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20 de diciembre de 2001: la batalla que nos parió

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Esta nota cuenta la historia de Gustavo Benedetto, Fernando Almirón, Gastón Rivas, Diego Lamagna y Luis Alberto Márquez, asesinados el 20 de diciembre de 2001 en Plaza de Mayo. No fue publicada en nuestra página web porque no existía. Fue distribuida por mail a una decena de direcciones con la esperanza de aportar algunos datos que transformaran la información sobre los muertos y heridos aquel 20 de diciembre en algo más que el mero número que daban cuenta los medios comerciales. No sabiamos qué estábamos haciendo, pero sí porqué. Nuestra primera crónica nació acompañada con una palabra inventada: anticopyright. Así nació lavaca.

El pasado 20 de diciembre, la jueza María Romilda Servini de Cubría en persona cruzó la Plaza de Mayo, esquivando gases lacrimógenos y pedradas, intentado encontrar allí al responsable de la represión que, apenas diez minutos antes, había observado en el televisor de su despacho. Eran las 11.30 de la mañana cuando la jueza habló con el uniformado de mayor rango que encontró en el tumulto. Sus palabras fueron claras:
-Soy la jueza federal de turno. Le ordeno el cese inmediato del operativo de desalojo de la plaza. Informe a quien corresponda que yo estoy a cargo de la seguridad de estas personas.
El uniformado le respondió que el mensaje sería transmitido al comisario mayor Norberto Edgardo Gauderio, el responsable de la Mesa de Situación de la Policía Federal en ese momento.
Luego, la jueza se dirigió a tres comisarías para liberar a quienes habían sido detenidos en las refriegas.
A las dos de la tarde regresó a su despacho. En la pantalla del televisor las imágenes eran claras. Nadie le había hecho caso.
Hoy, la jueza Servini de Cubría investiga cinco homicidios. Los dos primeros ocurrieron a las 16.20 en el cruce de Lima y Avenida de Mayo. El último fue antes de las 18. Ese fue el lapso más salvaje de la batalla de Plaza de Mayo. Fue, también, el que marcó el final de Fernando De la Rúa, tras 740 días de mandato. La quinta víctima cayó delante de las cámaras de televisión, en donde quedó impreso el grito: «Están disparando desde adentro». Los testigos señalan el edificio La Buenos Aires, en Avenida de Mayo 677, donde el Banco HSBC tiene cuatro cajeros automáticos en la planta baja y sus oficinas centrales en lo alto de una torre fuertemente custodiada: en la décima planta funciona la Embajada de Israel, luego de que, en 1992, un atentado terrorista destruyera su anterior sede. La justicia secuestró la cinta de la cámara de seguridad del banco, donde se puede ver difusamente a un grupo de cuatro custodios disparando desde el área de los cajeros automáticos. Las pericias preliminares realizadas sobre los vidrios del edificio indican que los cristales se astillaron por disparos efectuados desde adentro hacia afuera. Uno de ellos fue el que mató al muchacho que todos vieron caer ante las cámaras y que, según los registros de la causa, llegó muerto al Hospital Ramos Mejía a las 17.30.
Gustavo Ariel Benedetto, 23 años, hijo de su barrio -La Tablada-, egresado de la escuela secundaria y pública Número 155, trabajaba como repositor de la sección verduras del supermercado Dia durante doce horas al día y por cuatrocientos pesos al mes.
Su amiga y abogada, Cristina Laborde, lo describe como «un pibe de cutis blanco, flaco y muy alto: casi un metro noventa. Esa altura lo convirtió en un blanco fácil». Gustavo vivía con su madre y su hermana en una casa de una planta, con dos habitaciones, comedor, cocina, patio y perro. Su padre había muerto de cáncer nueve meses atrás y, desde entonces, él era el único sostén familiar. Su universo privado era su cuarto, con dos camas, un mueble para guardar ropa, un estante con CDs y equipo de música, un banderín del Ríver Plate, un poster del retirado delantero Enzo Francescoli y la bandera de su banda musical preferida: Baroja, nacida y criada en La Tablada, como él. Rock duro y potente, con una guitarra furiosa, batería, bajo, saxo y canciones que hoy también suenan proféticas:
No esperes más que no hay a dónde ir/
Rompe la mentira que lo que falta es la verdad/
Solo lucha una vez/
La muerte está esperándote.

