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Los ojos de Lucía

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Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez. Un padrón abierto y autogestionado. Un acompañamiento a los familiares víctimas de la máquina femicida. Un seguimiento de la impunidad judicial. Y un espacio para recordar las vidas de mujeres, trans y travestis asesinadas por hombres. Inspirado en y pensado para las jóvenes como Lucía Pérez, que construirán un mundo con otra mirada, sin machismo y con la memoria que intenta dejar sentado este registro.

Los ojos de Lucía

No son cifras. 
Es el registro social de aquello que el Estado no hace, a pesar de estar obligado. 
No son números. 

Es la cartografía de la violencia patriarcal y la descripción de cómo opera el Poder Judicial, la policía y las pocas medidas de protección con las que cuentan las víctimas antes de ingresar a esta dolorosa planilla.

Así se presenta el primer registro público y autogestivo de violencia patriarcal, el Observatorio Lucía Pérez. Con la autorización de su familia, el nombre y la mirada de Lucía son el sello de este observatorio que viene a exponer con identidades y análisis la realidad violenta que padecen miles de mujeres, travestis, trans, lesbianas y niñas en Argentina. 

El monitoreo de los medios de comunicación y las redes sociales, lo que organizaciones sociales y feministas denuncian, el boca a boca, y los mails que envían con información de causas y dolores, engrosan semana a semana la planilla que releva los casos de femicidios, travesticidios, muertes por abortos clandestinos y desaparecidas. Todos los meses la cifra aumenta: más crímenes de odio, más desaparecidas en contextos de violencia, más abortos que se complican por la clandestinidad, más infancias que quedan huérfanas. 

La mirada se completa con familias sobrevivientes de femicidios que aportan análisis y perspectivas para elaborar los informes que el Observatorio Lucía Pérez publica mensualmente. “¿Cómo poner fin a estas violencias? ¿Cómo construir el Nunca Más del Ni Una Menos?”, son las dos preguntas clave que el Observatorio codo a codo con las familias hacen desde y para la sociedad.

Lo que se ve duele: impunidad; violencia judicial, estatal y policial; desidia; desinformación, y falta de políticas públicas efectivas. 

Así las respuestas se construyen desde los pies. El último informe muestra a vecinas y vecinos de distintos puntos del país movilizados frente a los femicidios que hubo en sus territorios. Explica el informe: “Hasta tanto el Estado anuncie las respuestas que necesitamos, la sociedad argentina debe exponerse, desafiar la cuarentena, el frío y la comodidad para gritar en las calles lo que se niegan a escuchar”. 

Escuchemos.

Los ojos de Lucía

Justicia patriarcal

La máquina femicida tiene múltiples engranajes. Uno es el Poder Judicial. El acceso es restrictivo. Los procesos son lentos, revictimizantes e insuficientes. No hay que ir más lejos que el nombre del Observatorio para verlo: aun cuando el fallo de Lucía Pérez fue anulado, tres jueces -dos de los cuales siguen en funciones- condenaron la venta de drogas y no el femicidio y abuso de una joven de 16 años. 

Cristina Montserrat Hendrickse, abogada, militante transfeminista e integrante del Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez, analiza la situación judicial a partir de los datos que revela el padrón autogestivo: “Advertimos una reticencia en general a calificar los femicidios como tales. Hay una gran proporción de este tipo de actitudes de querer desplazar el hecho del concepto de femicidio en una calificación menor. Y esto es importante no solo desde lo cultural en cuanto a la visibilización, sino también en cuanto a la condena. La pena prevista para el homicidio simple es de 8 a 25 años y la de femicidio es perpetua. La creación de la figura del femicidio en el año 2012, además de aumentar la pena y tratar de aumentar la mayor prevención individual y general respecto del femicidio, cumple una función de visibilización, de evitar el negacionismo de esta pandemia – la de los femicidios – que sufre no sólo la Argentina, sino toda la humanidad”. 

¿Con qué perspectiva el poder judicial da tratamiento a la violencia machista?

Hay una clara deficiencia en cuanto al Poder Judicial en la medida que se resisten a encuadrar la violencia de género como tal cuando tenemos un varón agresor y una víctima mujer, ahí tenemos la desigualdad. Cuando tenemos los elementos que caracterizan a esta violencia y la califican de otra manera, por ejemplo como homicidio simple, averiguación de muerte o resistencia, en vez de calificarlo como femicidio. 

