#NiUnaMás
Ni una más
MU en Jujuy, junto a familiares víctimas de femicidios. Es una provincia modelo de la máquina que asesina mujeres, de la que el Estado es parte activa. Los fiscales, unidos contra los familiares de víctimas. Las familias, investigadas y amenazadas. Las jóvenes, en peligro ante una violencia machista que crece ante la inacción y la impunidad. Los casos que generaron puebladas y ya son emblema del Ni Una Más en el norte. Y las madres, hermanas e hijes que no se callan y tejen red por la verdad, la memoria y la justicia. Por Claudia Acuña.
Diecisiete kilómetros a 2.641 metros de altura separan a Huacalera de Tilcara. Mientras los camino, cada paso se convierte en latido y al ritmo de ese tic tac se precipitan imágenes, palabras, información, nombres, expedientes, datos y más, todo baldeado por esas lágrimas que vimos rodar en las cansadas mejillas marrones de madres, hijas, hermanas, padres, amigas.
Las lágrimas: eso sin duda es lo primero.
Gruesas, constantes, pesadas.
Limpio las mías mientras agradezco pisar esta Puna bella y silenciosa, sacudida por un ventarrón helado que mitiga el imperio del sol. El cansancio aturde, la impotencia acelera. Ambas cosas describen lo que significa caminar esos kilómetros y también escribir esta crónica.
Un pequeño monolito de piedra nos recuerda que estamos en el Trópico de Capricornio y honro allí lo poco que recuerdo de la novela de Henry Miller:
“¿Por qué moverse?
¿Por qué salir de un refugio acogedor?”.
Repito como si fuera el cayado de un pastor: las lágrimas son lo primero.
¿Qué es lo segundo?
No hay segundo: ese es el problema.
Lo primero son las lágrimas, sí, pero a partir de ellas todo, hasta el detalle más trivial, es igual de importante y sucede al mismo tiempo y a una velocidad que apuna; como el soroche, marea, duele, da náuseas, corta la respiración y hace casi imposible moverse. Caminando por la Puna jujeña comprendemos que nuestras ruedas son esas cuatro letras.
Este es entonces y tan solo un capítulo más de la Historia que construyen las personas -desde el principio de estos tiempos en los que siempre fue imposible moverse- con esa palabra: casi.
La tormenta perfecta
Tomar un avión es más fácil que viajar en el tren Sarmiento. La frase la escribe en el whatssap Lucas Pedulla, el compañero de MU al que le comento que nunca nos pidieron certificado de circulación, carnets de obra social, credenciales de prensa, ni nada de lo exigido para llegar a San Salvador. La frase describe a las personas con las que comparto el vuelo: abrumadora mayoría de Hombres No Usuarios del Sarmiento.
El aeropuerto queda lejos de la ciudad y el trayecto alcanza para chequear la información que comparte el chofer:
-Va a estar nublado, pero no va a llover. Acá se terminaron las tormentas desde que los tabacaleros tiran misiles para dispersarlas.
Googleo “jujuy” “tormenta” “misil”: en el diario El Tribuno hay varias notas que informan sobre su relación con las sequías.
La moza que atiende el pequeño bar donde intentamos desayunar tiene que repetirme la pregunta tres veces porque la enorme pantalla del televisor que hay a sus espaldas ha capturado la posibilidad de expresarme. Se la señalo con el dedo y recién ahí comprende qué pasa:
-¡Ah, sí! Siempre entran así, en manada.
Son trece hombres de traje que con pasos largos y decididos irrumpen en un gran salón hasta alcanzar el centro, ocupado por un escritorio. Allí se sientan tres, el resto permanece de pie, rodeando al trío. Mientras el único que habla mira a la cámara con ojos eyectados, el resto se mantiene firme e inmutable, hasta que pasa algo: uno se tapa la cara con las manos y sacude la cabeza de lado a lado.
Los trece hombres son integrantes del Ministerio Público de la Acusación, el organismo que creó el gobernador Gerardo Morales siete días después de asumir el cargo y para designar a Sergio Lello Sánchez como fiscal general y vitalicio. Él es quien habla. La televisión no tiene audio, pero la moza me resume la noticia:
-Le hizo perder el embarazo a la secretaria de un juzgado, ella lo denunció y ahora quiere echarla.
La noticia de hoy es que Lello Sánchez “requirió que se la investigue, y eventualmente se disponga la cesantía”. Quien está a cargo de ejecutar a la víctima es el fiscal Diego Cusell.
Esenciales y descartables
La explicación la interrumpe un mensaje de Mary Álvarez, integrante del área de género y diversidad del gremio de trabajadores estatales:
-Veníte ya. Estás a la vuelta.
Doy la vuelta, entonces, para entrar a la oficina de Carlos Sajama, el secretario general de ATE-Jujuy, quien está escuchando a una señora que le resume su reclamo: en 2002 comenzó a trabajar en una escuela como portera, en paralelo y por las noches estudió bibliotecología, se recibió en cuatro años, al quinto la designaron para cubrir una suplencia y ahí está, pero siempre cobrando lo mismo -1.700 pesos -y firmando un contrato de servicio. Pidió que la regularicen, pero si lo lograra -lo cual es muy difícil- no le reconocen todos estos años de servicio. Le propusieron entonces pasar al sector salud, para trabajar en el hospital de campaña que abrieron previendo el rebrote de carnaval.
-Pero cuando se termina la pandemia pasamos de ser trabajadores esenciales a descartables y perdemos todo. Y sabe qué: ya no puedo perder nada más.
Es ahí cuando Mary me informa que la que habla es la mamá de Iara Rueda, la joven de 16 años asesinada en Palpalá.