Sebastián Piacentini, el mejor amigo de Gustavo, es el autor de la letra y el que explica lo que ahora resulta obvio: «La muerte, la verdad y la mentira son temas que siempre están presentes en nuestra banda. No pensé en nadie en especial cuando la compuse. Se llama Sólo faltás vos y cuando la cantamos en un concierto, seis días después de la muerte de Gustavo, recordé todo lo que pasamos juntos. Y me di cuenta lo solo que se habrá sentido ese último día».
Ese último día, Gustavo se presentó a trabajar a las siete de la mañana, pero la amenaza de los saqueos obligó al supermercado a cerrar. Preocupado por la suerte del local, regresó al mediodía y comprobó el desastre: las persianas y los vidrios estaban rotos, las góndolas vacías, los destrozos desparramados por todos lados. Impotente, Gustavo decidió ir a Plaza de Mayo a protestar. Intentó convencer a varios amigos para que lo acompañaran, pero ninguno estaba disponible. Su determinación o indignación tiene esa dimensión: un muchacho que siempre estaba acompañado, escoltado por su barra de amigos, sube solo al colectivo número 126, viaja durante una hora y media y desciende cien metros antes de toparse con una bala.
Gustavo cayó en Avenida de Mayo al 600, delante de las cámaras, frente a los ojos de su mamá y su hermana. Las dos lo vieron morir por televisión, once días antes de poder festejarle el cumpleaños número 24, mientras escuchaban que alguien gritaba: «están tirando desde adentro».
Otro alguien, días después, dejó un mensaje en el contestador telefónico de la abogada Laborde con anónimas amenazas. Anónimas, también, fueron las manos que hackearon el correo electrónico que difundieron los amigos de Gustavo para obtener datos del asesinato. «También es un misterio -sigue la abogada- por qué tenía la cara lastimada con balines de goma. Las imágenes de la televisión lo muestran sangrando, pero con la cara intacta. Un testigo declaró que tampoco recuerda haberle visto esas marcas. Pero cuando nos entregaron el cadáver tenía las mejillas heridas, como si hubiese recibido una ráfaga».
Es jueves, son las cinco y media de la tarde, pero ha pasado ya una semana desde la batalla de Plaza de Mayo y la guardia del Hospital Ramos Mejía está tranquila. El jefe aclara que no está autorizado a dar información oficial. Recuerda perfectamente que hasta allí no llegó Gustavo Benedetto, sino su cuerpo. Por eso, en los registros de la guardia está inscripto como «N.N., varón». Los médicos se limitaron a constatar su muerte. «Esa tarde estábamos desbordados. Nos hicieron trabajar de lo lindo. Y salvamos a varios. Ya desde la madrugada atendimos heridos, pero los más graves empezaron a llegar poco después de las cuatro de la tarde. Estuvimos en el quirófano hasta las dos de la mañana, sacando balas de todo calibre».
Cuando se le pide que recuerde qué fue lo que más le llamó la atención de todos esos cuerpos heridos que desfilaron por sus manos, responde sin dudar:
– Los tatuajes y los cortes.
– ¿Qué cortes?
– Cortes, heridas viejas. La mayoría eran chicos jóvenes, aunque parecían mucho más jóvenes de lo que en realidad eran, con tatuajes y cicatrices por todos lados. Le puedo asegurar que no era gente como usted o como yo.
– ¿En qué sentido?
– No eran de clase media. Seguro.
En la sala de cirugía del tercer piso todavía está internado Marcelo Dorado, uno de los obligados pacientes del jefe de guardia. El chico tiene el pelo desordenado, una remera gastada y un pantalón corto, deportivo, con varios campeonatos y lavados. Está muy pálido, ojeroso, flaco. A simple vista parece un adolescente de 18 años. Tiene 28.
Marcelo trabaja desde hace cuatro años en una empresa de cerramientos de aluminio, de 9 a 18. Su obligación es ir todos los días de la semana en ese horario, pero solo cobra por cada trabajo efectivamente realizado. En las buenas semanas, se lleva entre 200 y 300 pesos. En las otras, nada.
Ese día de furia, la empresa lo había destinado a unas oficinas de la calle Salta para trabajar en una mudanza. Llegó temprano, con otros dos compañeros que lo ayudaron a desarmar todo, mientras escuchaban la radio. Al mediodía, le plantearon al responsable del lugar que sería mejor dejar para otro día el traslado, ya que estaban en plena zona de combate, a unas pocas cuadras de Plaza de Mayo. El hombre les dio la razón.
Marcelo se despidió de sus compañeros y apuró el paso: quería llegar a Retiro para tomar el tren que lo regresaba a su empleo, en las afueras de Buenos Aires. Apenas se acercó a la zona del Obelisco vio la nube gris de gases lacrimógenos. Pero como ni el tránsito ni los semáforos estaban cortados, pensó que no sería para tanto. Esperó, hasta que creyó que la refriega entre manifestantes y policías se había calmado y retomó la marcha.
Marcelo traza en un cuaderno su recorrido. Dibuja en el centro el Obelisco. Una línea que lo atraviesa y que corresponde a la Avenida de Mayo. Y a la derecha, una trinchera, que calcula a una cuadra de distancia, hacia el lado de la Plaza. «Desde allí salían y hacia ahí se replegaban». Está hablando de la Policía Federal.
Tras cinco intentos fallidos de cruzar el Obelisco, Marcelo comprendió la táctica del combate: la policía avanzaba tirando gases y repartiendo palos y, tras unos minutos de refriega, se replegaba. Luego, volvía a la carga. Esos intervalos fueron los que él confundió con la calma. Y en cada uno de ellos intentó avanzar, hasta que no pudo evitar lo inevitable.
Marcelo llamó a su jefe desde la cabina de un teléfono público, en el cruce de Alsina y Nueve de Julio, para avisarle que estaba demorado. Allí recibió los tres balazos. Uno le pegó en la pierna y fue el que lo tumbó en plena avenida, mientras los autos intentaban esquivarlo. Un taxista lo cargó en su auto para llevarlo a un hospital y cuando le sacó la mochila, que todavía colgaba de su hombro derecho, se dio cuenta que tenía un segundo impacto. Fue el que le perforó la pleura y le dejó el pulmón en pronóstico reservado.
El tercer disparo se lo señaló el jefe de la guardia. Le dijo:
Lo del pulmón es delicado: hay que sacar sangre y aire y mantenerlo controlado. Recién después podemos extraer el proyectil. La bala en la pierna es la que te da esa sensación de hormigueo porque quizá está rozando algún nervio, aunque no creo que sea nada grave. Por ahora tampoco vamos a tocarla. Lo importante es que zafaste de la más jodida. Esa fue apenas un beso, pero podría haber sido el último.
Marcelo aparta sus rulos desordenados y muestra la huella que le dejó el roce del plomo, en la base del cráneo. «Nunca, jamás, se me había cruzado por la cabeza que las balas eran de verdad. Yo veía que la policía tiraba, pero creí que eran balas de goma. No es que yo sea un imprudente ni un colgado y por eso me empeciné en cruzar. Simplemente creí que eso no se podía hacer. Y que no lo hacían».
Es difícil saber qué habrán imaginado los médicos de guardia al encontrarse con Marcelo, tendido en la camilla, temblando de miedo. Pero es posible que no hayan encontrado allí ninguna huella que les permita descifrar su historia.
Marcelo nació y se crió en San Martín, una localidad del oeste bonaerense marcada por el surgimiento y caída de grandes fábricas, pequeños talleres y centros comerciales que la convirtieron en los años 60 y 70 en un punto clave del cordón industrial bonaerense, hoy poblado de fantasmas. Edificios vacíos, persianas cerradas, grandes parques industriales convertidos en hipermercados. San Martín se quedó sin trabajo, pero con su numerosa población intacta. La postal de la crisis la traza hoy un estudio realizado por la consultora Equis en la zona: en el año 2000, el 54,2 por ciento de los asalariados del Gran Buenos Aires tenían ingresos por menos de 500 pesos en un país cuya canasta familiar, según la misma consultora, se calcula en 1.025 pesos.
Marcelo tiene título secundario, un teléfono celular, una computadora y una casilla de email. Tiene un padre que es empleado en una farmacia, una mamá ama de casa y una novia, Verónica, con la que quiere casarse desde hace diez años. No es pobre, pero se ha empobrecido. No es un adolescente, pero sus ingresos oscilantes le impiden hacerse adulto. No sabe cómo construir su futuro, pero hasta tanto ancla sus sueños a un objeto: su batería. A ella le dedica sus horas libres. Toca en tres conjuntos, con los que ensaya en diferentes días, siempre después de cumplir con el horario del único trabajo que consiguió en todos estos años y con el que cual prometió cumplir, pase lo que pase, hasta que las cosas con la música vayan mejorando. «Pero ahora renuncié. Una de las cosas que aprendí con todo esto es que si me voy a morir de hambre, que por lo menos sea con algo que me gusta. No pienso hacer nada que no me guste. No tengo porqué aguantarlo. Eso es lo que aprendí en el Obelisco el otro día. Y creo que ahí me encontré con otra gente que, como yo, ya no se la banca».
Cuando se le pregunta si tiene miedo, su respuesta también es didáctica: «Tengo miedo porque sé que en la música todo es a pulmón. Y mirá como estoy». Marcelo levanta la sonda que sale de su pulmón y una bolsa de sangre y aire queda a la vista.
Es un líquido oscuro, vicoso, impresionante.
Cintia Castro, miembro del cuerpo legal de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, informa que ya presentaron veintidós demandas ante el juzgado de la doctora Servini de Cubria por los delitos de tentativa de homicido, lesiones, tratos crueles, degradantes e inhumanos, daños y robo. Pronto serán veintitrés, ya que el padre de Marcelo escogió esa organización para presentar su caso.
Del resumen de esas demandas, Castro llega a las siguientes conclusiones: «Hubo tres focos de represión claramente diferenciados y que geográficamente podríamos delimitar en la zona de Plaza de Mayo, en Congreso y en las proximidades del Obelisco».
En la zona del Obelisco y Avenida de Mayo se concentraron los casos con balas de plomo. Además de los muertos, la Liga denunció tres heridos con bala de plomo en la cabeza. Dos son motoqueros (mensajeros que se desplazan en motocicletas y que participaron de la protesta de manera tal que un cronista los bautizó «la caballería de los manifestantes»). El tercero es un estudiante del magisterio J. V. González. Las lesiones lo dejaron sin movilidad de la cintura hacia abajo.
En Plaza de Mayo se concentran las denuncias por golpizas y malos tratos, que incluso continuaron una vez producidas las detenciones, en las comisarías. La Liga las menciona por sus números: seccional primera, segunda, tercera y sexta. Castro sintetiza así lo que vio: «La gente que vino acá a firmar la demanda estaba violeta por los golpes recibidos»
En Congreso, la mayoría de las denuncias son por heridas de balas de goma. «Hay una chica integrante de la agrupación Hijos ( agrupación que reúne a los hijos de los desaparecidos durante la dictadura militar) que está con riesgo de perder el ojo y otra a la que le sacaron doce balazos de goma de las piernas» , asegura Castro.
Otra de sus conclusiones es que del relato de los heridos se establece un pico: entre las 16 y las 19.30. «En ese horario se concentran los casos más graves».
-¿Notó que tuviesen algo más en común?
-Sí: son todos jóvenes. Y no hay rubios.
Fernando Almirón comienza por señalar las diferencias con su hermano Carlos. «El era narigón y yo no. El era re estudioso y yo no terminé la secundaria. El tenía 23 y yo 19. A él le gustaba Hermética (un grupo de heavy metal) y a mi la cumbia. El era hincha de Independiente y yo de Los Andes. El era blanco y yo soy morocho». Aunque para él la principal diferencia era otra: a él no le interesa la política y su hermano era militante. Carlos se acercó a una organización social en una protesta contra la violencia policial y siguió participando en la Universidad, en donde cursaba la carrera de Sociología.
Los dos vivían con su bisabuela, Martiniana, de 82 años, en Lanús, una localidad del sur bonaerense de casitas bajas y calles arboladas. La de los Almirón es grande, con tres habitaciones, un jardín en el frente y una parrilla al fondo, custodiada por dos perros. De allí partió Carlos el jueves 20 por la mañana hacia Plaza de Mayo y desde allí salió Fernando desesperado, cuando le anunciaron que su hermano había muerto por un impacto de bala en el tórax. Allí también lo velaron el domingo 23 y desde allí partió el cortejo fúnebre con más de mil personas gritando una consigna política más vieja que el cadáver: «la sangre derramada no será negociada».
La misma consigna escuchó María Mercedes Arena en el sepelio de su marido, Gastón Riva, el padre de sus tres hijos, el motociclista que trabajaba desde las seis y media de la mañana hasta las doce de la noche, el primer muerto registrado a las 16.20 en Lima y Avenida de Mayo, el que recibió el impacto en pleno corazón, el hombre al que su mujer no quiere que se lo identifique por ninguna otra cosa que no sean todas estas. «El no era dirigente motoquero. Ni siquiera estaba afiliado. Estaba caliente, como todos, y seguramente por eso participó de la protesta. Por toda la situación económica, por lo que estamos pasando y porque tenemos tres chicos. ¿Le parece poco?».
Muy cerca de él y a la misma hora cayó Diego Lamagna. Poco se sabe hasta ahora de Diego: sólo que tenía 26 años, era estudiante y vivía con su madre , quien hace poco tiempo había perdido otra hija. Una tercera se la llevó ahora con ella a Puerto Madryn, en la Patagonia.
El quinto muerto parece ser la única excepción. Luis Alberto Márquez no tenía veintipico, sino 58 años. En el expediente consta que le dispararon dos veces: una en el cuello y otra en el pecho, en la esquina de la avenida Nueve de Julio y Sarmiento. Allí está ahora su hijo, Daniel Márquez, participando de una ceremonia organizada por el Grupo de Arte Callejero (GAC) y que a siete días de la batalla recorre los cinco puntos de la ciudad en donde ha caído cada muerto. En cada uno, colocan un pequeño altar, desparraman flores y velas y despliegan un cartel con la consigna: «Asesinado por la represión policial en la rebelión popular del 20 de diciembre de 2001».
Daniel tiene 24 años, ojos azules y algunas pecas. Lleva un pantalón de color claro y una chomba roja. Cuando los manifestantes -que apenas suman doscientos- dejan de vivar el nombre completo de su padre, se le acercan unos hombres que ni siquiera conoce, le dan un beso, le piden fuerza y lo dejan solo. Daniel mira sin llorar esa tumba improvisada con cartones, tela negra, velas y flores. Su papá trabajaba muy cerca, comenta. Era vendedor de seguros. Era militante peronista.
Daniel está, literalmente, aterrizando en ese pedazo de suelo argentino. Acaba de llegar de España. Pero su relato no arranca allí, sino en el punto exacto de lo que recuerda como una pesadilla. «La caída comenzó hace diez años. En el 93 nos fuimos por última vez de vacaciones. Al poco tiempo, mis padres se separaron. Empezamos a estar muy mal económicamente. Decidí terminar el secundario a la noche, para poder trabajar. Intenté de todo. Mi último empleo fue como repositor en el supermercado Wal-Mart. De lunes a sábados, nueve horas, por 600 pesos mensuales. No estaba mal. El problema no era el sueldo ni el tipo de trabajo, sino el futuro: en este país por más que te mates trabajando, lo mejor que te puede pasar es mantenerte en el mismo lugar, muerto de miedo, esperando que te bajen el sueldo o te despidan. Entonces, empecé a pensar en irme. Compré el pasaje a fines de noviembre y viajé el 4 de diciembre. El día que mataron a papá había conseguido mi primer empleo en Madrid. Estaba feliz».
-¿Qué hacías?
-Era pintor de paredes.

