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Barañao y la continuidad de la ciencia tecnológica. Por primera vez los científicos argentinos salieron a la calle para manifestar su apoyo a un candidato. Días después, triunfó el otro. El ministro Barañao aceptó continuar en su puesto. Hubo aumentos. Y silencios. ¿Qué sigue? Darío Aranda lo cuenta en esta nota.

“El glifosato es como agua con sal”.
Lino Barañao,
ministro de Ciencia y Tecnología.

Científicos lavando platos. En la década del 90 y en 2015.

Primero fue el ministro de Economía Domingo Cavallo, quien despreció el sistema científico, recortó fondos y recomendó esa higiénica tarea doméstica a investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). En noviembre de 2015 fue una puesta en escena de cientos de científicos (incluido el ministro de Ciencia, Lino Barañao) en días previos al balotaje, alertando sobre el futuro en caso de la llegada de Mauricio Macri a la presidencia.

Como nunca antes, científicos de todas las carreras llamaron a votar a Daniel Scioli, firmaron solicitadas, enviaron cadenas de correos electrónicos y “militaban” en las redes sociales. La imagen más utilizada: el rechazo a lavar platos.

“Científicos aseguran que la ciencia está amenazada con Macri”, tituló la agencia oficial Telam el 31 de octubre. Daba cuenta de una solicitada que llamaba a votar por Daniel Scioli, se pronunciaba en defensa de las «políticas de Estado destinadas a formar a los futuros científicos” y advertía que no estaban dispuestos a que se «ningunee el necesario progreso nacional enviando nuevamente a los investigadores a lavar los platos».

La ciencia, a la calle

En un hecho inédito, el 12 de noviembre se manifestaron investigadores y docentes universitarios en quince ciudades del país. El objetivo: alertar a la población de lo nocivo que podría ser Cambiemos. La consigna: “Ciencia sí, Macri no”. Uno de los grupos promotores se autodenominó Científicos y Universitarios Autoconvocados y su propuesta proclamaba: “La ciencia sale a la calle”.

Uno de los lugares elegidos para manifestarse fue la populosa estación de Constitución. Nunca antes en la historia reciente, y por ningún otro tema, los científicos se habían manifestado en la estación ferroviaria, por donde pasan los sectores populares del sur del Gran Buenos Aires. Los académicos se mostraron así “consternados” ante la posibilidad de que Cambiemos llegue al poder.

Distribuyeron allí copias de la solicitada, en la que alertaban que la población debía tomar “la decisión más importante de las últimas décadas”. Acusaban a Macri de “despreciar la tarea de nuestros/as investigadores”. Afirmaban que estaba suscripta por más de 6.000 investigadores y llamaban a “defender un modelo de país en donde la generación de conocimiento es una piedra angular de su proceso de desarrollo”.

Entre los logros de los últimos años destacaban “la construcción de centrales nucleares y el desarrollo de semillas (transgénicas) resistentes a la sequía”.

El ministro de Ciencia, Lino Barañao, había hecho público su deseo de seguir en el cargo, pero Scioli ya había anunciado a Daniel Filmus como su funcionario para la cartera. Barañao también participó de la campaña electoral, cuestionó duramente la falta de presupuesto en la Ciudad de Buenos Aires y resaltó la “preocupación manifiesta de la comunidad científica respecto del futuro del sistema de ciencia y técnica” ante un eventual triunfo de Cambiemos.

Recalculando

Macri ganó y tres días después anunció que el ministro de Ciencia, Lino Barañao, había aceptado continuar en el cargo. La noticia generó ruidos dentro del kirchnerismo más fiel. Entre los primeros en saludar la continuidad se destacó el saliente vicepresidente de Monsanto Argentina y aún consultor de la multinacional, Pablo Vaquero: “Excelente noticia que Lino Barañao siga como ministro de Ciencia y Tecnología. Tener políticas de Estado es muy importante”.

Barañao comenzó un maratón mediático durante el cual remarcó que aceptó el cargo porque tuvo el visto bueno de la Presidenta, alegó que “estaba en riesgo todo lo conseguido” y afirmó que Macri le había prometido contar con presupuesto necesario para mantener la política científica.