Puebladas y sinvergüenzas
Mónica Cunchila, ese es el nombre de la mamá de Iara. Conviene recordarlo por varios motivos. El principal: es lo que representa el antes y el después que marcó el femicidio de su hija Iara en Jujuy.
Cuando compartimos el asiento del colectivo que nos lleva de San Salvador a Palpalá Mónica me cuenta así el crimen de su hija, mientras arrastra las lágrimas con el puño:
Fue el 23 de septiembre, calcula que a las 4 de la tarde, cuando Iara recibió un mensaje por whatssap de un ex compañero de colegio. “Me compra un trabajo práctico, ma”, le avisó. Iara agarró la bicicleta, salió de su casa y nunca regresó. Las cámaras de seguridad de la ruta la registran pasar en bici rumbo a su casa, a las 17, a pocos metros de un retén policial. Esa es la última imagen de Iara. Las cámaras dejaron de grabar porque a esa hora comenzó un corte de luz.
Ese mismo día a las 20.20 Mónica cruzó la calle que separa su kiosco de comidas de la comisaría y trató de hacer la denuncia: no se la tomaron porque era domingo. Resolvió entonces buscarla ella misma con sus vecinos. Su marido, a quien todos conocen como El Coya, organizó el patrullaje que se hizo aquella larga noche sin luz ni luna, mientras por las redes se difundía la foto de Iara y pedidos de ayuda. Al amanecer sus amigas quinceañeras se plantaron en la ruta con cartulinas. La policía les pegó para dispersarlas.“Desde el primer día a la noche, cuando recibimos un mensaje que decía que habían visto a una chica que se la estaba llevando un hombre, llamé al jefe policial y me dijo: ‘ya, ya vamos a ir, sí’. Al otro día me traje al comisario a mi casa y el testigo cuando lo vio dijo ‘tengo miedo de hablar’. Ahí se perdió otro día más. Luego me pasaron a Casos Especiales e iniciaron otra vez las actuaciones, en vez de trabajar en conjunto y pedirle al juez o al fiscal que firme lo que tenga que firmar, no sé, lo que sea, pero no se hizo… y así, entonces, perdimos 24 horas más. Según la autopsia, ese día la matan a mi hija. El comisario Rodríguez me decía “es una chiquilinada, ya va a aparecer. Seguro que se fue porque está embarazada o algo así. Y yo le contestaba: “Comisario: mi hija está indispuesta”, pero insistía con que mi hija estaría en un hotel, con “un noviecito”. Reclamé el informe del celular, porque ahí está la clave: a ella la engañaron con lo del trabajo práctico y así la sacaron de casa. ¿Y qué me responde? “Eso se demora mucho”… Si hubiese sido la hija de un diputado o del gobernador ese informe no tarda nada… Después encuentran el celular de mi hija y me llaman para que vaya a buscarlo y cuando llego estaban todos ahí, sentados, sin hacer nada. Finalmente, cinco días tarde, el viernes, el juez dio la orden y qué casualidad: el rastrillaje empieza a las ocho de la mañana y una hora después aparece mi hija”.
Todo Jujuy fue testigo de cada uno de los detalles de esa semana horrenda y por eso mismo la noticia del hallazgo del cuerpo violado y torturado de Iara originó una pueblada. También escuchó clarito la frase que alcanzó a decir Mónica antes de desmayarse, cuando le comunicaron la noticia:
-Usted no tiene vergüenza
Le hablaba al fiscal de la causa, Diego Cusell.
En la puerta de la casa de Mónica hay tres fotos de Iara y dos carteles que recuerdan que todos los martes Palpalá marcha para exigir justicia. Al entrar lo primero que se ve es el living habitado por pancartas, carteles, banners, volantes, todos con la cara sonriente de Iara. En su habitación está tendida la cama, tal cual la dejó aquel día, el último, con el osito de peluche en la cabecera y la carpeta en los pies. Frente a la cama hay un altar, al lado del televisor, custodiado por frascos de esmaltes de todos los colores. Cuatro velitas rodean la foto principal, que la recuerdan el día de su cumpleaños. La torta está decorada con su principal pasión: la Torre Eiffel.
Una de sus tres hermanas es quien, luego, toca su guitarra siguiendo la partitura que le hizo copiar a Iara su profesor. Nos hace escuchar así su tema preferido: ella la títuló Mammá, que es la palabra más popular de la Rapsodia Bohemia, de Queen.
Son las tres de la tarde y el calor jujeño ha ahogado los ruidos para obligarlos a la siesta. Sentadas en la cama de una adolescente de 16 años, allí en Palpalá, a 1.686 kilómetros de la capital argentina y a millones de Fredy Mercury una guitarra nos recuerda una canción que narra metáforicamente la muerte del varón heterosexual.
Usted está equivocada
Caminamos las 20 cuadras que separa la casa de Mónica del lugar donde fue encontrado el cuerpo de Iara. La familia construyó allí una pequeña capilla, donde puso la foto sonriente, una cruz de madera y seis velas violetas. Plantó alrededor tres Santa Rita de flores también violeta -su color preferido- y un lapacho que alguien arrancó de raíz y se llevó. “La encontraron con las manos atadas con un cincha de caballo y los pies, con la tira de su mochila. Desde el primer día un vecino ubicó la señal de su celular a 300 metros de acá. La policía sabía qué tenía que hacer, pero no lo hizo”. Por el crimen de Iara hay tres detenidos: un menor, que suponen fue el entregador y dos hombres que Mónica no conocen y vivían en el barrio que está frente a ese descampado. Todos los detenidos se negaron a declarar. La autopsia determinó que estuvo mucho tiempo sumergida en agua. La ropa –una remera con dibujos de leoncitos, calza negra y zapatillas negras- estaba descolorida y sus lentes quemados.