publicada 20/12/2005

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El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

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“Una más y no jodemos más” fue el grito más atronador de toda la tarde en Plaza de Mayo, en referencia a una posible candidatura de Cristina Kirchner. Fue el signo más visible del «operativo clamor» con el que se había ideado el acto, aunque ella ya había aplacado las semana previas la hipótesis de ser candidata.

En un discurso que reivindicó tanto a Néstor Kirchner como a sus dos mandatos, CFK dejó el tema electoral sin definición. Terminado el acto Florencia, entre la multitud, brindó a lavaca un editorial políticos de la jornada en 9 palabras: “Nunca sabés cuándo va a ser la última plaza”.

Pese a truenos, rayos y tormentas, el encuentro más ansiado por el kirchnerismo simbolizó una medición actual de fuerza y movilización aunque no dejó definiciones sobre el enigma 2023: quién será el o la candidata del actual espacio oficialista, con todas sus diferencias. Los cálculos llevaron el termómetro movilizador a 500.000 personas, dato otros relativizan: en ambos casos, y como tantas cosas, el tema pasa a formar parte del sistema de creencias de cada persona. La ex presidenta hizo una pormenorizada defensa de su gestión, resaltando los altos salarios o el hecho de haber encontrado un Producto Bruto de 167.000 millones de dólares al asumir Néstor Kirchner, y llevarlo a 647.000 millones de dólares al finalizar el mandato en 2015. El gobierno de Macri, en cuatro años, bajó el Producto a 400.000 millones, dejando 120.000 millones de dólares de deuda que hoy sigue condicionando al país.

Definió a la Corte Suprema como un «mamarracho indigno», planteó la necesidad de un nuevo diseño institucional y pacto democrático y sugirió: «Basta de pedirle al otro que haga lo que no se está dispuesto a hacer».

Muchas mujeres escucharon el final del discurso de Cristina con las manos como en un rezo, esperando que definiera su propia candidatura, o la de alguien más, cosa que quedó pendiente. El acto, entonces, parece haber sido un posicionamiento en las negociaciones que se vienen para definir candidaturas ante el misterio que significan las PASO y luego los comicios. Y una demostración de apoyo frente a lo que llamó mamarracho, y frente a los pantanos de Comodoro Py. Con Cristina, aparte de sus nietos, tuvieron un rol televisivamente importante Alicia Kirchner, Axel Kicillof, Máximo Kirchner, Wado de Pedro y Sergio Massa, en medio de ese palco plagado de invitados que aplaudieron frases pertinentes, como “Se discuten muchas boludeces en los medios”. (Confirmando la teoría, luego se conocieron repercusiones de políticos y panelistas oficialistas y opositores sobre el acto, realizando piruetas verbales que rellenaron como suele ocurrir horas estériles de programación televisiva y tal vez cerebral).

Crónica de la jornada. La música que se escuchó, una teoría sobre el hambre y las ganas de comer. Las reflexiones entre pancartas, pastelitos y lluvia de quienes estaban abajo del palco, en la calle. Ideas y hallazgos de personas que se movilizaron y no se sienten necesariamente espectadoras. Lo que dijeron las personas movilizadas antes y después del acto.  

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

La Plaza, los reconfortados y las sorprendidas. (Fotos: lavaca/Sol Tunni).

Mujer anonadada y caritas feas

Gerardo, 56, comerciante, brindó a lavaca un primer signo saliendo de la Plaza en el atardecer tormentoso: «Vinimos a escucharla y nos vamos reconfortados, porque en estos tiempos en que la política pasa por otro carril venir a escucharla a ella nos nutre y nos hace seguir con fuerza para el mañana».