Hubo silencio de los científicos que habían salido a las calles y denunciado los males del macrismo.

El 1° de diciembre, el Conicet informó un aumento salarial que tendrá vigencia a partir del 1° de enero de 2016. Bajo el eufemismo de “jerarquización”, el comunicado señala que “la medida reconoce el papel protagónico de la ciencia y tecnología como impulsoras del desarrollo nacional”.  Los aumentos van desde 1.369 pesos (para investigador asistente) hasta 3.251 (investigador superior).

A los 50 minutos, el correo del Conicet llegó con una “fe de erratas”. Informaba que el aumento se cobraría ya en diciembre mismo.

Los Científicos y Universitarios Autoconvocados celebraron en su página de Facebook la “jerarquización salarial”. Aún no se expidieron sobre la voltereta de Barañao. Tampoco volvieron a las calles.

El duelo con Carrasco

Lino Barañao es un reconocido impulsor del modelo de agronegocios. Asiduo concurrente a los congresos de Asociación de Productores de Siembra Directa (AaPreSiD), que nuclea a empresarios del agronegocio y los transgénicos, y tienen un excelente diálogo con las grandes multinacionales del agro.

Cuando Andrés Carrasco, jefe del laboratorio de Embriología Molecular de la UBA y ex presidente del CONICET, confirmó los efectos nocivos del glifosato (2009), Barañao formó parte de una campaña destinada a desprestigiarlo: no sólo al estudio, sino al propio Carrasco. Junto al editor jefe de Clarín Rural, Héctor Huergo, Barañao descalificó la investigación de Carrasco alegando que no había sido publicada en una revista científica. Hizo lo propio ante los empresarios de AaPreSiD.

Hizo algo más: “El glifosato es cómo agua con sal”, afirmó en una entrevista que se emitió en la AM 530, la radio de las Madres de Plaza de Mayo. Y, en consonancia con la presidenta del Comité de Ética del ministerio de Ciencia, Otilia Vainstok, solicitó el juzgamiento de Carrasco.

El 28 de noviembre pasado, Barañao dio otro grosero paso en defensa del agronegocio. En una entrevista publicada en el diario Clarín, consultado por los agroquímicos, señaló: “De acuerdo con el prospecto de los plaguicidas, no hay peligro.(…) Con los antibióticos también hay mal uso y muertes, y nadie se queja”.

En Argentina hay más de cien investigaciones científicas de universidades públicas que confirman los efectos del glifosato y otros agroquímicos, pero el ministro de Ciencia confía más en los “prospectos” de los plaguicidas que realizan los fabricantes.

Ministerio transgénico

«Durante la gestión del ministro Barañao no se ha atendido a los distintos y múltiples conocimientos en ciencia y técnica que requiere el país. La misma estuvo totalmente sesgada hacia la biotecnología, y más recientemente, hacia la nanotecnología”, afirmó Norma Sánchez, doctora en Ciencias Naturales, docente de la Universidad Nacional de La Plata e investigadora del Conicet. Destacó que, no casualmente, se han dejado de lado políticas para dar respuesta a las necesidades socioambientales del país y que tienen como trasfondo la “profundización de modelos de desarrollo neoliberales”.

Evaluó que el Ministerio de Ciencia y el CONICET, han tenido un enfoque “reduccionista, de corto plazo, y que responde a intereses de las transnacionales”. Concluyó: “Lejos de buscar soluciones, el ministro continua promoviendo el desarrollo de organismos transgénicos”.

Leda Giannuzzi es doctora en Ciencias Químicas de la UBA, profesora de toxicología en la UNLP e investigador principal del CONICET. No da vueltas al referirse a la confirmación de Barañao en el gobierno de Macri: “Es una continuación del gobierno anterior, que apoya la utilización masiva de agrotóxicos, en forma cómplice con el discurso de las empresas multinacionales”. Y alertó que están impulsando la intervención genética en mamíferos y la clonación de animales. “Es de esperar que este ministerio continúe con la defensa de los intereses del modelo sojero”, afirmó.