Mónica vuelve a arrastrar las lágrimas con el puño y recuerda que la única asistencia que recibió del Estado fue la de una psicóloga que llegó a su casa aquel día tremendo. Le dijo: “Usted primero es Mónica y luego la mamá de Iara. No deje que esto arruine su vida también”. Recuerda su respuesta: “Usted está equivocada. Yo desde hoy no soy más ni Mónica ni la mamá de Iara. A partir de ahora soy una mujer que va a luchar hasta el final”.
Luego contará que a su madre, cuando tenía 5 años, la regalaron a una familia que la hacía dormir en el piso, la daba de comer las sobras y la obligaba a trabajar de sirvienta. “Toda su vida con cama adentro. Nos metió en la cabeza una frase: ´Si tenés un problema vos lo podés solucionar. No bajes los brazos´. Será por eso, quizá, que en el peor momento de mi vida me acordé de ella y se me vino una imagen: en esto tenemos que ser así”. Mónica cierra el puño, lo aprieta y sigue: “Unidos como los dedos de esta mano. Y ahí me puse a buscar a las otras familias que habían sufrido lo mismo, conocí a la Multisectorial de la Mujer y empecé a moverme. No sé de dónde sacamos fuerza, porque lo único que no tiene solución es la muerte. Yo sé que esto no tiene solución: tiene lucha. Nos pasó algo tremendo, injusto, terrible y por eso mismo somos lo que tenemos que lograr que mañana nuestras hijas y todas las hijas no tengan miedo”.
Otro colectivo nos llevará hasta el kiosco de comidas que desde hace años atiende el matrimonio. Es un pequeño local instalado en medio de un parque, con mesas y sillas ubicadas debajo de árboles y rodeadas de plantas, flores y pájaros. En una de las paredes está pintada Iara, sonriente. Desde el mostrador todos los días sus padres observan al comisario y los efectivos que se negaron a tomar la denuncia y buscarla.
Desde adentro
Anochece en San Salvador donde nos espera Agustina Aramayo, la secretaria denunciada por el fiscal general. El pelo negro y largo, las sandalias altas, la mirada decidida y la bebé en brazos, mientras cuenta qué disparó su persecución: “Entré al Poder Judicial en 2015 y con la asunción de Morales hubo una reforma que me dejó en la órbita de fiscal general Lello Sánchez. Un año después participo de la marcha de Ni Una Menos y cuando vuelvo a mi trabajo me imprimen una foto dónde estoy en primer plano y me informan que no puedo hacer eso porque soy una funcionaria pública. Entonces le explico: no milito para ningún partido político, pero sí apoyo la causa y me parece que como funcionaria debemos participar, concientizar sobre esto y brindar nuestro apoyo. Me dicen que no, que la próxima vez que lo haga me hacían un sumario administrativo. A partir de ahí empezaron una serie de hostigamientos, persecuciones. Me cambiaron diez veces de lugar de trabajo y en cada cambio me advertían que tenía que renunciar. Denuncio el mobbing laboral en 2019 y fue peor. Hice la denuncia embarazada, aunque no lo sabía en ese momento. Con todos los nervios empiezo a atravesar pérdidas y termino internada en una clínica de Palpalá, donde me dicen que tenía una amenaza de aborto. Me ordenan reposo absoluto por treinta días para salvar al bebé. Presento el certificado en mi trabajo y me autorizan tres días: 30, 31 y primero de agosto. Termino perdiendo el bebé y me dan dos días. Yo seguía expulsando, seguía con pérdidas, pero tenía que ir a trabajar a tribunales. Mientras, la denuncia que había hecho siguió avanzando, pero la pandemia frenó todo. Vuelvo a quedar embarazada, tengo a mi hija y en plena licencia por maternidad me obligan a volver a trabajar. Luego entiendo que lo hicieron para notificarme que se había abierto el sumario al que hizo referencia el fiscal general hoy en la conferencia de prensa. Lo hacen para echarme, pero yo no me puedo dar ese lujo: estoy llena de deudas”.
Le pregunto si ese fiscal general es el responsable de que se investiguen los femicidios y las denuncias por violencia. La respuesta es sí.
Le pregunto si tiene miedo. La respuesta es la misma.
Así termina nuestro primer día en Jujuy.
Foto y sarasa
La siguiente mañana es la charla con tres integrantes de la Multisectorial de Mujeres y Disidencias: la abogada Mariana Vargas -responsable del caso de Romina Tejerina, la joven que a los 19 años fue violada, quedó embarazada y fue condenada a 14 años de prisión por la muerte de su bebé-, la periodista Natalia Aramayo –hermana de Agustina, la secretaria perseguida por el fiscal general- y la psicóloga social Miri Morales, una de las impulsoras de esta red nacida en 2007, parida tras el Encuentro Nacional de Mujeres realizado en esa provincia y con un objetivo preciso: impulsar la ley de emergencia. Este año una norma fue sancionada con ese título y un nombre, el de Iara. “Pero no contempla todos los puntos que exigimos, aún no fue reglamentada y no tiene presupuesto, por lo tanto estamos igual que siempre: todo sarasa. Hay una política de marketinear con el Ni una menos, sacarse la foto, hacer un convenio acá, un convenio allá, foto, foto, foto. Y en concreto, cero recursos”. ¿Qué exigir entonces? Un indicador que ellas recomiendan tener siempre en cuenta es la situación del personal que trabaja recibiendo las denuncias. “Hacen muchos anuncios, pero nunca las condiciones de las trabajadoras y trabajadores han mejorado. Son chicos o chicas recién recibidas, muy mal pagos, precarizados: eso es violencia institucional. Y eso se traduce en femicidios”. Citan un ejemplo: el caso de Nahir Mamani, 20 años. “Llamó al 144 y la derivaron a hacer la denuncia a una oficina. Tenía miedo y por eso la acompañó su papá. Las personas que trabajaban ahí, que estaban desbordadas, le dan turno para semanas después y la mandan a su casa. Nunca le hicieron un seguimiento, y terminó asesinada. Y eso se repite en el caso de Rosana Mazala y en muchos otros en los que las mujeres acudieron al Estado y el Estado no las acompaña”. ¿Por qué? “En esencia, porque las y los funcionarios a cargo de diseñar las políticas y adjudicar los recursos no se hacen cargo de que el Estado no es una oenegé que hace lo que puede, sino que tiene una responsabilidad indelegable y esa responsabilidad es evitar los femicidios. No sé si piensan que no se pueden evitar o es otra cosa, porque siempre escucho discursos justificadores. Creo que el punto central es dejar en claro que todo femicidio es evitable y eso no está instalado”.
