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Los ojos de Lucía

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Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez. Un padrón abierto y autogestionado. Un acompañamiento a los familiares víctimas de la máquina femicida. Un seguimiento de la impunidad judicial. Y un espacio para recordar las vidas de mujeres, trans y travestis asesinadas por hombres. Inspirado en y pensado para las jóvenes como Lucía Pérez, que construirán un mundo con otra mirada, sin machismo y con la memoria que intenta dejar sentado este registro.

Los ojos de Lucía

No son cifras. 
Es el registro social de aquello que el Estado no hace, a pesar de estar obligado. 
No son números. 

Es la cartografía de la violencia patriarcal y la descripción de cómo opera el Poder Judicial, la policía y las pocas medidas de protección con las que cuentan las víctimas antes de ingresar a esta dolorosa planilla.

Así se presenta el primer registro público y autogestivo de violencia patriarcal, el Observatorio Lucía Pérez. Con la autorización de su familia, el nombre y la mirada de Lucía son el sello de este observatorio que viene a exponer con identidades y análisis la realidad violenta que padecen miles de mujeres, travestis, trans, lesbianas y niñas en Argentina. 

El monitoreo de los medios de comunicación y las redes sociales, lo que organizaciones sociales y feministas denuncian, el boca a boca, y los mails que envían con información de causas y dolores, engrosan semana a semana la planilla que releva los casos de femicidios, travesticidios, muertes por abortos clandestinos y desaparecidas. Todos los meses la cifra aumenta: más crímenes de odio, más desaparecidas en contextos de violencia, más abortos que se complican por la clandestinidad, más infancias que quedan huérfanas. 

La mirada se completa con familias sobrevivientes de femicidios que aportan análisis y perspectivas para elaborar los informes que el Observatorio Lucía Pérez publica mensualmente. “¿Cómo poner fin a estas violencias? ¿Cómo construir el Nunca Más del Ni Una Menos?”, son las dos preguntas clave que el Observatorio codo a codo con las familias hacen desde y para la sociedad.

Lo que se ve duele: impunidad; violencia judicial, estatal y policial; desidia; desinformación, y falta de políticas públicas efectivas. 

Así las respuestas se construyen desde los pies. El último informe muestra a vecinas y vecinos de distintos puntos del país movilizados frente a los femicidios que hubo en sus territorios. Explica el informe: “Hasta tanto el Estado anuncie las respuestas que necesitamos, la sociedad argentina debe exponerse, desafiar la cuarentena, el frío y la comodidad para gritar en las calles lo que se niegan a escuchar”. 

Escuchemos.

Los ojos de Lucía

Justicia patriarcal

La máquina femicida tiene múltiples engranajes. Uno es el Poder Judicial. El acceso es restrictivo. Los procesos son lentos, revictimizantes e insuficientes. No hay que ir más lejos que el nombre del Observatorio para verlo: aun cuando el fallo de Lucía Pérez fue anulado, tres jueces -dos de los cuales siguen en funciones- condenaron la venta de drogas y no el femicidio y abuso de una joven de 16 años. 

Cristina Montserrat Hendrickse, abogada, militante transfeminista e integrante del Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez, analiza la situación judicial a partir de los datos que revela el padrón autogestivo: “Advertimos una reticencia en general a calificar los femicidios como tales. Hay una gran proporción de este tipo de actitudes de querer desplazar el hecho del concepto de femicidio en una calificación menor. Y esto es importante no solo desde lo cultural en cuanto a la visibilización, sino también en cuanto a la condena. La pena prevista para el homicidio simple es de 8 a 25 años y la de femicidio es perpetua. La creación de la figura del femicidio en el año 2012, además de aumentar la pena y tratar de aumentar la mayor prevención individual y general respecto del femicidio, cumple una función de visibilización, de evitar el negacionismo de esta pandemia – la de los femicidios – que sufre no sólo la Argentina, sino toda la humanidad”. 

¿Con qué perspectiva el poder judicial da tratamiento a la violencia machista?

Hay una clara deficiencia en cuanto al Poder Judicial en la medida que se resisten a encuadrar la violencia de género como tal cuando tenemos un varón agresor y una víctima mujer, ahí tenemos la desigualdad. Cuando tenemos los elementos que caracterizan a esta violencia y la califican de otra manera, por ejemplo como homicidio simple, averiguación de muerte o resistencia, en vez de calificarlo como femicidio. 

