Sobre la teoría del rayo, planteada inicialmente por el encargado de la Brigada de Incendios José Saldivia, explica Fernández: “Ya fue desmentido. Mostramos fotos satelitales de aquí, de Chile y de la NASA. No hubo tormentas ni rayos. Saldivia es hombre del ex intendente de Cholila, Miguel Castro, del partido Proyección Vecinal de Chubut (PROVECH), pero que trabaja con Das Neves que tiene el partido Chubut Somos Todos (CHUSOTO). Son lo mismo”, dice Fernández sobre tales desangeladas siglas. “Y Saldivia es responsable de no haber hecho nada durante los primeros 3 ó 4 días del incendio”.

Surgieron también del ámbito judicial otras hipótesis sobre el incendio: peleas entre vecinos, un asado chisporroteante, niños irresponsables, un brigadista disconforme con su contrato, piromaníacos eficientes. Un medio tituló de modo notable: “Hubo 7 rayos confirmados”. Fernández: “Fijate todo lo que inventan para tapar el origen del fuego, que para mí tuvo que ver con el sector político, para limpiar bosques y abrir la posibilidad de vender las tierras para loteos. Quisieron hacer un incendio controlado, y se les fue de las manos. No calcularon que había florecido la caña colihue, que una vez seca es muy combustible”. Reina esa idea entre todos los vecinos: un incendio intencional, pero tan torpemente realizado que se desplazó a enormes sectores de la precordillera.

Agregado de Darío Fernández: “En todo este entramado de intereses políticos hay que mencionar a Jorge O’Reilly, el dueño del barrio privado San Esteban de 1.000 hectáreas, que fue el más protegido durante el incendio por los brigadistas mientras a otros vecinos ni los atendían. O’Reilly es socio de Sergio Massa, que es el aliado político de Das Neves”.

O’Reilly desarrolla barrios privados. Conoció a Massa en Tigre y lo acompañó en su gestión como jefe de Gabinete de Néstor Kirchner. Integra el Opus Dei, grupo del catolicismo mesozoico, y propuso gambetear al entonces arzobispo Jorge Bergoglio para establecer un lazo directo con el Vaticano, promoviéndose a sí mismo como posible embajador. Figura además en WikiLeaks como nexo con Massa y persona de confianza de la Embajada norteamericana en la Argentina, cuyos funcionarios se asombraban de sus críticas demoledoras al gobierno que él mismo integraba. 

Volviendo a la Comarca, un ejemplo sobre la lógica que rige entre negocios y naturaleza fue brindado por el intendente de Lago Puelo, que también ha sufrido los incendios. Recuérdese que el suelo es del municipio, y el vuelo (el bosque) es de la provincia, y está protegido por ley. Si desaparece el bosque, sólo queda el suelo fiscal y allí empieza el negocio inmobiliario a precios absurdos por parte de los municipios. Iván Fernández declaró a una radio local en abril de 2011 algo que no se sabe si fue sinceridad o impunidad: “A nosotros no nos interesa ni una ramita de los árboles, lo que nos interesa es disponer de la tierra para poder seguir expandiéndonos”.

Cuestionado por el buzzismo provincial, el intendente de Lago Puelo devolvió gentilezas con las siguientes declaraciones sobre el gobernador: “Es un inconsciente total, en vez de dar herramientas para que se investiguen los incendios y se calme la gente, salió a sembrar sospechas diciendo que los intendentes hacemos negocios. Tiene un desconocimiento total porque las tierras incendiadas son de bosques provinciales. Si hubiera algún negocio, los sospechosos serían de él o sus funcionarios”.

Nora Corvalán, referente de la Asamblea Comarcal contra el Saqueo y la Contaminación: “Todo lo que dicen todos me genera mucha desconfianza. Los políticos dan vergüenza. Al intendente Iván Fernández le acabamos de ganar una: quería vender por el precio de dos máquinas viales el lote 41 de Lago Puelo: 46 hectáreas  bosque originario”. El intendente tachaba al lugar como terreno ocioso, calificativo que podría aplicarse a cualquier bosque o a toda la Cordillera (o a diversos funcionarios públicos). “Logramos que el amparo salga a favor de los vecinos” relata Nora.

Las ramitas del lote 41 están a salvo.