¿Y hacia adelante? «Vamos a acompañar al compañero que se decida o que decida Cristina».

Mariana, 55, bancaria estaba con otra sensibilidad menos conformista: «Estoy anonadada, porque me doy cuenta de que no sé quién va a tomar la posta y quién va a tener los huevos suficientes para hacer lo que dice Cristina, que es diseñar un programa y es poner caritas feas”. La vicepresidenta había planteado: «El problema que hoy tenemos acuciante es la distribución del ingreso. Creanme que para distribuir el ingreso muchas veces hay que ponerle carita fea a los que tienen mucho. Y no se trata de confrontar».

Mariana completa su idea caminando de salida por Avenida de Mayo: “¿Quién de los nuestros va a tener los huevos para hacerlo? Ella hoy tiró el encuadre que hay que seguir, ¿pero quién lo va a llevar a cabo? No sé”.

Se queda pensando sobre el asfalto mojado: “El único candidato que a mí me parece que podría ser el de Cristina, con todas las letras, sería Kicillof (gobernador bonaerense), pero no se lo puede sacar de donde está».

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Truenos, rayos y lluvia que no detuvieron a las familias que se acercaron. (Fotos: lavaca/Lucas Pedulla).

Todo puede pasar

Florencia e Inés son amigas, de Ituzaingó y Morón, 33 y 60, diseñadora gráfica y arquitecta. 

Explica Florencia: «Básicamente había ganas de venir porque hay como mucha incertidumbre. Yo venía a escuchar si había una fórmula, pero bueno: nunca sabés cuándo va a ser la última plaza… ya me puse un poco catastrófica: pero hace casi cuatro años ya pasamos por esto y la verdad que yo estoy con miedo, estoy con miedo por la oposición, no porque gane la oposición, no es por una cuestión de resultados, sino por los discursos que se vienen escuchando. No es solamente por una cuestión económica, sino por una cuestión social, se está viendo mucha violencia, ya no se respeta nada, todo puede pasar».

«A mi me gustaría que sea ella la candidata, pero tampoco la podemos exigir, pobre mujer. Ya dijo que no, ya está. La verdad me gustaría que sea Axel, no me gustaría que sea Massa, pero también soy consciente de que ayudaría a la elección porque hay mucha gente que no es del partido que a Massa lo votaría».

Mística y bastones

Alejandra, 48 años, es docente de música: «Estamos debatiendo lo que dijo. Ya tomó una decisión, pero deja como una mística, un relato a seguir construyendo, y el ejercicio es que ese relato lo tenemos que construir nosotros, más allá del candidato. Ella siempre está hablando del proyecto de país, eso es a lo que está apostando, no importa quién. De hecho, cuando asume Alberto, ella se lo dice: ‘Vuelva al pueblo para no confundirse, apóyese en el pueblo’. Me parece que ese es el ejercicio democrático que ella está planteando, entonces uno termina en los nombres, pero en realidad lo que hay que debatir acá es qué proyecto queremos. Lo de Colonia no, Patria sí, eso es lo de fondo que hay que seguir laburando y militando que es lo más difícil; eso justamente es lo que los medios de comunicación te sacan del centro todo el tiempo».

Martín, 35: «Ella es la conducción, una voz necesaria, sea candidata o no, ella representa a la mayoría y tiene una palabra convocante, ordenadora y tiró cuatro ejes de discusión, como la economía y la Corte; ella es muy dialoguista; la dibujan como que no pero es súper dialoguista y estadista».

Paula, también 35: «Sí, lo importante es el proyecto, aunque a mí me encantaría que sea ella porque nos representa, pero también estábamos hablando recién que nos gustaría Wado. O Grabois, aunque no sé si para presidente». Martín retruca: «Grabois se hace el purista con Massa, pero con los macristas se sienta a tomar el té, como con Carolina Stanley y Pepín Simón». Paula: «Bueno, no es momento de tirarnos con el bastón del mariscal”.

La Plaza de fue vaciando bajo la lluvia del 25 de Mayo.

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Pancartas que implican una certeza, y algunas incertidumbres electorales. (Fotos: lavaca/Sol Tunni).

La inteligencia colectiva en la previa

Todo había empezado mucho antes.

La noche anterior ya la Plaza se va ocupando de gente que quiere estar cerca del palco. Llegan, sobre todo, desde distintas provincias. Una señor de Salta dice: “Quiero ver qué puntos especiales, bien claritos, nos da Cristina sobre lo que hay que hacer de ahora en más”.

Durante la mañana comienza a verse el río de gente. Lavaca consulta deseos de quienes van por Avenida de Mayo hacia la Plaza. Todo es demasiado más interesante en forma y contenido que lo que se suele ver en televisión o escuchar en radios. Las respuestas de una señora de tapado, una pareja sub-20 y un hombre de gorrito de lana forman casi un programa político. 

“Reforma del Poder Judicial”.

“Inseguridad”.

“Que los pibes no se vayan del país”

“Recuperar la Ley de Medios”.

Todos tienen trabajo, tal vez por eso no hablen de inflación. O la inflación es un problema tan obvio que desear que termine es algo que no hace falta siquiera mencionar.

Una mujer lleva una remera con una pregunta para diferenciar palabras: “¿Justicia o Poder Judicial?”

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Los colores contra el gris de la tarde (Fotos lavaca/Sol Tunni).

Dos hombres portan una bandera: “Cristina el pueblo te ama y te necesita”.

Por Twitter alguien lanza otra definición política, sobre certezas y sobre incertidumbres:

“Con Cristina hasta la luna. Con los demás, hasta donde ella diga”.

Que nombre al candidato

A las 11.30 de la mañana la Plaza de Mayo ya está llena. «Es que viajamos toda la noche» explica una joven que hace de cordón de La Cámpora, que vino desde Córdoba. «Hoy es más que bancar a Cristina, es recordar a Néstor. Es mostrar fuerza para que la derecha agrandada sepa que estamos fuertes y en la calle».

Otra joven de veintipico le propone otro final a la frase, en tono irónico, medio chiste-medio en serio: «Unidos y organizados».

Algunos pasacalles se animan a proponer nombres: figuran carteles de Grabois, de De Pedro y de Katopodis, tal vez los más ligados a las militancias territoriales; no se ven carteles de Scioli, Rossi ni otros que han mostrado su voluntad electoral, que habrá que ver en qué queda tras las palabras de la vicepresidenta.

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Letanías y aspiraciones en Plaza de Mayo. (Fotos: lavaca/Sol Tunni).

Todo parece fluir: las columnas separadas por cordones, acomodándose en sus lugares indicados o ganados en la plaza, van poniéndole límites a la posibilidad de circular por el lugar.

Cada 100 metros sobre Avenida de Mayo hay grandes pantallas que mostrarán a Cristina hablando. Se espera que la Plaza se colme rápido y las personas puedan seguir la conferencia desde donde estén, hasta donde lleguen. Quienes se acerquen a Avenida de Mayo tendrán transmisión privilegiada, no así en las otras arterias o en los bordes de la plaza, donde se espera que la voz de Cristina suene bien fuerte.

«Es un evento bastante pautado, se convocó a las dos y Cristina dijo que habla a las 4. Nosotros estamos acostumbrados a actos mucho más  largos» responde alguien veterano sobre la convocatoria temprana.

No llueve. Y eso es toda una noticia. Hace calor, muchos aprovechan para hidratarse, ponerse en cuero, cantar y tocar: hay clima de hinchada.

¿Qué se espera que diga Cristina? «No me importa lo que diga, hay que bancarla: la quisieron matar» dice una señorita. Al lado suyo un joven: «Que diga quién va a ser candidato «. Otro postula: «Wado». Pero son propuestas tímidas, esperando lo que defina ella.