#AbortoLegalYA

En lo que va del año, al menos tres mujeres fallecieron por practicarse abortos clandestinos durante el aislamiento por la pandemia de Covid-19: dos en la Provincia de Buenos Aires y una en Formosa. También, en Santiago del Estero, a una niña de 12 años que había sufrido un abuso sexual no le garantizaron la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) cuando la solicitó.  El Observatorio informó que “durante la cuarentena los llamados a la Línea de Salud Sexual del Ministerio de Salud para acceder a abortos legales subieron más de 500 por ciento” y que según esta fuente oficial “pasaron de un promedio de 5 a 11 consultas diarias a 70 cada 24 horas. En el aislamiento social, preventivo y obligatorio la demanda telefónica para ser acompañada en el acceso a un aborto legal creció 536 por ciento”.

El registro de las muertes por abortos clandestinos es parte del padrón que el Observatorio lleva adelante día a día. 

Infancias huérfanas

Según el Observatorio Lucía Pérez, este año más de 200 niños, niñas y adolescentes perdieron a su madre por la violencia machista. Esta cifra podría ser mayor: no siempre se puede acceder a saber la cantidad de hijxs que tenían las víctimas. La decisión de incorporar en el padrón el registro de cuántos hijes tenía la victima de femicidio nació desde las familias. El acompañamiento que se hacen les permitió ver claramente cómo el Estado está ausente en el después. Son las propias familias quienes se hacen cargo de sostener y costear la vida de les niñes: desde el desayuno de cada día hasta la ropa o la escuela. 

A dos años de la sanción de la Ley Brisa, son muchas las dificultades de los familiares que tienen a su cargo lograr que las criaturas accedan al resarcimiento que el Estado debe entregar: atención integral de la salud y una reparación económica que equivale a una jubilación mínima (hoy 16.864 pesos) hasta los 21 años y sin límite de tiempo si hay alguna discapacidad. 

El Observatorio relevó en uno de sus informes las declaraciones periodísticas de Florencia Marinaro, subsecretaria de Mujeres, Género y Diversidad de Santa Fe, quien ante la consulta y demanda del acceso a la reparación admitió “la complejidad del trámite”, y detalló: “Para iniciar el trámite, que es un juicio en sí, se requiere no solo tener el cuidado de los niños, sino recursos para contratar un abogado o bien esperar para que el sobrecargado sistema judicial lo haga a través de abogados oficiales”. 

La implementación de la Ley Brisa depende del comité Permanente de Seguimiento (COPESE) que integran la Secretaría de Niñez, el ANSES y el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de Nación. Informa el ANSES a MU que “en julio el alcance del derecho totalizó en 642 personas”. Sin embargo, mirando la cifra de femicidios de los últimos años la pregunta es urgente: ¿cómo hará el Estado para rastrear y llegar a todxs?

El Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad informó por su parte que “en conjunto con ANSES y SENNAF, se está analizando la normativa vigente con el fin de agilizar la accesibilidad a la reparación”. 

Ninguna de las dos carteras informó qué funcionarios están a cargo de gestionar la Reparación Económica para las Niñas, Niños y Adolescentes. 

Construir el límite

Frente a la falta de datos oficiales la respuesta es colectiva y por abajo. Las organizaciones sociales y feministas salen a denunciar los casos y las realidades que se viven en los territorios. De esa red se nutre este Observatorio, que viene a mostrar con sus informes las ausencias del Estado a lo largo y ancho del país respecto a la violencia patriarcal. La sociedad construye herramientas y contención donde el Estado hace agua. 

Así, con estos datos autogestionados a la vista, se piensa cómo actuar, qué presente tejemos para cambiar el futuro. “El Observatorio aporta una realidad en la cual vivimos, estos datos son las mujeres muertas con nombre y apellido, con su edad, quiénes eran y quién las mató. Es deplorable y tristísimo para las mujeres tener que salir a pedirle al Estado que se haga presente para que no nos maten. Lo vamos a seguir haciendo porque nada ha cambiado, vamos a salir a la calle, en nuestras casas no nos vamos a quedar”, asegura Marta Montero, la mamá de Lucía Pérez.  

El Observatorio marca ese faro:

“Sin datos, estamos a ciegas.
Sin políticas, estamos condenadas.
Construimos con este padrón una herramienta para desobedecer ese destino”.