#AbortoLegalYA

En lo que va del año, al menos tres mujeres fallecieron por practicarse abortos clandestinos durante el aislamiento por la pandemia de Covid-19: dos en la Provincia de Buenos Aires y una en Formosa. También, en Santiago del Estero, a una niña de 12 años que había sufrido un abuso sexual no le garantizaron la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) cuando la solicitó.  El Observatorio informó que “durante la cuarentena los llamados a la Línea de Salud Sexual del Ministerio de Salud para acceder a abortos legales subieron más de 500 por ciento” y que según esta fuente oficial “pasaron de un promedio de 5 a 11 consultas diarias a 70 cada 24 horas. En el aislamiento social, preventivo y obligatorio la demanda telefónica para ser acompañada en el acceso a un aborto legal creció 536 por ciento”.

El registro de las muertes por abortos clandestinos es parte del padrón que el Observatorio lleva adelante día a día. 

Infancias huérfanas

Según el Observatorio Lucía Pérez, este año más de 200 niños, niñas y adolescentes perdieron a su madre por la violencia machista. Esta cifra podría ser mayor: no siempre se puede acceder a saber la cantidad de hijxs que tenían las víctimas. La decisión de incorporar en el padrón el registro de cuántos hijes tenía la victima de femicidio nació desde las familias. El acompañamiento que se hacen les permitió ver claramente cómo el Estado está ausente en el después. Son las propias familias quienes se hacen cargo de sostener y costear la vida de les niñes: desde el desayuno de cada día hasta la ropa o la escuela. 

A dos años de la sanción de la Ley Brisa, son muchas las dificultades de los familiares que tienen a su cargo lograr que las criaturas accedan al resarcimiento que el Estado debe entregar: atención integral de la salud y una reparación económica que equivale a una jubilación mínima (hoy 16.864 pesos) hasta los 21 años y sin límite de tiempo si hay alguna discapacidad. 

El Observatorio relevó en uno de sus informes las declaraciones periodísticas de Florencia Marinaro, subsecretaria de Mujeres, Género y Diversidad de Santa Fe, quien ante la consulta y demanda del acceso a la reparación admitió “la complejidad del trámite”, y detalló: “Para iniciar el trámite, que es un juicio en sí, se requiere no solo tener el cuidado de los niños, sino recursos para contratar un abogado o bien esperar para que el sobrecargado sistema judicial lo haga a través de abogados oficiales”. 

La implementación de la Ley Brisa depende del comité Permanente de Seguimiento (COPESE) que integran la Secretaría de Niñez, el ANSES y el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de Nación. Informa el ANSES a MU que “en julio el alcance del derecho totalizó en 642 personas”. Sin embargo, mirando la cifra de femicidios de los últimos años la pregunta es urgente: ¿cómo hará el Estado para rastrear y llegar a todxs?

El Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad informó por su parte que “en conjunto con ANSES y SENNAF, se está analizando la normativa vigente con el fin de agilizar la accesibilidad a la reparación”. 

Ninguna de las dos carteras informó qué funcionarios están a cargo de gestionar la Reparación Económica para las Niñas, Niños y Adolescentes. 

Construir el límite

Frente a la falta de datos oficiales la respuesta es colectiva y por abajo. Las organizaciones sociales y feministas salen a denunciar los casos y las realidades que se viven en los territorios. De esa red se nutre este Observatorio, que viene a mostrar con sus informes las ausencias del Estado a lo largo y ancho del país respecto a la violencia patriarcal. La sociedad construye herramientas y contención donde el Estado hace agua. 

Así, con estos datos autogestionados a la vista, se piensa cómo actuar, qué presente tejemos para cambiar el futuro. “El Observatorio aporta una realidad en la cual vivimos, estos datos son las mujeres muertas con nombre y apellido, con su edad, quiénes eran y quién las mató. Es deplorable y tristísimo para las mujeres tener que salir a pedirle al Estado que se haga presente para que no nos maten. Lo vamos a seguir haciendo porque nada ha cambiado, vamos a salir a la calle, en nuestras casas no nos vamos a quedar”, asegura Marta Montero, la mamá de Lucía Pérez.  

El Observatorio marca ese faro:

“Sin datos, estamos a ciegas.
Sin políticas, estamos condenadas.
Construimos con este padrón una herramienta para desobedecer ese destino”.