Las voces silenciadas
Son las tres de la tarde y en la plaza central es Víctor Álvarez, el papá de otra Nahir, quien nos cuenta cómo sigue la historia: su hija fue asesinada en octubre de 2020, tenía 16 años y un hijo de seis meses, Giovani. “Ayer nos dieron la tutela, pero nos dijeron que hasta que no haya condena no podemos recibir el subsidio. Ojalá nunca le toque pasar por esto al gobernador o a alguien con poder político, porque ahí sí van a saber el dolor y la injusticia”. Víctor está rodeado de siete familias que fueron convocadas por Mónica. Llegan desde Ledesma, Abra Pampa, Santa Clara, Palpalá, San Pedro y los bordes de San Salvador con fotos, remeras, pancartas y banners que despliegan como gritos frente a la Casa de Gobierno. Escuchan en silencio los relatos que se van sucediendo uno tras otro y que tantas veces repitieron con la esperanza de ser escuchados.
Abrazan a la mamá de Tania Palacios, 23 años, asesinada en 2019 de un balazo en el pecho por su novio policía y todavía sin fecha de juicio. “El año que matan a mi hija, muere mi madre. A mi madre la entierro en mayo y a mi hija la entierro en diciembre. Y en el año 2020 entierro a mi pareja, en abril. Mi vida viene así. Hay días en los que quiero vivir para lograr justicia y hay días de morir. Es algo doloroso. Es algo triste. Yo me quería meter en el cajón de mi hija….”
Abrazan a la mamá de Cinthia Tolaba, desaparecida en enero de 2016 a los 15 años. “Ya han pasado cinco años y nada. Tenía un rastro que seguí hace poco, fuimos a buscarla al Chaco salteño y nada. Tenía celular, pero nunca hicieron el rastreo. De la causa no se investigó nada, quedó así nomás…”
Abrazan a los padres de Cesia Reinaga, 20 años, asesinada en setiembre de 2020. Por su crimen están detenidos los dueños del multimedio de Abrapampa, el padre y el abuelo del femicida, que es menor y por eso fue beneficiado con prisión domiciliaria, que cumple en la casa de su mamá concejal, destituía por ocultar el crimen. “Hemos recibido muchas amenazas, muchas, pero estamos agradecidas a Dios y a la gente que siempre nos acompaña porque solo ellas nos protegen. No estamos pidiendo venganza: estamos buscando justicia y que esto no pase más. ¿Y qué recibimos? Amenazas que nos quiere callar. ¿Eso qué quiere decir? ¿Qué el que tiene poder nos puede matar porque nosotros no tenemos dinero? No somos ignorantes: somos pobres, pero conscientes de nuestros derechos”.
Abrazan a Carlos, hermano de Rosa Aliaga, asesinada en mayo de 2015 y víctima de un expediente judicial que hasta el día de hoy no tiene ni detenidos ni hipótesis del crimen. “La mataron con un palo en la cabeza y con un cuchillo en el pecho. La fiscalía hizo todo mal y la defensa hace todo bien para ponernos trabas y no poder presentarnos como querellantes”.
Abrazan a la mamá de Kathy Mamani, 17 años, asesinada en Palpalá en mayo de 2011 y hasta hoy sin avances en la investigación. “No sé nada de la causa. Nadie me informó nada. Ni el juez, ni el fiscal. Nunca nadie me citó. Ni siquiera me dieron una audiencia. Nada”.
Abrazan a la amiga de Rosalía Lucía Quiroga, desaparecida el 14 de mayo de 2014. “El último contacto que tuvo su mamá fue a las 10 de la mañana. Y desde ahí hasta el día de hoy no se sabe nada. El marido la golpeaba, la maltrataba, fue el primer imputado y después murió, y se llevó todo. Tenía hijos. Tenía 23 años”.
Abrazan a las hijas de Rosita Patagua, 46 años, protagonista del último femicidio evitable sufrido en esa provincia: el juez Pullen Llermanós ordenó la libertad de su asesino, por no considerarlo peligroso y desoyendo los informes fiscales. A la semana de recuperar la libertad la mató. Ahora estas jóvenes de 24 y 26 años están a cargo de su hermano menor. También están amenazadas. Cuentan que por Facebook pidieron ayuda y así contactaron a la abogada Mariana Vargas, que esta semana solicitó que el Estado garantice la seguridad de las chicas. Cuentan también que están preocupadas porque mañana su hermano tiene que comenzar las clases y no saben cómo prepararlo: su madre siempre se encargaba de esas cosas. Les pregunto qué necesitan y la menor responde corriéndose las lágrimas: “Quisiera, si se puede, que se modifique un poco, acá en Jujuy y en todo el país, lo que haya que hacer para que se garantice el acompañamiento de las mujeres desde el primer momento en que denuncian; que concurran a su domicilio, que la busquen, que la llamen, para que no suceda esto de nuevo. Hay un montón de casos en que las mujeres hacen la denuncia y terminan en desgracias, que no esperen a que nos maten para hacer algo”.
