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Con cuatro documentales Darío Doria bordó un estilo que registra los héroes cotidianos de una época sombría. Su última maravilla está en cartel: Salud Rural. ▶ CLAUDIA ACUÑA
La cámara de Darío Doria habla. Dice mucho sobre cómo este director ha construido un estilo, un camino, una estética y una ética, a través de cuatro documentales que laten: son vidas. Cada una es única por eso, pero también por esa cámara que él usa para bordar historias que hacen la Historia. Cada una es un capítulo y el primero no es casual que lleve por fecha el año 2001 y por título 450. Se trata de la cifra que reclamaban por entonces un grupo de jubilados, todos los miércoles frente al Congreso Nacional. “Eran 450 pesos de aumento lo que pedían, pero no estaban ahí por eso. Lo que reclamaban era un mundo mejor para todos”, recuerda hoy, cuando todavía se conmueve por esa historia que nadie ve, aunque está todavía presente, todos los miércoles frente al Congreso. “Fue de las primeras y más sostenidas reacciones sociales contra el menemismo”, evoca, pero se nota que no fue sólo eso lo que lo llevó a registrarla. Doria pretendía otra cosa: registrar la dignidad. Ese es el tema, también, de su última escala, titulada Salud Rural que, como todos sus documentales, logró convertir la sala del cine Gaumont en un escenario de homenaje y abrazo a la silenciosa tarea del médico de un pequeño pueblo de Santa Fe, el doctor Arturo Serrano. Hay en esas imágenes tanto de lo que falta que la película se convierte en la cura de los peores males de la época: Salud Rural sana el alma escéptica.
El método Doria
El destino de Doria fue lineal –terminó la carrera de Imagen y Sonido en la UBA, luego comenzó a trabajar en publicidad- hasta que se cruzó en su vida el director norteamericano Steven Spielberg. Fue cuando la Fundación Soah se propuso registrar en Argentina los testimonios de sobrevivientes de los campos de concentración nazis. “Me contrataron como videógrafo y a partir de esa tarea, comencé a presenciar los testimonios. Ese tiempo fue muy movilizador: pasaba del mundo de la publicidad, con todo ese desperdicio de recursos utilizados para la nada, a escuchar a un viejito contando cómo había perdido a toda su familia en Auschwitz. No me quedó duda: el cine documental era lo que quería hacer. Y desde entonces me dediqué a contar historias de personas”. La frase parece sintetizar su recorrido, pero no: las historias de personas que cuenta Doria son mucho más que lo que esas palabras pueden decir. Representan verdaderas maravillas por muchos motivos. El principal, el que lo caracteriza y dice mucho de quiénes son esas personas y quién es él como director: en ninguno de sus documentales hay relato en off. Parece un tema menor, o técnico, o cualquiera que sea la palabra que refiera a una cuestión de jerga de entendidos, pero lo que en los hechos significa esta ausencia de relato guionado es que Doria le dedica a cada historia el tiempo que necesita para que hable por sí misma. “Tres años”, dirá cuando se lo pregunto.
Implica también un sistema de trabajo que describe así: seguir una semana al personaje, sentarse luego frente a la computadora a editar lo filmado y construir el guión a partir de ese registro. “No hay guión: hay estructura. La armo en montaje, la mayor parte de las veces en la computadora y si no, en papeles que pego en la pared. Cada papel sintetiza una escena: qué cuenta. Si hay dos que cuentan lo mismo, pego esos dos papeles juntos y luego decido cuál va. Los voy moviendo, cambiando de lugar, hasta lograr que la historia fluya, tenga un comienzo y un final”.
Dirá también que no tiene nada contra la voz en off, que incluso la disfruta en algunos documentales franceses -quizá porque ese idioma tiene una sonoridad muy linda, argumenta- pero que él no la necesita. Esa voz es su cámara.
Pero para que la cámara hable se tiene que escuchar. Y ahí reside otros de las maravillas del estilo Doria: el sonido. “Para eso hace falta tener equipo y saber usarlo. En el caso de Salud Rural hay escenas en las que filmamos con seis micrófonos. Pero también hay que tener suerte: que el personaje no esté diciendo algo importante justo cuando pasa una moto”.