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Imágenes de las consecuencias del incendio en el cerro Cholila, junto al arroyo Pedregoso.

Teoría sobre giles

Darío Fernández es empleado provincial (“pero raso, no un cargo político”) y reconoce que trabaja políticamente para Buzzi: “Yo respeto la autoridad y la gobernabilidad. Pero lo que estoy planteando sobre el incendio y sobre el negocio verde es la realidad. Todos lo saben. Aquí no hay opciones. Es Das Neves o Buzzi. Y yo apuesto por Buzzi porque Das Neves fragmentó a la sociedad, entregó las tierras y generó lo que nos está pasando ahora: una guerra de clases por la riqueza, el suelo y los recursos naturales, donde pierden los más pobres”.

Memoria: el buzzismo estaba con Das Neves cuando hacía esas cosas. Contesta Fernández: “Y, sí. Es la política. Pero algo hay que hacer ahora porque si no van a quedar los barrios cerrados por un lado y las villas por el otro”.

Buzzi encabeza el gobierno cuyos diputados ignoraron en noviembre de 2014 la Iniciativa Popular que planteaba la prohibición de la mega minería en Chubut, en aquella sesión en la que sus diputados aliados recibían  mensajitos de texto con indicaciones de las mineras. Desde entonces, el gobierno de Buzzi tiende a criminalizar a los vecinos que reclaman, justamente, por el suelo, los recursos naturales y los negocios verdes. Fernández no entra en tema. La presidenta del Concejo Deliberante dice al respecto: “Siempre atrás están los negocios”.

Le consulto entonces al mapuche Darío Calfunao qué opina sobre esas polarizaciones entre políticos como Buzzi y Das Neves, y aporta otra perspectiva: “Para mí son la misma cosa. Es un teatro para mantener el poder. Hacen que se pelean y no es cierto. La gente se entretiene. Mirá lo que dijo éste de aquel: es el chusmerío. Los diarios no informan, son diarios íntimos, o algo así. Y la política es como un barrio cerrado con su propia edición de revistas, periódicos y programas, se miman o discuten entre ellos. Son las castas del poder. Y afuera quedamos el resto: los giles”.

Los giles, según esta teoría, algunas veces deciden no resignarse: “Es que necesitamos una respuesta. Te apura la necesidad. La gente siente que lo que está en riesgo es su vida. Si estamos ante una manga de inútiles que no hacen nada por preservar nuestra integridad, nos tenemos que anticipar y cuidar entre nosotros, porque no existimos para el Estado. Entonces nos organizamos como podemos para defendernos”.

Dos desaparecidos

Tanto el mapuche Darío como el buzzista Fernández, como la kirchnerista Graciela Calfunao, coinciden en algo que el liberal Crespo Campos define así: “Me sorprende que el incendio se haya iniciado justo en el lugar donde antes desaparecieron dos personas. Aunque no tengo pruebas para decir nada, son demasiadas coincidencias”.

Genaro Calfullanca (47 años) y su hijo Cristian (20) son peones rurales descendientes de familias históricas en la zona. En abril de 2013 habían ido a trabajar a Las Horquetas, área en la que había un litigio de tierras entre Débora Finkelstein y Nazareno Ruiz. Darío Calfunao describe: “Los Calfullanca eran testigos de una amenaza de muerte hacia Finkelstein”. Fernández: “Finkelstein es del FpV y Ruiz es cuñado de Néstor Becerra que estaba a cargo del IAC (Instituto Autárquico de Colonización y Fomento), hombre del ex intendente Miguel Castro. Si hubo un problema de tierras en litigio, amenazas, y dos personas desaparecen cuando debían ir a declarar, uno se queda pensando. El que quiera atar cabos, los puede atar”.