Las abrazo.
Las cosas que se caen
Tercer día. Estamos en Huacalera, en la casa de la familia de Camila Peñalba. Tenía 25 años y dos hijos cuando la encontraron muerta, el 5 de marzo del 2020. Los vecinos escucharon llorar a su bebé, entraron y ahí estaba: su cuerpo, derrumbado en la cama sobre su hija Lara, inmóvil y aterrada. Ahora Lara está sacando fotos con la cámara de Nacho, fotógrafo de MU, enorme para su cuerpito largo de 7 años, mientras Matilde, su abuela, deja que las lágrimas hablen. A su espalda, los cerros imponentes se dejan abrazar por las nubes. Del sol nos resguarda una media sombra negra que cubre el patio de tierra de la casa con ladrillos de abobe y puertas de madera. No hace falta hacer preguntas: necesita que alguien la escuche y con esa esperanza habla: “Nos dijeron que se había muerto por broncoaspiración y empecé a buscar qué era, como para entender qué le había pasado. Más leía y menos entendía, pero el fiscal insistía que se había ahogado con su propio vómito porque estaba borracha. Y mi hija no bebía”. Aturdida, dice, decidió contratar un perito que confirmó sus sospechas: el laboratorio descartó ebriedad, no se había producido ninguna broncoaspiración y la muerte fue producto de un ahorcamiento. Además, su cuerpo estaba golpeado. Logró así que el juez ordenara una junta médica que en diciembre confirmó la pericia de parte. Así logró que la ex pareja de su hija fuera encarcelada en enero de este año. La última noticia de la causa es lo que le hace brotar las lágrimas: el mismo perito que falseó la autopsia, designado por el Ministerio Público de Acusación dirigido por el fiscal Lello Sánchez, fue nombrado para hacerle la pericia psiquiátrica al imputado. Matilde siente el peso de lo que eso significa como si los cerros se derrumbaran sobre su espalda: “Es una lucha desigual, nunca termina”.
Hace poco se recibió de profesora de Lengua y Literatura y su primera designación la lleva tres días a la semana hasta una escuela secundaria de la frontera, por eso no estaba en Huacalera cuando asesinaron a su hija. Ahora, con el inicio de las clases presenciales, no sabe cómo hará para conciliar el cuidado de los nietos, de su hijo de 10 años y de su trabajo. Todavía no recibió ninguna ayuda económica para sostenerlos, aunque la ley Brisa obliga al Estado a hacerlo. Lo de siempre: hasta obtener la guarda legalmente no podrá tramitarla. Y ese trámite, por cómo se redactó la reglamentación, es judicial y por lo tanto, demora más que la necesidad. El Derecho tarda.
Le pregunto qué la llevó a tomar esa decisión clave que desnudó la trama de impunidad que suele atrapar los pedidos de justicia de los femicidios en esas periferias y las lágrimas de Matilde retornan, más abundantes y trágicas. “Yo sospechaba qué había pasado en realidad, porque mi hija lo había denunciado y él siempre estaba dando vueltas por la casa, pero me dije: esto te va a costar muy caro, y tenés los nietos y poco trabajo. La justicia no es para vos. Decidí dejarlo pasar, pero se me empezaron a caer cosas encima. Cosas de esas que nunca se caen: el reloj de pared, cajas que estaban bien acomodadas. Me dije: esa es mi hija que no me va a dejar tranquila hasta que no me encargue. Y tenía razón, porque si no mis nietos corrían el riesgo de ser criados por el asesino de su madre”.
Le pregunto quién es el fiscal de la causa, aquel que lo comunicó que su hija había muerto por borracha. Me responde un nombre que escuchó por tercera vez en tres días: Diego Cusell.
Son las tres y media de la tarde y el micro a San Salvador acaba de pasar de largo. Casi lo alcanzamos.
Casi.
Las opciones: esperar cuatro horas al siguiente o abordar uno en Tilcara, que ofrece más frecuencias los domingos a la tarde. La respuesta llega por whatssap y es una foto. En el mismo salón que copó la manada de fiscales están ahora sentadas tres mujeres rodeadas por una docena de abogadas.Es la imagen de la conferencia de prensa que se organizó para apoyar a Agustina Aramayo, la secretaria perseguida. Así lograron que, días después, el Tribunal Superior obligara al fiscal general Lillo Sánchez a archivar el expediente con el que pretendía echarla.
Caminamos.
#NiUnaMás
Conmovedora acción contra los femicidios en el estadio Maradona
Todas las luces del Estadio Diego Armando Maradona se apagaron. Minutos antes del partido de Argentinos Juniors contra Barracas Central, solo se encendió un reflector: el que iluminaba las butacas de la platea Francis Cornejo. Cada una de las butacas con un nombre.
Tamara
Vanesa
Sheila
Abril
Rocio
Elena
Ana
Los nombres en las butacas del estadio de Argentinos Juniors. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
Aquí se puede ver la imagen de cómo fue ese momento.
Fue el modo que se utilizó para mostrar los 277 nombres de víctimas de femicidios y travesticidios en lo que va de este año hasta hoy: 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer.
En la oscuridad absoluta la voz del estadio dijo desde todos los parlantes: “Esas butacas vacías, cada una con el nombre de una víctima de femicidio, son un recordatorio doloroso: en lo que va del año 277 mujeres han sido asesinadas por el solo hecho de ser mujer. No son solo cifras, son historias, son ausencias”.