Generación Ni Una Menos

El cuerpo de Ludmila Pretti -14 años- fue encontrado semidesnudo y dentro de una bolsa el domingo 6 de septiembre, en la casa de Cristian Jerez, un joven de 19 años, en la localidad de Francisco Álvarez, partido bonaerense de Moreno. Jerez está detenido: estuvo prófugo un día después de que se escapara de la comisaría, luego de haber hablado incluso con el papá de la joven, diciendo que iba a buscar su DNI y nunca regresó. La inoperancia desató la rabia frente a la unidad policial, principalmente de las amigas de Ludmila, jóvenes de 14 y 15 años, que terminó con represión. Esas mismas chicas encabezaron una movilización a la UFI N°4 del Departamento Judicial de Moreno-General Rodríguez para exigir justicia. Esas mismas chicas se pararon cara a cara con oficiales de la Bonaerense -dos días después de que esa fuerza se amotinara alrededor de la Quinta de Olivos- y les cantaron: “Yo sabía que a los femicidas los cuida la policía”. Candela, una joven de 20 años de Álvarez, lleva un cartel que dice: «La policía no nos cuida, nos cuidan nuestras amigas». La joven explica no sólo qué significa ese cartel, sino también la lectura de una nueva generación que pone el cuerpo y los pies en la calle para exigir, con rabia y dolor, justicia por sus amigas: “Todas salimos a luchar por lo mismo. El cartel significa que la policía nunca está presente. Siempre que nos pasa algo, nunca está. La culpa es de los asesinos y violadores que ellos dejan sueltos. Por eso nos cuidan nuestras amigas: nos preguntamos si llegamos, nos pedimos la ubicación. Nos tenemos entre nosotras”. La marcha también es una ceremonia: así una joven de 23 años pide el micrófono y cuenta -por primera vez- que hace 10 años una persona mató a hachazos a su mamá y a su hermana, de 3 años. Por eso, frente al cordón policial también está Bianca, 14 años, una de las mejores amigas de Ludmila, que sintetiza a la perfección el abrazo que recibe la joven: “Esto es rabia”.

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Lucía Pérez: la trama de la injusticia

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“¿Por qué se procede de esta manera tan irregular y que revictimiza a esta familia una y otra vez para salvar a personas que se supone que son dos perejiles?” preguntó ayer el abogado Juan Pablo Gallego ante sucesivos cambios de carátulas, sospechosas reprogramaciones de fechas y maniobras que parecen revelar un entramado que busca la impunidad y la negación del femicidio de Lucía, que tenía 16 años. Ocurrió durante una audiencia en el que uno de los acusados pide salidas transitorias. El trasfondo de idas y venidas fue descripto por el abogado: “Lo que pasó es un hecho aberrante, que implicó la muerte atroz de una adolescente de 16 años en circunstancias probadas de narco criminalidad”.

Por Claudia Acuña

Hay que explicar lo inexplicable. Desde que el 8 de octubre de este año la Cámara de Casación modificó el segundo fallo por el crimen de Lucía Pérez para negar su femicidio se desató una catarata de maniobras –de alguna manera hay que llamarlas– para intentar liberar a sus femicidas.

El fallo de Casación confirmó la culpabilidad de Juan Pablo Offidani y Matías Farías y los condenó por los delitos de violación agravada por el uso de estupefacientes y por tratarse de una menor de edad, pero no por su crimen: Lucía simplemente se murió. Esta negación del femicidio tiene como consecuencia un disparate jurídico: por un lado, la familia apeló está decisión; pero al mismo tiempo esta apelación no puede avanzar hasta que no se determine el monto de la condena que le correspondería a Farías por esta nueva tipificación. Si es complicado de comprender, imagínense lo que significa para esta familia soportar lo que la obliga a padecer el Poder Judicial. A saber:

  1. Para poder determinar el monto de la pena que le correspondería a Farías –que en el segundo fallo y luego del juicio anulado había sido condenado por femicidio y por lo tanto a prisión perpetua– podría corresponderle entonces entre 8 y 20 años de prisión. Para establecer exactamente cuánto, de acuerdo a la evaluación de atenuantes y agravantes, se inventó un tribunal compuesto por tres jueces de diferentes juzgados. Serán los responsables de la audiencia de Cesura que, según dictaminó luego de una audiencia donde acordó con las partes –querella y defensa– cómo sería el procedimiento, se realizará el 29 de abril de 2026 y durante tres días.
Lucía Pérez: la trama de la injusticia
  1. Imagen de la audiencia. A la izquierda, el abogado Juan Pablo Gallego. Arriba, la foto principal, la movilización que acompañó a la familia.
  2. Unos días después la familia recibió una notificación que le comunicaba que esa audiencia se adelantaba a septiembre. Como su abogado, Juan Pablo Gallego, no estaba ni enterado de esta anticipación –y además se encontraba en España para la fecha pautada– se presentó un escrito denunciado esta irregularidad y solicitando se mantenga lo debidamente acordado: 29 de abril de 2026. Así será.
  3. Un mes después hubo otra novedad: el nuevo fiscal –cuyo rol se supone que es acusatorio– pidió el cese de la prisión de Farías, aun cuando las instancias de apelación y de establecimiento del nuevo monto de pena estaban pendientes de resolución.
  4. Unos días después llegó el turno de Offidani: solicitó salidas transitorias. La audiencia que se realizó este miércoles en los tribunales de Mar del Plata fue para decidir si las otorgaban o no.