Isabel es hermana de Genaro y tía de Cristian Calfullanca. También fue a la asamblea de Cholila, donde dijo entre lágrimas: “¿Qué pasó con ellos? ¿Se los tragó la tierra, se los llevó un plato volador? Cuando fui a ver al fiscal Oscar Oro me dijo que no tenía nada para informarme. Buscaron un tiempo, y se acabó. Hace dos años que no sé si están bien, si viven, si los torturaron. Mi hermano conoce esos lugares como la palma de la mano, porque nos criamos ahí. Si los mataron, que nos den los cuerpos para llevarlos en el cementerio. El gobernador Buzzi me dijo ‘no te preocupes que todo va a salir bien’, pusieron una recompensa, pero no pasó nada. Mario Das Neves me dijo que me iba a pagar un abogado, pero tampoco fue cierto. La intendenta jamás nos dio una respuesta. Y me manipulan en el trabajo que tengo como empleada municipal: me dicen que no me pasan a planta permanente porque ando reclamando por Genaro y Cristian. ¿Y cómo no voy a reclamar y no voy a marchar? ¿Qué tengo que hacer, quedarme callada, con miedo?” Graciela: “Alguien puede pensar que el incendio haya sido para tapar huellas sobre eso, o signos de que hubo tala ilegal de árboles”.

Cholila y buena parte del mundo actual son así. Más sospechas que certezas. Misterios que se encienden sin respuestas que los apaguen.

Cristian y Genaro siguen desaparecidos desde hace dos años, como si desaparecer fuese parte de la naturaleza de las cosas.   

Vida después de oenegé

Carola Levaggi decidió a alta velocidad con qué escapar: dos perras, nueve gatos, herramientas que había usado para construir su casa, valija con mantas y ropa. Carola y su pareja John Freeman viven en medio del bosque nativo. “El primer día vimos humo. Llamamos a la Brigada de Bosques y dijeron que estaban viendo cómo iban a apagarlo. Al otro día el fuego estaba más cerca. Dijeron que estaba muy lejos. Pero el fuego siguió avanzando, saltó el arroyo El Turco, llegó al cerro Cholila, quemó toda la ladera, y ahí preparamos la evacuación. Por suerte el fuego no pasó el arroyo Pedregoso y se salvó nuestra casa”.

Sostiene Carola: “Cuando hablaban de rayos busqué las estadísticas. El 93% de los incendios son intencionales. Además, cuando llegaron varios días después, ya era tarde. Si fue negligencia o si querían que ocurriera y después se les escapó, es algo que tal vez nunca vamos a saber”.

Carola y John se conocieron como  tripulantes del buque Rainbow Warrior de Greenpeace. “Estuvimos en China, Japón, Rusia, siempre haciendo acciones de denuncia. Fue muy interesante, aunque Greenpeace, como multinacional, tiene un montón de contradicciones entre la gente que hace cosas, y los que deciden. A veces es más importante sacar una buena foto que hacer algo concreto con la gente de un lugar. Creo que las intenciones se pierden en algo tan grande. Las cosas grandes se degeneran”.

John, con acento de Missouri y palabras criollas: “Hicimos cosas útiles, pero a veces era un show para armar publicidad, que está bueno, pero en situaciones que no tenían nada que ver conmigo. Lo contrario de acá, donde los vecinos estamos afectados realmente”. Sobre el incendio: “Lo más llamativo es que todos inmediatamente pensaron que los funcionarios tienen que ver con lo que pasó”.

Carola: “En estos lugares es fácil conocer a la gente, incluso a los funcionarios, y es peor: te generan más desconfianza. Tuvimos una experiencia con el ex intendente Miguel Castro, y con sus secuaces Becerra y Saldivia, que fue muy fea”. Carola y John descubrieron en 2005 que el Lago Lezana tenía una crecida inusual y detectaron que otro vecino norteamericano, Stephen Bussey, había hecho una represa ilegal tras comprar 61 hectáreas a la municipalidad, a 1.100 pesos cada una, equivalentes entonces a 350 dólares. El precio real de la hectárea era de 30.000 dólares, o sea casi 100 veces más. Carola presentó un recurso de amparo y lo ganó. El abogado y librero de Esquel Gustavo Macayo presentó una denuncia por violación de deberes, fraude contra la Administración Pública y cohecho (coimas) contra Castro por la venta irregular de tierras.

Hubo campañas de desprestigio contra Carola y John, Castro le inició un juicio por calumnias e injurias, se organizó una audiencia pública y el proyecto finalmente colapsó, con Bussey huyendo hacia tierras más serenas tras vender los lotes 50 veces más caros de lo que los había pagado. Todo puede verse en YouTube, en el lamentablemente desaparecido programa La Liga.