Generación Ni Una Menos

El cuerpo de Ludmila Pretti -14 años- fue encontrado semidesnudo y dentro de una bolsa el domingo 6 de septiembre, en la casa de Cristian Jerez, un joven de 19 años, en la localidad de Francisco Álvarez, partido bonaerense de Moreno. Jerez está detenido: estuvo prófugo un día después de que se escapara de la comisaría, luego de haber hablado incluso con el papá de la joven, diciendo que iba a buscar su DNI y nunca regresó. La inoperancia desató la rabia frente a la unidad policial, principalmente de las amigas de Ludmila, jóvenes de 14 y 15 años, que terminó con represión. Esas mismas chicas encabezaron una movilización a la UFI N°4 del Departamento Judicial de Moreno-General Rodríguez para exigir justicia. Esas mismas chicas se pararon cara a cara con oficiales de la Bonaerense -dos días después de que esa fuerza se amotinara alrededor de la Quinta de Olivos- y les cantaron: “Yo sabía que a los femicidas los cuida la policía”. Candela, una joven de 20 años de Álvarez, lleva un cartel que dice: «La policía no nos cuida, nos cuidan nuestras amigas». La joven explica no sólo qué significa ese cartel, sino también la lectura de una nueva generación que pone el cuerpo y los pies en la calle para exigir, con rabia y dolor, justicia por sus amigas: “Todas salimos a luchar por lo mismo. El cartel significa que la policía nunca está presente. Siempre que nos pasa algo, nunca está. La culpa es de los asesinos y violadores que ellos dejan sueltos. Por eso nos cuidan nuestras amigas: nos preguntamos si llegamos, nos pedimos la ubicación. Nos tenemos entre nosotras”. La marcha también es una ceremonia: así una joven de 23 años pide el micrófono y cuenta -por primera vez- que hace 10 años una persona mató a hachazos a su mamá y a su hermana, de 3 años. Por eso, frente al cordón policial también está Bianca, 14 años, una de las mejores amigas de Ludmila, que sintetiza a la perfección el abrazo que recibe la joven: “Esto es rabia”.

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Un mes sin Brenda, Lara y Morena: lo que se sabe de la trama narcofemicida

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Este lunes se está cumpliendo un mes del triple narcofemicidio. La causa que investiga el asesinato de Brenda (20), Morena (20) y Lara (15) tiene nueve personas detenidas y tres prófugas. Una de ellas es Alex Ydone Castillo, acusado de ser el dueño de los 30 kilos de cocaína que habrían sido robados, posible móvil de los brutales asesinatos. 


Lo increíble: Castillo estaba preso pero fue excarcelado “por razones humanitarias” durante la pandemia del coronavirus, según lo reveló el periodista de Infobae Federico Fahsbender. En su artículo se detalla que Ydone Castillo había sido detenido en Argentina por una circular roja de Interpol –emitida desde Perú, su país de origen– por “un movimiento de 51 kilos de cocaína”. Fue la Sala II de Casación la que lo excarceló. Desde que quedó en libertad, el gobierno peruano tampoco envió en los plazos pertinentes el pedido formal de extradición. Y siguió libre.

Los otros dos prófugos de la causa del triple narcofemicidio son David González Huamani (“El loco David” o “El Tarta”, por tartamudo) y Manuel Valverde, tío de Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”, que está detenido en Perú a la espera de un juicio de extradición. 

Los narcos robados

A Huamani, Celeste Magalí Guerrero (una de las detenidas que mayor información aportó) lo reconoció dentro de su casa del barrio Villa Vatteone. Fue una de las personas reconocida por tener guantes de látex. Huamani también aparece en la declaración de Víctor Sotacuro, detenido en Villazón, frontera con Bolivia, acusado de manejar el auto de apoyo a la Chevrolet Tracker blanca que levantó a las chicas en las calles de Ciudad Evita el 19 de septiembre. Sotacuro dijo que fue Huamani quien lo contrató para hacer los viajes de esa noche y que le pidió que le llevara ropa para cambiarse. Sotacuro declaró que lo fue a buscar a Varela y lo llevó hasta la 1-11-14, en el Bajo Flores, y dijo que Huamani estaba sucio de barro, al igual que otros dos hombres que se subieron a su auto. La mamá de Morena lo señaló como el que maneja la droga en Las Antenas, un barrio de Lomas del Mirador, y en la Palito, en San Justo, dos localidades de La Matanza. 