El otro protagonista del día es Néstor, presente en fotos, banderas y hasta tatuajes. A 20 años de asumir, otra mujer espera que se explique todo lo que se logró en esos años de gobierno, «para recordarle a los pibes que no lo vivieron» casi como una clase de historia. Y que se analice el presente, «el acuerdo con el FMI, la pandemia» y las dificultades que, cree, hicieron que estos 3 años y medio con ella como vicepresidente no fueran los mejores, o los esperados.

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Esperando definiciones, ejerciendo el aguante (Fotos: lavaca/Sol Tunni)

¿Dónde queda Plaza de Mayo?

La banda sonora de la tarde es primordialmente la cumbia. Suena Rosalía, suena Trueno con “Tierra Zanta”, y Los Palmeras con “Soy Sabalero”.

Junto al Cabildo un joven de la mano de su la novia consulta intrigado: «¿Dónde queda Plaza de Mayo?». “Es esto” le contestan señalando alrededor, y él sale feliz y apurado hacia el palco. No sabe dónde está pero sí para qué vino, por primera vez. Y eso a algunos les da esperanza. Algo que empieza.

Se escucha “Universo Paralelo” de La Konga.

Entre la gente hay quienes vienen desde Trelew, Tucumán y Chaco, otros de Florencio Varela o Lomas del Mirador. Viviana tiene 54 años y es de Pilar. Olina tiene 61 y es de Villa Martelli. Ambas son trabajadoras de casas particulares y dicen que gracias a Cristina están recibiendo aportes: «40 años trabajando y descubro que nadie me había aportado». Quieren que vuelva Cristina y sea candidata.

Pero ya dijo que no: «Tiene que ser ella. La esperanza es lo último que se pierde. Gracias a ella volvimos a tener todo lo que nos sacaron. Hizo muchas cosas por las mujeres, los jubilados, las asignaciones. ¿Que hicieron los otros? Nos dejaron sin trabajo».

¿Qué falló para que ahora las cosas sean tan inciertas? Cuestionan que faltó unidad y respeto para estar en una situación como la actual: «Unidad, porque cada uno hoy piensa en su parte. Y respeto, porque las Canosa y los Baby Etchecopar dicen cualquier cosa abusando la confianza de la gente». Cuentan a lavaca un deseo fraguado mientras limpiaban vidas ajenas: «Que se vayan todos los jueces corruptos» dice sobre ciertos universos paralelos.

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Familia movilizada (Fotos: lavaca/Sol Tunni).

¿Fin o principio?

Unas mujeres en la era de la cincuentena se sacan selfies con la notera de C5N y de paso le preguntan si sabe “bien-bien” a qué hora hablará Cristina. La joven responde que sabe lo mismo que todos: que dijo a las 4 y que si bien suele demorarse, esta vez el clima apremia. ¿O será una cuestión de pronósticos? Los canales oficialistas están en etapas complejas, oscilando entre una suerte de depresión por el supuesto “no” de Cristina a una postulación, y reacciones exaltadas por solo pensar que una resurrección política puede darse a partir de este acto.

El dilema es si lo de hoy es un fin, o un principio.

Celeste (21) dice que “llueve, nieve o truene” iba a estar acá: se queja de que, al final, hace un calor de verano y ella vino toda emponchada. Pasa como con el clima político: no se entiende si hace frío o demasiado calor. Pero Celeste armó un rancho a una cuadra de la Plaza –porque ahí, a las 12, ya no se puede ni caminar– con su pila de ropa en el medio y algunos bizcochitos para tirar hasta que hable Cristina. “Me muero por un chori pero no hay un mango” se justifica y el precio del embutido (600 pesos, 2 por mil) obliga a pensarlo. Y a juntarse con alguien más para aprovechar la rebaja.    

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Recuerdos de la Ley de Medios (Fotos lavaca/Sol Tunni)

La oferta gastronómica de hoy incluye, además de choris y bondiolas, empanadas fritas y pastelitos, a tono con el 25 de Mayo. El local cooperativo Lo de Néstor, a tres cuadras de la Plaza sobre la calle Bolívar, reabrió después de unos meses difíciles porque hoy es su día: se especializan en locro. Tienen lleno el local, están tomando reservas y pedidos. “A las 3.30 los echo a todos” avisa el mozo, avisando que él también querrá hacer esas cuadras hasta llegar a la Plaza. El lugar se define como «Un bar para seguir discutiendo el proyecto» aunque por ahora se nota más apetito locrero que ganas de debatir.

También hay vendedores de escarapelas y otros artilugios con motivos patrios que inundan Avenida de Mayo como una góndola en el asfalto: gorros, banderas, pilusos, pins, stickers, imanes. La mayoría con Néstor y de Cristina. No hay más imágenes.

No parece ser un día para asomar demasiado la cabeza, aunque el partido está en marcha: “Hoy se lanza un nuevo Frente de todos” dice un dirigente a la tevé. En Lo de Néstor nadie está mirando la pantalla.

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Definiciones sobre el operativo clamor. (Fotos lavaca/Lucas Pedulla).

El problema adentro

Sebastián y Olga vinieron desde Chubut específicamente para este acto. «Venimos para que nos diga algo que pueda ser», dice Olga, 69 años, jubilada. «Aunque ella ya hizo mucho. Los mejores años de mi vida fueron kichneristas. Venimos a acompañarla y defenderla porque hasta matarla quisieron».

¿Qué faltó? Olga y un profundo editorial político callejero: «No se cumplió con el compromiso que tenían. Hay que ayudar más al de abajo que al de arriba». Él tiene 41, es comerciante: «Nos peleamos entre nosotros. Nuestras internas son difíciles. El problema lo tenemos más adentro que afuera». Un deseo: «Transformar la Corte urgente, volver a la Ley de Medios, redistribuir la riqueza» dice Olga. Sebastián lo explica desde su oficio: «Manejar los precios de los alimentos. Si me llega caro, tengo que vender caro. Si solucionamos eso vamos a poder proyectar para adelante».

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Fotos: lavaca/Sol Tunni

“Salís pero no sabés si volvés”

Ruth Aredes vino de Tucumán con otras 15 mujeres que gritan al celular grabando: «Vamos Cristina». Son parte de la red nacional de mujeres, de curas villeros y monjas por opción por los pobres. «Hoy queremos escuchar un grito de esperanza. Con ella sea cual sea la decisión, vamos a acompañar. Con ella vivimos en una Patria. Queremos soberanía y trabajo genuino. Que dejen de vender nuestros commodities, no puede ser que venga cualquiera y se quede con la Patagonia».

¿Y qué es lo que pasó para que se esté en una situación tan para atrás?

«Formación política. Queremos despegar de nuevo y enamorarnos de un proyecto nacional y popular». Un deseo: «Echar a todos esos cortesanos corruptos. No creemos en esta justicia».

Carla tiene 44 y Rosana, 51. Son promotoras de salud del Movimiento Evita en diversos barrios de La Matanza. «Anhelo que diga que se va a presentar ella, aunque ya dijo que no. Me gustaría que sea quien sea, se comprometa de verdad con el pueblo», dice Carla.

¿No pasó eso ya con Alberto?

Rosana: «Al principio sí, pero después esquivó el bulto. Se abrió de gambas. No nos mandó comida a los merendederos. Y eso es el Estado. Además de ser militantes somos amas de casa, y tuvimos que exprimir los bolsillos para que no falte el plato de comida».

¿Qué faltó para llegar a este nivel de incertidumbre?: «Faltó trabajo. La mayoría fuimos madres solteras y tuvimos que salir a buscar. Y lo otro muy grave es la inseguridad: con mi familia nos despedimos todos los días como si no nos volviéramos a ver. En los barrios salís pero no sabés si volvés. Hay que enfocarse seriamente».