La calavera y el newen

Julio Crespo Campos abandonó la política. Sus últimas apariciones tuvieron que ver con otro incendio: Cromañón.  “Me fui de la UCeDé porque Alsogaray traicionó a la República al aliarse al menemismo. En 2004 trabajé para el gobierno de Aníbal Ibarra como analista de los sistemas de emergencia en la Ciudad. No era un cargo ejecutivo. Cuando presenté mis conclusiones diciendo que el Plan de Emergencias tenía tremendos defectos y podía haber problemas de todo tipo, con choques de subtes, incendios en discotecas y demás, me contestaron: ‘Esas cosas nunca pasan’. No se puede trabajar cuando el político no enfrenta y transa con los intereses que hay alrededor de diferentes negocios. En ese sentido lo que pasó con Cromañón es comparable a lo que pasó acá”.

Sobre el futuro: “El bosque tardará 50 años en crecer. Creo que es un disparate pensar en hacer actividades agrícolas o ganaderas. Propuse una expropiación de tierras para garantizar que el bosque se regenere, aunque no me dan mucha confianza funcionarios que permitieron que esto pase y ahora hablan de reconstrucción”.

Un liberal con cuadros de Julio Roca en su casa, ¿qué opina sobre los mapuche? “Vivir en estos lugares a uno le genera una transformación, una reflexión. Con la visión mapuche estoy de acuerdo en ciertas cosas, en otras no. Pero el valor que le dan al amor y la defensa de la naturaleza es algo colosal. Y gracias a esa defensa de los mapuche no se han llevado adelante cantidad de proyectos inmobiliarios en esta región”.

El gobierno provincial ha realizado anuncios: la prohibición de venta y subdivisión de las tierras quemadas y organización de consejos consultivos forestales en los que los vecinos han logrado ser invitados. Lo más interesante es la propuesta de crear el Parque Interjurisdiccional Cholila, que abarcrá 220.000 hectáreas entre las que está la mitad de la superficie incendiada. Quedarán protegidos, en ese caso, cuatro glaciares, un bosque de alerces de 3.000 años de edad y nacientes de varios ríos provinciales. Si esto se hace el área será intangible, no se podrá tocar. No está claro si los cateos mineros de Cholila quedan o no dentro del área protegida. Si quedan, los cateos deberán ser anulados.

En años electorales, conviene que los anuncios fuertes se conjuguen en tiempo potencial. Todo esto podría concretarse, salvo que como dice la política Graciela “te digan 4 mentiras y se vayan lo más tranquilos” mientras la comunidad intenta distinguir entre los anuncios y los hechos.   

Darío Calfunao asegura que vive entre dos mundos: el tecnológico (estudió radiología y tomografía) y la vida en tierras mapuche junto al lago Mosquito (o Pellegrini), en las afueras de Cholila. Fabrica la cerveza artesanal Butch Cassidy (“la más buscada”) y practica la permacultura para producir agroecológicamente. “A veces los dos mundos chocan. Un vecino, Roberto Jimeno, tiene un caserón muy lindo y me llevó a recorrerlo. Tiene adornos, sables, pistolas, todo de la época de Roca. Y de golpe me muestra una calavera, con un agujero en la frente. Era la calavera de un mapuche asesinado que él tenía como recuerdo de la Campaña del Desierto”.

Calfunao lleva colgado del cuello un símbolo diferente: una paloma de plata, llamada kono. Cuenta que esa paloma es un newen, una fuerza, un poder, que cada uno debe buscar en sí mismo.

Si los mapuche tienen razón, el poder no es propiedad de los supuestos poderosos, sino que todos tenemos ese newen. Tal vez esa paloma, kono, sea un talismán de confianza o de autoestima, frente a la vampirización de los recursos, los valores y la vida. Frente a los cráneos convertidos en adornos.

Se habla mucho del modelo extractivo: en la montaña, la postal es de una crueldad perfecta. Pasa otra lagartija y empiezan a verse estrellas que de tan grandes no titilan: laten. En lo que fue un bosque maravilloso, se entiende algo: nada está escrito. Por eso en Cholila posiblemente esté gestándose un proyecto complejo, incierto y abierto, cuyo sentido jamás entendí como al pisar esta tierra: renacer de las cenizas.

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