Según una de las hipótesis de la investigación, los prófugos Castillo, Huamani y Valverde integran la organización cuya droga había sido robada. Sobre ellos pesan órdenes de captura internacional. Esa línea también busca a otros tres sospechosos, todavía no identificados, pero que en el expediente aparecen como “NN Paco”, “NN Nero”, y el “canoso de la Glock”, en referencia al arma que llevaba un hombre que Guerrero ubicó en su casa, bajándose de la camioneta con Pequeño J, en las calles Río Samborombón y Chañar. 

Quiénes están en prisión

Hasta el momento las nueve personas detenidas son:

  • Daniela Ibarra (19) y Maximiliano Parra (18), quienes encontraron limpiando con lavandina la casa de Varela.
  • Celeste Magalí Guerrero (28) que alquilaba la casa. Su declaración aportó múltiples detalles que la justicia debe corroborar. Por un lado, explicó la estructura del clan, con jerarquías divididas en “Abuelos”, “Papás”, “Tíos”, “Pequeños” y “Mulos”, según el orden de importancia en la organización. Según su declaración, Pequeño J, que era presentado como el líder de una banda narco transnacional, en realidad tenía un rol menor, aunque lo ubicó en la escena del crimen. También declaró cómo esa noche fueron a comprar artículos de limpieza y bidones de nafta. 
  • Miguel Villanueva Silva (25), pareja de Guerrero. A ambos los detuvieron en un hotel alojamiento. Ella declaró que, al llegar a la casa de madrugada, lo vio con la mano ensangrentada y, según dijo, le confesó que había matado a una de las chicas al intentar escaparse. Un kiosquero del barrio de Florencio Varela dijo que Silva había ido a comprar con otro chico y que le dejó una mancha de sangre en la reja del comercio, que su mujer terminó limpiando. 
  • Ariel Giménez (29), uno de los acusados de cavar la fosa en la casa. 
  • Víctor Lázaro Sotacuro (41). Al principio se creía que solo era remisero pero, según Guerrero, tiene un lugar importante en la estructura. El hombre declaró que nunca estuvo en la escena, que no era el dueño de la droga robada, que tampoco era el jefe de la banda y que su apodo no era “El Duro”, como había dicho Guerrero. De todas formas, según La Nación, Sotacuro pagaba las cocheras en las que se estacionaban los cuatro vehículos de la banda: la Chevrolet Tracker blanca (que fue incendiada), el Volkswagen Fox blanco que manejó, un Renault 19 gris y un Chevrolet Cruze negro. Sus abogados pidieron un careo con Guerrero por supuestas “contradicciones”. 
  • Florencia Ibáñez (30), sobrina de Sotacuro, acompañante en el Volkswagen Fox, fue detenida luego de salir de los estudios de A24, donde defendió a su tío y dijo que habían pasado por el recorrido de la Tracker de casualidad. El fiscal Arribas dijo que Ibáñez reconoció que el móvil de los femicidios había sido un robo de un cargamento de droga que pertenecía a su pareja, el prófugo Alex Ydone Castillo.
  • Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”, 20 años. Guerrero lo ubicó en su casa con Sotacuro y el “canoso de la Glock”. También dijo que Pequeño J había llamado a Villanueva para pedirle la casa para una fiesta. Está detenido en el penal de Cañete, en Perú, a la espera de la extradición. La declaración de Guerrero lo rebajó en la estructura: hoy está acusado de organizar dealers. Según la investigación, el abuelo y el papá de Valverde también se dedicaban al negocio narco. Su padre fue asesinado. Una cámara de seguridad ubicó a “Pequeño J” el 6 de septiembre a la salida de un pool de Flores con Lara y otra joven. 
  • Matías Ozorio (28), ladero de Pequeño J. Su historia es increíble y grafica una época: el periodista Carlos Burgueño contó que el joven tenía un trabajo en relación de dependencia en el Hospital Italiano –obra social, aportes, vacaciones, aguinaldo–, lugar del que se hizo echar, según sus familiares, para cobrar una indemnización que invirtió en el mundo cripto. Entre sus apuestas estuvo $Libra, bendecida por el presidente Javier Milei, cuyo desplome hizo a Ozorio perder todo y pedir un préstamo a un transa. Ya no se despegó de lo narco. Según Guerrero, fue una de las tres personas que cavó los pozos en la casa de Varela. Como Pequeño J, fue detenido en Perú. Guerrero también declaró que Ozorio le traía cocaína en 100 o 120 envoltorios que ella vendía a un valor de $10.000 cada uno. 