Cuestionó la aprobación de una nueva soja resistente al glifosato y una papa transgénica, destinada al consumo humano directo. “No se realizaron las pruebas toxicológicas a largo plazo exigidas internacionalmente. Estos eventos transgénicos fueron propiciados y financiados por el CONICET”, destacó.

Sánchez también cuestionó la ciencia pública al servicio del sector privado. Citó ejemplos: los convenios del CONICET, la Universidad Nacional del Litoral, el INTA y la empresa Bioceres (donde está presente Gustavo Grobocopatel, uno de los mayores pooles de siembra del continente, integrante de AaPreSiD) para desarrollar semillas transgénicas. “Tienen propiedad intelectual compartida, pero Bioceres tiene los derechos exclusivos de comercialización”, detalló. También denunció que investigadores del sistema público son “integrados” al sector privado, como un irónico logro del sistema estatal.

Tres hipótesis

Enrique Martínez fue presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) durante la administración kirchnerista y coordina el Instituto para la Producción Popular del Movimiento Evita. Luego de la confirmación de Barañao escribió un artículo titulado El amigo judío y las políticas de Estado. Sostiene allí que el ministro puede ser una pantalla de Cambiemos para mostrar que no ajustará en ciencia. “Si un gobierno liberal nombra como ministro de Ciencia a la misma persona que condujo el sector ocho años en un gobierno de raíz peronista, y además señala que lo hace porque las políticas en ciencia y tecnología son ‘de Estado’, algo no cierra”, advierte.

Ensayó tres hipótesis:

Macri no conoce los aspectos ideológicos de la gestión de Barañao.

Por el contrario, conoce esos aspectos y concluye que se encuadran en su pensamiento liberal.

El protagonista de la continuidad (Barañao) está dispuesto a adaptar el perfil a un nuevo contexto.

Martínez dejó abierto el interrogante. Afirmó, sí, que “nadie en el campo popular puede estar contento con imaginar que tener grandes laboratorios llenos de científicos sea suficiente para cumplir con una misión, si es que su trabajo no se encuadra con la atención de las diversas necesidades comunitarias”.

Al mismo tiempo, celebró la alianza entre YPF y el CONICET para avanzar en la formación de recursos humanos para la industria petrolera.

El dogma

Damián Verzeñassi, docente de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario e integrante de la Unión de Científicos Comprometidos, evaluó que en los últimos doce años “se quiso presentar al desarrollo en ciencia y técnica como una avanzada de soberanía, cuando en realidad esa ‘avanzada’ era de las empresas de la biotecnología que, con los dineros del Estado, generaban en nuestro sistema los conocimientos que necesitaban para maximizar sus ganancias y penetrar aún mas en la conciencia y la cultura”. Lamentó la continuidad de “políticas de enajenación del territorio”.

También cuestionó el paradigma impuesto en las últimas décadas, que promete que una ciencia proveedora de soluciones y bienestar per se. “Se consolidó el mensaje de la ciencia todopoderosa… siempre y cuando no ponga en peligro el status quo financiero. En la ciencia hay un pensamiento tan oscurantista como el del dogma religioso del Medioevo”, afirmó Verzeñassi.

Como ejemplo contrario reivindicó la figura de  Andrés Carrasco, “ejemplo de ciencia digna, perseguido y maltratado por el ministro Barañao”.

Por último, el doctor Verzeñassi hizo una aclaración para marcar la confusión actual: “Lo que hoy llaman ‘cooperación’ entre las universidades, el sistema científico y el sector privado, en realidad implica transferir dinero del Estado al sector privado, con claro énfasis en las empresas de biotecnología”.

Subsidios

Rafael Lajmanovich es profesor titular de la Cátedra de Ecotoxicología de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) e investigador independiente del Conicet. Rescató de los últimos años las políticas de subsidios y desarrollo para la investigación, las calificó como “muy buenas y han permitido un notable avance en el desarrollo de diversas disciplinas científicas” y sostuvo que “es un deseo de toda la comunidad académica que continúen en ese mismo sentido”.