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
Y un aplauso conmovedor y sincero inundó todo el estadio.
La acción fue impulsada por Secretaría de Género de Argentinos Juniors junto al Observatorio Lucía Pérez para visibilizar la violencia machista en nuestro país.
Las integrantes de la Secretaría de Géneros de Argentinos Juniors y del Observatorio Lucía Pérez. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
“La idea fue dejar un espacio vacío de la tribuna con los nombres de las mujeres asesinadas durante este año, y mostrar así la falta, que ellas hoy no están pudiendo venir a la cancha. Tomamos el mensaje del Observatorio: no son solo cifras, sino que detrás de cada uno de estos nombres , hay una historia”, dice a lavaca Mariel Alonso en la previa al partido mientras se repartían volantes con la invitación a visitar la web de la Secretaría del club y conocer la acción que se estaba por llevar a cabo.
Las camisetas de los jugadores adaptadas para el evento programado por la Secretaría de Géneros del club. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
Las butacas vacías se iluminaron luego de la entrada en calor de los jugadores, que minutos después salieron a la cancha con un parche en la camiseta oficial que dice 25N, en homenaje a este día. Los suplentes salieron al campo con una remera especialmente diseñada para hoy que en la espalda tenía un dibujo que entre mujeres y banderas dejaba ver dos mensajes: “25N” y “Rompamos el silencio”.
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
“Hacer estas acciones en un club es fundamental”, explica Vanina Sánchez, secretaria de Géneros de la Asociación Atlética Argentinos Juniors. “Los clubes de fútbol no son solamente de fútbol, son también espacios donde las mujeres y los hombres venimos a pasarla bien, a alentar por nuestros colores, y son lugares donde estas batallas hay que darlas. Es súper importante que como institución deportiva podamos dar un mensaje: el de que es importante involucrarnos, defender nuestros derechos, y pedir también justicia por todas las mujeres que ya no están”.
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
El Observatorio Lucía Pérez, que lleva el nombre de la joven asesinada en Mar del Plata, es una herramienta de información, análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca con el objetivo de generar el primer padrón autogestionado y público de femicidios y travesticidios de Argentina. Toda la información está disponible y es de libre acceso con el objetivo de que aporte así a encontrar una solución frente a la violencia. Toda la info se puede ver acá: https://observatorioluciaperez.org/
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
#NiUnaMás
No son cifras
La cifra de violencia contra las mujeres registró un nuevo salto: 277 femicidios y travesticidios se produjeron hasta hoy, 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer, según la información del Observatorio Lucía Pérez, primer padrón autogestionado sobre violencia patriarcal. Por esa razón la Secretaría de Género de la Asociación Atlética Argentinos Juniors impulsa junto al Observatorio una acción para visibilizar la violencia machista en nuestro país. Esta noche Argentinos juega a las 21.15 en su estadio Diego Armando Maradona contra Barracas Central.
Se dejarán 277 butacas vacías de una de las tribunas para poner el foco así en todas las mujeres que nos faltan. Además los jugadores saldrán a la cancha con un parche en su camiseta que recuerda la importancia de seguir reclamando por el fin de estos crímenes.
La investigación cotidiana del Observatorio Lucía Pérez elevó el registro de femicidios y travesticidios en lo que va del año a 277 hasta hoy, 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer. Además, a raíz de esos crímenes, quedaron 161 huérfanxs. Como respuesta hubo 288 marchas y movilizaciones en búsqueda de justicia.
El Observatorio Lucía Pérez, que lleva el nombre de la joven asesinada en Mar del Plata en 2016, es una herramienta de información, análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca con el objetivo de generar el primer padrón autogestionado y público de femicidios y travesticidios de Argentina.
Mediante una docena de padrones que se actualizan diaria y mensualmente se construye una cartografía de la violencia y la descripción de cómo opera el Poder Judicial, la policía y las pocas medidas de protección con la que cuentan las víctimas antes de ser asesinadas.
De los 277 femicidios y travesticidios:
- 25 habían realizado denuncias previamente.
- 70 de ellas tenían hijxs, lo que provoca la cifra de 161 huérfanxs. En muchos casos sus hijxs presenciaron el crimen, como en el femicidio de Rosa Vanesa Mamani Vargas, asesinada el primer día del año; o el de Ramona Isabel Morínigo, asesinada en febrero frente a su hijo de 15 años; o el de Analía Celeste Oliva, cuyos hijos de 11 y 15 años fueron quienes encontraron el cuerpo.
- Tres de ellas estaban embarazadas.
- 30 estuvieron desaparecidas antes de confirmarse que habían sido asesinadas.
- 24 eran menores de edad.
Cada una de ellas no es una cifra, son madres, hijas, hermanas, vecinas, amigas, compañeras, hinchas por las que pedir justicia.
Por eso que en este día la Secretaría de Género de Argentinos Juniors impulsa junto al Observatorio Lucía Pérez una acción para visibilizar la violencia machista en nuestro país. Esta noche, en el partido contra Barracas Central, se dejarán 277 butacas vacías de una de las plateas para poner el foco así en todas las que nos faltan. Además los jugadores saldrán a la cancha con un parche en su camiseta que recuerda la importancia de seguir reclamando por el fin de estos crímenes.