¿Un deseo? Carla se emociona: «Que los jóvenes no se vayan del país. Hoy mi hija tiene 18, se está profesionalizando y se quiere ir. Y a veces tengo que darle la razón. Me cruzo con taxistas que son abogados o médicos. No por desmerecer, pero ahí hay familias que bancaron titulos que hoy se desmerecen». Rosana también frota su lámpara de los deseos: «Pensar en los jóvenes y futuro».

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Remera con definiciones. Fotos: lavaca/Sol Tunni.

Voy a olvidarme de mí

Agustina tiene 24 años y vino de Rosario con dos amigas. «Se generó mucha expectativa por este momento. Hay esperanza e ilusión, pero también bastante incertidumbre. Hoy hay una crisis económica que genera un nivel de individualización, que rompe espacios. Pero estos encuentros nos convocan a reunificarnos de nuevo. Se juega nuestro futuro en términos políticos, económicos y culturales». Un deseo: «Fortalecer lo colectivo»

lena tiene 33, Pablo 31, son pareja, se aman y se besan frente a la cámara de lavaca. Él es administrativo en una escuela, ella en una empresa privada. «Vinimos a bancar a la jefa», dicen. Vienen de Rosario. Elena: «Nos encantaría que nos digan que va a ser candidata, algo imposible por la Corte corrupta que tenemos. Pero esperamos una guía, un ‘es por acá’. El peronismo está dividido, sabemos que la patria es el otro, pero hoy esperamos su claridad y su conducción».

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Danzando bajo la lluvia. (Fotos lavaca/Sol Tunni).

Sigue la cumbia con Mario Luis con un título un tanto zen: “Voy a olvidarme de mí”. La letra podría estar simbolizando mucho de lo que se percibe en el ánimo de la multitud. “Voy a sentarme al frente de la calle, para esperar a ver si tú regresas”.

Pablo piensa en los goles en contra de la política: «Falló que hay mucho ego. Y falta empatía. Si a vos te va mal, a mí no me puede estar yendo bien. Es así». Elena tiene un deseo claro sobre lo que se necesita: «Lo principal es la vivienda. Yo soy de Salta y hay tierra de sobra, nomás que está acumulada en pocas manos». Pablo habla de los alimentos y en pocas palabras dice demasiado: «En un país productor no puede ser que la mitad de la población tenga hambre. Y en un gobierno peronista».

La cumbia suena cada vez más fuerte. Guadalupe (25) y Ariel (27) vinieron de Avellaneda con su bella hija Delfina de 9 y su bello hijo León, de 3. Él trabaja en la administración del puerto y ella es estudiante de abogacía.

«Venimos por respeto a la familia, que siempre fue peronista», dice Ariel. Delfina completa: «Y por respeto a la patria». Como muchas personas, esperan que Cristina se postule, aunque sea solo una expresión de deseos: «La gente lo piensa igual porque sabe que ella pasó cosas que ningún presidente o persona pasó. Cristina tiene mucho huevo para enfrentar todo lo que está enfrentando hoy. Mucho huevo. Por eso estamos acá: para bancarla».

Sobre qué faltó, piensan: «Faltó tiempo. Venimos de 8 años donde tuvimos macrismo y pandemia. Sin esos años de pérdida capaz hoy estaríamos en otra cosa como país. Hablo por la juventud, porque los grandes ya pasaron muchos gobiernos, pero hoy la juventud la está peleando. La gente de pueblo, ¿no?, porque los que no están acá hoy están en la costa». ¿Con qué la están peleando?: «Hoy hace falta que la gente llegue a fin de mes para comprarse un plato de comida al mediodía y a la noche. Nosotros somos inquilinos también, y el tema vivienda está complicado. Ojalá podamos repuntar». La cumbia se sazona con Charly García, siempre Hablando a tu corazón. 

El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

Pastelitos e indicadores de la época

Virginia es peronista, tiene 56 años y se vino en colectivo desde Quilmes con cuatro cajas con pastelitos que vende a 250 pesos y tortafritas que vende a 300. «Espero escuchar algo bueno, que nos de trabajo a todos, que cambie esta miseria». Tiene un radar callejero para entender mejor que nadie esos vaivenes económicos: «Antes la gente estaba más suelta con la billetera, ahora le cuesta más el pesito. A mí me bajan mercadería más cara, y yo un poquito tengo que subir, pero tampoco mucho. Pierdo, pero también gano».

¿Cuál es su indicador? Virginia dice algo que debería enseñarse en las autopercibidas «ciencias sociales»: «Me pongo en el lugar de la gente que tiene hambre y ganas de comer”. Encadena el siguiente razonamiento: “Entonces pienso: ¿cómo le voy a cobrar tanto?»

Se acercaba la hora de escuchar la palabra crucial de la convocatoria de una tarde gris y llena de colores.

Entre el hambre y las ganas de comer.

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Femicidio de Griselda Blanco: Periodistas Argentinas y Fatpren reclamaron una investigación seria y responsable

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Las dos organizaciones encabezaron una conferencia para reclamar que se investigue las amenazas y presiones que recibió la víctima por ejercer su profesión. Adelantaron que viajarán a Curuzú Cuatiá este viernes y que solicitarán que la Secretaría de Derechos Humanos se constituya como querellante. Durante el encuentro se repartieron cintas negras de luto. A horas de terminar la conferencia se conoció la noticia de que la fiscal ordenó acceder a la información guardada en la nube del celular perdido, uno de los reclamos expresados en la conferencia.

Femicidio de Griselda Blanco: Periodistas Argentinas y Fatpren reclamaron una investigación seria y responsable

Griselda Blanco, la periodista que denunció amenazas y presiones, y fue víctima de un femicidio.

El colectivo Periodistas Argentinas y la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa brindaron este miércoles una conferencia en la cual expresaron su preocupación por el femicidio de la periodista Griselda Blanco en Curuzú Cuatiá, Corrientes, y reclamaron que se investiguen las denuncias de amenazas, las presiones por revelar sus fuentes de información y el celular que desapareció de la escena del crimen. ”Hacemos nuestra la preocupación de Griselda por sus fuentes. Necesitamos saber qué pasó y quiénes protegen hoy a las personas que están en riesgo» dijeron en la conferencia y solicitaron «que se sigan todas las líneas de investigación y se cumpla el debido proceso».

La conferencia de prensa estuvo conducida por Silvia Martínez Cassini, de Periodistas Argentina acompañada por Claudia Acuña, fundadora de esa asociación, y por la Secretaria General de Fatpren, Carla Gaudensi. También se sumaron a la conferencia dos integrantes del Observatorio de Libertad de Expresión de Fopea.

Acompañaron la presentación dos centrales de trabajadores –Jorgelina Sosa, de CTA y Leonor Cruz y Silvia de León de CTA Autónoma), Claudia Rodríguez, secretaria de Género de ATE, la ministra bonaerense Estela Díaz, dos subsecretarias del ministerio de las Mujeres de Nación –Carolina Varsky y Natalia Chinetti– María Julia Naddeo, de la APDH, Araceli Ferreyra (ex diputada correntina e integrante del Movimiento Evita) y Agustina Lecchi de SiPreBA.

Femicidio de Griselda Blanco: Periodistas Argentinas y Fatpren reclamaron una investigación seria y responsable

La conferencia y los abrazos (Fotos: Lina Etchesuri)

Griselda: “Recibo mucha presión, amenazas”

La periodista Silvia Martínez Cassina planteó: «Lo que nos une hoy es una misma consigna: Justicia por Griselda Blanco. Más allá del deseo de que se aclaren rápidamente su femicidio hay muchísimos indicadores que no se pueden dejar afuera. Y le pedimos a la justicia que actúe rápido y transparentemente. Porque estamos hablando del trabajo que hacía Griselda, que venía denunciando a distintos sectores del poder, de los cuales sufrió amenazas».

A continuación presentó a la víctima como “una periodista sin medio y sin miedo, precarizada, pero sindicalizada, que informaba pese a todo y para todos”. Luego se escuchó la voz de Griselda desde uno de los 15 audios que Periodistas Argentinas puso a disposición de quienes quieran escucharlo o reproducirlos y que fueron grabados pocas horas antes de su asesinato.