Vínculo de confianza

Según publicó La Nación, el fiscal Carlos Arribas describió: “Tras producirse la referida sustracción cuyos autores fueran presumiblemente allegados o conocidos las víctimas, fue que mediante maniobras de engaño, y ardides y aprovechándose de su especial condición de vulnerabilidad, integrantes de la organización mencionada precedentemente, en su mayoría de sexo masculino, lograron establecer un vínculo de confianza con las tres jóvenes, por lo que el 19 de septiembre de 2025, a las 21.29, consiguieron las jóvenes abordaran una Chevrolet Tracker blanca con dominio que había sido robado, en la que viajaban al menos tres personas. El vehículo contaba con el apoyo de un Volkswagen Fox blanco en el que circulaban al menos otras dos personas de la organización y de Chevrolet Cruze negro”. 

Según las publicaciones, todavía no está claro quiénes integran el grupo que habría robado el cargamento de cocaína. Pero la descripción de la estructura hace presumir que la causa está próxima a pasar a la órbita de la Justicia Federal.

Ya pasó un mes. 

Las familias de Brenda, Lara y Morena siguen exigiendo justicia. 

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Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

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Por Evangelina Bucari

Fotos: Carlos Luna @un_chino.of

Azul Mía Natasha Semeñenko soñaba con “ser Azul del todo”. Había iniciado su hormonización, esperaba turno para realizarse una cirugía de modificación corporal y, como escribió su compañera de trabajo y amiga Ivana Meske, “buscó amor en todas sus formas”. “No tuvo una ley de identidad de género que la protegiera en su infancia –recordó–; fue excluida, juzgada, maltratada. Aun así, siempre tejió redes: trabajamos con ella el cambio de DNI, buscó apoyo en el sistema de salud y batalló por operarse. ‘Voy a ser Azul cuando me operen’, solía decir”. No logró cumplir ese sueño porque fue asesinada. A dos días del hallazgo de su cuerpo, la lloran y despiden en el Cementerio Central de la ciudad de Neuquén.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

El 25 de septiembre, día de su cumpleaños 49, Azul dejó de responder mensajes. Sus compañeras de trabajo se preocuparon y la buscaron; el Estado no lo hizo tan rápido. Si bien les tomaron la denuncia, la Policía recién publicó la búsqueda el 30, cinco días después. Tras marchas y movilizaciones junto al movimiento trans y feminista para visibilizar su desaparición, tres semanas más tarde, el 15 de octubre a la noche, el Ministerio Público Fiscal neuquino informó la identificación de un cuerpo hallado en un canal de Valentina Norte: era ella, había sido víctima de un transfemicidio. De acuerdo con la autopsia preliminar, sufrió heridas punzocortantes en tórax y brazos y fracturas en la cara. La investigación está ahora a cargo de la fiscal Guadalupe Inaudi.

La vida de Azul no había sido fácil. Como muchas otras chicas trans, su camino estuvo atravesado por diferentes formas de discriminación, violencias y vulneraciones: estaba alejada de su entorno familiar, con quienes no tenía contacto; tiempo atrás había tenido que ejercer el trabajo sexual como forma de subsistencia y, en algún momento, había caído en consumos problemáticos. Por eso, cuando en 2017 entró a trabajar en la Subsecretaría de Niñez y Adolescencia como maestranza, ese espacio y sus compañeras se transformaron en su familia elegida junto a sus amigas trans que la acompañaban en su proceso. Con el cambio de gobierno en 2023, había sido trasladada de área y actualmente trabajaba como auxiliar en el Centro de Atención a las Víctimas de Violencia de Género.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

La bandera en la marcha.

Apenas conocida la noticia del transfemicidio, el 16 de octubre hubo una gran marcha y abrazo colectivo. Durante la manifestación, se sumó Marcos, el hermano de Azul, que compartió el dolor de la familia pese a estar distanciados y su pedido de que el caso no quede impune.