En esa audiencia el doctor Gallego sintetizó lo que todo este proceder judicial despierta como duda “¿por qué se procede de esta manera tan irregular y que revictimiza a esta familia una y otra vez para salvar a personas que se supone que son dos perejiles? ¿Hay algo más detrás de esta causa que permite forzar tanto los procedimientos judiciales? Si nosotros, como parte querellante, no renunciamos a que se le aplique a ambos la figura de femicidio y eso está todavía en trámite, ¿qué se busca con esto? ¿Qué se fuguen antes de que se resuelva la cuestión central?”

Como respuesta la doctora Romina Merino, abogada defensora de Offidani, propuso: “Miremos para adelante”.

El doctor Gallego replicó:

“Nosotros no vamos a dejar de mirar lo que pasó porque lo que pasó es un hecho aberrante, que implicó la muerte atroz de una adolescente de 16 años en circunstancias probadas de narco criminalidad y eso implica una doble responsabilidad del Estado: por tratarse de una menor y por estar frente a una banda que vendía drogas en la puerta de un colegio, delito por el que cumplen una condena ratificada”.

El juez de garantías que debe evaluar el pedido de Offidani tiene ahora cinco días para determinar si cumple o no con los procedimientos necesarios para obtener los beneficios de la libertad transitoria.

En tanto la familia de Lucía sigue esperando justicia.

Lucía Pérez: la trama de la injusticia

Matías, el hermano de Lucía y sus padres Guillermo y Marta.

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Adiós a Claudia Rodríguez: la Trans andina que propuso politizar el amor

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Referente del movimiento trans latinoamericano, activista, poeta, escritora y tanto más, escribió sobre su infancia, la militancia trans, la vida sexual y se autoproclamó Miss Sida en 2007. Claudia Falleció este 29 de Noviembre. Su pelea incluyó al pueblo mapuche, la educación pública, los sin techo, y planteó siempre una filosa crítica al neoliberalismo, que quita posibilidades de vida y las transforma solo en posibilidad de consumo. En uno de sus viajes a la Argentina compartió con la revista MU sus ideas sobre el orgasmo, el feminismo sin resentimiento, la creación, y por qué hay que politizar el amor. Un modo de homenajearla, de recordarla, y a la vez de volver a estar en contacto con un pensamiento y una acción que dejan una sensible huella cultural, artística y política.  

Por María del Carmen Varela

Foto: Lina Etchesuri

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38º Encuentro Plurinacional: el regreso

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Por Claudia Acuña

Fotos Line Bankel

A las doce de la noche parte el micro que nos trae de regreso a Buenos Aires con el grupo de mujeres que lucen imborrables sonrisas y cachetes decorados con purpurina. La noche es para soñar y la mañana para compartir la transmisión de la asamblea que decide en qué ciudad se realizará el próximo encuentro: Córdoba.

Con el festejo llega la ceremonia que preparó la Comisión de Mística.

Estamos todas sentadas en el piso superior del micro mientras una voz encantadora nos cuenta el cuento La cabeza en la bolsa, mientras recorre el angosto pasillo mostrando las ilustraciones que dan vida a esta historia que escribió Marjorie Pouchet: la de una chica rabiosamente tímida que siempre sale a la calle con una bolsa en la cabeza, hasta que un día, regado por sus lágrimas, crece allí un jardín. ¿Qué hará entonces con esa timidez y con esas flores?

Consultar a una amiga.

Algunas compartirán en voz alta lo que ese cuento les resuena; otras sus lágrimas.

Luego, las organizadoras de la colecta para el viaje nos darán dos regalos. Cada una recibirá así una de las serigrafías creadas por el grupo de arte Vivas Nos Queremos y un pedido: que sean expuestas en lugares colectivos. El otro regalo está guardado en un sobre hecho a mano con papel reciclado. Contiene stickers, calcomanías y un papel amarillo donde nos piden que escribamos un deseo que acompañe a nuestras amigas de viaje hasta el próximo Encuentro. Una cajita de cartón recoge los mensajes y de allí cada una extraerá el suyo.

El mío:

“Seguí tus sueños, abrazá tu intuición, aferrate a tus compañeras: todo es posible”. Llegamos.

38º Encuentro Plurinacional: el regreso

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