«Yo lo único que hago es mi trabajo, comunicar, siempre con la verdad. Pero recibo mucha presión, amenazas”, expone Griselda en el audio.

Días antes de ser asesinada, le había entregado a su hijo el teléfono de su abogada, «por si me pasa algo».

Las organizaciones de periodista comunicaron: 

  1. Solicitarán a la Secretaria de Derechos Humanos que se constituya como querellante.
  2. Viajarán este viernes a Curuzú Cuatiá en una misión destinada a escuchar a la familia de la víctima y a colegas con el fin de realizar un informe que compartirán con todas las organizaciones de la red.
Femicidio de Griselda Blanco: Periodistas Argentinas y Fatpren reclamaron una investigación seria y responsable

Se anunció en la conferencia que la policía correntina fue separada de la investigación del femicidio. (Fotos: Lina Etchesuri)

“La investigación judicial empezó muy mal”

Claudia Acuña sintetizó los motivos de la conferencia: «Estamos muy preocupadas por las Griseldas de este país, las compañeras que están ejerciendo la profesión en sus provincias, jugándosela. Ellas son las primeras a las que les tiene que llegar nuestro mensaje: no están solas. Estamos acá, también,  para ser la voz de Griselda: hacemos nuestra su preocupación por sus fuentes de información y que haya desaparecido su teléfono en ese contexto convierte a ese hecho en un atentado  a la libertad de expresión. Estamos acá, unidas todas las organizaciones de periodistas de este país, para decir que estamos comprometidas en seguir paso a paso esta causa judicial. Porque esta investigación arrancó muy mal: vimos las fotos del cuerpo y no deja dudas: se trata de una muerte violenta. Pero nos matan y las fiscales nos suicidan. Afortunadamente, como Griselda era muy buena periodista dejó mucha información, entre ellas el teléfono de una abogada de Corrientes Capital con la que se comunicaron sus hijos y que aportó los audios y contextos necesarios para que, rápidamente, el sindicato de Prensa de Corrientes hiciera los más de 300 kilómetros hasta Curuzú Cuatiá, contuviera a los dos hijos de Griselda y se entrevistara con la fiscal, que aceptó el pedido de apartar a la policía local y caratular la causa como homicidio”.

Concluyó: “»Necesitamos construir una justicia que garantice investigaciones serías sobre los femicidios, y necesitamos que protejan a las personas que están en riesgo».

Carla Gaudensi, de Fatpren, federación que incluye al Sindicato de Periodistas de Corrientes: «Debemos dar un mensaje claro a la sociedad. Nosotras venimos tejiendo redes contra la violencia, que incluye la violencia económica. Y el femicidio de Griselda muestra esa violencia: era una trabajadora precarizada, algo que conocemos muy bien en este gremio, sobre todo las mujeres, que nos genera un marco de indefensión. En este momento la precarización nos está imponiendo una lógica individual, sin embargo Griselda sabía que no estaba sola; era parte de un sindicato, y como organización sindical tenemos que dar esta discusión: el miedo no nos tienen que desorganizar. Contra el miedo y las amenazas tenemos que estar juntas. Y no solamente lo tenemos que hacer entre nosotras, por eso este es un llamado a toda la sociedad».

Gaudensi también señaló la necesidad de seguir de cerca el proceso judicial: “Si no investigan todas las líneas en una causa como el atentado a la Vicepresidenta imagínense lo que pueden pasar con nosotras”.

Femicidio de Griselda Blanco: Periodistas Argentinas y Fatpren reclamaron una investigación seria y responsable
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Marcha por la reparación para Personas Mayores Travestis y Trans: que sea ley

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Marcha en la calle y debate en Diputados. La comunidad travesti trans tuvo un miércoles movido y movilizado. Reclaman la sanción de la Ley de Reparación para Personas Mayores Travestis y Trans. El contenido del reclamo para una comunidad que en promedio no llega a los 40 años de edad. La prostitución, lo que significó la Ley de cupo, lo que se dijo en la calle y también en la Cámara de Diputados. Por María del Carmen Varela y Anabella Arrascaeta.

En la calle

Marcha por la reparación para Personas Mayores Travestis y Trans: que sea ley

La artista Susy Shock en la marcha de reparación para personas travestis trans. (Fotos: lavaca/Sol Tunni)

Marcha por la reparación para Personas Mayores Travestis y Trans: que sea ley

El aguacero de la mañana era desalentador este miércoles. El pronóstico anunciaba lluvia para toda la jornada. “Si llueve marchamos igual. Si pudimos sobrevivir a este sistema, no nos asusta la tormenta”, aclaraban en un flyer Las Históricas Argentinas en las redes, una de las tantas formas que emplearon para comunicar lo que hace tiempo esperaban: el día de la Primera Marcha Plurinacional por la Ley de Reparación Histórica para travestis y trans mayores sobrevivientes.

El clima acompañó sin aguar la fiesta, contra todo pronóstico, y hasta por un rato salió el sol.

Marcha por la reparación para Personas Mayores Travestis y Trans: que sea ley

Marlene Wayar, de la reunión en el Congreso con diputadas para impulsar la ley, a la calle con la marcha por Avenida de Mayo. (Fotos lavaca/Sol Tunni).

La cita fue a partir de las 15 de este 24 de mayo en Plaza de Mayo, donde convivieron los preparativos para el acto de la vicepresidenta Cristina Fernández y, en la otra mitad de la plaza, el colectivo travesti trans que  imprimió su sello: cánticos, colores, banderas, abrazos y lucha. Juntes y en las calles.

Carolina Iriarte es tucumana y vive en Buenos Aires hace veinte años. Alta, elegante, cabello recogido y labios pintados de rosa, cuenta que tiene 53 años. “Sigo trabajando en la prostitución. Venimos hoy a la Marcha por la Ley de Reparación Histórica, por todo lo que pasamos, el maltrato de la policía, nos tratan como delincuentes, lo más justo es una reparación porque ya somos mayores. A cualquier persona que pasa los 40 le cuesta, imaginate a nosotras”.

Marcha por la reparación para Personas Mayores Travestis y Trans: que sea ley

Fotos: lavaca/Sol Tunni.

Prostitución y reparación

Clara Fox es de Mendoza y también hace algunos años que vive en la Capital, milita en el Movimiento Evita y actualmente, gracias al cupo laboral trans, está trabajando en el INAES. “Esta una forma de reparar todo el daño que nos hicieron y visibilizar a las compañeras que pusieron el cuerpo para que hoy nosotras podamos caminar tranquila y dignamente. Recuerdo a tantas compañeras asesinadas, que se fueron sin un trabajo, sin una vivienda, ellas tendrían que estar acá hoy. Por ellas también estamos acá”.

El megáfono sonaba con alarma de ambulancia mientras gritaban “Reparación, indemnización”.

La edad de muerte promedio del colectivo es de 32 años. Hace poco más de ocho años, un grupo de travestis y trans que lograron superar ese triste promedio y llegaron a los 40 años o más,  dedicieron organizarse y crear Las Históricas Argentinas. Patricia Rivas es una de ellas, tiene 53 años y dice: “Nos autoconvocamos por las redes sociales las adultas de toda la Argentina, estamos en contacto unas cien más o menos. Sufrimos persecución tanto en dictadura como en democracia. Nuestra  democracia no empezó en el ´83, sino en 2012 con la Ley de Identidad de Género. Se nos negó todo futuro, se nos negó trabajo, estudios, salud, por eso pedimos una vejez digna”.

Marcela Carreño está recién llegada de Tucumán y se vuelve a la noche: “Ya que no tuvimos una buena adolescencia por lo menos que nos sea buena la vejez. Yo tengo 57 años, sigo ejerciendo la prostitución allá en San Miguel y cobro el Plan Potenciar, que complementa pero no es suficiente”. Hoy comieron en la olla  popular que organizaron para que todes pudieran primero comer, luego marchar.