En ese encuentro llegó el desahogo y se multiplicaron los recuerdos de quienes compartían los días con ella y la describieron: atenta con todos, llevando siempre “un matecito o café caliente”, preguntando todo el tiempo si alguien necesitaba algo o haciéndose cargo de cubrir tareas si alguien faltaba; una mujer tímida pero alegre, que personalizó su rinconcito en la oficina y que ahora nadie se anima a tocar. “Escuchar los relatos muestra cómo para Azul el trabajo fue un lugar de pertenencia. Fueron las compañeras quienes tomaron la búsqueda desde el primer día”, destacó Mariana Sarin, secretaria de Género de la CTA Autónoma provincial y delegada de ATE.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

La presencia mapuche en el acto por Azul.

Cecilia Vacarezza era compañera de Azul desde sus inicios y se habían reencontrado este año en la Dirección Provincial de Protección Integral de las Violencias. La recuerda llegando en bicicleta y siendo de las últimas en irse: “Era querida por todas y todos. Luchó por su identidad, estaba feliz porque podía ser ella misma. Nos arrebataron su vida de una forma brutal”, contó entre sollozos por mensajes de WhatsApp. Muchas no podían ni hablar.

“El primer día que llegó estaba tímida. Le pregunté cómo quería que la llamara y me dijo ‘Azul’. Desde entonces se fue ganando su lugar, con su libertad, su alegría y su forma única de ser”, escribió en redes Rosana Arévalo, otra compañera de trabajo. “Voy a extrañar que camine por los pasillos cantando en inglés –continúo–, que me diga ‘Amore, ¿te traigo algo?’, que me escriba para pedirme ayuda o que me cuente que ya atendió a todos. Voy a extrañar sus stickers, sus audios, su risa pilla, sus mensajes”.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Las voces de ternura y afecto se replican. Carolina Guajardo, exsubsecretaria de Niñez y Adolescencia, fue su jefa: “En su aspecto se notaban las marcas de una vida dura, pero en su actitud siempre fue amorosa y muy atenta”, recuerda. Rememora las charlas que tenían, los consejos que pedía, su deseo de ser “realmente Azul” y lo leal que era. Repite la anécdota del cafecito, y cree que era así porque estaba muy agradecida después de una “vida que le había sido vulnerada millones de veces”.

La violencia avanza

El asesinato de Azul se inscribe en una violencia persistente: desde enero, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 213 femicidios y transfemicidios. La estadística no alcanza para decir quién era, pero explica el miedo y la bronca que se tradujeron en calle. “Somos parte de una marea que dice basta. El Estado es responsable de garantizar la vida y la seguridad de todas”, dice Vacarezza con angustia. 

Para quienes reclaman justicia y piden que haya más prevención, la decisión del Gobierno provincial de declarar dos días de duelo en memoria de Azul y disponer banderas a media asta en edificios públicos “no reemplaza la política pública”. “El Gobierno provincial decretó dos días de duelo, pero nadie se comunicó con la familia durante la búsqueda: es un parche en medio de la campaña”, cuestionó Guajardo, que además es parte de la colectiva feminista La Revuelta.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Por su parte, Sarin apuntó al sistema judicial “machista y patriarcal” y a la necesidad de “exigir justicia en la calle”. “Desde las organizaciones denunciamos que la política de odio hacia mujeres y diversidades del gobierno de Milei mata; el desmantelamiento de los servicios de asistencia también mata”, afirmó la referente de la CTA y detalló que Azul es la tercera víctima reconocida de asesinato por violencia de género en la provincia, pero que “hay otras muertes violentas catalogadas como suicidios” y que siguen reclamando por Luciana Muñoz, desaparecida hace 15 meses.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Para la secretaria de Género de la CTA Autónoma neuquina, el transfemicidio de Azul ocurre en una provincia donde a igual que a nivel nacional “las políticas de género fueron vaciadas y el clima de odio se traduce en retrocesos concretos”.