Respecto a qué tipo de desarrollo científico recibe más apoyo: “Sin duda son las industrias extractivistas relacionadas con el ingreso de divisas, como son las cerealeras, mineras a cielo abierto y más recientemente la industria del fracking, actividades que no tienen color político y obviamente no son muy cuestionadas desde los ámbitos oficiales, políticos o académicos, en cuanto a las consecuencias ambientales y sociales que producen”, destacó.

Lamentó que desde los ámbitos oficiales no se debata las políticas ambientales, el incremento exponencial en el uso de agroquímicos asociados a los cultivos transgénicos, “donde ya no hay margen de duda que están produciendo daños ambientales y a la salud”. También alertó sobre las consecuencias de la megaminería, pasteras, cultivos forestales, desmontes, el sector de los medicamentos y la producción industrial de carne.

“Del lado de los negocios”

Desde las ciencias sociales, Maristella Svampa, investigadora del Conicet y docente de la Universidad de La Plata, afirmó que la continuidad de Barañao tiene por objeto “tranquilizar a los sectores universitarios que se han manifestado públicamente, y en varias ocasiones haciendo indebido uso del aparato del Estado, contra la elección de Macri como presidente”. Al mismo tiempo, la vigencia del Ministro “refleja la continuidad de una ciencia ligada al mercado, muy especialmente en relación con el modelo de agronegocios”.

Y recordó el papel de Barañao en 2009 cuando Andrés Carrasco alertó sobre los efectos del glifosato. “Barañao eligió estar del lado de los negocios, y no del lado de la ciencia como concepción crítica y plural. Como alertaba Norma Giarraca (socióloga rural, fallecida este año), la promoción de una visión tecnocrática, que articula ciencia y negocios, tiende a reproducir un orden injusto y desigual», denunció.

“Aplaudidores seriales”

Mirta Varela es profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA e investigadora independiente del Conicet. El 7 de noviembre, previo al balotaje, escribió una columna en Clarín, titulada “Cátedra de propaganda en la universidad”. Cuestionó el posicionamiento de funcionarios e investigadores, en nombre de universidades y del Conicet, con recursos públicos y con fines partidarios. Apoyó la creación del Ministerio de Ciencia y universidades, pero rechazó “la exhibición de la ciencia como espectáculo propagandístico”.

“El pronunciamiento partidario de estas instituciones (UBA y Conicet) es inaceptable porque no le pertenecen a ningún gobierno, aunque en algunos casos se les haya aplicado una lógica clientelar. El desprestigio de estos mecanismos es difícil de reparar y resulta penoso ver cómo quienes debieran salvaguardar el pensamiento crítico se han convertido en aplaudidores seriales”, cuestiona la investigadora del Instituto Gino Germani de la UBA.

En el mismo artículo, y como investigadora del Conicet, le preguntó a sus colegas si les preocupa cómo Macri incentivará el desarrollo de agroquímicos, la megaminería y la eliminación de estadísticas de pobreza. Respondió: “Si es así, me solidarizo con su preocupación. Aunque estén desinformados. La colaboración de la ciencia para tan aberrantes fines ya tuvo lugar”.

-¿Qué repercusiones tuvo de esa columna?

“Me llamaron y escribieron muchos colegas. Estaban de acuerdo pero paso seguido me decían ‘te inmolaste’. Es que son gestiones muy alineadas con el Gobierno y las represalias se notan al momento de las evaluaciones, aprobación de becarios o te crean estructuras paralelas. Se castiga la crítica a la ciencia hegemónica”.

Varela afirma que otro factor que hace escasear la autocrítica científica es la billetera. “Hubo un incremento del financiamiento, que nos ha parecido beneficioso pero también paralizó cualquier postura crítica. Se dio aval a una política científica a cambio de más recursos. Entonces no sorprende que el ministro Barañao justifique el uso de agroquímicos, los compara con los antibióticos y ningún científico le sale al cruce. Es la clara muestra de que estamos en problemas”.

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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