Toda la información generada por el Observatorio Lucía Pérez está disponible y es de libre acceso con el deseo de que aporte así a encontrar una solución frente a la violencia. Se puede ver acá: https://observatorioluciaperez.org/
#NiUnaMás
Jury a los jueces Gómez Urso y Viñas: sin culpa y con cargo
Absolvieron a los jueces responsables del fallo del primer juicio (2018) por el femicidio de Lucía Pérez, que fue luego anulado por el Tribunal de Casación por la falta de perspectiva de género y la re victimización de Lucía (16 años) y obligó a un segundo juicio realizado en 2023. Ese nuevo proceso, con otros magistrados, sí condenó por el femicidio ocurrido en octubre de 2016 a Matías Farías y Juan Pablo Offidani, quienes además vendían droga en la puerta de la escuela a la que concurría Lucía. Detalles de lo ocurrido hoy y la voz de Guillermo Pérez, el padre de la víctima: “Mensaje más mafioso que este no se me ocurre”.
Por Anabella Arrascaeta
Terminó hoy el juicio político a los jueces Facundo Gómez Urso y Pablo Viñas quienes fueron absueltos de la acusación de “negligencia, incumplimiento de deberes inherentes del cargo y parcialidad manifiesta” por su actuación en el primer juicio por el femicidio de Lucía Pérez. En esa oportunidad ambos –junto al juez Aldo Carnevale que evitó el proceso al jubilarse anticipadamente– firmaron un fallo vergonzoso en 2018 que, en resumen, victimizó a Lucía de su propio femicidio, y absolvió a los acusados. Esa sentencia fue anulada por el Tribunal de Casación, que ordenó un nuevo juicio realizado en 2023 en el que finalmente se condenó a los autores del femicidio.
La llegada a este jury (más allá de su resultado) sienta un precedente histórico sobre el control social y político al Poder Judicial.
El Tribunal que analizó el caso fue encabezado por el presidente de la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Soria, y conformado por integrantes del Poder Legislativo.
No hubo audiencia sino un comunicado leído por el secretario del jury Ulises Giménez de modo virtual, y en contacto con las partes.
La familia de Lucía Pérez tuvo que ver la lectura de la sentencia por YouTube, al igual que los abogados de la querella. No se difundieron tampoco los fundamentos, que se darán a conocer mañana y se enviarán por mail a las partes.
Solo se informó la decisión unánime de absolver a los jueces y de solicitar a su vez a la Suprema Corte “la posibilidad de optimizar la capacitación en materia de género”.
El voto de absolución incluye al propio Daniel Soria y a los legisladores:
- Senador Gustavo Soos (Unión por la Patria).
- Senadora Gabriela Demaría (Unión por la Patria).
- Diputada Maite Milagros Alvado (Unión por la Patria).
- Senador Ariel Martínez Bordaisco (UCR).
- Diputada Susana Haydee González (Unión por la Patria).
Hacia el final, antes de que desconectaran la transmisión, la ex diputada Araceli Ferreyra, una de las impulsoras del juicio político, hizo oír su voz de repudio: “Lucía Pérez, presente, ahora y siempre”.
La familia: “Mensaje mafioso”
Guillermo Pérez, el padre de Lucía, habló desde Mar del Plata con lavaca:
Su primera reflexión: “Estamos asumiendo el cachetazo. Esto no es un mensaje para nosotros, es para la sociedad. Lo veo así. Ahora vamos a aclarar la cabeza, apagar los celulares, intentar dormir un poco. Todavía no hablamos con nuestro abogado”.
Sobre la absolución: “Pienso que los legisladores tienen que pagar el precio político. Los legisladores tanto como el presidente de la Corte estuvieron cuando a los jueces se los suspendió, ahí también fue por unanimidad, y ahora dicen otra cosa. Todavía no sabemos los fundamentos. Pero mensaje más mafioso que este, no se me ocurre”.
La contradicción: “Los legisladores tienen que pagar un costo. ¿Qué tengo que hacer, ir a verlo a Milei? ¿Qué tenemos que hacer? Es una contradicción este fallo, dice que tienen que hacer capacitación sobre violencia y los absuelven. Todavía no alcanzo a entender, quisiera saber los fundamentos de la sentencia”.
Otra reflexión: “Podemos tomar la sentencia, pero políticamente todo tiene un costo porque traicionaron a una sociedad. No nos traicionaron solo a nosotros. Ahora ¿quién les va a creer?”
El fallo
El fallo se dictó de manera virtual –dado que hoy se conmemora aniversario de la ciudad de La Plata y se dispuso asueto administrativo– y se siguió colectivamente en distintos puntos de Mar del Plata, La Plata, y CABA.
La familia de Lucía escuchó la sentencia rodeada de quienes la acompañan en la búsqueda de justicia en La Casa de Lucía, un espacio de encuentro y aprendizaje destinado a prevenir las violencias.
El fallo se dio a conocer un día antes de que se cumplan 35 años de la Convención sobre los Derechos de los Niños, y a menos de una semana del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
“Narcofemicidio“
El jury había comenzado el pasado lunes 11 de noviembre (https://lavaca.org/ni-una-mas/lucia-perez-asi-comenzo-el-juicio-politico-a-los-jueces-que-buscaron-dejar-impune-el-femicidio/).
Durante dos días hubo audiencias presenciales en el salón “Nunca Más” del Senado bonaerense donde desfilaron testigos convocados tanto por la acusación como por la defensa.
Los primeros argumentaron sobre el mal desempeño de los jueces Gómez Urso y Viñas, detallando momentos del juicio en los que atacaron a la familia y a sus testigos, así como los extractos del fallo que, según el representante del Ministerio Público Fiscal, Marcelo Lapargo, “desobedecieron leyes y normativas nacional e internacionales”.
Expusieron también Guillermo Pérez y Marta Montero, los padres de Lucía, quienes describieron el calvario en el que convirtió su vida tras la muerte de su hija y también tras la primera sentencia: “El primer juicio fue una tortura”, resumió Guillermo. Luego declaró Matías Pérez, hermano de Lucía, quien dijo con lágrimas en los ojos: “Lo único que sigo viendo es como se nos sigue pasando la vida pidiendo justicia”.