Marcha por la reparación para Personas Mayores Travestis y Trans: que sea ley

Fotos: lavaca/Sol Tunni.

Susy, Lohana y Diana

Agrupades en un costado de la Plaza, desplegaron su bandera. Con los colores negro y magenta se leía: “Ley de Reparación Histórica ya!”. La artista Susy Shock posaba para las fotos que le pedían todes quienes la reconocían. Una imagen de Lohana Berkins (referente del movimiento, fallecida en 2016) hecha de goma espuma con alas brillantes paseaba entre la gente. Say Sacayán (hermano de Diana Sacayán, referente trans, asesinada en 2015), tomó el megáfono: “Si no se tienen en cuenta las transmasculinidades en las leyes que se supone que después se convierten en políticas públicas, lo que termina sucediendo es que nos siguen invisibilizando, nos siguen matando y nos siguen desapareciendo”.

“¿Dónde está Tehuel?” fue otro lema. “Furia Travesti” se escuchaba como un mantra atronador. Mamás y papás de la agrupación Infancias Libres recibieron a su presidenta Gabriela Mansilla, que llegó a las corridas pero a tiempo para la marcha.

Laura Moreira, hermana de Cynthia, una joven trans de 25 años asesinada en Tucumán, dio su testimonio: “Mi hermana fue brutalmente asesinada, sigue sin justicia, sus asesinos siguen en libertad, eran policias expulsados de la fuerza por corruptos. Cynthia salió a una fiesta un 14 de febrero y fue la última vez que la vimos con vida. El 19 de febrero apareció su cuerpo desmembrado, calcinado, en bolsas, en una casa abandonada. Mi hermana sigue siendo discriminada por la justicia de Tucumán. La justicia se burla de las mujeres trans”.

Marcha por la reparación para Personas Mayores Travestis y Trans: que sea ley

“Somos las nietas de todas las travas que nunca pudieron quemar”, “Diana, Diana corazón, acá tenés las travas por una reparación”, “Lo dijo Diana Sacayán: al calabozo no volvemos nunca más”, “Señor, señora, presten atención. Acá estamos las travas por una reparación” fueron algunos de los cánticos que se escucharon durante la Marcha, que arrancó a las cuatro y veinte y recorrió Avenida de Mayo, Rivadavia, hasta llegar al Congreso de la Nación. Durante la caminata que abarcaba más de dos cuadras se cantó, se bailó, se arengó, se exigió.

Pequeñas y grandes victorias

Romina Escobar afirma: “Estamos para pedir una reparación histórica para todas las compañeras que vivieron la época de la represión, los 90, con los edictos policiales. Son pocas las que están vivas. No están todas acá”. Romina es actriz, trabajó en la novela Pequeña Victoria en Telefé y gracias a la Ley de Cupo Laboral Trans está trabajando actualmente en el INCAA.

“Las travestis somos parte de la Patria. Viva la Patria Travesti. Sin travestis no hay Patria”, se escucha desde el megáfono. Gritos y aullidos. Al pasar por el Café Tortoni, una fila de unas 15 personas miran con curiosidad y sacan sus celulares para filmar y sacar fotos. Unas 50 personas hacen cola en la puerta de un Carrefour Express, quizá para pedir trabajo. Ellxs también miran y apuntan con sus teléfonos. Una gran llamarada  surca el aire. Luego de expulsar de su boca el líquido combustible que combinado con un poco de fuego provoca el centelleo, Comando continúa la caminata y repetirá su truco varias veces más. Vino desde las islas del Tigre porque “hay una deuda enorme del Estado y de la sociedad con toda la comunidad travesti trans, con les adultes sobrevivientes mucho más”.

Marcha por la reparación para Personas Mayores Travestis y Trans: que sea ley

La marcha por la reparación, y la fiesta en la calle (Fotos lavaca/Sol Tunni).

Al llegar al Congreso, los tambores de Batuka dieron la bienvenida y Laurent Tropikalia, Madre de House of Tropikalia, exponente de la cultura ballroom, fue quien tomó el micrófono para recibir a todes y anunciar la lectura colectiva  del documento. Si alguien sabe de lucha en las calles es Eva Analía De Jesús, más conocida como Higui. Después de haber estado presa y ser acusada de homicidio por defenderse de un intento de violación, Higui fue absuelta en marzo del año pasado. Para que eso sucediera fue clave el acompañamiento del colectivo, la movilización en las calles y durante los tres días de audiencias en el Tribunal Oral en lo Criminal N° 7 de San Martín. Con remera violeta, gorrita con un escorpión bordado y un cartel que decía “Con hambre no puedo estudiar”, Higui se acercó al escenario, saltó, levantó su puño en alto, sonrió y se metió entre la gente hasta perderse en la multitud.

La diputada Mónica Macha, quien presentó uno de los proyectos en la Cámara de Diputados,  expresó ante el micrófono: “No es un camino sencillo ni lo tenemos facilitado. Lo tenemos que construir”.

La jornada finalizó con un show musical a cargo de Tía Marilú, Max Vanns, Casa Exilia y Desobedientes FOLQ. Minutos antes, María Pilar Giménez, desde el escenario y para reafirmar un día en el que el colectivo travesti trans hizo historia,  leía a viva voz: “Somos comunidad, somos resistencia”.

En el recinto

Marcha por la reparación para Personas Mayores Travestis y Trans: que sea ley

Horas antes de que el colectivo travesti trans marchara de Plaza de Mayo a Congreso, en la Cámara de Diputados de la Nación la Comisión de Mujeres y Diversidad hubo una reunión para comenzar a tratar la Ley de Reparación para Personas Mayores Travestis y Trans. 

La reunión fue informativa, es decir que se realizó para escuchar distintas voces y empezar a construir los consensos necesarios para llegar a un dictamen. Por el momento son cuatros los proyectos de ley que abordan el tema que fueron presentados y tienen estado parlamentario. 

La activista y teórica Marlene Wayar empezó su intervención preguntando qué diputadxs estaban presentes. “¿Estamos hablando para el arco político o estamos hablando como siempre medias solas?”. Lo cierto es que estaban presentes solamente cinco diputadas: Mónica Macha, quien preside la Comisión de Mujeres y Diversidad y encabezó la reunión, Romina del Pla, Gabriela Estévez, Lucila Masin, María Rosa Martínez y Florencia Lampreabe.  

Durante tres horas, casi veinte exposiciones de activistas, funcionarias y diputadas expresaron la urgente necesidad de contar con la ley. “En Argentina, la comunidad trans ha sido sistemáticamente perseguida, sufriendo crímenes de lesa humanidad en el marco de un genocidio dirigido específicamente hacia nuestro grupo debido a nuestra identidad de género. Estos actos han sido cometidos con la intención de destruir total o parcialmente a nuestra comunidad”, expuso Marlene Wayar.

Los proyectos expresan como objetivo prioritario reparar la vulneración sistemática de los Derechos Humanos del colectivo travesti trans y garantizarles una vejez digna. Recibirían la pensión quienes sean mayores de 40 años, dado que el promedio de vida de las travestis y trans apenas llega a los 40 años. 

“Por supuesto, no es un problema presupuestario. El tema es que frente a la posibilidad de ampliar derechos hay sectores que igual van a poner obstáculos”, sostuvo Mónica Macha, presidenta de la comisión cabecera del proyecto.  Las otras comisiones a las que posiblemente tengan giro son Previsión y seguridad social (presidida por Marisa Uceda, Frente de todos) y Presupuesto y Hacienda (Carlos Heller, Frente de Todos). 

Macha expresó la voluntad de que a mediados de junio haya una primera reunión de comisión para tratar efectivamente el proyecto junto a diputadxs y asesorxs y poder llegar a un texto consensuado que sea llevado al recinto.

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