Grisines y revolución
La segunda escala de Doria fue Grissinopoli, una fábrica de grisines recuperada por sus trabajadorxs. Digámoslo rápido y cortito: es el mejor documental sobre lo que significa el proceso de trabajar sin patrón.
Todo lo que hay que ver, se ve ahí.
Todo lo que hay que escuchar, se oye ahí.
“Son personas que tienen una sabiduría no teórica. Ellos no teorizan sobre la revolución: son la revolución”, sintetiza ahora. Hay que ver la primera escena de esa película para comprender que lo que está diciendo es evidente. Y si lo es, es porque la cámara de Doria estaba ahí.
Siempre está ahí. Otra de sus maravillas.
Tercera escala: Elsa y su ballet.
Agarrate.
Elsa Agras fue la creadora del ballet más maravilloso que se haya podido crear: 40/90. Así anunciaba Elsa los años que tenían las integrantes de este cuerpo de baile sensual, divertido, vital.
¿Por qué Doria eligió contar esta historia? “Todo comenzó cuando fui a un ensayo. Elsa me dijo: sentate acá. Y me señaló una silla que estaba a su lado. Era así: no daba opción. Luego le dijo a las chicas: ‘Ahora le bailan a él’. Y de pronto me vi rodeado de esas mujeres que levantaban las piernas a centímetros de mi cara. Ahí dije: acá hay una historia para contar”.
La que cuenta hoy es la historia del velatorio de Elsa: todas sus bailarinas rodearon el ataúd, se tomaron de la mano y le cantaron. “Ella ya no está, pero está la película y está su obra, que sigue: el cuerpo de baile contrata ahora a una directora para poner en escena las coreografías que Elsa creó”.
Un médico de película
Su última maravilla es la historia del doctor Arturo Serrano, un veterano que encarna todo aquello que la medicina debe representar. “Arturo es el médico que yo quiero que me atienda. El que no te sobremedica, ni te ordena estudios innecesarios, el que te dedica todo el tiempo que necesitás, no importa si tu enfermedad es grave o es una pavada. Arturo logra así algo que cura: estar frente a él te alivia.”
¿Cómo encontró a este médico de película? “ Por un trabajo, llegué a la Patagonia y conocí ahí a un médico rural increíble. El tipo contaba con mucho cariño cómo había tenido que aprender todo de nuevo porque todo lo que sabía no le servía para atender a sus pacientes, que eran tehuelches. Quedé impactado, pero al tiempo ese médico se jubiló. Después de años, retomé esa idea, pero me preguntaba cómo iba a hacer para encontrar a otro médico así. ¿Tenía que recorrer pueblitos? ¿Tenía que preguntar en hospitales? ¿A quiénes? Entonces, googleé. Y ahí me encontré con que existía la Asociación Argentina de Médicos Rurales. Mandé un mail y me respondió Arturo: él es su fundador”.
La película recorrió festivales, se proyectó en los pueblos que recorre el médico y llegó ahora al Gaumont. “Es raro lo que pasa en estos momentos con las películas, porque en un festival me tocó competir con ficciones, y eso es injusto tanto para los directores de esos filmes como para los que hacemos documentales. Pero es lo que hay. Y luego está el tema de la exhibición. Hay mucha producción nacional y todas necesitan salas. Entonces, por más que tu película lleve público, hay que dejarle espacio a las demás. Igual es raro: en la puerta de la sala donde se está exhibiendo Salud Rural hay un poster de Me casé con un boludo. Y eso es raro, ¿no?”.
El método Doria incluye, entonces, compartir sus películas en Internet. Dirá que es una forma de devolver lo que recibe: “Yo veo cine así y me parece justo que cada quien vea una película cuando quiere y donde quiere”.
A esta altura queda claro que el estilo Doria tiene un componente esencial. Lo define con una palabra: sensibilidad. “Si filmo estos personajes es porque a mí me emocionan. Es imposible no conmoverse con esa gente que representa una manera de hacer cosas. Y esa manera, funciona. En la vida soy muy pesimista, pero mi cine es optimista: las historias que cuento son de personas que tienen algo para decirnos. Entonces, yo me callo y aprendo. Eso es lo que hago: escuchar”.
La cámara de Doria habla porque escucha.
Es así de simple y así de maravilloso.
Es cine.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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