Luego fue el turno de Gustavo Melmann, papá de Natalia, asesinada, violada y torturada cuando era una niña de 14 años; María Elena Naddeo, ex presidenta del Consejo de los Derechos de lxs Niñxs; Laureana Malacalza que en el momento del juicio era Coordinadora del Observatorio de Género de la Defensoría de la Provincia de Buenos Aires; Natalia Gauna que en el momento del juicio trabajaba en la Defensoría y fue veedora de todas las audiencias; Fernando Fernández y Alejandro Agote, ambos trabajadores judiciales de Mar del Plata.
En esta crónica, la descripción de sus aportes e intervenciones en el jury: https://lavaca.org/ni-una-mas/lucia-perez-asi-comenzo-el-juicio-politico-a-los-jueces-que-buscaron-dejar-impune-el-femicidio/
Flavia Delmas, ex Secretaria de Políticas contra las Violencias por Razones de Género de la Provincia de Buenos Aires, sintetizó en una nota su responsabilidad en el proceso: “Estos jueces, Viñas y Gómez Urso, tuvieron que discernir qué había sucedido entre una niña adolescente de 16 años, estudiante secundaria, y dos personas mayores –uno de 23 años y otro de 41 años– que vendían estupefacientes en la puerta de su escuela. Es decir, dos hombres pertenecientes a una banda criminal que buscaba captar niñas adolescentes para el consumo. La invisibilidad de lo evidente, el afán de extirpar las jerarquías y los estatus que se desplegaron en esas apenas 24 horas previas al femicidio, es una de las principales operaciones de poder que se han producido en el juicio acontecido en Mar del Plata en 2018. Sin lugar a dudas este caso es paradigmático ya que devela un tipo de femicidios que nada tienen que ver con los más extendidos en nuestro país: los de violencia doméstica. Esto implicaba un desafío para los jueces: producir la distinción de un fenómeno creciente, que es el NARCO FEMICIDIO”. Y concluyó: “Ante este desafío, los jueces acusados en el jury tomaron el atajo corto: culpar a la víctima”.
Por su parte, la defensa convocó a tres abogados: al ex abogado de la familia de Lucía, al abogado Esteban Viñas, primo de uno de los jueces imputados e integrante de la Red de Jueces Penales; y a la abogada de Matías Farías, condenado por el femicidio de Lucía Pérez.
El proceso
El jury político que culminó hoy representa un hito de cómo luchar frente a las injusticias. La familia de Lucía Pérez, tras su femicidio, logró la anulación del primer juicio (2018) y realizar un nuevo proceso a cargo de otro Tribunal, en el que Matías Farías fue condenado a cadena perpetua por el femicidio y Juan Pablo Offidani a 15 años de prisión, considerado “partícipe secundario”. Este fallo contrastaba con el primero, que los había condenado solo a 8 años de prisión por la venta de drogas en la puerta de la escuela a la que concurría Lucía.
En el segundo juicio, llevado a cabo en 2023, los jueces Gustavo Fissore, Alexis Simaz y Roberto Falcone determinaron por unanimidad que estaba acreditado el abuso sexual con acceso carnal agravado por el suministro de estupefacientes del que fue víctima Lucía Pérez. Y en el fallo ponderaron a su vez su doble rol de víctima mujer y niña amparado por normativa internacional y nacional y por los parámetros de perspectiva de género.
Nada de esto había sido considerado en el primer juicio. Por eso, el 22 de mayo de 2019 en la Cámara de Diputados de la Nación se anunció la presentación del pedido de destitución a los jueces del Tribunal en lo Criminal N°1 de Mar del Plata: Facundo Gómez Urso, Pablo Viñas y Aldo Carnevale, quien finalmente pidió la jubilación anticipada.
Dos años más tarde, en abril de 2021, la Comisión Bicameral de Normas de Procedimiento para el Enjuiciamiento de Magistrados y Funcionarios bonaerenses resolvió acusar a los jueces Viñas y Gómez Urso por “negligencia, incumplimiento de deberes inherentes del cargo y parcialidad manifiesta”. Desde ese momento fueron preventivamente destituidos y dejaron de cobrar el 40% de sus honorarios.
En paralelo, la Corte Suprema bonaerense aprobó este mismo año una Guía Práctica para que jueces y juezas apliquen la perspectiva de género que justamente cita ese fallo. La guía señala: “La estereotipación debe ser desarticulada” porque “trae como consecuencia la negación de un derecho, la imposición de una carga mayor o degradación, provocando de ese modo la perpetuación de prácticas que entrañan violencia y discriminación desde el Poder Judicial, pudiendo caer en violencia institucional”.
Los argumentos para la destitución de los jueces eran varios. Por parte del Ministerio Público Fiscal, el fiscal Marcelo Lapargo sostuvo en su pedido de destitución: “Si en vez de discriminar por la conducta sexual previa de Lucía, lo hubieran hecho porque Lucía era negra, judía o evangélica, estaría clarísimo, no estaríamos ni discutiendo. El tema es que la conducta sexual parece algo en lo que estamos autorizados a meternos (…) Discriminar no es un hecho menor. Discriminar a una niña, a una menor de edad, no es un hecho menor. Tratar de entender que su valía se ser amparada por las leyes se define por los hallazgos de una autopsia, no es un hecho menor”. Y dijo después a modo de conclusión: “En definitiva los magistrados causaron una grave ofensa a la familia y un grave desprestigio al poder judicial”.
Nada de esto fue tenido en cuenta para la absolución de hoy, que además reintegra a ambos jueces a sus cargos y les restituye la totalidad de sus salarios.
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