Sarin también advirtió sobre el avance de grupos conservadores evangelistas en Neuquén. Uno de los ejemplos que dio es el de la candidata que encabeza la lista de senadores libertarios por la provincia, Nadia Márquez, hoy diputada nacional con protagonismo en la Cámara Baja. Su padre, un pastor evangélico, fue uno de los pocos que recibió fondos de ayuda alimentaria desde el Ministerio de Capital Humano nacional. «Ellos hacen política para volver a encerrar a las mujeres en la casa, para volver a meter a niñas y niños bajo la égida de la familia y que no tengan derechos garantizados por el Estado. Entendieron que el movimiento de mujeres y diversidades, con su cuestionamiento al orden patriarcal, era un riesgo para su poder político y económico, y decidieron ir contra nosotras”, aseguró la dirigenta.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

También alertó sobre otros grupos antifemnistas como la organización Padres de Río Negro y Neuquén, “que obtuvo declaración de interés legislativo”. Explicó que son padres que promueve la idea de que los niños son ‘rehenes’ de sus madres» y detalló que «instalaron un tráiler frente al Juzgado de Familia, justo donde las mujeres deben presentarse a denunciar. Lo llenaron de carteles y banderas: para ir a denunciar, hay que pasar por el medio de eso”.

“Trabajo en la 148 y veo a diario casos que no encuentran respuesta; a veces el botón antipánico no funciona o no hay. Decimos ‘riesgo de femicidio’, pero ¿qué significa si no se actúa?”, interpeló Guajardo.

Hasta ahora no se sabe qué pasó. La última conexión del celular de Azul se ubicó en la zona del río Neuquén; su cuerpo fue hallado envuelto y atado, en avanzado estado de descomposición. El paso de los días borra pruebas. Por eso, queda una certeza entre quienes la quisieron: la pelea es por memoria y justicia y se convocó para una gran movilización para el 21 de octubre para pedir por el esclarecimiento del crimen. “Vamos a seguir, ya tenemos comprada la vereda de la Ciudad Judicial”, concluyó Sarin.

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Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

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La marcha en La Matanza, a dos semanas del triple narcofemicidio.

Por Lucas Pedulla

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

En silencio.

La marcha empieza 21:29, horario en el que las chicas se subieron, hace dos semanas, a la camioneta Chevrolet Tracker blanca. Para quienes no conocen este lugar –rotonda de La Tablada, cruce de Camino de Cintura y avenida Crovara, La Matanza–, el silencio que acompaña la movilización de las familias de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez no se termina de dimensionar.

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El perímetro está cortado desde muy temprano por la policía bonaerense y apenas algunas motos del barrio o ambulancias urgentes pasan por una intersección que, en un día común, es puro bocinazo, ruido y tránsito sin parar. 

Así, en silencio, esta marcha grita que hace dos semanas ya no hay ningún día común. 

“El barrio está de luto”, dice Brian, un joven muy dulce que acompaña a la familia de Morena. “Antes se escuchaba música, había fiesta, baile. Ahora, nada”.

Eric, de 28 años, al lado de la familia de Brenda: “El barrio está triste”. 

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Las chicas que acompañan a Estela, mamá de Lara Gutiérrez, mueven la cabeza de un lado a otro: “Queremos justicia”, dicen. No quieren decir más. ¿Hay algo más?

De a poco, desde los monoblocks que custodian esta rotonda bajo la mirada de murales del Papa Francisco y Diego Maradona, los vecinos fueron llegando. Algunos volvían de trabajar, otros se sumaban después de cenar. Hay jubiladas, adolescentes y muchos niños y niñas que sostienen velas en cuellos de botellas de plástico. Sabrina, la mamá de Morena, marcha mirando el frente. Paula, mamá de Brenda, lleva en brazos a su nieto de un año. Hay mucho dolor, y son los niños los que marcan con una mirada de fuego una fotografía fuera de lugar, una cámara que parece no respetar este duelo.

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En silencio, nadie habla. 

Solo los pasos en una ronda a la rotonda en sentido inverso a las agujas del reloj, como las Madres en Plaza de Mayo, o los jubilados en el Congreso.

Quizá de manera inconsciente, sin saberlo, en este gesto las familias respondan una pregunta innecesaria que circula en algunos colectivos que se desvían de recorrido por el corte: “¿Por qué marchan si hay detenidos?”. Precisamente, porque el nunca más se sostiene en movimiento, como una forma de gritarle a la agenda política y social que este horror no tiene justicia. 

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En silencio, la ronda termina. 

Las familias se reúnen y sacan bengalas y globos blancos que todo este barrio que marcha estuvo inflando durante la tarde. “Ahora”, ordena Sabrina, y los globos se sueltan.

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Las bengalas se encienden.

Las familias se abrazan, se descargan. 

Y un nene, que no llega a los diez años, dice lo único que hay que decir: “Justicia”. 

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

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